sábado, 31 de octubre de 2015

Oración para liberarse de la angustia

Oración pidiendo a Dios la liberación de la angustia.
Oração para se libertar da angústiaFoto: Daniel Mafra/cancaonova.com
En nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén
Padre querido, míranos, estamos cercados por ese dolor tan profundo en nuestra alma, esa angustia que nos consume día y noche; Míranos como miraste a Tu Hijo Jesús clavado en la cruz. Qué tamaño dolor! El mismo dolor que hirió profundamente el corazón de Nuestra Señora junto a la cruz, pero allí mismo, diste a Ella la profunda consolación de los sufrimientos de madre que ve morir a su hijo.
Queremos hoy, en nuestro sufrimiento, experimentar esa misma consolación, esa misma sanación y gracia, para que así sea nuestra alma aquietada y esa angustia sea entregada a Ti y no nos perturbe más, Señor, que en Ti encontremos fuerzas para superar nuestro dolor y que estas heridas sean de hecho lavadas y santificadas en la Sangre redentora de Cristo, y que el bálsamo del Espíritu Santo cicatrice todo ese profundo dolor que existe en nosotros. Amén.
Gracias Señor por tan grande gracia!

fuente Portal Canção Nova
Adaptación del original en portugues

Bueno y Suave

Del Diálogo de santa Catalina de Siena, virgen, Sobre la divina providencia
(Cap. 134: edición latina, Ingolstadt 1583, ff. 215v-216)

CUAN BUENO Y CUAN SUAVE ES, SEÑOR,
TU ESPÍRITU PARA CON TODOS NOSOTROS

El Padre eterno puso, con inefable benignidad, los ojos de su amor en aquella alma y empezó a hablarle de esta manera:

«¡Hija mía muy querida! Firmísimamente he determinado usar de misericordia para con todo el mundo y proveer a todas las necesidades de los hombres. Pero el hombre ignorante convierte en muerte lo que yo le doy para que tenga vida, y de este modo se vuelve en extremo cruel para consigo mismo. Pero yo, a pesar de ello, no dejo de cuidar de él, y quiero que sepas que todo cuanto tiene el hombre proviene de mi gran providencia para con él. Y así, cuando por mi suma providencia quise crearlo, al contemplarme a mí mismo en él, quedé enamorado de mi creatura y me complací en crearlo a mi imagen y semejanza, con suma providencia. Quise, además, darle memoria para que pudiera recordar mis dones, y le di parte en mi poder de Padre eterno.

Lo enriquecí también al darle inteligencia, para que en la sabiduría de mi Hijo comprendiera y conociera cuáles mi voluntad, pues yo, inflamado en fuego intenso de amor paternal, creo toda gracia y distribuyo todo bien. Di también al hombre la voluntad, para que pudiera amar y así tuviera parte en aquel amor que es el mismo Espíritu Santo; así le es posible amar aquello que con su inteligencia conoce y contempla.

Esto es lo que hizo mi inefable providencia para con el hombre, para que así el hombre fuese capaz de entenderme, gustar de mí y llegar así al gozo inefable de mi contemplación eterna. Pero, como ya te he dicho otras muchas veces, el cielo estaba cerrado a causa de la desobediencia de vuestro primer padre, Adán; por esta desobediencia vinieron y siguen viniendo al mundo todos los males.

Pues bien, para alejar del hombre la muerte causada por su desobediencia, yo, con gran amor, vine en vuestra ayuda, entregándoos con gran providencia a mi Hijo unigénito, para socorrer, por medio de él, vuestra necesidad. Y a él le exigí una gran obediencia, para que así el género humano se viera libre de aquel veneno con el cual fue infectado el mundo a causa de la desobediencia de vuestro primer padre. Por eso, mi Hijo unigénito, enamorado de mi voluntad, quiso ser verdadera y totalmente obediente y se entregó, con toda prontitud, a la muerte afrentosa de la cruz y con esta santísima muerte os dio a vosotros la vida, no con la fuerza de su naturaleza humana, sino con el poder de su divinidad.»

El Secreto del último lugar

San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia 
Sermón 37 sobre el Cántico de los Cánticos

    Si supiéramos con claridad cual es el lugar que Dios tiene para cada uno, deberíamos asentir a esa verdad, sin colocarnos nunca jamás ni por encima ni por debajo de este lugar. Pero en el estado en que nos encontramos, los decretos de Dios se nos presentan envueltos en tinieblas, y su voluntad permanece oculta. Es pues, según el consejo del que es la misma Verdad, mucho más seguro escoger el último lugar de donde se nos sacará, acto seguido, honrándonos con otro mejor. Si pretendes pasar por una puerta, cuyo dintel es excesivamente bajo, en nada te perjudicará por más que te inclines; te perjudicará, en cambio, si te yergues aun cuando no sea más que un dedo sobre la altura de la puerta, de suerte que te arrearás un coscorrón y te romperás la cabeza. Por ello, no hay que temer en absoluto una humillación por grande que sea, pero hemos de tener gran horror y temor al más mínimo movimiento de temeraria presunción.

    No te atrevas a compararte con los que son superiores o inferiores a ti, no te compares con algunos ni siquiera con uno solo. Porque ¿qué sabes tú, oh hombre, si aquel uno, a quien consideras como el más vil y miserable de todos, qué sabes, insisto, si, merced a un cambio operado por la diestra del Altísimo, no llegará a ser mejor que tú y que otros en sí, o si lo es ya a la mirada de Dios? Por eso el Señor quiso que  eligiéramos no un puesto mediano, ni el penúltimo ni siquiera uno de los últimos, sino que dijo: «Vete a sentarte en el último puesto» de modo que sólo tú seas el último de los comensales, y no te prefieras, ni aun oses compararte, a ninguno.

RESONAR DE LA PALABRA - 31 OCT 2015

Evangelio según San Lucas 14,1.7-11. 
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: "Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: 'Déjale el sitio', y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: 'Amigo, acércate más', y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".


RESONAR DE LA PALABRA
Queridas amigas y amigos:

El evangelio de hoy parece centrarse en la humildad como culmina el relato. Pero Jesús no define ni describe esta virtud. Sirviéndose de parábolas dibuja con honda sencillez su perfil. Partamos del hecho de que, a cada uno, se nos valora y clasifica por lo que hacemos, por lo que parecemos, por lo que decimos y por la manera en que lo decimos. Jesús se fija en lo primero –la conducta externa- para ofrecer tres enseñanzas concatenadas sobre la humildad.

La humildad de aceptar el propio lugar. La humildad va referida a la opinión que tenemos sobre nosotros mismos y sobre los demás. Es una facultad que nos permite reconocer cuál es nuestro verdadero lugar y situarnos en él. Es una forma de autoconocimiento (conocernos) que desemboca en la autoaceptación (amarnos). Observamos, no obstante, que hay algo en lo que cada persona supera a todas las demás. Por tanto, todos merecemos el primer puesto y, a la vez, nadie lo merece. Ese principio evita tanto la autoglorificación como el autodesprecio.

La humildad de ocupar el último puesto. En algún lugar de nuestro ADN llevamos inscrita la tendencia indómita a ser los únicos o, cuando no, los primeros. El primer puesto es un imán que seduce y arrastra a costa de lo que sea.  Lo vemos todos los días en el mundo de la política, del deporte, de la economía, de la vida académica... y de la misma familia, o de la comunidad cristiana. La existencia de envidias y complejos lo muestran fehacientemente. Pues bien, Jesús nos enseña a afrontar esa tendencia y a ocupar “nuestro” lugar con dos máximas: Una es activa: ceder el primer lugar a otro, dejar que sea otro quien ocupe el primer lugar. La segunda es pasiva: dejar que otros nos indiquen nuestro verdadero lugar. Para ello hay que conjugar el verbo “bajar”.  Como dijo bellamente el poeta: «Baja y subirás volando / al cielo de tu consuelo, / porque para subir al cielo / se sube siempre bajando».

La humildad de ocupar el primer puesto. Los primeros puestos son muy apetecibles; pero también peligrosos. No debemos idealizar las cosas. Esos lugares llevan aparejadas muchas preocupaciones y embrollos. Por esa razón muchos se mantienen alejados de los primeros puestos. Tal actitud puede ser catalogada como prudente, pero no necesariamente como cristiana por el egoísmo que suele esconder. El amor a Dios y al prójimo deben llevarnos a sacrificar humildemente la propia paz cuando se nos requiere para un servicio abnegado y difícil. De hecho muchos quieren mandar, pero son muy pocos los que con un corazón magnánimo se muestran disponibles para lavar humildemente los pies de los hermanos, como hizo Jesús. Hoy como siempre, los primeros puestos exigen una sobredosis de humildad.

Juan Carlos Martos cmf
Fuente Ciudad Redonda - Octubre 2015

Buen día, Espíritu Santo!


viernes, 30 de octubre de 2015

A los cuatro vientos


VIVA Y EFICAZ

De los Tratados de Balduino de Cantorbery, obispo
(Tratado 6: PL 204, 451-453)
LA PALABRA DE DIOS ES VIVA Y EFICAZ



La palabra de Dios es viva, eficaz y tajante más que espada de dos filos. Los que buscan a Cristo, palabra, fuerza y sabiduría de Dios, descubren por esta expresión de la Escritura toda la grandeza, fuerza y sabiduría de aquel que es la verdadera palabra de Dios y que existía ya antes del comienzo de los tiempos y, junto al Padre, participaba de su misma eternidad. Cuando llegó el tiempo oportuno, esta palabra fue revelada a los apóstoles, por ellos el mundo la conoció y el pueblo de los creyentes la recibió con humildad. Esta palabra existe, por tanto, en el seno del Padre, en la predicación de quienes la proclaman y en el corazón de quienes la aceptan.

Esta palabra de Dios es viva, ya que el Padre le ha concedido poseer la vida en sí misma, como el mismo Padre posee la vida en sí mismo. Por lo cual hay que decir que esta palabra no sólo es viva, sino que es la misma vida, como afirma el propio Señor, cuando dice: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Precisamente porque esta palabra es la vida es también viva y vivificante; por esta razón está escrito: Lo mismo que el Padre resucita a los muertos, devolviéndoles la vida, así también el Hijo dispensa la vida a los que quiere. Es vivificante cuando llama a Lázaro del sepulcro, diciendo al que estaba muerto: Lázaro, sal fuera.

Cuando esta palabra es proclamada, la voz del predicador resuena exteriormente pero su fuerza es percibida interiormente y hace revivir a los mismos muertos, y su sonido engendra para la fe nuevos hijos de Abraham. Es, pues, viva esta palabra en el corazón del Padre, viva en los labios del predicador, viva en el corazón del que cree y ama. Y si de tal manera es viva, es también, sin duda, eficaz.

Es eficaz en la creación del mundo, eficaz en el gobierno del universo, eficaz en la redención de los hombres. ¿Qué otra cosa podríamos encontrar más eficaz y más poderosa que esta palabra? ¿Quién podrá contar las hazañas de Dios, pregonar toda su alabanza? Esta palabra es eficaz cuando actúa y eficaz cuando es proclamada; jamás vuelve vacía, sino que siempre produce fruto cuando es enviada.

Es eficaz y tajante más que espada de dos filos para quienes creen en ella y la aman. ¿Qué hay, en efecto, imposible para el que cree o difícil para el que ama? Cuando esta palabra resuena, penetra en el corazón del creyente como sise tratara de flechas de arquero afiladas; y lo penetra tan profundamente que atraviesa hasta lo más recóndito del espíritu; por ello se dice que es más tajante que una espada de dos filos, más incisiva que todo poder o fuerza, más sutil que toda agudeza humana, más penetrante que toda la sabiduría y todas las palabras de los doctos.

Como actuar ante la oración no respondida

Descubre como el cristiano debe reaccionar ante una oración no correspondida.

Orar es dialogar con Dios. En la intimidad de la oración, el corazón rasga el velo del miedo y se abandona en las manos del Padre. Delante de las demandas de la vida, muchas son las cosas a ser presentadas. Muchas son las necesidades que afligen el alma y roban la paz. Con todo, no siempre nuestros pedidos son atendidos. Delante de esa realidad, una pregunta se vuelve eco en el corazón: ¿cómo se debe reaccionar ante la oración no respondida?

Como deve o cristão reagir à oração não respondida
Foto: Wesley Almeida/cancaonova.com
Los padres saben muy bien que no todos los pedidos de sus hijos pueden ser atendidos. Muchos son los motivos que están detrás de un deseo no realizado. Tal vez, la criatura necesite crecer un poco más para que tal necesidad sea escuchada; o tal vez, tal pedido pueda ser peligroso y colocar en riesgo la vida de ella. Muchos padres saben que algunos pedidos que sus hijos les hacen son apenas caprichos disfrazados de necesidad extrema.

Algunos pedidos dirigidos a Dios quieren apenas llenar nuestro ego.

Dios es Padre y sabe que no todos nuestros pedidos podrían ser atendidos en el tiempo en el momento que deseamos. Por amor, El interviene delante de nuestras necesidades y nos concede apenas aquello que necesitamos. Algunos pedidos dirigidos a Dios sólo intentan llenar nuestro ego, pero maquillamos la realidad de tal manera que parecen una necesidad urgente.

Vivimos tiempos en los que nos desacostumbramos a vivir con lo esencial, y esa realidad, muchas veces, es reflejada en nuestra vida de oración. Muchos no soportan vivir con lo esencial y necesitan de lo periférico. Si no adquirimos la sabiduría divina, vamos a cada momento de oración a disfrazar lo periférico de lo esencial.

Lo que hoy no comprendemos mañana puede ser tan claro como la luz del día.

Dios no se deja engañar y nos concede apenas aquello de lo que tenemos necesidad. El conoce el contenido de una intención en su verdadera esencia. Aunque algún pedido sea justo y necesario, los proyectos del Señor para cada uno de nosotros se van revelando en los acontecimientos de la vida. Lo que hoy no comprendemos, mañana puede ser tan claro como la luz del día.

Dios responde todas nuestras oraciones, aunque Su respuesta sea no.

Aunque algún pedido no haya sido atendido no nos desanimemos. El Señor responde todas nuestras oraciones, aunque la respuesta sea "no". Tal vez el hecho de no haber recibido la gracia hoy sea por el hecho de que Dios este preparando lo mejor para el futuro. Renovemos nuestra confianza en el Señor y busquemos lo esencia. Tengamos el coraje de mirar nuestras necesidades espirituales y humanas y veamos si nos estamos comportando o no como niños mimados que de todo tienen necesidad, pero le falta madurez suficiente para discernir la realidad de las intenciones.

Fortalezcamos nuestra alma a la luz del Espíritu Santo de Dios rezando:

"Divino Espíritu,
que con tu Luz de Amor concedes la sabiduría necesaria a los corazones vacilantes, concédenos la gracia de la sabiduría delante de las necesidades y que mi oración, elevada al Padre, sea siempre guiada por aquello que realmente necesito. Apártame del deseo desenfrenado de satisfacer mis caprichos personales y ayúdame a buscar en la fuerza de la oración lo esencial en la vida.
Amén!

Padre Flávio Sobreiro
Bacharel em Filosofia pela PUCCAMP e Teólogo pela Faculdade Católica de Pouso Alegre (MG), padre Flávio Sobreiro é vigário paroquial da Paróquia Santo Antônio, em Jacutinga (MG), e padre da Arquidiocese de Pouso Alegre (MG).
fuente PORTAL CANCION NUEVA.
Adaptación del original en portuguës.

Comprendiendo La Palabra

«El sábado se hizo para el hombre»
Mc 2,27

     Al acabar la obra de toda la creación, el «shabbat», el séptimo día bendecido y consagrado por Dios, se une inmediatamente a la obra del sexto día en el que Dios hizo al hombre «a su imagen y semejanza» (Gn 1,26). Este lazo tan estrecho entre el «día del Señor» y el «día del hombre» no se les escapó a los Padres cuando meditaron sobre el relato bíblico de la creación. Ambrosio dice referente a él: «Doy gracias al Señor nuestro Dios, que ha hecho una obra tal en la que pueda descansar. Ha hecho el cielo, pero no leo que descansara; hizo la tierra, pero no leo que descansara; hizo el sol, la luna y las estrellas, y tampoco allí no leo que descansara, pero leo que hizo al hombre y que entonces sí descansó teniendo a alguien a quien perdonar sus pecados». Así, el «día del Señor» estará para siempre unido directamente al hombre».

     Cuando el mandamiento de Dios dice: «Te acordarás del día del sábado para santificarlo» (Ex 20,8), la pausa ordenada para honorar el día que le es consagrado no es de ninguna manera un mandamiento agobiante para el hombre, sino más bien una ayuda que le permite reconocer la dependencia vital i liberadora respecto al Creador, así como su vocación a colaborar a su obra y acoger  su gracia. Honorando el «descanso» de Dios, el hombre se redescubre plenamente a sí mismo; así el día del Señor se revela profundamente marcado por la bendición divina (Gn 2,3), y, gracias a ella, se podría decir, dotado como los animales y los hombres de una especie de «fecundidad» (Gn 1,22.28). Esta fecundidad se expresa, sobre todo, en lo que el sabbat revive y, en un sentido, «multiplica» al mismo tiempo, haciendo crecer en el hombre, por la memoria del Dios viviente, el gozo de vivir y el deseo de promover y dar vida.

San Juan Pablo II (1920-2005), papa 
Carta apostólica «Dies Domini», 61

RESONAR DE LA PALABRA - 30 OCT 2015

Evangelio según San Lucas 14,1-6. 
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Delante de él había un hombre enfermo de hidropesía. Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: "¿Está permitido curar en sábado o no?". Pero ellos guardaron silencio. Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo, lo curó y lo despidió. Y volviéndose hacia ellos, les dijo: "Si a alguno de ustedes se le cae en un pozo su hijo o su buey, ¿acaso no lo saca en seguida, aunque sea sábado?".A esto no pudieron responder nada. 


RESONAR DE LA PALABRA
Queridas amigas y amigos:

El discernimiento es como una lupa que permite ver con más detalle. El evangelio de hoy nos permite discernir tres rasgos farisaicos que a menudo se esconden tras una máscara de honestidad. Los encontramos en los comensales presentes en aquella casa de uno de los principales fariseos que invitó a Jesús a comer. Sus actitudes aparentemente eran correctas, pero escondían veneno. Con dos preguntas, Jesús las desmontó. No les dio ocasión de réplica, al evidenciarlas. Contemplemos esas actitudes ocultas bajo una misma conducta.

Jesús distingue entre cautela y prejuicio. Es de sabios y prudentes no confiar inmediatamente en un desconocido, sobre todo si se tratan cosas de capital importancia. Se requiere una verificación previa antes de dar crédito a un mensaje novedoso. Conducirse por este criterio no debe ser reprobado, en principio, como algo perverso.

Pero no es éste el caso de aquellos fariseos: Sus pérfidas intenciones desacreditaron las reservas. Partían de una actitud presuntuosa de saberse dueños de la verdad y buscaban atrapar a Jesús en cualquier desliz para descalificarlo y hundirlo. Su maldad estaba en haber emitido un juicio demoledor antes de haber conocido el mensaje. Jesús supo diferenciar tal prejuicio malvado de la prudente cautela.

Jesús tampoco confunde la observancia con el legalismo. Es legítimo y obligado el hacer respetar y cumplir la Ley. La Ley es buena con tal que proteja valores auténticos, libere de subjetivismos arbitrarios y ayude a las personas en su humana debilidad. Por ello, el mismo Jesús aclaró fehacientemente que no había venido a derogar la ley ni a abolirla, sino a darle un cumplimiento completo.

Pero la Ley puede ser utilizada como arma de ataque para eliminar al adversario. El bien se puede utilizar así para el mal. Ocurre cuando el odio se agazapa detrás de la defensa ardiente de las causas más nobles. Sin amor al prójimo y sin limpieza de corazón se contaminan los más bellos ideales. Como hicieron los comensales del relato de hoy.

Jesús diferencia el silencio de la mudez. Es de sabios permanecer en silencio cuando no se sabe resolver una cuestión o responder a un problema. Decía sarcásticamente Mark Twain: “Es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido que abrirla y disipar la duda”. El silencio es noble si muestra modestia discipular, abierta a la verdad.

Pero la mudez de aquellos fariseos era de otro tipo. Ante la evidencia de los hechos –hacer el bien coincide con lo que la Ley promovía- optan por callar, justo para no darle la razón a Jesús. Ya le habían calificado de infame y no estaban dispuestos a renunciar a su prejuicio. ¡Cuántas veces ocurre! Se calla lo bueno de los otros -adversarios o no- si no sirve a los propios intereses. Esta mudez es otra forma de falsificar la verdad. Por ello, Jesús no la pudo pasar por alto ni excusar.


Juan Carlos Martos cmf
fuente CIUDAD REDONDA - publicado en octubre de 2015

Buen día, Espíritu Santo

Padre Dios,
¡Bendito seas en la mañana!
Bendito y Alabado seas al despuntar el día.
Aunque el horizonte se presente con sus nubes y sus grises,
te alabo y te Bendigo, Padre mío.
Porque Tu Amor no pasa, Tu Amor es grande y santo.
Todo lo haz hecho bien, todo lo dispones para nuestro bien.
Alabado y Bendecido seas por cada acontecimiento que Tu Amor
pensó y estimó para mi crecimiento;
Bendito seas en aquellos que se cruzarán en mi vida,
Bendito seas en cada palabra, en cada gesto, en cada acción
que me hablarán de Ti, de Tu Misericordia,
de tu prontitud, de Tu Santa disponibilidad.
En el despertar te pedimos que así como el mundo se abre a la luz,
así nuestro ser entero se abra a Tu Gracia.
Derrama sobre tu pueblo Espíritu Santo!
Úngenos con el óleo Bendito!
Que vacíos de rencores, rencillas y celos,
de envidias y palabras engañosas
podamos ser llenos y más llenos de Tu Santidad;
En el Nombre de Tu Hijo,
por el poder Tu Espíritu, Amén!


jueves, 29 de octubre de 2015

Carismas y dones


Lucas 13, 31-35

Jesús se dirigía a Jerusalén cuando le avisaron que Herodes lo buscaba para matarlo. Cristo aprovechó la ocasión para enseñar una vez más que debía ir precisamente a esa ciudad, haciendo referencia a “tres días”, velada alusión a su pasión, muerte y resurrección (Lucas 13, 32). Era preciso ir a Jerusalén, porque ningún otro lugar era digno de la muerte de un profeta.

En la tradición judaica, Jerusalén era objeto de veneración. Las figuras con que se le conoce van desde ser el centro del universo hasta la madre que cría a sus hijos, el pueblo judío. La expresión “subir a Jerusalén” se debía a que la ciudad está situada en la parte más alta de las colinas y para llegar a ella había que subir largas y pronunciadas cuestas. Tan sagrada era esta ciudad para los judíos, que algunos rabinos enseñaban que la Jerusalén terrenal tenía una gemela en el cielo.

Cuando Jesús dijo a los fariseos que debía terminar su obra en el tercer día, ellos no tenían la menor idea de que se estaba refiriendo a su resurrección, ni que su obra consistía en morir como expiación por los pecados de todo el mundo. Cuando Jesús dijo que Jerusalén era la ciudad que mataba a los profetas, fue porque el pueblo nunca recibió bien a los enviados de Dios, pues éstos denunciaban las injusticias y la impiedad de la gente.

Dios formó a Israel para que fuera un pueblo santo y fiel (Levítico 19, 2). Sin embargo, en el pasado los profetas habían denunciado los pecados del pueblo, aunque siempre les ofrecían la esperanza de la redención y de la reconciliación con Dios. Jesús reiteró esta reconciliación prometiendo bendiciones para los que finalmente vieran en él al divino Redentor.

En la Misa repetimos: “Bendito el que viene en nombre del Señor” cuando aclamamos el Santo, porque reconocemos que Jesús está presente en la Palabra que se proclama y en el Sacramento Eucarístico, así como en el Cuerpo congregado. Y podemos también extender las bendiciones de Dios hablando a otras personas en nombre del Señor y llevándoles el mensaje de Cristo. Así se van cumpliendo las palabras de Jesús.
“Amado Jesús, te ofrezco mi corazón para que sea una morada en la que te sientas acogido, respetado, venerado y adorado. Ayúdame, Señor, a mantenerlo limpio y digno para que siempre vivas a gusto en él.”

RESONAR DE LA PALABRA - 29 OCT 2015

Evangelio según San Lucas 13,31-35. 
En ese momento se acercaron algunos fariseos que le dijeron: "Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte". El les respondió: "Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado. Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste! Por eso, a ustedes la casa les quedará vacía. Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!". 

RESONAR DE LA PALABRA
Queridas amigas y amigos:

El evangelio de hoy ofrece una de las páginas tristes del evangelio. Jesús expresa un agudo dolor en forma de desahogo y de lamento. La escena se desencadena a raíz del aviso alarmante que un fariseo le transmite: Herodes quería matarle. ¿Tenía de veras Herodes esa intención? Nos queda la duda porque, en otro pasaje, el evangelista Lucas nos dice que Herodes buscaba encontrarse con Jesús para ver algún milagro suyo (Lc 23,8). ¿Habría sido divulgada la noticia desde círculos fariseos interesados en que Jesús no se acercara por Judea para predicar? Sea cierta o no, nos interesa detenernos en la reacción de Jesús al recibirla.

¿Un golpe de ira? Las palabras de Jesús llamando “zorro” a Herodes, se entiendan como se entiendan, nos desconciertan. Peor aún si intentamos mitigarlas o maquillarlas. Se trata un desahogo indignado, y no el único, que no nos han escondido los autores de los evangelios. Expresa el agudo dolor de Jesús ante la incomprensión y ante los obstáculos que impedían su ministerio. La reacción airada no siempre es mala. Santo Tomás de Aquino, junto a muchos pensadores antiguos, supo reconocer en la “irascibilidad” una noble capacidad de afrontar los obstáculos, una determinación cargada de energía y valor para no sucumbir antes las dificultades y llevar a buen fin la empresa iniciada. Este tipo de agresividad –y no otro– es fundamento de esperanza. Sin ella quedaríamos paralizados por entender que cualquier acción a emprender en tales circunstancias sería totalmente inútil.  El binomio ira-esperanza es bueno con tal de que desactive el odio y promueva el coraje.
La adversidad no debilita la identidad profética de Jesús. Llama la atención su conciencia de responsabilidad (“tengo que caminar”) y su lucidez ante su oscuro futuro (“pasado mañana llego a mi término”).  En sus palabras no hay ni un ápice de resignación ante el destino tan adverso que le sobreviene; tampoco frustración que le precipite en la depresión o en la acedia desganada. Nada le hará perder el valor del riesgo y la confianza en Dios. El camino del evangelio nunca puede reducirse a un vago estado de bienestar o de serenidad que impermeabilice ante todo sufrimiento. El ideal de la vida cristiana es el seguimiento de Jesús, no la búsqueda de una serenidad perfecta e imperturbable a cualquier precio. Santidad y gracia no se reducen vaporosamente a serenidad psíquica. Esta última, en tantas ocasiones, puede significar solo un chato motivo de repliegue autorreferencial. La indignación, en ocasiones como ésta, es expresión de coraje apostólico y palanca de fidelidad en las pruebas.

Juan Carlos Martos cmf
fuente: CIUDAD REDONDA

Buen día, Espíritu Santo!

Señor, danos la gracia de tener un corazón
que Te acoge acogiendo a tus enviados,
a tus profetas, a tus amigos.
Danos la sabiduría que brota del amor,
la que une, tiende puentes,
abraza, perdona, restaura y comprende.
Danos la mansedumbre de tus entrañas;
Danos la osadía del profeta y la ternura de Tu Madre.
Amén!



miércoles, 28 de octubre de 2015

El secreto de la sanación emocional

La sanación emocional es la "puerta de entrada" para todas las otras sanaciones.
Sabemos que Jesús vino al mundo a traernos la Buena Nueva. Nosotros oímos, en los días de hoy, tantas noticias! Pero los ángeles dijeron a los pastores que Jesús nacería en Belen para traer al mundo la Buena Noticia.

O segredo para a cura emocional

El cristianismo es la religión de la alegría. La Renovación Carismática Católica nos ha enseñado que necesitamos ser un pueblo de alabanza y no un pueblo "quietito", triste, sino un pueblo que alaba a Dios constantemente.
Cuando yo era párroco de Bombay (India), rezaba el "Gloria" todos los días de semana y no solamente los domingos. Personalmente, pienso que, cuando recitamos el "Gloria" nosotros lo debemos hacer con los brazos erguidos.
El problema es que somos muy tímidos y miedosos, pero la Biblia nos llama a ser un pueblo valiente, que alaba a Dios públicamente. Los ángeles dijeron a los pastores que ellos estaban anunciando una Buena nueva a todos los pueblos. Por lo tanto, necesitamos alabar al Señor delante de todas las naciones. pero eso sólo es posible mediante un profundo arrepentimiento.

En la confesión necesitamos experimentar el abrazo del Padre. Yo he recomendado a los sacerdotes que ellos sean verdaderos padres durante la confesión pues necesitamos sentir el calor del abrazo amoroso de Jesús. Cuando rezo por las personas, lo primero que hago es confesarles y después rezo por su sanación interior. Solamente después de esto rezo por sanación física y, por fin, por su liberación.
El sacramento de la confesión no fue hecho para ser apenas una penitencia, sino una liberación completa. Deberías salir de la confesión con una sonrisa en los labios.
Pero infelizmente existe una exageración grande en lo que refiere a la sanación física. Jesús no vino al mundo sólo y apenas para hacer que los paralíticos caminen y los ciegos perciban. El vino para transformarnos interiormente. De ahí la importancia de la sanación emocional, pues ella es el inicio, la "puerta de entrada" para la sanación física.
La Palabra de Dios nos habla de aquel ciego que gritó al Señor: "Jesús, hijo de David, ten piedad de mi!". El le llamó y preguntó: "¿Qué quieres? Es la misma pregunta que el Señor nos hace en el día de hoy. El hizo esa pregunta porque sabía que aquel ciego necesitaba no solamente de una sanación física, sino antes, de sanación emocional y espiritual.
¿Por qué afirmo eso? Porque aquel ciego, después de haber sido curado por Jesús, se puso a seguirlo. Es eso lo que el Señor quiere hacer con cada uno de nosotros, curarnos para que nos pongamos a seguirlo.
La sanación emocional es la "puerta de entrada" a todas las otras sanaciones. La persona no experimentará la sanación psíquica, la sanación de sus vicios ni la liberación del mal si ella no pasa primero, por la experiencia de sanación interior. Nosotros necesitamos saber como rezar y pedirla.

La oración es algo científico, ella no viene "de la nada", por eso necesitamos rezar a partir de los síntomas. Ellos son importantes, son indicaciones, señales que nos ayudan a descubrir cuales son nuestras dolencias emocionales.
Son cuatro las principales dolencias emocionales. La primera de ellas es el SENTIMIENTO DE RECHAZO. Jesús fue rechazado y crucificado; y la crucifixión tenía el objetivo de no sólo matar a los condenados sino también de humillarlos públicamente. Estuve, hace algún tiempo, en Paraguay en una bella casa de retiros. En la capilla de aquel lugar, existe un lindo mosaico de Jesús crucificado, donde Él está desnudo. Fue el único lugar del mundo donde vi esa imágen. Y Jesús murió en la Cruz desnudo y humillado.

Jesús fue crucificado por envidia. Veo la envidia como la gran "puerta de entrada" a las dolencias emocionales. El gran dolor de Jesús en la Cruz no fue aquella causada por los clavos en Sus manos y pies, sino aquella causada por el abandono que sufrió en la cruz. Hoy, veo a muchas personas sufriendo por llevar dentro de sí, ese sentimiento de abandono. Personas abandonadas por aquellos que menos esperaban, o sea, por las personas amadas.
El primer paso para la sanación emocional es detectar los síntomas del problema y encontrar las causas también. Es importante encontrar la raíz de ese mal. No he visto ningún caso resuelto sin que antes la "causa-raíz" haya sido descubierta. Y como descubrir esa "causa-raíz"? Primero rezar al Espíritu Santo. El trabajo de Él no es solamente descubrir la verdad de Dios, sino también la verdad que traemos delante de Dios. Necesitamos rezar al Espíritu Santo constantemente. 
Segundo: rezar por mi pasado, pero no con un sentimiento de culpa.

La causa raíz puede estar en cualquiera de los cuatros estados de mi vida: 1) Mi árbol genealógico; 2) Mi vida intrauterina (dentro del vientre materno en el período de gestación); 3) Mi infancia hasta la juventud; 4) Mi juventud hasta la edad adulta.
La oración es igual a un medicamento, no puedes tomar poco ni tampoco demasiado, tiene que ser en la dosis correcta.

Voy a compartirles a ustedes mi secreto para descubrir la causa raíz de una dolencia.
Cuando las personas llegan hasta mi con algún tipo de problema, sea él físico o espiritual -principalmente de orden emocional, cuando la persona viene trayendo problemas de ataques demoníacos, yo hago dos preguntas a ellas.
La primera es "¿Cuándo comenzó el problema?". Con frecuencia las personas responden: "Ah! yo siempre tuve ese problema" Entonces suelo responder que solamente Dios es "siempre". Nosotros tenemos un comienzo, nuestros problemas tienen un comienzo y necesito saber cuándo él comenzó.
La segunda pregunta es: "¿Recuerdas algo que hay acontecido, en esa época, y que pueda estar relacionado con ese problema?"
En esa conversación, la persona recuerda los acontecimientos con mayor precisión y los motivos que llevaron a esos acontecimientos. Allí, yo sé, estaba la causa, la llave para el fin de tanto tiempo de sufrimiento.

Padre Rufus Pereira
fuente: Portal Canción Nueva.

Oración de liberación de los males que nos atormentan

Oração de libertação pelos males que nos atormentam

















Suplicamos a Dios que, por medio de la oración de liberación,
seamos liberados de todos los males corporales y espirituales.


Señor, Tú eres grande, Tú eres Dios, eres Padre. 
Nosotros te pedimos por la intercesión y auxilio de los santos Arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel que nuestros hermanos y hermanas sean liberados del maligno que los volvió esclavos suyos.
Tú, y todos los santos, vengan en nuestro auxilio.

De la angustia, tristeza y obsesión, te pedimos...
¡Líbranos, Señor!
Del odio, de la fornicación y de la envidia, te pedimos...
¡Líbranos, Señor!
De los pensamientos de envidia, rabia y muerte, te pedimos...
¡Líbranos, Señor!
De todos los pensamientos de suicidio y aborto, te pedimos...
¡Líbranos, Señor!
De toda forma de sexualidad desordenada, te pedimos...
¡Líbranos, Señor!
De la división de la familia, de toda amistad que nos aparta del bien, te pedimos...
¡Líbranos, Señor!
De todas las formas de maleficio, de hechicería, brujería y de cualquier mal oculto, te pedimos...
¡Líbranos, Señor!

Oh, Señor, que dijiste la paz les dejo, la paz les doy, concédenos, por intercesión de la Virgen María, la liberación de todas las maldiciones y la gracia de gozar siempre de Tu Paz.
Por Cristo Nuestro Señor.
Amén!

Padre Nuestro,,,
Ave María
Gloria


Señor, enséñanos a hacer Tu Voluntad

Jesús, en sus enseñanzas, usa comparaciones bien simples para que todo el mundo pueda comprender. El toma los fenómenos de la naturaleza para explicar muchas cosas: "Cuando ves una nube venir del occidente, dices "viene la lluvia". Y así sucede. Cuando sentís soplar el viento del sur, dices que va a hacer calor. Y así acontece" (cfr. Lc 12, 54-55)
"¿Cómo no sabes interpretar el tiempo presente?"

Jesús está diciendo: "El tiempo presente es ahora. Hipócritas, ustedes vienen y oyen y no se dan cuenta?
Nosotros que creemos también corremos riesgos. Podemos estar envueltos con las maravillas de Dios y no nos damos cuenta. ¡Que el Señor nos libere de la hipocrecía!
"¿Cómo es que no saben interpretar en tiempo presente?"
Resuelve tu vida mientras estás de camino, mientras hay tiempo.
Resuelve todo lo que tienes que resolver;
no pierdas ninguna oportunidad.
Resolvamos nuestras cuestiones con los otros,
no dejemos para después lo que podemos hacer hoy!
Somos humanos, si no lo hacemos nos va a costar caro.
La vida fraterna se vive resolviendo las cuestiones, reconciliándonos.
Es imposible una vida fraterna sin el perdón.
Pidamos al Señor la gracia de la superación.
Señor, enséñanos a hacer Tu Voluntad!

"Ven a salvarme, Señor, yo te pertenezco!
Porque siempre procuré tu voluntad.
Señor, líbrame de la hipocresía llenándome de Tu Santo Espíritu"
Ven, Espíritu Santo!
Ven, Señor Jesús!

Mons. Jonas Abib.
fuente Portal Canção Nova
adaptación del original en portugues.

Lectura Orante


COMPRENDIENDO La Palabra

San Cirilo de Alejandría (380-444), obispo y doctor de la Iglesia 
Comentario sobre el evangelio de San Juan, 3,130 (trad. breviario 28 de octubre)
“Eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles”

    Nuestro Señor Jesucristo instituyó a aquellos que habían de ser guías y maestros de todo el mundo y “administradores de sus divinos misterios” (1Co 4,1), y les mandó que fueran como astros que iluminaran con su luz no sólo el país de los judíos, sino también a todos los países que hay bajo el sol, a todos los hombres que habitan la tierra entera. Es verdad lo que afirma la Escritura: “Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama” (He 5,4). (…)

    Si el Señor tenía la convicción de que había de enviar a sus discípulos como el Padre lo había enviado a él (Jn 20,21), era necesario que ellos, que habían de ser imitadores de uno y otro, supieran con qué finalidad el Padre había enviado al Hijo. Por esto, Cristo, exponiendo en diversas ocasiones las características de su propia misión, decía: “No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.” (Lc 5,32) Y también: “He bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado”. (Jn 6,38) Porque “Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.” (Jn 3,17)

    De este modo, resume en pocas palabras la regla de conducta de los apóstoles, ya que, al afirmar que los envía como el Padre lo ha enviado a él, les da a entender que su misión consiste en invitar a los pecadores a que se arrepientan y curar a los enfermos de cuerpo y de alma, y que en el ejercicio de su ministerio no han de buscar su voluntad, sino la de aquel que los ha enviado, y que han de salvar al mundo con la doctrina que de él han recibido.



RESONAR DE LA PALABRA - 28 OCT 2015

Evangelio según San Lucas 6,12-19. 
Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor. Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos. 


RESONAR DE LA PALABRA
Queridas amigas y amigos:

En la fiesta de estos dos apóstoles (muy desconocidos a pesar de la extendida fama que san Judas Tadeo tiene en América como patrono de las causas perdidas) resaltamos tres detalles del evangelio que hoy nos brinda la liturgia: Jesús sube a la montaña a orar (oración), elige a los doce apóstoles de entre sus discípulos (elección) y prosigue después su trabajo misionero (misión).

Jesús fue un hombre de oración. Era a la ver el hombre-para-los-demás y el hombre-para-Dios. Antes de sus acciones más importantes se retiraba a orar largamente. Es una buena costumbre, recomendada por muchos santos y cultivada por muchos cristianos, la de rezar antes de comenzar un trabajo, aunque sea con una breve jaculatoria o con una señal de la cruz. Con ello, se expresa la confianza en la protección de Dios al iniciar una obra. En efecto, Él bendice y sostiene toda buena obra humana... Pero, ¿cómo saber con seguridad si una obra es realmente buena o no? Es buena si concuerda con su plan de salvación. Pero no es algo que sepamos de antemano. Por eso los santos, al orar largamente antes de iniciar algo importante, buscaban ser iluminados en su decisión.

La elección de los apóstoles es uno de los momentos centrales de la historia. Casi nadie se enteró, pero aquel puñado de hombres normales fue la chispa que más tarde se convirtió en fuego que hizo arder al mundo. Elegir y llamar fue una importante praxis de Jesús. Pero ese servicio es hoy olvidado por muchos. Lo confunden con el proselitismo (propio de fariseos y no de seguidores de Jesús) y, además, resulta frustrante los frecuentes rechazos y resistencias que encuentra. Por esas y otras razones, muchos justifican su inhibición y no llaman a otros a encontrarse con Jesús. Muchos no serán sus discípulos si nadie se atreve humildemente y con mucha valentía a llamarles.

Observemos, finalmente que el ministerio apostólico de Jesús no fue, propiamente hablando, un “trabajo en equipo”: Ni planificaban juntos las acciones, ni acordaban a quiénes preferir ni a dónde ir; ni siquiera se distribuían cargos u oficios, ni votaban las decisiones, ni evaluaban... El ministerio apostólico de Jesús con los suyos era otra cosa. Se trataba de un grupo plural que acompañaba a un Maestro que enseñaba y curaba. Jesús, sólo Él, era el protagonista y agente único. Él mantenía unido al grupo, pero sin “socializar” y “democratizar”. Tal vez haya quien no lo llegue a entender. Pero cuando se olvida que Jesús es el centro, el sólo conseso pastoral o los acuerdos pactados pierden toda su garra. Sin Jesús –Palabra, Eucaristía, Comunidad, Pobres- no hay misión que valga.

Juan Carlos Martos cmf
para Ciudad Redonda - octubre 2015


Buen día, Espíritu Santo!

Padre del Cielo y Señor de la historia,
que edificas y santificas con Tu Divina Presencia,
que arrancas y levantas,
que derribas y construyes con ternura de madre,
con tenacidad de padre;
Al despuntar el sol, Tú Gran Artífice,
Tú Arquitecto Divino,
despierta en mi corazón el deseo de trabajar en la obra de Tus manos!
Derrama Tú Espíritu Santo,
Que no sea un espectador pasivo en la construcción!
Que las capacidades que me diste,
aquellas que tu Amor hizo crecer en mi estén a Tu disposición.
¡Que todo encuentre unidad y se integre porque morada Tuya quisiste hacerme!
Vuelve a derramar de la Fuente de Vida
el Agua Bautismal que regenera;
Abre con el golpe de Tu cayado las aguas del mar que debo enfrentar!
y dame un corazón agradecido,
un corazón manso, un corazón esperanzado.
Amen.


martes, 27 de octubre de 2015

¿Cómo lidiar con los traumas del pasado en el presente?

Los traumas del pasado pueden interferir
directamente en nuestro presente

Cada ser humano es único, con incontables posibilidades de vivenciar las más diversas situaciones. Desde nuestras primeras memorias de la infancia, vamos acumulando las experiencias más marcantes de la vida; generalmente, las que provocan mayor emoción.

Una fiesta de cumpleaños, aquel paseo esperado, un viaje, las caídas en bicicletas, los juegos con los primos, un regalo especial. Son recuerdos dulces que remiten a un tiempo en que la mirada infantil estaba más despierta a los detalles y encantada con lo nuevo, con lo bello.

Cómo lidiar con los traumas del pasado en el presente

Sin embargo, no solo de buenos recuerdos está repleta nuestra memoria. Muchos hablamos sobre eventos traumáticos vividos en diversas fases del desarrollo infantil, pero están también los que ocurrieron durante el crítico paso por la adolescencia y los que enfrentamos en la fase adulta.

Como si fuera hoy
Ese otro lado de la moneda tiende a ser más difícil de elaborar. Causa dolor recordar el sufrimiento de una violencia física o emocional, un abuso sexual, la pérdida de alguien querido, como también los sentimientos de desamparo, soledad y desesperación. Algunos, incluso, afirman recordar con mucha nitidez los detalles del trauma, que podrían relatar todo “como si fuera hoy”. Cuando dicen esa frase, están diciendo la verdad.

Ciertas personas cargan fardos de dolores que terminan pesando más a medida que pasa el tiempo. El recuerdo pasa a ser como una mascota preferida, algo a ser rememorado para no caer en el olvido o para alimentar algún sentimiento de victimización. Otros, por el contrario, intentan olvidar, a toda costa, los eventos traumáticos que aparecen como flashes indeseados en algunos momentos. A veces, colocan un manto por encima del pasado e intentan vivir como si ese dolor no existiera. Es posible, incluso, que algunos busquen refugio en las drogas y en las bebidas, con el deseo de encontrar un consuelo momentáneo.

Suciedades del alma
Primeramente, es importante entrar en contacto con la situación incómoda de forma abierta y transparente. Hablar del tema puede ayudar en la elaboración de lo que sucedió, principalmente si el hecho se dio en la infancia o en la adolescencia. El adulto que eres hoy puede amparar y consolar el niño que fuiste y que no tenía recursos internos para lidiar con esa situación en aquella época. Acoge el dolor, reconoce el sufrimiento y, si viene una emoción, abraza el llanto que podrá lavar la suciedad del alma.

Este puede ser un proceso doloroso y largo. Pero estamos hablando de la calidad de tu vida, de la libertad que mereces experimentar al sacar ese peso de los hombros que hace tus pasos más lentos.

Terrenos oscuros y fríos
Conforme vayas caminando esos terrones oscuros y fríos, podrás lanzar una luz de comprensión, un soplo caliente de perdón que, de a poco, van a traer nuevos significados a tu historia. Si algún paso es muy difícil, ten paciencia contigo mismo, ¡pero no te detengas! Pídele a Dios la gracia necesaria para enfrentar esos dolores, cuenta con la ayuda de otras personas o profesionales que puedan ayudarte en este proceso.

Al final, puede suceder que descubras que el perdón – a otros y a ti- es posible y que te deja libre para vivir sin rencor y sin odio. Tal vez encuentres una fuerza interior que no imaginabas poseer, y una mirada serena puede aparecer en tu rostro, junto con una sonrisa abierta. Valdrá la pena conocer una nueva forma de visitar tu pasado y lidiar con los dolores que parecían eternas.

Milena Carbonari
Psicóloga, Pos-graduada en Educación y Terapia Sexual, misionera de “Jóvenes Sanados” y miembro del Apostolado de la Teología del Cuerpo Brasil
fuente Canción Nueva en español

Comprendiendo la Palabra

«Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto»

     A propósito de eso que dice el Evangelio: «Un hombre toma y siembra en su huerto», ¿quién os parece que es este hombre que sembró el grano que había recibido, un grano de mostaza, en su pequeño huerto? Yo pienso que se trata del hombre de quien dice el Evangelio: «Había un hombre llamado José, miembro del Consejo, natural de Arimatea... Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús y, después de descolgarle, le envolvió en una sábana y le puso en un sepulcro excavado en la roca en el que nadie había sido puesto todavía» (Lc 23,50-53). Esta es la razón por la que la Escritura dice: «Un hombre la tomó y la escondió en su huerto». En el huerto de José se mezclaban los perfumes de diversas flores, pero nadie había sembrado en él semejante grano. El huerto espiritual de su alma estaba perfumado con el perfume de sus virtudes, pero Cristo embalsamado aún no había sido depositado en él. Enterrando en el monumento de su huerto al Salvador, le acogió más profundamente en el hueco de su corazón.

San Máximo de Turín (¿-c. 420), obispo
Sermón 26

RESONAR DE LA PALABRA - 28 OCT 2015

Evangelio según San Lucas 13,18-21. 
Jesús dijo entonces: "¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas". Dijo también: "¿Con qué podré comparar el Reino de Dios? Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa". 
RESONAR DE LA PALABRA
Queridas amigas y amigos:

Jesús explica hoy cómo “funciona” el Reino sirviéndose de dos breves parábolas. Su predicación es kerigma, anuncio de una llegada. No remite al futuro, sino que abre los ojos de sus oyentes para que reconozcan que lo que anuncia, se está haciendo presente. Y se vale aquí de dos comparaciones tomadas de la vida ordinaria: el grano de mostaza y la levadura. Su pedagogía se basa en la sencillez (las entiende cualquiera), la brevedad (no requieren explicaciones), la belleza (gustan por ser agudas) y la evocación (dan que pensar y que hacer). ¿A qué alude Jesús con ellas? Advirtamos, entre otras posibles, estas dos lecciones más inmediatas que se desprenden de ellas:

 El reino de Dios es una realidad que crece. El Reino de los cielos, aun cuando aparezca con aspecto insignificante por ser la más pequeña de las semillas, e incluso despreciable, por dentro contiene una arrolladora vitalidad. Para desplegarla, tiene sin embargo que caer en tierra y allí sufrir un proceso de putrefacción y muerte. Sólo genera vida si muere. Lo que hoy es un minúsculo grano llegará a ser un dia un árbol frondoso. Este árbol no es fuerte porque muchas aves aniden en sus ramas. Es fuerte si tiene raíces profundas y un tronco robusto capaz de canalizar el flujo de vida que le llega y, a la vez, resistir las circunstancias adversas.

El reino de Dios transforma desde dentro. Esta otra imagen de la levadura utilizada por Jesús no es menos sugerente. La levadura, a semejanza de la semilla, es un elemento vivo que se activa cuando se mezcla con la masa. La levadura es la fuerza interior capaz de transformar el mundo y de invertir sus valores. Contemplamos la misteriosa virtualidad que posee la levadura. Su fuerza oculta y silenciosa es, a la vez, activa y contagiosa. Aunque no todo el pan se convierta en levadura, todo él tomará el sabor del fermento.

Ambas parábolas, a pesar de su brevedad, son sumamente provechosas. Nos invitan a dejarnos impulsar por un doble dinamismo: Uno interior, crecer desde la entrega (no desde la vanidad de la apariencia) y otro, exterior y dirigido hacia fuera: transformar el ambiente (irradiar e influir). No son opciones alternativas, desechable la una por la otra. Deben ser simultáneas y responden a dos urgencias de hoy: la formación (no entendida solo como capacitación sino como crecimiento) y la misión (que no se reduce a una transmisión de ideas, sino al contagio de vida).  Recordar estas cosas nos hace bien, porque “repetir es persuadir con más detalle”.

Juan Carlos Martos cmf
publicado por Ciudad Redonda - Octubre 2015

Buen día, Espíritu Santo

Padre Bendito, Padre Santo,
mi vida se abre a Ti en la mañana;
Aquí estoy desplegando ante Ti,
Dios creador, Alfarero mío,
lo que soy en éste presente:
barro que espera ser modelado,
vasija quebrada, cántaro vacío...
Tú has ofrecido lo mejor,
en el principio y en el presente;
y hoy, aquí plantado en mi realidad,
vengo a ofrecerte lo mejor de mi.
Sólo pido Aquello que es promesa:
Tu Espíritu Santo!
Derrama abundantemente Espíritu Santo sobre mi existencia;
Que me abarque, que llene, que penetre.
Que suavice, que me transforme.
Dame el ser artífice y protagonista;
dame el asumir la responsabilidad que me toca;
que no escape a lo que me cabe,
a lo que debo, a lo que me será exigido.
y Bendice cada paso de este día,
cada pensamiento,
cada palabra a ser dicha.
Cada mirada, cada gesto.
Que todo tenga el sello de Tu cercanía,
para que viéndome Te encuentren;
para que viéndome crean, porque si de pie de me encuentran
es sólo por Tu gracia. ¡Amén!



lunes, 26 de octubre de 2015

Somos como los leprosos necesitados de sanación

Traemos tantas heridas que somos como los leprosos que necesitan de sanación.

facilmente_somos_seduzidos_pelo_mal¿Quien nunca oyó hablar de la historia contada en el Evangelio de San Lucas 17, 11-19?
Si nunca oíste hablar te hago un pequeño resumen: eran diez leprosos, Jesús pasó y ellos pidieron misericordia, pues querían quedar curados. El Maestro los sanó y les dijo que fuesen a presentarse al sacerdote. De camino fueron curados. Eran diez, pero solo uno volvió a agradecer.


Mis hermanos, esa historia dice mucho de nosotros.
Cuantas veces Jesús nos curó o curó a alguien que amamos, nos liberó, nos dio un empleo, y nosotros, ni volvimos a la Iglesia para agradecer. Cuántos milagros ya vimos a Dios hacer, y nosotros, ni rezamos un Padrenuestro en alabanza a Él.
Esa historia es la nuestra!
Somos leprosos que necesitamos de sanación, somos agraciados por la bendición, pero nos hacemos los distraídos para alabar a Dios por los favores de Él a nuestro respecto.

Mis hermanos, debemos mirar a aquel que agradeció, que reconoció el señorío de Jesús, que bendice, que creyó, ese sí es fiel. Tenemos que tener un corazón agradecido por lo que Dios hizo con nosotros. Existe una frase que dice: "No lo merezco, pero agradezco", eso somos nosotros. Nosotros no merecíamos la Sangre de Cristo y Él dio hasta su última gota, lo menos que deberíamos hacer es agradecer.

Hoy, haz el ejercicio de recordar las veces que el Señor te socorrió y alaba a Él por eso.
No pidas!, sólo agradece!
Alaba a Dios por todo lo que Él realiza.

Tu hermano,
Wellington Jardim (Eto)
Cofundador de la Comunidad Canção Nova y administrador de FJPII

La ORACIÓN es la LLAVE para la LIBERTAD

La vida cristiana es lucha, pero, la alegría y confianza nunca pueden dejar el ambiente de la comunidad cristiana. El ser alegre y luchador hacen parte del carácter cristiano, sin embargo, interna y externamente, se bloquea la lucha por la santidad.

Nunca dejamos de poner fin a los combates.
En esta lucha diaria, la oración es la llave para la libertad donde todo se conquista como la oración del Salmista: “Nuestra vida se salvó como un pájaro de la trampa del cazador: la trampa se rompió y nosotros escapamos. Nuestra ayuda está en el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra” (Sl 7,8).

Feliz quien hace de su vida una ofrenda de amor. Para que podamos ofrecer nuestra vida por el bien de las personas y por la transparencia del Reino en el mundo, recemos: “¡Ven, Señor Jesús!”

Espíritu Santo, que podamos vivir este día en vigilancia,
combatientes en la oración,
con una vida reconciliada,
siendo consuelo y esperanza para los que más necesitan.

¡Ven, Señor Jesús, adiéstrarnos en la lucha por la paz!

Luzia Santiago
Cofundadora de la Comunidad Canción Nueva
fuente: Portal Canción Nueva en español

Comprendiendo la Palabra

El Sábado llega a ser el primer día de la nueva creación
    La semana se compone, evidentemente, de siete días: de ellos Dios nos ha dado seis para trabajar, uno para orar, descansar y liberarnos de nuestros pecados… Voy a exponerte las razones por las cuales se nos ha transmitido la tradición de guardar el domingo y de abstenernos de trabajar ese día. Cuando el Señor confió el sacramento a los discípulos, “Tomó el pan, pronunció la bendición, lo rompió y lo dio a sus discípulos, diciendo: ‘Tomad, comed: esto es mi cuerpo roto por vosotros para remisión de los pecados’. De la misma manera  les dio la copa diciendo: ‘Bebed todos de él: esto es mi sangre, la sangre de la Nueva Alianza, derramada por vosotros y por la multitud en remisión de los pecados. Haced esto en memoria mía`” (Mt 26,26s; 1C 11,24).
    El día santo del domingo es, pues, aquel en el que se hace memoria del Señor. Por eso se le llama “el día del Señor”. Y es como el señor de los días. En efecto, antes de la Pasión del Señor no se le llamó “día del Señor” sino “primer día”. En este día, el Señor estableció el fundamento de la resurrección, es decir, que inició la creación; en este día dió al mundo las primicias de la resurrección; en este día, como lo hemos dicho, ordenó celebrar los santos misterios. Este día, pues, para nosotros ha sido el comienzo de toda gracia: comienzo de la creación del mundo, comienzo de la resurrección, comienzo de la semana. Este día, que en sí encierra tres comienzos, prefigura la primacía de la santa Trinidad.
Homilía atribuida a Eusebio de Alejandría (finales del siglo V) 
Sermón sobre el domingo, 16, 1-2; PG 86, 416-421

RESONAR DE LA PALABRA - 26 OCT 2015

Evangelio según San Lucas 13,10-17. 
Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga. Había allí una mujer poseída de un espíritu, que la tenía enferma desde hacía dieciocho años. Estaba completamente encorvada y no podía enderezarse de ninguna manera. Jesús, al verla, la llamó y le dijo: "Mujer, estás curada de tu enfermedad", y le impuso las manos. Ella se enderezó en seguida y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la multitud: "Los días de trabajo son seis; vengan durante esos días para hacerse curar, y no el sábado". El Señor le respondió: "¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no desata del pesebre a su buey o a su asno para llevarlo a beber? Y esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser librada de sus cadenas el día sábado?". Al oír estas palabras, todos sus adversarios se llenaron de confusión, pero la multitud se alegraba de las maravillas que él hacía. 


RESONAR DE LA PALABRA
Queridas amigas y amigos:

En el evangelio de hoy, como en otros pasajes del evangelio, Jesús se presenta en combate contra el mal. Éste toma posesión del ser humano de diversas maneras; en este caso como una enfermedad que lastima a una mujer en su cuerpo y en su alma.

El mal es una como una maligna enfermedad. Jesús se encuentra con una mujer que llevaba encorvada dieciocho años, posiblemente a causa de una escoliosis, enfermedad de la columna vertebral. Además de doloroso, su padecimiento era demasiado prolongado. Tal dolencia le impedía mantenerse erecta, postura propia del ser humano creado, dueño del mundo, a diferencia de los animales. Lo primero que hace Jesús es señalar que, en el origen de esa enfermedad, está el pecado. Por su causa, aquella mujer vivía doblegada. Las fuerzas del mal son “espíritu de esclavitud” (Rom 8,15) que aplastan. El Señor la sana y le impone las manos. Y aquella mujer bendice y alaba a su salvador. La curación le hace saltar de la esclavitud a la alabanza.

El mal es como una mentalidad torcida. Pero el mal impregna también otros territorios más hondos del ser humano como era la mentalidad legalista y absurda del jefe de la sinagoga. Este personaje echa en cara a la gente –no a Jesús- una violación de la Ley, por transgredir el sábado. Por el contrario, no otorga valor alguno al irrebatible milagro que acaba de suceder ante sus propias narices. A esa retorcida mentalidad Jesús la llama “hipocresía”, que es una mirada mezquina además de ciega. Usa una doble moral. Confunde, distorsiona y enfrenta. No admira ni alaba, sólo desprecia y acusa. Alega razones tan desafortunadas que reciben la reprobación unánime del auditorio. Con sólo dos preguntas consigue Jesús refutar los fatuos argumentos de este líder de la sinagoga.

Jesús se enfrenta al mal. Y porque no lo soporta, lo combate. Jesús no era un anarquista dispuesto a dinamitar la Ley. Era un hombre libre. No prescindía de la Ley sino que la orientaba hacia su fin verdadero: el bien de la persona. Por eso, hay algo en esta curación que la hace distinta a otros milagros. Normalmente, el que quiere ser curado se acerca hasta Jesús y le pide la sanación. En este caso no. Es Jesús quien abiertamente toma la iniciativa de curarla, de luchar contra el mal que se manifiesta bajo la enfermedad de la mujer y bajo la hipocresía del jefe de la sinagoga. Los sencillos se admiran y se alegran... mientras que los ciegos de corazón quedan abochornados porque son incapaces de abrirse a la verdad. De ahí que las gentes querían a Jesús, pero también le temían: Le querían porque le sabían bueno; le temían porque les desbordaba, porque no repartía monedas como un ricachón, sino que a cambio pedía, nada menos, que un cambio de vida.

Juan Carlos Martos cmf
para Ciudad Redonda - Octubre 2015

Buen día, Espíritu Santo!

Padre y Señor de nuestras vidas,
así como la luz ha venido a salvar la vida de la oscuridad,
así Tu gracia llegue a nosotros.
Que nada nos quite la paz,
que nada me robe la esperanza,
Que al comenzar la semana nuevas fuerzas nos sean otorgadas!
Derrama Padre, en el Nombre de Tu Hijo, Jesús,
Tu Espíritu Santo!
Lo necesitamos, sin Él estamos perdidos;
Lo anhelamos, sin Él hay en nosotros vacío;
Lo esperamos, porque hay sed de eternidad en nosotros.
Derrama Sus dones sobre nuestras vidas!
Infúndenos Sabiduría y entendimiento;
Fortaleza y Santo Temor.
Porque el caminar se nos ha hecho pesado, Padre;
porque el decidir sin Su auxilio es sólo confusión;
porque la acción sin Su sustento es solo inercia sin vida.
Devuélvenos lo que hemos perdido en el camino de la desobediencia;
Rescata lo que está perdido;
levanta lo que está caído;
Sana lo que permanece herido,
y habla! Porque creadora es Tu Palabra,
porque eres Santo, el Siempre Santo;
porque eres Digno de Alabanza,
Porque eres Padre y en Ti, sólo en Tí,
descansa mi alma.
Amén!