domingo, 28 de febrero de 2021

Buen día, Espíritu Santo! 28022021

 

Primicias


Sé que sin tu aliento nada es posible,
Sé que me has envuelto en Tu Amor
Se que en la noche me acunarás,
Y que cada día, al despertar, es un punto de partida.
Te entrego ahora mis cansancios, mis batallas
Para que al amanecer me encuentre con
la fuerza y la valentía que proviene de Ti.


Que Tu soplo me haga poner de pie.
Vivir la realidad de mi vida
sabiendo que eres Tú quien la cuida y la guarda.
Dame la gracia del desapego,
Dame la gracia de un vínculo nuevo y renovado Contigo.
Y si el día me presenta momentos dolorosos,
Que pueda avanzar, crecer,
y aprenda a encontrar en las pruebas,
y en las pérdidas una nueva madurez.

COMPRENDIENDO LA PALABRA 280221


«Se transfiguró delante de ellos; sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador»

Tres son los escogidos para subir a la montaña, dos para aparecerse con el Señor... Pedro, que ha recibido las llaves del Reino de los cielos, sube, y Juan a quien se le confiará la Madre de Jesús, y Santiago que será el primero en llegar a la dignidad de obispo. Después aparecen Moisés y Elías, la Ley y la profecía, con el Verbo... También nosotros subimos la montaña, imploramos al Verbo de Dios para que se nos aparezca en su «resplandor y belleza», que sea «fuerte, se adelante en majestad y reine» (Sl 99,4)...

Porque si tú no subes a la cumbre a través de un saber más elevado, la Sabiduría no se te revelará, no tendrás el conocimiento de los misterios, ni verás aquel resplandor, aquella belleza contenida en el Verbo de Dios, sino que el Verbo te parecerá como en un cuerpo «sin belleza ni resplandor» (Is 53,2). Te parecerá como un hombre lastimado, capaz de sufrir nuestros males (v. 5); te parecerá como una palabra nacida del hombre, cubierta del velo de la letra, sin resplandecer con la fuerza del Espíritu (cf 2C 3,6-17)...

Sus vestidos son de una manera abajo de la montaña, otra allá arriba. Puede ser que los vestidos del Verbo sean las palabras de la Escritura, adornando, por decirlo de alguna manera, el pensamiento divino, y puesto que se aparece a Pedro, Santiago y Juan bajo otro aspecto, sus vestidos resplandecen de un blanco deslumbrador, de la misma manera que, a los ojos de tu espíritu, se ilumina ya el sentido de las Escrituras. Las palabras divinas, pues, se vuelven como nieve, los vestidos del Verbo «de un blanco deslumbrador como no puede dejarlos ningún batanero del mundo»...

Vino una nube y los cubrió con su sombra. Esta sombra es la del Espíritu divino; no es un velo sobre el corazón de los hombres, sino que revela lo que esta escondido... Ya lo ves: no sólo para los principiantes, sino también para los perfectos y lo mismo para los que habitan en el cielo, la fe perfecta es conocer al Hijo de Dios.


San Ambrosio (c. 340-397)
obispo de Milán y doctor de la Iglesia
Comentario al evangelio de san Lucas, VII, 9s

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 9,2-10


Evangelio según San Marcos 9,2-10
Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos.

Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas.

Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.

Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías".

Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor.

Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: "Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo".

De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos.

Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.

Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría "resucitar de entre los muertos".


RESONAR DE LA PALABRA


EL DIOS QUE NOS FORTALECE Y PURIFICA

En este tiempo de Cuaresma recibimos una insistente llamada a «volver a Dios», a reencontrarnos vitalmente con él. Pero es esencial que nos preguntemos a «qué Dios» debemos volver, cuál es el rostro de ese Dios al que queremos mirar cara a cara y vivir para él. Las lecturas de este día son una gran ayuda para purificar ideas, vivencias, sentimientos que podrían no coincidir con el auténtico rostro de Dios manifestado en Cristo Jesús.

Cuando he tenido ocasión de leer y comentar la primera lectura con grupos de adultos y jóvenes, invitándoles a que expresaran libremente sus reacciones... se amontonaban las preguntas: Por ejemplo: ¿Dios pone a prueba? Resulta contradictorio que Dios «violente» a sus seguidores y se arriesgue a perderlos si tropiezan con sus «pruebas». Pero además: ¿No lo sabe todo Dios? ¿Para qué necesita hacer esas «comprobaciones»? Este Dios que pide el sacrificio de Isaac, ¿no parece un poco sádico, aunque al final interviniese para que Abraham no lo llevase a cabo? ¿Es aceptable un dios que pide semejantes cosas? Y con respecto a Abraham: ¿Se nos está proponiendo como modelo una «obediencia ciega»? No parece muy modélico que alguien pretenda poner en práctica semejante barbaridad. Y es cierto que «en el nombre de Dios» se han cometido y se cometen auténticas atrocidades, o exigencias absurdas... que ocurren cuando se conoce poco o mal el rostro de Dios (es el caso de Abraham, que apenas comenzaba a conocer a Dios) y cuando falta un «discernimiento» adecuado para valorar lo que creemos que nos pide.



Digamos por tanto algunas claves para situar el texto y aplicarlo a nuestra vida:

- Lo primero es que la revelación de Dios en la Biblia es progresiva, a lo largo de muchos siglos. Su rostro se va clarificando y purificando con el paso del tiempo. No encontramos en la Biblia un «único» rostro de Dios, ni es posible hacerlos compatibles entre sí, porque no lo son. Y, como ha dicho repetidamente la Iglesia, no se puede interpretar un texto, prescindiendo del resto de la Biblia. Y particularmente los cristianos tenemos que contar con Jesús de Nazareth y su definitiva revelación del rostro de Dios (Evangelio de hoy).

- En segundo lugar: ¿De dónde sacó Abraham esa petición de Dios? Porque es claro que Dios «no da voces», ni conversa como lo hacemos nosotros. El hombre aprende a escuchar su voz en el fondo del corazón, es una intuición profunda, una inquietud... que se mezcla a menudo con otras voces. El hombre de Dios tiene que aprender a discernir. Eran frecuentes en las religiones del entorno de Abraham los sacrificios humanos. Y Abraham «siente» que Dios le pide algo similar. No conocía suficientemente a Dios. Y aunque le cuesta, aunque no entiende, aunque se revuelve por dentro... decide hacer caso a aquella voz: es un hombre obediente, y se pondrá en camino con Isaac, pero... sin renunciar a seguir discerniendo. Dios mismo acudirá en su ayuda... para hacerle ver que él no es como los otros dioses que reclaman sacrificios humanos, y para agradecerle su capacidad de sacrificio y renuncia. Abraham, aunque fuera por error, ha mostrado que Dios está por encima de comprender, por encima de sus intereses, por encima de sus deseos de futuro, por encima de su idea de Dios. Y confía en la Promesa que Dios le había hecho. En esto sí que es «padre de los creyentes».

- Y nos plantea un reto para nuestra Cuaresma: Isaac era un regalo de Dios, era como la recompensa recibida por haberle obedecido, dejando atrás su tierra y poniéndose en camino sin saber siquiera a dónde: «a la tierra que yo te mostraré». Era, por tanto, algo bueno, ese hijo era un don de Dios. Aprendemos, por tanto, que Dios nunca nos pedirá que renunciemos a lo bueno, a sus dones, y que siempre estará de parte de la vida, protegiéndola. Pero siempre queda el peligro, la tentación, de «adueñarnos», sentirnos propietarios de sus dones, hacer de ellos nuestra seguridad, hasta el punto de olvidar de quién nos vienen, a quién pertenecen realmente, y qué sentido o significado tienen. Nuestro punto de apoyo no deben ser nunca los bienes recibido de Dios... sino Dios mismo, y por tanto, tendremos que estar siempre dispuestos a renunciar incluso a lo que nos parece imprescindible.. sin dudar de que «Dios proveerá», como le va explicando Abraham a su hijo por el camino hacia el monte Moriah. Es el Dios que provee y que bendice. Es el «Dios de los dones».

- Por último hay que renunciar de una vez de hacer responsable a Dios de nuestras tentaciones, o de decir que «nos pone a prueba». Nos dice la Carta de Santiago: "¡Feliz el hombre que soporta la tentación! Superada la tentación, recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman. Ninguno, cuando sea tentado, diga: 'Es Dios quien me tienta'; porque Dios no es tentado por el mal ni tienta a nadie. Cada uno es tentado por el propio deseo que lo arrastra y seduce". (Santiago, 1,12-13)



Mirando ya hacia el Evangelio:

Jesús ve llegar momentos difíciles, se «huele» el fracaso y la muerte a la vuelta de la esquina. Más pronto que tarde, su vida se verá envuelta en la oscuridad y será tronchada. Y necesite encontrarse con el Padre, buscando un poco de luz y de fortaleza. La cercanía, la confianza y el encuentro con el Padre son indispensables para superar los momentos difíciles, para no venirse abajo, ante la soledad de tomar decisiones difíciles... y ante el desconcertante silencio de Dios. Nos advertirá más adelante: "Orad para no caer en tentación".

Por otro lado, los tres discípulos que le acompañan andan también «confundidos», como Abraham, sobre los caminos de Dios. No aceptan un Mesías fracasado, sufriente, entregado, sacrificado, sin poder ni gloria. Y Jesús tiene que ayudarles a discernir los caminos de Dios, su «voluntad». Esto vale mucho hoy para la Iglesia: la entrega silenciosa, el silencio, la humildad, el sacrificio, el huir de la gloria, prescindir de todo tipo de ostentaciones...

En la escena que contemplan aparecen tres «personajes». En primer lugar Elías, que representa a los profetas: Ellos hablaban en nombre de Dios -«oráculo del Señor»- anunciadores de la novedad de Dios, del futuro que Dios siempre abre para su pueblo, anunciadores del Mesías. Por su parte, Moisés fue el fundador del Pueblo, el redactor de la Ley, el guía hacia la Tierra Prometida, que mana leche y miel. Y en tercer lugar, el propio Dios, representado -como en el Éxodo- por la nube y una voz que pide: «escuchadle». Los tres rodean a Jesús... y «desaparecen», quedando Jesús como único protagonista. Es decir: Jesús es el Nuevo Moisés, fundador de un nuevo pueblo, de una nueva alianza, de una nueva ley, un nuevo guía hacia la plenitud. Jesús es el nuevo «profeta» que anuncia y abre el futuro de Dios, ya no harán falta más portavoces de Dios: Jesús es el único, es la Palabra de Dios. Por eso también «desaparece» Dios de la escena porque ahora será Jesús, el Hijo Amado, la nueva presencia de Dios entre los hombres (Hebreos, 1, 1-2)

Algunas conclusiones para nuestro camino cuaresmal:

- Invitación urgente al encuentro calmado con Dios, para que él nos ayude a discernir sus caminos, purificar su rostro, y para ser fortalecidos ante la tentación y las pruebas que llegarán en algún momento. En esa oración no puede faltar la Palabra que es Jesús, escuchándole. Y dejándonos acompañar por él cuando toque «bajar del monte» a la dura realidad de la vida.

- El dolor, el fracaso, la oscuridad, el sinsentido, el silencio de Dios... se abrirán a la luz de la Pascua, son camino para la gloria... si los vivimos confiando en Dios. No se esfumarán las dificultades que puedan presentarse, como no desapareció la Cruz del horizonte de Jesús, a pesar de ser su Hijo Amado. Pero la esperanza en el Dios de la vida y de la Luz... nos ayudarán a superarlas. Como hizo Jesús. Contemplarle, escucharle, seguirle... es el único camino para el triunfo.

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

sábado, 27 de febrero de 2021

Buen día, Espíritu Santo! 27022021

 

COMPRENDIENDO LA PALABRA 270221


“Yo os digo, amad a vuestros enemigos”

Uno de vosotros dirá: "No puedo amar a mis enemigos". En las Escrituras Santas, Dios te dijo que podías hacerlo; ¿y tú, respondes al contrario que no puedes? Reflexiona ahora: ¿a quién debemos creer, a Dios o a ti? Ya que el que es la misma Verdad no puede mentir, que la debilidad humana abandone en lo sucesivo sus excusas fútiles. El que es justo no pudo pedir algo imposible, y el que es misericordioso no condenará a un hombre por lo que no pudo evitar. ¿Por qué pues nuestras evasivas? Nadie sabe mejor lo que podemos hacer que el que nos dio el poder. ¿Tantas hombres, mujeres, niños, jovencitas tan delicadas soportaron por Cristo las llamas, el fuego, la espada y las fieras de modo imperturbable, y nosotros decimos que no podemos sostener los insultos de la gente estúpida?... En efecto, ¿si tan sólo los buenos deben ser amados, qué diremos sobre la conducta de nuestro Dios cuando está escrito: " Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único "? (Jn 3,16) Porque ¿qué había hecho el mundo para que Dios lo amara de esta manera?

Cristo nuestro Señor encontró a todos los hombres no sólo malos, sino también muertos a causa del pecado original; y sin embargo "nos amó y se entregó por nosotros" (Ef. 5,2). Actuando así, amó hasta aquellos que no le amaban, como dice el apóstol Pablo: "Cristo murió por los culpables" (Rm 5,6). Y en su misericordia infinita dio este ejemplo a todo el género humano, diciendo: "Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón" (Mt 11,29).


San Cesáreo de Arlés (470-543)
monje y obispo
Sermones al pueblo, n° 37; SC 243

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 5,43-48


Evangelio según San Mateo 5,43-48
Jesús dijo a sus discípulos:

Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.

Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores;

así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.

Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos?

Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?

Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos y amigas:

El texto del Deuteronomio nos invita a cerrar esta primera semana de nuestro itinerario cuaresmal con esta convicción: «el Señor te ha elegido para que seas su propio pueblo»

(Dt 26,17). Esa preposición «para» es central en la revelación bíblica y representa un desafío para cada discípulo. El contexto idolátrico en el que se mueve el pueblo de Israel donde los pueblos vecinos tenían sus dioses como una entidad propia a la que le daban culto con sacrificios y ofrendas. La imagen de Dios del pueblo de Israel es totalmente distinta, se podría resumir con esta afirmación: «¡Dios para ti!»

Jesús en la vigilia de su pasión radicaliza y lleva a cumplimiento esa clave de revelación, manifestándola en toda su plenitud cuando se dona en el pan y en el vino, diciéndonos: «entregado por ustedes», «derramada por ustedes». Esta forma de ser, que se nos revela del misterio de Dios, debería tocar profundamente el misterio de nuestra realidad humana. Si nuestro Dios es un «Dios para», como hijos y discípulos no podemos hacer menos que nuestra vida sea un don «para» los demás.

Es lo que Jesús nos pide de forma radical a sus seguidores, en lo que podemos definir como la «propuesta discipular» por excelencia: «pero yo les digo: amen a sus enemigos y recen por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre del cielo» (Mt 5,44-45). Jesús nos pone «el listón muy alto», pero al mismo tiempo es una propuesta alternativa sorprendente: se trata de seguir un camino donde el amor donado no se limita solo a ser simplemente correspondido. El amor del «discípulo perfecto» (Mt 5,48) se evidencia en la capacidad que tiene de ir más allá de sí mismo, donde incluso la experiencia de enemistad se convierte en una oportunidad de un amor más amplio todavía.

La promesa de la primera lectura, según la cual «serás el pueblo santo del Señor» (Dt 26,18), no se alcanza solo a través del cumplimiento de las normas y preceptos, sino en hacerlo «con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas (Dt 6,5), del mismo modo que el Padre del Cielo «manda la lluvia a justos e injustos» (Mt 5,45). La fuerza y la pasión con la que hacemos cada «particular», no como algo pequeño cerrado en sí mismo, sino en comunión con ese abrazo universal que nos salva a todos. Ese podría ser uno de los frutos de esta primera semana de Cuaresma. El amor al enemigo y al que nos hace mal, resulta siempre el lugar donde se pone a prueba nuestra experiencia de fe. Pidamos esta gracia al Señor por intercesión de María, de no excluir de nuestro amor incluso aquellos que no quieren nuestro bien.

Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

viernes, 26 de febrero de 2021

COMPRENDIENDO LA PALABRA 260221


¡Ay de quién atenta contra el espíritu de caridad!

Puede pasar (…) que “excomulgamos” a nuestros hermanos. ¿Cómo es posible? Faltando a la caridad, excluyendo alguien quizás no del corazón pero si de la irradiación de la caridad efectiva. Podemos también “excomulgar” alguien del corazón de los otros, suscitando desconfianza entre las personas. Eso es un pecado, demasiado contrario al espíritu cristiano para que no nos pongamos en guardia contra él y actuemos en el tema con la mayor delicadeza.

La sociedad cenobítica es una, el cemento que reúne entre sí a sus diferentes miembros es la caridad. Si ella disminuye, la vida divina tiende en seguida a disminuir en el cuerpo social. ¿Cuál es el signo distintivo por el que nos reconocemos infaliblemente los miembros de la sociedad cristiana, signo dado por Cristo mismo? Es el amor mutuo (cf. Jn 13,35). Es lo mismo en la sociedad monástica. La verdadera marca de protección de Cristo Jesús sobre una comunidad religiosa es la caridad que reina entre sus miembros. ¡Ay de quienes de alguna forma atentan contra ese espíritu de caridad! Rasgando el vestido de la Esposa, arrancan de su propia alma el signo cristiano por excelencia.

Cristo es uno. Nos dice que lo que hacemos al más pequeño de nuestros hermanos- de sus hermanos- en bien o en mal, es a él mismo que lo hacemos (cf. Mt 25,40.45).


Beato Columba Marmion (1858-1923)
abad
La comunidad cenobítica (Le Christ Idéal du Moine, DDB, 1936), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 5,20-26


Evangelio según San Mateo 5,20-26
Jesús dijo a sus discípulos:

Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.

Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal.

Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego.

Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti,

deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.

Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso.

Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos y amigas:

Jesús nos propone una justicia superior a la de los escribas y de los fariseos. La primera se basaba sobre el conocimiento profundo de la ley, la segunda se basaba en la observancia escrupulosa de sus preceptos. Jesús no quiere que nos conformemos con esa actitud externa, que no nace del corazón y no es expresión de amor, porque busca su propia auto-justificación. Con la que después se acusa y condena a los que, siendo débiles, o estando en situación de necesidad no logran cumplir con tantos preceptos. Superior a esta justicia que se funda solo en el saber o el hacer, es la del amor, que sabe hacerse cargo de la realidad y perdonar, que no excluye, sino que ofrece misericordia.

Y la raíz de ese amor está en el corazón humano. Es ahí donde brota lo bueno y lo malo. «Todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano ...» (Mt 5,22). Notamos la insistencia en la palabra: ¡hermano! Se mata al hermano en el corazón, con los pensamientos y los sentimientos, con la indiferencia. Se mata al hermano con las palabras injuriosas y despectivas. Como tanto insiste el papa Francisco: «la murmuración es una actitud asesina, porque mata, acaba con la gente, acaba con la “fama” de la gente». Además, «cuando hablamos mal de los demás, les quitamos el rostro de la Belleza de Dios y les ponemos la máscara de la fealdad del mal. Nos volvemos "feos" también, mirándonos en el espejo manchado con la sangre del hermano al que matamos con la lengua».

El sentido de la justicia que nos propone Jesús es exigente ya que implica vivir con amor. El amor siempre tiene algo de «desmesura», tiene siempre un «algo más». El camino de conversión cuaresmal nos lleva a reubicar nuestra vida en ese amor evangélico de gratuidad. Esa «reforma del corazón», quizás la más urgente y necesaria en nuestras comunidades cristianas, es la gracia a pedir con insistencia en este tiempo de preparación a la Pascua. Donde se manifiesta un acto de justicia verdadera que Jesús ha inaugurado sobre la cruz con un acto de amor y perdón sin medida. Podemos hacer nuestra esta oración, para vivir la verdadera caridad:

Oh, Jesús,
que has acogido a cada hombre
en su condición para elevarlo
a la dignidad de hijo de Dios,
haznos capaces de vivir la atención
al prójimo para dar testimonio creíble
de ti, Verdad que libera.
Oh, Espíritu de amor,
que nos revelas el rostro de Dios,
haz resplandecer en nosotros la imagen
que Dios nos ha donado
viviendo en la verdadera caridad
y acogiendo a cada persona como
hermano. Amén.

Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

jueves, 25 de febrero de 2021

PENSAMIENTOS

 


COMPRENDIENDO LA PALABRA 250221


¡Llama a la puerta de mi Hijo con un santo deseo!

[Santa Catalina escuchó a Dios decirle:] Créeme, no desprecio el deseo de mis servidores. Doy a quien me pide y los invito a todos a pedir. Realmente no me agrada cuando no llaman a la puerta de la Sabiduría de mi Hijo Único, siguiendo su doctrina.

Seguir su doctrina es cómo llamar a la puerta, gritando hacia mí, el Padre eterno, con la voz del santo deseo y humildes e incesantes oraciones. Soy yo el Padre que les da el pan de la gracia por la puerta de la suave Verdad. A veces, para probar sus deseos y perseverancia, hago como si no los escuchara. Pero los escucho bien y doy a su espíritu lo que necesita. Les doy el hambre y la sed por la que gritan hacia mí. Para satisfacer sus deseos, cuando son ordenados y dirigidos hacia Mí, quiero únicamente probar su constancia. Deben llamar cómo los invita mi Verdad cuando dice: “Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá” (Mt 7,7; Lc 11,9).

Yo te digo: ¡No quiero que dejes debilitar tu deseo ni que ceses de implorar mi socorro! ¡No bajes tu voz! ¡Grita, grita hacia mí para que haga misericordia al mundo! ¡Llama sin interrupción a la puerta de mi Verdad, mi Hijo, siguiendo sus huellas!



Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
Diálogos (Le dialogue, nº 107, Téqui, 1976), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 7,7-12


Evangelio según San Mateo 7,7-12
Jesús dijo a sus discípulos:

Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá.

Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.

¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra?

¿O si le pide un pez, le da una serpiente?

Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan!

Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos y amigas:

Jesús nos invita a orar con confianza y perseverancia. Del mismo modo que nos revela como es el corazón del Padre que sabe dar «cosas buenas a los que le piden» (Mt 7,11), nos indica cómo debe ser la actitud de un corazón orante: «pidan, busquen, llamen...». Durante este tiempo de Cuaresma se nos invita a volver a lo que es esencial para nuestra vida y nuestras opciones vitales. Redescubrir en la sencillez de los momentos de oración que tenemos cada día una verdad profunda: Dios es nuestro Padre y nos ama con un amor sin límites, está obrando siempre, sin cansarse, para nuestro bien.

Probablemente no siempre experimentamos este amor, o por la fuerza de la costumbre hemos vaciado de contenido la expresión: «Dios es amor». El reto es hacernos consciente de esta verdad de nuestra fe, que damos muchas veces ya por sabida. Jesús nos invita a entrar en comunión viva con Dios Padre, esta experiencia nos sana interiormente. Como decía el papa Francisco: «Todos, todos tenemos enfermedades espirituales, solos no podemos curarlas; todos tenemos vicios arraigados, solos no podemos extirparlos; todos tenemos miedos que nos paralizan, solos no podemos vencerlos. Necesitamos imitar a aquel leproso, que volvió a Jesús y se postró a sus pies».

La oración humilde y sencilla, la oración de un corazón que busca amar, inicia siempre con un acto de gratuidad contemplativa, poniendo en su mirada interior el rostro del Padre bueno. Esta vivencia de la bondad de Dios en la oración debemos llevarla a nuestra vida cotidiana. Para hacernos conscientes que en la simplicidad de la vida se manifiesta la vida en Dios. Por eso, «la mística de la vida cotidiana es la mística más profunda». La clave para acceder a este kairos cotidiano es la confianza, la apertura, el dejarse sorprender, o como se decía en el lenguaje de la piedad: la simplicidad.

Pidamos al Señor que renueve en nosotros el valor de la oración sobre la que se basa cada día la audacia de compartir el dolor y la angustia de nuestros hermanos. Sobre todo, en este tiempo de sufrimiento, abandono y angustia a causa de la pandemia del Covid-19. Que el Señor nos conceda cada día, sobre todo en los momentos más difíciles, de hacer de nuestra propia vida un templo donde resuene el grito de la humanidad que sale hasta el corazón del Padre de todos.

Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

Primicias


Mi Buen Señor,
Derrama Tu Gracia sobre nuestros corazones y mentes
que nada permanezca oculto;
que no haya sombras, ni oscuridades,
que nada quiera disfrazar lo real,
arrinconar lo Bueno, lo Noble, lo Santo.
Que ninguna sombra sepulte alegrías y Bendiciones.
Otórganos las gracias que necesitamos;
Instrúyenos y Santifícanos;
Bendice a los que amamos y hoy aguardan tu auxilio.
Bendice a aquellos que, alejados de Vos, sólo traman el mal.
Sé nuestro escudo.
Abre caminos de bendición y no Te olvides,
Nos acostamos, vamos al descanso esperanzados porque
En Vos confiamos, en Vos esperamos!

miércoles, 24 de febrero de 2021

Con la gracia de Dios haremos proezas

Con la gracia de Dios haremos proezas

"Bendice al Señor y pídele que enderece tus caminos, y todos tus caminos y planes tendrán éxito". (Tb 4.19)

Nos desanimamos fácilmente cuando las dificultades llaman a nuestra puerta y, a veces, tocan muy temprano, pero cuando buscamos al Señor inmediatamente después de despertarnos y nos colocamos en Su presencia, nada nos incapacita, ni siquiera las tensiones más hostiles.

Es sumamente necesario reservar las primeras horas del día para comunicarnos con Dios a través de la oración, pidiéndole luz, inspiración y guía para nuestra vida a lo largo del día. Con toda seguridad nuestra vida diaria tendrá más sabor y entusiasmo.

Ningún camino es demasiado accidentado cuando estamos con Jesús desde temprano.

¡Jesús, en Vos confío!

Luzia Santiago
Fuente Comienza bien tu día a día
Editora Canción Nueva

Buen día, Espíritu Santo! 24022021

 

El signo de Jonás

Dios ha mostrado su paciencia ante la debilidad del hombre porque veía de antemano la victoria que le concedería un día, gracias al Verbo. Porque, cuando “el poder se manifiesta en la debilidad” (cf 2Cor 12,9) el Verbo manifiesta la bondad de Dios y su magnífico poder.

En efecto, al hombre le pasó lo que al profeta Jonás. Dios permitió que éste fuera tragado por un monstruo marino, no para desaparecer y perecer del todo, sino para que, después de haber sido devuelto por el monstruo, fuera más dócil a Dios y glorificara a aquel que le dio inesperadamente la salvación. También lo hizo para conducir a los ninivitas a un arrepentimiento sincero y convertirlos a Aquel que los libraría de la muerte, gracias al prodigio que vieron cumplirse en Jonás. (...) De la misma manera, desde el principio, Dios permitió que el hombre fuera tragado por el gran monstruo, autor de la desobediencia, no para hacerlo desaparecer y perecer del todo, sino porque Dios había preparado de antemano la salvación realizado por su Verbo por medio del signo de Jonás. Esta salvación fue preparada para aquellos que tenían para con Dios los mismos sentimientos que Jonás y que los confesarían en los mismos términos: “Soy hebreo y adoro al Señor del cielo el que ha hecho el mar y la tierra” (Jon 1,9).

Dios quiso que el hombre, recibiendo de él la salvación inesperadamente, resucite de entre los muertos y glorifique a Dios diciendo con Jonás: “Grité al Señor en mi angustia, y él me respondió; desde el vientre del abismo pedí auxilio, y escuchaste mi voz” (Jon 2,2).Dios ha querido que el hombre siga siempre fiel en su alabanza y acción de gracias por la salvación obtenida.

San Ireneo de Lyon (c. 130-c. 208)
obispo, teólogo y mártir
Contra los herejes III, 20,1 (Contre les hérésies. Dénonciation et réfutation de la gnose au nom menteur; Éd. du Cerf 1984) Trad. ©Evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Lucas 11, 29-32

Evangelio según San Lucas 11,29-32.
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: "Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás.
Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos y amigas:

En este tiempo de Cuaresma resuena incesantemente la invitación a la conversión. ¿Cómo la recibimos? ¿Encuentra en nosotros un corazón abierto y dispuesto a dejarse interpelar por la Palabra de Dios? ¿Sentimos la urgencia de «verificar las sendas que estamos recorriendo, para volver a encontrar el camino de regreso a casa, para redescubrir el vínculo fundamental con Dios, del que depende todo»? O ¿somos de esa generación que necesita signos extraordinarios para creer en el Señor?

Las palabras de Jesús en el evangelio de hoy tienen una fuerte llamada de atención: «Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás». Es sorprendente cómo el evangelista Lucas busca en el libro de Jonás, uno de los más breves de todo el «canon bíblico» una clave de interpretación para comprender la misión de Jesús. La profecía se ejerce en nombre de Dios y hay que posponer los propios gustos y miedos al mensaje que Dios te confía. Esta referencia al libro de Jonás dejaría a los escribas y fariseos con muchos problemas; sin embargo, para las personas que seguían con mucho entusiasmo a Jesús los llenaría de esperanza.

La figura del profeta Jonás es muy original, releído a luz del misterio de Cristo nos ofrece una luz viva que se transforma en revelación. La tradición hebrea ha tenido siempre una gran estima de este libro tanto que lo clasifican no en la categoría genérica de los «Escritos», sino en una más evidente la de los «Profetas». El evangelio no solo nos presenta la figura mítica de Jonás, junto a esta figura masculina encontramos una figura femenina: «La reina del Sur», la cual «vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón» (Lc 11,31). La reina de Saba viene a Jerusalén para escuchar, mientras Jonás al final se resigna a ir a Nínive para que el pueblo de esa ciudad pueda escuchar la Palabra del Señor y convertirse. A partir de estas dos referencias bíblicas podemos decir que la protesta de Jesús apunta a la disponibilidad al menos para escuchar su palabra hasta dejarse interpelar por su enseñanza.

Jesús se identifica con el profeta Jonás, porque Jonás estuvo tres días en el vientre del pez, como Jesús estará tres días en la sepultura. Así se manifiesta que, del mismo modo como Jonás, no tiene un interés personal de que le escuchen, pero ha sido enviado por Dios para que el pueblo se abra a la escucha. Jesús insiste en su identidad profética en un momento de crisis, de fuerte confrontación con las autoridades de su tiempo, que llegarán hasta acusarlo de trabajar con el poder del demonio. El nombre del Jonás significa «paloma», propio como aquella que marcó el fin del diluvio en tiempos de Noé. Con sus palabras y sus acciones, Jesús nos ofrece un ramo de olivo como signo del triunfo de la misericordia y compasión sobre cualquier forma de castigo. Está en nosotros el saber acoger este signo de paz. Descubrir en Jesús ese «gran signo» del amor de Dios es el inicio de la conversión. Dios siempre nos ofrece una nueva oportunidad, es mano tendida, esperanza vida.

Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.

Primicias 24022021


Cuando la noche ganó el entorno de mi vida
Puedo ver Tu luz abriéndose camino,
Poniendo al descubierto lo que eran sombras.
Me acuesto ofreciéndote mi vida y diciéndote:
Así quiero vivir hoy este día:
En actitud de apertura a la Vida Nueva que traes.
Así quiero despertar, mi Señor.
Ansiando, esperando Tu Luz. Expectante.

¡Espíritu Santo dame la gracia de dormirme en alabanza!
¡Bendito sea Tu Amor!
Bendito y Glorificado seas en todo lo creado;
Bendito en lo Alto y lo encumbrado;
Bendito en lo profundo, en los abismos;
Bendito en cada corazón sellado por Tu Gracia.

Derrama hoy, como en un nuevo Pentecostes,
Las gracias, los dones y carismas que necesitamos
Para crecer en santidad. Ser santificados y santificar.
Porque Tú eres un Dios Vivo,
Vives en mí, y yo ansío vivir en Ti y para Ti.
Amén.

martes, 23 de febrero de 2021

VOSOTROS, ORAD ASÍ


«Vosotros, orad así»

En las demás ceremonias acerca del rezar y otras devociones, no quieran arrimar la voluntad a otras ceremonias y modos de oraciones de las que nos enseñó Cristo (Mt. 6, 9_13; Lc. 11, 1_2); que claro está que, cuando sus discípulos le rogaron que los enseñase a orar, les diría todo lo que hace al caso para que nos oyese el Padre Eterno, como el que tan bien conocía su condición y sólo les enseñó aquellas siete peticiones del Pater noster, en que se incluyen todas nuestras necesidades espirituales y temporales, y no les dijo otras muchas maneras de palabras y ceremonias, antes, en otra parte, les dijo que cuando oraban no quisiesen hablar mucho, porque bien sabía nuestro Padre celestial lo que nos convenía (Mt. 6, 7_8).

Sólo encargó, con muchos encarecimientos, que perseverásemos en oración, es a saber, en la del Pater noster, diciendo en otra parte que conviene siempre orar y nunca faltar (Lc. 18, 1). Mas no enseñó variedades de peticiones, sino que éstas se repitiesen muchas veces y con fervor y con cuidado; porque, como digo, en éstas se encierra todo lo que es voluntad de Dios y todo lo que nos conviene. Que, por eso, cuando Su Majestad acudió tres veces al Padre Eterno, todas tres veces oró con la misma palabra del Pater noster, como dicen los Evangelistas, diciendo: Padre, si no puede ser sino que tengo de beber este cáliz, hágase tu voluntad (Mt. 26, 39).

Y las ceremonias con que él nos enseñó a orar sólo es una de dos: o que sea en el escondrijo de nuestro retrete, donde sin bullicio y sin dar cuenta a nadie lo podemos hacer con más entero y puro corazón, según él dijo, diciendo: Cuando tú orares, entra en tu retrete y, cerrada la puerta, ora (Mt. 6, 6); o, si no, a los desiertos solitarios, como él lo hacía, y en el mejor y más quieto tiempo de la noche (Lc. 6, 12).


San Juan de la Cruz (1542-1591)
carmelita descalzo, doctor de la Iglesia
Subida del Monte Carmelo III, 43/44

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 6,7-15


Evangelio según San Mateo 6,7-15
Jesús dijo a sus discípulos:

Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados.

No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.

Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre,

que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.

No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.

Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes.

Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos y amigas:

El camino cuaresmal que hemos iniciado nos pide hoy tomar conciencia de la importancia de la oración en nuestra vida cristiana. La oración es uno de los tres dinamismos de nuestro compromiso cuaresmal junto con el ayuno y la caridad hacia los más necesitados. La liturgia nos invita a meditar el texto del evangelio que no hemos leído el miércoles de ceniza. Como queriendo asegurar una mayor atención de nuestro corazón sobre la oración. Es una invitación hacer de la oración una expresión auténtica de nuestro ser discípulos.

El profeta Isaías nos asegura: «así será mi palabra que sale de mi boca» (Is 55,11). Esta palabra eficaz, enviada por Dios sobre la tierra, que regresa a Él después de haber cumplido su propósito, se ha hecho carne, es Jesús: por eso, su palabra está cargada de una potencialidad extraordinaria. Él nos dice: «Ustedes oren así: ¡Padre nuestro!» (Mt 6,9)». De ahí, que la invitación de Jesús a orar «así» no es simplemente la entrega de una formula mágica, para repetirla de forma mecánica. Es la entrega de un programa de vida, que «condensa su propia experiencia de Dios: la fe en el Reino y su preocupación por el mundo».

Podremos decir que oramos «así» como el Señor nos ha enseñado, cuando seamos capaces de vivir «así» como el Evangelio nos pide. Vida y oración deben ir siempre de la mano. La cuaresma como «viaje de regreso a Dios» es un tiempo propicio para potenciar nuestra oración. La cual nos lleva a esa intimidad con el Padre, que no solo escucha nuestra oración, sino que nos atrae a su corazón para conformarnos según su misericordia y perdón. La oración evangélica no funciona «a fuerza de palabras» (Mt 6,7), sino en la confianza del discípulo en el único maestro y Señor de nuestra vida.

Así pues, orar es cultivar nuestra relación de amistad con Dios, acoger en el silencio del corazón la fuerza performativa de su Palabra para que nos transforme. Como señaló el papa Francisco en su homilía del miércoles de ceniza: «La conversión del corazón, con los gestos y las obras que la expresan, sólo es posible si parte del primado de la acción de Dios. Lo que nos hace volver a Él no es presumir de nuestras capacidades y nuestros méritos, sino acoger su gracia. Nos salva la gracia, la salvación es pura gracia, pura gratuidad».

Pidamos al Señor que nos enseñe a orar, que nos de la capacidad de hacer nuestra oración con su mismo corazón, para que crezca en nosotros cada día su misma experiencia de filiación y fraternidad. De esta manera, con su gracia nuestra oración nos impulsará a vivir y actuar, así como oramos.

Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

lunes, 22 de febrero de 2021

NO TENER MIEDO AL DESIERTO


«Hay algo que me gustaría subrayar: en las tentaciones Jesús no dialoga nunca con el diablo, nunca. En su vida, Jesús no tuvo jamás un diálogo con el diablo, jamás. O lo expulsa de los endemoniados o lo condena o muestra su malicia, pero nunca un diálogo. Y en el desierto parece que haya un diálogo porque el diablo le hace tres propuestas y Jesús responde. Pero Jesús no responde con sus palabras; responde con la Palabra de Dios, con tres pasajes de la Escritura. Y esto es lo que debemos hacer también todos nosotros. Cuando se acerca el seductor, comienza a seducirnos: “Pero piensa esto, haz aquello…”. La tentación es la de dialogar con él, como hizo Eva; y si nosotros entablamos diálogo con el diablo seremos derrotados»

«En el tiempo de Cuaresma, el Espíritu Santo nos empuja también a nosotros, como a Jesús, a entrar en el desierto. No se trata —como hemos visto— de un lugar físico, sino de una dimensión existencial en la que hacer silencio y ponernos a la escucha de la palabra de Dios, «para que se cumpla en nosotros la verdadera conversión» (Oración colecta 1er Domingo de Cuaresma B). No tengáis miedo del desierto, buscad más momentos de oración, de silencio, para entrar en nosotros mismos. No tengáis miedo. Estamos llamados a caminar por las sendas de Dios, renovando las promesas de nuestro bautismo: renunciar a Satanás, a todas sus obras y a todas sus seducciones. El enemigo está ahí, al acecho, tened cuidado»


Francisco

Ángelus

21-02-2021 




Buen día, Espíritu Santo! 22022021

 

COMPRENDIENDO LA PALABRA: Tú eres Pedro


“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16,18)

...Pedro debía ser depositario de las llaves de la Iglesia o, mejor dicho, de las llaves del cielo y se le confiaría un numeroso pueblo. ¿Qué le dice el Señor? “Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo” (Mt 16,19). Ya que Pedro tenía un carácter un poco abrupto, si no hubiera cometido pecado, ¿qué perdón los discípulos hubieran recibido de su parte? Por esta razón, la gracia divina lo ha dejado caer en falta, para que su propia prueba lo hiciera benévolo hacia los otros.

¿Ves cómo Dios puede dejar caer alguien en el pecado? Ese Pedro, el corifeo de los apóstoles, el fundamento inquebrantable. Ese Pedro que había dicho a Cristo “Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré” (Mt 26,35). Pedro que por revelación divina había confesado la verdad: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,16). (…)

Cómo fue dicho, Dios así dispuso y permitió que Pedro pecara porque tenía en vista confiarle un numeroso pueblo y temía que su rudeza, junto con su impecabilidad, lo rindieran sin piedad hacia sus propios hermanos. Sucumbió al pecado para que al recuerdo de su propia falta y de la bondad del Señor, pudiera testimoniar delante de otros de una gracia de filantropía, según el designio divino concebido por Dios. La caída fue permitida en quien se vería confiar la Iglesia, la columna de las Iglesias, la puerta de la fe. La caída fue permitida a Pedro, doctor del universo, para que l perdón permaneciera fundamento del amor a lo otros.

Homilía atribuida a San Juan Crisóstomo (c. 345-407)
presbítero en Antioquia, obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Sobre el apóstol Pedro y el profeta Elías (Le Saint Prophète Élie, Spiritualité orientale n° 53, Bellefontaine, 1992)

RESONAR DE LA PALABRA Mateo 16, 13-19

Evangelio según San Mateo 16,13-19.
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?".
Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas".
"Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?".
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".
Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.
Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella.
Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".


RESONAR DE LA PALABRA
Queridos amigos y amigas:


Hoy celebramos la fiesta de la Catedra de San Pedro. Es una buena oportunidad para intensificar nuestra oración de intercesión por el obispo de Roma y su «ministerio petrino» al servicio de la caridad entre todas las iglesias dispersas en el mundo. La liturgia de la Palabra que acompaña esta celebración nos lleva a redescubrir lo esencial de cada servicio ministerial dentro de la Iglesia, llamada a ser sacramento universal de salvación.

El apóstol Pedro exhorta con fuerza: «A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse». Pedro se define como «testigo» de la pasión de Cristo. En el contexto del Nuevo Testamento el testigo es también el mártir. Los apóstoles fueron testigos de la resurrección de Jesús y dieron testimonio, hasta dar su vida por el Evangelio. Desde esta autoridad que le confiere su ser «testigo», Pedro contempla el ministerio de los «presbíteros, ancianos» como la labor y el servicio de un buen pastor. Siempre en referencia al Pastor Supremo, único pastor del rebaño.

Sus consejos pastorales siguen siendo validos también para nuestro tiempo. Sobre todo, para aquellos líderes en nuestras comunidades cristianas que les cuesta asimilar el verdadero sentido de la autoridad apostólica. El pastor auténtico se entrega con generosidad al rebaño, acompañándolo con el testimonio de su vida, sin buscar sus propios intereses. La exhortación de Pedro nos ofrece criterios de discernimiento para examinar y mejorar cualquier servicio eclesial, comenzando por el ministerio del papa: teniendo siempre un «animo generoso».

Probablemente esa generosidad de animo, con la que Pedro responde a la pregunta de Jesús, lo hizo fiable de recibir este encargo: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará». A pesar de sus límites, que los evangelios no callan; al contrario, lo presentan tal como es, una persona con un corazón integro. Es precisamente la autenticidad de vida, no la infalibilidad, lo que hace que la catedra de Pedro sea distinta a la catedra de Moisés. Como lo denunciaba Jesús.

Por ello, lo que en definitiva edifica la Iglesia, comunidad de los seguidores de Jesús, es el testimonio, como fruto de lo que uno es y vive por el amor a Jesús. Si Pedro se convierte en piedra de edificación es porque su «animo generoso» sabe hacer que «las llaves del reino de los cielos» sean usadas más para abrir que para cerrar. Haciéndose imitador de su Maestro y Señor a quien sabe reconocerlo como «el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Podemos orar y podemos soñar una Iglesia que sea testimonio creíble de Jesús y su Evangelio.

Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.
Fuente Ciudad Redonda

domingo, 21 de febrero de 2021

Buen día, Espíritu Santo! 21022021

 

COMPRENDIENDO LA PALABRA 210221


«Se ha cumplido el tiempo: el Reino de Dios está cerca»

De hecho, la vida de los mortales está plagada de lazos de ofensas y de redes de engaños... Y como quiera que estas redes las había tendido el enemigo por todas partes y en ellas había envuelto a casi todos, era necesario que viniese uno que fuera más fuerte y mayor que ellas, para que las triturase y así dejase expedito el camino para cuantos le sigan. Por esta razón también el Salvador, antes de unirse con la Iglesia, fue tentado por el diablo (...) para vencer las redes y poder mirar por ellas y, a través de ellas, llamar hacia sí a la Iglesia, con el fin, sin duda alguna, de enseñarla y mostrarle que no se debe venir a Cristo por el ocio y los placeres, sino a través de muchas tribulaciones y pruebas.

Por eso no hubo nadie que pudiera vencer semejantes redes, porque, como está escrito, todos pecaron (Rm 3,23). (...) Por eso únicamente nuestro Señor y Salvador Jesucristo no cometió pecado (1P 2,22), sin embargo el Padre le hizo pecado por nosotros, para que en la carne semejante a la del pecado y a causa del pecado condenase al pecador. Vino, pues, a estas redes, pero únicamente él no se vio envuelto por ellas, antes al contrario él las rompió y las trituró, y dio así a su Iglesia confianza para atreverse ya a quebrar los lazos, atravesar por las redes y decir toda animosa: Nuestra alma se escapó cual pájaro del lazo de los cazadores: el lazo se rompió y nosotros quedamos libres (Sal. 123,7).

Pero, ¿quién quebrantó los lazos, sino el único al que ellos no pudieron atrapar? Efectivamente, aunque él también estuvo sujeto a la muerte, voluntariamente, que no forzado por el pecado, como nosotros, él fue el único libre entre los muertos (Sal. 87,6 LXX). Y por que fue libre entre los muertos, una vez vencido el que tenía el imperio de la muerte, arrancó la cautividades que subsistía para la muerte. Y no sólo él mismo se resucitó de entre los muertos, sino que junto con él resucitó a los que estaban cautivos de la muerte y junto con él los hizo sentar en los cielos (Ef 2,5s). Por eso, subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad (Ef 4,8).


Orígenes (c. 185-253)
presbítero y teólogo
Comentario al Cantar de los cantares, Tercero libro 14, 27-33 (Commentaire sur le Cantique des cantiques, t. II, SC 376; Éd. du Cerf 1992) trad. ©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 1,12-15


Evangelio según San Marcos 1,12-15
En seguida el Espíritu lo llevó al desierto,

donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían.

Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo:

"El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia".


RESONAR DE LA PALABRA


NUESTROS DESIERTOS

Nuestra vida, mientras dura esta peregrinación, no puede verse libre de tentaciones; pues nuestro progreso se realiza por medio de la tentación y nadie… puede ser coronado si no ha vencido, ni puede vencer si no ha luchado, ni puede luchar si carece de enemigo y de tentaciones». (San Agustín

Algunas personas me dicen en confianza: Cuaresma, «convertirse». Eso no va mucho conmigo: ya procuro ser buena persona, y, quitando los fallos que cualquiera tiene en su vida cotidiana, tampoco tengo «grandes pecados». No pocos lo piensan, aunque no lo digan.

Seguramente venga bien aclarar alguna cosa. Mala estrategia habría sido, si Jesús hubiera comenzado su misión riñendo a la gente, o llamándoles, así por las buenas, «pecadores». No habría captado la atención ni la ilusión de tantos. Jesús vino a traer una buena noticia, especialmente dirigida a los que se sienten peor, a los «excluidos» por su condición de pecadores, a la gente sencilla. Y lo que les pide es «abrir las mentes», mejor «cambiar las mentes» para que puedan entender, acoger y vivir su «Buena Noticia». Algo parecido a lo que le dijo aquella noche a Nicodemo: «nacer de nuevo», cambiar de esquemas mentales, costumbres y actitudes... para abrirnos a la gran novedad del Evangelio. Los parches y barnices no valen, solo esconden. No hay que entender, por tanto, esta llamada a la conversión como un simple «hacer revisión general y pasar a confesarse». Ni se trata de insistir y remachar por enésima vez que «somos pecadores». Pues ya lo sabemos. Más bien, con palabras de San Pablo: Es la oportunidad e invitación a crecer “hasta que todos alcancemos el estado de hombre perfecto y la madurez de la plenitud de Cristo” (Ef 4,13).

 La cuaresma da comienzo con Jesús apartándose al desierto, durante un período de 40 días. En seguida nos viene a la memoria la travesía de aquel pueblo esclavo en Egipto, que fue invitado por Dios a introducirse en el desierto durante cuarenta años. O Elías, que huye al monte de Dios, en medio del desierto, cuando se encuentra deprimido, desconcertado y desesperado. Como también aquel profeta llamado Juan Bautista que vivía retirado en el desierto... Pues, ¿qué tiene el desierto? De entrada no resulta un lugar muy atrayente.

Nos puede ayudar el caer en la cuenta de todo lo que lo que se queda atrás en los casos que acabo de mencionar. Israel vivía para el trabajo y sin libertad. Un trabajo esclavizante, agobiante, sin sentido, y en pésimas condiciones laborales y sociales. Por otra parte, como pueblo, se encuentran divididos, buscando cada cual sobrevivir como pueda, «pasan» del hermano; y han olvidado sus raíces: sus valores, sus tradiciones, sus compromisos de siempre, lo que para ellos había sido tan importante; su trato con Dios y en su trato entre ellos (la Alianza). No es muy distinto de lo que pasa hoy a muchos.

En cuanto a Elías: Se empeñó en luchar por una sociedad más justa, plantando cara a los poderes políticos que se aprovechaban del pueblo. Denunció las desigualdades sociales y la corrupción y al final... se vino abajo: no consiguió los resultados que pretendía. Parece que el Pueblo (tanto los de arriba como los de abajo) se conforma con la situación. El profeta invocó el poder de Dios y... ¡nada! Su oración no parece ser escuchada. Y encima se burlan de él por acudir a Dios, le desprecian, le acosan, intentan quitarle de en medio... Total, que se le desmorona todo... y huye al desierto deseando morir. Es el cansancio y la desilusión de los luchadores, de las personas limpias, con valores...

Y respecto a Juan Bautista: La Alianza (el compromiso ético y religioso que el pueblo había hecho con Dios), se ha arrinconado.¡Qué más da lo que quiera Dios, su voluntad! No nos resuelve nuestros problemas. Y han cambiado al Dios que les dio la libertad por otros diosecillos ajenos a su realidad cotidiana, aunque conserven algunas costumbres, ritos y prácticas religiosas "vacías". Se ha impuesto un estilo de vida individualista y egoísta. Haría falta un nuevo diluvio purificador. «Convertirlo» todo y a todos a Dios. Y Juan Bautista se va al desierto, a los orígenes. Es necesario tomar distancia de lo que hay y de lo que nos pasa. Y poner en el centro de todo el Amor, esa Alianza nueva y eterna que sellará Jesús con su sangre.

Moisés, Elías y el Bautista pensaron que era mejor arriesgarse e intentar hacer algo nuevo. Era necesario que cada cual se reencontrase a sí mismo, pero también recomponer la comunidad, el pueblo, los cimientos, lo que les ayude a superar las dificultades. Y como en el desierto no hay nada más que uno mismo y Dios, es el mejor lugar para plantearse un cambio, para descubrir las propias tentaciones y enfrentarlas. No es un lugar para quedarse: el futuro, el horizonte no pueden faltar en ese «lugar».

Realmente el desierto no es «un lugar» sino una situación existencial. Creo que en estos momentos que vivimos el desierto ha venido a nosotros. Se nos ha echado encima. Se nos han borrado los caminos, nos aprieta el cansancio y el desánimo, nuestra situación como comunidad humana se ha deteriorado, hemos tenido que dejar atrás tantas cosas y personas y proyectos y...

Pero nos hace falta ahora escuchar la voz de Dios en el silencio. Identificar nuestras tentaciones. Discernir las ideas (e ideologías), rutinas, costumbres y planteamientos que nos impiden abrirnos a la novedad de Dios, a su proyecto del Reino. Entrar en nuestro cuarto. Y descubrir la fuente de Agua Viva que es Jesús y que brota desde nuestro interior. Pero también hay que trazar caminos/futuro. El Papa Francisco nos ha ido señalando muchos de ellos. Resalto especialmente su llamada a construir la Fraternidad Humana, Todos Hermanos, desde la perspectiva del Buen Samaritano, desde la compasión y la misericordia.

Nos harán falta más de 40 días, claro. Pero podemos recordar y aprender... que del desierto Dios es capaz de sacar la vida, de hacer un Pueblo Nuevo donde todos puedan ver nuestro amor y a nadie falte lo necesario para vivir y amar.

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA