para portal Ciudad Redonda
Desde antiguo todos los cristianos creyeron que tú debías estar junto a tu Hijo,, en la gloria del cielo, y te han venerado como Gloriosa, Santa María, y te han entonado hermosas cantigas, en las que nos han transmitido una certeza, representada en la imagen del texto bíblico que dice: “la Mujer fue llevada al desierto, para que esté allí 1260 días”. En esta descripción sentimos que, aunque vives exaltada, junto a Jesucristo, no te has desentendido de nosotros, que aún caminamos por este valle de lágrimas, y peregrinamos hacia tu misma meta, que tú ya has alcanzado.
Quiero sumarme al cántico de las generaciones que te llaman bendita, bienaventurada, gloriosa. Y si cuentan que fue el olor a rosas lo que atrajo a los discípulos de Jesús hacia el Valle de Josafat, donde depositaron tu cuerpo con gran veneración, al contemplar la naturaleza que me envuelve, y percibir el olor a romero, a espliego, a mejorana…, interpreto que todo el campo se ha henchido del aroma de tu cuerpo glorificado.
Si una palabra, un paisaje, la lluvia, la tormenta, pueden despertar la memoria y evocar acontecimientos grabados en el interior, como hechos reveladores de la historia personal, al adentrarme en las estribaciones del Alto Tajo, y percibir en el más recio calor el olor a resina, al tiempo que canta la chicharra; al frotar con mi manos las espigas del espliego; el rozar con mis dedos los macizos de romero, me siento envuelto en la fragancia y hermosura de tu presencia maternal en toda la naturaleza.
Recibe hoy el homenaje de quienes te invocamos con tantos nombres, no solo de los valles y de las flores, sino también como conocedora de los sentimientos humanos y te los ponemos como identificativos. Así te veneramos como madre de piedad, del silencio, dolorosa, y también Virgen de la Alegría, del Consuelo, de la Esperanza…
Desde lo alto, tú puedes vernos a todos. No apartes tu mirada de quienes pierden la dirección del camino y pasan por tramos oscuros, llenos de angustia, de miedo, de tristeza. Auxilia a los peregrinos, a los enfermos, a los que les pesa su cuerpo, por motivo de su ancianidad, debilidad, diferencia con los más jóvenes. Que todos gocemos de sabernos destinados a compartir contigo las bienaventuranzas.
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