XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario
Tu fe te ha salvado. (Lucas 17, 19)
La lepra es una grave enfermedad de la piel y cuando los pacientes no reciben tratamiento adecuado, constituye una fuente de contagio. En los tiempos del Señor, la vida de los leprosos era miserable, de completa humillación y aislamiento social. Por eso, ¡qué magnífica oportunidad se les presentó a los diez leprosos del Evangelio de hoy cuando vieron que Jesucristo pasaba por su pueblo! Se atrevieron a traspasar los límites de su cuarentena y se acercaron al Señor suplicándole: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros” (Lucas 17, 13).
La lepra no pudo resistir el poder curativo del Señor ni la fe de los hombres. Pero aún faltaba que ellos se presentaran a los sacerdotes para verificar oficialmente su curación, tras lo cual podían volver a reunirse con sus familias y volver a su vida normal.
Pero la historia no concluye allí, porque sucedió algo más que terminó siendo una valiosa lección sobre la vida cristiana. Uno de los ex leprosos, al darse cuenta de que estaba sano, se sintió tan contento y agradecido que quiso volver a expresarle su profunda gratitud a Dios por su curación y al “profeta” por medio del cual había sanado. Era algo que no podía dejar pasar y al hacerlo su atención pasó de su experiencia de sanación a la persona del médico divino.
Esta respuesta llena de humildad y gratitud conmovió profundamente al Señor, y le dijo al hombre: “Tu fe te ha salvado” (Lucas 17, 19), algo que los demás no llegaron a experimentar. ¿Qué significa esto? Que el ex leproso pudo entrar en una nueva relación de amor y agradecimiento a Dios, y por lo tanto su vida interior cambió como resultado de la curación que recibió en su cuerpo.
Esta es una enseñanza para todos: si queremos experimentar una transformación interior, reconozcamos lo mucho que Dios ha hecho y sigue haciendo en nuestra vida y démosle gracias con toda sinceridad.
“Dios y Señor mío, sé que tú puedes y quieres curarme de mis enfermedades; pero más aún, sé que por tu amor y tu misericordia, también puedes salvarme de mis pecados.”2 Reyes 5, 14-17
Salmo 98(97), 1-4
2 Timoteo 2, 8-13
fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros
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