Es mejor evitar decirle todo o establecer un límite en lo que respecta a la información que le debemos ofrecer, que inventar aberraciones que luego nos provocarán más problemas a nosotros, e intrigas al pequeño.
Los padres y los maestros no deben mentirles a los niños en las situaciones importantes de la vida. Cualquier mentira, cualquier engaño, simulación o disimulación, queda registrada en el niño inmediatamente, confundiéndolo, escandalizándolo y haciéndole llenarse de sospechas.
Si hay algo que no se le puede decir al niño, es mejor evitarlo o establecer un límite en lo que respecta a la información que le debemos ofrecer, que inventar aberraciones que luego nos provocarán más problemas a nosotros, e intrigas al pequeño.
Y no es bueno decirle frases como: “Es demasiado pronto para hablarte de ese tipo de cosas” o “De todas formas, no lo entenderías”; semejantes respuestas no hacen sino encender la curiosidad y el amor propio del niño. Es mejor decirle: “No tengo permitido decírtelo. Cada persona debe saber guardar determinados secretos, y no es correcto revelar los que te han confiado los demás”.
(Traducido de: Viaţa de familie, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, Bucureşti, 2009, pp. 38-39) - Fuente: Doxología
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