viernes, 31 de julio de 2020

COMPRENDIENDO LA PALABRA 310720


“¿No es este el hijo del carpintero?”

La respuesta del Señor Jesucristo: Convenía que yo me ocupara de las cosas de mi Padre (Lc 2,49), no indica que la paternidad de Dios excluya la de José. ¿Cómo lo probamos? Por el testimonio de la Escritura, que dice así: Y les respondió: ¿No sabíais que conviene que yo me ocupe de las cosas de mi Padre? Ellos, sin embargo, no comprendieron de qué les estaba hablando. Y, bajando con ellos, vino a Nazaret y les estaba sometido (v. 51)… ¿A quiénes estaba sometido? ¿No era a los padres? Uno y otro eran los padres… ellos eran padres en el tiempo; Dios lo era desde la eternidad. Ellos eran padres del Hijo del hombre, el Padre lo era de su Palabra y Sabiduría (1 Co 1,24), era Padre de su Poder, por quien hizo todas las cosas. […]

Ya he hablado bastante sobre por qué no debe preocupar el que las generaciones se cuenten por la línea de José y no por la de María: igual que ella fue madre sin concupiscencia carnal, así también él fue padre sin unión carnal. Por tanto, desciendan o asciendan por él las generaciones. No lo separemos porque careció de concupiscencia carnal. Su mayor pureza reafirme su paternidad, no sea que la misma santa María nos lo reproche. Ella no quiso anteponer su nombre al del marido, sino que dijo: Tu padre y yo, angustiados, te estábamos buscando (Lc 2,48). […]

¿Acaso se le dice: “Porque no lo engendraste por medio de tu carne”? Pero él replicará: “¿Acaso ella le dio a luz por obra de la suya?”. Lo que obró el Espíritu santo, lo obró para los dos. Siendo —dice— un hombre justo, dice el evangelista Mateo (1,19) justo era el varón, justa la mujer. El Espíritu Santo, que reposaba en la justicia de ambos, dio el hijo a ambos.


San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermón 51, §19-20 y 30

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 13,54-58


Evangelio según San Mateo 13,54-58
Al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados. "¿De dónde le viene, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros?.¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas?
¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?".
Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Entonces les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia".
Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos:

Un filósofo definía la pregunta como la piedad del pensamiento. Quizá nos da cierto corte preguntar, porque al hacerlo exponemos nuestra ignorancia y se puede empañar la imagen que queremos que los demás tengan de nosotros. El acto de preguntar es una forma de pedir; en ese sentido, es ocasión para ejercitar la humildad, la confianza en el otro, y a la vez para dar curso al deseo (en el caso presente, al deseo de saber). Sentimos que toda verdad, por pequeña que sea, es, en cierto modo, una revelación, y esta reclama que nos dispongamos a recibirla con una actitud de escucha acogedora.

No todas las preguntas cumplen la definición citada; unas, por nacer de una curiosidad malsana; otras, por ser solo actos de cortesía que encubren una actitud de indiferencia; otras, por ser puramente retóricas y ocultar una posición inamovible. De hecho, las que salían a borbotones de los vecinos de Nazaret no eran un ejercicio de esa piedad; no revelaban apertura, receptividad, búsqueda, sino desconfianza e incredulidad.

Ellos conocían los orígenes y el parentesco de Jesús que registraba el libro de nacimientos; pero ignoraban otro parentesco más hondo, más radical, y no se mostraron mayormente abiertos a conocerlo. Creían haber despejado por completo la incógnita de Jesús, pero la verdad es que no avanzaron un paso para conocer su altura, su anchura, su largura, su profundidad. No acogieron los signos que daba de esa verdad, revelada por el evangelista en la confesión de Pedro: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».

Hoy somos invitados a ejercitar la piedad del pensamiento, y esto reduplicativamente, por tratarse, no de cualquier verdad, sino de la que se escribe con mayúscula, de la que revela el Padre que está en el cielo. Hoy, también, se nos invita a estar al acecho sobre nosotros para no quedarnos en una visión superficial de los demás, ajena a su verdad, a sus dones, a su misión.

Nuestro amigo
Pablo Largo

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

jueves, 30 de julio de 2020

COMPRENDIENDO LA PALABRA 300720


“En la orilla… se recoge lo que es bueno”

“Regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad” (Sl 95,13). ¿Qué significan esta justicia y esta fidelidad? En el momento de juzgar reunirá junto a sí a sus elegidos (Mc 13,27) y apartará de sí a los demás, ya que pondrá a unos a la derecha y a otros a la izquierda (Mt 25,33). ¿Qué más justo y equitativo que no esperen misericordia del juez aquellos que no quisieron practicar la misericordia antes de la venida del juez? En cambio, los que se esforzaron en practicar la misericordia serán juzgados con misericordia (Lc 6,37). Dirá, en efecto, a los de su derecha: “Venid, vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo”. Y les tendrá en cuenta sus obras de misericordia: “Porque tuve hambre, y me disteis de comer, tuve sed, y me disteis de beber”, y lo que sigue (Mt 25,31s)…

¿Acaso, porque tú eres injusto, el juez no será justo? O, ¿porque tú eres mendaz, no será veraz el que es la verdad en persona? Pero, si quieres alcanzar misericordia, sé tú misericordioso antes de que venga: perdona los agravios recibidos, da de lo que te sobra… Y si dieras de lo tuyo, sería generosidad, pero porque das de lo suyo es devolución. ¿Tienes algo que no hayas recibido? (1C 4,7). Éstas son las víctimas agradables a Dios: la misericordia, la humildad, la alabanza, la paz, la caridad. Si se las presentamos, entonces podremos esperar seguros la venida del juez que “regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad”.


San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Comentario sobre el salmo 95, 14-15

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 13,47-53


Evangelio según San Mateo 13,47-53
Jesús dijo a la multitud: "El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces.
Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.
Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos,
para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
¿Comprendieron todo esto?". "Sí", le respondieron.
Entonces agregó: "Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo".
Cuando Jesús terminó estas parábolas se alejó de allí.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos:

Distinguir y separar son actividades que hacemos todos los días, a semejanza de los pescadores; y luego ponemos orden. Es, por ejemplo, lo que hace el ama de casa cada día en la despensa.

En separar: en eso consistió, según el capítulo inicial del Génesis, la primera parte de la obra creadora de Dios. En el caos originario había que separar la luz y las tinieblas, las aguas superiores y las inferiores, los mares y la tierra. Los días siguientes puso Dios orden y ornamento en las regiones que había separado: en el cielo, en el mar, en la tierra. Finalmente creó al hombre y le confió el dominio y cuidado de todo.

Esta historia en que vivimos se nos antoja caótica: verdad y falsedad, bien y mal, valores y contravalores, andan confundidos, mezclados, enredados. Dejemos a Dios que haga la separación de peces buenos y malos, de historias ungidas de santidad e historias marcadas con el estigma de la injusticia, y que lo haga a su debido tiempo, cuando cree los nuevos cielos y la nueva tierra. Es su competencia exclusiva. Fue Él quien separó al comienzo de la historia; dejemos que sea él quien separe al final.

Nosotros, entretanto, procuremos no hacinar ni confundir; a la luz del evangelio, separemos las buenas opciones y las malas, y pidamos amor y energía para llevar a cabo las buenas, en la esperanza de que Dios nos acoja en su misericordia infinita y que su amor recreador nos haga hombres nuevos en el Hombre Nuevo, Cristo Jesús.

Nuestro amigo
Pablo Largo

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

miércoles, 29 de julio de 2020

QUIEN CREE EN MÍ, VIVIRÁ.


“Quien cree en mí, vivirá.”

“El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás.” ¿Qué hay que decir a esto? Quien cree en mí, aunque haya muerto como Lázaro, vivirá, porque Dios no es un Dios de muertos sino de vivos. Refiriéndose a Abrahán, Isaac, Jacob, los patriarcas muertos hace mucho, Jesús había dado a los judíos la misma respuesta: “Soy el Dios de Abrahán, de Isaac, de Jacob, no un Dios de muertos sino de vivos, porque todos viven gracias a él.” (cf Lc 20,38) Cree, pues, y cuando hayas muerto, no obstante, vivirás. Pero si no crees, aunque vivas, estás realmente muerto... ¿De dónde viene la muerte del alma? De la ausencia de la fe. ¿De dónde viene la muerte del cuerpo? De la ausencia del alma. El alma de tu alma es la fe.

“El que cree en mí, aunque haya muerto en su cuerpo, vivirá en su alma, hasta que el cuerpo mismo resucite para no morir ya más. Y todo el que vive en la carne y cree en mí, aunque tenga que morir según su cuerpo, no morirá por toda la eternidad, gracias a la vida del Espíritu y de la inmortalidad de la resurrección.”

Esto es lo que Jesús quiere decir en su respuesta a Marta...”¿Crees esto?” “Sí, Señor, le responde, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios que tenía que venir a este mundo. Creyendo esto, creo que tú eres la resurrección, creo que tú eres la vida, creo que quien cree en ti, aunque muera, vivirá, creo que aquel que vive y cree en ti, no morirá por toda la eternidad.”


San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Tratados sobre San Juan, 49,15

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 11,19-27


Evangelio según San Juan 11,19-27
Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano.
Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa.
Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas".
Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará".
Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día".
Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?".
Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos:

El teólogo Dietrich Bonhoeffer, que sería ejecutado en el campo de concentración nazi de Flossenbürg, escribió un libro que lleva este título en su traducción española: El precio de la gracia. Contiene un comentario al Discurso del Monte y habla de la gracia barata y de la gracia cara. La gracia cara lo es porque le costó la vida al Hijo de Dios; y lo es porque nos llama a responder con la radicalidad que presenta el discurso citado.

Con el Sal 63 le decimos al Señor: «Tu gracia vale más que la vida». El salmista y los santos han sido los buenos tasadores del valor de las cosas, han sabido distinguir entre la bisutería y el oro de ley, entre las baratijas y el tesoro, entre la apariencia y la verdad, han hecho la opción correcta y han comprobado lo acertado de su opción. Así, Teresa de Jesús ponderaba: «Quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios basta». Ignacio de Loyola pedirá: «Dadme vuestro amor y gracia, que esta me basta».

Una fuente de la alegría es el hallazgo de algo valioso. Puede ser un hallazgo casual, inesperado (el del tesoro escondido en el campo); también un hallazgo que premia una tenaz búsqueda (el de la perla preciosa); o también el encuentro o reencuentro tras una larga espera (el padre que recobra al hijo perdido: Lc 15). Esas gentes afortunadas han obtenido la respuesta a algo que secreta o abiertamente anhelaban. Y han pagado el precio llenos de alegría (el padre tira la casa por la ventana). En cambio, el personaje rico que se acercó a Jesús y le preguntó qué debía hacer para obtener la vida eterna, se arrugó ante la propuesta del Maestro bueno por culpa de sus apegos y se retiró entristecido. No supo apreciar la tentadora oferta de Jesús, la diferencia entre la placentera vida temporal y la vida eterna, pregustada ya por los discípulos. Le pareció excesivo el precio de la gracia. Se fijó más en su renuncia que en el don ofrecido. Aprendamos la sabiduría de los santos y envidiemos su alegría.

Nuestro amigo
Pablo Largo

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

martes, 28 de julio de 2020

COMPRENDIENDO LA PALABRA 280720


“Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre.” (Mt 13,43)

Por el pensamiento, vemos a nuestro Señor Jesucristo sentado sobre un trono de gloria. Cerca de él se hallan serafines, querubines y las órdenes angélicales que le sirven con temor y temblor. Los que hayan terminado el combate sin dejarse atraer por las amenidades del siglo, ni seducir por las vanidades del mundo, escucharán la voz bendita del Maestro. “Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre” (Mt 13,43) al llegar del levante y del poniente, del norte y del mar y tomar lugar con Abraham, Isaac y Jacob (cf. Mt 8,11). Tendrán una alegría inefable cuando nuestro Rey y Señor distribuya sus dones según sus méritos. ¡Oh mis hermanos e hijos! ¡Qué grande y bella la gloria que gozarán los tres veces bienaventurados y los santos que hayan practicado la renuncia! Si. Cada uno recibirá los bienes prometidos según el rango que querrá Dios. (…)

Desde ahora entonces ¡corran (cf. Gal 5,7) y que el diablo no los sujete (cf. Gal 3,1) ni los trabe! (…) ¡Que descienda sobre ustedes misericordia, paz, caridad, ausencia de envidia o celos u ostentación, que reciban docilidad, lenguaje benévolo, solidaridad, compasión unos por otros, humildad. Vivan así, condúzcanse así. Recen de todo corazón por mi humilde persona para que no sea enviado al fuego eterno y que podamos todos escapar de él, después de haber sido juzgados dignos del reino de los cielos. En Cristo, nuestro Dios, a quien conviene toda gloria, honor, adoración y magnificencia con el Padre y el Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.


San Teodoro el Estudita (759-826)
monje en Constantinopla
Catequesis 42 (Les Grandes Catéchèses, Spiritualité orientale n° 79, Bellefontaine, 2002), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 13,36-43


Evangelio según San Mateo 13,36-43
Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña en el campo".
El les respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;
el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno,
y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.
Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo.
El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal,
y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes.
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!"


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos:

También hoy podemos hablar del tiempo y de la impaciencia. Hay veces en que esta nos lleva a reclamar resultados inmediatos (o casi) y deslumbrantes. Y cuando los procesos requieren tiempo nos puede invadir el cansancio y renunciamos. Visitando hace años en Murano, cerca de Venecia, un taller donde se soplaba el vidrio, pudimos ver el proceso de fabricación artesanal de una vasija. El guía dijo que se necesitaban doce años para alcanzar la maestría necesaria para dominar el oficio. Es de suponer que habrá grados en el adiestramiento en esta técnica, pero hace falta tiempo, mucho tiempo, mucho ensayo y error, hasta convertirse en un soplador cualificado.

Estamos de acuerdo con la sentencia que dice: «Atajar al principio el mal procura, / que si llega a echar raíz tarde se cura». La dilación en corregir defectos propios, que se vuelven hábitos inveterados, no es en absoluto aconsejable. Ya decía, a otro propósito, Lope de Vega: «Siempre mañana y nunca mañanamos». De ahí que en este terreno sean buenas las prisas, la presteza, pero también la paciencia, pues esas malas hierbas son tenaces y no se extirpan en menos que canta un gallo.

Los revolucionarios están reñidos con el tiempo, pero no porque dejen para el día siguiente los cambios que se pueden llevar a cabo hoy; es más bien porque quieren alcanzar hoy los logros que solo se pueden conseguir mañana y porque se les hacen insufribles los ritmos y modos del artesano del vidrio en su aprendizaje y en su práctica. Ávidos de instaurar la sociedad nueva, el orden nuevo, la ciudad nueva y de alumbrar el hombre nuevo, recurren a la violencia y el terror para eliminar cuanto perciben como rémora para el cumplimiento de su delirio. El resultado es la desolación general, que se lleva por delante trigo y cizaña. Dios tiene otros tiempos y otros métodos.

Una coletilla: la Iglesia no puede ser aquí y ahora una Iglesia de los puros, de los impecables (que corren el riesgo de volverse implacables). Es una Iglesia de pecadores en que cada uno está llamado a llevar la carga del otro.

Nuestro amigo
Pablo Largo

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 27 de julio de 2020

LA SEMILLA



Cuando Jesús compara el Reino de los Cielos con una semilla de mostaza, es necesario enfatizar qué es una semilla de mostaza. Si colocas una semilla de mostaza y la pones en la palma de tu mano, ella se pierde de tan pequeña.
Sabemos que todo lo que es pequeño a menudo es algo insignificante, que no tiene valor ni importancia. Este es el mayor error que cometemos en la vida: no saber dar valor e importancia a lo que es pequeño. Porque es solo lo pequeño, lo amado, lo cuidado y lo valorizado lo que se convierte en algo grandioso y valioso. La vida humana comienza como un grano, un embrión en el útero de una madre, y algunos quieren decir que este embrión no significa nada cuando, de hecho, lo significa todo porque toda la vida humana está allí.
¿Quieres que una persona crezca en bendiciones? Cuídala como un embrión, cuídala desde el vientre de su madre. Siempre digo: "Madres, recen por sus hijos desde el mismo momento de su gravidez. 
Creemos que para educar a un niño hay que esperar a que crezca, por el contrario, el momento principal, el cuidado fundamental está justo al principio para que esta semilla realmente crezca, para que luego se convierta en el hombre y la mujer que fueron cuidados en el vientre cuando aún era pequeño, y por eso mismo va creciendo.
Es solo lo pequeño, lo amado, lo afectuoso y lo valioso lo que se convierte en algo grande y valioso.
Vivimos en un mundo de grandeza, de grandes sentimientos, de volvernos importantes y más grandes, y estamos despreciando el cuidado de las cosas pequeñas. Como padre y madre, no puedes renunciar a detalles fundamentales en la educación de tus hijos; desde una solicitud de atención que hace el pequeño, desde la tarea escolar que está allí, desde un sentimiento que se despierta en su alma, todo, comenzando por las cosas más pequeñas, tienen un valor eterno de cuidado e importancia.
La vida sucede en las pequeñas cosas que hacemos, sé que hay un engrandecimiento de grandes gestos, y así sucesivamente. La Madre Teresa de Calcuta no se convirtió en la gran Madre Teresa por aquello que conocimos referido al gran trabajo que hizo, sino que lo fue antes, porque se dedicó intensamente a las cosas más pequeñas, desde lavar un plato con las hermanas hasta tantas otras cosas.
No nos enfoquemos en cosas que pueden atraer la atención de muchos, enfoquémonos en lo cotidiano de nuestras vidas, en la paciencia que estamos perdiendo con quienes viven con nosotros, en los pequeños gestos de saludo, diciendo "buenos días" o "buenas tardes".
El Reino de los Cielos solo se convierte en un gran árbol cuando es vivido en lo cotidiano, en la simplicidad y en las pequeñas cosas. Que sepamos, con todo nuestro corazón, ser esa semilla de mostaza, sembrando en el campo de los pequeños gestos porque eso es lo que hace grande la presencia del Reino de Dios entre nosotros.
¡Dios te bendiga!

LA SEMILLA DE LA GRACIA


La semilla de la gracia

La gracia de Dios es una semilla que no hay que sofocar, que tampoco hay que exponer mucho. Se debe alimentar en el corazón sin demasiado mostrarla delante de los hombres.

De dos tipos de gracia, aparentemente pequeñas, dependen nuestra perfección y salvación. Primer gracia, una luz que nos hace descubrir una verdad. Tenemos que recogerla con cuidado y velar a que no se apague por nuestra falta, servirnos de ella como regla para nuestras acciones y ver a dónde nos conduce. Segunda gracia, un movimiento que nos lleva a realizar una acción de virtud en ciertas ocasiones. Tenemos que ser fieles a esos movimientos, porque esa fidelidad puede ser el centro de nuestra felicidad. 

Dios nos puede inspirar una mortificación en ciertas circunstancias. Si escuchamos su voz, quizás producirá en nosotros grandes frutos y santidad. En cambio, despreciar esta pequeña gracia puede tener funestas consecuencias, como ha ocurrido a ciertos favorecidos por ella, que cayeron en desgracia por no haberla ayudado.



San Claudio de la Colombière (1641-1682)
jesuita
Diario espiritual (Écrits spirituels, Christus n° 9, DDB, 1982), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 13,31-35


Evangelio según San Mateo 13,31-35
Jesús propuso a la gente otra parábola:
"El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.
En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas".
Después les dijo esta otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa".
Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas,
para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos:

Distinguir: ahí tenemos una operación importante de la inteligencia humana. Y Jesús sabía distinguir. Quizá, a primera vista, confundimos un grano de arena y un grano de mostaza. Pueden medir y pesar prácticamente lo mismo, pero pertenecen a reinos diferentes de la naturaleza: el de los minerales y el de los vegetales. No sembramos granos de arena; sembramos semillas vivas, por menudas que sean, porque alojan en sí un potencial inmenso. Y la levadura es un hongo microscópico, pero desde antiguo conocían las amas de casa y hoy conocen los industriales los efectos que produce en los procesos de fermentación.

Todos los comienzos en el orden de la vida, y también en el orden de ese otro reino que es el Reino de Dios, el Reino de la gracia, son pequeños…, pero seminales. A una mirada corta y superficial le parecerán insignificantes, pero el defecto está en la mirada, no en la vida y sus inicios. Jesús pudo toparse con personas decepcionadas ante arranque tan menudo del señorío de Dios, que, por añadidura, venía de manos de un galileo y tenían lugar en la tierra desprestigiada de Galilea. Él podía replicarles: «Vosotros no veis más allá de un palmo ni conocéis la promesa de las cosas. Vuestra impaciencia os lleva a ver un huevo y querer oírlo cantar. La esperanza es aguardar a oírlo cantar, es ver una semilla, conocer el potencial que lleva dentro y adivinar e imaginar el término a que está destinada. Principio quieren las cosas, principio quieren las cosas de Dios. Donde para vosotros está el desengaño, para otros está la revelación».

Nuestro amigo
Pablo Largo

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

domingo, 26 de julio de 2020

ACTITUD


«Somos llamados a asumir la actitud de estos dos personajes evangélicos, convirtiéndonos también nosotros en buscadores sanamente inquietos del Reino de los cielos. Se trata de abandonar la carga pesada de nuestras seguridades mundanas que nos impiden la búsqueda y la construcción del Reino: el anhelo de poseer, la sed de ganancia y poder, el pensar solo en nosotros mismos. En nuestros días, todos lo sabemos, la vida de algunos puede resultar mediocre y apagada porque probablemente no han ido a la búsqueda de un verdadero tesoro: se han conformado con cosas atractivas pero efímeras, de destellos brillantes pero ilusorios porque después dejan en la oscuridad. Sin embargo la luz del Reino no son fuegos artificiales, es luz: los fuegos artificiales duran solamente un instante, la luz del Reino nos acompaña toda la vida»

Francisco
Ángelus
26-07-2020 


COMPRENDIENDO LA PALABRA 260720


“Fue a vender todo lo que tenía y la compró” (Mt 13, 46)

Nuestro Señor Jesucristo ha insistido frecuente y enérgicamente: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga” (Mt 16,24). (…) Afirmaba: “Si quieres ser perfecto, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme” (Mt 19,21).

Para los que saben comprender, la parábola del negociante quiere decir lo mismo: “El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró” (Mt 13,45-46). La perla preciosa designa aquí al Reino de los cielos. El Señor nos muestra que es imposible obtenerla si no abandonamos lo que poseemos: riqueza, gloria, nobleza de nacimiento y todo lo que otros buscan ávidamente.

El Señor también declaró que es imposible ocuparse convenientemente de lo que se realiza, cuando el espíritu es solicitado por otras cosas: “Nadie puede servir a dos señores” (Mt 6,24). Por eso, “el tesoro que está en el cielo” es el único que tenemos que elegir para apegar nuestro corazón: “Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón” (Mt 6,20). (…) Se trata de llevar nuestro corazón a la vida del cielo, con el fin de poder decir “nosotros somos ciudadanos del cielo” (cf. Flp 3,20). Sobre todo, es devenir semejantes a Cristo, “que, siendo rico, se hizo pobre por nosotros” (cf. 2 Cor 8,9).


San Basilio (c. 330-379)
monje y obispo de Cesárea en Capadocia, doctor de la Iglesia
Grandes Reglas Monásticas (Les Règles monastiques, Maredsous, 1969), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 13,44-52


Evangelio según San Mateo 13,44-52
Jesús dijo a la multitud:
"El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas;
y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró."
El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces.
Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.
Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos,
para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
¿Comprendieron todo esto?". "Sí", le respondieron.
Entonces agregó: "Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo".


RESONAR DE LA PALABRA

DISCERNIR EL REINO DE DIOS

La Escritura nos cuenta que Dios a veces se sirve de los «sueños» para ponerse en contacto con las personas. Es el caso del joven Salomón: «Pídeme lo que deseas que te dé». 

Si a mí me ofreciese Dios algo así, no sé muy bien lo que le pediría. No sé si para mí o para otros: capacidad para poner en marcha una empresa exitosa, encontrar una pareja que merezca le pena, inteligencia para obtener buenas titulaciones académicas... ¡qué sé yo! Acabar con el hambre en el mundo, capacidad para sanar tantas enfermedades, habilidad para consolar tantos sufrimientos y curar tantas heridas del corazón... Lo que cada uno llega a ser depende radicalmente de las elecciones que haga. Porque lo que elige lo va convirtiendo en un tipo concreto de persona.

El joven Salomón, consciente de su poquedad y de las responsabilidades que le esperan, pendiente de las personas a las que debe guiar y atender... pide «un corazón atento para juzgar (hacer justicia) a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal». Y Dios le concede «un corazón sabio e inteligente».


Cada palabra es importante. Y la suya es una oración conveniente y necesaria para todos los bautizados, porque todos (cada cual según su vocación) tenemos la tarea de cuidar de "inmenso" pueblo de Dios (la Iglesia, pero no sólo: el pueblo de Dios es también la humanidad). Un corazón «atento», que sepa hacer «justicia» (era ésta una tarea especialmente querida por Dios para sus reyes), y «discernir» el bien del mal. 


Del discernimiento se ha ocupado repetidamente el Papa Francisco , porque seguramente es una urgencia hoy en el mundo y en la Iglesia: son dones del Espíritu: sabiduría y discernimiento. Tomo algunas ideas de su exhortación apostólica Gaudete et Exsultate (167-169): 


Hoy día, el hábito del discernimiento se ha vuelto particularmente necesario. Porque la vida actual ofrece enormes posibilidades de acción y de distracción, y el mundo las presenta como si fueran todas válidas y buenas. Sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento.


Cuando aparece una novedad en la propia vida, hay que discernir si es el vino nuevo que viene de Dios o es una novedad engañosa del espíritu del mundo o del espíritu del diablo. En otras ocasiones las fuerzas del mal nos inducen a no cambiar, a dejar las cosas como están, a optar por el inmovilismo o la rigidez. Entonces impedimos que actúe el soplo del Espíritu. Somos libres, con la libertad de Jesucristo, pero él nos llama a examinar lo que hay dentro de nosotros -deseos, angustias, temores, búsquedas- y lo que sucede fuera de nosotros -los "signos de los tiempos"- para reconocer los caminos de la libertad plena: "Examinadlo todo; quedaos con lo bueno" (1 Ts 5,21).


El discernimiento no solo es necesario en momentos extraordinarios, o cuando hay que resolver problemas graves, o cuando hay que tomar una decisión crucial. Es un instrumento de lucha para seguir mejor al Señor, para estar dispuestos a reconocer los tiempos de Dios y de su gracia, para no desperdiciar las inspiraciones del Señor, para no dejar pasar su invitación a crecer.


El discernimiento espiritual no excluye los aportes de sabidurías humanas, existenciales, psicológicas, sociológicas o morales. Pero las trasciende. Ni siquiera le bastan las sabias normas de la Iglesia. Recordemos siempre que el discernimiento es una gracia. Se trata de entrever el misterio del proyecto único e irrepetible que Dios tiene para cada uno y que se realiza en medio de los más variados contextos y límites. No está en juego solo un bienestar temporal, ni la satisfacción de hacer algo útil, ni siquiera el deseo de tener la conciencia tranquila. Está en juego el sentido de mi vida ante el Padre que me conoce y me ama, el verdadero para qué de mi existencia que nadie conoce mejor que él. El discernimiento, en definitiva, conduce a la fuente misma de la vida que no muere, es decir, conocer al Padre, el único Dios verdadero, y al que ha enviado: Jesucristo (cf. Jn 17,3). No requiere de capacidades especiales ni está reservado a los más inteligentes o instruidos, y el Padre se manifiesta con gusto a los humildes (cf. Mt 11,25).


Me parece suficiente apuntar estas claves... que darían de sí para una más larga reflexión y comentario. Cada cual vea la conveniencia y el modo de hacerlo. Sí que importa que caigamos en la cuenta de la relevancia de las elecciones (u omisiones) que vamos haciendo en nuestro seguimiento del Señor, en la búsqueda de su voluntad. Lo que voy eligiendo me va «haciendo» o me va «alejando» de lo que estoy llamado a ser. 


Podemos enlazar aquí con el contenido del Evangelio. En él encontramos a alguien que tiene que discernir qué hacer cuando encuentra «por casualidad» un tesoro en un campo. Un comerciante que, "buscando" perlas finas, encuentra una especialmente valiosa. Y unos pescadores que, después de echar la red, tienen que «discernir» entre los peces buenos y los malos. Sirven a Jesús estos ejemplos para seguir hablando del Reino:

 El Reino de Dios o de los cielos es «aquello que pertenece a Dios» y que se nos propone como proyecto, como sentido, como objetivo para nuestra existencia. Es todo un «contenedor» de valores que nos vienen de Dios... para que vayamos discerniendo y construyendo el andamio de nuestra vida personal y de nuestra sociedad aquí en la tierra. 

 El Reino de Dios significa cómo son las cosas cuando Dios anda por medio, cómo son las personas cuando se dejan hacer y guiar por Dios. Es decir: cómo es el mundo cuando nada se opone a la voluntad de Dios. Por eso podemos identificar perfectamente el Reino con la persona de Jesús: alguien que es pura voluntad y obediencia al Padre. 

 O sea que hablar del Reino es lo mismo que hablar de la «felicidad profunda» a la que aspira cualquier ser humano, y que Dios mismo ha tomado como su primera ocupación y su principal empeño y objetivo. Y nos importa mucho conocer cómo es ese Reino de Dios, cómo es ese proyecto de Dios, cómo puedo encontrarme con el Dios que me busca y se preocupa por mi plenitud/felicidad aquí, y también después. ¡Esto sí que es un tesoro, o una perla preciosa!


Algunos apuntes y criterios para ir discerniendo el Reino: «Todo lo estimo basura, con tal de conocer a Cristo y el poder de su resurrección" «A los que aman a Dios todo les sirve para el bien». «Hemos sido predestinados a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos» (San Pablo). Para conseguir el tesoro o la perla especial... hay que deshacerse, renunciar, prescindir: sólo puedo «comprar» si me deshago de lo que tengo (y que vale menos). Y que lo que encuentro tan valioso... y me hace renunciar a todo... no lo vivo como una renuncia, pues, me llena de alegría, precisamente porque es lo más valioso.


Para terminar, me permito recoger unas afirmaciones de Fernando Cordero, sscc, sobre esas ocasiones en que nos encontramos por sorpresa con el Reino presente, invitándonos a reconocer y encontrar tantas más: hay tanto reino escondido por esos campos de Dios... incluido el campo que yo soy...

“El reino de los cielos se parece a aquel enfermo que, en medio de la crisis del Covid-19, llenó de esperanza a todos los que tenía a su alrededor”.

“El reino de los cielos se parece a aquella madre que saca adelante a sus hijos ella sola”.

“El reino de los cielos se parece a aquella misionera que, a pesar de sus años, atiende como enfermera a las personas de un poblado de África”.

“El reino de los cielos se parece a aquella empresaria generosa que actúa más con el corazón que con los criterios de la empresa”.

“El reino de los cielos se parece a aquel dibujante que, cuando la pandemia azotaba a la población, él seguía repartiendo esperanza y alegría”.

“El reino de los cielos se parece a aquella mujer que busca encontrar unos días para irse de retiro”.

“El reino de los cielos se parece a aquel matrimonio que comparte su estupendo ático para que otros puedan ver las vistas desde su casa”.

“El reino de los cielos se parece a tantos capellanes que, a pesar del riesgo de contagio, no dejaron a un lado a los enfermos de Covid-19”.

Y ahora, seguid, vosotros…


Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf


fuente del comentario CIUDAD REDONDA 

sábado, 25 de julio de 2020

COMPRENDIENDO LA PALABRA 250720


¿Pueden beber a la copa que beberé?

“¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo?” (Sal 116 (114-115),12). Ni sacrificios ni holocaustos ni observancias del culto legal, solamente con toda mi vida. Por eso dice el salmista “alzaré la copa de la salvación” (cf. Sal 116,13). El salmista llama “su copa” al trabajo que ha endurado en el combate de su devoción filial hacia Dios y a la constancia con que resistió al pecado, hasta la muerte.

A propósito de esta copa, el Señor mismo se expresa en los evangelios: “Padre mío, si es posible, que pase lejos de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Mt 26,39). Pregunta a los discípulos: “¿Pueden beber a la copa que beberé?”. Se refería a la muerte que iba a sufrir por la salvación del mundo. Por eso dice “alzaré la copa de la salvación”. Es decir, de todo mi ser estoy sediento, tendido hacia la consumación del martirio, al punto que considero los tormentos endurados en el combate de amor filial como un reposo del alma y del cuerpo y no como un sufrimiento. Yo mismo me ofreceré al Señor como sacrificio y oblación (…). Estoy listo para testimoniar de esas promesas delante de todo el pueblo, porque “cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo su pueblo” (Sal 116,14)


San Basilio (c. 330-379)
monje y obispo de Cesárea en Capadocia, doctor de la Iglesia
Homilía sobre el salmo 115 (Lectionaire Festif de Dieu et Commentaires III, Homélie sur le psaume 115, Solesmes), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 20,20-28


Evangelio según San Mateo 20,20-28
La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo.
"¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda".
"No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". "Podemos", le respondieron.
"Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre".
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos.
Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes;
y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo:
como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos:

En un año normal, durante estas semanas veraniegas, muchas personas provecharían para hacer el camino de Santiago. Este año es diferente, la precauciones sanitarias hacen que que hacer “el camino” se convierta es algo más bien excepcional. El jueves recordamos que hasta Brígida de Suecia lo hizo hacia mediados del siglo XIV. He oído muchos testimonios sobre la eficacia espiritual de esta práctica en tiempos como los actuales.

Pero hoy, con camino o sin él, la liturgia nos propone centrar nuestra atención en la figura de "Santiago, apóstol", el primero de los Doce en derramar su sangre por el Maestro, en beber su cáliz. El mensaje es nítido. Seguir a Jesús no significa tanto repetir sus palabras, o hacer sus milagros, cuanto dar la vida como él la dio. Por tanto, en el discernimiento acerca de qué es cristiano, el criterio definitivo es el de “dar la vida”. Sigue verdaderamente a Jesús quien entrega su vida.

Recuerdo cómo hace ya algun tiempo me decía el prior de la Trapa de Venta de Baños (Palencia) que a menudo desfilaban por el monasterio personas que “saben mucho” de oración, “mucho más que yo”, reconocía él. Han leído a Santa Teresa y San Juan de la Cruz. Se han asomado a los místicos alemanes e ingleses del XIV, sintonizan con prácticas budistas ... y, sin embargo, sienten que no “entran en el Misterio”. Él me decía, con una sonrisa pícara, que el asunto no consiste en saber mucho sino en “torcer el corazón” hacia el estilo de vida de Jesús. Pretender “entrar” en su misterio y, al mismo tiempo, llevar una vida lejana a la suya es imposible.

Santiago es de los que sigue a Jesús porque muere como él. Esto hay que trabajarlo despacio para que no se indigeste.

F.G

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

viernes, 24 de julio de 2020

PENSAMIENTOS


COMPRENDIENDO LA PALABRA 240720


«El alma de Europa, cada vez más viva y generosa»

Si Europa quiere permanecer fiel a así misma, hay que unir todas las fuerzas vivas de este continente, respetando el carácter original de cada región y redescubriendo en sus raíces un espíritu común. Los países miembros de este Consejo son conscientes de no representar a toda Europa. Expresando mis deseos ardientes de ver intensificarse la cooperación ya iniciada con las otras naciones, particularmente con las del este y del centro, tengo la sensación de recoger el deseo de millones de hombres y mujeres que se saben unidos en una historia común y que esperan un destino de unidad y de solidaridad a la medida de este continente.

Durante siglos, Europa ha jugado un papel considerable en las otras partes del mundo. Hay que admitir que no siempre ha aportado lo mejor de sí misma en el encuentro con las otras civilizaciones, pero nadie puede negar que ha compartido felizmente muchos valores madurados largamente en su historia. Sus hijos han contribuido esencialmente a la difusión del mensaje cristiano. Si Europa desea desempeñar hoy su papel, tiene que fundar sus acciones claramente en aquello que tiene de más humano y de más generoso en su herencia histórica... 

Mi presencia hoy ante la primera asamblea parlamentaria internacional constituida en el mundo, tengo conciencia de dirigirme a los representantes cualificados de pueblos que, en fidelidad a sus fuentes de vida, han querido unirse para afirmar su unión y para abrirse a las otras naciones de todos los continentes en el respeto a la verdad del ser humano. Puedo dar fe de la disponibilidad de los cristianos a tomar parte activa en las tareas de vuestras instituciones. Deseo a vuestro Consejo una labor fecunda para que el alma de Europa se haga cada vez más viva y generosa.



San Juan Pablo II (1920-2005)
papa
Discurso ante el Consejo de Europa, 8 de mayo 1988

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 13,18-23


Evangelio según San Mateo 13,18-23
Escuchen, entonces, lo que significa la parábola del sembrador.
Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: este es el que recibió la semilla al borde del camino.
El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría,
pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe.
El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto.
Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Este produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos:

En la Palabra de hoy el profeta Jeremías nos ofrece un motivo para la esperanza. El Señor pide volver la vista a Él y nos promete pastores a mi gusto que os apacienten con saber y acierto.

Seguro que más de una vez hemos pedido al dueño de la mies que nos envíe buenos pastores, personas con carisma que tiren del carro y que nos orienten en nuestra labor misionera.

En estos tiempos en los que los “frutos pastorales” son cada vez más escasos (menos jóvenes en los grupos, disminución de vocaciones religiosas y sacerdotales,...), tenemos la sensación de estar perdidos, de no saber muy bien qué hacer o por dónde ir. Todos andamos buscando nuevos caminos y personas que aporten luces sobre esta realidad. Asistimos a charlas, hacemos cursillos, ensayamos nuevas experiencias pastorales,... pero no acabamos de dar con la respuesta acertada. Quizá nos toque vivir confiando en la promesa del Señor, vivir sabiendo que Él no nos abandona, que sigue velando por su viña y sigue enviando pastores, aunque nosotros no los percibamos.

En el Evangelio Jesús nos explica la parábola del sembrador. Nos habla de la diferencia que hay entre los que escuchan la Palabra y la comprenden, y los que la escuchan pero no la comprenden. Muchos pensarán que en este mundo, con tantas “interferencias”, es difícil no sólo comprender, sino el mismo hecho de escuchar. Y es cierto, pero los mayores “ruidos” quizá no vengan del exterior, sino que los tengamos en nuestro interior. Nuestras raíces son débiles, somos inconstantes; el orgullo, el afán de tener, el egoísmo... son zarzas difíciles de arrancar de nuestro corazón. A lo largo de la vida vamos ganando distintas batallas (terminamos una carrera, vamos sacando adelante una familia, vemos los frutos de nuestro trabajo,...), pero se nos resiste la batalla que mantenemos en nuestro interior por desterrar esas zarzas que a veces nos ahogan y no dejan salir lo mejor de nosotros mismos.

Gracias a Dios, en nuestro corazón también hay lugar (y mucho, por cierto) para la tierra buena. Todos tenemos la experiencia de sentir que la Palabra resuena con fuerza en nuestro corazón y de entregarnos de verdad. El haber degustado esta experiencia, el ver que es en esos momentos cuando nos sentimos más plenos, es lo que nos anima a reforzar nuestras raíces y a querer desterrar del corazón las piedras y las zarzas que no nos dejan ser nosotros mismos.

Ojalá que la semilla sembrada en nuestros corazones dé mucho fruto.

F.G

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

jueves, 23 de julio de 2020

COMPRENDIENDO LA PALABRA 230720


“Muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis”

El profeta dice en un salmo: “Me consumo ansiando tu salvación y espero en tu palabra” (118,81)... ¿Quién expresa este deseo ardiente si no "la raza escogida, el sacerdocio real, la nación santa, el pueblo escogido por Dios" (1P 2,9), cada uno en su época, en todos los que vivieron, que viven y que vivirán, desde el origen del género humano hasta el fin de este mundo?... Por eso el Señor mismo les dijo a sus discípulos: "Muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis". Es pues su voz, la que hay que reconocer en este salmo... Este deseo jamás cesó en los santos y continúa ahora, en "el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia" (Col. 1,18), hasta que venga "El Deseado de las naciones" (Ag 2,8 tipos de Vulg)...

En los primeros tiempos de la Iglesia, antes de la encarnación en la Virgen, existían santos que deseaban la llegada de Cristo en la carne; y desde entonces hasta su Ascensión existían otros santos que desean la manifestación de Cristo para juzgar a vivos y muertos. Desde el comienzo hasta el final de los tiempos, este deseo de la Iglesia jamás perdió su ardor, incluso tampoco mientras el Señor vivió sobre tierra en compañía de sus discípulos.


San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Discurso sobre los Salmos, Sal. 118, n° 20 ; CCL 40, 1730

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 13,10-17


Evangelio según San Mateo 13,10-17
En aquel tiempo, los discípulos se acercaron y le dijeron: "¿Por qué les hablas por medio de parábolas?".
El les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no.
Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.
Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden.
Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán,
Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure.
Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen.
Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron."


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos:

Santa Brígida, cuya memoria celebramos hoy, viene del Norte. Ella es patrona de Europa porque representa una manera peculiar de iluminar las vicisitudes de este pequeño continente desde su experiencia de la pasión de Cristo.

Fue una santa viajera. Desde su Suecia natal peregrinó a Compostela, a Roma y a Tierra Santa, los tres lugares de referencia religiosa en el Medioevo. Habló a las autoridades civiles y eclesiásticas. Fustigó la corrupción. Nadie, ni siquiera el Papa, se vio libre de sus admoniciones. Quizá hoy no se toleraría una santa tan “incómoda” como Brígida. Pero su unión a Jesús fue y es la garantía de su fruto abundante.
He aquí una de las oraciones que le dirigía:

¡Oh Dulce Jesús! Herid mi corazón,
a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia
me sirvan de pan, día y noche.
Convertidme enteramente, Oh mi Señor, a Vos.
Haced que mi corazón sea Vuestra Habitación perpetua.
Y que mi conversación Os sea agradable.
Que el fin de mi vida Os sea de tal suerte loable,
que después de mi muerte pueda merecer Vuestro Paraíso;
y alabaros para siempre en el Cielo con todos Vuestros santos. Amén.

F.G

fuente del comentario CIUDAD REDONDA