En la primera hora de mi día,
una clamor elevo mi Jesús:
¡Derrama Tu Espíritu Santo, Señor!
¡Envíalo abajo, Señor, envíalo!
¡Envía Tu Espíritu aquí, abajo, donde lo necesitamos!
Para conocerte más y más;
Para amarte más y más,
Para adorarte más y más!
¡Envía tu Espíritu Santo aquí, abajo, envíalo!
Sí, envíalo!
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