La Presentación del Señor
El Espíritu Santo… le había revelado que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. (Lucas 2, 26).
En raras ocasiones sucede que, en los hospitales, hay equivocaciones y los padres de un bebé recién nacido reciben una criaturita que realmente no es la suya. Es raro que esto suceda, especialmente ahora que muchos hospitales tienen procedimientos especiales para evitar o reducir estos errores, pero a veces de todos modos ocurren. ¡Incluso los propios padres no pueden distinguir a su bebé recién nacido en la sala cuna!
Algo como esto fue lo que tuvo que hacer Simeón. Se pasó años en el templo esperando ver a un bebé especial que nunca había conocido. Y no tenía idea de cómo luciría el bebé. Todo lo que sabía era que él no moriría antes de haber visto personalmente al Mesías de Israel.
Pero Simeón no estaba en una situación demasiado imposible. Tenía un ayudante secreto que podría señalarle al Mesías aunque el templo estuviera lleno de bebés. Así pues, mientras Simeón observaba los rostros de la gente y esperaba ver al prometido de Israel, sabía que el Espíritu Santo lo dirigiría justo hacia el bebé correcto. Por eso aguardaba con paciencia, miraba con cuidado y escuchaba con confianza.
Ahora bien, hoy el Espíritu Santo está haciendo lo mismo para nosotros y lo está haciendo en una escala mucho mayor. En esa época, le ayudó a Simeón a encontrar al Mesías en el rostro de un bebé; pero hoy, nos ayuda a ver a Cristo en los ojos de cada persona que encontramos. Nos ayuda a reconocer la dignidad y el valor de todos cuantos nos rodean, porque todos ellos llevan la imagen y semejanza de Cristo.
Ya sea el nuevo bebé que llora en la Misa del domingo, el vecino poco amistoso de la casa del lado, el compañero de opiniones políticas diametralmente opuestas o la cajera amable del mercado, en todos ellos se refleja el Señor de una manera u otra; cada uno de ellos es una revelación única de quién es y cómo actúa Dios. Y eso significa que cada uno de ellos es digno de respeto. Que el Espíritu Santo nos abra los ojos para ver a Cristo hoy.
“Señor, ayúdame a fijarme en los rostros de la gente que encuentre hoy en mi camino y enséñame a reconocer que cada persona también lleva la marca de Dios.”Malaquías 3, 1-4
Salmo 24(23), 7-10
Hebreos 2, 14-18
fuente. Devocionario católico la palabra con nosotros
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