viernes, 14 de diciembre de 2018

Meditación: Mateo 11, 16-19














Tocamos la flauta y no han bailado.
Mateo 11, 17

Cuando Jesús vino anunciando el Reino, muchos se quejaron porque se reunía con publicanos y pecadores. Pero, desde el punto de vista de Cristo, esas personas se perdían la oportunidad de beneficiarse de la buena noticia.

Pero Jesús no se dejó intimidar por ese rechazo, y más bien declaró que “La sabiduría de Dios se justifica a sí misma por sus obras” (Mateo 11, 19). Los milagros y las curaciones que realizaba, la expulsión de demonios, los sermones y parábolas, todo ello se combinaba para atestiguar la verdad de su mensaje. Sus detractores, al ver que los enfermos sanaban, los muertos volvían a la vida y los pobres recibían la buena noticia, deberían haber reconocido que Dios estaba haciendo algo nuevo e importante entre ellos por medio de Cristo; deberían haber visto que todas estas señales eran indicaciones de la bondad y la generosidad de Dios.

Pero los milagros no terminaron con Jesús; ellos continúan hoy mismo, y cada día, las personas se sorprenden por las señales del amor y la fidelidad de Dios. Años de rencores acumulados se han disipado y se ha abierto el camino de la reconciliación, porque la gente está buscando a Dios. Las cadenas de la adicción y el abuso de sustancias se están rompiendo y el camino hacia la recuperación se ha iniciado, porque la gente está experimentando la ayuda del Señor.

Pero todavía hay más obras y milagros que nos tiene reservados la sabiduría de Dios. Así como Jesús buscaba una amistad más profunda con sus contemporáneos, hoy sigue anhelando lo mismo con nosotros. Cada vez que rezamos, tenemos la oportunidad de tocar el borde del manto de Jesús y sentir su presencia en nuestro corazón. Cada vez que nos acercamos a alguien que está sufriendo, podemos justificar las palabras de Jesús por nuestros actos de amor y bondad, y así podemos cambiar la situación para ellos tal como el Señor cambia las situaciones para nosotros. Y si nos parece que la oración no nos da buen resultado en un día dado, siempre podemos dejar que Dios actúe para reivindicar la sabiduría de nuestra perseverancia.

Hermano, Jesús te está llamando, así que ¡levántate y sal a bailar junto a él!
“Señor, estoy consciente de que has hecho mucho en mi vida y en el mundo. Ayúdame a celebrar tu Reino con todos los santos.”
Isaías 48, 17-19
Salmo 1, 1-4. 6
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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