Discernir desde el amor cristiano
Dios es amor y su inmensidad se derrama sobre nosotros. En Él vivimos, nos movemos y existimos. La persona que va a interceder, lo debe hacer desde esta experiencia Se analizan distintos estados del intercesor en relación con su capacidad de discernir e interceder.
Te invito, mientras lees, a ponerte en oración, para poder discernir mejor.
Espíritu de Dios, ven a mí, derrama tu AMOR. LLena mi corazón con tu presencia y tu ternura. Permíteme descubrirte a mi alrededor, que en el aire suave que me rodea estas Tu. Permíteme pensar mi vida desde tu presencia, y aprender a discernir sobre ella y la de mis hermanos Ayúdame a ser feliz y a permanecer en el amor.
Revisemos si yo pude entrar fácilmente en este estado de oración y o si me cuesta por algún motivo. Si puedo entrar libremente en este estado y gozarlo o estoy trabado por distintos motivos. Iremos revisando situaciones de vida del intercesor a fin de que discierna sobre como mejorar su ser, con la ayuda de Dios, y estar en mejor aptitud para discernir e interceder por las personas. Se aprende a interceder y discernir, también a partir de la experiencia con nuestra propia vida.
1) El hombre que erró el objetivo
Durante muchos días de nuestras vidas, podemos no estar focalizados en el amor de DIOS. Las preocupaciones y problemas me ocupan la atención y mi ser se va centrando ello. El objetivo de mi vida es amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a mi mismo. Los hebreos tenían la palabra "hatta", para expresar la noción de pecado como haber errado el objetivo. Si yo debía caminar hacia la izquierda, pero lo hago hacia la derecha, todo lo que vaya haciendo, lo hago desde una dirección equivocada. Por lo tanto lo primero que debo hacer, es retomar el objetivo, ordenar mi naturaleza y tratar de vivir los actos humanos desde el amor. Desde el amor, puedo discernir correctamente. Si no no.
2) El hombre fragmentado.
Normalmente podemos estar muy dispersos, fragmentados como seres humanos, porque estamos ocupados en mil cosas y nos van alejando del centro de nuestro ser. Confucio decía que había que buscar el centro de nuestro ser, y hallar en él lo mejor de nosotros mismos. Una vez que hallamos el centro de nuestro ser, debemos aprender a permanecer en él. El centro de nuestro ser es el corazón, y lo central del ser es el amor. Dios es amor, y viene a habitar a nuestro corazón. Centrarnos en nuestro corazón es centrarnos en Dios si lo encontramos allí. Por eso centrarnos en el amor nos unifica. Podemos hacer cualquier acto humano, pero al hacerlo desde el amor nos unifica y nos une a Dios. Desde esa actitud de madurez tiene que discernir el intercesor.
3) El hombre sujeto y amordazado Mt 8,28-34
Puedo estar oprimido por experiencias dolorosas y negativas de mi vida. Hasta puedo haberlas olvidado a nivel de conciencia, pero están allí, en el substrato de mi ser, en el inconsciente. Estas experiencias dolorosas y negativas, en muchos casos me quitan libertad de comunicación, capacidad de felicidad, libertad interior para amar. Son experiencias que hay que sanar interiormente, y habrá que tratarlas por intermedio del proceso de sanidad interior. También pueden ser fruto del mal espíritu y producir una opresión que me amordaza, me tiene sujeto. Debo descubrir en este caso el nombre y la acción de lo que me sujeta y me oprime, impidiéndome ser feliz y libre. Si yo no soy feliz y libre, no estoy en la actitud adecuada para discernir e interceder. Aquí se debe realizar un proceso de liberación interior.
4) El hombre herido
El dolor y el cansancio me impiden disfrutar del amor. Debo aprender a dejarme guiar por el Espíritu, y descansar en Él. El dolor se suaviza con la aceptación, muchas veces se resuelve con la búsqueda de soluciones, se vuelve más suave aprendiendo de Cristo que es manso y humilde de corazón. Desde esta situación debo aprender a discernir e interceder.
5) El hombre solo
No sabe comunicarse y no quiere abrirse. En este caso se debe buscar ayuda externa de alguna persona apropiada. Desde esta actitud no se puede interceder. Se puede ser tímido y ser intercesor, pero pero se debe saber expresar el amor para interceder adecuadamente. El hombre solo puede interceder si la soledad es rica y fecunda, apta para comunicarse pero si es solo como aislado, estos rasgos previos a una depresión deben ser tratados, psicológica y pastoralmente. Revisar si tenemos algunos de estos rasgos, para madurar en nuestra capacidad de discernir e interceder.
6) El hombre sencillo
El que se deja amar. Puede disfrutar del amor de Dios. Por lo tanto es humilde para ver la verdad. Discernirá adecuadamente y Dios le podrá ir mostrando que interceder.
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