martes, 31 de marzo de 2020

MEDITACIÓN PARA HOY: JUAN 8, 21-30

Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo Soy. (Juan 8, 28)

Moisés levantó la serpiente de bronce y quienes la contemplaron vieron dos cosas: primero, una visión gráfica de sus propios pecados, porque las murmuraciones, las acusaciones y las quejas son tan mortíferas como las serpientes y se deslizan furtivamente entre las personas obstaculizando o torciendo la obra de Dios. Segundo, vieron claramente la misericordia de Dios, porque todos cuantos miraban la serpiente de bronce sanaban instantáneamente.

De modo similar, cuando nosotros miramos fijamente a Cristo crucificado, nos vemos más claramente a nosotros mismos y también al propio Jesús.

Vemos que somos capaces de herir mortalmente a otros por la indiferencia, el egoísmo y el orgullo; vemos que podemos ser tal como Pilato cuando nos lavamos las manos ante el sufrimiento de los necesitados; como los soldados cuando maltratamos a quienes no respetamos; como la muchedumbre que fácilmente se deja llevar por la corriente del momento y rechaza a quienes no sigan esa corriente. Somos como los aspirantes a discípulos que huyen a la primera señal de problemas y como los amigos que se quedan paralizados por el miedo. Vemos que nuestras propias acciones le han causado el gran dolor que el Señor experimenta mientras se encuentra crucificado sufriendo por nuestros pecados.

Pero eso no es todo. Si miramos fijamente al crucifijo, vemos también a Dios que se hizo hombre porque nos ama; vemos a Jesús que nos mira a cada uno con gran ternura y compasión. Le oímos decir que promete el perdón y la vida eterna a todo el que se acoja a él arrepentido. Vemos a un Mesías que nos ama tanto e incondicionalmente que está dispuesto a vencer no solo nuestros pecados, sino la muerte misma.

Dedica hoy un momento para contemplar un crucifijo, en casa o en la iglesia. No te preocupes si tienes o no algo que decirle al Señor. Solo arrodíllate allí y fija la mirada en él con alegría y gratitud. Ten el coraje de entender lo que él te haga ver sobre ti mismo, pero no te detengas allí. Sigue contemplándolo fijamente hasta que sientas que su amor es más poderoso que tu pecado y que te eleva a la presencia de Cristo Jesús, tu hermano y Redentor.
“Señor mío Jesucristo, gracias infinitas por amarme tanto que aceptaste ser levantado en la cruz para salvarme.”
Números 21, 4-9
Salmo 102 (101), 2-3. 16-21

fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

QUITEN LA PIEDRA


«Aún hoy Jesús nos repite: “Quiten la piedra”. Dios no nos ha creado para la tumba, nos ha creado para la vida, hermosa, buena, gozosa. Pero «la muerte ha entrado en el mundo por envidia del diablo» (Sap 2:24), como dice el Libro de la Sabiduría, y Jesucristo ha venido a liberarnos de sus ataduras. Por lo tanto, estamos llamados a quitar las piedras de todo lo que sabe a muerte: por ejemplo la hipocresía con la que vivimos la fe, es muerte; la crítica destructiva a los demás es muerte; la ofensa, la calumnia, es muerte; la marginación de los pobres es muerte. El Señor nos pide que quitemos estas piedras de nuestros corazones, y la vida entonces volverá a florecer a nuestro alrededor. Cristo vive, y quien lo acoge y se adhiere a Él entra en contacto con la vida. Sin Cristo, o fuera de Cristo, no sólo no hay vida, sino que se vuelve a caer en la muerte»

Francisco
Ángelus 29-03-2020 


Buen día, Espíritu Santo! 31032020


COMPRENDIENDO LA PALABRA 310320


“Cuando levantéis al Hijo del Hombre, sabréis que Yo Soy”

La capacidad de maravillarse es la fuente en la cual los filósofos sacan su gran saber. Encuentran y contemplan los prodigios de la naturaleza, como por ejemplo los temblores de la tierra, los truenos…, las eclipses de sol y de luna, y sobrecogidos por estas maravillas, buscan las causas de las mismas. Es así que a través de pacientes búsquedas y largas investigaciones, alcanzan un saber y una sutileza remarcables, a las que los hombres llaman “filosofía natural”.

Pero hay otra forma de filosofía aún más elevada, que está por encima de la naturaleza, y a la cual se llega igualmente por la capacidad de maravillarse: es la filosofía de los cristianos. Y no cabe duda alguna que, entre todo lo que es propio de la doctrina cristiana, es particularmente extraordinario y maravilloso que el Hijo de Dios, por amor al hombre, haya consentido en ser crucificado y morir en una cruz… ¿No es sorprendente que aquel hacia quien debemos tener el máximo temor respetuoso haya experimentado un miedo tal que le hizo sudar agua y sangre?... ¿No es sorprendente que aquel que da la vida a toda criatura haya soportado una muerte tan innoble, cruel y dolorosa?

Así, los que se esfuerzan en meditar y admirar este “libro” tan extraordinario que es la cruz, con un corazón dulce y una fe sincera, alcanzarán un saber más fecundo que muchos otros que estudian y meditan diariamente los libros ordinarios. Para un cristiano, éste libro es objeto de estudio para todos los días de su vida.


San Juan Fisher (c. 1469-1535)
obispo, mártir
Sermón para el Viernes Santo

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 8,21-30


Evangelio según San Juan 8,21-30
Jesús dijo a los fariseos:
"Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir".
Los judíos se preguntaban: "¿Pensará matarse para decir: 'Adonde yo voy, ustedes no pueden ir'?".
Jesús continuó: "Ustedes son de aquí abajo, yo soy de lo alto. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo.
Por eso les he dicho: 'Ustedes morirán en sus pecados'. Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados".
Los judíos le preguntaron: "¿Quién eres tú?". Jesús les respondió: "Esto es precisamente lo que les estoy diciendo desde el comienzo.
De ustedes, tengo mucho que decir, mucho que juzgar. Pero aquel que me envió es veraz, y lo que aprendí de él es lo que digo al mundo".
Ellos no comprendieron que Jesús se refería al Padre.
Después les dijo: "Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy y que no hago nada por mí mismo, sino que digo lo que el Padre me enseñó.
El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada".
Mientras hablaba así, muchos creyeron en él.



RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos:

Se dice pronto: treinta y ocho años. Si un minuto son cincuenta y nueve segundos demasiado largos, ¿qué será ese cúmulo interminable de esperas? No ya esa que ejerces, de vez en cuando, toda la santa tarde, ni todo el santo día. Infinidad de hojas marchitas caídas del calendario, un sinnúmero de intentos fallidos por llegar el primero, miles de amargas comprobaciones de la propia impotencia y del abandono ajeno.

Pero ahora conoce el paralítico la gracia de una presencia y una palabra inesperadas. Y se da cuenta de hasta qué punto es verdad lo del salmo: “es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde, que comáis el pan de la fatiga: Dios lo da a sus amigos mientras duermen”. Ha bastado una palabra de un desconocido y ahí lo tenemos, erguido, cargando con la camilla. Y ha podido cantar la nueva revelación:

Tras el temblor opaco de las lágrimas,
no estaba yo solo.
Tras el profundo velo de mi sangre,
no estaba yo solo.
Tras el dolor estéril de las horas,
no estaba yo solo.

¿Creyó este hombre? No se nos dice nada. Sí tiene un nuevo encuentro con Jesús y recibe un aviso saludable para el futuro. Quizá no siempre hemos respondido con gratitud al regalo que se nos ha hecho. Basta recordar la historia que narra Lucas sobre los diez leprosos. Sólo un samaritano se vuelve para agradecer a Jesús y dar gloria a Dios por el don recibido. Y, sin embargo, volvernos más conscientes de todo lo bueno que se nos ha dado, quizá de una curación muy largamente y muy impotentemente buscada, pudiera constituir una clave decisiva para la orientación de nuestra vida.
Ante situaciones de dolor e impotencia, como la de tantas personas en esta situación de guerra, nuestro deseo se inspira en palabras de Jesús en el apocalipsis sinóptico: “que se acorte el tiempo de la prueba de los elegidos «de todos estos sufrientes»”. Situaciones como ésta, y otras que están dejadas de la mano de los MCS y quizá también de nuestra memoria, siempre se nos hacen largas, por más que el tiempo del reloj no dure esa eternidad de 38 años.

(Para los que deseen un comentario más técnico del pasaje, remitimos a R. Schnackenburg, quien escribe sobre el número treinta y ocho: “Desde la época patrística se busca por debajo del número una referencia simbólica a los años de la peregrinación por el desierto «Dt 2,14: “el tiempo que estuvimos caminando... fue de treinta y ocho años...” », de tal modo que el hombre vendría a ser algo así como un símbolo del pueblo judío, que al final aún encuentra gracia o una encarnación de la ingratitud del mismo pueblo judío”.)

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 30 de marzo de 2020

Buen día, Espíritu Santo! 29032020


COMPRENDIENDO LA PALABRA 300320


“El que era de condición divina, no retuvo ávidamente su ser de Dios...se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo.” (Fl 2,6-7)

El Señor Jesús, Salvador de todos, “se hace todo a todos” (1Cor 9,22) de manera que se revela más pequeño que los más pequeños, él que es más grande que los grandes. Para salvar una alma sorprendida en adulterio y acusada por los demonios, él se abaja hasta escribir con el dedo en el polvo de la tierra...El mismo es aquella santa y sublime escala que Jacob vio en sueños (cf Gn 28,12)... La escala que monta de la tierra hasta Dios y tendida desde Dios hasta la tierra. Cuando quiere, sube hasta Dios, a veces acompañado por algunos... a veces sin que hombre alguno lo pueda seguir. Y cuando quiere, se vuelve a las multitudes..., cura a los leprosos, come con los publicanos y los pecadores, toca a los enfermos para curarlos.

Dichosa el alma que puede seguir al Señor Jesús por todas partes donde vaya, subiendo al reposo de la contemplación... y luego, descender por el ejercicio de la caridad seguirlo hasta abajarse en el servicio, amar la pobreza, soportar la fatiga... el trabajo, las lágrimas, la oración, y finalmente la compasión y la pasión. Ya que ha venido para obedecer hasta la muerte, para servir, no para ser servido, y dar, no oro o plata, sino su doctrina y su ayuda a las multitudes, dar la vida por ellas (cf Mc 10,45)...

Este debe ser, pues, hermanos, el modelo de vuestra vida....seguir a Cristo subiendo hacia el Padre...seguir a Cristo descendiendo hacia el hermano, no rechazando ningún ejercicio de caridad, haciéndoos todo a todos.


Isaac de Stella (¿-c. 1171)
monje cisterciense
Sermón 12; SC 130, pag, 251

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 8,1-11


Evangelio según San Juan 8,1-11
Jesús fue al monte de los Olivos.
Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles.
Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos,
dijeron a Jesús: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?".
Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo.
Como insistían, se enderezó y les dijo: "El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra".
E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo.
Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí,
e incorporándose, le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?".
Ella le respondió: "Nadie, Señor". "Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante".



RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos:

¿Se puede saber para qué escribió Juan el cuarto evangelio? (Si viniera un estudioso de la obra de Juan le trataría a uno de indocumentado, pero nosotros ya nos entendemos, y no vamos a estar hablando del redactor final o de qué sé yo cuántas manos que intervinieron/interfirieron en la aparición de la criatura.) Para enterarnos de los objetivos de muchos escritos nos resultan particularmente útiles los prólogos y los epílogos. Justo el cuarto evangelio tiene un epílogo en el capítulo 20 donde declara sin ambages: “Jesús realizó... otros muchos signos que no están escritos en este libro. Éstos lo han sido para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre” (Jn 20,30-31). 

Es bueno recordar ese epílogo, pues a lo largo de estas dos semanas finales de la cuaresma nos guiará el evangelio de Juan. Si en nosotros se cumple en alguna proporción el objetivo del autor, podremos afirmar que su escrito sigue siendo un evangelio vivo y de largo alcance. Además, para que sepamos de qué va el asunto de la fe y cómo se puede creer acerca de Jesús lo que desea el evangelista, se nos narra en su obra un buen puñado de historias de fe.

Hoy, aparte de mencionarse la primera (los discípulos de Jesús creen en él tras el signo de Caná), se nos cuenta otra historia que también tiene un "final teologalmente feliz": el funcionario real cree junto con toda su familia. Esta historia de la fe viene precedida y preparada por otro desenlace feliz: el niño de la casa del funcionario, una criatura ya a punto de malograrse, prematuramente hechizada por la sonrisa de la muerte, se había zafado de la fiebre la víspera a la hora séptima. Y a este desenlace lo precede la palabra de Jesús y una primera diligencia de fe de aquel hombre, que se fía de esa palabra. (En realidad, ya había habido unas diligencias previas: cierto asomo de esperanza en que Jesús realizara un signo como en Caná y la búsqueda del maestro para que interviniera también en su propio caso. Pero es ahora cuando vemos al régulo ejercitando la fe.) Acto seguido, le llega una buena noticia y cumple una segunda diligencia. (Ah, no!, nada de grandes cavilaciones, sólo una rápida y sencilla comprobación horaria. La diligencia final la hace con toda la casa: la madre, el niño, los criados. Es, para él, una fase nueva de la fe. Se dice escuetamente que creyó, sin más especificaciones. Pero basta para darnos cuenta de que ha hecho un itinerario: ha ido de fe en fe, y la segunda y última ha sido una fe a coro.

Sí, sin duda, “dichosos los que sin ver creyeron”. Pero dichosos también los que vieron “los signos” y creyeron. ¿Cuáles son los signos que nos ayudan a creer? ¿Cómo consolidan nuestra fe? ¿Cómo hacen de balizas en nuestro camino en medio de la noche?

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

domingo, 29 de marzo de 2020

Buen día, Espíritu Santo! 29032020


LÁZARO, SAL FUERA


“¡Lázaro, sal fuera!”

“¡Lázaro, sal fuera!” Acostado en la tumba, esta llamada ha resonado en tu oído. ¿Acaso hay una voz más grande que la del Verbo? Entonces, tú que estabas muerto, y no tan sólo después de cuatro días sino desde hacía largo tiempo, has salido. Has resucitado con Cristo…; tus vendas han caído. Ahora, no vuelvas a morir; no te reúnas con los que yacen en las tumbas; no te dejes ahogar por las vendas de tus pecados. Pues, ¿acaso podrías resucitar de nuevo? ¿Podrías pasar de la muerte de aquí a la resurrección de todos, al final de los tiempos?...

¡Qué la llamada del Señor resuene en tus oídos! No los cierres a la enseñanza y a los consejos del Señor. Si en tu sepulcro estabas ciego y sin luz, abre los ojos para no hundirte en el sueño de la muerte. En la luz del Señor, contempla la luz; en el Espíritu de Dios, fija tus ojos sobre el Hijo. Si acoges la Palabra entera, concentras sobre tu alma el poder de Cristo que cura y resucita… No temas esforzarte para mantener la pureza de tu bautismo y pon en tu corazón cuales son los caminos que suben hacia el Señor. Conserva cuidadosamente tu absolución que por pura gracia has recibido…

Seamos luz, según lo han aprendido los discípulos de aquel que es la gran Luz: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5,14). Seamos lámparas en medio del mundo manteniendo bien alta la Palabra de la vida, siendo fuerza de vida para los demás. Vayamos al encuentro de Dios, al encuentro de aquel que es la primera y más pura luz.


San Gregorio Nacianceno (330-390)
obispo y doctor de la Iglesia
Sermón sobre el santo Bautismo

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 11,1-45


Evangelio según San Juan 11,1-45
Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta.
María era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo.
Las hermanas enviaron a decir a Jesús: "Señor, el que tú amas, está enfermo".
Al oír esto, Jesús dijo: "Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella".
Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro.
Sin embargo, cuando oyó que este se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.
Después dijo a sus discípulos: "Volvamos a Judea".
Los discípulos le dijeron: "Maestro, hace poco los judíos querían apedrearte, ¿quieres volver allá?".
Jesús les respondió: "¿Acaso no son doce las horas del día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo;
en cambio, el que camina de noche tropieza, porque la luz no está en él".
Después agregó: "Nuestro amigo Lázaro duerme, pero yo voy a despertarlo".
Sus discípulos le dijeron: "Señor, si duerme, se curará".
Ellos pensaban que hablaba del sueño, pero Jesús se refería a la muerte.
Entonces les dijo abiertamente: "Lázaro ha muerto,
y me alegro por ustedes de no haber estado allí, a fin de que crean. Vayamos a verlo".
Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: "Vayamos también nosotros a morir con él".
Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro días.
Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros.
Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano.
Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa.
Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas".
Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará".
Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día".
Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?".
Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo".
Después fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: "El Maestro está aquí y te llama".
Al oír esto, ella se levantó rápidamente y fue a su encuentro.
Jesús no había llegado todavía al pueblo, sino que estaba en el mismo sitio donde Marta lo había encontrado.
Los judíos que estaban en la casa consolando a María, al ver que esta se levantaba de repente y salía, la siguieron, pensando que iba al sepulcro para llorar allí.
María llegó a donde estaba Jesús y, al verlo, se postró a sus pies y le dijo: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto".
Jesús, al verla llorar a ella, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado,
preguntó: "¿Dónde lo pusieron?". Le respondieron: "Ven, Señor, y lo verás".
Y Jesús lloró.
Los judíos dijeron: "¡Cómo lo amaba!".
Pero algunos decían: "Este que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no podría impedir que Lázaro muriera?".
Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima,
y dijo: "Quiten la piedra". Marta, la hermana del difunto, le respondió: "Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto".
Jesús le dijo: "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?".
Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: "Padre, te doy gracias porque me oíste.
Yo sé que siempre me oyes, pero lo he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado".
Después de decir esto, gritó con voz fuerte: "¡Lázaro, ven afuera!".
El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: "Desátenlo para que pueda caminar".
Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él.


RESONAR DE LA PALABRA

De la vida-muerte a la Vida-Vida

La cuestión que hoy nos podemos plantear es la siguiente: ¿De qué se murió Lázaro? Si el domingo pasado, la lectura del Evangelio nos hablaba del ciego de nacimiento y nos hacía pensar que el ciego no lo era sólo en el sentido físico sino que tampoco podía ver la verdad que es Jesús, hoy podemos pensar que la muerte que afecta a Lázaro es también algo diferente de la muerte física. 

Lázaro, se dice al principio de la lectura, está enfermo. Pero, para Jesús, esa enfermedad no terminará en muerte sino que servirá para dar gloria a Dios. Ahí está la clave del mensaje de Jesús para nosotros: no estamos enfermos de muerte. O mejor dicho, la muerte no es mortal de necesidad. Sobre todo cuando Jesús está por medio. Entonces se impone una fuerza mayor, una fuerza más fuerte que la muerte, una fuerza capaz de decir “Quitad la losa” a pesar del hedor del que lleva cuatro días enterrado, una fuerza capaz de gritar “Lázaro, ven afuera”. Es la fuerza de Jesús, el que dice de sí mismo que “es la resurrección y la vida”. 

Necesitamos leer con atención este relato y dejar que sus palabras, las de Jesús, nos lleguen al corazón. Porque sabemos que estamos enfermos de muerte. Somos muy conscientes de que el orgullo, la envidia, el deseo de independencia, el desprecio, y tantos otros virus afectan a nuestro ser y nos van matando poco a poco. Después de tantos años de ciencia e investigación, todavía no tenemos unas medicinas que curen de verdad esas enfermedades, que nos matan en vida. Terminamos viviendo una muerte-vida que no lleva a ningún lugar. Nos enroscamos en nosotros mismos y nos alejamos del que es la fuente de la vida.

Jesús nos invita a salir de la cueva, de la fosa, en que nos hemos metido nosotros mismos. Nos invita a reconocer que no tenemos fuerzas para salir nosotros solos. Nos tiende la mano y nos saca a la luz –también dijo “Yo soy la luz del mundo” (Jn 12,1)–. Y aunque al principio no podemos caminar bien porque las vendas nos lo impiden, enseguida descubrimos, si nos atrevemos a salir, que él, Jesús, es el sol que más calienta, que da gusto estar a su lado, que es el pan que da la vida, que él es la vid y nosotros los sarmientos. Dicho de otra manera, que Jesús es la Vida-Vida, la Vida-Viva. 

Jesús realiza así la antigua promesa de sacar al pueblo de sus sepulcros y de darnos una tierra donde vivir para siempre (primera lectura). En Jesús vivimos ya según el Espíritu. La fuerza del pecado que nos mata ya no puede nada contra nosotros. Jesús es el vencedor del pecado y de la muerte (segunda lectura). 

Para la reflexión

¿Cuáles son las enfermedades del espíritu que me matan? ¿En mi familia? ¿Con los amigos? ¿En el trabajo? ¿Creo de verdad que Jesús me llama del sepulcro y me da la vida? ¿Quiero salir del sepulcro o sólo es algo que digo con los labios pero no con el corazón?
Fernando Torres cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

sábado, 28 de marzo de 2020

CAMINO DE CUARESMA día 28


COMPRENDIENDO LA PALABRA 280320


Cristo, por su cruz, reune a los hombres divididos y dispersos

Cristo selló con su sangre un pacto nuevo, a saber, el Nuevo Testamento (1C 11,25), lo estableció convocando un pueblo de judíos y gentiles, que se unificara no según la carne, sino en el Espíritu, y constituyera el nuevo Pueblo de Dios…: un linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa, pueblo de adquisición…, que en un tiempo no era pueblo y ahora es pueblo de Dios” (1P 2, 9-10).

Este pueblo mesiánico, aunque no incluya a todos los hombres actualmente y con frecuencia parezca una grey pequeña, es, sin embargo, para todo el género humano, un germen segurísimo de unidad, de esperanza y de salvación. Cristo, que lo instituyó para ser comunión de vida, de caridad y de verdad, se sirve también de él como de instrumento de la redención universal y lo envía a todo el universo como luz del mundo y sal de la tierra (Mt 5, 13s)…Dios formó una comunidad de quienes, creyendo, ven en Jesús al autor de la salvación y el principio de la unidad y de la paz, y la constituyó Iglesia a fin de que fuera para todos y cada uno el sacramento visible de esta unidad salutífera.

Esta Iglesia, debiendo difundirse en todo el mundo, entra, por consiguiente, en la historia de la humanidad, si bien trasciende los tiempos y las fronteras de los pueblos. Caminando, pues, en medio de tentaciones y tribulaciones, se ve confortada con el poder de la gracia de Dios, que le ha sido prometida para que no desfallezca de la fidelidad perfecta por la debilidad de la carne, antes, al contrario, persevere como esposa digna del Señor y, bajo la acción del Espíritu Santo, no cese de renovarse hasta que por la cruz llegue a aquella luz que no conoce ocaso.



Concilio Vaticano II
Constitución dogmática sobre la Iglesia, “Lumen Gentium”, 9

RESONAR DELA PALABRA - Evangelio según San Juan 7,40-53


Evangelio según San Juan 7,40-53
Algunos de la multitud que lo habían oído, opinaban: "Este es verdaderamente el Profeta".
Otros decían: "Este es el Mesías". Pero otros preguntaban: "¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea?
¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de donde era David?".
Y por causa de él, se produjo una división entre la gente.
Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él.
Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y estos les preguntaron: "¿Por qué no lo trajeron?".
Ellos respondieron: "Nadie habló jamás como este hombre".
Los fariseos respondieron: "¿También ustedes se dejaron engañar?
¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en él?
En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita".
Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo:
"¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?".
Le respondieron: "¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta".
Y cada uno regresó a su casa.



RESONAR DELA PALABRA

Queridos amigos.

En la Palabra de Dios de hoy leemos por una parte la confesión dolorosa del profeta Jeremías que nos cuenta hasta qué punto hay que estar dispuestos a padecer por ser fieles a Dios sirviéndole con corazón recto, y la discusión sobre la identidad de Jesús en el evangelio de Juan. La persona de Jesús causa confusión con su identidad, su procedencia, sus palabras y su testimonio; Jesús genera discusión, conflicto, disputas y hasta la dispersión de los que planean su muerte. La persona de Jesús genera controversia porque, siendo hombre como nosotros y bien encarnado en nuestra realidad, tiene la capacidad de revelarnos a Dios hablando y actuando como nadie antes lo había hecho: unos quedan admirados y se interrogan, otros lo confiesan como Mesías. Los fariseos se cierran en sus esquemas y tratan de ignorantes y malas personas a quienes no comparten sus criterios.

El evangelio termina diciendo: “y se volvieron cada uno a su casa” muchos encerrados en la duda o la indiferencia porque rechazaron al único que es capaz de unificar el corazón y a los hombres; otros con la alegría y la paz de descubrir al verdadero Jesús. Pues si siempre es grave introducir en la propia vida a otra persona, pues sabemos que ya no será posible disponer enteramente de nosotros mismos, dejar entrar a Jesús en nuestra vida encierra un riego, pues no se sabe hasta dónde nos llevará esa presencia suya. La persona de Jesús no deja a nadie indiferente y en la medida que tenemos más amistad con Él descubrimos que la vida tiene otro horizonte y que es preciso ir dejando en segundo lugar muchas cosas que nos parecían imprescindibles e irrenunciables. Pero es tal la atracción que ejerce sobre nosotros que no vivimos en paz hasta que hacemos lo que Él nos va diciendo en cada momento. De ahí que los amigos de verdad de Jesús son pocos, pues no todos los invitados están dispuestos a dejar sus intereses, comodidades y forma de vida.

También es cierto que cuando uno se decide a ser amigo de Jesús experimenta una paz y alegría tan grandes que difícilmente las encontrará fuera de Él, y se siente enganchado de tal manera que ya no concibe la vida de otra manera, ni puede vivir sin Él, aunque esté rodeado de enormes dificultades como el profeta Jeremías nos decía hoy. Al mismo tiempo está dispuesto a dejar de lado lo que antes le ataba tan fuertemente que le parecía imposible prescindir. Se cumplen las parábolas de la perla preciosa y el tesoro escondido en el campo. Esta amistad con Jesús despierta en el corazón humano la capacidad de heroísmo al estar dispuesto a dar la propia vida por los demás. Se hace realidad esta palabra de Jesús “ nadie tiene amor más grande que quien da la vida por los demás ”. La persona es consciente además de que el amor es la fuerza que mueve y transforma la vida y le da el verdadero y pleno sentido.

José Luis Latorre
Misionero Claretiano

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

viernes, 27 de marzo de 2020

MEDITACIÓN PARA HOY: JUAN 7, 1-2. 10. 25-30

Yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz. Juan 7, 28)

Cuando los jefes religiosos buscaron a Jesús para darle muerte, él los enfrentó con serenidad, pero decidido a cumplir la voluntad de su Padre. Él sabía cuál era su identidad, de dónde venía y adónde iba; pero le pareció necesario cuestionar la afirmación de sus opositores de que ellos lo conocían. Posiblemente se nos ocurra preguntar ¿por qué no reconocieron que en él actuaba el poder de Dios, o el amor de Dios que se manifestaba en sus palabras? El libro de la Sabiduría nos da una respuesta: “Así discurren los malvados, pero se engañan; su malicia los ciega” (Sabiduría 2, 21).

Los detractores de Jesús pensaban que conocían al Señor, pero se equivocaban porque el verdadero entendimiento de la Persona de Cristo viene solamente por revelación. Esta es la esencia de la oración: Buscar humildemente la presencia y la sabiduría de Dios. Cuando uno reconoce su absoluta necesidad y su condición de pecador, puede presentarse ante el Señor para que el Espíritu Santo le llene el corazón y la mente de la verdad divina, una verdad que transforma y enseña.

San Agustín explicó cuál es la diferencia entre conocer algo acerca de Dios con la mente natural y hacerlo mediante una revelación: “Cuando joven, ambicionaba aplicar al estudio de las Sagradas Escrituras todos los refinamientos de la dialéctica. Lo hice, pero sin la humildad de un auténtico buscador. Se suponía que debía tocar a la puerta para que ésta se abriera delante de mí; pero en lugar de eso, yo mismo la estaba cerrando, tratando de entender con soberbia lo que solamente se puede aprender con la humildad. Pero el Señor, que es todo misericordioso, me levantó y me guardó” (Sermón 51, 6).

El Señor quiere levantarnos a todos y comunicarnos palabras de amor y sabiduría. Ahora que nos encontramos en la peregrinación cuaresmal hacia la Pascua, pídele al Espíritu Santo que te conceda una revelación acerca del corazón del Padre y te abra los oídos para escuchar la voz de Jesús. Dios quiere darte mucho más: la gracia necesaria para comprender su amor, aceptar la cruz, obedecer su palabra y crecer en santidad.
“Señor mío Jesucristo, quiero conocerte de verdad. Lléname de tu Espíritu Santo, te lo ruego, para que yo sea un beneficiario generoso de tu divina revelación.”
Sabiduría 2, 1. 12-22
Salmo 34 (33), 17-21. 23
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

Buen día, Espíritu Santo! 27032020


COMPRENDIENDO LA PALABRA 270320


«Intentaban agarrarlo, pero nadie le pudo echar mano»

¿Adónde te escondiste,

Amado, y me dejaste con gemido?

Como el ciervo huiste,

habiéndome herido;

salí tras ti clamando, y eras ido.

Es como si dijera: Verbo, Esposo mío, muéstrame el lugar donde estás escondido. En lo cual le pide la manifestación de su divina esencia; porque el lugar donde está escondido el Hijo de Dios es, como dice san Juan (1, 18), el seno del Padre, que es la esencia divina, la cual es ajena de todo ojo mortal y escondida de todo humano entendimiento; que por eso Isaías (45, 15), hablando con Dios, dijo: Verdaderamente tú eres Dios escondido. 

De donde es de notar que, por grandes comunicaciones y presencias, y altas y subidas noticias de Dios que un alma en esta vida tenga, no es aquello esencialmente Dios, ni tiene que ver con él, porque todavía, a la verdad, le está al alma escondido, y por eso siempre le conviene al alma sobre todas esas grandezas tenerle por escondido y buscarle escondido, diciendo: ¡Adónde te escondiste? Porque ni la alta comunicación ni presencia sensible es cierto testimonio de su graciosa presencia, ni la sequedad y carencia de todo eso en el alma lo es de su ausencia en ella. Por lo cual el profeta Job (9, 11) dice: Si viniere a mí no le veré, y si se fuere no le entenderé.

En lo cual se ha de entender que, si el alma sintiere gran comunicación o sentimiento o noticia espiritual, no por eso se ha de persuadir a que aquello que siente es poseer o ver clara y esencialmente a Dios, o que aquello sea tener más a Dios o estar más en Dios, aunque más ello sea; y que si todas esas comunicaciones sensibles y espirituales faltaren, quedando ella en sequedad, tiniebla y desamparo, no por eso ha de pensar que la falta Dios más así que así,... El intento principal del alma en este verso no es sólo pedir la devoción afectiva y sensible, en que no hay certeza ni claridad de la posesión del Esposo en esta vida, sino principalmente la clara presencia y visión de su esencia en que desea estar certificada y satisfecha en la otra.


San Juan de la Cruz (1542-1591)
carmelita descalzo, doctor de la Iglesia
Cántico espiritual, estrofa 1

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 7,1-2.10.25-30


Evangelio según San Juan 7,1-2.10.25-30
Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo.
Se acercaba la fiesta judía de las Chozas,
Sin embargo, cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también él subió, pero en secreto, sin hacerse ver.
Algunos de Jerusalén decían: "¿No es este aquel a quien querían matar?
¡Y miren cómo habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías?
Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es".
Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: "¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen.
Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió".
Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos.

¿Realmente conocemos a Jesús? Sus contemporáneos pensaban que lo conocían porque sabían de qué pueblo provenía, cuál era su familia, lo que hacía y decía. Hoy también a través de la ciencia histórica podemos conocer bastante de aquel profeta de Nazaret. ¿Pero es suficiente la ciencia para conocer verdaderamente a Jesús, el profundo misterio de su persona? Necesitamos ir más allá de una primera mirada y de nuestros esquemas mentales. Necesitamos que los ojos de la fe nos lo descubran.

San Pablo VI el 29 de noviembre de 1970 nos hizo esta confesión de quién era Jesucristo para él: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo. Tú eres el revelador de Dios invisible, el primogénito de toda criatura, el fundamento de todo. Tú eres el Maestro de la humanidad. Tú eres el Redentor: naciste, moriste y resucitaste por nosotros. Tú eres el centro de la historia y del mundo. Tú eres quien nos conoce y nos ama. Tú eres el compañero y amigo de nuestra vida. Tú eres el hombre del dolor y de la esperanza. Tú eres aquel que debe venir y que un día será nuestro juez y, así esperamos, nuestra felicidad. Nunca acabaría de hablar de ti. Tú eres luz y verdad, más aún tú eres “el camino, la verdad y la vida”…

Tú eres el principio y el fin: el alfa y la omega. Tú eres el rey del nuevo mundo. Tú eres el secreto de la historia. Tú eres la clave de nuestro destino. Tú eres el mediador; el puente entre la tierra y el cielo. Tú eres por antonomasia el Hijo del hombre, porque eres el Hijo de Dios, eterno, infinito.

Tú eres nuestro Salvador. Tú eres nuestro mayor bienhechor. Tú eres nuestro libertador. Tú eres necesario para que seamos dignos y auténticos en el orden temporal y hombres salvados y elevados al orden sobrenatural”.

Amigo lector: Si hoy Jesús te preguntase: ¿y tú qué dices de Mí? ¿Qué responderías? ¿Te animarías a decir públicamente quién es Jesús y qué supone en tu vida práctica esa confesión de Jesús? Puede ocurrir que hayas leído muchos libros y hayas escuchado muchas charlas, y Jesús sea todavía un desconocido para ti. A Jesús se le va conociendo cuando uno entra en contacto con Él en la oración, en la vivencia de los sacramentos y en la meditación y contemplación de su Palabra. Es ahí donde Jesús se te revela quién es de verdad.

Conocer a Jesús implica seguirlo, y vivir como Él vivió. No podemos decir unas cosas de Jesús y luego hacer otras. Tenemos que ser coherentes y ser capaces de tomar decisiones radicales si es preciso en circunstancias normales y especiales. Un cristiano hoy puede experimentar lo que dice la 1ª lectura: “acechemos al justo (pues) es un reproche contra nuestros criterios, su sola presencia nos resulta insoportable… lo condenaremos a muerte ignominiosa”, es decir sentirnos despreciados, marginados y criticados. Si esto nos ocurre, ¿cómo reaccionamos y actuamos? No nos olvidemos: seguimos a un crucificado que resucitó.

José Luis Latorre
Misionero Claretiano

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

jueves, 26 de marzo de 2020

PENSAMIENTOS


CAMINO DE CUARESMA día 26


Buen día, Espíritu Santo! 26032020


COMPRENDIENDO LA PALABRA 260320


«Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él»

En los primeros tiempos, el Señor, que había creado al hombre, él mismo le hablaba de manera que éste pudiera comprenderle. Es así que hablaba con Adán..., igual que más tarde con Noé y Abrahán. E incluso, cuando el género humano se precipitó en el abismo del pecado, Dios no rompió toda relación con él, aunque fuera, necesariamente, con menos familiaridad porque se habían vuelto indignos de ello. Consintió, pues, en reanudar con ellos relaciones de benevolencia, pero a través de cartas, tal como lo hacemos con un amigo ausente; de esta manera podía, según su bondad, unirse de nuevo con todo el género humano. Moisés fue el portador de estas cartas que Dios nos envía.

Abramos estas cartas, ¿cuáles son su primeras palabras? «En el principio Dios creó el cielo y la tierra» ¡Qué admirable!... Moisés, que vino al mundo muchos siglos después, estuvo verdaderamente inspirado de lo alto para narrarnos las maravillas que Dios ha hecho con la creación del mundo... ¿No es cierto que parece decirnos claramente: «Unos hombres me enseñaron lo que voy a revelaros? De ninguna manera, sino que fue el Creador solo, el que ha obrado estas maravillas; es él quien dirige mi lengua para que os las enseñe. Desde este momento, os lo ruego, imponed silencio a todas las reclamaciones del razonamiento humano. No escuchéis este relato como si fuera sólo una palabra de Moisés; es el mismo Dios el que os habla; Moisés es sólo el intérprete»... 

Hermanos, acojamos pues la Palabra de Dios con un corazón agradecido y humilde... Porque es Dios quien lo ha creado todo, es él quien prepara todas las cosas y las dispone con sabiduría... Es él quien conduce al hombre, a través de lo que es visible, al conocimiento del Creador del universo. Es él quien enseña al hombre a contemplar al supremo Obrero en sus obras de manera que sepa adorar a su Creador.




San Juan Crisóstomo (c. 345-407)
presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
2º Sermón sobre el Génesis

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 5,31-47


Evangelio según San Juan 5,31-47
Jesús dijo a los judíos:
Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría.
Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero.
Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad.
No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes.
Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado.
Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro,
y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió.
Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí,
y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida.
Mi gloria no viene de los hombres.
Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes.
He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir.
¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios?
No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza.
Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí.
Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos.

Vivimos en un ambiente bastante indiferente; ambiente en el cual Dios parece no existir ni contar para nada; ambiente en que el camino señalado por el mismo Dios no parece interesar mucho a una gran mayoría, prefieren otras cosas más interesantes e importantes –el becerro de oro-. La fe prácticamente está en descrédito. Grandes sectores de bautizados viven como si Dios ya no les dijera nada y han dejado de practicar sus enseñanzas. Son cristianos de nombre, pero no de hecho. Hoy hay mucha gente que tal vez no entienda nuestro lenguaje sobre la fe e incluso tal vez la puede llegar a malinterpretar, pero se quedan cuestionados por las obras de amor de muchos cristianos.

El evangelio de hoy nos ha narrado una disputa de Jesús con los judíos. También Jesús se sintió incomprendido, rechazado y atacado; no comprendían sus palabras. Por eso él apela a las obras que hace, pues ellas hablan de quién es Él y quién le envía. Las obras son irrefutables y las personas de recta intención las entienden y comprenden.

Para vivir una vida auténtica y profundamente religiosa se necesita haber tenido la experiencia de “sentirse dependiente de Dios”, unidos a Él con un vínculo indisoluble, como el hijo se siente unido con sus padres. Cuando uno se siente profundamente hijo de Dios brotan en él actitudes espirituales y prácticas que caracterizan la vida de la persona y la diferencian de los demás. El creyente, por ejemplo, en la prueba no abandona a Dios como si fuera la causa del mal, sino que se vuelve más hacia Él con una insistencia invencible como Moisés que intercedió por su pueblo cuando esté se construyó el becerro de oro ofendiendo gravemente al Señor. Por otra parte el creyente adulto en la fe siente como prueba personal las pruebas de sus hermanos próximos o lejanos; ora por todos y es un intercesor universal dispuesto a cargar con las debilidades de los demás y sufrir para que los otros sean aliviados, como hizo Moisés por su pueblo, y sobre todo Jesús el inocente muerto como pecador por nosotros, injustos.

La existencia de un Dios que es Amor no se demuestra más que dejando transparentar que vive en los corazones de quienes le acogen; Jesús será creído cuando los que creemos en Él vivamos con autenticidad sus enseñanzas: “vosotros sois mis discípulos si hacéis lo que Yo os mando”. Ante personas que entregan su vida a los más débiles, que no acusan sino que suplican y perdonan a quienes les ofenden, suele surgir la pregunta: ¿por qué actúan así? Y es que las obras tienen un valor incuestionable e irrefutable; ante una persona de bien no cabe más que la admiración y la imitación. Como dice Jesús “si no me creéis a Mí, creed a las obras que hago”. Hoy más que nunca el testimonio coherente de los cristianos cambiará el mundo y lo hará un poco más humano.

José Luis Latorre
Misionero Claretiano

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

miércoles, 25 de marzo de 2020

LLAMADOS A DEFENDER LA VIDA


«Pienso con gratitud en el testimonio silencioso de tantas personas que, de diferentes maneras, se están entregando a servir a los enfermos, a los ancianos, a los que están solos y a los más indigentes. Ponen en práctica el Evangelio de la vida, como María que, tras aceptar el anuncio del ángel, fue a ayudar a su prima Isabel que lo necesitaba. En efecto, la vida que estamos llamados a promover y defender no es un concepto abstracto, sino que se manifiesta siempre en una persona de carne y hueso: un niño recién concebido, un pobre marginado, un enfermo solo y desanimado o en estado terminal, alguien que ha perdido el trabajo o no puede encontrarlo, un emigrante rechazado o marginado. La vida se manifiesta en concreto, en las personas»

Francisco
Audiencia General
25-03-2020 


Buen día, Espíritu Santo! 25032020


COMPRENDIENDO LA PALABRA 250320


El Verbo descendió en el seno de la Virgen

Cuando se hizo carne y habitó entre nosotros (cf. Jn 1,14), cuando se desprendió tomando forma de esclavo (cf. Flp 2,7), el Verbo vino por sí mismo y descendió por debajo de él mismo Su desprendimiento fue un descenso. Sin embargo, descendió sin ser privado de él mismo, se hizo carne sin dejar de ser Verbo, tomó la humanidad, sin afectar la gloria de su majestad. (…)

El resplandor del sol penetra en el vidrio sin romperlo y el rayo visible se sumerge en un líquido puro y tranquilo sin separarlo ni dividirlo, para sondear todo hasta el fondo. Lo mismo, el Verbo de Dios ha llegado a la morada virginal y ha salido, quedando intacto el seno de la Virgen. (…) El Dios invisible se hace hombre visible y siendo impasible e inmortal, se muestra sensible y mortal. El que está más allá de los límites de nuestra naturaleza, ha querido ser limitado por ella. El que con su inmensidad abarca al conjunto del cielo y la tierra, es rodeado por el seno de una madre. Al que no pueden contener los cielos de los cielos, lo abraza el seno de María.

Si buscas saber cómo esto se realiza, escucha al arcángel explicar a María el desarrollo del misterio: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (cf. Lc 1,35). Porque prefiriéndote a ti más que a todos, eres tú que ha elegido. De este modo, sobrepasas por la plenitud de gracia a todos los que fueron o deben ser plenos de gracia, antes o después de ti.



San Amadeo de Lausanne (1108-1159)
monje cisterciense, obispo
Homilía Mariana III, (Homélie mariale III, Huit homélies mariales, Paris, Cerf, 1960), trad. sc©evangelizo.org