¡Buen día, Espíritu Santo!
Tu Voz, aunque silenciosa,
nunca se apaga en nuestro interior
y con gemidos alaba y adora,
Tu Voz es la que desde temprano grita en nuestras entrañas:
Gloria por siempre al Cordero!
Gloria al Santo Nombre de Jesús!
Al Bendito Nombre que está sobre todo Nombre!
al Bendito Nombre que nos alcanzó la Salvación!
Mientras tu Voz en nosotros clama,
nuestro corazón y respirar se unen expresando en compás de amor:
¡Ven, Espíritu Santo!
¡Ven y abre nuestros oídos!
¡Viento impetuoso penetra las profundidades de nuestro ser
y alcánzanos la gracia de escuchar la Palabra!
Y escuchando, creamos, y creyendo se haga carne en nosotros!
Ven y dinos, ¿qué podemos hacer juntos hoy?
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