viernes, 29 de septiembre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

“Les aseguro que verán el cielo abierto” (Jn 1,51)

¿Con el pretexto que soy incapaz de beber todo el río, me privaría de tomar modestamente lo necesario? ¿Con el pretexto que la constitución de mis ojos me impide abrazar todo el sol, no lo miraría cuando lo requiero? ¿Con el pretexto que no puedo comer todos los frutos de un gran huerto, me quedaría finalmente con hambre? Alabo y glorifico al que nos ha hecho, el orden divino lo indica “Qué todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan”; “Mi boca proclamará la alabanza del Señor: que todos los vivientes bendigan su santo Nombre, desde ahora y para siempre” (Sal 144,10.21). (…)

Sin embargo, está escrito lo dicho por Jesús “los ángeles de los pequeños en el cielo, están constantemente en presencia de mi Padre celestial” (Mt 18,10). También los ángeles ven a Dios, no cómo es sino cómo lo comprenden. Jesús aclara “Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre” (Jn 6,46). Los ángeles ven según su capacidad, los arcángeles como pueden verlo, los Tronos y Dominaciones mejor que ellos, pero todos sin un conocimiento digno del Ser que miran. Únicamente puede ver como es debido, al mismo tiempo que el Hijo, el Espíritu Santo. “Porque el Espíritu lo penetra todo, hasta lo más íntimo de Dios” (1 Cor 2,10). Por eso sólo el Hijo único y el Espíritu Santo, conocen al Padre adecuadamente. Ya que “nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” (Mt 11,27). El Hijo ve al Padre cómo es y lo revela con el Espíritu y por el Espíritu a cada uno de nosotros, según su capacidad. (…)

Lo que los ángeles ignoran, el único engendrado [el Hijo] nos lo revela con el Espíritu Santo, según nuestra capacidad. Que entonces ningún hombre se avergüence de confesar su ignorancia.


San Cirilo de Jerusalén (313-350)
obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia
Catequesis bautismal 6 (Les catéchèses, coll. Les Pères dans la foi 53-54, Migne 1993), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 1,47-51


Evangelio según San Juan 1,47-51
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez".

"¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera".

Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel".

Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees . Verás cosas más grandes todavía".

Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre."


RESONAR DE LA PALABRA


Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Hoy hacemos memoria de los santos ángeles Miguel, Gabriel y Rafael. En la figura de los ángeles está mezclada mucha tradición. En el mundo de la antigüedad, la figura del rey se interpretaba como la de un padre –independientemente de que luego fuesen unos tiranos asesinos en la práctica pero de ellos se esperaba que protegiesen al pueblo y, en especial, los más débiles–. Eran tiempos en que no reinaba precisamente el imperio de la ley y los súbditos, privados de derechos, no podían más que esperar en la misericordia del rey. Los empleados de su corte eran los encargados de realizar esos servicios. Eran cortes magnificentes, lujosísimas, llamadas de despertar el asombro entre sus súbditos. Muchas veces, el rey era considerado como un auténtico dios.

Si así se pensaba en los reyes, ¡cómo no se iba a pensar así de Dios mismo! También él debía tener una corte y ser servido en todos sus deseos por cohortes de siervos, que hiciesen también de mensajeros y auxiliadores en sus funciones de proteger al pueblo que dependía de él. En la corte celestial esos siervos eran los ángeles. Es una manera de poner rostro a lo que es Dios para nosotros y situarle, de alguna manera, comprensible para nosotros.

Con el Evangelio en la mano, prefiero imaginarme a los ángeles de una forma mucho más sencilla. Ángeles hay muchos en nuestro mundo aunque carezcan de alas. Ángeles son los que se dedican a cuidar y servir a sus hermanos y hermanas, sobre todo a los más pequeños, para que ni uno solo de ellos perezca. Ángeles son los que nos cuidan cuando estamos enfermos. Los que nos visitan y escuchan cuando estamos solos y sentimos el dolor de la soledad que nos hunde. Ángeles son los que anuncian el reino con su esperanza y su forma de comportarse y de luchar por la justicia.

Ángeles es lo que estamos llamados a ser nosotros mismos para los que nos rodean. Quizá no nos crezcan las alas ni terminemos volando pero habremos servido a la voluntad de Dios que quiere que todos conozcamos su amor y vivamos en libertad, justicia y fraternidad.

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

jueves, 28 de septiembre de 2023

SAN MIGUEL ARCANGEL , 29 de setiembre

SAN MIGUEL ARCANGEL

“¿QUIÉN COMO DIOS?”
Su fiesta, junto con los arcángeles Gabriel y Rafael,
se celebra el 29 de septiembre

Se le representa con el traje de Guerrero o de Soldado Centurión como Príncipe de Milicia Celestial que es.

¿”Quien es San Miguel Arcángel?”

San Miguel es uno de los siete arcángeles y está entre los tres cuyos nombres aparecen en la Biblia. Los otros dos son Gabriel y Rafael. La Santa Iglesia da a San Miguel el más alto lugar entre los arcángeles y le llama “Príncipe de los espíritus celestiales”, “jefe o cabeza de la milicia celestial”. Ya desde el Antiguo Testamento aparece como el gran defensor del pueblo de Dios contra el demonio y su poderosa defensa continúa en el Nuevo Testamento.

Muy apropiadamente, es representado en el arte como el ángel guerrero, el conquistador de Lucifer, poniendo su talón sobre la cabeza del enemigo infernal, amenazándole con su espada, traspasándolo con su lanza, o presto para encadenarlo para siempre en el abismo del infierno.

La cristiandad desde la Iglesia primitiva venera a San Miguel como el ángel que derrotó a Satanás y sus seguidores y los echó del cielo con su espada de fuego.

Es tradicionalmente reconocido como el guardián de los ejércitos cristianos contra los enemigos de la Iglesia y como protector de los cristianos contra los poderes diabólicos, especialmente a la hora de la muerte.

“La Fidelidad de San Miguel para con Dios:”

El mismo nombre de Miguel, nos invita a darle honor, ya que es un clamor de entusiasmo y fidelidad. Significa “Quién como Dios”.

Satanás tiembla al escuchar su nombre, ya que le recuerda el grito de noble protesta que este arcángel manifestó cuando se rebelaron los ángeles. San Miguel manifestó su fortaleza y poder cuando peleó la gran batalla en el cielo. Por su celo y fidelidad para con Dios gran parte de la corte celestial se mantuvo en fidelidad y obediencia. Su fortaleza inspiró valentía en los demás ángeles quienes se unieron a su grito de nobleza: “¡¿Quién como Dios?!.” Desde ese momento se le conoce como el capitán de la milicia de Dios, el primer príncipe de la ciudad santa a quien los demás ángeles obedecen.

San Miguel en las Sagradas Escrituras

En el Antiguo Testamento
San Miguel aparece como el guardián de la nación hebrea.

En el libro de Daniel, Dios envía a San Miguel para asegurarle a Daniel su protección.

“Y ahora volveré a luchar con el príncipe de Persia…Nadie me presta ayuda para esto, excepto Miguel, vuestro príncipe, mi apoyo para darme ayuda y sostenerme.” -Daniel 10:13.

“En aquel tiempo surgirá Miguel, el gran príncipe que defiende a los hijos de tu pueblo” -Daniel 12:1

El pueblo del profeta eran los judíos. Por lo tanto, es aceptado que el ángel que el Señor había asignado a los Israelitas en los días de Moisés, para guiarles a través del desierto y llevarlos por las naciones idólatras que destruiría por medio de ellos, es el mismo San Miguel.

En el libro del Exodo el Señor dijo a los Israelitas:

He aquí que yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te conduzca al lugar que te tengo preparado. Pórtate bien en su presencia y escucha su voz: no le seas rebelde, que no perdonara vuestras transgresiones, pues en el esta mi Nombre. si escuchas atentamente su voz y haces todo lo que yo diga, tus enemigos serán mis enemigos y tus adversarios mis adversarios. Mi ángel caminara delante de ti y te introducirá en el país de los amorreos, de los hititas, de los perizitas, de los cananeos, de los jivitas y de los jebuseos; y yo los exterminaré. No te postrarás ante sus dioses, ni les darás culto, ni imitaras su conducta; al contrario, los destruirás por completo y romperás sus estelas. Vosotros daréis culto a Yahveh, vuestro Dios”. -Ex 23:20.

Después de la muerte de Moisés, según la tradición judía (referida en Judas 9) San Miguel altercaba con el diablo disputándose el cuerpo de Moisés. En obediencia al mandato de Dios, San. Miguel escondió la tumba de Moisés, ya que la gente y también Satanás querían exponerla para llevar a los Israelitas al pecado de idolatría.

San Miguel recibió de Dios el encargo de llevar a término sus designios de misericordia y justicia para su pueblo escogido. Vemos como Judas Macabeos antes de iniciar cualquier batalla en defensa de la ley y del Templo clamaba la ayuda de San Miguel y le confiaban su defensa:

En cuanto los hombres de Macabeos supieron que Lisias estaba sitiando las fortalezas, comenzaron a implorar al Señor con gemidos y lagrimas, junto con la multitud, que enviase un ángel bueno para salvar a Israel…. Cuando estaban cerca de Jerusalén apareció poniéndose al frente de ellos un jinete vestido de blanco, blandiendo armas de oro. Todos a una bendijeron entonces a Dios misericordioso y sintieron enardecerse sus ánimos  -2 Mac 11:6

Tu, soberano, enviaste tu ángel a Exequías, rey de Juda, que dio muerte a cerca de ciento ochenta y cinco mil hombres del ejercito de Senaquerib. Ahora también, Señor de los cielos, envía un ángel bueno delante de nosotros para infundir el temor y el espanto. ¡Que el poder de tu brazo hiera a los que han venido blasfemando a atacar a tu pueblo santo! -2 Mac 15:22.

En la actualidad, los judíos invocan al Arcángel Miguel como el principal defensor de la sinagoga y como protector contra sus enemigos. En la fiesta de la expiación concluyen sus oraciones diciendo: “Miguel, príncipe de misericordia, ora por Israel”.

En la Nueva Alianza
La posición de San Miguel es también muy importante en el N.T. donde continúa su poderosa defensa.  Con sus ángeles, el libra la batalla victoriosa contra Satanás y los ángeles rebeldes, los cuales son arrojados del infierno.  Es por eso venerado como guardián de la Iglesia.

“Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Angeles combatieron con el Dragón. También el dragón y sus ángeles combatieron pero no prevalecieron y no hubo ya en cielo lugar para ellos. Y fue arrojado el gran Dragón, la serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero”   -Apocalipsis 12,7-9

La carta de Judas se refiere a San Miguel en batalla contra Satanás.

El honor y la veneración a San Miguel, como testifican los padres de la Iglesia, ha sido parte esencial de la vida de la Iglesia desde sus inicios. Se le han atribuido un sin numero de beneficios espirituales y temporales. El emperador Constantino, atribuyó a este arcángel, las victorias sobre sus enemigos y por ello le construyo cerca de Constantinopla una magnifica iglesia en su honor. Esta se convirtió en lugar de peregrinación y muchos enfermos recibieron sanación gracias a la intercesión de San Miguel.

San Miguel y la Eucaristía

Se nos enseña en la Tradición que San Miguel preside el culto de adoración que se rinde al Altísimo y ofrece a Dios las oraciones de los fieles simbolizadas por el incienso que se eleva ante el altar. La liturgia nos presenta a San Miguel como el que lleva el incienso y esta de pie ante el altar como nuestro intercesor y el portador de las oraciones de la Iglesia ante el Trono de Dios. En el Canon #1 de la Misa: “que tu ángel presente ante Ti las oraciones de tu Iglesia”

Es muy interesante notar en las apariciones marianas que han incluido manifestaciones de San Miguel, que su relación con la Eucaristía, y a la adoración debida a Jesús Eucarístico y a la Santísima Trinidad:

Fátima: En 1916 se les aparece el ángel por primera vez. Se arrodilla en tierra inclina la frente hasta el suelo y pidió que oraran con el: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no Te aman”.

Segunda aparición: “¡Rezad, rezad mucho. Los corazones de Jesús y María tienen sobre vosotros designios de misericordia. Ofreced constantemente oraciones y sacrificios al Altísimo!”

Tercera aparición: Se aparece con un cáliz en sus manos sobre el cual esta suspendida una Hostia, de la cual caían gotas de sangre al cáliz. Dejando el cáliz y la hostia suspensos en el aire, se postró en tierra y repitió tres veces: “Santísima Trinidad, Padre , Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que El mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Sagrado Corazón y del Corazón Inmaculado de María te pido la conversión de los pobres pecadores”.

Después se levantó y dio la Hostia a Lucia, y el contenido del Cáliz a Jacinta y Francisco, diciendo al mismo tiempo: “Tomad el Cuerpo y bebed la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios.

San Rafael Arcángel

San Rafael, arcángel

Su culto se atestigua a partir del siglo XI; el calendario litúrgico fija su fiesta el 29 de septiembre, con los Santos Arcángeles Miguel y Gabriel. Su nombre viene del hebraico “Rafa-El”, que significa “medicina de El” y se contrapone al demonio Asmodeo “el que hace perecer”.

Hay un libro entero de la Biblia que lo ve protagonista. El Arcángel Rafael es el compañero de Tobías, un joven hijo de Tobit y Ana, a quien su padre encargó cumplir una misión delicada, para la cual es necesario afrontar un duro viaje no eximido de peligros.

El gran corazón de Tobit
La historia está narrada en el Libro de Tobías y se desarrolla en la época de las revueltas de los Macabeos. Tobit, el padre del joven, es un hombre generoso que en el periodo de la deportación asiria, se desmide por aliviar los sufrimientos de sus connacionales.

Comparte sus bienes con los más pobres, se prodiga en limosnas, paga puntualmente los diezmos de lo que recauda de sus tierras y ganado. Su piedad lo lleva incluso a hacerse cargo de la sepultura de los cadáveres abandonados. Los avatares de la vida lo ven perder todos sus bienes y, después de un gesto de caridad, también la vista. Al llegar a este punto, Tobit pide ayuda a su hijo.

Al joven Tobías, su padre le pide que vaya a una localidad lejana para recuperar una gran cantidad de dinero, que había entregado a un amigo. El joven se apresta a viajar y aconsejado por Tobit, busca un guía que lo acompañe. La primera persona que Tobías encuentra es un viandante, experto en aquellas zonas, que acepta viajar con él.

Durante una pausa en el río Tigris, un gran pez ataca al joven, que primero se asusta y luego, animado por el viandante – que es el Arcángel Rafael de incógnito – captura el pez, y, siempre siguiendo las indicaciones del viandante, le saca al pez el corazón, el hígado y la hiel.

Sara
Llegando casi a la meta, el Arcángel aconseja a Tobías quedarse en casa de la familia de algunos parientes, donde conoce a su prima Sara, que la ley de Moisés le reserva como esposa.
La joven se había casado ya siete veces, y sus esposo habían sido asesinados la noche misma de la boda, por Asmodeo, que estaba celoso de la joven.
Sara, que hubiera querido ahorcarse por la vergüenza y había desistido sólo por no dar otro dolor a sus padres, acepta casarse con Tobías y, Asmodeo es derrotado por el corazón y el hígado del pez, que el viandante le aconseja poner en el brasero de los perfumes, para que el demonio huyera.

El secreto desvelado
Después de la boda, Tobías regresa donde su padre porque ahora sabe cómo poderlo curar de la ceguera. Es una vez más el pez, esta vez la hiel, ungida en los ojos de Tobit, el que le devuelve la vista a su padre.
Tobías quería recompensar al viandante por todo su apoyo, pero llamando a parte a los dos, su compañero de viaje revela su identidad. Explica que había sido enviado por Dios, atraído por las oraciones y por la caridad de cada uno, para curarlos y guiarlos y dice de sí mismo:

«Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia».

Esta historia sagrada dio vida a una práctica: en la Edad Media, cuando un adolescente o un joven dejaban su hogar por primera vez, llevaban consigo una tableta que los representaba como Tobías acompañado por el Arcángel.


 

Arcángel San Gabriel


“Fortitudo Dei” (Fortaleza de Dios), uno de los tres arcángeles mencionados en la Biblia
Sólo se registran cuatro apariciones de Gabriel:

En Dn VIII, explica la visión del carnero y del macho cabrío como presagiando la destrucción del Imperio Persa por el Macedonio Alejandro Magno, y que posterior a su muerte el reino sería divido entre sus generales. De uno de ellos nacería Antioco Epifanio.

En el capítulo IX, luego de que Daniel había rezado por Israel, leemos que “aquél varón Gabriel se me acercó en rápido vuelo” y le comunicó la misteriosa profecía de las “setenta semanas” de años que deben pasar antes de la venida de Cristo. En el capítulo x, no queda claro si es que el ángel es Gabriel o no, pero de cualquier manera podemos atribuirle la maravillosa descripción de los versículos 5 y 6. En N.T. predice a Zacarías el nacimiento del Precursor, y a María la Madre de Nuestro Salvador.

Es el ángel de la Encarnación y del Consuelo, y en la tradición cristiana Gabriel es siempre el ángel de la misericordia mientras que Miguel es más bien el del juicio. Al mismo tiempo, incluso en la Biblia, es de Gabriel, el poder del ángel de Dios, y es importante notar la frecuencia con la que tales palabras como: “grande”, “pueda”, “poder”, y “fuerza” aparecen en los pasajes referidos anteriormente. Los judíos parecen haber insistido particularmente en este rasgo del carácter de Gabriel, y es recordado por ellos como el ángel del juicio, mientras que Miguel es llamado el ángel de la misericordia.

Así, atribuyen a Gabriel la destrucción de Sodoma y de las huestes Senaquerib, sin embargo también lo recuerdan como el ángel que enterró a Moisés, y como el enviado a marcar la figura Tau en la frente del elegido (Ez, 4). En literatura judía posterior se consideraba que los nombres de los ángeles tenían una eficacia peculiar, y el Museo Británico posee unos recipientes con inscripciones de sortilegios en Hebreo, Arameo y Sirio en las que aparecen los nombres de Miguel, Rafael y Gabriel.

Estos recipientes fueron encontrados en Hillah, lugar de Babilonia, y constituye una interesante reliquia de la obsesión judía. En literatura apócrifa cristiana los mismos nombres aparecen, cf. Enoc, IX, y el Apocalipsis de la Virgen María.

Como ha sido recalcado, Gabriel es mencionado sólo en dos oportunidades en el Nuevo Testamento, pero no es razonable suponer con la tradición cristiana que es él quien se apareció a San José y a los pastores, y también que fue él quien “fortaleció” a nuestro Señor en el jardín (cf. El himno para Laudes del 24 de Marzo). Gabriel es generalmente llamado sólo arcángel, pero la expresión usada por San Rafael, “yo soy el ángel Rafael, uno de los siete que asistimos delante del Señor” (Tob XII, 15) y las propias palabras de San Gabriel, “Yo soy Gabriel que asisto a la vista de Dios” (Lc, 1, 19), han llevado a algunos a pensar que estos ángeles deben pertenecer al mayor rango; pero esto se explica generalmente refiriéndose a su rango como el mayor de los mensajeros de Dios, y no ubicándolos entre los Serafines y Querubines (cf. St. Tomás, I, Q. CXII, a.3; III, Q. XXX, a.2, ad 4um).

Fuente: Enciclopedia Católica

NOVENA DE ARCÁNGELES - DIA 9


DÍA NOVENO
En el nombre del Padre,
y del Hijo,
y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Tú quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderte, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta.

Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en tu bondad y misericordia infinita que los perdonarás, por los méritos de tu preciosísima sangre, pasión y muerte, y me darás gracia para enmendarme y perseverar en tu santo amor y servicio, hasta el fin de mi vida.
Amén.

ORACIÓN INICIAL

Dios todopoderoso y eterno, bendito y alabado seas por toda la eternidad. Que todos los ángeles y los hombres que has creado te adoren, te amen y te sirvan, Dios Santo, Dios Omnipotente, Dios Inmortal.

Y tú, Virgen María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa en tu oración, recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a los arcángeles y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo, para que obtengamos gracia, salvación y auxilio.
Amén.

ORACIÓN A LOS SANTOS ARCÁNGELES
San Miguel Arcángel, tú eres el Príncipe de las milicias celestiales, el vencedor del dragón infernal, has recibido de Dios la fuerza y el poder para aniquilar por medio de la humildad el orgullo de los poderes de las tinieblas. Suscita en nosotros la auténtica humildad del corazón, la fidelidad inquebrantable para cumplir siempre la voluntad de Dios, la fortaleza en el sufrimiento y las necesidades, ayúdanos a subsistir delante del tribunal de Dios.

San Gabriel Arcángel, tú eres el ángel de la Encarnación, el mensajero fiel de Dios, abre nuestros oídos para captar los más pequeños signos y llamamientos del corazón amante de nuestro Señor. Permanece siempre delante de nuestros ojos para que comprendamos correctamente la Palabra de Dios y la sigamos y obedezcamos, y para cumplir aquello que Dios quiere de nosotros. Haznos vigilantes en la espera del Señor para que no nos encuentre dormidos cuando llegue.

San Rafael Arcángel, tú eres el mensajero del amor de Dios. Hiere nuestro corazón con un amor ardiente por Dios, no dejes que esta herida se cierre jamás para que permanezcamos sobre este camino en la vida diaria y venzamos todos los obstáculos por la fuerza de este mismo amor.

Ayuden a nuestra debilidad, hermanos grandes y santos, servidores delante de Dios. Alejen de nosotros mismos nuestra cobardía y tibieza, nuestro egoísmo y nuestra avaricia, nuestra envidia y desconfianza, nuestra suficiencia y comodidad, nuestro deseo de ser apreciados.

Rompan nuestros lazos con el pecado y con toda atadura al mundo.

Desaten la venda que nosotros mismos hemos anudado sobre nuestros ojos, para dispensarnos de ver la miseria que nos rodea, y poder mirar nuestro propio yo sin incomodarnos y con conmiseración.

Claven en nuestro corazón el aguijón de la santa inquietud de Dios, para que no cesemos jamás de buscarlo con pasión, contrición y amor. Que podamos reconocerlo, adorarlo, amarlo y servirlo.

Busquen en nosotros la Sangre de Nuestro Señor que Él mismo derramó por nuestra causa. Busquen en nosotros las lágrimas de Su Reina, Nuestra Señora, vertidas por nuestra miseria. Busquen en nosotros la imagen de Dios destrozada, desteñida, deteriorada, imagen que Él quiso darnos por amor.

Sean nuestros aliados en la lucha contra los poderes de las tinieblas que nos rodean y nos oprimen de manera oculta. Sean nuestros defensores para que ninguno de nosotros se pierda, y para que un día, gozosos, podamos reunirnos en la felicidad eterna.
Amén

(Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena).
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.


Oración del noveno día
Señor Todopoderoso: hoy te agradezco por los Santos Arcángeles, y ofrezco todo lo que soy a San Miguel Arcángel para que él pueda interceder por cada persona en el mundo que no tiene techo ni alimento; que ellos se sientan abrazados por Ti y cubiertos con tu Misericordia. Recuérdame con bondad, Padre mío, a la hora del juicio final. Amén.

INVOCACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS
San Miguel, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros.
San Rafael, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros.
San Gabriel, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros.
Amén.




COMPRENDIENDO LA PALABRA

Herodes quería ver a Jesús

¿Cómo pueden los seres creados contemplar a Dios? La visión de Dios es tan terrible que el mismo Moisés dice que tiembla de temor. En efecto, cuando la gloria de Dios aparece en la tierra, en el monte Sinaí (Ex 20) la montaña echa humo y tiembla ante la inminente revelación. Los animales que se acercan a la falda de la montaña morían. Los hijos de Israel se habían preparado: se habían purificado durante tres días según la orden de Moisés, para ser dignos de oír la voz de Dios y de ver su manifestación. Cuando llegó el tiempo no pudieron ni asumir la visión de su luz ni soportar el trueno de su voz terrible.

Pero ahora, cuando Dios ha derramado su gracia en su venida, ya no es a través de un terremoto, ni en el fuego, ni en la manifestación de una voz terrible y fuerte que ha bajado, sino como el rocío sobre el orvalle. (Jue 6,37), como un gota que cae suavemente sobre la tierra. Ha venido a nosotros de manera diferente. Ha cubierto su majestad con el velo de nuestra carne. Ha hecho de ella un tesoro. Ha vivido entre nosotros en esta carne que su voluntad se había formado en el seno de la Virgen María, Madre de Dios, para que, viéndolo de nuestra raza y viviendo entre nosotros, no nos quedáramos turbados contemplando su gloria. Por esto, los que se han revestido con el vestido con que el Creador apareció entre nosotros, se han revestido de Cristo mismo. (Gal 3,27) Han deseado llevar en su persona interior (Ef 3,16) la misma humildad con la que Cristo se manifestó a su creación y ha vivido en ella, como se manifiesta ahora a sus servidores. En lugar del vestido de honor y de gloria exteriores, éstos se han revestido de su humildad.



Isaac el Sirio (siglo VII)
monje cercano a Mossoul
Discursos espirituales, primera serie, Nº 20

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 9,7-9


Evangelio según San Lucas 9,7-9
El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: "Es Juan, que ha resucitado".

Otros decían: "Es Elías, que se ha aparecido", y otros: "Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado".

Pero Herodes decía: "A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?". Y trataba de verlo.


RESONAR DE LA PALABRA

Es interesante el texto evangélico de hoy. Herodes, el virrey, el que tenía todos los poderes en aquellas tierras, siente que hay algo que no controla. El tal Herodes tenía mucho poder. Tanto poder que tenía claro que lo de Juan no había sido un accidente ni un error policial. Sin problema reconoce que “lo mandé decapitar yo”. Y por supuesto que lo hizo con el ánimo claro de cargarse a cualquiera que le pudiese hacer la contra. Vamos que en el reino de Herodes la oposición no tenía mucha esperanza de vida.

Pero hete aquí que la operación no le salió bien. Le llegaban rumores de que algo pasaba, de que alguien decía cosas que no eran, desde su punto de vista, oportunas. Ya se sabe que para el poder cualquier crítica es inaguantable e inaceptable y debe ser cortada de raíz. Las únicas críticas aceptables son las de los aduladores de la corte. Y eso no son críticas. Pero claro Jesús andaba suelto y no era Jesús de los que se callaban frente a la injusticia.

Conclusión que ni Herodes fue capaz de terminar con la libertad del Hijo de Dios. Conclusión: que Dios es más grande que todos nuestros planes e ideas. Y que, aunque degollemos (en sentido figurado, espero) algunas ideas y algunos movimientos, lo que es de Dios sale adelante.

Lo que le pasó a Herodes también nos puede pasar a nosotros. Queremos controlar nuestra vida y, tantas veces, la de los demás. Y la vida sale por las suyas. Y nos da sorpresas y nos pone ante nuevas situaciones y retos, que nos reclaman nuevas respuestas. En nosotros esta la posibilidad de hacer como Herodes: pretender controlarlo todo. Si hacemos así, nos encontraremos casi seguro con el fracaso porque esa pretensión es absurda. O, con libertad, tomarnos esos nuevos retos como las llamadas que Dios nos va haciendo a crecer, a madurar, a ser sus discípulos, a cambiar de vida, a convertirnos. Esto no es fácil de conseguir pero vale la pena intentarlo.

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

Buen dia, Espíritu Santo! 28092023

 

miércoles, 27 de septiembre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

“Proclamar el reino de Dios”

Desde que he llegado aquí, no me he dado momento de reposo: me he dedicado a recorrer las aldeas, a bautizar a los niños que no habían recibido aún este sacramento… Los niños no me dejaban recitar el Oficio divino ni comer ni descansar, hasta que les enseñaba alguna oración; entonces comencé a darme cuenta de que de ellos es el reino de los cielos (Mc 10,14). Por tanto, como no podía cristianamente negarme a tan piadosos deseos, comenzando por la profesión de fe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, les enseñaba el Símbolo de los apóstoles y las oraciones del Padrenuestro y el Avemaría. Advertí en ellos gran disposición, de tal manera que, si hubiera quien los instruyese en la doctrina cristiana, sin duda llegarían a ser unos excelentes cristianos.

Muchos, en estos lugares, no son cristianos, simplemente porque no hay quien los haga tales. Muchas veces me vienen ganas de recorrer las universidades de Europa, principalmente la de París, y de ponerme a gritar por doquiera, como quien ha perdido el juicio, para impulsar a los que poseen más ciencia que caridad, con estas palabras: «¡Ay, cuántas almas, por vuestra desidia, quedan excluidas del cielo y se precipitan en el infierno!»

¡Ojalá pusieran en este asunto el mismo interés que ponen en sus estudios! Con ello podrían dar cuenta a Dios de su ciencia y de los talentos que les han confiado. Muchos de ellos, movidos por estas consideraciones y por la meditación de las cosas divinas, se ejercitarían en escuchar la voz divina que habla en ellos y, dejando de lado sus ambiciones y negocios humanos, se dedicarían por entero a la voluntad y al arbitrio de Dios, diciendo de corazón: «Señor, aquí me tienes; ¿qué quieres que haga? (Hch 9,10; 22,10) Envíame donde tú quieras, aunque sea hasta la India.»



San Francisco Javier (1506-1552)
jesuita, misionero
Cartas 4 y 5 a San Ignacio de Loyola (trad. cfr breviaro 03/12)

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 9,1-6


Evangelio según San Lucas 9,1-6
Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para curar las enfermedades.

Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos,

diciéndoles: "No lleven nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno.

Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir.

Si no los reciben, al salir de esa ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos".

Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y curando enfermos en todas partes.


RESONAR DE LA PALABRA

Jesús envió a los Doce a proclamar el Reino de Dios y a curar los enfermos. Parece que las dos misiones van íntimamente unidas. Y junto con eso, la sencillez de los medios pobres y humildes, no llevar nada para el camino. Dice el texto evangélico de hoy que ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea haciendo precisamente esas dos cosas: anunciando la buena nueva y curando en todas partes.

Lo bueno de esta historia es que no se quedó en aquel envío. Ha habido cientos de miles de cristianos que han seguido escuchando esa invitación de Jesús a anunciar el reino y a curar a los enfermos. O quizá hayan sido millones a lo largo de la historia. Sacerdotes y religiosas pero también laicos, hombres y mujeres, que han dejado lo que estaban haciendo, han abandonado sus propios intereses para ocuparse de anunciar el reino y curar a los enfermos.

Hoy hacemos memoria de uno de ellos: San Vicente de Paul, un sacerdote francés que vivió a caballo entre el siglo XVI y el XVII. Al principio pensó apenas en ser párroco para poder a su familia, muy necesitada. Pero el ministerio mismo le llevó a conocer de primera mano la miseria en la que vivía la mayoría de los campesinos pobres de Francia. Esa experiencia le abrió los ojos. Y una vez ya abiertos vio también muchas otras necesidades, en la ciudad, en los hospitales, en la infancia. Fundó la Congregación de la Misión, fundó las Hijas de la Caridad, fundó las conferencias de la Caridad, en muchos lugares llamadas conferencias de San Vicente de Paul. Hizo de los pobres y sus necesidades el centro de su vida. Y así fue como anunció la buena nueva del Reino.

San Vicente de Paul es en realidad uno más. Hoy sigue habiendo muchas personas que ilusionadas con el Evangelio escuchan la invitación de Jesús a anunciar la buena nueva y a curar a los enfermos. Y dedican tiempo y vida en ese servicio. Muchos no hacen grandes alharacas ni mucho ruido. No salen en los medios. Pero están ahí y hacen grande el Evangelio y dan gloria a Dios y hacen que muchos experimenten de primera mano el amor de Dios.

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

BUEN DIA, ESPÍRITU SANTO! 27092023

 

Novena de Arcángeles - DIA 8

 

DÍA OCTAVO

 En el nombre del Padre, y del Hijo,

y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Tú quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderte, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta.

Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en tu bondad y misericordia infinita que los perdonarás, por los méritos de tu preciosísima sangre, pasión y muerte, y me darás gracia para enmendarme y perseverar en tu santo amor y servicio, hasta el fin de mi vida.
Amén.

ORACIÓN INICIAL

Dios todopoderoso y eterno, bendito y alabado seas por toda la eternidad. Que todos los ángeles y los hombres que has creado te adoren, te amen y te sirvan, Dios Santo, Dios Omnipotente, Dios Inmortal.

Y tú, Virgen María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa en tu oración, recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a los arcángeles y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo, para que obtengamos gracia, salvación y auxilio.

Amén.

ORACIÓN A LOS SANTOS ARCÁNGELES

San Miguel Arcángel, tú eres el Príncipe de las milicias celestiales, el vencedor del dragón infernal, has recibido de Dios la fuerza y el poder para aniquilar por medio de la humildad el orgullo de los poderes de las tinieblas. Suscita en nosotros la auténtica humildad del corazón, la fidelidad inquebrantable para cumplir siempre la voluntad de Dios, la fortaleza en el sufrimiento y las necesidades, ayúdanos a subsistir delante del tribunal de Dios.

San Gabriel Arcángel, tú eres el ángel de la Encarnación, el mensajero fiel de Dios, abre nuestros oídos para captar los más pequeños signos y llamamientos del corazón amante de nuestro Señor. Permanece siempre delante de nuestros ojos para que comprendamos correctamente la Palabra de Dios y la sigamos y obedezcamos, y para cumplir aquello que Dios quiere de nosotros. Haznos vigilantes en la espera del Señor para que no nos encuentre dormidos cuando llegue.

San Rafael Arcángel, tú eres el mensajero del amor de Dios. Hiere nuestro corazón con un amor ardiente por Dios, no dejes que esta herida se cierre jamás para que permanezcamos sobre este camino en la vida diaria y venzamos todos los obstáculos por la fuerza de este mismo amor.

Ayuden a nuestra debilidad, hermanos grandes y santos, servidores delante de Dios. Alejen de nosotros mismos nuestra cobardía y tibieza, nuestro egoísmo y nuestra avaricia, nuestra envidia y desconfianza, nuestra suficiencia y comodidad, nuestro deseo de ser apreciados.

Rompan nuestros lazos con el pecado y con toda atadura al mundo.

Desaten la venda que nosotros mismos hemos anudado sobre nuestros ojos, para dispensarnos de ver la miseria que nos rodea, y poder mirar nuestro propio yo sin incomodarnos y con conmiseración.

Claven en nuestro corazón el aguijón de la santa inquietud de Dios, para que no cesemos jamás de buscarlo con pasión, contrición y amor. Que podamos reconocerlo, adorarlo, amarlo y servirlo.

Busquen en nosotros la Sangre de Nuestro Señor que Él mismo derramó por nuestra causa. Busquen en nosotros las lágrimas de Su Reina, Nuestra Señora, vertidas por nuestra miseria. Busquen en nosotros la imagen de Dios destrozada, desteñida, deteriorada, imagen que Él quiso darnos por amor.

Sean nuestros aliados en la lucha contra los poderes de las tinieblas que nos rodean y nos oprimen de manera oculta. Sean nuestros defensores para que ninguno de nosotros se pierda, y para que un día, gozosos, podamos reunirnos en la felicidad eterna.
Amén

(Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena).
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

Oración del octavo día

Dios Omnipotente, Señor de los arcángeles que han sido creados a tu semejanza, encarnando la perfección de tu ser. Bajo el poder de San Miguel Arcángel te entrego los pocos merecimientos de mi pobre alma para que él me enseñe a amarte solamente a Ti con todas las fuerzas de mi ser, para decir sin miedo que mi corazón te pertenece. Amén.

INVOCACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS
San Miguel, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros.
San Rafael, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros.
San Gabriel, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros.

Amén.

Heridas que hablan

El pecado es una herida para el alma.
Aprendamos que nuestro médico está dentro de nosotros y mostrémosle las heridas de nuestros pecados. Que aquel que conoce cada pensamiento secreto escuche el gemido de nuestros corazones.
Que nuestras lágrimas lo conmuevan, y si tenemos que buscarlo con alguna insistencia, que le suban profundos suspiros desde el fondo de nuestro ser.
Que nuestros dolores lleguen a Él y que también nos diga, como a David: “El Señor… ha perdonado tu pecado”.



martes, 26 de septiembre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

María, madre de Cristo, madre de la Iglesia

Aquel que es fruto de las entrañas de una única Virgen es la gloria y el honor de todas las demás vírgenes santas, porque ellas son también, como María, madres de Cristo si cumplen la voluntad de su Padre. La gloria y la dicha de ser la madre de Jesucristo resaltan en las palabras del Señor: “Quien cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos, éste es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mt 12,50).

Así indica el parentesco espiritual que los incluye en el pueblo que ha sido rescatado. Sus hermanos y sus hermanas son los hombres y las mujeres santos que participan con él en la herencia celestial. Su madre es la Iglesia entera, porque ella, por la gracia de Dios, engendra los miembros de Cristo, es decir, a los que le son fieles. Su madre es también cada alma santa que cumple la voluntad de su Padre y cuya caridad fecunda se manifiesta en aquellos que ella engendra para él, hasta que Cristo quede formado en ellos. (cf Gal 4,19)...

María es, ciertamente, la madre de los miembros del Cuerpo de Cristo, de todos nosotros, porque por su caridad ella ha cooperado en la generación de los fieles en la Iglesia, que son miembros de la cabeza divina, Cristo, de manera que ella es verdaderamente mi madre según la carne.



San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sobre la santa virginidad,5

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 8,19-21


Evangelio según San Lucas 8,19-21
Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud.

Entonces le anunciaron a Jesús: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte".

Pero él les respondió: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican".


RESONAR DE LA PALABRA


Para entender bien este evangelio y la radicalidad de la afirmación de Jesús “mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”, hay que ponerse en aquel mundo de entonces. La familia de hoy no es lo que era entonces. Hoy los lazos familiares se han aflojado o limitado mucho. La familia es sobre todo una realidad afectiva. Esto es de enorme importancia. Pero en aquel tiempo la familia era mucho más que eso. La familia era el círculo de seguridad único de que disponían las personas ante los riesgos de la pobreza o la enfermedad. Recordemos que entonces no había ningún tipo de seguridad social, de pensiones de jubilación ni estado del bienestar. El estado no hacía nada por las personas más allá de cobrarles impuestos. Alejarse de la familia era perder la seguridad mínima necesaria para vivir. Fuera de la familia todo era peligroso. Renunciar a la familia era quedarse solo ante los muchos peligros de la vida.

En ese contexto se entiende la radicación de lo que dice Jesús. El Reino que anuncia trae consigo una nueva relación entre las personas que supera la relación de sangre. Se abre una nueva fraternidad, un nuevo vínculo. En realidad, Jesús no hace más que señalar la realidad más básica de nuestra fe: somos hijos e hijas de Dios, somos creaturas suyas. Esa es la relación familiar más amplia y real. Somos familia de Dios. Pasa que esta familia es muy grande. Va más allá de la relación inmediata de sangre. Rompe las fronteras de las razas, los pueblos, las lenguas, las ideologías, el sexo.

Jesús se mueve ya en esa nueva realidad del Reino. Y por eso mira a los que le rodean con unos ojos nuevos. Los que escuchan la palabra son conscientes de esa nueva realidad y también cambian su relación con los demás. Se está empezando a levantar una nueva familia, abriendo a la humanidad a una nueva esperanza. Sin fronteras. Sin límites. Sin hacer diferencias entre los nuestros y los otros. Quizá por eso –aplicación práctica– Caritas atiende a todos los necesitados sin cuestionarse si van a misa o no, si hablan nuestro idioma o no. Simplemente porque son hijos e hijas de Dios. Es decir, hermanos y hermanas nuestros.

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

Novena de Arcángeles - DÍA 7

DÍA SÉPTIMO

En el nombre del Padre,
y del Hijo,
y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Tú quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderte, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta.

Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en tu bondad y misericordia infinita que los perdonarás, por los méritos de tu preciosísima sangre, pasión y muerte, y me darás gracia para enmendarme y perseverar en tu santo amor y servicio, hasta el fin de mi vida.
Amén.

ORACIÓN INICIAL

Dios todopoderoso y eterno, bendito y alabado seas por toda la eternidad. Que todos los ángeles y los hombres que has creado te adoren, te amen y te sirvan, Dios Santo, Dios Omnipotente, Dios Inmortal.

Y tú, Virgen María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa en tu oración, recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a los arcángeles y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo, para que obtengamos gracia, salvación y auxilio.
Amén.

ORACIÓN A LOS SANTOS ARCÁNGELES

San Miguel Arcángel, tú eres el Príncipe de las milicias celestiales, el vencedor del dragón infernal, has recibido de Dios la fuerza y el poder para aniquilar por medio de la humildad el orgullo de los poderes de las tinieblas. Suscita en nosotros la auténtica humildad del corazón, la fidelidad inquebrantable para cumplir siempre la voluntad de Dios, la fortaleza en el sufrimiento y las necesidades, ayúdanos a subsistir delante del tribunal de Dios.

San Gabriel Arcángel, tú eres el ángel de la Encarnación, el mensajero fiel de Dios, abre nuestros oídos para captar los más pequeños signos y llamamientos del corazón amante de nuestro Señor. Permanece siempre delante de nuestros ojos para que comprendamos correctamente la Palabra de Dios y la sigamos y obedezcamos, y para cumplir aquello que Dios quiere de nosotros. Haznos vigilantes en la espera del Señor para que no nos encuentre dormidos cuando llegue.

San Rafael Arcángel, tú eres el mensajero del amor de Dios. Hiere nuestro corazón con un amor ardiente por Dios, no dejes que esta herida se cierre jamás para que permanezcamos sobre este camino en la vida diaria y venzamos todos los obstáculos por la fuerza de este mismo amor.

Ayuden a nuestra debilidad, hermanos grandes y santos, servidores delante de Dios. Alejen de nosotros mismos nuestra cobardía y tibieza, nuestro egoísmo y nuestra avaricia, nuestra envidia y desconfianza, nuestra suficiencia y comodidad, nuestro deseo de ser apreciados.

Rompan nuestros lazos con el pecado y con toda atadura al mundo.

Desaten la venda que nosotros mismos hemos anudado sobre nuestros ojos, para dispensarnos de ver la miseria que nos rodea, y poder mirar nuestro propio yo sin incomodarnos y con conmiseración.

Claven en nuestro corazón el aguijón de la santa inquietud de Dios, para que no cesemos jamás de buscarlo con pasión, contrición y amor. Que podamos reconocerlo, adorarlo, amarlo y servirlo.

Busquen en nosotros la Sangre de Nuestro Señor que Él mismo derramó por nuestra causa. Busquen en nosotros las lágrimas de Su Reina, Nuestra Señora, vertidas por nuestra miseria. Busquen en nosotros la imagen de Dios destrozada, desteñida, deteriorada, imagen que Él quiso darnos por amor.

Sean nuestros aliados en la lucha contra los poderes de las tinieblas que nos rodean y nos oprimen de manera oculta. Sean nuestros defensores para que ninguno de nosotros se pierda, y para que un día, gozosos, podamos reunirnos en la felicidad eterna.
Amén

(Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena).
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.


Oración del séptimo día

Padre de bondad, Tú que nos miras desde el Cielo en todo momento, Te ruego que brindes los merecimientos a San Miguel Arcángel para que me conceda no cegarme juzgando a mis hermanos, sino a mí mismo para ver mis fallos, y con tu ayuda poder corregirlos. Te lo pido, Padre, por tu amor. Amén.

INVOCACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS

San Miguel, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros.
San Rafael, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros.
San Gabriel, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros.
Amén.