miércoles, 31 de agosto de 2016

Pasar haciendo el Bien

Lc. 4, 38-44.

También nosotros debemos encontrarnos con Cristo, para que remedie nuestros males no sólo físicos sino también interiores. Pero no sólo hemos de buscar al Señor para recibir de Él sus dones, sino especialmente para ponernos al servicio de los demás, libres de todo aquello que pudiera torcer nuestras intenciones de servicio, que ha de nacer del amor fraterno y gratuito que hemos de tener a todos; libres de todo aquello que pudiera generar divisiones entre nosotros. No perdamos la conciencia de que la Iglesia ha sido instituida para evangelizar a todas las naciones. No hagamos de la Iglesia una iglesia de grupos o de élites. Trabajemos para que el Evangelio se encarne en el corazón de todas las personas, de tal forma que, libres de todo aquello que les oprime, puedan convertirse en un signo claro y creíble del Evangelio mediante sus palabras, sus obras y su vida misma.

El Señor nos ha reunido en esta Celebración Litúrgica para que seamos testigos cualificados del amor que el Padre Dios nos tiene. Él quiere que la Vida que ha sembrado en nosotros no se quede como una semilla estéril al borde del camino. Él espera de nosotros los frutos abundantes del amor, de la paz y de la justicia, que nos hagan convertirnos en continuadores de la Obra de Salvación de Dios en el mundo. En la Eucaristía el Señor nos libra de nuestras diversas esclavitudes; de aquellas cadenas que nos atan al pecado o al egoísmo, y nos pone en camino, camino de servicio en el amor fraterno, buscando hacer el bien a todos a imagen de como Cristo lo ha hecho a favor de nosotros.

La Iglesia, todos los bautizados, no debemos perder la conciencia de que hemos sido enviados a trabajar por el Reino de Dios. Esta Misión la hemos recibido desde el día en que fuimos incorporados a Cristo mediante el Bautismo. Por eso hemos de ser testigos de Cristo y anunciar su Evangelio en los diversos ambientes en que se desarrolle nuestra vida, contribuyendo a ello tanto con nuestras palabras, como con nuestra oración, nuestro sacrificio, nuestras buenas obras, nuestro ejemplo y nuestra vida misma. En el anuncio del Evangelio no podemos despreciar lo que, antes de nosotros, otros hicieron, pues no somos lo que inventan la obra evangelizadora, sino los que continúan la obra de Dios en el mundo. Así, conforme a la medida de la gracia recibida, cada uno debe esforzarse, fortalecido con el Espíritu Santo, en hacer que día a día nos vayamos viendo cada vez más libres de todo aquello que nos impida vernos como hermanos, y trabajar para que el Reino de Dios se inicie ya desde ahora entre nosotros.

Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de saber poner nuestra vida al servicio del Evangelio, tratando, especialmente, de pasar haciendo el bien a todos, conforme al ejemplo que de Cristo hemos recibido. Amén.

Liturgia viva al atardecer


Mensajeros de la Paz

Miércoles 31Con Jesús por la mañana.Si haces el bien, tal vez te acusen de tener motivos egoístas; haz el bien de todos modos. El bien que hagas hoy, quizás sea olvidado mañana; haz del bien de todos modos. Lo que has tardado años en construir, puede ser destruido en una noche; construye de todos modos. Da al mundo lo mejor que tienes. (Madre Teresa) Ofrece el día por las intenciones del Papa y haz que hoy valga estar vivo. ¿Qué vas a ofrecer al mundo hoy? Haz Click, reza y comparte en las redes sociales.

Con Jesús durante el día.
«Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban. Él ponía las manos sobre cada uno y los sanaba.» (Lc 4, 40). Haz un propósito concreto para continuar mejorando tus actitudes y para ser hermano y cercano con los demás.

Con Jesús por la noche.
Califica tu día. ¿Con qué palabra calificarías el día que termina? ¿Qué sucedió en este día para que lo califiques de esa manera? ¿Cómo te sientes en este momento? Agradece el día. La actitud con la que cierres el día de hoy definirá tu mañana. ¿Hay alguien a quién tengas que pedir perdón?


Buen día, Espíritu Santo! 31082016





Meditación: Lucas 4, 38-44


La suegra de San Pedro estaba enferma con fiebre. Todos sabemos lo que es el dolor, el escalofrío y el decaimiento; seguramente sabrás también lo que es el dolor de cabeza o el mareo; lo que es sentirse arder primero y temblar de frío después. Así se sentía la suegra de Pedro (¡y no había aspirina para aliviarse!).

Podemos suponer que la familia del apóstol había recurrido a todos los remedios que pudieran encontrar, pero inútilmente. Habían agotado todos sus recursos. Entonces llegó Jesús y, con una sola palabra, le ordenó que se curara: “Al momento, ella se levantó y comenzó a atenderlos” (Lucas 4, 39).

Ni siquiera esperó; movida por su recuperación y por gratitud se levantó e hizo lo que consideró su deber.

Jesucristo, el Médico por excelencia, nos ha curado a nosotros también; nos ha liberado de las cadenas del pecado y de la separación de Dios; y sigue sanando nuestras dolencias del alma: resentimientos, complejos, temores y malos hábitos. Su muerte en la cruz fue el único remedio para los dos males más grandes: el pecado y la muerte. Sin Cristo, estaríamos tan desvalidos como la suegra de Pedro.

Pero ¿qué hemos de hacer tras una sanación tan maravillosa? ¿Ser más activos, tratar de hacer más cosas? No necesariamente. Lo primero debería ser comprender la salvación recibida, para que ella nos lleve, no sólo a esforzarnos más, sino también a comprometernos incondicionalmente con el plan de Dios para nuestra vida. Durante dos mil años, la muerte y la resurrección de Jesús han transformado espectacularmente la vida de incontables personas. ¿Por qué? Porque ellos lograron comprender que el Hijo de Dios eterno y sin mancha entró en el tiempo y soportó la cruz para que ellos pudieran ser creados de nuevo a imagen y semejanza suya.

La cruz de Cristo tiene un poder extraordinario. ¿Lo sabías? ¿Conoces cuánto te ama? ¿Conoces toda la dimensión del cambio que él puede obrar en ti? Cada día, el Señor quiere abrir tu mente a las Escrituras, liberarte del pecado habitual y enseñarte a amar con la perfección que él ama. Hermano, si miras a Jesús, ¡todo es posible! Ven a contemplarle hoy.
“Jesús, Señor y Salvador mío, vengo a ti para pedirte más de tu amor y más de tu poder. Sáname, Señor, te lo ruego, transfórmame y enséñame. Yo también quiero levantarme de mi postración y servirte.”
1 Corintios 3, 1-9
Salmo 33(32), 12-15. 20-21

Fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

Liturgia Viva al despertar 310816

Jesús ha predicado su mensaje de esperanza junto al lago,  en la ciudad costera de Cafarnaún, y lo ha confirmado liberando a los pobres y enfermos de los poderes del  mal. Y tiene que llevar la misma Buena Noticia a otros lugares. El evangelio de esperanza en un mundo nuevo está destinado para todos. Con la gente curada por Jesús, en esta eucaristía demos gracias al Señor por su Buena Nueva.



LAS MULTITUDES LE BUSCABAN

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Soliloquios, L.1, c1, § 5-6
«Las multitudes le buscaban»

    Desde ahora, Señor, es a ti sólo a quien amo, a ti sólo a quien me uno, a ti sólo a quien busco, a ti sólo a quien estoy dispuesto a servir, porque sólo tú mandas justamente. Deseo someterme a tus órdenes; manda, te lo ruego, manda lo que quieres, pero cúrame, abre mis oídos a fin de que pueda escuchar tus palabras...

    Recíbeme como a un fugitivo, oh Padre amantísimo. He sufrido demasiado tiempo; demasiado tiempo he estado sometido a tus enemigos y al juego de las mentiras. Recíbeme como a un siervo tuyo que quiere alejarse de todas estas cosas vanas... siento que me es necesario volver a ti; llamo, ábreme la puerta, enséñame como se llega hasta ti... Es hacia ti que quiero ir, dame, pues, los medios para llegar hasta ti. ¡Si tú te alejas, perecemos! Pero tú jamás abandonas a nadie, porque eres el soberano bien; todos los que te buscan con rectitud, te encuentran. Eres tú quien nos enseña como buscarte rectamente. Oh Padre mío, haz que te busque, líbrame del error, no permitas que, en mi búsqueda, encuentre a otra cosa que no seas tú. Si no deseo nada más que a ti, haz que sea a ti sólo a quien encuentre, oh Padre mío.


RESONAR DE LA PALABRA 310816

Evangelio según San Lucas 4,38-44. 
Al salir de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y esta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos. Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. De muchos salían demonios, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!". Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías. Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos. Pero él les dijo: "También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado". Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea. 


RESONAR DE LA PALABRA
La paz de Dios:

EN LA SINAGOGA Y EN LA CASA.
Jesús no tiene muy claro, a lo mejor sí y quienes fallamos somos nosotros, la diferencia entre la sinagoga y la casa. Ambos lugares están llenos de la presencia de Dios. Con nuestro lenguaje, hoy diríamos: el templo es tu casa, la casa es tu templo. Cuando uno tiene claro que lo que desea es encontrarse con Dios y transmitirle, los lugares pasan a ocupar en segundo plano. En la iglesia-templo-sinagoga Jesús se encuentra con Dios; en las casas, entre los pucheros, también lo hace. Pienso que muchas veces buscamos a Dios de manera distinta en la capilla que en la sala de estar de nuestra casa. Perdemos en nuestras conversaciones cotidianas el fervor que tenemos en los rezos.

LO GRANDE Y LO PEQUEÑO.
Cura a las multitudes, dice el texto, exagerando un poco. Pero se acerca también a la suegra de Pedro. Lo grande y lo pequeño. Lo global y lo local. Me gusta ese eslogan: piensa globalmente y actúa localmente. Me parece que es lo que hacía Jesús: curaba a las multitudes y se fijaba también en los detalles.

Vale para la reflexión este cuento de P. Coelho en El Alquimista .

VÁMONOS DE AQUÍ.
Jesús se desmarca de quienes quieren reternerle. Su misión es mucho más amplia. Dios es para todos. La tentación que querer acaparar a Dios siempre estará presente. Por eso Jesús se escapa a otras aldeas (no a las grandes urbes, que irá después).

TEXTO DE APOYO
Cierto mercader envió a su hijo con el más sabio de todos los hombres para que aprendiera el Secreto de la Felicidad. El joven anduvo durante cuarenta días por el desierto, hasta que llegó a un hermoso castillo, en lo alto de una montaña. Allí vivía el sabio que buscaba.
Sin embargo, en vez de encontrar a un hombre santo, nuestro héroe entró en una sala y vio una actividad inmensa; mercaderes que entraban y salían, personas conversando en los rincones, una pequeña orquesta que tocaba melodías suaves y una mesa repleta de los más deliciosos manjares de aquella región del mundo. El sabio conversaba con todos, y el joven tuvo que esperar dos horas para que le atendiera.
El sabio escuchó atentamente el motivo de su visita, pero le dijo que en aquel momento no tenía tiempo de explicarle el Secreto de la Felicidad. Le sugirió que diese un paseo por su palacio y volviese dos horas más tarde.
Pero quiero pedirte un favor -añadió el sabio entregándole una cucharilla de té en la que dejó caer dos gotas de aceite-. Mientras camines lleva esta cucharilla y cuida de que el aceite no se derrame.
El joven comenzó a subir y bajar las escalinatas del palacio manteniendo siempre los ojos fijos en la cuchara. Pasadas las dos horas, retornó a la presencia del sabio.
¿Qué tal? -preguntó el sabio-. ¿Viste los tapices de Persia que hay en mi comedor? ¿Viste el jardín que el Maestro de los Jardineros tardó diez años en crear? ¿Reparaste en los bellos pergaminos de mi biblioteca?
El joven, avergonzado, confesó que no había visto nada. Su única preocupación había sido no derramar las gotas de aceite que el Sabio le había confiado.
Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo -dijo el Sabio-. No puedes confiar en un hombre si no conoces su casa.
Ya más tranquilo, el joven cogió nuevamente la cuchara y volvió a pasear por el palacio, esta vez mirando con atención todas las obras de arte que adornaban el techo y las paredes. Vio los jardines, las montañas a su alrededor, la delicadeza de las flores, el esmero con que cada obra de arte estaba colocada en su lugar. De regreso a la presencia del sabio, le relató detalladamente todo lo que había visto.
¿Pero dónde están las dos gotas de aceite que te confié? -preguntó el Sabio.
El joven miró la cuchara y se dio cuenta de que las había derramado.

Pues éste es el único consejo que puedo darte -le dijo el más Sabio de los Sabios-. El secreto de la felicidad está en mirar todas las maravillas del mundo, pero sin olvidarse nunca de las dos gotas de aceite en la cuchara.

Tu hermano y amigo
Óscar Romano

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

martes, 30 de agosto de 2016

Liturgia Viva al atardecer 30082016


EL AMOR ENERGIZA

Santa Rosa de Lima
Martes 30

Con Jesús por la mañana.
En los ambientes en los que se cultiva el amor mutuo las personas no solamente crecen y se desarrollan sanamente, sino que además tienen la oportunidad de expresarse tal cual son. Esto ayuda a despertar la creatividad y potencial personal. En los equipos en los que se cultiva el amor, las personas se desean éxito mutuamente y se ayudan a obtenerlo. Cuando existe amor, los demás son compañeros de viaje. Ofrece tu día por las intenciones del Papa y la misión de la Iglesia. Motiva y ayuda a los que tienes cerca para lograr sus objetivos. ¿Cómo motivas a los demás?   

Con Jesús durante el día.
«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo: lo descubre un hombre, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, vende todas sus posesiones para comprar aquel campo.» (Mt 13, 44). Descubre el talento a los demás y exprésate con libertad y creatividad.

Con Jesús por la noche.
Haz memoria del día. ¿Cómo estuvo tu día? ¿Con qué ánimo despertaste hoy? ¿Sucedió algo que te cambió el ánimo? ¿Cómo te encuentras ahora al terminar el día? ¿Existe alguien a quien pedir perdón?  



Buen día, Espíritu Santo! 300816







Meditación: Lucas 4, 31-37


“Todos admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios.” (Lucas 4, 22)
¿Cuántas charlas, homilías, conferencias o enseñanzas ha oído usted durante su vida? Probablemente más de las que puede contar, y por cierto más de las que puede recordar. Por alguna razón, la mayoría de esas enseñanzas no hicieron una impresión muy profunda. Cualquiera sea la razón, no muy a menudo escuchamos palabras que realmente nos impacten profundamente.

Pero la experiencia que tuvo la gente en el Evangelio de hoy fue diferente. En realidad quedaron asombrados con Jesús porque él les hablaba “con autoridad” (Lucas 4, 31). No fue sólo que él conociera bien las Escrituras ni que fuera un orador de gran elocuencia. Fue porque sus palabras llevaban el poder del Espíritu Santo y resonaban en el corazón de todos.

Eran las palabras de compasión y misericordia de Dios, palabras con poder para sanar y salvar. ¡Incluso eran palabras dotadas del poder de expulsar a los espíritus malignos!

¿No le habría gustado a usted escuchar al Señor cuando predicaba? Bueno, en cierto modo puede hacerlo, cada vez que usted abre y lee la Biblia. El mismo Jesús que se dirigió a aquella muchedumbre le puede hablar a usted hoy en las páginas de la Escritura porque son palabras inspiradas por el propio Espíritu Santo, y conllevan no sólo información acerca del Todopoderoso, sino el mismo aliento de Dios. Y ese aliento nos puede infundir la vida, la sabiduría y el poder divino si recibimos estas palabras en oración y con el corazón abierto.

Si usted desea experimentar el poder de la Palabra de Dios, escúchela en Misa y léala usted mismo. Concéntrese en las palabras del hombre que estaba poseído: “Sé que tú eres el Santo de Dios” (Lucas 4, 34) y deje que esa afirmación le llegue al corazón. Toda la creación y hasta los ángeles caídos reconocen que Jesús es el Santo de Dios. Usted lo reconoce también y él está aquí mismo con usted. Dedique unos momentos a adorarle, no se quede sólo en las palabras, llegue a la presencia de Cristo. Dele gracias y alabanzas por su majestad y déjese transformar por su gracia y su amor.
“Amado Señor, te doy gracias por dejarnos tu Palabra. Permite que ella penetre en la profundidad de mi alma, para que me enseñe, me inspire y dirija mis pasos por el camino de la salvación.”
1 Corintios 2, 10-16
Salmo 145(144), 8-14

fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

Liturgia Viva al despertar 300816

La autoridad de Jesús con frecuencia impresionaba, tanto al pueblo como a sus propios discípulos. Aquí había alguien más grande y poderoso que un simple ser humano. Había autoridad en su enseñanza  --  tenía algo que decir que retaba y confrontaba a los hombres consigo mismos y con Dios. Mostraba autoridad sobre la ley, porque quería recortarla de su parafernalia, demasiado humana y tramposa.  Por su autoridad venció los poderes del mal y del pecado. Sostenía que juzgaba y perdonaba a la gente. Utilizaba su autoridad para el bien de la gente --  ése era un poder de salvación.  
Sin embargo, era un poder humilde y modesto, una autoridad de servicio que traía fe, que daba esperanza, que creaba y expresaba amor. Y cuando llegó el momento oportuno, usó su autoridad para entregar su vida y enseguida recuperarla, para pasarla a sus discípulos, y  entonces partir ya de este mundo.



Buen día, Espíritu Santo! 30082016







LA PERLA DE GRAN VALOR 300816

San Buenaventura (1221-1274), franciscano, doctor de la Iglesia
Vida de San Francisco, Leyenda mayor, c. 7
La perla de gran valor

    Entre los dones espirituales recibidos de la generosidad de Dios, Francisco obtuvo, particularmente, el de enriquecer siempre su tesoro de simplicidad gracias a su gran amor a la pobreza. Viendo que aquella que había sido la compañera habitual del Hijo de Dios había llegado a ser, a partir de entonces, objeto de una animadversión universal, la cogió como esposa y se consagró a ella con un amor eterno. No contentándose con «dejar por ella al padre y a la madre» (Gn 2,24), repartió entre los pobres todo lo que podía tener (Mt 19,21). Nadie ha guardado su dinero tan celosamente como Francisco conservó su pobreza; nunca nadie ha vigilado su tesoro más cuidadosamente como él ésta perla de la que habla el Evangelio.

    Nada le producía una herida mayor que encontrar en sus hermanos alguna cosa que no fuera conforme a la pobreza de los religiosos. Desde el inicio de su vida religiosa hasta su muerte, no tuvo otra riqueza que su túnica, una cuerda como cinturón, unos pantalones; no le hacía falta nada más. A menudo, pensando en la pobreza de Jesucristo y de su Madre, lloraba: «He aquí, decía, el porque la pobreza es la reina de las virtudes; es ella la que ha brillado en el Rey de reyes (1Tm 6,15) y en la Reina, su madre».

    Un día que los hermanos le preguntaron cuál es la virtud que nos hace más amigos de Cristo, abriendo, por así decir, el secreto de su corazón, les respondió: «Saben, hermanos, que la pobreza espiritual es el camino privilegiado para la salvación, porque es la savia de la humildad y la raíz de la perfección; sus frutos son innumerables aunque escondidos. Ella es ese «tesoro escondido en el campo» que, para comprarlo, dice el Evangelio, es preciso venderlo todo y cuyo valor nos debe empujar a despreciar toda otra cosa».

RESONAR DE LA PALABRA 300816

Evangelio según San Mateo 13,44-46. 
Jesús dijo a la multitud: "El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró."


RESONAR DE LA PALABRA
Óscar Romano, cmf

La paz de Dios:
Se cumple lo que acabáis de oír. Decir, decir, es fácil. Lo complicado es el cumplir. Que se cumpla.
Sale de la sinagoga y a ella vuelve. Y aprovecha para enseñar. Va desarrollando las ideas de su discurso programático.
La gente se quedaba sorprendida-admirada porque su hablar era con autoridad.
Pasar de las palabras a los hechos. Si la gente se quedaba admirada-sorprendida con sus palabras, alucinaba con sus hechos. Cerró la boca al espíritu inmundo. Y le mandó salir fuera. Saca lo malo, restituye la dignidad. Eleva al ser humano a la máxima categoría.

¿Y yo? ¿Qué palabras? ¿Qué hechos? ¿Cómo me planteo el día?

EL REBELDE
José María Descalzo

En aquel tiempo (como en todos los tiempos) los elefantes sagrados de los ricos dominaban el mundo, eran, no sólo los más prudentes y elegantes, sino que hasta los más sanos y dignos de estar vivos.

Por eso las azucenas corrían a florecer en sus jardines y el dios de los poderosos (el único que legalmente tenía derecho de existir) estaba inscrito en su partido y se dedicaba a prepararles los más hermosos sillones en el cielo.

Pero entonces vino el REBELDE y dijo:

"Bienaventurados los pobres"

En aquel tiempo (como en todos los tiempos) mandaban los astutos los que fabricaban la mentira con más hermosos colores los que vendían sus patrias a las CIA de Roma, los que desplegaban mejores razones a la hora de sacar la espada.

Pero entonces vino el REBELDE y dijo:

"Bienaventurados los mansos"

En aquel tiempo (como en todos los tiempos) las lágrimas no tenían cotización en los mercados y la alegría era más importante que la verdad y una tripa satisfecha era la misma sustancia del cielo.

Pero entonces vino el REBELDE y dijo:

"Bienaventurados los que lloran"

En aquel tiempo (como en todos los tiempos) la palabra justicia sonaba bien en los discursos, y solo era delito cuando quien la usaba no era el presidente, y los hombres la esperaban como a un antiguo pájaro que dicen que ha existido y que es bueno seguir esperando a condición de que no venga.

Pero entonces vino el REBELDE y dijo:

"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia"

En aquel tiempo (como en todos los tiempos) el corazón era una fruta que seguramente debe servir para algo, amar era un juego que enseñaban a los hombres de niños mas del que luego tenían rigurosa obligación de avergonzarse, porque "la guerra es la guerra" y "los negocios son los negocios".

Pero entonces vino el REBELDE y dijo:

"Bienaventurados los misericordiosos"

En aquel tiempo (como en todos los tiempos) el prestigio de un hombre se media por su capacidad "conquistadora" y el que engañaba a mil valía más que mil, y el dinero valía tanto como el número de trampas para lograrlo.

Pero entonces vino el REBELDE y dijo:

"Bienaventurados los limpios de corazón"

En aquel tiempo (como en todos los tiempos) un hombre subido en un fusil era lo que se dice todo un hombre, y los espadachines contaban con armas de primera y tenían más derechos a las flores, y hasta podían tener más hijos y tenían razón en todo.

Pero entonces vino el REBELDE y dijo:

"Bienaventurados los pacíficos"

En aquel tiempo (como en todos los tiempos) el orden era la ley suprema y había que seguir protegiendo la felicidad de los que ya eran felices, porque los otros eran feos (y seguramente malos) y tenían obligación de elegir entre la cárcel de la miseria y la otra.

Pero entonces vino el REBELDE y dijo:

"Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia"

Y cuando el REBELDE terminó de hablar se hizo un minuto (solo un minuto) de silencio y los ricos, los astutos, los satisfechos, los demagogos, los odiadores, los sucios, los violentos y los custodios del orden se dispusieron a echar azúcar en las palabras del REBELDE, mientras los pobres, los mansos, los que lloran, los hambrientos, los misericordiosos, los limpios, los pacíficos y los perseguidos pensaron que a lo mejor, el REBELDE estaba LOCO.

Tu hermano y amigo
Óscar Romano
Fuente del comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 29 de agosto de 2016

EL AMOR NOS MEJORA

Lunes 29
Con Jesús por la mañana.
¿Cómo hace el amor para mejorar al ser humano? En su modo de proceder no rechaza a nadie. Recibe a quienes otros descartan, rechazan o pasan por alto. Desarrolla el talento y cuida el valor de cada persona. Sin amor en el corazón el ser humano no conocerá el fin para el que es creado. Ofrece el día que comienza por las intenciones del Papa. ¿Tratas a las personas como objetos que luego descartas? Haz Click y reza junto a miles de personas.   

Con Jesús durante el día.
«Herodías le tenía rencor y quería darle muerte.» (Mc 6, 27). Presta atención a tu entorno y acércate a las personas que se sienten solas y desamparadas.

Con Jesús por la noche.
Agradece el día.  Da gracias por los pequeños y grandes momentos que te llenaron de alegría y felicidad. Ahora pregúntate, ¿Cuál fue el momento del día en el que te sentiste pleno? ¿Cuál fue el momento en el que no te sentiste libre? ¿Te dejaste llevar por tus propios miedos, resentimientos, ansiedad, o pensamientos de desesperación? 



EL AMOR NOS MEJORA

Lunes 29
Con Jesús por la mañana.
¿Cómo hace el amor para mejorar al ser humano? En su modo de proceder no rechaza a nadie. Recibe a quienes otros descartan, rechazan o pasan por alto. Desarrolla el talento y cuida el valor de cada persona. Sin amor en el corazón el ser humano no conocerá el fin para el que es creado. Ofrece el día que comienza por las intenciones del Papa. ¿Tratas a las personas como objetos que luego descartas? Haz Click y reza junto a miles de personas.   

Con Jesús durante el día.
«Herodías le tenía rencor y quería darle muerte.» (Mc 6, 27). Presta atención a tu entorno y acércate a las personas que se sienten solas y desamparadas.

Con Jesús por la noche.
Agradece el día.  Da gracias por los pequeños y grandes momentos que te llenaron de alegría y felicidad. Ahora pregúntate, ¿Cuál fue el momento del día en el que te sentiste pleno? ¿Cuál fue el momento en el que no te sentiste libre? ¿Te dejaste llevar por tus propios miedos, resentimientos, ansiedad, o pensamientos de desesperación? 



Meditación: Marcos 6, 17-29

La luz alumbra, permite ver y da un sentido de orientación y seguridad. La oscuridad engendra incertidumbre, ignorancia, frío y confusión, por eso hay muchos delitos y pecados que se cometen en la oscuridad. En cambio, el sol del amanecer puede aliviar hasta al corazón más atribulado. Las tinieblas y la luz no pueden coexistir; la oscuridad odia la luz y cuando llega la luz, las tinieblas no pueden resistirla y desaparecen.
Muchos cristianos recuerdan hoy la muerte de San Juan Bautista, hecho que contrasta la oscuridad con la luz. Juan fue una luz para el mundo, “una lámpara que ardía y brillaba” (Juan 5, 35), y muchos se sintieron atraídos por él, como más tarde se deslumbrarían con Jesús.
Pero había algunos que le temían a Juan, porque no querían que sus malas acciones salieran a la luz. Éstos no querían entrar en la luz de Juan; aunque se sintieran atraídos, se retiraban por temor. Por ejemplo, Herodes escuchaba a Juan con interés (Marcos 6, 20) pese a que el Bautista le echaba en cara su pecado de adulterio. Sin embargo, Herodes no dejó que la luz entrara en su vida y mantuvo su relación ilícita con Herodías. El remordimiento le hacía temer a Juan, pero más pudo el deseo de resguardar su imagen ante sus amigos. Finalmente, Herodes se hundió por completo en las tinieblas del pecado cuando mandó decapitar a Juan.
Por la fe y el Bautismo en Jesús, los cristianos tenemos la luz de Cristo en nuestro ser. Si dejamos brillar esa luz, otros la verán y se sentirán atraídos, como lo dijo el Señor: “Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero para que alumbre a todos los de la casa” (Mateo 5, 14-15).
Algunos seguramente escucharán la verdad con escepticismo o temor y no aceptarán al Señor; pero otros se interesarán y aceptarán a Cristo, se llenarán de la luz de Cristo y él les colmará de gozo, paz, seguridad y sabiduría, y podrán desechar el miedo y el sentido de culpa.
“Amado Jesús, tú eres la luz del mundo. Proyecta tu luz, Señor, y alumbra mi oscuridad para que yo siga tus pasos y aprenda a vivir de un modo digno de un discípulo tuyo.”
1 Corintios 2, 1-5
Salmo 119(118), 97-102
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

Buen día, Espíritu Santo! 290816







Liturgia Viva al despertar 290816

La autoridad de Jesús con frecuencia impresionaba, tanto al pueblo como a sus propios discípulos. Aquí había alguien más grande y poderoso que un simple ser humano. Había autoridad en su enseñanza  --  tenía algo que decir que retaba y confrontaba a los hombres consigo mismos y con Dios. Mostraba autoridad sobre la ley, porque quería recortarla de su parafernalia, demasiado humana y tramposa.  Por su autoridad venció los poderes del mal y del pecado. Sostenía que juzgaba y perdonaba a la gente. Utilizaba su autoridad para el bien de la gente --  ése era un poder de salvación.  
Sin embargo, era un poder humilde y modesto, una autoridad de servicio que traía fe, que daba esperanza, que creaba y expresaba amor. Y cuando llegó el momento oportuno, usó su autoridad para entregar su vida y enseguida recuperarla, para pasarla a sus discípulos, y  entonces partir ya de este mundo.



COMPRENDIENDO LA PALABRA 290816

San Máximo de Turín (¿-c. 420), obispo
Sermón, 36
“A ti niño, te llamarán profeta del Altísimo” (Lc 1,76)

        Entre los títulos de gloria del santo y bienaventurado Juan Bautista, celebramos hoy su fiesta, no sé a cuál de ellas darle preferencia: ¿a su nacimiento milagroso o a su muerte más milagrosa todavía? Su nacimiento aportó una profecía (Lc 1,67s), su muerte la verdad; Su nacimiento anunció la llegada del Salvador, su muerte condenó el incesto de Herodes. Este hombre santo... mereció a los ojos de Dios, no desaparecer de la misma manera que otros hombres de este mundo: dejó este cuerpo recibido del Señor, confesándolo. Juan cumplió en todo la voluntad de Dios, ya que su vida y su muerte corresponden a sus designios...

        Todavía está en el vientre de su madre cuando ya celebra la llegada del Señor, por sus movimientos de alegría, ya que no podía hacerlo con su voz. Isabel le dice a María: “En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre" (Lc 1,44). Juan exulta pues, antes de nacer, y antes de que sus ojos no reconozcan al que se presenta al mundo, su espíritu reconoce al que es el Maestro. Pienso que este es el sentido de la frase del profeta: "Antes de formarte en el vientre materno, te conocí; antes de que salieras del seno materno, te consagré" (Jr 1,5). No nos asombremos pues, si encerrado en la prisión por mandato de  Herodes, continuó predicando a Cristo a través de sus discípulos (Mt 11,2), ya que, encerrado en el seno de su madre, ya anunciaba, por sus estremecimientos la llegada del Señor.

RESONAR DE LA PALABRA 290816

Evangelio según San Marcos 6,17-29. 
Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano". Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto. Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras y te lo daré". Y le aseguró bajo juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino". Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?". "La cabeza de Juan el Bautista", respondió esta. La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista". El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre. Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron. 


RESONAR DE LA PALABRA
Óscar Romano, cmf

A la paz de Dios:

Martirio de san Juan Bautista. La Iglesia nos invita en este día a este recuerdo.
De Juan Bautista recordamos su nacimiento a la vida, y el nacimiento a la vida eterna por su fidelidad y por su martirio.
Iniciamos este día la lectura semicontinua del evangelio de Lucas en los días de feria. Dejamos atrás el evangelio de la infancia. Encontramos a Jesús ya crecido, puesto en pie. Cautivado ante el arresto (y los arrestos) de Juan Bautista. Al caer el Bautista Jesús se pone en pie.
Por eso rescato esa carta con despedida de José Luis Cortés.

Querida Mamá:
Cuando te despiertes yo ya me habré ido. He querido ahorrarte despedidas. Ya has sufrido bastante y lo que sufrirás, María.
Ahora es de noche. Mientras te escribo el gato me mira como diciendo: "¿Es que no va poder uno dormir en esta casa nunca?".
Quiero decirte por qué me voy; por qué te dejo, por qué no me quedo en el taller haciendo marcos para las puertas y enderezando sillas el resto de mi vida.
Durante treinta años he observado a la gente de nuestro pueblo y he intentado comprender para qué vivían, para qué se levantaban cada mañana y con qué esperanza se dormían todas las noches.
· Juan, el de las gaseosas, y con él la mitad de Nazaret, sueñan con hacerse ricos y creen de verdad que cuanto más cosas tengan más completos van a ser.
· El alcalde y los otros ponen el sentido de sus vidas en conseguir más poder, ser obedecidos por más gente, tener capacidad para disponer del futuro de los otros hombres.
· El rabino y sus beatas se han rendido ya del todo ante lo que signifique esforzarse por crecer y se disculpan haciéndolo pasar por voluntad de Dios.
El resultado es que
· la mayoría de los días son grises,
· las soledades demasiado grandes para ser soportadas por hombres normales,
· la amargura habitual de casa,
· las alegrías escasas y poco alegres.
A veces Madre, cuando llegaba el cartero y sonaba la trompetilla en la plaza del pueblo, cuando la gente acudía corriendo alrededor, yo me fijaba en esas caras que esperaban ansiosamente, delirantemente, de cualquier parte y con cualquier remitente, una Buena Noticia: ¡Hubieran dado la mitad de sus vidas porque alguien les hubiera abierto, desde fuera, un boquete en el cascarón!
Me venían ganas de ponerme en medio y gritarles: "¡La Noticia Buena ya ha llegado! ¡El Reino de Dios está dentro de vosotros! ¿Por qué os repetís que estáis cojos si resulta que Dios os ha dado piernas de gacela?”
Yo me siento prendido por la plenitud de la vida, María. Yo me descubro encendido en un fuego que me lleva y me hace contarles a los hombres noticias simples y hermosas que ningún periódico dice nunca.
Y quisiera quemar al mundo con esta llama: que en todos los rincones hubiera vida, pero vida en abundancia.
Ya sé que soy un carpintero sin bachillerato y que apenas he cumplido la edad de poder abrir los labios en público. No me importa esperar más, pensarlo más, ser más maduro, "hacer mi síntesis teológica"... pero esta tarde me he enterado de que han detenido a Juan, que bautizaba en el río.
· ¿Quién alentará ahora la chispita de esperanza que aún humea en el corazón de los pobres?
· ¿Quién gritará lo que Dios quiere en medio de tantos gritos que no quieren a Dios?
· ¿Quién jurará a los sencillos y a los cansados que tienen derecho a vivir porque son queridos desde el principio del universo?
Hay demasiada infelicidad, Mamá, como para que yo me contente con fabricar hamacas para unos pocos... Demasiados ciegos, demasiados pobres, demasiada gente para quien el mundo es la blasfemia de Dios. No se puede creer en Dios en un mundo donde los hombres mueren y no son felices... a menos que se esté del lado de los que dan la vida para que todo eso no siga sucediendo: para que el mundo sea como Dios lo pensó.
Si te he de decir la verdad, no tengo nada claro qué es lo que voy a hacer. Sé por donde empezar, no sé dónde terminaremos. Por lo pronto me voy a Cafarnaúm, a la orilla del lago, donde hay más gente y lo que pase tendrá más resonancia.
Está amaneciendo. Te escribiré, te vendré a ver de vez en cuando. Las vecinas, el gato, las estrellas del cielo y Dios nuestro Señor te harán compañía en esa ola inmensa de convivencia fraterna con la naturaleza que los hombres no son capaces de descubrir.
Y cuando hagamos ese pequeño grupo de gente que viva como estamos hechos para hacerlo, podrás venirte con nosotros, llena de gracia, llena de flores, llena de ritmo, bendita entre todas las niñas de Israel que me diste en fruto a mí, tu
Jesús

El Espíritu está sobre mí. Me ha enviado a dar buenas noticias. A ser ¡Buena Noticia!
Tu hermano y amigo
Óscar Romano

Fuente del Comentario Ciudad Redonda

domingo, 28 de agosto de 2016

Liturgia viva al atardecer 28082016


AFRONTAR LOS FRACASOS

Domingo 28

Con Jesús por la mañana. En el deporte como en la vida no estamos exentos de fracasos. A veces no alcanzamos los objetivos propuestos, las luchas no son suficientes, las motivaciones se acaban y llegamos a sentirnos derrotados. No olvides que el fracaso es parte de la vida. Aprender a superarlos es parte del entrenamiento para aprender a vivir con plenitud. Los fracasos templan el espíritu y desarrollan la capacidad creativa. Quien no aprende a superar sus fracasos no tiene espíritu para saborear los éxitos. Ofrece tu día por las intenciones del Papa y la misión de la Iglesia. No dramatices tus fracasos, más bien pregúntate, ¿Qué debes aprender?  

Con Jesús durante el día. «Porque quien se engrandece será humillado, y quien se humilla será engrandecido». (Mt 14, 11) Recuerda: A veces para que algo empiece a mejorar primero tiene que empeorar. No cargues con la culpa del fracaso, explora nuevas posibilidades.

Con Jesús por la noche. Repasa tu fin de semana. ¿Qué fue lo más significativo de estos días? ¿Qué cosa te dejó el corazón encendido de felicidad? ¿Qué hubieras deseado que no ocurriera? ¿Alguien necesita que le pidas perdón?  


Meditación: Lucas 14, 1. 7-14

Hay una actitud que la sociedad por lo general no promueve: la humildad. Esto se debe en gran medida a que el mundo no comprende lo que es la humildad. Ante todo, la humildad entraña fe y confianza en Dios, de la misma manera que lo opuesto, la arrogancia, es esencialmente gloriarse de sí mismo y menospreciar a Dios. Una persona humilde cree que Dios es bueno y encuentra la fortaleza necesaria para perseverar en medio de fuertes tentaciones y terribles pruebas; en cambio, el arrogante se distancia de Dios y se encierra en su propia burbuja egocéntrica incapaz de resistir las dificultades ni comprender el significado del sufrimiento.
La esencia de la humildad radica en saber que somos beneficiarios de la generosa e inmerecida misericordia de Dios. Cuando conocemos el amor generoso y compasivo de Jesús, nos damos cuenta de que, en realidad, somos mendigos y no diferentes de aquellas personas que para el mundo son insignificantes; nos damos cuenta de que todos somos hermanos y que estamos llamados a ser solidarios también con los que ocupan “el último lugar” y compartir con ellos el amor que hemos recibido.
Jesús es el ejemplo perfecto de humildad. Fue tan humilde que se hizo llamar hermano nuestro y se identificó con la condición pecadora y la debilidad del género humano, hasta hacerse hombre como nosotros, con el fin de salvarnos. De la misma forma, Jesús nos pide que tengamos la humildad necesaria para aceptar como hermanos a los necesitados y atender a sus necesidades. Jesús siempre vela por nuestros intereses, y nos pide que hagamos lo mismo por el prójimo (Filipenses 2, 4).
En la Misa de hoy, pídele al Señor que te muestre el precio que él pagó para librarte del pecado y deja que su amor te mueva a compartir ese amor con cuantos te rodean. Que todos nos comprometamos a ayudar a nuestros hermanos, para que juntos glorifiquemos a Jesús, ¡nuestro humilde Redentor!
“Señor, enséñame a confiar hoy en tu voluntad y ayúdame a amar y cuidar a quienes tú pongas en mi camino.”
Eclesiástico 3, 19-21.30-31
Salmo 68(67), 4-7. 10-11
Hebreos 12, 18-19. 22-24
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros.

Buen día, Espíritu Santo! 280816

¡Buen día, Espíritu Santo!
Alegría es lo que tiene mi corazón al despertarse,
alegría que sembró tu Presencia velando en mi,

orando por mi;
Y si encuentro esperanza en mi, es por Ti.
Y si mi andar comienza sereno, es por Ti.

¡Sólo y únicamente por Tí!

Que nada silencie mi clamor:

¡Ven a sostener en el día Tu obra!

Mira, Tú conoces éste paño,
sabes mis límites,

conoces el entretejido de mi existencia, por eso, ¡Ven!
Encamina todo lo que, fruto de malas decisiones, dio errado.


¡Ven a iluminar mi entendimiento!
Que mis decisiones nazcan guiadas por Tu Gracia y,
al terminar el día, contemple en alegría
Tu Paso Victorioso por mi.



Liturgia viva al despertar 28062016

¿Cómo miramos a otros, y a nosotros mismos, en relación a ellos? ¿Despreciamos a otros, al menos a alguien, y nos consideramos más importantes, como personas dignas de consideración y de honores? 
El mensaje de hoy es claro: En el Reino hay un buen lugar para todos y para cada uno. Si hubiera de haber alguna preferencia, habría de ser para los pobres, los discapacitados, los humildes, ya que Dios les otorga el primer lugar, y son los favoritos de Jesús. El mismo Jesús nos pregunta aquí y ahora: ¿Qué lugar eligen ustedes y qué lugar ceden a los demás?


COMPRENDIENDO LA PALABRA 280816

San Gregorio Nacianceno (330-390), obispo y doctor de la Iglesia
Del amor a los pobres, 8, 14; PG 35, 867, 875
«Cuando hagas un festín, invita a los pobres»

    Debemos vigilar la salud de nuestro prójimo con el mismo cuidado que tenemos con la nuestra, tanto si está sano como si está consumido por la enfermedad. Porque «somos un solo cuerpo en Cristo» (Rm 12,5), ricos o pobres, esclavos u hombres libres, sanos o enfermos. Para todos no hay más que una sola cabeza, principio de todo –Cristo (Col 1,18); igual que los miembros del cuerpo son unos para los otros, eso mismo es cada uno de nosotros por cada uno de sus hermanos. Es necesario, pues, no desatender ni abandonar aquellos que, antes que nosotros, han caído en un estado de debilidad que nos acecha a todos. Más que regocijarnos por nuestra buena salud, es mejor que compartamos los males de nuestros pobres hermanos... Igual que nosotros, ellos son imagen de Dios, y, a pesar de su aparente degradación, han sido más fieles que nosotros a conservar esta imagen.  En ellos, el hombre interior se ha revestido del mismo Cristo y han recibido las mismas «arras del Espíritu» (2Co 5,5); tienen las mismas leyes, los mismos mandamientos, las mismas alianzas, las mismas asambleas , los mismos misterios, la misma esperanza. Cristo que «quita el pecado del mundo» (Jn 1,29) ha muerto también por ellos. Tienen parte en la herencia de la vida celestial, ellos que han sido privados de muchos de los bienes de acá. Son los compañeros de los sufrimientos de Cristo y lo serán también de su gloria.


RESONAR DE LA PALABRA 280816

Evangelio según San Lucas 14,1.7-14. 
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: "Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: 'Déjale el sitio', y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: 'Amigo, acércate más', y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado". Después dijo al que lo había invitado: "Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!". 

RESONAR DE LA PALABRA
Julio César Rioja, cmf
Queridos hermanos:
Es sábado, Jesús es invitado a comer a casa de uno de los principales fariseos, la comida en aquella cultura, tenía una importancia que hoy se ha perdido. Desde aquí se comprende la relevancia que tienen en el Evangelio las comidas de Jesús con toda clase de personas, eren un motivo de amistad, de integración, en muchas ocasiones el Reino es significado como un banquete. En esta ocasión, los invitados debían ser distinguidos y sobre todo: “ellos le estaban espiando”. Puede que se hayan equivocado, e invitado a un desclasado o es curiosidad para ver su comportamiento.
Van dados: “Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola”. Es lo normal, en la mesa principal deben estar los que tienen mayor categoría, hay que mantener el rango, reconocer a la elite y saber quiénes son los importantes. Se han de aceptar las diferencias de clases y los títulos de superior…, muchas de estas cosas también ocurren en la Iglesia, algunos no se han enterado que en la ultima cena, lo que regalo Jesús a los que quisieran ser importantes, son una jofaina y una toalla para lavar los pies a todos los comensales.
Hay que cambiar el orden, se rechaza una sociedad que crea primeros y últimos: “Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”. La humildad como nos dice la primera lectura del Eclesiástico es la virtud de los hombres de Dios. Cuantas ansias de subir en el escalafón mostrando una falsa humildad, cuantas ganas de ser los primeros aunque tengamos que pisar por el camino, la historia la escriben siempre los ganadores. Lo que pretende Jesús es imposible, acabar con una sociedad desigual, siempre existirán selectos y plebeyos, ricos y pobres.
Será preciso saber a quién invitamos a comer: “Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; porque corresponderán invitándote y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos”, estos son los elegidos para el Reino. En nuestras mesas, entre nuestros amigos, con cuantas manos podemos contar a los más necesitados. Es todo un reto.
Jesús propugna una relación de reciprocidad basada en la gratuidad y la generosidad; una solidaridad que no puede quedar limitada sólo al grupo, sino que se debe extender a todos. Con su estilo de vida, aspira y propugna una sociedad radicalmente diferente. En esta línea esta todo el Evangelio de Lucas, cuando hace decir a María en el Magníficat: que Dios derribará del trono a los poderosos y exaltará a los humildes, a los hambrientos los colmará de bienes y a los ricos los despedirá vacios. Cuando en las bienaventuranzas declara dichosos a los pobres y lanza sus ¡ahí! contra los ricos.
El orgullo, la autosuficiencia, el afán de poder y de ocupar los primeros puestos, es una moneda de las más apreciadas por el mundo. Pero, no es la manera para entrar en el Reino de Dios. El humilde alcanza el aprecio de los demás y el favor de Dios. Dios abre las puertas de la ciudad futura a los humildes y pobres y Jesús quiere una comunidad distinta de hermanos, sentados a la misma mesa. Lo demás suelen ser justificaciones, prejuicios y engaños, que pretenden mantener el orden establecido y acallar la novedad de las palabras del Maestro.
Es domingo, miremos a la asamblea, estamos todos, o faltan a nuestro lado algunos de los mentados en el texto, traigámosles aunque sólo sea en nuestras peticiones.
Comentario publicado por Ciudad Redonda