sábado, 30 de septiembre de 2017

Buenas noches, Espíritu Santo!

Buenas noches, Espíritu Santo!
Que bueno es cantar una canto de alabanza 
movido por Tu gracia.
Que bueno es proclamar al atardecer la presencia viva
de Tu Amor que no pasa.
Gracias por hacerte cercano en este día.
Por tocar cada una de las células de mi ser.
Llenaste las tormentas de mi vida con Tu Paz.
Amansaste los torbellinos de mis pensamientos;
Sostuviste cada uno de mis pasos;
Me alentaste en cada uno de mis emprendimientos;
Me diste nueva luz para mirar los problemas desde la perspectiva del Amor;
Me dijiste en el silencio que el camino estaba hecho de reconciliación;
Por eso, al tocar el sol el horizonte;
al alzarse la noche sobre la vida te digo: ¡Gracias!
Tú eres mi Eternamente Fiel Amigo.
Tú eres lo más íntimo que descubro dentro de mi,
eres mi felicidad.


Una sola cosa


Los TRES FILTROS

"Cuentan que una persona le preguntó a Sócrates:
—¿Sabes lo que me ha dicho tu amigo de ti?
—Espera, —interrumpió el sabio.— pasa primero lo que me quieres decir por tres filtros.
— ¿Tres filtros?
— Así es: antes de decir cualquier cosa es necesario pasar eso por tres filtros. Primero por el filtro de la verdad. ¿Estás seguro que eso es verdad?
— No, sólo lo escuché.

— Es decir, que no sabes si es verdad o no. Pasémoslo por el segundo filtro; el filtro de la bondad. ¿Me quieres decir algo bueno de mi amigo?
— No, todo lo contrario.

— Entonces,
—continuó Sócrates,— me quieres decir algo malo pero ni siquiera estás seguro de si es verdad o no. Probemos el tercer filtro, el de la utilidad. ¿Me es necesario escuchar lo que me quieres contar?
— No, no tienes necesidad de hacerlo.
— Bueno,
— concluyó Sócrates, — si en lo que me quieres contar no hay verdad, ni bondad ni utilidad ¿para qué decirlo entonces?"


La vida secreta de los "Likes" (Me Gusta)









"Cuando yo conocí a M, hace treinta y un años, ni por asomo podía uno imaginarse algo parecido a Facebook, donde es tan fácil compartir un “Me gusta”. La gente hacía vida social, desde luego, pero todo era como que más íntimo. Y decirle a alguien que nos gustaba podía llevar meses. Yo estuve dando vuelta como un año y medio para soltárselo a M. Si hubiese existido Facebook tal vez todo habría sido bien rápido, pero, admitámoslo, quizás la relación no hubiese durado más de un mes.

El problema de los Likes (Me Gusta) que compartimos en Facebook es que casi siempre están escribiendo con tinta invisible una historia secreta muchas veces efímera. No estoy hablando únicamente de cuestiones sentimentales. En lo político, por ejemplo, ocurre lo mismo. Como en la vida real, la gente se va agrupando en la red de acuerdo a sus intereses bien personales, que suelen ser oscilantes. Y como apuntaba Tocqueville, no son las ideas, sino los intereses, los que dividen a los humanos. Así que un Like que no se da puede ser una rotunda declaración de principios, pero incluso, cuando se da, uno podría preguntarse contra quién es que se está expresando ese “Me gusta”.

El uso y consumo excesivo de los Likes podría desembocar fácilmente en una Likepatía (Megustamania). Hay gente que ya comienza a medirse y medir a los demás de acuerdo de acuerdo a la cantidad de Likes que se gestionen en Facebook. Miran la imagen de alguien que puede lucir bonita o apuesto, y especulan sobre la posibilidad de que sea una chica de 100 Likes o similar número de comentarios (dime cuantos Likes tienes y te diré quién eres, piensan).

Yo creo que lo importante, como en todo, es mantener un equilibrio. Si vamos a meternos en Facebook debería ser para pasarla bien, compartir momentos gratos, que para eso es Facebook, no para andar peleándonos. Pero sin olvidar que un Like no es más que una ilusión sobre una realidad en permanente devenir (la Vida, con mayúsculas).

Donde realmente valen las relaciones es allá fuera, allí donde los seres de carne y hueso deberían practicar sin prejuicios la fraternidad, allí donde con la acción deberíamos contribuir a que las sociedades y los individuos que somos fueran mejores. Lo de los Likes no está mal, pero no hay que obsesionarse con eso.

Conozco miles de personas que no tienen la menor idea de lo que es Facebook, y a su manera y con los suyos, los de carne y hueso, viven muy felices. Pongo de ejemplo a los que más cerca tengo: a los viejos de mi familia, a mi madre-suegra, que acaba de fallecer, y que aún con los achaques típicos de la edad, los mismos que nos tocarán si llegáramos allá, nunca han dejado de darle Like a la vida, que es lo que importa."

Juan Antonio García Borrero

TAN SOLO ESTAR

“Déjalo estar”, “no intentes que todo cambie”. Ni siquiera cambiar tú a otros. A veces toca simplemente estar ahí: estar al lado, acompañar en esos momentos en los que todos necesitamos a alguien cerca. Escuchar, callar, dejarse mirar y mirar al otro con compasión, con ternura, con ganas de dejarse tocar por un gesto, por una palabra. O, quizás, por ese tan sólo “estar”.

San Ignacio nos recuerda en los Ejercicios Espirituales que la manera de acompañar debe ser desde la libertad total para que el Padre se encuentre con nosotros [EE 15]. Ojalá seamos capaces de dejarnos acompañar y transformar por ese Dios que se comunica a través de tanta gente y que nos invita en estos días a ser transparentes y poner verdad en nuestras vidas."

Fuente: Espiritualidad Ignaciana

foto Shutter Stock

Mini-Sermón de Francisco

«Miguel, ayúdanos en la lucha: cada uno sabe cuál lucha tiene en su propia vida hoy. Cada uno de nosotros conoce su lucha principal, aquella que pone en riesgo su salvación. Ayúdanos. Gabriel, tráenos noticias, tráenos la Buena Noticia de la salvación, que Jesús está con nosotros, que Jesús nos ha salvado y danos esperanza. Rafael, tómanos de la mano y ayúdanos en el camino para no equivocarnos de camino, para no quedarnos parados. Siempre caminar, pero ayudados por ti»
Francisco - 29.09.2017
Viñeta / dibujo: Leonan Faro


Participar de la Fe en comunidad

Con Jesús por la mañana.
«Tenemos que reconocer que el llamado a la revisión y renovación de las parroquias todavía no ha dado suficientes frutos en orden a que estén todavía más cerca de la gente, que sean ámbitos de viva comunión y participación, y se orienten completamente a la misión» (Papa Francisco). Hoy es el último día del mes, agradece al Señor por las bendiciones que has recibido en este tiempo y ora una vez más por la intención del Papa para septiembre: las parroquias. No olvides la importancia del encuentro con los otros y alimenta tu fe en comunidad.
Con Jesús por la tarde.
«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. Pero ellos no entendían lo que les decía» (Lc 9, 43b-45). ¿Con qué te cuesta convivir del entorno personal, familiar, y comunidad parroquial? Mira tus dificultades teniendo presente la entrega amorosa del Señor Crucificado. Repite desde el corazón: «Dame, Señor libertad y fortaleza frente a las dificultades que descubro».
Con Jesús por la noche.
Agradece y entrega el día. Apártate por unos minutos de las actividades que te distraen y disponte a conversar con el Señor ¿Qué quieres agradecer especialmente a Dios? ¿Qué de lo que viviste hoy te hizo sentir el amor de Dios? ¿Qué situaciones te gustaría ofrecerle al Señor? Haz un propósito para iniciar una nueva jornada.

RESONAR DE LA PALABRA San Lucas 9,43b-45

Evangelio según San Lucas 9,43b-45. 
Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: "Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres". Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto. 


RESONAR DE LA PALABRA

Ciudad Redonda
Queridos hermanos:
Dice el evangelista que Jesús le dijo a sus discípulos: “Meteos esto bien en la cabeza.” Debe ser que sabía que tenían la cabeza dura. O que, simplemente, a veces hay cosas que no nos gusta oír y que, por tanto, no oímos. Los discípulos, acaudillados por Pedro, han tomado conciencia de que Jesús es el Mesías, el enviado de Dios para liberar al pueblo de Israel de la opresión y la injusticia.
Eso lo sabe Jesús. Como buen catequeta y pedagogo, sabe que los discípulos han dado un paso al frente. Ahora saben que él es el Mesías. Pero no tienen ni idea de qué tipo de Mesías es Jesús. Más bien tienen muy claro cómo les gustaría a ellos que Jesús fuese Mesías.
Se imaginan a Jesús en triunfo, entrando en Jerusalén después de haber barrido la ciudad y toda Palestina de los romanos invasores y de haber quitado de enmedio a todos aquellos judíos que se aprovechaban de sus hermanos, que los oprimían tanto o más que los romanos y que colaboraban con ellos. Se imaginaban a ellos mismos cabalgando al lado de Jesús, compartiendo el triunfo. Con Jesús se acabó la miseria.
Por eso sabía Jesús que les iba a costar comprender su peculiar manera de ser Mesías: estando cerca de los pobres y sencillos, siendo testigo del amor de Dios para los marginados y excluidos y encontrándose con los poderosos sin armas, renunciando a toda violencia. Asumiendo que al final las fuerzas del mal podrían ganar la batalla (¡pero no la guerra!). Por eso les dijo “meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres.”
Como es natural, los discípulos no entendían. Tampoco querían entender algo que estaba tan lejos de sus expectativas. Sentían que lo que decía Jesús era verdad pero les daba miedo asumir esa verdad. A ellos, como tantas veces a nosotros, les costaba entender que la resurrección pasa por la muerte y que no puede ser de otra manera.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

Meditación: Lucas 9, 43-45


San Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia

Cuando uno contempla el firmamento nocturno lejos de las luces de la ciudad seguramente ve una inmensidad de estrellas, pero un astrónomo ve mucho más que eso. No es tanto que él tenga mejor vista, sino que sabe distinguir la posición de los astros e incluso las galaxias, es decir, pone atención a los detalles.

En el Evangelio de hoy, Jesús insta a sus discípulos a prestar atención porque les va a explicar lo que va a suceder: que lo arrestarán y lo crucificarán.

Hoy, el Señor Jesús nos pide a nosotros que le pongamos atención. ¿Cómo? Por ejemplo, haciendo dos cosas.

Guardando silencio. La Madre Teresa decía que en el silencio se le escucha mejor al Señor. Algo tiene el silencio que nos ayuda a relajarnos y concentrarnos mejor. Tal vez tengas que levantarte unos minutos antes o caminar por un parque para estar con el Señor, disfrutando de la tranquilidad de la naturaleza. Admira la creación que te rodea y pídele al Señor que esté en tu corazón.

Quedándose quieto. Los lugares tranquilos son importantes, pero en realidad no siempre es fácil encontrarlos. Con todo, se puede aprender a aquietar la mente y practicar la quietud para orar durante el día. Por ejemplo, haz una pausa mental cada vez que vayas a tomar un poco de agua. Trata de percibir la presencia de Dios, y tal vez él te llene de paz o te haga recordar un pasaje de la Biblia, pero no te desanimes si no escuchas nada. No importa si no lo haces bien la primera vez. Practícalo.

Quedarse quieto y en silencio tal vez no signifique más que simplificar la vida un poco o aprender a darles a los demás aspectos de la vida su debida prioridad. La sencillez y la concentración son las claves para el desarrollo de una mirada aguda, como la de un astrónomo, y nos ayudarán a ver las infinitas constelaciones de gracia que el Señor tiene para nosotros, y no sólo “un montón de estrellas.”

Practica la quietud, el silencio y la sencillez. Recuerda que el Señor quiere enseñarte a reconocer que él está actuando en tu vida y en el mundo. Mientras más pongas atención, mejor podrás descubrir qué es lo que hace y te dice el Señor.
“Cristo mío, ayúdame a centrar en ti toda mi atención hoy día y no distraerme con otras cosas o situaciones. Te amo, Señor.”
Zacarías 2, 5-9. 14-15
(Salmo) Jeremías 31, 10-13

fuente. Devocionario católico la palabra con nosotros

COMPRENDIENDO LA PALABRA 300917

San Basilio (c. 330-379), monje y obispo de Cesárea en Capadocia, doctor de la Iglesia 
Homilía sobre la humildad, 5-6
«Al Hijo del Hombre lo van a entregar en manos de los hombres»

      «El que se enaltece será humillado, el que se humilla será enaltecido» (Mt 23,12)... Imitemos al Señor que descendió del cielo y llegó a lo más bajo y, a cambio, ha sido elevado a lo más alto tal como convenía. Descubramos lo que el Señor nos enseña para que lleguemos a la humildad.

      Recién nacido lo encontramos en una gruta, acostado no en una cuna sino en un establo. En la casa de un constructor y una madre sin recursos, se somete a su madre y a su esposo. Se deja enseñar, escuchando lo que no tenía ninguna necesidad, preguntaba, pero de manera que a través de sus preguntas, todos se sorprendían de su sabiduría. Se sometió a Juan, y el Maestro recibe el bautismo de su siervo. Jamás puso resistencia a los que iban contra él, y no dio pruebas de su poder invencible para librarse de las manos de los que le encadenaban, sino que dejó hacer, como si no tuviera poder y, en la medida que juzgó buena, hizo que tuvieran sobre él un pode efímero. Compareció ante el sumo sacerdote como acusado; conducido ante el gobernador, se sometió a su juicio, y cuando hubiera podido dar una respuesta adecuada a sus calumniadores, en silencio soportó sus calumnias. Cubierto por los salivazos de los esclavos y siervos indignos, al final fue entregado a la muerte, a una muerte infame a los ojos de los hombres. Es así como transcurrió su vida de hombre desde el nacimiento hasta la muerte. Pero después de un anonadamiento tal, hizo que estallara su gloria... Imitémosle para poder llegar, nosotros también, a la gloria eterna.

viernes, 29 de septiembre de 2017

Dios colocó un ángel a nuestro lado

















Estamos viviendo éste campamento “Quién como Dios” también para reflexionar sobre los ángeles. Pero volvamos al tema de ayer, que será la introducción para el tema de hoy. Si acompañaste la predicación recuerdas que Jesús cura un ciego de nacimiento y él comienza entonces a vivir muchos desafíos. Aquel hombre fue cuestionado por los legalistas, porque Jesús lo curó un día sábado. Y el ciego respondió: “Mira si Jesús es pecador  yo no sé, sólo sé que Jesús me curó”

Como ese ciego, así sucede con nosotros.
A partir del momento en que el Señor entra en nuestra vida, pasamos a ser hombres y mujeres de visión espiritual.
A partir de entonces somos llamados a ser testimonio de Dios, podemos pasar a ser hombres de visión, la visión de Dios.
Dios quiere eso para nosotros, que tengamos visión sobrenatural.
Pero el enemigo de Dios no quiere eso.
El no quiere que abramos los ojos para las realidades espirituales.
Aquí, en la comunidad “Canción Nueva” vivimos muchas luchas constantemente. Estamos siempre en una batalla espiritual.
Y nosotros no tenemos miedo de la batalla espiritual.
Ya somos vencedores, porque somos parte del ejército de Dios vivo. Y porque el Señor camina al frente, podemos decir que somos mucho más que vencedores. Por eso los cristianos precisamos revestirnos de la armadura de Dios, que Pablo cita en su carta a los Efesios.

Mira: esa batalla espiritual solo puede ser vencida con armas espirituales.
Solamente tomando posesión de las armas espirituales es que vamos a vencer: “El Señor lucha con nosotros!”
El hombre de visión espiritual es el hombre que permite que Dios mire a través de él. Y como Dios ve a través de él, ése hombre comienza a ver todo diferente.
La lucha no es entre esposo o esposa.
No es una lucha contra hijo o hija. No!
Nuestra lucha es contra la fuerza del mal esparcida por los aires.

Dios es maravilloso porque El siempre viene en nuestro auxilio.
Presta atención a la cita del libro del Exodo 23,20:
“Mandaré un ángel a tu frente para que te guarde por el camino y te introduzca en el lugar que yo preparé”
Dios envía sus ángeles para ayudarnos en la vida con Dios:
“La existencia de los seres espirituales, no-corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de las Escrituras al respecto es tan claro cuanto la unanimidad de la Tradición”.
La iglesia nos enseña que los ángeles son nuestros compañeros espirituales. Imagina que tienes un amigo del alma y ese amigo del alma no tiene ninguna falla. No tiene defecto, solo tiene virtudes.
Ahora imagina ser amigo del ángel, alguien de quien el catecismo nos dice en su número 330:

“330 – En cuanto a las criaturas puramente espirituales, son dotados de inteligencia y voluntad: son criaturas personales (169) e inmortales (170). Exceden en perfección a todas las criaturas visibles. El esplendor de su gloria así lo atestigua (171)”
Los ángeles, mis hermanos, realizan la voluntad de Dios. Ellos viven la existencia para realizar la voluntad de Dios. Jesús es el centro del mundo angélico. El ángel es el ejecutor de la voluntad de Dios.
Y Dios colocó algo en nosotros que se llama “libre arbitrio”.

El ángel es aquel que va tomado de la luz de Dios para que nosotros no tropecemos en alguna piedra, como dice el salmo 90. La belleza del ángel que Dios colocó a nuestro lado, está en ésa protección que él ejerce sobre nosotros. Quiero recomendar un libro del padre Jonás para que profundices el conocimiento sobre los ángeles de Dios.
Discúlpame por hablar de éste modo: dejemos de ser tontos!
¡No sabemos aprovechar esa gracia que está a nuestro lado, los ángeles que el Señor colocó para ayudarnos a ir para el cielo!.
Ellos saben el camino.
Debemos seguir el camino indicado por Dios a través de los ángeles.
El ángel es ese amigo del alma que queda a nuestro lado para fortalecernos en santidad. En el mundo espiritual, en el combate sobrenatural precisamos contar con los ángeles.
Dios confió un ángel para cuidar de las naciones, de las ciudades, de tu familia. Precisamos tener una postura actuante pues está en la Palabra de Dios, en el catecismo de la Iglesia esa realidad de los ángeles. Deseo que hagas la experiencia en éste encuentro con tu ángel de la guarda.
Dios colocó un ángel a tu lado para cuidarte.

LAS 7 FUNCIONES DE LOS ANGELES DE LA GUARDA
  1. Liberarnos de los peligros que amenazan nuestro cuerpo y nuestra alma, apartar de nosotros las causas exteriores o inspiraciones y pensamientos, aún cuando no sospechamos los riesgos que representan.
  2. Estimularnos a hacer el bien y evitar el mal;
  3. Detener los demonios, disminuir la gravedad de sus tentaciones y el número de los pensamientos malos que ellos inspiran o las ocasiones de pecado que provocan;
  4. Presentar nuestras oraciones a Dios;
  5. Orar por nosotros;
  6. Algunas veces infligirnos penas para castigar nuestros pecados y corregirnos, haciéndonos sentir las dolorosas consecuencias, y también para darnos ocasión de ejercitar la virtud y aumentar nuestros méritos;
  7. En el momento de nuestra muerte, conducir nuestra alma al cielo, si ella no tuviese ninguna mancha, o al purgatorio, si es preciso pasar por él para purificarla y visitarla para consolarla.

Reza conmigo:
“Santo Ángel del Señor, mi celoso guardián. Si a vos me confió la piedad divina siempre me rija, me guarde, me gobierne, me ilumine… Amén”
¡No desistas! Dios coloco un ángel a nuestro lado!

Alexandre Oliveira
fuente: Portal Cançao Nova - campamento "Quién como Dios"
traducción Miguel Yunges
setiembre 2012

Meditación: Juan 1, 47-51


Los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Por lo general, el nombre propio no dice mucho acerca de la persona que lo lleva; pero no es así en el caso de los arcángeles, a quienes honramos hoy. Miguel significa “Quién como Dios” y este arcángel es conocido por su gran poder y su lucha en contra Satanás y los demonios. Gabriel significa “Fortaleza”, y él ciertamente le dio fuerzas a la Virgen María cuando le anunció que ella sería la Madre de Dios (Lucas 1, 28). Rafael significa “El que cura”, y él fue el único que pudo curar la ceguera de Tobit (Tobías 11).

¡Los arcángeles son seres admirables! Todos los ángeles tienen capacidades extraordinarias. Son espíritus puros y su conocimiento y poder escapan a nuestra comprensión. Pero no son como los “superhéroes” de las películas de Hollywood. Ellos viven para servir a Dios y adorarlo. Los atributos que tienen son maravillosos, pero no son más que un pálido reflejo de la infinita perfección y belleza de Dios. Lo más asombroso es que realmente son “servidores” junto con nosotros y su inspiración puede llevarnos a adorar a Dios más plenamente (Apocalipsis 19, 10).

Quizás la mejor manera de honrar a los arcángeles hoy es unirse a ellos en adoración a Cristo Jesús. Tal vez nos sirva recordar al apóstol Natanael, a quien Jesús le dijo que iba a ver “el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre” (Juan 1, 51). Ahora bien, en cada Misa nosotros tenemos la misma oportunidad. Tal vez no veamos a los ángeles, pero allí están, adorando a Jesús en el altar. Junto con ellos, podemos llenarnos del amor y la santidad del Hijo de Dios, y sentirnos movidos a poner nuestra vida a sus pies.

Ahora, lo extraordinario es que nosotros podemos hacer algo que los ángeles no pueden hacer: recibir a Jesucristo como alimento y nutrición. Pero todas las cualidades de Dios en las que participan los ángeles —su sabiduría, su amor, su belleza— están contenidas en la Sagrada Eucaristía. Así que la próxima vez que estés en Misa, recuerda que estás en la presencia de los ángeles y que puedes unirte a ellos para dar a Jesús toda la alabanza y la adoración que puedas.
“Gracias, Señor, por darnos a los ángeles y arcángeles para que nos ayuden a entregarnos a ti y darte la mejor adoración y alabanza que yo pueda expresarte.”
Daniel 7, 9-10. 13-14
Salmo 138(137), 1-5

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

COMPRENDIENDO LA PALABRA 290917

San Juan de la Cruz (1542-1591), carmelita descalzo, doctor de la Iglesia 
Avisos y sentencias espirituales, 168-169, 171-172, 176 (Escritores del Siglo XVI, Tomo primero, Beato Juan de la Cruz, p. 253 - Ed. M. Rivadera, 1862)
«Sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial»

      Los ángeles son nuestros pastores; porque, no sólo llevan a Dios nuestros recados, sino también los de Dios a nuestras almas, apacentándolas de dulces inspiraciones y comunicaciones de Dios; y, como buenos pastores, nos amparan y defienden de los lobos, que son los demonios.
      Los ángeles, mediante sus secretas inspiraciones que hacen al alma, le dan más alto conocimiento de Dios; y así, la enamoran más de Dios hasta dejarla llagada de amor.

      La luz de Dios que al ángel ilumina esclareciéndole y encendiéndole en amor, como a puro espíritu dispuesto para la tal infusión, al hombre, por ser impuro y flaco, regularmente le ilumina en obscuridad, pena y aprieto...
Cuando el hombre llega a estar espiritualizado y substituido mediante el fuego del divino amor que le purifica, entonces recibe la unión e influencia de la amorosa iluminación con suavidad a modo de los ángeles...

      Acuérdate cuán vana cosa es gozarse de otra cosa que de servir a Dios, y cuán peligrosa y perniciosa, considerando cuánto daño fue para los ángeles gozarse y complacerse de su hermosura y bienes naturales, pues por eso cayeron feos en los abismos.

RESONAR DE LA PALABRA - San Juan 1,47-51

Evangelio según San Juan 1,47-51. 
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez". "¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera". Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel". Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees . Verás cosas más grandes todavía". Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre." 

RESONAR DE LA PALABRA

Ciudad Redonda
Queridos hermanos:

Lo de los ángeles está muy de moda actualmente. Forman parte de esa religiosidad difusa, de esa espiritualidad que se expande por nuestro mundo invitando a las personas a vivir todo desde su interioridad y que cree en una especie de energía que invade el universo y con la que nos conectamos cuando hacemos silencio. Es como recargar el depósito del coche. Después de eso, vamos por la vida sintiendo aquí y allá esa fuerza positiva que nos anima a seguir haciendo lo mismo que hacíamos y a asumir lo negativo de nuestras vidas.
Pero esa espiritualidad tiene poco que ver con el Evangelio. El Evangelio no va de energías ni de lucecitas en la oscuridad. No va de imágenes acarameladas de angelitos en tonos pastel. Va de un hombre que salió a los caminos y se enfrentó a las autoridades de su tiempo. Va de un hombre que tomó la vida por los cuernos, que fue sincero consigo mismo, que no temió al qué dirán, que arriesgo por todo por aquello que para él era el centro de su vida: su profunda experiencia de Dios y su Reino.
El Dios de Jesús no tenía ningún parecido con una aspirina que calma nuestros dolores. Ni siquiera su objetivo era darnos la paz. El Reino es de los arriesgados, dijo. Y el Abbá de Jesús es el Dios liberador de todas las opresiones. Su voluntad es transformar este mundo para que todos sus hijos e hijas puedan vivir en libertad y justicia. Por eso Jesús entregó su vida. Por eso nos invita a nosotros a entregarla.
Los ángeles no son lucecitas ni energías positivas. Los ángeles no son comparsas inmóviles de la corte celestial –¡como si a Dios le hiciese falta una corte de aduladores!–. Los ángeles son una forma de hablar de la voluntad de Dios que no se queda en el cielo sino que baja a la tierra. Porque Dios no habita en esa nube difusa de espiritualidad y paz interior sino en el barro de esta tierra, en sus luchas y en sus compromisos por extender la fraternidad y el reino. Ahí podemos comenzar a hablar de los ángeles.


fuente del comentario CIUDAD REDONDA

jueves, 28 de septiembre de 2017

Tiempo de buscar

Todo tiene su tiempo,
Y todo lo que se quiere
debajo del cielo, su hora.
Tiempo de nacer y tiempo de morir,
Tiempo de plantar 
y tiempo de arrancar lo plantado,
Tiempo de matar y tiempo de curar,
Tiempo de destruír 
y tiempo de edificar
Tiempo de llorar y tiempo de reír,
Tiempo de hacer duelo 
y tiempo de bailar,
Un tiempo para esparcir piedras
y un tiempo para recogerlas,
Un tiempo para abrazarse
y un tiempo para despedirse,
Un tiempo para intentar buscar
y un tiempo para desistir,
Un tiempo para guardar
y otro tiempo para desechar,
Un tiempo para rasgar
y un tiempo para coser,
Un tiempo para callar
y un tiempo para hablar,
Tiempo para amar
y tiempo de aborrecer,
Tiempo de guerra y tiempo de paz."

ECLESIASTÉS, 3


25 de septiembre de 2017
El Papa Francisco elevó una invocación al Señor para que nos enseñe la “tensión hacia la redención” en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta el último lunes de septiembre.



Reflexionando a partir de la Primera Lectura del día, que relata el momento en el que el pueblo de Israel es liberado del exilio, el Santo Padre puso de manifiesto que “el Señor visitó a su pueblo y lo recondujo a Jerusalén”. A la vez que explicó que la palabra “visita” es“importante” en la historia de la salvación, puesto que “toda liberación, toda acción de redención de Dios, es una visita”:

“Cuando el Señor nos visita nos da la alegría, es decir, nos coloca en un estado de consolación. Este cosechar en la alegría… Sí, han sembrado en las lágrimas, pero ahora el Señor nos consuela y nos da esta consolación espiritual. Y la consolación no sólo sucedía en aquel tiempo, es un estado en la vida espiritual de cada cristiano. Toda la Biblia nos enseña esto”.

Por lo tanto, el Pontífice exhortó a “esperar” la visita de Dios a “cada uno de nosotros”. Y dijo que “hay momentos más débiles” y “momentos más fuertes”, si bien el Señor “nos hará sentir su presencia” siempre, con la consolación espiritual, colmándonos “de alegría”.

De manera que debemos esperar este evento con la virtud “más humilde de todas”: la esperanza, que “es siempre pequeña”, pero “muchas veces es fuerte cuando está escondida como las brasas debajo de las cenizas”. Del mismo modo el cristiano vive “en tensión” hacia el encuentro con Dios, hacia la consolación “que da este encuentro con el Señor”. Francisco añadió que si un cristiano no está en tensión hacia ese encuentro, es un cristiano “cerrado”, “puesto en el depósito de la vida”, sin saber “qué hacer”.

Además, el Papa Bergoglio invitó a “reconocer” la consolación “porque están los falsos profetas que parecen consolarnos y que, en cambio, nos engañan”. Esa – dijo – no es “una alegría que se puede comprar”:

“La consolación del Señor toca por dentro y te mueve y te da un aumento de caridad, de fe, de esperanza y también te lleva a llorar por tus propios pecados. Además, cuando vemos a Jesús y su Pasión, a llorar con Jesús… Del mismo modo te eleva el alma a las cosas del Cielo, a las cosas de Dios y, asimismo, tranquiliza el alma en la paz del Señor. Ésta es la verdadera consolación. No es una diversión – la diversión no es algo malo cuando es buena, somos humanos, y debemos tener alguna – pero la consolación te envuelve y precisamente la presencia de Dios se siente y se reconoce que éste es el Señor”.

El Papa Francisco recordó hacia el final de su homilía que hay que agradecer con la oración al Señor, “que pasa” para visitarnos, para ayudarnos “a ir adelante, para esperar, para llevar la Cruz”. Y pidió, por último, que se conserve la consolación recibida:

“Es verdad, la consolación es fuerte y no se conserva tan fuerte – es un momento – pero deja sus huellas. Y conservar estas huellas y hacerlo con la memoria; conservar como el pueblo ha conservado esta liberación. Nosotros hemos vuelto a Jerusalén porque Él nos ha liberado desde allá. Esperar la consolación, reconocer la consolación y conservar la consolación. Y cando pasa este momento fuerte, ¿qué cosa queda? La paz. Y la paz es el último nivel de la consolación”.

Homilía en Santa Marta
25 setiembre 2017

La consolación del Señor

«La consolación del Señor te lleva a llorar por tus propios pecados. Además, cuando vemos a Jesús y su Pasión, a llorar con Jesús… Del mismo modo te eleva el alma a las cosas del Cielo, a las cosas de Dios y, asimismo, tranquiliza el alma en la paz del Señor. Ésta es la verdadera consolación. No es una diversión – la diversión no es algo malo cuando es buena, somos humanos, y debemos tener alguna – pero la consolación te envuelve y precisamente la presencia de Dios se siente y se reconoce que éste es el Señor»
Francisco
Homilía en Santa Marta - 25.09.2017
Viñeta / dibujo: Leonan Faro


Bautizar la llaga que hay en nosotros

28 de septiembre de 2017.

No tener miedo de “decir la verdad sobre nuestra vida”, siendo conscientes de nuestros pecados. Y confesarlos al Señor “para que nos perdone”. Es la exhortación que hizo el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, el último jueves de septiembre.

Reflexionando a partir del Evangelio de San Lucas, propuesto por la liturgia del día y dedicado a la reacción de Herodes ante la predicación de Cristo, el Santo Padre recordó que algunas personas asociaban a Jesús con Juan Bautista o Elías, mientras otras lo identificaban con algún profeta. De manera que Herodes no sabía “qué pensar”, pero “sentía algo dentro”, que “no era una curiosidad”, era “un remordimiento en el alma”, “en el corazón”. Trataba – dijo el Papa – de ver a Jesús “para tranquilizarse”. Quería ver los milagros realizados por Cristo. Pero Jesús – añadió Francisco – no hizo “el circo ante Él”.


Fue entregado a Pilatos y Jesús pagó con la muerte. Encubrió “un crimen con otro”, “el remordimiento de la conciencia con otro crimen”, como quien “mata por temor”. Por lo tanto, el remordimiento de la conciencia no es “simplemente recordar algo”, sino“un tormento”:

“Una plaga que nosotros, cuando en la vida hemos cometido el mal, nos hace mal. Pero es un tormento escondido, no se ve; ni siquiera yo lo veo, porque me acostumbro a llevarlo y después se anestesia. Está allí. Algunos la tocan, pero la llaga está adentro. Y cuando esa llaga hace mal, sentimos el remordimiento. No sólo estoy consciente de haber hecho el mal, sino que lo siento: lo siento en el corazón, lo siento en el cuerpo, en el alma, lo siento en la vida. De allí surge la tentación de cubrir esto para no sentirlo más”.

Por eso es “una gracia sentir que la conciencia nos acusa, nos dice algo”. Por otra parte – reafirmó Francisco – “ninguno de nosotros es un santo” todos tendemos a mirar los pecados “de los demás” y no los nuestros, compadeciendo, quizás, a quien sufre en la guerra o a causa de “dictadores que matan a la gente”:

“Nosotros debemos – permítanme la palabra – ‘bautizar’ la llaga, es decir, darle un nombre. ¿Dónde tienes la llaga? ‘¿Cómo hago, padre, para quitármela?’. ‘Bueno, ante todo reza: Señor, ten piedad de mí que soy pecador’. El Señor escucha tu oración. Después examina tu vida. ‘Si no veo cómo y dónde está aquel dolor, de dónde viene, que es un síntoma, ¿cómo hago?’. ‘Pide asistencia a alguien que te ayude a salir; que salga la llaga y después dale un nombre’. Yo tengo este remordimiento de conciencia porque he hecho esto. Concretamente; lo concreto. Y ésta es la verdadera humildad ante Dios y Dios se conmueve ante lo concreto”.

Este carácter concreto – dijo el Pontífice – que expresan los niños en la confesión. Lo concreto de decir lo que se ha hecho, para que “salga la verdad”. “Así se cura uno”:

“Aprender la ciencia, la sabiduría de acusarse a sí mismo. Yo me acuso a mí mismo, siento el dolor de la llaga, hago de todo para saber de dónde viene este síntoma y después me acuso a mí mismo. No tener miedo de los remordimientos de la conciencia: son un síntoma de salvación. Tener miedo de encubrirlos, de camuflarlos, de disimularlos, de esconderlos… Pero eso sí, ser claros. Y de este modo el Señor nos cura”.

El Papa Francisco dirigió su invocación final a fin de que el Señor nos dé la gracia “de tener el valor de acusarnos a nosotros mismos” para encaminarnos por el camino del perdón.

Mini-Sermón de Francisco - 28.09.2017

«Nosotros debemos –permítanme la palabra– ‘bautizarla llaga, es decir, darle un nombre. ¿Dónde tienes la llaga? ‘¿Cómo hago, padre, para quitármela?’. ‘Bueno, ante todo reza: Señor, ten piedad de mí que soy pecador’. El Señor escucha tu oración. Después examina tu vida. ‘Si no veo cómo y dónde está aquel dolor, de dónde viene, que es un síntoma, ¿cómo hago?’. ‘Pide asistencia a alguien que te ayude a salir; que salga la llaga y después dale un nombre’. Yo tengo este remordimiento de conciencia porque he hecho esto. Concretamente; lo concreto. Y ésta es la verdadera humildad ante Dios y Dios se conmueve ante lo concreto»
Francisco
Homilía en Santa Marta -28.09.2017
Viñeta / Dibujo: Leonan Faro


Aunque a veces te parezca imposible...

No existe el “¡no puedo!”. Hay que seguir hasta caer. No existe tal cosa. Recuerda tantos milagros que han ocurrido, mucho más allá de las expectativas humanas.




No existe el “¡no puedo!”. Hay que seguir hasta caer. No existe tal cosa. Recuerda tantos milagros que han ocurrido, mucho más allá de las expectativas humanas. A un monje se le ordenó: “¡Mueve esa roca de allá!”. Se hubieran necesitado unos veinte hombres para conseguirlo. Pero vino aquel hermano, y como si se tratara de cualquier cosa, vino y la arrastró a un lado. “¡Es que así lo ordenó el padre espiritual!”.

Dios no nos abandona nunca, si nos entregamos a Él. ¿Cómo crees que es Dios, Quien está presente en el andar de cada individuo, incluso el de los paganos? ¿Cómo no habría de estar presente, entonces, en el caminar de todos los cristianos, quienes día y noche oran con fervor? Viene Él y los ayuda, los fortalece. En el monasterio, el asunto de la obediencia no es una exageración. Pero, en el nivel actual, hay que hacerlo todo con amor... y con eso es suficiente.


(Traducido de: Ne vorbeşte Părintele Arsenie, vol I, Editura Mănăstirea Sihăstria, p. 91-92)
fuente: Doxologia

¡Perdonar tiene tantos beneficios!

Cuando el hombre aprende a pedir perdón sinceramente, con facilidad y rapidez, fácilmente se desprende también de eso que le oprimía el corazón, el peso de la enemistad, que es sustituido por el amor más santo.










Muchas veces nos cuesta perdonar. ¡Qué trabajoso resulta para nuestra lengua pronunciar esas sencillas palabras, “¡Perdóname, hermano!”, como si alguien nos la hubiera atado! En verdad, quien nos la ata es el demonio, por eso es que nos cuesta decir algo tan simple.

Pero cada persona que ha vencido, al menos una vez, ese obstáculo, diciendo por primera vez “¡Perdóname!”, ha sentido cómo se transforma inmediatamente su corazón, llenándose de una paz inmensa. Ha perdonado, y Dios le ha llenado de paz el alma. La segunda vez será mucho más fácil, y la tercera, aún más. Cuando el hombre aprende a pedir perdón sinceramente, con facilidad y rapidez, fácilmente se desprende también de eso que le oprimía el corazón, el peso de la enemistad, que es sustituido por el amor más santo.

(Traducido de: Sfântul Luca al Crimeei, La portile Postului Mare. Predici la Triod, Editura Sophia)
fuente: Doxologia

La vida del cristiano es una lucha permanente

Es mejor ser ofendido, que ofender. Es necesario que la virtud sea perseguida, para que pueda brillar aún más.









Mantén tu equilibrio espiritual, hermano mío, y no busques la venganza.

Cuando tengas que atravesar una crisis seria en tu vida, no arrojes al suelo las armas de Cristo. Sin paciencia, nadie podría ser coronado. Ora todo lo que puedas, para que Dios te otorgue paciencia e indulgencia para con los demás.

Las cosas demuestran que haces algo bueno y por eso el demonio te ataca con tanta furia, por medio de sus sirvientes. No pierdas el valor, porque no será él quien venza, sino Cristo.
Ni siquiera puedes imaginarte lo que Cristo te tiene preparado si logras vencer al demonio.
Sin embargo, permanece atento, no sea que te agotes luchando.

Nuestros santos Padres exclamaban siempre: “¿Quieres espíritu? ¡Da sangre!”.

Es mejor ser ofendido, que ofender. Es necesario que la virtud sea perseguida, para que pueda brillar aún más.

(Traducido de: Ieromonah Iosif Aghioritul, Stareţul Efrem Katunakiotul, Editura Evanghelismos, p. 273)
Fuente: Doxologia

¡Sí, la vida de mi hermano es mi propia vida!

Debemos servir, y no anhelar ser quien manda; no se trata de dar órdenes, sino de ponernos al servicio de todos.








Sin esfuerzo y sin disgusto debemos lavar, vendar y curar las malolientes y purulentas heridas físicas de nuestros hermanos. También, con humildad y amor, debemos curar las heridas espirituales de nuestros semejantes, cargando con las impotencias de los débiles, así como ordena el Apóstol Pablo. Debemos servir, y no anhelar ser quien manda; no se trata de dar órdenes, sino de ponernos al servicio de todos.

(Traducido de: Sfântul Luca al Crimeei, La portile Postului Mare. Predici la Triod, Editura Sophia)
Fuente: Doxologia