viernes, 8 de septiembre de 2017

Meditación: Mateo 1, 1-16. 18-23


Natividad de la Santísima Virgen María

¡Cantaré al Señor por el bien que me ha hecho! (Salmo 13(12), 6)

En la genealogía de Jesucristo, nuestro Señor, vemos que la obra de Dios está entretejida en la historia humana, y que Dios actúa en lo secreto y en silencio. Esto se manifiesta de modo sublime en el modo cómo fue preparando a la que había de ser la Madre del Salvador. 

Un santo anónimo de la Edad Media dijo: “Cuando nació María, el Sol de Justicia, que es Nuestro Señor Jesucristo, empezó a iluminar al mundo con sus primeros rayos, como cuando aparece la aurora en el oriente.” 

Posteriormente, San Juan Bautista de La Salle (1651-1719) escribió lo siguiente: “Honremos a la Santísima Virgen en el día de su nacimiento, y tomemos parte en la alegría extraordinaria que siente la Iglesia entera, al solemnizar hoy el venturoso instante en que Dios hizo aparecer en el mundo a aquella de quien tomó principio la salvación de todo el género humano.

“Dios, que conduce todas las cosas con sabiduría, cuando formó el propósito de salvar a los hombres y nacer como uno de ellos, prefirió escoger una virgen que fuera digna de ser su templo y su morada. Y, con el fin de prepararla tal como la quería, dispuso que se viera adornada por el Espíritu Santo con todas las cualidades naturales y sobrenaturales, que mejor pudieran convenir a la Madre de Dios.

“A ese fin, era menester que el cuerpo de esta Virgen sagrada estuviese tan perfectamente formado, y tan bien dispuesto ya al nacer, que pudiera contribuir a la santidad del alma; y que el Espíritu Santo, descendiendo sobre ella, la pusiera en condiciones de hallar gracia delante de Dios, ser objeto de sus complacencias, y recibir interiormente de él tal fortaleza, que le fuera posible resistir todos los embates con que el espíritu maligno trataba de corromper, o al menos alterar, la pureza de su corazón.

“¡Ah, cuán justísimo era que, en todos los órdenes, ella fuese obra de Dios, y lo más perfecto que pudiera darse entre las puras criaturas, aquella que había de servir para formar en su seno al Dios-hombre!” 
“Tu nacimiento, oh Virgen Madre de Dios, anunció la alegría a todo el mundo, porque de ti se ha levantado el Sol de Justicia, Cristo, nuestro Dios. él nos libera de las ataduras del pecado, destruye la muerte y nos da la vida eterna.”
Miqueas 5, 1-4
Salmo 13(12), 6

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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