jueves, 30 de noviembre de 2017

Paz

San Andrés Apóstol.

Con Jesús por la mañana.
“Cada religión está llamada a aportar la especificidad de su propia santidad, la riqueza de su modo de proceder. Así, las religiones occidentales contribuirán con una palabra audaz y profética, con los medios eficaces propios de su cultura, mientras que las religiones orientales aportarán su serenidad y su sabiduría” (Xavier Melloni sj). Las diferencias enriquecen. ¿Cómo vives las diferencias con tus hermanos? ¿Aceptas e incluyes la novedad o la resistes? Deja fluir la sorpresa, contempla, admira y agradece lo que el día te traiga. Ofrece lo que vivas por la intención del Papa.

Con Jesús por la tarde.
"Mientras caminaba junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos-Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano- que están echando una red al lago, pues eran pescadores. Les dice: -Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres. De inmediato dejaron las redes y le siguieron" (Mt. 4,18-20). ¿Qué redes debes dejar para seguir en mayor libertad a Jesús? Repite al ritmo de tu respiración: "Señor, conviérteme en discípulo y misionero de tu amor", continúa poniendo en práctica el propósito de la jornada.

Con Jesús por la noche.
Rememora palabras. Trae a tu memoria las conversaciones que hoy mantuviste. ¿Qué palabras o frases escuchadas te resuenan? ¿Por qué te resuenan? ¿Qué has dicho hoy que sea significativo para ti? ¿Por qué es significativo? ¿Qué conversaciones de hoy te han dejado en paz y cuáles no? Apunta la diferencia en cada una y haz un propósito para crecer en adelante. Agradece el día.


Meditación: Mateo 4, 18-22

Síganme, y yo los haré pescadores de hombresMateo 4, 19
Cada 30 de noviembre recordamos a San Andrés, probablemente el primer apóstol de Jesús, razón por la cual los ortodoxos le llaman “Proclete” (el primer llamado). Nació en Betsaida, junto al Lago de Galilea, y era hermano de San Pedro. Fue primero discípulo de Juan Bautista y uno de los dos primeros pescadores que conocieron a Jesús. Luego de una larga conversación con el Señor, fue a buscar a su hermano Pedro, también pescador, para llevarlo a Cristo, convirtiéndose así en evangelizador nato, aunque probablemente él no se diera cuenta.

La tradición dice que San Andrés predicó el Evangelio en Bitinia, Escitia y el norte de Grecia, siendo finalmente crucificado en forma de X. Lo hacía porque quería llevar a todos a una fe viva y personal en Cristo. Nuestros esfuerzos, por el poder del Espíritu Santo, pueden tener el mismo efecto si oramos y actuamos con fe.

Dice, además, la tradición que Andrés fue el fundador de la Iglesia en Constantinopla, nombre antiguo de la actual ciudad de Estambul, en Turquía, donde el Papa Francisco, sucesor de San Pedro, en noviembre de 2014 se reunió con Bartolomé, el actual heredero de San Andrés, Patriarca de Constantinopla y jefe de la Iglesia Ortodoxa.

Nosotros también somos llamados a ser discípulos y a cumplir la misión del Señor. Compartiendo con nuestros familiares, amigos y conocidos lo que Jesús hace en nuestras vidas, ayudaremos a edificar el Reino de Dios. Podemos dar testimonio de que él nos ha curado de la ceguera espiritual y nos ha mostrado que la vida de pecado que llevamos es inútil y dañina; que nos ha liberado de la prisión de los hábitos pecaminosos, nos ha revelado su amor en la cruz y nos ha llevado a una íntima comunión consigo.

Todos podemos asumir el papel de evangelizadores en nuestras familias, lugares de trabajo o vecindarios donde vivimos, porque es posible que haya muchos entre las personas que allí encontramos que nunca escucharán la buena nueva de la salvación en Cristo, si no compartimos nosotros con ellos el testimonio del amor de Jesús que hemos experimentado. Esto es lo que nos pide el Señor hoy día.
“Espíritu Santo, enséñame a ser un verdadero discípulo de Jesús, y desistir de todo lo que me impida llevar la buena noticia de la salvación a quienes tanto la necesitan.”
Romanos 10, 9-18
Salmo 19(18)S, 8-11

El Amor camino a la intimidad

«Con el don de su Espíritu, Jesús nos hace capaces de ser signos de su sabiduría, que vence a la sabiduría de este mundo, y de su misericordia, que alivia incluso las heridas más dolorosas… Que encontrando refugio en las heridas de Cristo, podáis saborear el bálsamo saludable de la misericordia del Padre y encontrar la fuerza para llevarlo a los demás, para ungir cada herida y recuerdo doloroso. De esta manera, seréis testigos fieles de la reconciliación y la paz, que Dios quiere que reine en todos los corazones de los hombres y en todas las comunidades»

FRANCISCO
Homilía de la misa en Rasgún  29/11/2017
Viñeta Leonan Faro

RESONAR DE LA PALABRA Evangelio según San Mateo 4,18-22.

Evangelio según San Mateo 4,18-22. 
Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores. Entonces les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron. Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó. Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron. 


RESONAR DE LA PALABRA

Luis Manuel Suárez CMF
Queridos amigos:
¿Cómo te encuentras en tus tareas o, si la tienes, en tu profesión?
Andrés, de quién hoy celebramos su fiesta, parece que se encontraba a gusto. Ahí le tenemos, echando el copo en el lago. Lo que había visto hacer a su padre, lo que antes había hecho el padre de su padre… Una tarea útil, que aporta alimento para otros… Una forma honrada de ganarse la vida. No era un alto cargo, pero te permitía vivir.
Pero he aquí que pasa Jesús y le llama. Y le ofrece un nuevo oficio: ser “pescador de hombres”. Seguirá siendo pescador: habrá que seguir esforzándose, madrugar y embarcar; habrá que seguir teniendo una sensibilidad fina como para saber cuándo y dónde echar la red; habrá que seguir teniendo fuerza como para tirar cuando haga falta; habrá que seguir repartiendo el fruto del trabajo, unos días más y otros menos… Pero ya no serán los peces el centro de la vida, sino las personas. Ya no habrá redes, sino palabras. Y ya no habrá una pequeña barca, sino que se trata de que todos vayamos en el mismo barco en las cosas importantes, en las cosas de Dios.
¿Cómo les sonaría a aquellos primeros discípulos la llamada a ser “pescadores de hombres”? ¿Qué tendría la mirada y la llamada de Jesús, para que lo dejaran todo y le siguieran?
Jesús también hoy sigue llamando. Como hace dos mil años, a algunos les pide que cambien de oficio. A otros, que sigan en el que están, pero de otra manera. Seas de los que seas, te invito a percibir la mirada que hoy Jesús te dirige y la llamada que te hace. Desde donde estás. Contando con lo que eres y tienes. Tenerle como patrón del nuevo negocio que te ofrece.
Escucharle y responderle. Algo que no se hace de una vez para siempre, sino que se repite una y otra vez a lo largo de la vida. Eso es el seguimiento de Jesús.
En ello estamos.
Vuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez CMF (@luismanuel_cmf)

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

COMPRENDIENDO LA PALABRA 301117

Benedicto XVI, papa 2005-2013 
Audiencia general - Miércoles 14 de junio de 2006 - © Libreria Editrice Vaticana
San Andrés, el apóstol del mundo griego

    La primera característica que impresiona en Andrés es el nombre:  no es hebreo, como se podría esperar, sino griego, signo notable de que su familia tenía cierta apertura cultural. (…) En Jerusalén, poco antes de la Pasión. Con motivo de la fiesta de la Pascua (…) habían ido a la ciudad santa también algunos griegos (…) para adorar al Dios de Israel en la fiesta de la Pascua. Andrés y Felipe, los dos Apóstoles con nombres griegos, hacen de intérpretes y mediadores de este pequeño grupo de griegos ante Jesús. (…)Jesús dice a los dos discípulos y, a través de ellos, al mundo griego: "Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trino no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere da mucho fruto" (Jn 12, 23-24). ¿Qué significan estas palabras en este contexto? Jesús quiere decir: sí, mi encuentro con los griegos tendrá lugar, pero no se tratará de una simple y breve conversación con algunas personas, impulsadas sobre todo por la curiosidad. Con mi muerte, que se puede comparar a la caída en la tierra de un grano de trigo, llegará la hora de mi glorificación. De mi muerte en la cruz surgirá la gran fecundidad: el "grano de trigo muerto" —símbolo de mí mismo crucificado— se convertirá, con la resurrección, en pan de vida para el mundo; será luz para los pueblos y las culturas. (…)En otras palabras, Jesús profetiza la Iglesia de los griegos, la Iglesia de los paganos, la Iglesia del mundo como fruto de su Pascua.

    Según tradiciones muy antiguas, Andrés (…) fue el apóstol de los griegos en los años que siguieron a Pentecostés. Esas tradiciones nos dicen que durante el resto de su vida fue el heraldo y el intérprete de Jesús para el mundo griego. Pedro, su hermano, llegó a Roma desde Jerusalén, pasando por Antioquía, para ejercer su misión universal; Andrés, en cambio, fue el apóstol del mundo griego: así, tanto en la vida como en la muerte, se presentan como auténticos hermanos; una fraternidad que se expresa simbólicamente en la relación especial de las sedes de Roma y Constantinopla, Iglesias verdaderamente hermanas.

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Humanizarnos

Con Jesús por la mañana.
“Debemos impulsar el diálogo expresión de la caridad al servicio del bien común. A través del diálogo podemos aprender a ver que el otro no es una amenaza, sino un don de Dios, que nos interpela y pide ser reconocido. Dialogar ayuda a las personas a humanizar las relaciones y a superar las incomprensiones…Si no hay diálogo aumentan los problemas, los malentendidos, las divisiones” (Papa Francisco). ¿Buscas el diálogo ante los desencuentros o te encierras y te distancias? Propicia el diálogo entre quienes están desavenidos. Ofrece el día por la intención del Papa.

Con Jesús por la tarde.
"Hasta sus padres y hermanos, parientes y amigos los entregarán y algunos de ustedes serán ajusticiados; y todos los odiarán a causa de mi nombre. Sin embargo no se perderá ni un pelo de su cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas" (Lc 21, 16-19). ¿Vives con paciencia las dificultades derivadas de los compromisos asumidos por la fe? ¿Te desanimas y te enojas? Mientras repites en tu corazón: "Padre, concédeme un corazón perseverante", renueva el propósito de la jornada.

Con Jesús por la noche.
Recuerda los sentimientos. Mira cómo te has sentido a lo largo del día. ¿Con qué sentimientos iniciaste el día? ¿Hubo algún cambio en ellos, en razón de qué? ¿Con qué sentimientos cierras el día? Los sentimientos mueven conductas y actitudes ¿con qué sentimientos se relacionan tus actitudes de hoy? Pide perdón por aquello que te hubiera gustado que fuera diferente.


Meditación: Lucas 21, 12-19

La senda de discipulado cristiano no es fácil ni placentera. 

Jesús fue perseguido y crucificado por ser testigo de la verdad y él mismo nos anunció que otro tanto sucedería con sus discípulos. Y así es. Basta con mirar a tantos hermanos que hoy mismo están pasando por lo que Cristo nos anunció: encarcelamientos, abusos, persecuciones e incluso la muerte, a veces en forma de masacres sólo por el “delito” de ser cristianos.

Todos estos casos ocurridos en nuestros propios días han manchado nuestro pueblo con la sangre de los mártires: “Todo el mundo los odiará por causa mía” dice el Señor. Odio, violencia, crueldad y otros abusos son los viles recursos de los que se vale el maligno para hacernos dudar del triunfo que ya nos ha merecido el Señor. Pero debemos mantenernos firmes en la fe y confiar en la protección de Cristo: “Manténganse firmes, para poder salvarse.” La recompensa no es en la tierra sino en el cielo; pero será una recompensa gloriosa.

Sólo el Señor puede darnos la gracia de mantenernos firmes en la fe ante las contrariedades de la vida. En primer lugar, hay que esperar plenamente en Dios, saber que la fuerza nos viene de él, confiar ciegamente en él y más bien desconfiar de nosotros mismos y de nuestras “capacidades”, que siempre son defectuosas e insuficientes.

Pobres de aquellos que esperan vivir sin dificultades, sin dolores ni sufrimientos. ¡Aún no hemos alcanzado el cielo! Pero, en medio de todo esto, tenemos que pedirle a Dios que derrame su gracia sobre nosotros, pues la supuesta “libertad” y la naturaleza humana vendida al pecado suelen jugarnos malas pasadas. El Señor está siempre esperando nuestra respuesta afirmativa: “Sí quiero, Señor”, una afirmación que debe ir acompañada del amor y el deseo de adquirir e imitar las virtudes de Cristo. Sólo él puede ser el agua que sacie nuestra sed, el bálsamo que cure nuestras heridas espirituales, la luz que ilumine nuestros pasos. Sólo él puede darnos “palabras llenas de sabiduría que no podrán contradecir nuestros adversarios.”

Quiera el Señor que, ante cada dificultad en el camino, veamos las huellas de sus pasos, que va por delante y que, como buen Maestro, ya ha experimentado en su persona todo lo que tengamos que padecer nosotros.
“Amado Señor, te ruego que me infundas tu poder para ser tu discípulo y oponerme a todo lo engañoso y pecaminoso que me ofrece el mundo.”
Daniel 5, 1-6. 13-14. 16-17. 23-28
(Salmo) Daniel 3, 62-67

LOS CRISTIANOS TENEMOS UN TESORO

«¿Cuál es la astucia cristiana, una astucia que no sea pecado, pero que sirva para llevarme adelante al servicio del Señor y también de ayuda a los demás? ¿Hay una astucia cristiana?. Sí, hay una intuición cristiana para ir adelante sin caer en los grupos de los corruptos… Oremos por los corruptos: pobrecitos, que encuentren la salida de la cárcel en la que ellos han querido entrar»
Francisco
Homilía Santa Marta 10.11.17
Viñeta Leonan Faro
 

RESONAR DE LA PALABRA Evangelio según San Lucas 21,12-19.

Evangelio según San Lucas 21,12-19. 
Jesús dijo a sus discípulos: «Los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.»


RESONAR DE LA PALABRA

Luis Manuel Suárez CMF
Queridos amigos:
La Palabra de ayer y de hoy nos habla de luchas. ¿Quién no las tiene? Luchas de intereses, luchas de poder, luchas por mantenerte en el camino…
Cuando somos niños, pensamos que la fe es una especie de escudo que nos protegerá de todos los males, presentes y futuros. Algo así como una varita mágica que hace que las dificultades se superen al instante.
Cuando leemos a fondo el Evangelio, descubrimos que es verdad que el final es feliz, y que entonces “no habrá llanto ni dolor”… pero que para llegar allí hay que pasar por la lucha, la tribulación… la muerte.
Jesucristo también es Camino en esto. Su resurrección llega tras la pasión. No eludió nada, sino que todo lo afrontó.
La fe no nos evade de nada, sino que nos introduce más en la vida, en su densidad y espesor. Pero sí nos ayuda a caminar, en medio de todo. Sin creer en la fatalidad. Confiando, más bien, que “a los que aman a Dios, todo les sirve para bien”. Y en ese “todo” incluimos que una dificultad, un problema, una enfermedad… pueden ser ocasión de una vida más lúcida, más confiada, más plena.
En toda lucha, Dios está con nosotros. Y no va a permitir que la prueba supere nuestras fuerzas.
Y en la lucha final contra la última enemiga –la muerte- tenemos la presencia de nuestro Hermano mayor, que ya pasó por ella. Jesucristo, desde su cruz, acompaña para siempre toda lucha.
“Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. Pide el don de la perseverancia… y deja que tu confianza crezca.
Vuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez CMF (@luismanuel_cmf)

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

COMPRENDIENDO LA PALABRA 291117

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia 
2º sermón sobre el salmo 26
«No caerá ni uno sólo de vuestros cabellos. Con vuestra perseverancia obtendréis la vida»

    «Se levantan contra mí testigos falsos que respiran violencia» (Sl 26,12)... El salmista lucha contra los que le persiguen y atormentan; pierde el aliento, sufre, pero se mantiene firme; está seguro porque Dios le sostiene, Dios le ayuda, Dios le conduce, Dios le guía. A la vez que transportado de gozo por lo que ha podido admirar y cantar, y agotado por los gemidos a causa de lo que ha tenido que sufrir, al fin respira y grita: «Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida» (v.13). ¡Oh cuan dulce es la bondad del Señor, inmortal, incomparable, eterna, inmutable! Y ¿cuándo te veré, oh bondad del Señor? «Lo creo, te veré» pero no en la tierra de los mortales, sino «en el país de la vida». El Señor me hará salir de la tierra de los mortales, él, que por mi se ha dignado aceptar esta tierra de los mortales y morir entre las manos de mortales...

    Escuchemos también nosotros, la voz del Señor que desde lo alto nos exhorta, nos consuela; escuchemos la voz de aquel que tenemos por padre y por madre (cf v.10). Porque él ha oído nuestros gemidos, ha visto nuestros suspiros, ha sondeado los deseos de nuestro corazón, «la sola cosa que pedimos» (v.4). Gracias a la intercesión de Cristo, acoge favorablemente nuestra única oración, nuestra única petición. Y mientras acabamos nuestro peregrinaje en este mundo, aunque la ruta sea larga, no dejará de darnos lo que nos ha prometido. Nos dice: «Espera en el Señor». El que nos lo ha prometido es todopoderoso, es verídico, es fiel. «Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor» (v.14). No te dejes, pues, turbar.

martes, 28 de noviembre de 2017

La noche como oportunidad

Son muchas las oportunidades que se presentan a lo largo de la vida donde podemos escuchar el lamento de un amigo, el desgarro de alguien cercano compartiéndonos la terrible sensación de estar sumergidos en una gran oscuridad.
¿Lo has vivido en carne propia?
Es que cada vez que alguna prueba toca las puertas de nuestras casas; toda vez que una enfermedad o un dolor profundo golpean fuerte en los umbrales de nuestros corazones podemos experimentar cierta oscuridad. Una incapacidad para percibir con claridad lo que acontece.
En nuestra condición de peregrinos la oscuridad es parte de lo cotidiano, parte de la experiencia.

¿Estas pasando por un tiempo de sombras?
¿Te sientes sumergido en oscuras noches y quisieras que pronto termine?

¡Aprovecha la oportunidad!
Sí, la noche encierra también dentro de sí misma grandes y preciosas oportunidades!

Mira la naturaleza.
El Señor que hizo el Cielo y la Tierra, el Rey y Señor del Cosmos, del Universo entero, de aquel que pregona la obra de sus manos, parece esconder durante el día una parte preciosa de Su Majestuosidad.
Mientras nosotros pensamos que despiertos, bajo la luz del día, vemos todo, un vasto y extenso universo se oculta a los ojos.
Solo la noche revela el brillo de las incontables estrellas y planetas.
Sin la noche una parte de la obra de Dios permanece velada a nuestros ojos!

¿Aún quieres librarte de "tu noche"?
Reza Conmigo!

Bendito seas, Dios y Señor mío.
Bendito sea este tiempo, estas noches en que Tu Gracia me visita.
Ante Vos me postro y te ruego.
Pido tu intervención poderosa.
Dame la gracia de descubrir en la noche el firmamento de Bendiciones que para mi tienes reservado.
Dame la gracia de abrazar mi noche. De encontrar el tesoro oculto.
Dame el contemplar aquello que es fruto de Tu Providencia en mi vida.
Dame el percibir la belleza oculta en la noche de mi vida.
Prepara mi corazón para el amanecer.
Contigo quiero estar,
solo a tu lado podré encontrar la verdadera luz, 
la Luz que no conoce ocaso,
aquella que reside en Vos,
la que devuelve color a las cosas,
la que devuelve calor a mi ser.
Amen.

Bendecida sean las noches de tus días!

Miguel Angel Yunges
Comunidad Piedras Vivas



Humildes

Con Jesús por la mañana.
“Para dialogar es necesario encontrar la mansedumbre, sin gritar. Y es necesario también pensar que la otra persona tiene algo más que yo… Para dialogar, es necesario: la humildad, la mansedumbre, hacerse todo para todos y…sabemos que para hacer estas cosas tienes que tragarte muchos sapos. Pero, debemos hacerlo, porque la paz se consigue así: con humildad, la humillación, buscando siempre el ver en el otro la imagen de Dios” (Papa Francisco). Acércate a un hermano distanciado, ofrécele un espacio de diálogo sincero. Ofrece tu jornada por la intención del Papa para este mes.

Con Jesús por la tarde.
"Jesús respondió: -¡Cuidado, no se dejen engañar! Porque muchos se presentarán en mi nombre diciendo: ‘Yo soy’; ha llegado la hora. No vayan tras ellos" (Lc 21, 8). ¿Qué cosas te deslumbran y le quitan lugar a Dios en tu vida? ¿Qué amores te amarran el corazón y te alejan de Dios? Mientras continuas con el propósito de la mañana, que resuene en tu interior: "Señor, llena todos mis espacios".

Con Jesús por la noche.
Repasa los acontecimientos. Trae a la memoria los acontecimientos vividos desde las primeras horas del día. NO juzgues sólo mira con detenimiento como en una película. Reflexiona, ¿En qué acontecimiento reconoces a Dios presente? ¿En qué momento diste lo mejor de ti? ¿Qué te propones para mañana? Pide ayuda a Dios.


Meditación: Lucas 21, 5-11

Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra.
Lucas 21, 6


¿Recuerdas el hogar de tu niñez? Tal vez las cenas familiares en las que todos conversaban alegremente y reían. O tal vez el patio, donde jugabas y te subías a un árbol.

En el Evangelio de hoy, escuchamos acerca de otra casa muy amada, el Templo de Jerusalén, que era objeto de amor profundo y admiración para el pueblo hebreo por su magnificencia y la belleza de las piedras preciosas que lo adornaban. Por eso, cuando Jesús profetiza que llegará un tiempo en el que todo será destruido, sus palabras resultan espantosas y llenan a los presentes de rechazo y alarma.

El pueblo judío esperaba que el Mesías viniera a proteger el Templo, no a predecir su destrucción. Pero Jesús refuta sus expectativas, explicándoles que él ha venido a establecer un nuevo Templo, no físico, pero duradero. Ese nuevo Templo es la Iglesia, y él es la piedra angular. El resto del edificio está construido por “piedras vivas” (v. 1 Pedro 2, 5), vale decir, nosotros los creyentes. En efecto, los fieles somos más valiosos que las piedras preciosas que decoraban el templo de Jerusalén, aparte de que cada uno de nosotros está llamado a desempeñar una función o servicio importante en la Iglesia.

Y precisamente por ser un templo vivo de Cristo, la forma en que vivamos marca una diferencia, no sólo en nuestra vida personal, sino también en la de nuestros hermanos. Por ejemplo, cuando tenemos paciencia con nuestros hijos, adornamos más la belleza y la vida de toda la Iglesia. Los pocos minutos de reflexión que hagamos sobre las Escrituras diariamente no sólo profundizan nuestra relación con Dios, sino que nos unen más a Cristo.

El Padre siempre tiene algo más que quiere realizar en la Iglesia y más gracia para que nosotros llevemos a cabo su obra. Por eso, hazte hoy la pregunta: ¿Qué cosa puedo hacer para ayudar a edificar la Iglesia? Y escucha lo que te diga el Espíritu Santo: aunque sea algo pequeño, el Señor se deleitará al ver que eres humilde y obediente.

Por último, oremos para que el Señor continúe guiando y protegiendo la Iglesia y a cuantos la formamos, para que todos juntos lleguemos a ser el Templo que él desea.
“Gracias Dios mío, por formar de nosotros tu Templo viviente, tu Iglesia. ¡Enséñame, Señor, a glorificarte en todo lo que yo haga!”
Daniel 2, 31-45
(Salmo) Daniel 3, 57-61
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

RESONAR DE LA PALABRA Evangelio según San Lucas 21,5-11.

Evangelio según San Lucas 21,5-11. 
Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: "De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido". Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?". Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: 'Soy yo', y también: 'El tiempo está cerca'. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin". Después les dijo: "Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo." 

RESONAR DE LA PALABRA

Luis Manuel Suárez CMF
Queridos amigos:
Las construcciones se hacen con ladrillos.
Hubo una vez un pueblo. Lo más valioso que tenían era una alianza con su Dios. Y, aunque eran un pueblo pequeño, comparado con otros, cuando se sintieron poderosos, pensaron hacerle una casa a su Dios. Ese pueblo era Israel. Y esa casa era el Templo.
A Dios le pareció excesivo y prometió que, más bien, sería el quien les daría casa, hogar, morada. Aunque no les impidió que levantasen el Templo.
Con ladrillos, con sudor, con dificultad, el Pueblo de Israel levantó el Templo de Jerusalén. Con el tiempo, ese Templo se fue convirtiendo en el centro de reunión para recordar el comienzo de la Alianza: la Pascua. Toda una vida se fue desarrollando en torno al Templo: sacerdotes, gente, ofrendas, comercios… Como en todas las cosas humanas, había su ambigüedad: el Templo era lugar de encuentro con Dios, pero el Templo también era el lugar de muchas intrigas alejadas de Dios.
En la plenitud de los tiempos, llegó Jesús. Y dijo que el verdadero Templo estaba en el corazón de cada persona, desde donde se puede adorar a Dios “en espíritu y en verdad”. Y derribó las mesas de los que hacían negocio con la religión. Y anunció que destruiría ese Templo… y que lo levantaría en tres días.
A la clase dirigente les pareció una amenaza tan grave, que decidieron acabar con él. Y lo intentaron.
Pero la promesa de Jesús se fue cumpliendo. A los pocos años, el Templo fue destruido, quedando sólo el muro de las lamentaciones. Y, sobre todo, un nuevo Templo se fue levantando. Sus ladrillos no son ahora de barro. Sus ladrillos son los creyentes, que, allí donde están, hacen presente a Dios. “Piedras vivas” forman este nuevo templo llamado “Iglesia” –comunidad de los llamados-. Una Iglesia que está presente allí donde un corazón apuesta por Jesucristo, donde unos pies dan pasos de Evangelio, donde unas manos se abren para ofrecer.
Lo mejor de la Iglesia no son “la calidad de la piedra y los exvotos”, sino las personas, piedras vivas del nuevo templo que se va edificando, y Jesucristo en medio de nosotros. Él es la cabeza del cuerpo, del cual cada uno somos una pequeña célula, un orgánulo… sin el cual, el cuerpo no sería igual.
Te invito a que tomes conciencia de lo que eres: alguien con quien Dios cuenta para morar y para llevar adelante el mundo hacia lo que él sueña, hacia el Reino.
Enhorabuena y ánimo en tu misión. Allá donde estés.
Vuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez CMF (@luismanuel_cmf)

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

SE LEVANTARAN PUEBLO CONTRA PUEBLO

San Juan Pablo II (1920-2005), papa 
Mensaje a los católicos de Austria, junio 1982
«Se levantará pueblo contra pueblo»

    Vistos los múltiples peligros y amenazas contra la existencia humana, los cristianos luchan con todas las fuerzas que les da su esperanza  y unidos con todos los hombres de buena voluntad por un futuro más seguro, digno de ser vivido. Además, lo que nos anima no es tan sólo una esperanza puramente terrestre, sino también, y sobre todo, esta esperanza que  proviene de la fe, de la cual el fundamento y finalidad es, en definitiva, el mismo Dios que, en Cristo Jesús, ha dicho su sí definitivo al hombre. Cristo, con su cruz y resurrección, ha vencido todo sufrimiento y toda la calamidad del mundo, convirtiéndose así, para nosotros, en signo de esperanza.

    La esperanza es una virtud divina; en el sentido más profundo es un don que obtendréis ya... orando mucho a Dios con los otros y por los otros... Nosotros, los cristianos, tenemos igualmente el deber de manifestar públicamente nuestra esperanza y de compartirla con otros. A través de nuestras palabras, ricas en esperanza, podremos ayudar a los demás a vencer el miedo a vivir, la resignación y la indiferencia, y tener confianza en Dios y en los hombres. Como discípulos de Cristo..., podréis ofrecer al hombre de hoy, envuelto en mil amenazas y lleno de confusión, la palabra de esperanza que nos hace libres.

lunes, 27 de noviembre de 2017

Fraternidad

Con Jesús por la mañana.
“La fraternidad es una dimensión esencial del hombre, que es un ser relacional. La viva conciencia de este carácter relacional nos lleva a ver y a tratar a cada persona como una verdadera hermana y un verdadero hermano; sin ella, es imposible la construcción de una sociedad justa, de una paz estable y duradera…la fraternidad se empieza a aprender en el seno de la familia, sobre todo gracias a las responsabilidades complementarias de cada uno de sus miembros” (Papa Francisco). Expresa cariño a alguien de tu familia con un gesto sencillo. Ofrece el día por la intención del Papa.

Con Jesús por la tarde.
"En aquel tiempo, alzando Jesús la mirada, vio a unos ricos que echaban sus donativos en el arca del Tesoro; vio también a una viuda pobre que echaba allí dos moneditas, y dijo: De verdad les digo que esta viuda pobre ha echado más que todos" (Lc 21, 1-3). ¿Eres generoso en tu accionar o solamente brindas lo que te sobra? Lo importante no es lo que haces sino el amor que pones. Pide en tu corazón: "Señor, enséñame a dar con amor". Actualiza el propósito de la mañana.

Con Jesús por la noche.
Descubre la novedad. Cada día es una oportunidad para que descubras las novedades en las que Dios se te hace presente. Pasa por el corazón lo que viviste, personas, acontecimientos, lugares ¿Qué novedades descubres? ¿Cómo las has vivido, las recibiste o las has resistido y rechazado? ¿Descubres a Dios presente en ellas? ¿Qué aprendiste? Agradece a Dios.


Meditación: Lucas 21, 1-4

Esta viuda pobre puso más que todo el resto.Lucas 21, 3
¡Qué extraordinaria generosidad manifestada en apenas dos moneditas! Era todo lo que ella tenía, de modo que fue sin duda una ofrenda abundante. Esta viuda estaba dispuesta a depender literalmente del cuidado y la providencia de Dios para vivir. Lo más probable es que su donación haya sido insignificante para la mayoría de la gente que había en el Templo ese día, pero de alguna manera Jesús se dio cuenta y se llenó de gozo, porque veía que esto era lo mejor que ella podía hacer, y eso siempre complace al Señor.

¿Qué le has dado tú al Señor últimamente? No te preocupes si no es mucho. Recuerda que nadie puede retribuirle con justicia el regalo de la vida, la salvación y el Espíritu Santo que él nos ha dado. Nada es suficiente, pero sí podemos darle nuestro amor y adoración de la mejor manera que podamos. Dios no espera que le demos más tiempo del que tenemos y no lleva cuenta del dinero que le damos. Lo que realmente quiere el Señor es que le demos nuestro corazón.

Así pues, incluso si no puedes salir de tu casa o estás encarcelado, o te encuentras sirviendo en un remoto puesto en Irak, Afganistán u otro país o cumpliendo dos trabajos para ganar lo suficiente, ¡no te aflijas! Dale al Señor lo que puedas. Tal vez cinco minutos de quietud para rezar, pero dáselos. Aunque sean apenas unos minutos para leer su Palabra o sólo unas monedas para la colecta, dáselos. Aunque sea nada más que elevar tus pensamientos a él en medio del ajetreo del día, hazlo sin falta.

Tal vez tu ofrenda se parezca a las dos moneditas, pero Dios se alegra por todo lo que le das de corazón. Fuimos creados para amar a Dios con todo nuestro ser; todo lo demás que tengamos (lo que hagamos y lo que demos) brota de ese amor. Cada día puedes darle algo diferente y aunque sea poquito, si lo das con amor hace las delicias del Señor y es mucho mejor a sus ojos que dar mucho a regañadientes.

El Señor mismo dijo que hay más bendición en dar que en recibir (Hechos 20, 35) y ¡es cierto!

En efecto, lo importante no es tanto cuánto o qué es lo que se da, sino la actitud con que se ofrece algo. ¡El Señor premia la generosidad!
“Jesús, te amo con todo mi ser. Recibe hoy mi corazón, a pesar de todos los defectos que yo tenga, pero es lo mejor que tengo para ofrecerte.”
Daniel 1, 1-6. 8-20
(Salmo) Daniel 3, 52-56

LA EUCARISTÍA LIBERA

«¿Cuándo recibo la comunión en la Misa, el Señor encuentra mi fragilidad? ¡Sí! ¡Podemos decirlo porque esto es verdad! El Señor encuentra nuestra fragilidad para llevarnos a nuestra primera llamada: aquella de ser imagen y semejanza de Dios. Este es el ambiente de la Eucaristía, esta es la oración»
Francisco
Audiencia general 15.11.17
viñeta Leonan Faro


RESONAR DE LA PALABRA

Evangelio según San Lucas 21,1-4. 
Levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo. Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre, y dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie. Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir." 

RESONAR DE LA PALABRA
Luis Manuel Suárez CMF

Queridos amigos:
¿A quién no le gustaría ver más allá?
La historia humana está llena de inventos para ello. Hemos inventado los catalejos, para los que van en barco. O los telescopios, para ver las estrellas… Para las cosas pequeñas existen los microscopios. Y para ver los huesos, los rayos X.
Pero aún no se ha inventado el aparato que mire el interior de las personas, los secretos del corazón, lo íntimo de lo íntimo. Quizá porque nunca se podrá inventar. O quizá porque sólo una mirada penetrante es capaz de ver, de verdad, más allá de las apariencias…
El pueblo de Israel, en su relación personal con Dios, descubrió que éste era el único que conoce cada corazón y comprende todas sus acciones. El único capaz de ver más allá. Y no sólo de ver, sino de amar. Amar más allá de los méritos, de las cualidades, de las bondades.


Jesús, Dios-con-nosotros, tenía la misma mirada penetrante que el Padre. Y el mismo amor. Por eso fue capaz de ver, en aquellos niños que molestaban, unos benjamines del Reino; y en aquel Zaqueo ruin y estafador, una promesa de generosidad; y en aquella mujer que lloraba, un anticipo de evangelizadora… y en aquella viuda que echaba dos céntimos, una entrega más generosa que la de otros.


Los amigos de Jesús estamos llamados a ver más allá de las apariencias. Ejercitando la mirada, percibiendo los detalles, desvelando lo que a otros se les oculta… Descubriendo en cada persona un hijo de Dios y en cada acontecimiento una oportunidad para la Vida.


Me vienen a la memoria los versos del Salmo 32
“El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres;
desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra:
él modeló cada corazón,
y comprende todas sus acciones”.
Y me viene al corazón darle gracias porque sea así, y pedirle que a mí también me dé la gracia de ver más allá. Para mí y para todos.


Tu hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez CMF (@luismanuel_cmf)

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

LO HA SACADO DE SU INDIGENCIA

San Juan Crisóstomo (c. 345-407), presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia 
Sermón sobre el diablo tentador
«Lo ha sacado de su indigencia»

    He aquí los cinco caminos de conversión: primero la reprobación de nuestros pecados, después el perdón concedido a las ofensas del prójimo; el tercero consiste en la oración; el cuarto en la limosna; el quinto en la humildad. No te quedes, pues, inactivo, sino que sigue cada día todos estos caminos; son caminos fáciles y no puedes poner como pretexto tu miseria.

    Porque, aunque tú vivas en la mayor pobreza, puedes abandonar tu cólera, practicar la humildad, orar asiduamente y reprobar tus pecados; tu pobreza no es obstáculo para nada de ello. Si es verdad que en este camino de conversión se trata de dar sus riquezas, la misma la pobreza no nos impide de cumplir el mandamiento. Lo vemos claramente en la viuda que daba sus dos pequeñas monedas.

    Ahí tenemos cómo curar nuestras heridas; apliquemos el remedio. Retornados a la verdadera salud, acerquémonos apresuradamente a la mesa santa y con gran gloria vayamos al encuentro del rey de la gloria, Cristo. Obtengamos los bienes eternos por la gracia, la misericordia y la bondad de Jesucristo nuestro Señor.

domingo, 26 de noviembre de 2017

MENDIGOS DE LO ESENCIAL

«Esta es la elección que tenemos delante: vivir para tener en esta tierra o dar para ganar el cielo. Porque para el cielo no vale lo que se tiene, sino lo que se da, y «el que acumula tesoro para sí» no se hace «rico para con Dios» (Lc 12,21). No busquemos lo superfluo para nosotros, sino el bien para los demás, y nada de lo que vale nos faltará. Que el Señor, que tiene compasión de nuestra pobreza y nos reviste de sus talentos, nos dé la sabiduría de buscar lo que cuenta y el valor de amar, no con palabras sino con hechos»
francisco
homilía santa Marta 261117
viñeta Leonan Faro


Disponibles al otro

Con Jesús por la mañana.
“El verdadero encuentro con los demás implica la claridad de la propia identidad, pero al mismo tiempo la disponibilidad a ponerse en el lugar del otro para comprender, por debajo de la superficie, lo que agita su corazón, qué cosa busca verdaderamente. De este modo puede iniciar ese diálogo que hace avanzar en el camino hacia nuevas síntesis que enriquecen a uno y al otro” (Papa Francisco). Acércate a tu hermano con apertura y comprensión haciendo propicio el encuentro. Ofrece tu día por la intención del Papa.

Con Jesús por la tarde.
"Él responderá: Les aseguro que lo que no hicieron a uno de estos más pequeños no me lo hicieron a mí" (Mt. 25, 45). Haz un alto en el camino y reflexiona: ¿Comprendes a tu hermano necesitado? ¿Lo asistes en su necesidad? Dios ha elegido acercarse al que sufre a través de tus manos, tu tiempo, tu generosidad. Permite a Dios que llegue a más hermanos a través de tu servicio. Al ritmo sereno de tu respiración repite: "Señor, concédeme un corazón generoso". Continúa con el propósito de la mañana.

Con Jesús por la noche.
Revive tu historia. Al cerrar la semana repasa la historia vivida en ella. ¿Ha habido novedades que te han ayudado a crecer? ¿Qué acontecimiento te ha llenado de gozo? ¿Qué sentimientos recuerdas con más fuerza? ¿Qué palabras aún te resuenan? ¿Recuerdas alguna imagen que quede grabada en el corazón? ¿Qué encuentros te han llenado de alegría? Agradece a Dios lo vivido y disponte a iniciar una nueva semana.


Meditación: Mateo 25, 31-46

Cuando venga el Hijo del hombre… se sentará en su trono de gloria. Mateo 25, 31
Hoy día celebramos la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el “Rey de Reyes y Señor de Señores”, al que un día todas las creaturas aclamarán con grandes voces diciendo: “Al que está sentado en el trono y al Cordero, la alabanza, el honor, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 5, 13). La semana que hoy comienza es la última del año litúrgico.

Reflexionando sobre el significado de esta solemnidad, se nos vienen a la mente algunos de los atributos divinos de nuestro Rey: su omnisciencia, omnipresencia, su naturaleza divina e inmutable, etc. Pero Jesús es también la revelación del Padre, que se presentó a Moisés como el “Dios tierno y compasivo”. Él es el Buen Pastor, que cuida su rebaño, buscando a sus ovejas y llevándolas a buenos pastos; es el Mesías de Dios, que se conmueve por los pequeños y los enfermos, por los que sufren y por los que tienen hambre de la Palabra de Dios.

Infinitas son la ternura y la misericordia de nuestro Rey, y él quiere que sus fieles tengamos su mismo espíritu de compasión y generosidad. En efecto, el Señor sigue visitando, por intermedio nuestro, al hambriento, el sediento, el enfermo, el sin casa, el encarcelado, y utiliza las manos y pies de sus discípulos para llevar ayuda a quienes necesitan alimento, ropa, albergue y un oído atento y compasivo. Aunque las obras de caridad no sustituyen a la fe para la salvación, nosotros seremos igualmente juzgados por las obras que hagamos o dejemos de hacer.

Todo acto de ayuda y servicio que hagamos demuestra cuánto amamos a Jesús, porque él también está presente en los pobres, los marginados y los indefensos. Cuando nuestro Rey vuelva en gloria, ¡qué alegría será escuchar su invitación!: “Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo.”
“Dios y Señor nuestro, concédenos un mayor grado de tu amor para que aprendamos a reconocerte en los demás y servirte en ellos.”
Ezequiel 34, 11-12. 15-17
Salmo 23(22), 1-6
1 Corintios 15, 20-26. 28

Heridos en el amor

Los que han sido heridos, muy pronto vuelven a levantar barreras y procuran más ser admirados que amados. Temen al amor, porque al amar nos hacemos forzosamente vulnerables. Podemos ser heridos si la persona amada no corresponde como desearíamos, o si nuestro deseo de unión no se realiza como quisiéramos. El que ama se ofrece él mismo, en cierto modo, sin barreras, en un impulso de amor; si este ofrecimiento es rechazado, el que ama sufre entonces más profundamente que nadie. Un niño abandonado por sus padres o un enamorado al que dejó su amada, son personas con heridas tan profundas que quizás no cicatricen nunca.
Jean Vanier, No temas amar, P112




RESONAR DE LA PALABRA Evangelio según San Mateo 25,31-46.

Evangelio según San Mateo 25,31-46. 
Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'. Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'. Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'. Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'. Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'. Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'. Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna". 

RESONAR DE LA PALABRA
Fernando Torres cmf

¿Quién es el juez?
La parábola de hoy es fácil de entender. Estamos en un momento solemne: el juicio final. El momento en que se valorarán nuestras acciones, se pesará cada uno de nuestros actos. La parábola nos dice que en aquel momento Dios separará a unos de otros, a los buenos de los malos. Exactamente como un pastor separa en su rebaño a las ovejas de las cabras. ¿Quién es quién? Casi todos al escuchar la parábola no tenemos duda en identificar a las ovejas y a las cabras. A la derecha se sitúan las ovejas, los justos, los que han pasado la vida haciendo el bien. Los que se sitúan a la izquierda son las cabras, los malos, los que se han portado mal.
Tampoco nos resulta difícil identificar a los receptores de las buenas acciones de los buenos y de las malas acciones de los malos. Jesús lo deja claro. Son los más necesitados, los últimos de la sociedad, los despreciados y dejados de lado. Son los que tienen hambre, los forasteros, los que están desnudos, los que están enfermos y en la cárcel. Es interesante observar que los buenos son buenos por lo bien que han tratado a esos, a los últimos, a los que nadie quiere ni valora. Y el rey, Dios mismo, se identifica con ellos. No dice que los buenos sean buenos porque han tratado bien a los pobres, a los enfermos y a los encarcelados. Dice que son buenos porque le han tratado bien a él mismo. Dios se identifica con los pobres. Así lo ha afirmado siempre la tradición cristiana. Lo que se hace a los pobres se hace a Dios mismo. Hay que tener buena vista para descubrir en los pobres, en los últimos, a Dios mismo. Esta ya es una importante lección para este domingo con el que termina el año litúrgico. Es la última lección, la más importante, el resumen de lo aprendido en todo el año. Nos salvaremos por el modo como tratamos a Dios mismo en la figura de los pobres, los enfermos, los encarcelados... Y pobre del que no se haya enterado de que en ellos está presente Dios mismo. Los pobres son sacramento de Dios para nosotros.
Un último detalle. A la hora de identificar a los personajes de la parábola, nos suele resultar fácil identificarnos con los pobres que necesitan ayuda, con los buenos que les tratan bien o con los malos que los dejan de lado. Pero reconozcamos que en la práctica con quien nos identificamos muchas veces es con el juez. Nos gusta ser jueces de nuestros hermanos y determinar quiénes deberían estar a la derecha y quienes a la izquierda, quienes son los buenos y quienes los malos. Última parte de la lección: nunca ser jueces de nadie, porque ese puesto se lo ha reservado Dios a sí mismo. Que no se nos olvide, que es muy importante.


Para la reflexión
¿Con qué ojos miramos a los pobres, a los necesitados, a los enfermos, a los encarcelados? ¿Vemos en ellos a Cristo o simplemente les despreciamos? ¿Cuántas veces juzgamos a nuestros hermanos? ¿Cuántas veces ocupamos el lugar de jueces, ese lugar que Dios se ha reservado a sí mismo?


fuente del comentario CIUDAD REDONDA

REY Y SEÑOR

Concilio Vaticano II 
Constitución dogmática sobre la Iglesia “Lumen gentium”, § 13 (trad. © Libreria Editrice Vaticana)
Rey y Señor

    Todos los hombres están llamados a formar parte del nuevo Pueblo de Dios. Por lo cual, este pueblo, sin dejar de ser uno y único, debe extenderse a todo el mundo y en todos los tiempos, para así cumplir el designio de la voluntad de Dios, quien en un principio creó una sola naturaleza humana, y a sus hijos, que estaban dispersos, determinó luego congregarlos (Jn 11:52). Para esto envió Dios a su Hijo, a quien constituyó en heredero de todo (Hb 1:2), para que sea Maestro, Rey y Sacerdote de todos, Cabeza del pueblo nuevo y universal de los hijos de Dios. Para esto, finalmente, envió Dios al Espíritu de su Hijo, Señor y Vivificador, quien es para toda la Iglesia y para todos y cada uno de los creyentes el principio de asociación y unidad en la doctrina de los Apóstoles, en la mutua unión, en la fracción del pan y en las oraciones (Hch 2:42 gr.).

    Así, pues, el único Pueblo de Dios está presente en todas las razas de la tierra, pues de todas ellas reúne sus ciudadanos, y éstos lo son de un reino no terrestre, sino celestial. Todos los fieles dispersos por el orbe comunican con los demás en el Espíritu Santo (…). Y como el reino de Cristo no es de este mundo (Jn 18:36), la Iglesia o el Pueblo de Dios, introduciendo este reino, no disminuye el bien temporal de ningún pueblo; antes, al contrario, fomenta y asume, y al asumirlas, las purifica, fortalece y eleva todas las capacidades y riquezas y costumbres de los pueblos en lo que tienen de bueno.

    Pues es muy consciente de que ella debe congregar en unión de aquel Rey a quien han sido dadas en herencia todas las naciones (Sal 2:8) y a cuya ciudad ellas traen sus dones y tributos (Sal 71 [72], 10; Is 60:4-7; Ap 21:24). Este carácter de universalidad que distingue al Pueblo de Dios es un don del mismo Señor con el que la Iglesia católica tiende, eficaz y perpetuamente, a recapitular toda la humanidad, con todos sus bienes, bajo Cristo Cabeza, en la unidad de su Espíritu.

sábado, 25 de noviembre de 2017

Las pruebas

A menudo cuando una comunidad está a punto de desmembrarse es cuando las personas empiezan a aceptar el diálogo y a mirarse a los ojos, pues se percatan de que es cuestión de vida o muerte hacer algo definitivo y radicalmente diferente. Frecuentemente es necesario llegar hasta el fondo del abismo para alcanzar el instante de verdad, reconocer la propia pobreza, la propia necesidad de unos y de otros y pedir socorro a Dios.
Las pruebas que quebrantan una seguridad superficial liberan muchas veces nuevas energías que hasta entonces estaban ocultas. A partir de estas heridas renace la esperanza.
Jean Vanier , La Comunidad, P 132


Tus pies

Con Jesús por la mañana.
“En tu aparente parálisis, nos envías a recorrer caminos, somos tus pies y te acercamos a las vidas más marginadas, pisadas suaves para no despertar a los niños que duermen su inocencia, pisadas fuertes para bajar a la mina o llevar con prisa una carta perfumada” (Benjamín González Buelta sj). Estás llamado a ser Dios para otros. Acércate con un gesto cálido a quienes encuentres. Abandona el gesto duro y frío. Sonríe, abraza y expresa cariño. Ofrece tu día por los cristianos de Asia.

Con Jesús por la tarde.
"Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven" (Lc 20, 37-38). ¿Qué dimensiones de tu vida necesitan renacer? ¿Qué debes dejar morir para nacer a una mayor libertad interior? Mientras continúas con el propósito del día, repite en tu interior: "Padre, resucítame en tu amor".

Con Jesús por la noche.
Trae a las personas. Trae a la memoria a las personas que has encontrado hoy. ¿Quiénes son? ¿Cómo han sido esos encuentros? ¿Cómo ha sido tu acogida y tu despedida? Reconoces que las personas son regalos que Dios te acerca cada día. ¿Qué te han hecho sentir? ¿Qué has podido hacer por los demás? ¿Hay alguien que necesite una disculpa? Agradece el don de la vida en ti y en tus hermanos. 


Meditación: Lucas 20, 27-40

Los saduceos no creían en la resurrección después de la muerte y afirmaban que la Ley de Moisés era la única fuente de autoridad.

Ellos, que eran más estrictos que los fariseos, se sintieron profundamente ofendidos por la interpretación aparentemente radical que daba Jesús a las Escrituras y por la aceptación que el Señor extendía a todo tipo de personas.

Cuando Cristo comenzó a enseñar en el atrio del templo, los saduceos enviaron a unos de su grupo a tratar de ponerle una trampa para desacreditarlo y contradecir su mensaje. La historia hipotética de la mujer casada varias veces, pero que había muerto sin dejar hijos, era el anzuelo con que pretendían sorprender al Señor. ¿Existía la resurrección de los muertos? Si la respuesta era afirmativa, ¿cómo, entonces, podía resolverse tan enigmática situación, según la ley de Moisés?

Jesús, dándose cuenta de la intención engañosa de la pregunta, les respondió con los propios conceptos de ellos, pero tratando de elevarles la mente al ámbito celestial. Primero, presentó un resumen de sus enseñanzas, siguiendo la tradición de los rabinos, y para fundamentar su tesis, citó la misma ley (Éxodo 3, 6), única autoridad aceptada por los saduceos.

Pero, aunque su respuesta se ajustaba a la tradición que ellos aceptaban, el contenido era radicalmente diferente, porque los justos no sólo resucitan a la vida, sino que llegan a ser “hijos de Dios, pues él los habrá resucitado”. El Padre no sólo da vida en la tierra, sino que sustenta e incluso transforma la vida más allá del sepulcro. Ahora que la muerte ha sido derrotada, los hijos de la resurrección no “podrán ya morir”; para él “todos viven” en una existencia totalmente nueva que trasciende la vida que conocemos en la tierra.

En efecto, todos los hijos de la resurrección podemos experimentar la misma vida de Jesús: libres de la muerte y vivos para Dios (Romanos 6, 5-11), a condición de que permanezcamos unidos a Jesús por la fe, hayamos sido bautizados en Cristo y recibamos los sacramentos. Así podemos vernos libres del pecado y de la muerte, y saborear los primeros frutos de la vida celestial que nos espera.
“Padre eterno, que por la muerte y la resurrección de tu Hijo nos has prometido darnos una vida nueva en tu presencia, fortalécenos, Señor, para ser fieles a ti, mientras esperamos la gloria y la alegría de la vida eterna.”
1 Macabeos 6, 1-13
Salmo 9, 2-4. 6. 16. 19

Los riesgos del amor

El amor asusta por el riesgo que implica. Incluye el respeto a la libertad del otro, sin que sea posible prever el rumbo que tomarán las cosas. Puedo ser fiel hasta la muerte, sin que el otro lo sea. Y también puedo no serlo, pues siento bien mi debilidad. Este es el riesgo del amor. 

El amor no es solo una experiencia que nos abre a lo infinito; es igualmente un vínculo, una atadura que nos fija al tiempo. Es el matrimonio del tiempo con la eternidad, y su belleza consiste, en última instancia, en la realidad de la fidelidad, del afecto mutuo y del compromiso permanente del uno para con el otro




Jean Vanier, No temas amar, P114

Quienes están solos

Me llama la atención el número de personas que viven solas y que abrumadas por la soledad, se hunden en la depresión o en el alcoholismo, porque es evidente que la soledad puede trastornar. Cada vez hay más personas desequilibradas porque su vida familiar ha sido triste, como los drogadictos, delincuentes y todas las personas que buscan una familia y un sentido a la vida. En los años venideros tendrán que nacer pequeñas comunidades de acogida, en donde estas personas solas puedan encontrar una familia y lleguen a sentir que pertenecen a algo o alguien. Antiguamente, los cristianos que querían seguir a Jesús abrían hospitales y escuelas; hoy, que hay cada vez más enfermeras y maestros, será necesario que los cristianos se comprometan con estas nuevas comunidades de acogida para vivir con quien no tiene familia y necesita que alguien le demuestre que le quiere, que puede crecer en libertad y que, a su vez, puede amar y dar la vida por los demás.
Jean Vanier, La Comunidad, P 305


RESONAR DE LA PALABRA Evangelio según San Lucas 20,27-40.

Evangelio según San Lucas 20,27-40. 
Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: "Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?". Jesús les respondió: "En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él". Tomando la palabra, algunos escribas le dijeron: "Maestro, has hablado bien". Y ya no se atrevían a preguntarle nada. 


RESONAR DE LA PALABRA

Bonifacio Fernandez, cmf
Queridos amigos y amigas:
La fe cristiana es una actitud humana compleja; implica varias dimensiones y desempeña diversas funciones. La fe es el fundamente de la esperanza: creemos y por eso esperamos. Y la esperanza es el horizonte de la fe. Esperamos y por eso creemos. La actitud creyente se basa en el testimonio de Dios; Dios mismo se comunica, nos habla. Antes de fijarnos en lo que Dios dice, es importantísimo caer en la cuenta de que Dios habla, de que da testimonio de si mismo, se dirige a nosotros, nos interpela. Es el Dios vivo y personal. Es el Dios de la historia. Su nombre lleva las huellas históricas: Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, Dios de vivos. En él todos están vivos.
Jesús lee de una manera nueva la teofanía de la zarza. Descubre en ella una nueva revelación y sentido: la resurrección de los muertos. Así responde Jesús a la cuestión casuística de los saduceos. Ellos no admiten la resurrección de los muertos. Sus argumentos son pintorescos. La respuesta de Jesús insiste en la novedad de la resurrección. En la vida resucitada las relaciones son diferentes.
Además de este fundamento la fe cristiana tiene importantes funciones. Libera del miedo; libra de la autosuficiencia, del poder destructor de la ignorancia de Dios, del temor a la muerte. La fe en el Dios de vivos tiene fuerza en si misma para vencer el temor a la muerte; tiene luz para iluminar la oscuridad de la vida y de la muerte; tiene coraje para superar el miedo que nos paraliza; cura las heridas de las fracasos en la lucha por cambiar este mundo y convertirlo en reino de Dios. ¿Nos dan miedo los poderes de este mundo, especialmente, el poder de la muerte? Nuestra fe es fe en el Dios vivo y resucitador. No nos deja encerrarnos en lo finito e inmediato. Nos mantiene despiertos, enhiestos, con capacidad de lucha y de superación hacia el futuro. Tiene siempre una pregunta de más para nuestras respuestas.
La fe cristiana es confianza en el Dios que hace posible lo que parece imposible; que cumple sus promesas, a veces por caminos desconocidos para nosotros; que resucita a los muertos.
Vuestro hermano en la fe.
Bonifacio Fernández cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA