"La contemplación es la respuesta a una llamada: una llamada de Aquel que no tiene voz y sin embargo habla en todo lo que existe y, por encima de todo, habla en las profundidades de nuestro propio ser, ya que nosotros somos Sus palabras. Pero somos palabras llamadas a responderle a Él, a contestarle a Él, a ser Su eco e incluso, de alguna manera, a contenerlo y significarlo.La contemplación es este eco. Es una profunda resonancia en el centro más íntimo de nuestro espíritu, donde nuestra vida pierde su voz autónoma y resuena con la majestad y la misericordia de Dios vivo y escondido. Él se responde a sí mismo en nosotros y esta respuesta es la vida divina, la creatividad divina que resuena en todas las cosas. Nosotros nos convertimos en el eco y la respuesta de Dios. Es como si Dios, al crearnos, nos hubiera hecho una pregunta y, al despertarnos a la contemplación, respondiéramos a esa pregunta, de modo que el contemplativo es al mismo tiempo pregunta y respuesta. Y todo se resume en una conciencia -no una proposición, sino una experiencia-, a saber: Yo Soy."THOMAS MERTON.
martes, 31 de julio de 2018
ECO Y RESPUESTA.
Compromiso y solidaridad
«El amor de Dios por la humanidad hambrienta de pan, de libertad, de justicia, de paz y, sobre todo, de su gracia divina, nunca falla. Jesús sigue dando de comer también hoy, sigue haciéndose presencia viva y consoladora, y lo hace a través de nosotros. Por lo tanto, el Evangelio nos invita a estar disponibles y a ser laboriosos. Ante el grito de hambre -todo tipo de “hambre” – de tantos hermanos y hermanas en todas partes del mundo, no podemos permanecer distantes y tranquilos espectadores. Esta acción de proximidad y caridad es la mejor verificación de la calidad de nuestra fe, tanto a nivel personal como a nivel comunitario. Recemos a la Virgen María, para que en el mundo prevalezcan los programas dedicados al desarrollo, a la alimentación, a la solidaridad y no a los del odio, los armamentos y la guerra»
Francisco
Ángelus 29.07.2018
Meditación: Mateo 13, 36-43
Mateo 13, 43
El Evangelio de hoy nos invita a meditar en la realidad del bien y el mal que vemos en nosotros mismos, en los demás y en el mundo. ¡Qué bendición es poder leer los relatos de los Evangelios, en los que podemos “escuchar” las enseñanzas de Jesús, nuestro Señor y “presenciar” sus acciones!
Jesús dice que los discípulos son dichosos porque abren los oídos para escuchar su Palabra y los ojos para ver las señales del Reino de Dios. Pero muchos no entienden lo que el Señor enseña porque tienen el entendimiento embotado por el egoísmo, la indiferencia o la autosuficiencia.
Con todo, los discípulos le piden que les explique la parábola. Uno también puede pedirle al Señor que le explique por qué no avanza más en su vida interior. Por ejemplo, uno puede preguntarle: “Señor, ¿cómo puedo serte más fiel, buscarte en mi lugar de trabajo o en todo lo que me sucede a mí y a mi familia?”
Jesucristo nos invita a elevar la mirada hacia el ámbito celestial, allá donde nos tiene preparada una morada definitiva. A menudo vivimos muy de prisa, y rara vez nos detenemos a pensar en que un día deberemos comparecer ante el Juez Supremo darle cuentas de la vida que hayamos llevado y cómo hayamos usado los dones, los talentos y las cualidades que él nos ha dado. Y nos dice el Señor que al final de los tiempos habrá una separación de almas, en la cual Dios acogerá con amor a cuantos hayan sido fieles y rechazará a quienes no lo han sido.
El cielo hay que ganarlo en la tierra, en el día a día, sin esperar a encontrarnos en situaciones que quizá nunca llegarán, sino haciendo lo que hay que hacer por lo que somos: hijos de Dios. Hay que vivir con sencillez, humildad y siendo fieles a lo que es ordinario, lo que a los ojos del mundo no tiene trascendencia alguna.
El Evangelio también nos recuerda que aquello que cosecharemos será lo que hayamos sembrado en el huerto que hoy nos toca cultivar en esta vida, y que idealmente debería dar frutos al ciento por ciento, para que cuando Dios nos llame a su presencia, le podamos presentar algo: actos de fe, esperanza y amor.
“Amado Jesús, gracias por explicarnos la verdad. Abre mi entendimiento y mi corazón, Señor, para que yo logre captar el sentido verdadero de tus enseñanzas.”
Jeremías 14, 17-22
Salmo 79(78), 8. 9. 11. 13
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros
ORACIÓN DE LIBERACIÓN PARA ENFRENTAR LA TENTACIÓN
ORACIÓN DE LIBERACIÓN PARA ENFRENTAR LA TENTACIÓN
“Feliz el hombre que soporta la prueba, porque después de haberla superado, recibirá la corona de la Vida, que el Señor prometió a los que lo aman.” (Stgo. 1,12) ”Estén prevenidos y oren, para no caer en la tentación; porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil” (Mt. 26,41)
Señor mi Dios, mas que nunca preciso estar cerca de Ti, pues en Ti está mi seguridad y mi fortaleza. Recurro a Ti para poder resistir las tentaciones que hoy se abaten sobre mi. Ellas vienen con tanta fuerza que parece que no voy a resistir. Padre, dame la fortaleza de Jesús, que en el momento del Gólgota resistió, aún habiendo sudado sangre.
Me acuerdo cuando Él estaba en el desierto y el demonio Le ofreció ayuda para saciar Su hambre, más allá de la riqueza y poder buscando corromper Su corazón. ¡Él supo resistir!
Hoy se abaten sobre mis diversas tentaciones. Entre las que más me perjudican están (puedes decir tus tentaciones). ¡Lávame, Jesús, y líbrame de esos males!
Bendice mis oídos, que oyen repetidamente esas tentaciones. Ayúdame a aliviar esos sentimientos y pensamientos, pues algunas veces parece que ellos despiertan en mi una locura insistente, algo desenfrenado que domina mis deseos y mi voluntad. Esos pensamientos obsesivos surgen como si hiciesen parte de mi, como algo que necesito para vivir.
Señor, siento enojo de todo eso y quiero liberarme de esas persecuciones y tentaciones. Envía tus ángeles, Señor, para combatir por mi. Ángeles de las virtudes, a llenar el vacío corrompido por el mal.
Señor, ven a liberarme de todas esas contaminaciones que entraron en mi inconsciente y que fueron me desgarrando. Dame, Señor, la gracia de resistir un día más. Lava todas las áreas de mi vida con Tu Sangre redentora. Que todo mi interior sea moldeado de acuerdo con el Tuyo, pues Jesús, Tú supiste resistir a todo.
Dame la gracia de santificar mis sentimientos y calmar toda ansiedad. Purifica mis ojos para que vea como Tú, Señor, veías; purifica mis oídos para que escuche como Tú, Jesús, escuchabas; purifica mi boca para que yo pueda hablar como Tú, Jesús, hablabas; purifica mi cuerpo para que yo sea lleno de gracia como Tú, Jesús, lo estabas. Dame entendimiento como Tú, Señor, tenías.
¡Gracias, Jesús! Espero poder descansar y dormir hoy en Tus brazos. Que tus ángeles me acompañen durante estos días que vienen, me protejan y me den la fuerza que necesito para siempre superar las tentaciones.
Gracias, Señor, por atenderme y volverme capaz de vencer todo el mal.
Amén. Aleluia.
p. Vagner Baia
Diversas Oraçoes de cura e libertação
RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 13,36-43.
Evangelio según San Mateo 13,36-43.
RESONAR DE LA PALABRA
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña en el campo".El les respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno,y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo.El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal,y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes.Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!"
RESONAR DE LA PALABRA
Queridos amigos:
«Mío es el juicio» –dice el Señor–. Es un mensaje que libera: te exime de la imposible tarea de meterte a juez definitivo de la gente. Es un mensaje que está en su sitio: solo Dios escruta las conciencias. Tú, sin duda, harás tus apreciaciones sobre las personas, valorarás conductas, te mostrarás conforme o contrario a leyes humanas; pero el juicio definitivo sobre la realidad moral y teologal del otro es competencia de Dios.
Albert Camus escribió en La caída un texto que J. Ratzinger citaba en su libro Fe y futuro. Decía un personaje a su interlocutor: «Créame, las religiones se equivocan a partir del momento en que hacen moral y fulminan con mandamientos. No se necesita a Dios para crear culpables y castigar. Nuestros semejantes bastan, ayudados por nosotros mismos. Usted ha hablado del Juicio Final. Permítame que me ría respetuosamente. Le estaba esperando a pie firme: he conocido algo mucho peor, que es el juicio de los hombres. […] ¿Y entonces? Entonces la única utilidad de Dios sería garantizar la inocencia y yo más bien vería a la religión como una gigantesca empresa de lavandería, algo que por otra parte ya fue brevemente, durante solo tres años, y no se llamaba religión». Y añadía Ratzinger: «La fe en el futuro, de la que hablamos al afirmar que la fe de Abrahán es perfeccionada en Jesús, solo es promesa, solo es esperanza, solo es realmente ofrecimiento de futuro porque simultáneamente promete la tierra del perdón».
La Iglesia no es aquí y ahora una Iglesia de los puros e impecables. Es una Iglesia de pecadores en que cada uno estamos llamados a llevar la carga del hermano, si bien, para brillar como el sol del futuro Reino de Dios, hemos de ser luz ahora y aquí, y Jesús nos espolea a que secundemos las llamadas que nos dirige en su evangelio, en particular en su discurso del monte.
Podemos, pues, juntar, estos dos mensajes: uno, el de no juzgar, y aceptar pertenecer a una Iglesia que no es la de los sin pecado; dos, responder nosotros a la llamada del Señor a ser justos. Así, teniendo para los demás entrañas de misericordia y con nosotros un corazón no complaciente ni autosatisfecho, nos reiremos del juicio.
CR
LA PACIENCIA DE DIOS
La paciencia de Dios
Carta a Diogneto (c. 200)
C. 8
El Señor y Creador del universo, Dios, que ha hecho todas las cosas y las ha dispuesto con orden, se ha mostrado no solamente lleno de amor a los hombres, sino también paciente. Él ha sido siempre, es y seguirá siendo el mismo: caritativo, bueno, dulce, veraz; él solo es bueno. Sin embargo, cuando concibió su grande e inefable plan, sólo se lo comunicó a su Hijo único. Mientras que mantenía en el misterio el plan de su sabiduría y lo reservaba, parecía descuidarnos y no preocuparse de nosotros. Pero cuando lo reveló por medio de su Hijo amado y manifestó lo que había preparado desde el principio, nos lo ofreció todo a la vez: la participación en sus beneficios, la visión y la inteligencia. ¿Quién de nosotros hubiera podido esperarlo?
Dios, pues, lo había todo dispuesto aparte con su Hijo: pero, hasta estos últimos tiempos, nos ha permitido dejarnos llevar por nuestras inclinaciones desordenadas, arrastrados por los placeres y las pasiones. No es que él se complaciera lo más mínimo en nuestros pecados: únicamente toleraba ese tiempo de iniquidad sin darle su consentimiento. Preparaba el tiempo actual de la justicia para que, convencidos de haber sido indignos de la vida durante este período por razón de nuestros pecados, nos hiciéramos dignos ahora por la bondad divina, y que después de habernos mostrado incapaces de entrar por nosotros mismos en le Reino de Dios, por su poder nos hacíamos capaces … Dios no nos ha odiado, ni rechazado, no ha guardado rencor, sino que durante mucho tiempo ha tenido paciencia con nosotros.
Carta a Diogneto (c. 200)
C. 8
lunes, 30 de julio de 2018
Zarza Ardiente - Agosto 2018
Al Señor que de manera admirable creó nuestras entrañas,
al Señor que de manera maravillosa nos hizo a Su imagen y semejanza, a Él rendimos adoración y en comunión de oración intercedemos por todos aquellos que tienen sobre sí el deber de legislar en defensa del más débil, de aquel que aún no tiene voz.
UN PUNTITO DE NADA.
“En el centro de nuestro ser hay un punto de nada que no ha sido tocado por el pecado ni por la falacia, un punto de pura verdad, un punto o chispa que pertenece por entero a Dios, que nunca está a nuestra disposición, desde el cual Dios dispone de nuestras vidas, y que es inaccesible a las fantasías de nuestra mente y a las brutalidades de nuestra voluntad. Ese puntito de nada y de absoluta pobreza es la pura gloria de Dios en nosotros. Es como un diamante puro, fulgurando con la invisible luz del cielo. Está en todos, y si pudiéramos verlo, veríamos esos miles de millones de puntos de luz reuniéndose en el aspecto y fulgor del sol que desvanecería por completo toda la tiniebla y toda la crueldad de la vida…”THOMAS MERTON. Le point vierge (El punto virgen).
Meditación: Mateo 13, 31-35
El Reino de los cielos es semejante a la semilla de mostaza.
Mateo 13, 31
La semilla de mostaza era conocida precisamente por ser la más diminuta de todas; es tan pequeña que fácilmente se escurre por entre los dedos y se pierde en el suelo. Pero una sola de esas minúsculas semillas puede crecer poco a poco hasta llegar a ser un arbusto en el que los pájaros hacen nido. ¡Pequeñísima al comenzar, pero enorme al terminar! ¿No es así también el Reino de Dios?
Jesús comparaba este común milagro de la naturaleza con la transformación que se produce cuando la semilla de la Palabra de Dios echa raíces en el corazón de quien la acoge con amor. En el Bautismo recibimos en forma de semilla el regalo más extraordinario jamás imaginado —el Reino de Dios— y esta semilla va a crecer en nosotros cada día si la cultivamos y la nutrimos con la fe y la obediencia y también con la palabra y los sacramentos.
El Señor puso además como ejemplo otra experiencia de la vida tradicional: la dueña de casa que amasa y hornea diariamente el pan. Un poco de masa que se deja sin tocar no cambia; sigue siendo un poco de masa; pero si se le añade levadura, se produce un cambio asombroso: la masa sube y al salir del horno es un pan sabroso, un alimento básico. Pero, tal como hay que amasar la masa para mezclar la levadura, así también el cristiano debe soportar ciertos golpes, presiones y estiramientos que le hace el Espíritu Santo para cambiar y renovar su forma de pensar. Esta es la misma lección de la semilla de mostaza: el Reino de Dios crecerá a medida que su palabra eche raíces en el corazón y la mente del creyente.
San Pablo nos recuerda que somos “nuevas criaturas” en Cristo (2 Corintios 5, 17) y que Dios ha plantado en nuestro corazón gracias y bendiciones inimaginables (Efesios 1, 3); además, en el Espíritu, tenemos un “poder trascendente” que “viene de Dios y no de nosotros” (2 Corintios 4, 7). Todo lo que nos pide el Señor es que plantemos la semilla de este Reino en el suelo de la fe viva; así recibiremos la dinámica energía espiritual que necesitamos para llegar a ser como Jesús.
“Padre, lléname de tu Espíritu Santo, te lo ruego, y transfórmame para seguir los pasos de santidad de Cristo y para que tu Reino crezca en mí más y más. Amén.”Jeremías 13, 1-11
(Salmo) Deuteronomio 32, 18-21
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros
Liberación de la mentira y el engaño
ORACIÓN DE LIBERACIÓN PARA CUANDO LA MENTIRA
Y EL ENGAÑO ENTRAN EN NUESTRA VIDA
Aleja de mi la falsedad y la mentira. (Pr 30,8a) El que dice la verdad manifiesta lo que es justo (Pr 12, 17); el testimonio mentiroso sustenta la falsedad. Ustedes tienen por padre al demonio y quieren cumplir los deseos de su padre. Desde el comienzo él fue homicida y no tiene nada que ver con la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, habla conforme a lo que es porque es mentiroso y padre de la mentira (Jn 8, 44-45)
Señor hoy estoy arrepentido(a) de mis mentiras y reconozco cuanto ellas me han perjudicado, han perjudicado a mi familia, a mis amigos, a mis colegas de trabajo, a mis vecinos y a todas las personas que amo.
He vivido de mentiras, y por eso mi vida, en muchas áreas es un fracaso, una decepción. Existe un vacío en mi alma porque tengo miedo de revelarme y mostrar mis fracasos, mis miserias, mis escrúpulos, mis taras, mis defectos, mis errores del pasado, lo que hice a escondidas. Percibo que, por eso, no tengo confianza en mi y en las otras personas y siempre encuentro que ellas también están mintiéndome.
Señor, yo no quiero continuar mintiendo. Quiero conquistar una actitud nueva, decir solamente la verdad a partir de ahora, aunque pueda dolerme.
Con celo, quiero también ir renovando mi pasado, con las verdades de ahora. Sé que no puedo volver atrás en muchas cosas que hice y que no hay forma de componerlas, pero me comprometo a pedir perdón por las heridas y por los sufrimientos que causé. En este momento, asumo el compromiso de tener actitudes nuevas y honestas.
Señor, no quiero que las personas me culpen por actitudes negligentes y egoístas que tuve al mentir. Tengo certeza de que no será fácil encarar mis propios errores y el hecho de que una falta en mi carácter causó tanto mal durante tanto tiempo, pero ayúdame, Señor, dándole fuerzas y amor a aquellos que herí, para que puedan perdonarme. Tal vez haya adquirido ese hábito de alguien con quien convivo, pero seré más fuerte y valiente y asumiré lo que hice.
Renuncio hoy a toda mentira. Necesito ser más honesto(a), íntegro(a) y saber evitar ese mal en el futuro. Quiero pedir al Espíritu Santo el Espíritu de la Verdad, que purifique mis labios, mi inconsciente, mi consciente, mis recuerdos, mis miedos de decir la verdad y mis traumas.
¡Santifica mi cuerpo, Señor! Yo sé que la mentira no viene de Ti, sino del maligno, que es el padre de la falsedad. El no podrá más usar este mal en mi.
Santifica mis labios con Tu Fuego de amor, así como santificaste los labios del profeta Isaías. Yo quiero hacer lo mejor a partir de ahora; lo que fuese necesario lo haré.
Te agradezco por la gracia de liberarme de este mal tan terrible y por la alegría de ser libre. A partir de ahora, quiero decir solamente la verdad y escoger solamente la verdad para mi vida. Amén. Aleluia.
RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 13,31-35.
Evangelio según San Mateo 13,31-35.
RESONAR DE LA PALABRA
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
Jesús propuso a la gente otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas".Después les dijo esta otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa".Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas,para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.
RESONAR DE LA PALABRA
Queridos amigos:
A la vista de los hechos, la gente podía objetar a Jesús: «¿Y eso es el Reino de Dios? ¿Cuatro o cuarenta curaciones, otros cuatro o cuarenta exorcismos, cuatro o cuarenta seguidores y seguidoras, cuatro o cuarenta historias y dichos? Nosotros esperábamos un Hijo del hombre que, de modo fulgurante, instaurara su soberanía de Oriente a Occidente. Eso sí que sería el Reino de Dios, que repele al adversario del Altísimo y aniquila todo mal, injusticia y sufrimiento. El Reino que anuncias es un manto que le queda demasiado grande a tu breve puñado de hechos».
Jesús responde contando historias. Porque su mirada conoce la promesa de las cosas: la promesa de un grano de mostaza, la de un puñado de levadura, la de estas señales menudas que parecen cantidades despreciables y que, sin embargo, alojan en sí un asombroso potencial de vida que nadie puede represar.
Con estos relatos nos educa la mirada, quizá lista para dejarse seducir por lo espectacular y apabullante, por lo que deslumbra, y quizá descuidada y algo obtusa para percibir el brillo de los milagros diarios de la vida y el milagro de los gestos diarios de la fe. El hechizo mismo que puede producir un espectáculo humano (por ejemplo, en el circo) no debe hacer olvidar que esa exhibición se ha forjado en el ejercicio cotidiano de personas entregadas apasionadamente a su oficio. La pasión de Jesús por el Reino definitivo y pleno de Dios se desgranaba en actos y señales que iluminaban y conmovían a los que tenían ojos para ver. Pidamos y eduquemos esa mirada.
CR
HASTA QUE TODA LA PASTA FERMENTE
“Hasta que toda la pasta fermente”
Vayamos al sentido profundo de esta parábola. La mujer que ha cogido la levadura, es la Iglesia; la levadura, es la revelación de la doctrina celestial, las tres medidas en las cuales esconde la levadura son la Ley, los Profetas y los Evangelios, en los que el sentido divino está dentro y se esconde bajo términos simbólicos, a fin de ser captado por el fiel y escape al infiel. En cuanto a las palabras “hasta que toda la pasta fermente” se refieren a lo que dice el apóstol Pablo: “inmaduro es nuestro saber e inmaduro nuestro predicar, pero cuando venga la madurez, lo inmaduro se acabará” (1C 13,9). Ahora el conocimiento de Dios está dentro de la pasta: se extiende sobre los sentidos, hincha los corazones, aumenta las inteligencias y, como toda enseñanza, los ensancha, los levanta y los desarrolla hasta tener las dimensiones de la sabiduría celestial. Ya pronto todo fermentará. ¿Cuándo? En la venida de Cristo.
San Pedro Crisólogo (c. 406-450)
obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia
Sermón 99
domingo, 29 de julio de 2018
FE Y COMPROMISO SOCIAL.
"Confesar a un Padre que ama infinitamente a cada ser humano implica descubrir que « con ello le confiere una dignidad infinita ». Confesar que el Hijo de Dios asumió nuestra carne humana significa que cada persona humana ha sido elevada al corazón mismo de Dios. Confesar que Jesús dio su sangre por nosotros nos impide conservar alguna duda acerca del amor sin límites que ennoblece a todo ser humano. Su redención tiene un sentido social porque « Dios, en Cristo, no redime solamente la persona individual, sino también las relaciones sociales entre los hombres ». Confesar que el Espíritu Santo actúa en todos implica reconocer que Él procura penetrar toda situación humana y todos los vínculos sociales: « El Espíritu Santo posee una inventiva infinita, propia de una mente divina, que provee a desatar los nudos de los sucesos humanos, incluso los más complejos e impenetrables ». La evangelización procura cooperar también con esa acción liberadora del Espíritu. El misterio mismo de la Trinidad nos recuerda que fuimos hechos a imagen de esa comunión divina, por lo cual no podemos realizarnos ni salvarnos solos. Desde el corazón del Evangelio reconocemos la íntima conexión que existe entre evangelización y promoción humana, que necesariamente debe expresarse y desarrollarse en toda acción evangelizadora. La aceptación del primer anuncio, que invita a dejarse amar por Dios y a amarlo con el amor que Él mismo nos comunica, provoca en la vida de la persona y en sus acciones una primera y fundamental reacción: desear, buscar y cuidar el bien de los demás".FRANCISCO
"Evangelii Gaudium", 178
Meditación: Juan 6, 1-15
para que no se desperdicien.
Juan 6, 12
Cuando Jesús les dice a Felipe y Andrés que den de comer a la gran multitud, ellos se deben haber preguntado: “¿Qué quiere decir? ¡No tenemos comida para tanta gente!” Pero fueron a buscar lo que hubiera y encontraron a un muchacho que tenía dos peces y cinco panes de cebada. ¡Era demasiado poco!
Cuando nos encontramos con dificultades en el día —por ejemplo, tratar con un compañero de trabajo con quien no nos llevamos bien o tener que hacer malabarismos con las exigencias de la vida familiar— pensamos que no seremos capaces de salir adelante; nos parece que no tenemos todo lo que se necesita para terminar bien el día y mucho menos para ser de utilidad a Dios.
Pero ¿qué hizo Jesús con los dos pescados y cinco panes? ¡Alimentó a cinco mil personas! Es decir, resolvió una situación crítica y de paso dejó en claro que no es el tamaño de la ofrenda lo que importa, sino su compasión y su poder. Entonces, ¿qué podemos aprender de este milagro?
Primero, que cuando le damos algo al Señor, poco no significa poco. Él puede hacer grandes cosas si de buena gana le damos de lo que tenemos. Si lo que le damos es apenas diez minutos de oración apacible, él nos llena de su amor y nos muestra cómo amar a nuestros semejantes; cuando preparamos una comida para una familia necesitada, Dios sacia su hambre y les recuerda que tienen dignidad y son amados.
Segundo, nada se desperdicia en la economía divina. Incluso los “pedazos” sobrantes de nuestros actos de amor son valiosos para el Señor. El Señor ve y le importan los pequeños sacrificios que nadie nota, por ejemplo, el esfuerzo no reconocido que dedicamos al ayudar a alguien.
Así que ¡ánimo! Ofrécele al Señor lo que tengas y ten la plena confianza de que él lo multiplicará. Ofrécele tu tiempo de oración y el amor a quienes están contigo, y contempla cómo el Señor satisface las necesidades de la gente por intermedio tuyo.
“Señor mío Jesucristo, lléname de tu amor, te lo ruego, y úsame como instrumento para alimentar y bendecir a mis prójimos.”2 Reyes 4, 42-44
Salmo 145(144), 10-11. 15-18
Efesios 4, 1-6
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros
ORACIÓN DE LIBERACIÓN DE NUESTRA CASA
ORACIÓN DE LIBERACIÓN DE NUESTRA CASA
Esta oración puede ser hecha al entrar en casa. Después de hacerla rece un Padrenuestro y tira agua bendita en todos los ambientes del lugar. Si es posible, haz eso con toda la familia reunida.
Padre de infinita bondad, estoy consagrándote mi casa, este lugar en el cual vivo con mis familiares. Muchas casas se vuelven un lugar de peleas, de disputas de herencias, de deudas financieras, de lágrimas y sufrimientos. Algunas son escenarios de adulterios, otras se transforman en territorio de odio, venganza, prostitución, pornografía, libertinaje, robos, tráfico de drogas, falta de respeto, dolencias graves, dolencias psicológicas, agresividad, muertes y abortos.
Algunas veces, la casa es construida mientras alguien, por los más variados motivos, maldice a los dueños o a los materiales de construcción utilizados. Eso no es bueno para el lugar en que vivimos. Por eso yo Te pido, Señor, retira todo eso de nuestro lugar.
Si el terreno en el cual la casa fue edificada fue motivo de disputas judiciales y de herencias mal resueltas que pueden haber generado muertes, accidentes, violencia o agresividad, pido Señor, que nos bendigas y apartes de nosotros ese mal.
Yo sé que el enemigo aprovecha esas situaciones para instalar su cuartel general, pero también sé que Tú tienes el poder de expulsar de aquí todo el mal. Por eso, pido que todo vaya directo a Tus pies y nunca más vuelva para esta casa.
Hoy, tomé la decisión de consagrarte esta casa a Ti. Pido que, así como fuiste a la casa de los novios de Caná de Galilea y allí hiciste Tu primer milagro, vengas hoy a mi casa y expulses todo el mal que pueda estar en ella enraizado y las posibles maldiciones en ella impregnadas.
Por favor, Cristo Señor, expulsa ahora con Tu poder el mal, la falsa enfermedad, el espíritu de separación, el adulterio, los problemas financieros, los espíritus malignos de agresividad, de desobediencia, de bloqueos afectivos y familiares, toda y cualquier consagración, fetiche, o evocación de muertos, simpatías o uso de cristales, energización, todo tipo de magias y ruidos (puedes citar aquí otras situaciones incómodas que no están listadas y que te perturban)
¡Que esos males sean expulsados ahora de este lugar, en Nombre de Jesús, y nunca más vuelvan pues esta casa ahora pertenece a Dios y a Él es consagrada!
Señor, yo te pido, expulsa de aquí toda agresividad entre hermanos, toda pelea, falta de respeto, violencia entre padres e hijos, entre esposos que aquí habitan, entre los moradores de esta casa y los vecinos.
¡Que los ángeles de Dios vengan a morar con nosotros! Que cada cuarto, sala, baño, cocina, corredor, área externa, sea ahora habitado por ellos. Que nuestra casa sea una fortaleza habitada y protegida por los ángeles del Señor, para que toda nuestra familia permanezca en oración, en la fidelidad del amor a Dios, y que en ella residan la paz y la plena concordia.
¡Muchas gracias, Señor, por atender mis oraciones! Que cada día podamos servirte y que seamos siempre agraciados con Tu Bendición. Debes saber, Señor, que para siempre esta casa Te pertenecerá. Quédate con nosotros, Señor. ¡Amén!
p. Vagner Baia
Livro: Diversas oraciones de cura y lieberación
Editora Canção Nova
adaptación del original en portugués.
RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 6,1-15.
Evangelio según San Juan 6,1-15.
RESONAR DE LA PALABRA
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades.Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos.Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?".El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.Felipe le respondió: "Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan".Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:"Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?".Jesús le respondió: "Háganlos sentar". Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres.Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada".Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada.Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: "Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo".Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.
RESONAR DE LA PALABRA
Jesús bendijo los panes y los repartió
El problema de la alimentación ha sido uno de los asuntos más urgentes para la mayor parte de la humanidad a lo largo de la historia. Hoy lo sigue siendo para muchos millones de personas. Cada mañana sienten el hambre no satisfecha y todos sus esfuerzos se dirigen a encontrar lo necesario para subsistir. ¿Parece imposible? Pues es verdad. Y nos referimos al hambre material, al hambre de pan o de arroz, a la falta de lo más necesario para poder sobrevivir.
El Evangelio de hoy nos cuenta cómo Jesús multiplicó unos pocos panes y peces y dio de comer a una multitud. Se dice que eran cinco mil hombres, sin contar a las mujeres ni a los niños. Eran gente desesperada. Quizá por eso habían abandonado sus casas y se habían lanzado al desierto a seguir a aquel predicador. Le seguían esperando quizá encontrar una palabra de aliento, algo que les infundiese nueva esperanza.
El milagro de Jesús no sólo consiste en darles de comer. Lo más importante es que consigue hacer de aquella multitud una familia que, sentados juntos, comparten la comida. Hace de ellos una fraternidad. Por eso termina sobrando comida. Si no se hubiese dado ese cambio cualitativo en la relación entre aquellas personas, no habría sobrado nada. Seguro que todos hubiesen luchado por acaparar toda la comida posible. No habrían hecho más que mirar por sus intereses, por saciar su hambre, la de entonces y la del día siguiente. No había ninguna razón para compartir con los otros. Pero se produce el milagro. Jesús les hace descubrir que, al compartir el pan, se empieza a vivir de una forma nueva, que el bienestar del otro es la condición de mi bienestar, que en familia es mucho más fácil satisfacer la necesidad y que termina por sobrar pan.
Al hacer el milagro, Jesús da una nueva esperanza a aquellas personas. Es lo que les hace decir: “Éste sí que es el profeta que tenía que venir al mundo”. Jesús, mensajero y vocero de Dios, da esperanza a los que están desesperados, acoge en familia a los que están solos y da de comer a los que tienen hambre.
Con Jesús se abre también ante nosotros una nueva esperanza. Debemos ser portadores de ella para nuestro mundo. Los cristianos nos comprometemos a reunir, a compartir lo que tenemos, a acoger. No queremos dividir ni odiar ni separar. Creemos que podemos vivir unidos en el amor con el vínculo de la paz. Creemos que es posible superar el odio que mata y destruye. A eso nos comprometemos para esta misma semana que comienza.
Para la reflexión
¿Dónde crees que hay signos de división en tu barrio o en tu familia? ¿Qué podrías hacer para reunir a los que están dispersos en torno a la mesa de la comunión? ¿Crees que la misa de cada domingo es un signo de unión? ¿Qué podrías hacer para mejorarla?
Fernando Torres cmf
COMPRENDIENDO LA PALABRA 290718
«Este sí que es el gran Profeta que tenía que venir al mundo»
San Hilario (c. 315-367)
obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia
Comentario al evangelio de Mateo, 14, 11; PL 9, 999
Los discípulos dicen que tan sólo tienen cinco panes y dos peces. Los cinco panes significan que todavía estaban sometidos a los cinco libros de la Ley, y los dos peces que estaban alimentados por las enseñanzas de los profetas y de Juan Bautista... Esto es lo que los apóstoles tenían que ofrecer en primer lugar, puesto que todavía se encontraban en esta situación; y es de ahí que partió la predicación del Evangelio...
El Señor había tomado los panes y los peces. Levantó los ojos al cielo, dijo la bendición y los partió. Dio gracias al Padre por ser cambiada después de siglos de estar bajo la Ley y los profetas, en alimento de la Buena Noticia... Los panes se dieron también a los apóstoles: es a través de ellos que los dones de la gracia divina debían repartirse. Seguidamente la gente se alimentó de los cinco panes y los dos peces y, una vez saciados los invitados, los trozos de pan y de pescado eran tan abundantes que se llenaron doce canastas. Esto quiere decir que la multitud se sació con la palabra de Dios que viene de la enseñanza de la Ley y los profetas. Es la abundancia del poder divino reservada para los pueblos paganos, que desborda después del servicio del alimento eterno. Así realiza una plenitud, la del número doce que es la misma que el número de apóstoles. Luego vemos que el número de los que comieron es el mismo que el de los futuros creyentes: cinco mil hombres (Mt 14,21; Hch 4,4).
San Hilario (c. 315-367)
obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia
Comentario al evangelio de Mateo, 14, 11; PL 9, 999
sábado, 28 de julio de 2018
Meditación: Mateo 13, 24-30
que sembró buena semilla en su campo.
Mateo 13, 24
Para explicar el Reino de los cielos, el Señor contó la parábola del trigo y la cizaña usando figuras muy conocidas, las del campo y las semillas. Un hacendado había sembrado semilla buena en su campo, pero los trabajadores que debían cuidar la granja se durmieron. Cuando dormían, vino el enemigo y sembró mala hierba junto al trigo. Cuando el trigo brotó y empezó a crecer, también apareció la cizaña.
Los trabajadores avisaron al hacendado que el campo estaba lleno de los brotes de trigo y de hierba mala. El hombre, dándose cuenta de que un enemigo suyo había sembrado la cizaña, decidió dejarla crecer junto con el trigo hasta que ambos maduraran. Sabía que si trataba de arrancar la maleza mientras el trigo estaba apenas brotando, éste también sería arrancado y se perdería toda la cosecha. Pero, si esperaba hasta que los dos tipos de plantas maduraran, sería más fácil tratar de salvar el grano, ya que tendría una raíz más firme y resistiría la cosecha.
Para comprender la enseñanza de esta parábola, como la de todas las que contó Jesús, es preciso orar y reflexionar. En nuestro mundo encontramos el bien y el mal: Aquellos que tratan de seguir al Señor con todo su corazón, y aquellos que son indiferentes o incluso hostiles a Dios. A veces pensamos que sería más fácil seguir fielmente a Dios si pudiera eliminarse el mal y desaparecieran todos los malvados: “Si no hubiera tanta tentación en todas partes, ¡yo sería un mejor cristiano!”
Si fuéramos nosotros los que decidiéramos quiénes debían salvarse y quiénes ser destruidos, ¡el Reino sería sumamente pequeño! La mejor estrategia es, pues, esperar a que el Señor decida quiénes se salvan, ser fieles y orar siempre para rechazar la oscuridad en el mundo y en nuestro propio corazón. ¿No sería maravilloso ver que todos nuestros seres queridos y conocidos lleguen al final de los tiempos resplandecientes como el sol? Recordemos que Dios no envió a su Hijo al mundo a condenarlo, sino a salvarlo. Él nos invita a ser instrumentos suyos para la salvación. Nosotros somos sus instrumentos, pero el que realiza la obra es él mismo, con la fuerza del Espíritu Santo. ¡Señor, estoy a tu disposición!
“Padre eterno, enséñame a ser paciente con los demás mientras espero la gran cosecha de tu viña. Perdona mis pecados y ayúdame a ser una luz para cuantos necesitan ayuda para entender tus caminos, y así puedan entrar un día en tu Reino.”Jeremías 7, 1-11
Salmo 84(83), 3-6. 8. 11
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros.
LA PERFECCIÓN QUE ES AMOR.
"La perfección no es para quienes se esfuerzan por sentir, parecer y actuar como si fueran perfectos: es únicamente para quienes son plenamente conscientes de que son pecadores, como el resto de los seres humanos, pero pecadores amados, redimidos y cambiados por Dios. La perfección no es para quienes se aíslan en las torres de marfil de una imaginaria impecabilidad, sino únicamente para quienes se arriesgan a empañar su supuesta pureza interior, sumergiéndose plenamente en la vida como hay que vivirla inevitablemente en este imperfecto mundo nuestro: la vida con sus dificultades, sus tentaciones, sus decepciones y sus peligros. La perfección no es tampoco para quienes viven sólo para sí mismos y se ocupan únicamente del embellecimiento de sus almas. La santidad cristiana no es meramente un asunto de recogimiento u oración interior. La santidad es amor: el amor a Dios por encima de todos los demás seres, y el amor a nuestros hermanos en Dios. Tal amor exige, en último término, el completo olvido de nosotros mismos".Thomas Merton
"La vida silenciosa"
RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 13,24-30.
Evangelio según San Mateo 13,24-30.
RESONAR DE LA PALABRA
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
Jesús propuso a la gente otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo;pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue.Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña.Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: 'Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?'.El les respondió: 'Esto lo ha hecho algún enemigo'. Los peones replicaron: '¿Quieres que vayamos a arrancarla?'.'No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo.Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero'".
RESONAR DE LA PALABRA
Queridos hermanos:
Terminamos la semana escuchando otra de las llamadas parábolas del Reino que el evangelista Mateo ofrece agrupadas. En los próximos días, fortalecidos ya por la celebración del domingo, se nos proclamarán más.
Nos encontramos hoy ante el trigo y la cizaña, que crecen mezclados en el campo; en un campo en el que los enemigos del Reino han ido haciendo también su trabajo. Muchos de nosotros pertenecemos a generaciones educadas en la contemplación de la misericordia de Dios, en la conciencia de su deseo de salvar a todos y de su infinita paciencia. Corremos el peligro (y a veces hemos caído en él) de minusvalorar la fuerza del mal, del que está sembrado en el campo del mundo y del que anida dentro de cada uno de nosotros. Con frecuencia, con el paso de los años, hemos ido poniendo palabra a esta experiencia: el mal existe; el mal tiene fuerza; el mal pelea dentro de cada uno de nosotros, a veces incluso con procedimientos muy sibilinos; el Reino tiene enemigos, y nosotros a veces bailamos a su ritmo.
Por eso la parábola suena tan bien y nos invita gozosa y confiadamente a la esperanza. La fe nos invita a ser lúcidos, a vivir en sencillez, pero también en astucia, a calcular bien el peso, la medida y el coste de la torre antes de edificarla. Hay cizaña; y de vez en cuando colaboramos con ella. No caigamos en ingenuidades que Dios no desea.
Pro al tiempo se nos ofrecen mil ayudas para que el trigo termine con la cizaña en nosotros, para que el bien venza claramente la batalla al mal, para que el Reino pueda seguir abriéndose camino con nuestra ayuda.
Hoy es sábado. María de Nazaret camina con nosotros todos los días del año, pero hoy podemos invocarla de modo especial, unidos a los millones de creyentes que lo hacen: María, madre y hermana, ayúdanos a dar buen fruto, a acoger mejor la Palabra, a proclamar con nuevo entusiasmo que viviremos como quiere el Señor. Santa María, ruega por nosotros.
¡Buen fin de semana, hermanos! ¡Que el Señor les conceda un buen domingo!
CR
EL BUEN GRANO Y LA CIZAÑA
«El buen grano y la cizaña»
Vemos, en el Evangelio, este día mis hermanos, que el maestro del campo habiendo sembrado su grano en tierra fértil, el enemigo vino mientras dormía y sembró la cizaña. Esto quiere decir que Dios había creado el Hombre bueno y perfecto, pero que el enemigo vino y sembró el pecado. He allí la caída de Adán, terrible caída que dio la entrada al pecado en el corazón del Hombre.
¿Hay que arrancar la cizaña? Dirán ustedes. «No, responde el Señor, no sea que, al recoger la cizaña, arranquen a la vez el buen grano. Esperen hasta la ciega». El corazón del Hombre debe permanecer así, hasta el final, una mezcla de bien y de mal, de vicio y de virtud, de luz y de tinieblas, de buen grano y de cizaña. Dios no quiso destruir esta mezcla, rehaciendo nuestra naturaleza adónde solamente habría buen grano. Él quiere que combatamos, que trabajemos en impedir que la cizaña invada todo. El demonio viene a sembrar las tentaciones en nuestros pasos; pero con la gracia podemos vencerlo, podemos sofocar la cizaña
Tres cosas son absolutamente necesarias contra la tentación: la oración para iluminarnos, los sacramentos para fortificarnos, y la vigilancia para preservarnos. ¡Felices las almas que son tentadas! Es cuando el demonio prevé que un alma tiende a la unión con Dios que aumenta su rabia.
San Juan María Vianney (1786-1859)
presbítero, cura de Ars
Espíritu del Cura de Ars en sus Catecismos, en sus homilías, en sus Conversaciones
Vemos, en el Evangelio, este día mis hermanos, que el maestro del campo habiendo sembrado su grano en tierra fértil, el enemigo vino mientras dormía y sembró la cizaña. Esto quiere decir que Dios había creado el Hombre bueno y perfecto, pero que el enemigo vino y sembró el pecado. He allí la caída de Adán, terrible caída que dio la entrada al pecado en el corazón del Hombre.
¿Hay que arrancar la cizaña? Dirán ustedes. «No, responde el Señor, no sea que, al recoger la cizaña, arranquen a la vez el buen grano. Esperen hasta la ciega». El corazón del Hombre debe permanecer así, hasta el final, una mezcla de bien y de mal, de vicio y de virtud, de luz y de tinieblas, de buen grano y de cizaña. Dios no quiso destruir esta mezcla, rehaciendo nuestra naturaleza adónde solamente habría buen grano. Él quiere que combatamos, que trabajemos en impedir que la cizaña invada todo. El demonio viene a sembrar las tentaciones en nuestros pasos; pero con la gracia podemos vencerlo, podemos sofocar la cizaña
Tres cosas son absolutamente necesarias contra la tentación: la oración para iluminarnos, los sacramentos para fortificarnos, y la vigilancia para preservarnos. ¡Felices las almas que son tentadas! Es cuando el demonio prevé que un alma tiende a la unión con Dios que aumenta su rabia.
(Trad. ©Evangelizo.org)
San Juan María Vianney (1786-1859)
presbítero, cura de Ars
Espíritu del Cura de Ars en sus Catecismos, en sus homilías, en sus Conversaciones
viernes, 27 de julio de 2018
Orar
"Orar es saber que estamos compuestos de tres dimensiones -espíritu, alma y cuerpo (1Tes 5,23), y precisamos cuidar de todas ellas de forma irreprensible hasta la vuelta de Jesús, combatiendo lo que nos hace mal. Esas tres dimensiones están intrínsecamente ligadas y afectan unas a otras: lo que es espiritual, por ejemplo, puede influenciar nuestro físico, así como nuestras emociones. Por eso, mientras hacemos las oraciones, la luz del Espíritu Santo nos ilumina, otorgando claridad a nuestras ideas y despertando en nuestra mente la percepción de aquello que necesitamos cambiar en nosotros mismos".
P. Vagner Baia
Libro: Diversas oraciones de cura y liberación.
Editora Canção Nova
MIRAR EL MUNDO CON MAS COMPASIÓN.
“Han pasado casi veinte años desde que se escribiera este libro... Pero en este tiempo yo he aprendido a mirar el mundo con más compasión... El monasterio no es una «huida» del mundo. Por el contrario, al estar en el monasterio asumo mi verdadero lote entre todas las luchas y sufrimientos del mundo. Adoptar una vida que es esencialmente no- autoafirmativa, no-violenta, una vida de humildad y de paz es en sí una declaración de la propia postura. Pero cada uno en esa clase de vida puede, por la modalidad personal de su decisión, otorgar a su vida entera una orientación especial. Es mi intención hacer de mi vida entera un rechazo de y una protesta contra los crímenes y las injusticias de la guerra y de la tiranía política que amenazan con destruir a toda la raza humana y al mundo entero.A través de mi vida monástica y de mis votos digo NO a todos los campos de concentración, a los bombardeos aéreos, a los juicios políticos que son una pantomima, a los asesinatos judiciales, a las injusticias raciales, a las tiranías económicas, y a todo el aparato socioeconómico que no parece encaminarse sino a la destrucción global a pesar de su hermosa palabrería en favor de la paz. Hago de mi silencio monástico una protesta contra las mentiras de los políticos, de los propagandistas y de los agitadores, y cuando hablo es para negar que mi fe y mi iglesia puedan estar jamás seriamente alineadas junto a esas fuerzas de injusticia y destrucción. Pero es cierto, a pesar de ello, que la fe en la que creo también la invocan muchas personas que creen en la guerra, que creen en la injusticia racial, que justifican como legítimas muchas formas de tiranía. Mi vida pues ,debe ser una protesta, ante todo, contra ellas”
Thomas Merton
(Prefació a la edición japonesa de La montaña de los siete círculos)Meditación: Mateo 13, 18-23
Mateo 13, 18
Hoy leemos la explicación de la parábola del sembrador, que Cristo había pronunciado un poco antes. La distinción entre los tipos de “terreno” con los que se puede comparar el corazón humano se reduce a determinar si estamos o no dispuestos a recibir las verdades del Reino y si anhelamos conocer la vida de Cristo. El corazón bien dispuesto, igual que el terreno bueno, está listo para recibir la semilla de la Palabra de Dios, porque está preparado para dejar que el Espíritu Santo produzca mucho fruto para el Reino.
La Palabra de Dios es una semilla llena de potencial. La única diferencia es la condición del terreno. De todos modos, si no tenemos un corazón perfecto, no hemos de perder la esperanza. El Espíritu Santo está siempre dispuesto a revelarnos, consolarnos, enseñarnos y fortalecernos, y está deseoso de comunicarnos su sabiduría y su conocimiento. Todo lo que nos pide es que acudamos a él con docilidad de corazón para recibir su Palabra. Una y otra vez el Señor ha demostrado que cumple fielmente sus promesas.
¿Qué tipo de terreno crees tú que tienes en el corazón? ¿No te interesa conocer las verdades del Reino y prefieres seguir tu propio camino? ¿Deseas experimentar la vida de Cristo en forma personal y profunda? Estas preguntas sirven para determinar qué clase de terreno tiene uno en el corazón. ¿Quieres dar fruto para el Reino de Dios? ¿Estás dispuesto a recibir los mandamientos de Dios, que son fuente de vida?
Casi todos seguimos teniendo piedras, espinas y raíces de amargura en el terreno del corazón. Pero si buscamos al Señor en la oración, recibiendo la Santa Comunión y leyendo la Sagrada Escritura, podemos estar preparados para recibir la semilla de su Palabra en mejores condiciones. Si somos receptivos al Espíritu Santo, él puede mejorar la condición de nuestro corazón para que Jesús trabaje en él y nos ayude a dar fruto y producir el ciento por uno para su Reino. Vayamos hoy a encontrarnos con Jesús en la oración; él es el único que puede prepararnos para su cosecha.
“Señor, Salvador mío, ayúdame a fijar la vista en tu voluntad. Permite que tu Palabra cobre vida en mí al leer y meditar en la Sagrada Escritura, para que la entienda y reciba sanación. Te entrego mi corazón y te pido que lo uses para tu gloria.”
Jeremías 3, 14-17
(Salmo) Jeremías 31, 10-13
fuente: Devocionario La Palabra con nosotros
Suscribirse a:
Entradas (Atom)