viernes, 30 de abril de 2021

COMPRENDIENDO LA PALABRA 300421


Caminar en el camino de la verdad y la vida

[Santa Catalina escuchó a Dios decirle:] “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. El que me sigue no andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la Vida” (cf. Jn 14,6; 8,12).

En otro lugar, mi Verdad dice además que nadie puede venir a Mí sino por Él. Es realmente así. Si recuerdas, es eso mismo que te he dicho y expuesto cuando quise indicarte el camino. Si dice que es el Camino, esa es la verdad. Te mostraré que este camino tiene forma de puente. Dijo también que es la Verdad, ¿qué más real, ya que había manifestado “es uno conmigo que Soy la Verdad”? El que lo sigue camina en el camino de la verdad y de la vida. El que sigue esta Verdad recibe la vida de la gracia y no puede morir de hambre: la verdad será su alimento. No puede caer en las tinieblas, porque es la luz, puro de cualquier mentira. Más aún, por él la verdad ha confundido y destruido la mentira con la que el demonio sedujo a Eva. Por esa mentira el camino del cielo había sido cortado, pero la Verdad lo ha restablecido y cimentado con la Sangre.

Los que caminan en este camino son los hijos de la Verdad. Siguen a la Verdad, pasan por la puerta de la Verdad. Se encuentran unidos en mí, con el que es el camino y la puerta, mi Hijo, Verdad eterna, Océano de Paz.


Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
El don del Verbo encarnado (Le dialogue, Téqui, 1976), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 14,1-6


Evangelio según San Juan 14,1-6
Jesús dijo a sus discípulos:

"No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí.

En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar.

Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes.

Ya conocen el camino del lugar adonde voy".

Tomás le dijo: "Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?".

Jesús le respondió: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí."


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos y amigas:

Una vez más la lectura de los Hechos de los Apóstoles (13,26-33) nos presenta una realidad particular de la Iglesia del siglo primero: la fuerza de la conversión presente en la Palabra y en el estilo de vida de los discípulos de Jesús, testigos de su resurrección. Surge de forma espontánea una comparación con cuanto nosotros, como Iglesia y como cristianos, vivimos en el hoy de nuestra historia. Pareciera que es tan difícil que el Evangelio «haga brecha» en el corazón humano. Vemos tan distinta nuestra capacidad de suscitar entusiasmo por Jesús y su Reino que nos conformamos con la Iglesia de los Hechos.

Sin embargo, al vernos a la luz de la Iglesia primitiva no debemos desanimarnos, sin perder la esperanza o el entusiasmo. Nos pueden estimular dos mociones que descubrimos en el texto de hoy. Confiar que Dios obra siempre para nuestro bien, aun en situaciones que nos podrían parecer un rotundo fracaso, como la condena injusta y ejecución en la cruz del Hijo de Dios. No siempre podemos tocar con nuestras manos el fruto de nuestra entrega en la misión. Solo Dios es quien ve y escruta el corazón del ser humano, y el que lleva a buen término la obra de su gracia. Por eso, el aparente fracaso de nuestras acciones no debe atenuar nuestro entusiasmo. Estamos llamados a resignificar todo lo que vivimos desde una visión de fe en Dios.

La segunda moción que nos puede servir de estímulo es la de aprender a «vivir como resucitados ya en la historia». Es decir, dejar que nuestra vida y nuestra misión estén impulsadas por el gran protagonista de esta experiencia de salvación: el Espíritu Santo. Pablo en su discurso no solo nos presenta un esquema ya elaborado. Nos invita ante todo a hacer nuestra propia experiencia de resurrección. Confiando que la gracia de Dios puede vencer el mal que hay en nosotros y en nuestro mundo. De esto debemos ser testigos, de lo que hemos recibido, de «la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús».

El texto del evangelio (Jn 14,1-6) nos ofrece un interesante diálogo entre Jesús y Tomás. Los discípulos están reunidos en torno a Jesús en el Cenáculo, después del anuncio de la traición de Judás, de la negación de Pedro y de la inminente partida del Maestro. Están profundamente conmovidos. En este contexto de una profunda turbación, Tomás expresa su completa incomprensión. No sabe cuál es la meta hacia la que se dirige Jesús, y cuál es la vía para llegar a ella, porque entiende las cosas en su sentido material. Jesús en cambio va al Padre y precisa el medio para ese encuentro personal con él: «Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí» (v.6).

Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

jueves, 29 de abril de 2021

COMPRENDIENDO LA PALABRA 290421


«El enviado no es más que el que lo envía»

Cristo ha realizado su obra redentora en la pobreza y la persecución; así tmbién la Iglesia está llamada a seguir el mismo camino para comunicar a los hombres los frutos de la salvación. Cristo Jesús, «a pesar de su condición divina... se anonadó a sí mismo tomando la condición de esclavo» (Flp 2,6) y por nosotros «siendo rico, se hizo pobre» (2Co 8,9). Así es también la Iglesia; y si es cierto que tiene necesidad de recursos humanos para cumplir su misión, no está aquí para buscar la gloria terrestre, sino para predicar, incluso con el ejemplo, la humildad y la abnegación. Cristo ha sido enviado por el Padre «para evangelizar a los pobres..., curar los corazones destrozados» (Lc 4,18), «buscar y salvar lo que estaba perdido» (Lc19,10). De la misma manera, si la Iglesia cuida con solicitud a aquellos que están afligidos por la enfermedad humana; con mucha más razón, reconoce en los pobres y en todos los que sufren, la imagen de su Fundador pobre y sufriente, y se afana a aliviar su desgracia y quiere servir a Cristo en ellos...

La Iglesia «va hacia delante, caminando entre las persecuciones del mundo y las consolaciones de Dios» (San Agustín), anunciando la cruz y la muerte del Señor, hasta que él vuelva (1Co 11,26). Es la fuerza del Señor resucitado la que la fortifica para hacerle superar, por la paciencia y la caridad, sus penas y sus dificultades interiores tanto como las exteriores y, a pesar de todo, hacer que revele fielmente al mundo el misterio del Señor, misterio todavía escondido hasta que él mismo aparezca al fin de los tiempos en la plenitud de su luz...



Concilio Vaticano II
Constitución dogmática sobre la Iglesia (Lumen Gentium), §8

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 13,16-20


Evangelio según San Juan 13,16-20
Después de haber lavado los pies a los discípulos, Jesús les dijo:

"Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía.

Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican.

No lo digo por todos ustedes; yo conozco a los que he elegido. Pero es necesario que se cumpla la Escritura que dice: El que comparte mi pan se volvió contra mí.

Les digo esto desde ahora, antes que suceda, para que cuando suceda, crean que Yo Soy.

Les aseguro que el que reciba al que yo envíe, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos y amigas:

Hoy celebramos la memoria de Santa Catalina de Siena, virgen y doctora. Patrona de Europa. Las lecturas propias que nos ofrece la liturgia en este día nos ayudan para captar el sentido profundo de su figura y de su obra. La primera lectura de la carta del apóstol San Juan nos ofrece una clave importante de interpretación para comprender en qué consiste la santidad. Quien «camina en la luz» y «practica la verdad» (vv. 7-8) vive en comunión con Dios y con los hermanos y es purificado de sus pecados por la sangre de Jesús. Este es el testimonio que encontramos en Catalina de Siena. Una mujer que en su tiempo supo caminar en la luz y practicar la verdad.

El texto de la carta de Juan también nos interpela. Continúa diciendo: quien «camina en las tinieblas» y «no practica la verdad» (vv.6.8) se engaña a sí mismo, no vive en comunión con Cristo y sus hermanos y está lejos de la salvación. De hecho, el creyente auténtico sabe reconocer su pecado delante de Dios, lo confiesa, y confía en el perdón del Señor siempre «fiel y justo». Este es el itinerario de santidad que todos los bautizados estamos llamados a recorrer, para dejarnos transformar por la gracia de Dios que se nos ha dado en la vida entregada de su Hijo, Jesucristo.

En el evangelio de Mateo encontramos el llamado «Magnificat de Jesús». Nos permite conocer el corazón del Hijo y nos invita a poner en Él nuestra morada. Jesús alaba a Aquel que es «Señor del cielo y de la tierra», llamándolo familiarmente «Padre», lo alaba por la sabiduría, que insondable en su simplicidad, no puede ser conquistada por el esfuerzo humano de perspicacia o erudición. La sabiduría de Dios es siempre puro don, es un regalo a aquellos que abren su corazón con absoluta simplicidad. (v.25). Solo estos «pequeños» son capaces de recibir con naturalidad los grandes misterios del Reino de los Cielos anunciado por Jesús. Considero que en esta misma perspectiva debemos ver los santos y santas de la Iglesia.

Jesús afirma que esta es la voluntad del Padre. En esta afirmación descubrimos su propio rostro interior definido por su total adhesión a la voluntad del Padre, de quien todo lo recibe y a quien todo lo entrega en una «obediencia de amor». Esta experiencia es la que nos abre a la comunión perfecta con Dios, que en el lenguaje bíblico se expresa con el término: «conocimiento», no como un conocer racional, sino como una relación vital, en la cual Jesús nos puede llevar. De ahí la invitación a cargar con su yugo y a aprender de Él, a hacer nuestro su modo de ser y actuar, para sabernos ubicar en nuestro mundo. De esto también nos da testimonio Catalina de Siena, a quien le pedimos que interceda por nosotros.

Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA


miércoles, 28 de abril de 2021

SANADOS POR EL EVANGELIO


«La meditación moviliza el pensamiento, la imaginación, la emoción, el deseo. Y eso nos ayuda a profundizar en las convicciones de fe. Cada momento de la vida de Jesús, cada página del Evangelio puede ser para nosotros objeto de meditación, lugar de encuentro con el Señor y espacio de felicidad y salvación.»

«Tomamos el Evangelio, hacemos la meditación de esos misterios del Evangelio y el Espíritu nos guía para estar presentes ahí. Y en la oración —cuando rezamos— todos nosotros somos como el leproso purificado, el ciego Bartimeo que recupera la vista, Lázaro que sale del sepulcro… También nosotros somos sanados en la oración como fue sanado el ciego Bartimeo, ese otro, el leproso… También nosotros hemos resucitado, como resucitó Lázaro, porque la oración de meditación guiada por el Espíritu Santo, nos lleva a revivir estos misterios de la vida de Cristo y a encontrarnos con Cristo y a decir, con el ciego: ‘Señor, ¡ten piedad de mí! Ten piedad de mí’»


Francisco

Audiencia General

28-04-2021




COMPRENDIENDO LA PALABRA 280421


Yo, que soy la luz, he venido para que el que crea no permanezca en tinieblas

La humildad con la cual Cristo "se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo" (Flp. 2,7) es para nosotros luz. Luz para que no aceptemos la gloria del mundo, Él, que prefirió nacer en un establo más que en un palacio y sufrir una muerte vergonzosa sobre una cruz. Gracias a esta humildad podemos saber cuán detestable es el pecado de un ser que ha sido modelado (Gn 2,7), un pobre hombre hecho de la nada, cuando se enorgullece, se vanagloria y no quiere obedecer, mientras que vemos al Dios infinito humillado, despreciado y abandonado de los hombres.

La dulzura con la cual soportó el hambre, la sed, el frío, los insultos, los golpes y las heridas es también para nosotros luz, cuando "como un cordero fue llevado al matadero y como una oveja ante el esquilador no abrió la boca " (Is 53,7). Gracias a esta dulzura, en efecto, vemos qué inútil es la cólera, lo mismo que la amenaza; aceptemos entonces el sufrimiento y no sirvamos a Cristo por rutina.

Gracias a ella, aprendemos a conocer todo lo que se nos pide: llorar nuestros pecados con sumisión y silencio, y aguantar pacientemente el sufrimiento cuando se presenta. Porque Cristo aguantó sus tormentos con tanta dulzura y paciencia, no por sus pecados, sino por los de otro.

Por tanto, queridos hermanos, reflexionemos sobre todas las virtudes que Cristo nos enseñó en su vida ejemplar y que nos recomienda en sus exhortaciones y que nos da la fuerza para imitarlas con la ayuda de su gracia.


Lansperge el Cartujano (1489- 1539)
monje, teólogo
Sermón 5; Opera omnia 3, 315

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 12,44-50


Evangelio según San Juan 12,44-50
Jesús exclamó: "El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me envió.

Y el que me ve, ve al que me envió.

Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas.

Al que escucha mis palabras y no las cumple, yo no lo juzgo, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo.

El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día.

Porque yo no hablé por mí mismo: el Padre que me ha enviado me ordenó lo que debía decir y anunciar;

y yo sé que su mandato es Vida eterna. Las palabras que digo, las digo como el Padre me lo ordenó".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos y amigas:

Hay dos detalles que llaman mucho la atención en el texto de los Hechos de los Apóstoles de este día. En primer lugar, es significativo que Bernabé y Saulo, después de haber regresado a la comunidad de una misión, sean enviados de nuevo por el Espíritu del Señor a una nueva e importante misión de evangelización. De este modo el texto de los Hechos de los Apóstoles nos hace ver la fuerza y el estímulo que infunde, sin interrupción, el Espíritu Santo en el corazón de los discípulos de Jesús. No hay espacio para detenerse, para lo estático. La misión urge y hay necesidad de salir. De la misma forma la vida cristiana de cada uno, si es vivida en «complicidad con el Espíritu», está en un dinamismo continuo, en fidelidad creativa, impulsada al anuncio del Evangelio.

Esta lectura de los Hechos subraya dos modos a través de los cuales la comunidad y cada cristiano pueden realizar un verdadero discernimiento de la voluntad de Dios. Estos dinamismos espirituales son la oración y el ayuno. Justamente, a través de la oración y el ayuno la comunidad cristiana puede tomar una mayor conciencia del proyecto de Dios. En este hecho encontramos una preciosa indicación válida también para nosotros hoy. Cuando nos disponernos para una búsqueda consciente de la voluntad de Dios tenemos en nuestras manos estos medios: la oración asidua y el ayuno. De esta manera la misión de la Iglesia es fruto de su discernimiento eclesial, esto la edifica y hace que su obrar sea más conforme a la acción del Espíritu.

El evangelista introduce las palabras pronunciadas por Jesús diciendo que gritó con fuerza. Juan en este texto quiere abrirnos al mensaje de salvación de Jesús. Representa la conclusión última de su ministerio público. Es una llamada vehemente a escuchar y guardar su Palabra. Jesús enviado por el Padre, está íntimamente unido a Él, quien lo ve a Él ve al Padre. Su venida al mundo constituye nuestra salvación, lo que ilumina nuestra existencia y humaniza nuestro mundo. ¡Su palabra nos da vida! Por eso, en la actitud que tenemos hacia Él y su Evangelio nos jugamos la plenitud de nuestra vida cristiana. ¿Qué es lo que se expresa en este grito de Jesús? Nos manifiesta el fuerte deseo del corazón de Jesús de ser escuchado, seguido, amado. Este es el sentido del grito de Jesús: él grita para que lo escuchemos, grita para que sigamos su palabra, grita para que dejemos nuestra mediocridad e indiferencia, grita para que finalmente nos decidamos por Él y su evangelio.

Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

martes, 27 de abril de 2021

PENSAMIENTOS

 


COMPRENDIENDO LA PALABRA 270421


“Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando (...), proclamando la Buena Noticia del Reino”

En el ejercicio de su ministerio de enseñar, anuncien a los hombres el Evangelio de Cristo, deber que sobresale entre los principales de los Obispos, llamándolos a la fe con la fortaleza del Espíritu o confirmándolos en la fe viva. Propónganles el misterio íntegro de Cristo, es decir, aquellas verdades cuyo desconocimiento es ignorancia de Cristo, e igualmente el camino que se ha revelado para la glorificación de Dios y por ello mismo para la consecución de la felicidad eterna.

Muéstrenles, asimismo, que las mismas cosas terrenas y las instituciones humanas, por la determinación de Dios Creador, se ordenan también a la salvación de los hombres y, por consiguiente, pueden contribuir mucho a la edificación del Cuerpo de Cristo.

Enséñenles, por consiguiente, cuánto hay que apreciar la persona humana, con su libertad y la misma vida del cuerpo, según la doctrina de la Iglesia; la familia y su unidad y estabilidad, la procreación y educación de los hijos; la sociedad civil, con sus leyes y profesiones; el trabajo y el descanso, las artes y los inventos técnicos; la pobreza y la abundancia, y expónganles, finalmente, los principios con los que hay que resolver los gravísimos problemas acerca de la posesión de los bienes materiales, de su incremento y recta distribución, acerca de la paz y de las guerras y de la vida hermanada de todos pueblos.



Concilio Vaticano II
Decreto sobre el ministerio pastoral de los Obispos “Christus Dominus”, 12 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)

RESONAR DE LAPALABRA - Evangelio según San Mateo 9,35-38


Evangelio según San Mateo 9,35-38
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias.

Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.

Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.

Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha."


RESONAR DE LAPALABRA


Queridos amigos y amigas:

En el texto de los Hechos de los Apóstoles de hoy encontramos esta afirmación sugerente: «Bernabé salió para Tarso en busca de Saulo; cuando lo encontró, se lo llevó a Antioquía. Durante todo un año estuvieron juntos en aquella Iglesia e instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos fueron llamados cristianos». Es interesante, bien por la forma como nos presenta una comunidad cristiana que por su estilo de vida ha sido capaz de dar a conocer que pertenece a Cristo; o bien porque esta pertenencia transparente se realiza también por la presencia y la obra de Bernabé y Saulo.

¿Cómo sería la vida de esta comunidad? ¿Cómo debió ser la presencia y la misión de Bernabé y Saulo? Nos cuestionamos no por una simple curiosidad, sino porque anhelamos reavivar también hoy esa fuerte experiencia de los cristianos de Antioquía: ser reconocidos por el mundo como cristianos. Tener esos pastores capaces de generar ese amor apasionado por el Señor y dar la vida por una comunidad cristiana así de fervorosa.

El diálogo entre Jesús y los judíos en el texto del Evangelio (10,22-30) tiene un tono particular. Los judíos le piden a Jesús que diga con claridad si es o no es el Mesías. Jesús responde diciendo que ellos no creen porque no escuchan su voz. ¡No escuchan su voz! Sin embargo, se da un diálogo muy intenso y cerrado entre Jesús y los judíos. ¿Qué significan las palabras de Jesús? Los judíos escuchan, pero no son capaces de acoger el mensaje de Jesús. Su corazón está cerrado por los prejuicios que les imposibilitan una comprensión auténtica de su mensaje. Esto nos les permite llegar a la fe y al conocimiento del misterio de Jesucristo.

Esto que vale para los judíos tiene también validez para nosotros hoy. Nuestra fe y la comprensión del evangelio de Jesús crece en la medida en que escuchamos con sinceridad y con total apertura de corazón sus palabras. Nos podemos cuestionar si esto se realiza en nosotros; si escuchamos con atención, prontitud, disponibilidad, si nos dejamos cuestionar por la voz de Jesús. También hoy tenemos el riesgo de ser parte de ese grupo hostil a Jesús e incapaces de ponernos en sintonía con su palabra.

Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

lunes, 26 de abril de 2021

CRISTO VINO PARA QUE TENGAMOS VIDA PLENA


Hay un ladrón que vino a robar, a destruir y matar nuestras vidas. El ladrón no viene como ladrón, viene como impostor, como quien engaña, que roba nuestra vida de las manos de Dios y la lleva al mal. No descansa hasta que roba, destruye y mata nuestras vidas. Está robando la vida de nuestros hijos. Está quitando el significado de la vida de nuestros hijos cada vez más temprano. Estamos permitiendo que el ladrón entre a nuestra casa, pero él es el ladrón de almas y corazones, es el ladrón que está robando está robando nuestra juventud y nuestros hogares para destruir y finalmente matar el sentido de vivir, en el corazón de los jóvenes, los niños, los hombres y las mujeres, porque es destructivo y no se calma hasta que le quita el sentido a la vida.

Cada minuto, una persona en el mundo se quita la vida; cada minuto, una persona pierde el sentido de la vida. En todo momento, la gente se entrega al disgusto por la vida. Necesitamos trabajar para rescatar vidas humanas.

Jesús vino para que tengamos vida plena, vida en abundancia, vida con gusto y con sentido. No quitemos el sentido de nuestra vida a Jesús, no quitemos la vida de nuestro hogar, nuestra familia de la vida de Jesús, porque el mal entra por las ventanas, por las puertas; el mal está entrando por el aire, por las fibras ópticas, el mal está entrando, penetrando, robando, rasgando, engañando y finalmente, dividiendo y matando la vida.

No nos engañemos, las drogas están entrando con tanta facilidad y no son las drogas ilícitas del mundo, hay muchos programas de televisión, programas que pasan por las redes sociales, internet, que son drogas reales, hacen que la gente sea realmente adicta, crean tendencias negativas y destructivas, son niños que juegan a matarse unos a otros.

Es la industria del mal la que cada vez está más esparciendo la muerte y no podemos dejarnos seducir por el poder del mal, porque es destructivo, enfrenta a las personas y perdemos el sentido de la vida y nos quita el sentido a la vida de otros.

Jesús vino para que tengamos vida, es la vida de Jesús lo que queremos vivir. Es con Él que queremos encontrar el sentido cada vez más pleno de la vida y queremos permitir que Su vida esté en nuestro hogar, en nuestra familia. Es la vida de Jesús la que rescata la vida de nuestros jóvenes, la que salva nuestros matrimonios y hogares. Así que tengamos vida en el nombre de Jesús.

¡Dios te bendiga! 

 

P. Roger Araujo 



 

COMPRENDIENDO LA PALABRA 260421


He venido para que tengan la vida en abundancia

¿Cuál es la riqueza de la venida de Cristo? El retorno de nuestra naturaleza a ella misma y su restauración.

Porque Cristo ha rendido a la naturaleza humana la dignidad de Adán, el primer hombre. Oh gracia realmente divina y grande, le ha dado la herencia celeste del Espíritu bueno, haciéndola salir de la prisión de las tinieblas. Mostró el camino y la puerta de la vida: a quien pasó por esta puerta, al que llamó a esta puerta, le es posible entrar en el Reino. Como está escrito: “Pidan y les será dado. Llamen y se les abrirá” (Mt 7,7). Por esta puerta pueden entrar quienes quieran encontrar la libertad de su alma y desean que la libertad envuelva sus pensamientos, se enriquezca al vivir con Cristo y lo tenga por esposo en la comunión del Espíritu bueno.

¡Mira el inefable amor del Maestro por el hombre, al que ha creado a su imagen!



Homilía atribuida a San Macario de Egipto (¿-390)
monje
Filocalia, De Simeón el Metafrasta sobre el Discurso de san Macario el Egipcio (Philocalia des Pères Neptiques,II, DDB-Lattès, 1995), trad. sc©evangelizo.org.

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 10,1-10


Evangelio según San Juan 10,1-10
Jesús dijo a los fariseos: "Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante.

El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.

El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre y las hace salir.

Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz.

Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz".

Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.

Entonces Jesús prosiguió: "Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.

Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado.

Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento.

El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia."


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos y amigas:

El evangelio de hoy nos invita a seguir contemplando el rostro de Jesús Buen Pastor. Imagen que caracteriza la liturgia del cuarto domingo de Pascua. El evangelio de Juan nos ofrece en este hermoso texto (10,1-10), cuáles son las características de una auténtica representación de Jesús como Buen Pastor.

En primer lugar, se nos habla de un pastor que llama sus ovejas una a una porque las conoce por su nombre; luego se nos dice que es un pastor que tiene un cuidado particular por su rebaño. Más aún es un pastor que quiere que sus ovejas tengan vida y la tengan en abundancia. En definitiva, las palabras de Jesús nos muestran que la característica típica del buen pastor es la del amor por su rebaño. En este sentido, estamos llamados a volver nuestra mirada al Pastor que ama sus ovejas, que nos ama uno a uno, que nos tiene en su corazón. Nosotros, tantas veces distraídos y superficiales en nuestra relación con el Señor, somos llamados por él mismo a hacer una memoria grata del inmenso amor que nos tiene. Esta experiencia la podemos cultivar en nuestra cotidianidad, partiendo de la escucha asidua de su Palabra. Con esa apremiante necesidad que expresa el salmista: ¡Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo!

Ese profundo anhelo de encuentro con el Señor, «como busca la cierva corrientes de agua», nos da una pista de interpretación para comprender la primera lectura. En este texto de los Hechos de los Apóstoles (11,1-18) Pedro se refiere al modo como el Espíritu Santo lo inspiró a que llevara el Evangelio a los paganos. La primera comunidad cristiana se abre a la dimensión del mundo entero. El salmo responsorial de hoy nos sugiere que cada ser humano lleva en su corazón una sed insaciable de Dios y de su misterio, del sentido más profundo de la vida; incluso aquellos que pueden parecer más distantes, distraídos, indiferentes, contrarios. De este modo somos invitados a una doble consideración. En primer lugar, a tomar conciencia de que todos somos «una espera viviente» del Señor. En segundo lugar, a alimentar el deseo, que luego es también necesidad, de anunciar a todos con nuestra vida y palabras la buena noticia del Evangelio: porque de hecho todos tenemos necesidad.

El auténtico discípulo del Señor está llamado a encarnar en su historia los rasgos esenciales del Buen Pastor, cuya identidad propia, como hemos visto, es la del amor gratuito por su rebaño. De esta manera, reproduciendo los gestos y actitudes del Buen Pastor, seremos capaces de ofrecer una gota de agua que calme un poco la sed de este desierto que nos está tocando vivir.

Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

domingo, 25 de abril de 2021

COMPRENDIENDO LA PALABRA 250421


«Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas y ellas me conocen»

Miremos a nuestro pastor, Cristo... Se regocija con las ovejas que están cercanas a él y va en busca de las extraviadas. No teme montes y bosques; recorre barrancos hasta llegar a la oveja perdida. Y aunque la encuentre en estado lastimoso, no se encoleriza, sino llevado por la compasión, la toma sobre sus hombros y, de su propio cansancio, cura la oveja cansada (Lc 15,4s)... Con razón Cristo proclama: "Yo soy el Buen Pastor, busco la oveja perdida, recupero a la extraviada, vendo a la que está herida, curo a la que está enferma» (Ez 34,16). He visto al rebaño de los hombres agobiado por la enfermedad; he visto a mis corderos descender al lugar de los demonios; he visto a mi rebaño despedazado por los lobos.

He visto ésto y no lo he visto desde lo alto. Por eso tomé la mano desecada, atrapada por el mal, como por un lobo; desaté aquello que la fiebre había atado; hice ver a aquellos, cuyos ojos permanecieron cerrados desde el seno de su madre; saqué a Lázaro de la tumba, donde yacía desde hacía cuatro días (Mc 3,5; 1,31; Jn 9; 11). «Porque soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por sus ovejas "... Los profetas conocieron a este pastor, ya que antes de su Pasión, anunciaban lo que iba a venir: "Como cordero, llevado al matadero; como oveja ante el esquilador, no abría la boca" (Is 53,7). Como una oveja, el pastor ofreció su garganta por sus ovejas... Por su muerte, remedia a la muerte; por su tumba, vacía las tumbas...

Las tumbas son pesadas y la prisión está cerrada, mientras el pastor, desciende de la cruz, no viene para llevar a sus ovejas apresadas la alegre noticia de su liberación. Lo vemos en los infiernos donde da la orden de liberación (1P 3,19); lo vemos llamar de nuevo a sus ovejas, llamarlas por su nombre y llevarlas de la estancia de los muertos a la vida. "El buen pastor da su vida por sus ovejas". Así es como se propone ganar el afecto de sus ovejas, y a las que saben oír su voz las ama Cristo.


Basilio de Seleucia (¿-c. 468)
obispo
Oración 26; PG 44, 129

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 10,11-18


Evangelio según San Juan 10,11-18
Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas.

El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa.

Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas.

Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí

-como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor.

El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla.

Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre".


RESONAR DE LA PALABRA


¡MIRAD QUÉ AMOR!

La segunda lectura de hoy comienza con una invitación a la sorpresa, al agradecimiento, a la emoción, a la contemplación: «Mirad qué amor nos ha tenido el Padre». En el Salmo hemos orado: «Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación, yo te ensalzo». Y en el Evangelio: «Yo soy el Buen Pastor que da su vida por las ovejas; que conozco a las mías, y las mías me conocen, tengo poder para entregarla por esto me ama el Padre». Es decir: Que el Padre nos ama hasta el punto de hacernos sus hijos. El Buen Pastor nos ama hasta el punto de dar la vida por nosotros y hasta por ovejas que aún no están entre las suyas. Y el Espíritu, que es el amor de Dios derramado en nuestros corazones y que clama «Abbá, Padre». ¡TODO EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN Y LA PASCUA ES UN MISTERIO DE AMOR!. Dios es amor, es el que ama y se entrega, y es el que hace posible el amor entre sus ovejas: la comunidad. Por eso me ha parecido necesario detenerme en ese amor de Dios, tal como nos ha invitado el Apóstol Juan.

 • Si Dios es Amor no significa simplemente que Dios «a veces ama», de vez en cuando. O que Dios ama a algunos (que se lo merecen y ganan), y a otros no tanto. Sino que Dios no puede dejar de amar, por muy malos que seamos los hombres. Si dejara de amarnos, ya no sería Dios. O si en ciertas circunstancias no amara, no podríamos decir que «es Amor». El amor ama, aunque no reciba respuesta (los padres lo saben muy bien desde su propia experiencia).

• Si Dios es amor, no necesitamos cumplir ningún requisito para que Dios nos ame, me ame. De modo que, aunque seamos pecadores, Dios no se aleja de nosotros, ni se enfada. ¡Es que somos sus hijos! Si acaso, -así me lo imagino yo-, se le escapará alguna que otra lágrima de pena, mientras espera a ver Si decidimos volver. Porque amar es también tener esperanza, nunca dar algo por perdido. Como decía san Pablo a los de Corinto: «el amor no lleva cuenta de las ofensas, todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta». Ya que, como dice un Salmo: «el Señor se acuerda de que somos barro», él nos creó frágiles, y por ser frágiles fallamos...le fallamos. Pero el amor siempre cree y espera que el otro sea mejor. Decimos: «Alguna vez se dará cuenta», «ya madurará, ya cambiará...». eSO MISMO dice el Dios-Amor. Y aunque nos creamos merecedores de castigo, nos recuerda la Primera Carta de Juan: «Si nuestra conciencia nos condena, Dios es más grande que nuestra conciencia». Y también: "el amor no consiste en que nosotros amemos a Dios, sino en que él nos amó primero a nosotros"... Todo esto lo sabemos con la cabeza, claro, pero nos cuesta acoger la bondad, el amor, la misericordia de Dios, y andamos pensando que necesitamos «merecer» su amor. Pero la lógica de Dios es que Él ama primero, sin límites y gratuitamente.

• Si Dios es amor, significa que me necesita, que desea continuamente encontrarse conmigo para decírmelo y hacérmelo notar. No otra cosa es la oración, como dice la conocida definición de Teresa de Jesús: "Orar es estar (no habla dice nada de decir, o de hacer: estar) muchas veces tratando de amistad/amor con quien sabemos que nos ama». Tan pronto como nos recogemos en silencio y nos ponemos a la escucha del corazón, suena dentro como una voz que nos dice:«Tú eres mi Hijo amado». ¡Pues lo somos! Pero también me necesita para que su amor llegue a otros: el amor es expansivo y el Buen Pastor tiene otras ovejas lejos... a las que tiene que salir a buscar, acoger y cuidar. Y yo debo ser un «instrumento de su amor». (Hoy precisamente celebramos en muchos lugares la Jornada de oración por las vocaciones): extender, multiplicar, compartir, testimoniar el Amor recibido de Dios.

• Si Dios ama al hombre, significa que el hombre es tremendamente importante. Tanto amó Dios al mundo que se bajó de su cielo, para meterse en nuestra carne y experimentar en sí mismo lo que somos y sentimos. Un Amor solidario: haciéndose uno de nosotros, y pobre entre los pobres... estaba atribuyendo al hombre, al pobre, al que «no sirve ni pinta nada» un valor infinito. Y cuando nos ponemos a amarles, nos parecemos mucho a Dios: Somos dioses. Y tanto nos amó que dio la vida por nosotros, que es un signo incomparable de amor. El amor llega hasta ese extremo: que el otro importe más incluso que mi propia vida.

  • Si Dios es amor, todas nuestras cosas le afectan e importan. Sufre, pelea y se alegra y triunfa conmigo. Le interesan mis pequeñas y grandes preocupaciones, y disfruta cuando las comparto con él: «Yo conozco a mis ovejas». Así es como me doy cuenta de que no se aparta de mí ni de día ni de noche: «Te doy gracias porque me escuchaste» (Salmo). Conocer es una consecuencia de amar, y amar exige conocer.

El Amor de Dios se convierte en compañía cuando sufrimos, es fortaleza para que salgamos adelante. Por Amor se convierte en Pastor Bueno cuando necesitamos protección o guía porque atravesamos por cañadas oscuras. Y nosotros en su nombre, haremos lo mismo.

• Si Dios es Amor, yo no soy su siervo, ni su esclavo. No tiene celos de mi libertad, porque me la ha dado precisamente él. Me quiere libre y responsable de mi vida. Y está a mi disposición para levantarme cada vez que me caigo. O cuando el sufrimiento o el mal parecen derrotarme. Le gusta verme de pie, ni postrado ni humillado. Me ayuda a liberarme cuando me dejo enredar con otros falsos dioses y señores: Ellos sí que me enganchan, me «atan», me esclavizan. En cambio él no tiene inconveniente en arrodillarse a lavarme los pies cansados de los caminos. Arrodillarse para servir y amar sí.

• Si Dios es Amor, quiere decir que el Amor es lo único que tiene importancia. El 1er mandamiento de la Antigua Alianza decía «Amarás a Dios sobre todas las cosas». Y todos los demás son derivaciones de él. Seguramente no haría falta ningún otro mandamiento. Pero cuando falta el amor... se multiplican las leyes, normas, prohibiciones... Pues después de mostrarnos hasta dónde llega el amor (entregarse, dar la vida, cuidar, proteger, acompañar...) Jesús nos dejó un solo mandato: «Amad/amaos como yo», que viene a ser lo mismo que «poner el amor al hermano por encima de todas las cosas».

¿Por qué digo todas estas cosas tan conocidas por todos? Uno sospecha que la «falta» de vocaciones (cualesquiera que sean) puede deberse a un déficit de amor: y por eso se hace cada vez más urgente y necesario que se noten mucho más los gestos de amor de los pastores de la Iglesia, la preocupación real por el bien de las ovejas, por encima del propio bien y de la propia vida. Y hacer crecer la frecuente escasez de amor entre los hermanos de las comunidades cristianas (¿mirad cómo se aman?); que no parezca más relevante el cumplimiento de leyes, normas y ritos... que el esfuerzo por entregarse, por la caridad, por amar como Cristo nos amó. Y por supuesto: contemplar, profundizar, gozar, orar, meditar... el amor del Dios-Padre-Hijo-Espíritu (¿quizá habría que enseñar cómo hacerlo?).

Termino como comenzaba: ¡MIRAD QUÉ AMOR NOS HA TENIDO DIOS! Pues eso.

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA



 

sábado, 24 de abril de 2021

MIS PALABRAS SON ESPÍRITU Y VIDA


«Mis palabras son espíritu y vida»

"Tomad y comed, dice Jesús, esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros" (cf 1Co 11,24). ¿Por qué los discípulos no se turbaron al oír estas palabras? Porque Cristo ya les había dicho muchas grandes cosas al respecto (Jn 6)... Confiemos, también nosotros, plenamente en Dios. No le hagamos objeciones, aunque lo que diga parezca contrario a nuestros razonamientos y contrario a lo que vemos. Que su palabra sea la principal guía de nuestra razón y de nuestra vista. Tengamos esta actitud frente a los misterios sagrados: no veamos solamente lo que está bajo nuestros sentidos, sino que tengamos en cuenta sobre todo las palabras del Señor.

Su palabra no puede engañarnos, mientras que nuestros sentidos nos engañan fácilmente; ésta jamás es cogida en falta, en cambio ellos faltan muy a menudo. Cuando el Verbo dice: "Esto es mi cuerpo", fiémonos de él, creamos y contemplémosle con los ojos del espíritu...

Cuánta gente dice hoy: "Querría ver a Cristo en persona, su cara, sus vestidos, sus zapatos". ¡Pues bien, en la eucaristía es a él al qué ves, al que tocas, al que recibes! Deseabas ver sus vestidos; y es él mismo el que se te da no sólo para verle, sino para tocarlo, comerlo, acogerlo en tu corazón. Por tanto, que nadie se acerque con indiferencia o dejadez; ya que todos van a él, animados por un amor ardiente.



San Juan Crisóstomo (c. 345-407)
presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía sobre el evangelio de Mateo, n° 82; PG 58, 743

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 6,60-69


Evangelio según San Juan 6,60-69
Después de oírlo, muchos de sus discípulos decían: "¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?".

Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: "¿Esto los escandaliza?

¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes?

El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida.

Pero hay entre ustedes algunos que no creen". En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.

Y agregó: "Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede".

Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo.

Jesús preguntó entonces a los Doce: "¿También ustedes quieren irse?".

Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna.

Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos todos:

A veces uno se pregunta por qué en la Iglesia de hoy no ocurren maravillas como aquellas que nos cuenta el libro de Hechos. Curaciones, conversiones, persecuciones, milagros, comunidades vivas que crecen a pesar de todas las dificultades… ¿Dónde están hoy esos signos del Resucitado? Quizás sea que con los siglos la Iglesia se haya “institucionalizado” en exceso, perdiendo la frescura carismática original; o quizás que muchos vivamos una fe un poco muerta, de ricos acomodados, una fe que no nos compromete mucho. Pero sí que hay comunidades cristianas en las que siguen sucediéndose maravillas y milagros. Quizás de otro modo y en circunstancias distintas.

Conocí en La Ceiba a un viejito de etnia garífuna, sin hogar y sin nada, en la pobreza más absoluta. Llevaba años durmiendo en los restos de un viejo coche abandonado en un terrenito donde trabajaba Sergio, un Delegado de la Palabra muy comprometido con su comunidad. Todas las mañanas Sergio le despertaba con un pancito y un café, quizás su única comida del día, y hablaban un rato de la vida y de Dios. No tenía a nadie que se ocupara de él, y todo el dinero que conseguía lo gastaba en licor barato. Aquella mañana le había dicho a Sergio que ya no iba a beber más: “Diosito me va a llevar con él. Vos me llevaste muchas veces al hospital o a tu casa, y muchas veces me ayudaste. Ya no hará falta: Diosito me espera esta noche, y por fin tendré familia y casa, y ya no tendré que beber nunca más”. El viejito le dio un fuerte abrazo y le agradeció que le hubiera hablado de que el Señor siempre perdona y salva a la oveja perdida… “como al Buen Ladrón”, añadió. Al día siguiente lo encontraron muerto, con una sonrisa llena de paz. “¿Lo ve, Padre?” -me dijo Sergio- “Ahorita él está ya en el cielo: ¿ve cómo sigue habiendo milagros?”

La Iglesia sigue viva, en muchas comunidades y en muchos cristianos. El Espíritu sigue actuando y el Señor sigue regalando a los más pobres el Pan de la Vida Eterna.

Javier Goñi

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

viernes, 23 de abril de 2021

COMPRENDIENDO LA PALABRA 230421


“El que come de mi carne y bebe de mi sangre tiene Vida eterna” (Jn 6,58)

Anteriormente, el mar abierto por el bastón de Moisés y el maná descendido del cielo eran sólo figura y símbolos de la verdad. Igualmente, el mar, el bautismo y el maná del Salvador y todo lo que hablamos, son símbolo y figura de realidades que poseen una trascendencia y gloria incomparables, en la medida que lo increado trasciende por naturaleza lo que es creado. Ese maná, que es llamado “pan y alimento de los ángeles”, que en ese tiempo los hombres comieron en el desierto, ha cesado, desaparecido, y están muertos los que lo han comido ya que ellos no participaban de la verdadera vida. En cambio, la carne de mi Maestro, divinizada y llena de vida, hace participar a la vida a los que la comen y los hace inmortales. (…)

Comenzó por despojarme de la corrupción y la muerte, por hacerme enteramente sensible y conscientemente libre. Y misterio más grande aún- hizo un nuevo cielo y, él, Creador de todo, fijó su morada en mí, favor del que ningún santo había sido juzgado digno antiguamente. Antes, hablaba por medio del Espíritu divino y por obra de él realizaba sus maravillas. Pero jamás, jamás, Dios no se había sustancialmente unido a nadie hasta que se hizo hombre Cristo, mi Dios. Habiendo tomado un cuerpo dio su Espíritu divino y por él se une sustancialmente a todos los creyentes y se convierte entre ellos en unión inseparable.



Simeón el Nuevo Teólogo (c. 949-1022)
monje griego
Himnos 51 (SC 196, Hymnes III, Cerf, 2003), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 6,52-59


Evangelio según San Juan 6,52-59
Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?".

Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.

El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.

Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.

El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.

Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.

Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente".

Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos y hermanas:

En este tiempo de Pascua vamos escuchando relatos y personajes de los primeros años de la Iglesia naciente. El testimonio de los Apóstoles, los discursos de Pedro, los signos que les acompañaban, la persecución de los judíos, el martirio de Esteban, la actividad misionera de Felipe … La Iglesia iba avanzando, perseguida, pero a la vez asistida por la fuerza del Espíritu del Resucitado.

Hoy escuchamos un nuevo episodio de los sucesos de aquellos primeros tiempos: la conversión de Saulo, el gran perseguidor de los cristianos. El encuentro personal con el Señor, que le sale al paso tirándole del caballo, transforma radicalmente su vida. Conversión radical a una Vida Nueva, provocada por su encuentro en persona con quien nos hace nacer de nuevo, Jesús, el Pan de la Vida. Y así nació Pablo, el gran apóstol de los gentiles. De perseguidor a apóstol.

San Pablo respondió a la llamada de Jesús con un cambio radical de vida, pasando de ser perseguidor de los cristianos a anunciar a Cristo a los gentiles. Es el encuentro con el Señor el que le cambió la vida; también es así en nuestra experiencia como cristianos. Eso sí, de maneras diferentes: ese encuentro puede ser repentino o progresivo, puede ser desde fuera de la fe, o ya participando en alguna comunidad cristiana. Pero siempre la conversión, la escucha de la llamada y el compromiso evangelizador surgen del encuentro personal con Jesús. No hay otro camino: sólo el encuentro con el Señor cambia nuestro corazón y nuestra vida; sólo Él es capaz de hacernos nacer de nuevo, a una vida nueva, y sólo Él es capaz de alimentar esa vida en nosotros …

Necesitamos encontrarnos con Jesús. Todo lo nuevo nace de ese encuentro: la novedad del Reino, y con ella, la novedad de una humanidad justa, pacífica, fraterna y respetuosa con la naturaleza. En Él la vida renace, renovada, plenificada.

Danos siempre de ese Pan…

Javier Goñi

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

jueves, 22 de abril de 2021

PENSAMIENTOS

 


COMPRENDIENDO LA PALABRA 220421


«Este es el pan, que ha bajado del cielo, el que lo coma no morirá "

Pues, visto el buen Jesús la necesidad, buscó un medio admirable

adonde nos mostró el extremo de amor que nos tiene, y en su nombre y

en el de sus hermanos, pidió esta petición: El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy, Señor. Por ser nosotros tales y tan inclinados a cosas bajas y de tan poco amor y ánimo, que era menester ver el suyo para despertarnos, y no una vez, sino cada día, que aquí se debía de determinar de quedarse con nosotros...

He mirado yo cómo en esta petición sola duplica las palabras,

porque dice primero y pide que le deis este pan cada día, y torna a

decir dádnoslo hoy, Señor. Pone también delante a su Padre. Es como

decirle que ya una vez nos le dio para que muriese por nosotros, que ya

nuestro es; que no nos le torne a quitar hasta que se acabe el mundo; que le deje servir cada día. Pues en esta petición, de cada día parece que «para siempre».

Estando yo pensando por qué, después de haber dicho el Señor: cada

día, tornó a decir: dánoslo hoy, ser nuestro cada día, me parece a mí,

porque acá le poseemos en la tierra y le poseeremos también en el cielo, si nos aprovechamos bien de su compañía; El decir hoy me parece es para un día, que es mientras durare el mundo, no más. ¡Y bien un día!

Y así le dice su Hijo que, pues no es más de un día, se le

deje ya pasar en servidumbre; que pues Su Majestad ya nos le dio y

envió al mundo por sola su voluntad, que Él quiere ahora por la suya

propia no desampararnos, sino estarse aquí con nosotros para más

gloria de sus amigos y pena de sus enemigos. Que no pide más de hoy,

ahora nuevamente; que el habernos dado este pan sacratísimo para

siempre, cierto lo tenemos. Su Majestad nos le dio, como he dicho, este

mantenimiento y maná de la Humanidad, que le hallamos como queremos, y que, si no es por nuestra culpa, no moriremos de hambre.


Santa Teresa de Ávila (1515-1582)
carmelita descalza y doctora de la Iglesia
Camino de Perfección, cap. 33-34

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 6,44-51


Evangelio según San Juan 6,44-51
Jesús dijo a la gente: "Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día.

Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí.

Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre.

Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna.

Yo soy el pan de Vida.

Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron.

Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera.

Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

Hace una semana le escuchábamos a Jesús decir a Nicodemo: “… el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo el que ha nacido del Espíritu”. Y, en efecto, así ocurrió con los discípulos en la primera Iglesia: lo hemos escuchado en el relato de Hechos de hoy. Felipe, impulsado por el Espíritu, se encuentra con el etíope a quien anunciará la Buena Nueva de Cristo Resucitado y al que bautizará. Y de nuevo, llevado por el Espíritu, aparecerá en otro lugar, para seguir anunciando el Evangelio.

De otras maneras, quizás, pero también hoy en la Iglesia sigue habiendo hombres y mujeres que nacen de nuevo, del Espíritu, y llevados por él, siguen dando testimonio de la Vida Nueva en Cristo en todos los rincones del mundo, hasta en los más oscuros y perdidos. En Jesús, el que murió y resucitó por todos, encontramos el alimento que hace nacer en nosotros esa Vida Nueva, que a su vez se convierte en nosotros en pan multiplicado que podemos llevar donde el Espíritu nos lleve para que otros puedan encontrar también la fe, el amor, la esperanza que necesitan.

Jesucristo es el Pan de Vida Eterna, sí. Los que hemos tenido la suerte de gustarlo y hemos recibido su Espíritu, ahora hemos de llevarlo, multiplicado, a tantos y tantas que hoy andan en la oscuridad, en la desesperación o en el engaño de falsos sentidos para la vida, de falsos dioses. Sólo Él da verdadero sentido a la vida; sólo Él es fundamento y origen de una Vida realmente plena, a la que ni la muerte podrá poner fin. Llevemos este mensaje, esta alegría, a tantos y tantas que en este mundo asolado por tantas “pandemias” buscan sentido sin encontrarlo. Transmitamos Vida Nueva. Dejémonos llevar por el Espíritu sin miedo.

Feliz viaje.

Javier Goñi

fuente del comentario CIUDAD REDONDA