El pecado es el motivo de tu tristeza, y solo Jesús puede devolverte la alegría verdadera
En algunas situaciones especificas, en que dos personas eran condenadas a la muerte, los romanos acostumbraron aplicar una pena extremamente cruel. Ataban a dos personas una a la otra, rostro con rostro, brazo con brazo, mano con mano, pierna con pierna y así por delante; después, mataban solo a uno de ellos y colocaban a ambos en un sepulcro, atados. A medida que el cuerpo se iba deshaciendo, libraba substancia que consumían, en vida, el cuerpo de aquel que con él estaba atado.
De esta forma, podemos entender mejor lo que San Pablo aludia al decir: “¡Ay de mí! ¿Quién podrá librarme de este cuerpo que me lleva a la muerte? (Romanos 7,24). Él no hablaba de su cuerpo físico, sino del cuerpo del pecado al cual él estaba atado.
Así como aquel condenado, no tenemos fuerzas para librarnos de ese cuerpo del pecado que nos consume; estamos de tal forma atados a él, que parecemos formar un solo cuerpo; y no estamos atados por fuera, sino por dentro, en nuestro corazón.
Necesitamos de alguien que nos desate y nos libere de ese cuerpo que nos mata y nos hace pudrirnos en la vida.
Los cristianos son el suave aroma de Cristo, pero, cuando se tiene un cuerpo de pecado encerrado en el corazón, el proprio corazón se corrompe y comienza a oler mal el aire a su alrededor. En lugar de ser causa de alegría y felicidad para si y para los demás, se convierte en causa de sufrimiento e infelicidad, porque se aparta de Dios, en discordia con las personas por defender intereses egoístas.
La verdad es que somos las primeras victimas de ese mal. Nos sentimos tristes y abandonados, porque somos pecadores, porque, en nuestro corazón, vive una lepra llamada pecado, que nos insensibiliza a la presencia amorosa de Dios. Y el peor es que no podemos huir de él, como se huye de una persona desagradable; no podemos huir, porque el pecado nos habla de dentro de nuestro corazón (Sl 36, 2), nosotros lo llevamos para donde vamos.
Ten seguridad de que el pecado es el motivo de tu tristeza, y solo Jesús puede devolver la alegría verdadera. Es necesario que Él lo libere de ese mal, mate esa lepra y convierta tu corazón dañado en un nuevo corazón. Toda persona que piensa que es imposible que sus pecados le sean perdonados, entra en desesperación y, con la desesperación, se convierte en un estado peor que el de antes.
¡Entonces, ten confianza en Dios!
Si alguna vez te has sentido perdido y, por causa de alguna cosa que has hecho, has tenido miedo de caer en el infierno, sintiéndote desolado y sin fuerzas; si después de varias luchas contra un pecado, contra un mismo pecado, más de una vez, y has sido vencido y has sentido ganas de desistir, déjame darte una gran noticia: solo quien así se sintió puede experimentar lo que es ser salvo por la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, y este mismo Jesús puede eliminar tu tristeza en la raíz.
Márcio Mendes
Comunidad Canción Nueva
(extraído del libro “Vencendo Aflições, Alcançando Milagres” – [Venciendo Aflicciones, Alcanzando Milagros])
Foto: Wesley Almeida / cancaonova.com
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