jueves, 31 de agosto de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

“Estad a punto”

A lo largo del sueño hay que estar a punto para desvelarse fácilmente. En efecto, la Escritura dice: “Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas: vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle, apenas venga y llame” (Lc 12,35-36). Porque un hombre dormido no sirve para más que uno que está muerto. Por eso hay que levantarse frecuentemente por la noche para bendecir a Dios.

Dichoso el que está velando por él; se parece a los ángeles que llamamos “veladores”. Un hombre dormido no vale nada, no vale más que uno sin vida. Pero el que tiene la luz está despierto y las tinieblas no pueden nada sobre él, ni tampoco el sueño, de la misma manera que las tinieblas. Está, pues, despierto para Dios el que ha sido iluminado, y éste vive, porque “en él había la vida” (Jn 1,4). “Dichoso el hombre, dice la Sabiduría, que me escuchará, y será fiel a mis caminos, velando a mi puerta día tras día y guardando el umbral de mi casa” (Pr 8,34).

Así, pues, “no nos durmamos como hacen el resto de los hombres, sino permanezcamos vigilantes y sobrios” tal como lo dice la Escritura. “Porque los que duermen, duermen de noche, y los que se embriagan lo hacen de noche”, es decir, en la oscuridad de la ignorancia. “Pero nosotros, que somos de día, seamos sobrios” (1 Tes 5,6-8). “Porque todos vosotros sois hijos de la luz y del día; no somos ni de la noche ni de las tinieblas” (1 Tes 5,5).


San Clemente de Alejandría (150-c. 215)
teólogo
El Pedagogo, II, 9

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 24,42-51


Evangelio según San Mateo 24,42-51
Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor.

Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa.

Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.

¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno?

Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo.

Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.

Pero si es un mal servidor, que piensa: 'Mi señor tardará',

y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos,

su señor llegará el día y la hora menos pensada,

y lo castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.


RESONAR DE LA PALABRA

El tema de la vigilancia se repite muchas veces en los Evangelios. Hay que estar atentos porque el Señor viene en cualquier momento. El texto de hoy nos habla en parábolas de esa vigilancia. El dueño de la casa al que han avisado que va a venir el ladrón y que se queda en vela para recibirlo como se merece. O el criado que culpe fielmente sus tareas porque espera que en cualquier momento vuelva su señor. Todo sirve para recordarnos que hay que estar en vela porque en cualquier momento viene el Señor.

El problema es tener claro como es la venida del Señor. Parece que en principio la cabeza se nos va a los grandes y solemnes acontecimientos: desde la solemne en la catedral hasta la misa del papa en la plaza más grande de la ciudad con motivo de su visita.

La realidad es que, siempre según los Evangelios, la venida del Señor no fue así. Todo empezó con una humilde doncella nazarena y siguió con un niño recién nacido (básicamente una realidad de fragilidad, pequeñez y vulnerabilidad). Para completar el cuadro la venida del Señor no se produjo en lo que era el centro del mundo en aquel momento sino en un rincón perdido de aquel magnífico imperio. Un rincón perdido y pobre como era Belén, donde nació, o Nazaret, donde se crio. Nada de fanfarrias, luces extrañas ni solemnidades. Nada de eso. Y, luego, a lo largo de su vida no mejoró mucho. Podía haberse presentado en el templo, que era el centro religioso y político de Israel pero nació en la periferia de Galilea y terminó muriendo fuera de las murallas de Jerusalén. Como decía el título de un libro de hace unos años, Jesús fue un “judío marginal”. El que se quiso encontrar con él tuvo que salir de sus casillas y de sus prejuicios.

Hoy nosotros tenemos que estar vigilantes y atentos porque el Señor puede venir a nuestras vidas en cualquier momento. Pero quizá no viene como creemos que va a venir sino disfrazado de pobre, de marginado, de hambriento, de preso. Hay que estar atentos para ir más allá de las apariencias y descubrir su presencia sanadora y salvadora.

Fernando Torres, cmf



fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

miércoles, 30 de agosto de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

Un tesoro escondido

La esposa [del Cantar] de los Cantares dice que, al no encontrar a su Amado en el lecho, se levantó para buscarle por la ciudad, pero en vano; y que en cuanto salió de la ciudad, encontró al que amaba su alma... (Ct 3,1-4). Jesús no quiere que encontremos en el reposo su presencia adorable; él se esconde... ¡Y qué melodía para mi corazón ese silencio de Jesús...! Él se hace pobre para que nosotras podamos darle limosna, nos tiende la mano como un mendigo, para que cuando aparezca en su gloria el día del juicio, pueda hacernos oír aquellas dulces palabras: «Venid vosotros, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve enfermo y en la cárcel y me socorristeis» (Mt 25, 34-36). El mismo Jesús que pronunció estas palabras es quien busca nuestro amor, quien lo mendiga... Se pone, por así decirlo, a nuestra merced. No quiere tomar nada sin que se lo demos.

Jesús es un tesoro escondido, un bien inestimable que pocas almas saben encontrar porque está escondido, y el mundo ama lo que brilla. ¡Ah!, si Jesús quisiera mostrarse a todas las almas con sus dones inefables, ciertamente ni una sola alma los desdeñaría. Pero él no quiere que le amemos por sus dones: él mismo quiere ser nuestra recompensa.

Para encontrar una cosa escondida, hay que esconderse también uno mismo. Nuestra vida ha de ser, pues, un misterio. Tenemos que parecernos a Jesús, al Jesús cuyo rostro estaba escondido (Is 53,3)... Jesús te ama con un amor tan grande, que, si lo vieras, caerías en un éxtasis de felicidad..., pero no lo ves y sufres. ¡Pronto Jesús se levantará para salvar a todos los mansos y humildes de la tierra»...! (Sl 75,10).


Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897)
carmelita descalza, doctora de la Iglesia
Carta 145

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 13,44-46


Evangelio según San Mateo 13,44-46
Jesús dijo a la multitud:

"El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.

El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas;

y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró."


RESONAR DE LA PALABRA

Miércoles, 30/08/2023. 21ª Semana TO.

Hay personas para las que el cuidado de su propia imagen es algo muy importante. Algunos dedican a ello gran parte de su energía. En principio, no está mal. Lo malo viene cuando la imagen, la apariencia, no coincide con la realidad de la persona. Es entonces cuando el cuidado de la imagen deviene hipocresía. Cuando las personas se convierten en sepulcros blanqueados. Y se empieza a vivir una doble vida. La real y la aparente. Lo malo es que hace falta consumir muchísima energía para vivir de esa manera durante largo tiempo. Y ciertamente también hace falta la colaboración y complicidad de otras personas. Terminan colaborando porque al proteger la apariencia del otro se sienten ellas mismas protegidas. Más hipocresía.

Jesús denuncia esta hipocresía en los letrados y fariseos. Son los que dictan las normas, los que dicen a los demás cómo tienen que comportarse, siempre en el nombre de Dios, siempre diciendo que sus normas y leyes son la voluntad de Dios. Pero ellos saben lo suficiente como para encontrar otros caminos, excusas varias, para no cumplir sus mismas normas. Jesús denuncia y condena con radicalidad. Porque está a favor de los sencillos, de los humildes, a los que aquellos tenían que haber cuidado y que, sin embargo, lo que reciben son condenas y admoniciones por no cumplir las normas como ellos dicen.

Casi seguro que no todos los letrados y fariseos eran como Jesús dice en sus palabras. Pero es muy posible que callaran y no denunciaran a esos letrados y fariseos hipócritas para no dañar a la institución a la que ellos mismos pertenecían o para no meterse en problemas. Y haciendo eso eran cómplices de la hipocresía de los otros.

Nos podemos preguntar si hay fariseos y letrados como los del Evangelio en la Iglesia actual. Pero también nos podemos preguntar cuantas veces callamos ante el mal que hacen otros simplemente para proteger nuestra propia imagen, para vivir tranquilos y seguros. No sé si Jesús lo aprobaría.

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

martes, 29 de agosto de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

“A ti niño, te llamarán profeta del Altísimo” (Lc 1,76)

Entre los títulos de gloria del santo y bienaventurado Juan Bautista, celebramos hoy su fiesta, no sé a cuál de ellas darle preferencia: ¿a su nacimiento milagroso o a su muerte más milagrosa todavía? Su nacimiento aportó una profecía (Lc 1,67s), su muerte la verdad; Su nacimiento anunció la llegada del Salvador, su muerte condenó el incesto de Herodes. Este hombre santo... mereció a los ojos de Dios, no desaparecer de la misma manera que otros hombres de este mundo: dejó este cuerpo recibido del Señor, confesándolo. Juan cumplió en todo la voluntad de Dios, ya que su vida y su muerte corresponden a sus designios...

Todavía está en el vientre de su madre cuando ya celebra la llegada del Señor, por sus movimientos de alegría, ya que no podía hacerlo con su voz. Isabel le dice a María: “En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre" (Lc 1,44). Juan exulta pues, antes de nacer, y antes de que sus ojos no reconozcan al que se presenta al mundo, su espíritu reconoce al que es el Maestro. Pienso que este es el sentido de la frase del profeta: "Antes de formarte en el vientre materno, te conocí; antes de que salieras del seno materno, te consagré" (Jr 1,5). No nos asombremos pues, si encerrado en la prisión por mandato de Herodes, continuó predicando a Cristo a través de sus discípulos (Mt 11,2), ya que, encerrado en el seno de su madre, ya anunciaba, por sus estremecimientos la llegada del Señor.



San Máximo de Turín (¿-c. 420)
obispo
Sermón, 36

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 6,17-29


Evangelio según San Marcos 6,17-29
Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado.

Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano".

Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía,

porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto.

Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea.

La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras y te lo daré".

Y le aseguró bajo juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino".

Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?". "La cabeza de Juan el Bautista", respondió esta.

La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista".

El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla.

En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan.

El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre.

Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.


RESONAR DE LA PALABRA

Martirio de San Juan Bautista

En los juegos del poder siempre termina perdiendo el más débil. El Evangelio de hoy es un claro ejemplo. No nos queda claro quién era el que verdaderamente mandaba en aquel palacio. Ciertamente era Herodes el que tenía el poder nominal. Él era el rey. Pero su mujer parece que también mandaba mucho. Y entre los dos había una cierta pugna por ver quién mandaba realmente. La lucha entre marido y mujer llegó hasta tal punto que el rey se vio obligado a hacer lo que, según el Evangelio, no quería hacer. Terminó matando, asesinando al profeta.

Lo lógico era que se hubiesen enfrentado con claridad los dos aspirantes al poder total: Herodías y Herodes. Y entre ellos hubiesen dirimido el conflicto. Lo lógico era que uno de ellos hubiese resultado ganador y el otro se hubiese llevado las heridas. Pero no fue así. No suele ser así. La lucha se dirimió en otro terreno y terminó llevándose las heridas mortales el tercero en discordia, la parte más débil: el profeta. Herodes y Herodías no llegaron casi ni a tener un debate dialéctico. Todo quedó entre ellos muy educado. Ni una mala palabra. Pero Juan terminó decapitado.

Suele ser así. Cuando dos poderes se enfrentan, suelen otros los que se llevan la peor parte. Revisemos la historia y así ha sido en casi todas las guerras. Basta con recordar lo que se llamó la guerra fría durante los años 50 y 60 del pasado siglo. Rusia y los países occidentales no se enfrentaron nunca directamente. Fueron muchos países pobres donde se enfrentaron los grandes, pero siempre a través de intermediarios que eran los que ponían la sangre. Pero no hay que pensar solo en las naciones, podemos pensar también en las empresas, los partidos políticos, las familias, los grupos de amigos y, para ser realistas, también en la iglesia pasan estos juegos de poder.

Jesús renunció a participar en esos juegos de poder. Así terminó como terminó, en la cruz. ¿Cuándo conseguiremos que el poder sea un servicio y no ocasión de dominación y opresión de los más pobres?

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

lunes, 28 de agosto de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

Dios nos llama incesantemente a la conversión

Dios, por su bondad, no abandonó a la creatura y, como lo he repetido tantas veces, se volvió hacia ella y lo llamó nuevamente: «Venid a mi todos los que estáis fatigados y agobiados y yo os aliviaré» (Mt 11, 28). Es decir: "Estáis fatigados, no sois felices. Habéis experimentado el daño que produjo vuestra desobediencia. Ahora convertíos; reconoced vuestra impotencia y vuestra confusión para alcanzar la paz y la gloria. Ahora vivid por la humildad ya que habéis muerto por el orgullo"...

¡Oh, hermanos míos, qué no ha hecho el orgullo! y ¡qué poder posee la humildad! ¿Había necesidad de tantas idas y venidas? Si desde el principio el hombre hubiese sido humilde y obedecido a los mandamientos, no hubiese caído. Y después de su falta Dios le volvió a dar una ocasión para arrepentirse y así alcanzar misericordia. Pero el hombre mantuvo la cabeza erguida. En efecto, Dios se acercó para decirle: «¿Dónde estás, Adán?» (Gn 3, 9) es decir: "¿De qué gloria has caído? ¿En qué miseria?". Y después le preguntó: "¿Por qué has pecado? ¿Por qué has desobedecido?", y buscando con ello que el hombre le dijera: "¡Perdóname!"... Pero, ¿dónde está ese "perdóname"? No hubo ni humillación, ni arrepentimientos sino todo lo contrario. El hombre le respondió: «La mujer que Tú me has dado me engañó» (Gn 3, 12). No dijo: "mi mujer", sino: "La mujer que Tú me has dado", como si dijera: "la carga que Tú me has puesto sobre mi cabeza".

Así es, hermanos, cuando el hombre no acostumbra a echarse la culpa a sí mismo, no teme ni siquiera acusar al mismo Dios.

Entonces Dios se dirigió a la mujer y le dijo: «¿Por qué no has guardado lo que te había mandado?», como queriendo decirle: "Al menos tú di ¡perdóname!, y así tu alma se humille y alcance misericordia". Pero tampoco recibió el "perdóname". La mujer por su parte le respondió: «La serpiente me ha engañado» (Gn 3, 13), como queriendo decir: "Si él ha pecado ¿por qué voy a ser yo la culpable?"...

¡Qué hacen, desdichados! ¡Al menos pidan disculpa! Reconozcan su pecado. ¡Tengan compasión de su desnudez! Pero ninguno de los dos se quiso acusar, y ni uno ni otro mostró el menor signo de humildad.


Doroteo de Gaza (c. 500 -?)
monje en Palestina
Instrucciones, I, § 8-9 ; SC 92

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 23,13-22.


Evangelio según San Mateo 23,13-22.
"¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran.

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno de la Gehena que ustedes!

¡Ay de ustedes, guías, ciegos, que dicen: 'Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, entonces sí que vale'!

¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro?

Ustedes dicen también: 'Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que está sobre el altar'.

¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda?

Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él.

Jurar por el santuario, es jurar por él y por aquel que lo habita.

Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él.


RESONAR DE LA PALABRA

San Agustín

Hoy celebramos la fiesta de San Agustín, uno de los llamados Padres de la Iglesia porque en aquellos primeros siglos de la historia cristiana brilló como un faro por su palabra y por su vida. Como todos los santos, no fue santo desde que nació. Hizo un largo camino hasta encontrarse con el que sería el centro de su vida: Jesús. El camino fue tortuoso, en alguna ocasión se desvió y perdió tiempo y fuerzas. Pero lo que con seguridad se puede decir de él es que nunca se contentó con las apariencias y buscó siempre algo que llenase su corazón. Y no paró hasta encontrar a Jesús. Y desde ahí se volvió para ponerse al servicio de los hermanos.

Sin duda que su palabra ha iluminado a muchos a lo largo de los siglos. Esos muchos, gracias a la palabra y al ejemplo de Agustín, han terminado encontrándose con Jesús y con su Evangelio. Porque habría sido nefasto que se hubiesen quedado en Agustín y hubiesen hecho de él el centro y sentido de su vida. Habrían fundado una nueva secta y habrían sido como el tonto que se queda mirando el dedo que le señala la luna y no ve la luna, que es a donde señala el dedo.

San Agustín y tantos a lo largo de la historia nos señalan a Jesús. Sería tonto quedarnos en Agustín y no mirar a donde realmente hay que mirar, a donde miró el mismo Agustín. El Evangelio de hoy nos recuerda precisamente eso: que por muchos maestros, directores y padres que tengamos, en realidad no hay más que un maestro, un padre, un consejero. Agustín se quedaría decepcionado si no fuésemos capaces pasar de clase y de curso, de dejarle a él y acercarnos al que es el verdadero maestro, Cristo.

Conclusión: sería bueno que alguna vez nos acercásemos a las obras de san Agustín. Probablemente encontraremos en ellas mucha luz. Pero mejor es que dediquemos más tiempo a leer el Evangelio y encontrarnos directamente con Jesús porque Él es la luz. Y Agustín no es más que un reflejo, muy fuerte, muy vivo, pero solo reflejo de Aquel que es la luz.

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

DIOS CERCANO

 

«Jesús no quiere ser un protagonista de la historia, sino que quiere ser protagonista de tu presente, de mi presente; no un profeta lejano: Jesús quiere ser el Dios cercano… Miremos a Jesús, siempre que camina junto a nosotros, que acoge nuestras fragilidades, comparte nuestros esfuerzos y apoya sobre nuestros hombros débiles su brazo firme y suave. Con Él cerca, también nosotros tendámonos la mano los unos a los otros y renovemos la confianza: ¡Con Jesús lo que parece imposible en solitario ya no lo es, con Jesús se puede avanzar!»


Francisco

Ángelus

27-08-2023 




domingo, 27 de agosto de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA


Cristo en nuestro corazón por la fe

Dios se presenta a nosotros como objeto de la fe, especialmente en la persona de Jesucristo. Quiere que creamos firmemente que el niño nacido de María, el obrero de Nazaret, el Maestro en lucha con los Fariseos, el crucificado del Calvario, es realmente el Hijo de Dios, igual a Dios y así lo adoramos. Establecer entre los hombres la fe al Verbo encarnado es la gran obra que Dios se ha propuesto en la economía de la salvación (cf. Jn 6,29). Nada puede reemplazar esta fe en Jesucristo, verdadero Dios consustancial al Padre y su Enviado. Es la síntesis de todas nuestras creencias, porque Cristo es la síntesis de toda la revelación. (…)

La vida de la Iglesia supone en todo y siempre la adoración de su divino Esposo. Faz al mundo que lo niega y desconoce, ella repite sin cesar con san Pedro: “Tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,16). Esta fuerte visión de la fe, atraviesa el velo de la humanidad de Cristo y se sumerge en las profundidades de su divinidad. Pero algunos ven a Jesús y lo tocan pero, como las multitudes de Galilea, con una mirada externa, superficial, que no transforma las almas. Para otros, Jesús se transfigura y la gracia ilumina su fe en la divinidad. Para ellos, Jesús es el sol de justicia, sobrepasa todas las bellezas de la tierra y su visión deslumbra tanto su corazón, que nada los podrá separar de su amor. Pueden decir con san Pablo: “Tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rom 8,38-39).

Tal fe establece a Jesucristo realmente en nuestro corazón. No es una simple adhesión del espíritu. Esta fe implica el amor, la esperanza, la consagración total de sí a Cristo para vivir de su vida, participar a sus misterios, imitar sus virtudes.


Beato Columba Marmion (1858-1923)
abad
Cristo ideal del sacerdote (Le Christ idéal du prêtre, Maredsous, 1951), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 16,13-20


Evangelio según San Mateo 16,13-20
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?".

Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas".

"Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?".

Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".

Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.

Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella.

Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".

Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.


RESONAR DE LA PALABRA


CONTRA LOS ADMINISTRADORES LISTILLOS

En los remotos tiempos del profeta Isaías también ocurrían cosas bastante «feas». En la cosa pública (sean los tribunales de justicia, sea la administración de impuestos, sean los cargos y nombramientos en el Templo...) se daban escándalos, abusos de poder, derroche del dinero público, corrupción administrativa, enchufes y favoritismos. Había personajes hábiles, con muy escasa conciencia y menos escrúpulos, ambiciosos, que se aprovechaban de sus cargos públicos, y de sus buenos contactos para hacer fortuna a la sombra complaciente de palacio, o de cualquiera que pudiera facilitar sus fines.

Como éste Sobna, de cuyos turbios negocios nos habla Isaías. Se trata de un «mayordomo de palacio» (quizá para entendernos, sería más adecuado llamarle «Administrador», o Primer Ministro o Jefe de la Casa Real...) Así nos lo han descrito: ambición desenfrenada, delirios de grandeza, intrigas, negocios turbios, aprovechando su cargo, y sirviendo aparentemente al rey y a su pueblo... Pero solo aparentemente.

Sobna estaba preocupado y ocupado por dejar huella en la historia, a pesar de haber ensuciado él mismo su nombre; deseaba ser recordado y honrado por las generaciones venideras. Para lo cual había proyectado construir un grandioso monumento funerario. Hoy quizá habría optado por un aeropuerto, un gran rascacielos, algún puente faraónico, un muro o incluso alguna estación espacial. ¡Quién sabe!

Al mismo tiempo, a los numerosos pobres de su entorno simplemente les costaba trabajo sobrevivir. Era su responsabilidad cuidarlos en nombre del rey (y de Dios), pero lo que realmente le interesaba era su propia tumba, perpetuar su nombre. No es difícil encontrar hoy personajes parecidos similares.

Bueno, pues, ante este «Administrador» impresentable, Dios tomó partido inmediatamente. Y dijo «basta». Y es que a Dios le importan los temas políticos, económicos, sociales. Y especialmente aquellos que no cumplen éticamente con sus responsabilidades. Si el domingo pasado subrayábamos la importancia del derecho y la justicia, hoy podemos añadir la honestidad, la ética, la austeridad, el olvido de sí de quienes tienen responsabilidades que cumplir.

En los últimos tiempos venimos comprobando como, desde todo el arco parlamentario, se pretende recluir la fe en el ámbito prohibido, diciendo que Dios y los cristianos no tienen que meterse en política, que hay que respetar a los que piensan distinto... y abstenerse de defender los propios valores. Sería coherente que se lo aplicasen ellos mismos, a sus distintas ideas políticas e ideológicas. También ocurre que algunos grupos o líderes políticos pretenden «adueñarse de Dios» para justificar sus posturas que poco o nada tienen que ver con Dios... Porque a Dios le importa el pobre, el emigrante, el huérfano, el anciano, el sin-papeles, el enfermo, los pueblos nativos sin recursos...

Y en cuanto a la fe, no se la puede convertir en un asunto privado, espiritualoide o de la otra vida... Tiene que afectar a las leyes, a la economía, a la política, a la ecología... a todo... si bien los creyentes no tenemos las soluciones para tantos problemas, y por eso podemos y debemos colaborar con todas las iniciativas que procuren un mundo más humano, más justo, más libre, más pacífico, más fraterno... apartándonos (y hasta denunciando) las que pretenden todo lo contrario.

En cuanto al Evangelio:

Los seres humanos solemos percibir la realidad desde nuestras expectativas, necesidades, situaciones personales, formación cultural y religiosa, vivencias y experiencias, intereses... Estos son nuestros filtros, conscientes o inconscientes. Y Jesús quiere hacer un «feedback», una valoración de lo que la gente ha podido captar de sus palabras y obras, qué les ha quedado de todo su empeño misionero. Es una tarea necesaria siempre, y en los agentes de pastoral también. El balance que le presentan sus discípulos no es alentador. Ya algunos grupos judíos han empezado a tomar distancia de Jesús, decepcionados cuando no escandalizados. La «gente» no anda demasiado desencaminada, pero su percepción del Maestro es muy incompleta. A partir de aquí Jesús cambiará de «estrategia» para pasar a centrarse casi exclusivamente en el grupo de sus discípulos.

Pero también quiere sondearles a ellos. La pregunta no se dirige al terreno intelectual o teológico... : ¿Qué habéis percibido de mí en el trato personal, qué ha supuesto para vosotros el seguirme, el escucharme, el estar conmigo...? ¿En qué habéis cambiado personalmente, cómo estoy influyendo en vuestras vidas. Digamos que es una pregunta «existencial», que solo uno mismo puede responder, y para la que no hay respuestas hechas.

Pedro se adelanta a responder a modo de portavoz de todo el grupo y hace toda una declaración breve, pero profunda sobre Jesús: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Es una respuesta bastante más completa que la que dieron en la barca, después de la tempestad. Y esa declaración de fe será el cimiento, la piedra, sobre la que Jesús levantará su futura Iglesia («mi Iglesia»). Pero hay que decir que, a pesar de la bienaventuranza de Jesús dirigida a Pedro... su confesión necesita ser purificada. Su concepto de «Mesías» habrá de modificarse mucho a partir de la experiencia pascual (el fracaso, el rechazo, la cruz y la resurrección), dejando a un lado muchas connotaciones y expectativas que no coinciden con el proyecto de Jesús. De ahí que les mande silencio sobre ese título. Y ciertamente ningún apóstol puede atreverse a "atar y desatar" como el mayordomo de la primera lectura.

Nunca tenemos cerrada y completa nuestra experiencia de fe. Lo que «decimos» de Jesús tiene que seguir madurando. Lo que digamos ha de ser experiencia personal vivida. Y la fe eclesial/comunitaria de los apóstoles y la revelación progresiva de Dios (ni la carne ni la sangre) lo irán haciendo posible... si no nos encerramos en nuestras ideas y subjetivismos personales. Nuestra fe es siempre eclesial/comunitaria, aun cuando sea (debe serlo) personal.

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

sábado, 26 de agosto de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

“El que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”

Si uno es pecador, no es humildad reconocerlo. Existe sin embargo humildad cuando quien tiene conciencia de haber realizado grandes cosas no por ello concibe una alta idea de sí mismo; cuando se parece a san Pablo hasta el punto de poder decir: “Mi conciencia nada me reprocha” (1 Co 4,4), o: “Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, y el primero soy yo” (1 Tm 1,15). En esto consiste la humildad: a pesar de la grandeza de nuestros actos, estimarnos en poco en nuestro espíritu.

Sin embargo Dios, por razón de su inefable amor a los hombres, no sólo acepta al que se humilla de esta manera, sino también a los que confiesan francamente sus faltas, y se muestra favorable y benévolo con los que tienen tal disposición. Para que te des cuenta de lo bueno que es no tener una alta idea de sí mismo, represéntate dos carros. Engancha a uno la virtud y el orgullo, al otro el pecado y la humildad. Verás que el tiro del pecado adelanta al de la virtud, no precisamente por su propio poder, sino por la fuerza de la humildad que le acompaña, y aquella se queda atrás no por la debilidad de la virtud, sino por el peso y la enormidad del orgullo.



San Juan Crisóstomo (c. 345-407)
presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Sobre la naturaleza incomprensible de Dios 5, 6-7 ; PG 48, 745

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 23,1-12


Evangelio según San Mateo 23,1-12
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:

"Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés;

ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen.

Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.

Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos;

les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas,

ser saludados en las plazas y oírse llamar 'mi maestro' por la gente.

En cuanto a ustedes, no se hagan llamar 'maestro', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos.

A nadie en el mundo llamen 'padre', porque no tienen sino uno, el Padre celestial.

No se dejen llamar tampoco 'doctores', porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.

Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros,

porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".


RESONAR DE LA PALABRA

Santa Teresa de Jesús Jornet, patrona de los ancianos

Está claro que el Reino de que habla Jesús no se parece en nada a los de este mundo. El texto evangélico de hoy es una muestra clarísima de ello. Vamos a dejar de lado la primera parte, aunque sería una buena crítica para algunos eclesiásticos que no solo valoran más formas y solemnidades (litúrgicas, de hábitos, etc.) sino que además dictaminan normas que a veces tienen poco que ver con el amor y la misericordia del Dios de Jesús. Pero dejemos esta primera parte.

Y vamos a la segunda. Todo un programa para la comunidad cristiana (otra cosa es que lo hayamos cumplido a lo largo de la historia): no os dejéis llamar maestro ni padre ni consejero. Jesús da razones para todo. Maestro solo tenemos uno y todos somos hermanos. Se sobreentiende que el maestro es el mismo Jesús. Tampoco nos tienen que llamar padre porque no tenemos más Padre que el del cielo. Ni consejero, por la misma razón que la del maestro.

Y termina con una conclusión clara y distinta: el primero entre vosotros será vuestro servidor. En la iglesia, en la comunidad cristiana, estamos para servir. En la fraternidad del Reino todos son manos abiertas para ayudar, para apoyar, para comprender. No hay puestos principales ni nada que se le parezca.

La realidad es que hemos construido a lo largo de los siglos una iglesia que se define como jerárquica. Posiblemente sea necesario ese orden en una institución que tiene semejante tamaño. Pero nunca se nos debería olvidar este texto del evangelio de hoy. La jerarquía esta para servir. Y toda la iglesia, toda la comunidad cristiana, toda comunidad cristiana, tiene sentido en la medida en que se sirve y sirve sobre todo a los más pobres, a los más alejados y marginados. En ese servicio se realizará el signo de que el Reino es para todos sin excepción, de que Dios es padre de todos.

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

viernes, 25 de agosto de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

“Amarás al Señor tu Dios y a tu prójimo como a ti mismo”

[Santa Catalina escuchó a Dios decirle:] Quiero que sepas que no hay ni virtud ni defecto que no se ejerzan por intermedio del prójimo. El que permanece enemistado conmigo, causa daño al prójimo y a sí mismo, que es su prójimo principal. Y les hace daño, ya sea en general como en particular. En general, porque tienen que amar a su prójimo como a sí mismos y por este amor tienen el deber de asistir con la oración, la palabra, el consejo, la asistencia espiritual, según la medida necesaria. Si no lo pueden realmente hacer porque no tienen los medios, por lo menos tengan el deseo.

Si no me aman, no aman tampoco al prójimo. Al no amarlo, no lo ayudan y entonces se hacen daño a sí mismos. Se privan de mi gracia, al mismo tiempo que frustran al prójimo, al no ofrecer oraciones y santos deseos por él. Toda asistencia dada al prójimo debe proceder de la dilección por él, del amor que tenemos.

Podemos decir también, que no existe un vicio que no dañe al prójimo. Porque si no amamos, no sabemos vivir en la debida caridad. Todos los males provienen de un alma privada de caridad, caridad hacia mí y hacia el prójimo. Al no hacer más el bien, hacen el mal. ¿Contra quién hacen así el mal? Primero contra sí mismos y, luego, contra el prójimo. No es a mí al que hacen el daño, ya que el mal no me puede tocar. Sin embargo, me hacen daño porque yo considero que lo que hacen al prójimo, me lo hacen a mí.



Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
El Diálogo, el don de la discreción 5,6 (Le dialogue, Téqui, 1976), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 22,34-40


Evangelio según San Mateo 22,34-40
Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él,

y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:

"Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?".

Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu.

Este es el más grande y el primer mandamiento.

El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas".


RESONAR DE LA PALABRA

Cuando se tiene una ley con 613 normas, como tenían los judíos en la Torá, es normal que las personas se preocupen por poner un poco de orden y saber cuál es la ley más importante. Diría que en la Iglesia nos pasa un poco lo mismo. También tenemos muchas normas entre mandamientos de la ley de Dios, mandamientos de la Iglesia y cánones del Código de Derecho Canónico (son nada más y nada menos que 2414 en la última edición). Es decir, que podemos asumir como nuestra la preocupación de aquel fariseo por saber cuál de todos aquellos mandamientos era el principal.

Jesús no tiene duda en responder. Todo se resume en dos mandamientos, que contienen la ley entera: Amar a Dios y amar al prójimo. Y ya está. No hay más que hablar.

O sí. En realidad hay mucho que hablar. Lo primero es que nos podemos preguntar qué es eso de amar a Dios. O mejor, ¿cómo se expresa el amor a Dios? Leyendo y releyendo el Evangelio se entiende con facilidad, y así lo han entendido tantos y tantas a lo largo de la historia del cristianismo, que ese amor a Dios se expresa precisamente en el amor al prójimo. Nada que ver con muchas oraciones ni muchas celebraciones ni muchos cánticos ni muchas horas pasadas de rodillas. Si todo eso no nos lleva a amar a nuestro hermano o hermana, a estar cerca del que sufre de cualquier manera, todo son actos inútiles y sin sentido. Puras evasiones que es posible que tranquilicen nuestra mente pero que ciertamente no tienen nada que ver con el Evangelio.

Amar a Dios es (expresando identidad en el sentido más fuerte posible) amar al hermano. Y eso se hace… amando: preocupándose de una manera eficaz y realista por su bien. Porque amar es mucho más que un sentimiento. Es la cercanía atenta al hermano o hermana en sus necesidades concretas, ya sea hambre, justicia, enfermedad, libertad… Amar es sentir con el hermano y hacer nuestras sus preocupaciones y dolores. Y caminar con él, juntos, de la mano, para hacer el camino del Reino. Y así hacer presente en nuestro mundo el amor de/a Dios.

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

CONSTANCIA Y PACIENCIA

 

«En México —como en Lourdes y en Fátima— María se apareció a una persona humilde, sencilla, a un indio que se llamaba Juan Diego, y de ese modo hizo llegar su mensaje a todo el Pueblo fiel de Dios. Ella anuncia a Jesús siguiendo el camino de la inculturación, es decir, por medio de la lengua y la cultura autóctonas, y con su cercanía materna manifiesta a todos sus hijos el amor y el consuelo de su Inmaculado Corazón… Para anunciar, en realidad, no basta con testimoniar lo bueno, es necesario saber soportar lo malo. El cristiano hace el bien, pero aguanta el mal, todo junto. La vida es así. Incluso hoy, en muchos lugares, se requieren constancia y paciencia para inculturar el Evangelio y evangelizar las culturas; no hay que temer los conflictos ni desanimarse»


Francisco

Audiencia General

23-08-2023 




jueves, 24 de agosto de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

« Verán los cielos abiertos y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre »

La gloria de todos los apóstoles es tan indisociable, tan unida por el cemento de tantas gracias, que cuando se celebra la fiesta de uno de ellos es la grandeza común de todos los apóstoles que se quiere hacer recodar a nuestra mirada interior. En efecto, ellos se comparten la misma autoridad de jueces supremos, el mismo rango de dignidad, ellos poseen el mismo poder de atar y de absolver (Mt 19,28; 18,18). Ellos son esas perlas preciosas que san Juan nos dice haber contemplado en el Apocalipsis con las cuales las puertas de la Jerusalén celeste han sido construidas (Ap 21,14.21)… En efecto, cuando, por medio de los signos o de los milagros los apóstoles irradian la luz divina; ellos abren el acceso de la gloria celestial de Jerusalén a los pueblos que se han convertido a la fe cristiana.

Es de ellos que el profeta dice también: « ¿Quiénes son éstos que vuelan como nubes?» (Is 60,8). Dios eleva el espíritu de sus predicadores a la contemplación de las verdades de arriba de manera que ellos puedan propagar abundantemente la lluvia de la palabra de Dios en nuestros corazones. Es así que ellos beben el agua de la fuente para darnos de beber después. San Bartolomé extrajo plenamente de esa fuente, cuando el Espíritu Santo descendió sobre él como sobre los demás apóstoles bajo la forma de lenguas de fuego (Hch 2,3).

Pero tú escuchas hablar de fuego y talvez no ves la relación con el agua. Escucha como el Señor llama agua a este Espíritu Santo que bajó como un fuego sobre los apóstoles. «Si alguien tiene sed, ha dicho, que venga a mí y que beba», y agrega diciendo: «Del que cree en mi- la Escritura lo dice- de su corazón manarán ríos de agua viva», el evangelista explica esto diciendo: «Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él» (Jn 37:39). De los que creen, el salmista dice también: «se sacian con las provisiones de tu casa en el torrente de tus delicias los abrevas, pues en ti está la fuente de la vida». (Sal 35,9-10).



San Pedro Damián (1007-1072)
benedictino, obispo de Ostia, doctor de la Iglesia
Sermón 42, Segundo para la fiesta de San Bartolomé; PL 144, 726 (trad. frm©evangelizo.org)

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 1,45-51


Evangelio según San Juan 1,45-51
Felipe encontró a Natanael y le dijo: "Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret".

Natanael le preguntó: "¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?". "Ven y verás", le dijo Felipe.

Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez".

"¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera".

Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel".

Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees . Verás cosas más grandes todavía".

Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre."


RESONAR DE LA PALABRA

San Bartolomé, apóstol

Hay una distinción que nos puede ayudar mucho en nuestra vida cristiana y que tiene mucha importancia en la vida de los apóstoles y discípulos de Jesús. Es que Jesús no dijo a ninguno de ellos: “creed en mí”. Su palabra fue muy diferente: “Déjalo todo, ven y sígueme”. Aunque estas palabras no salgan exactamente en el texto evangélico de hoy, están implícitas en las palabras de Felipe a Natanael, cuando le dice “hemos encontrado a Jesús, hijo de José, de Nazaret”.

No dice Felipe que se haya encontrado con un libro de teología o con un catecismo donde se resuman una serie de verdades que es lo que hay que creer. Y que esté presentando a Natanael ese libro con las verdades que contiene para que Natanael crea en ellas y así se salve. Parece que el libro de Natanael no apuntaba a unas verdades sino a una persona: “Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas”. Todo apunta a una persona, a un estilo de vida. Muy diferente de unas verdades en las que creer, a las que asentir. De lo que se trata es de ponerse en movimiento, de dejar de hacer y vivir lo que se estaba haciendo y viviendo para comenzar a vivir y hacer de otra manera.

Así lo vivieron Bartolomé / Natanael y los demás apóstoles. Así lo han vivido tantos y tantas a lo largo de estos veinte siglos. Aunque a veces nos haya parecido que lo más importante es saberse bien de memoria el credo y asentir a todas las verdades que propone la Iglesia, la realidad es que lo más importante es seguir a Jesús, hacer lo que él hacía, vivir a su estilo. Es significa estar cerca de los pobres y marginados, de los que sufren y de los que les ha tocado la peor parte en nuestro mundo. Eso es anunciar el Reino de Dios, tan importante o más que las hermosas celebraciones litúrgicas en nuestras catedrales.

Hoy Jesús nos sigue llamando e invitando a hacer de él nuestro modelo. Entonces seguro que veremos cosas mayores, porque veremos la gracia y el amor y la misericordia de Dios que se hace presente en nuestro mundo.

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

miércoles, 23 de agosto de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

¿Por qué permanecisteis allí todo el día sin hacer nada?

Podemos repartir estas diversas horas del día entre los años de vida del hombre. El amanecer, es la infancia de nuestra inteligencia. La tercera hora puede aplicarse a la adolescencia, porque el sol deslumbra ya, por decirlo así, desde la altura, en los ardores de la juventud que empiezan a calentarse. La sexta hora, es la edad de la madurez: el sol se establece allí como su punto de equilibrio, ya que el hombre está en la plenitud de su fuerza. La novena hora designa la vejez, dónde el sol desciende, en cierto modo, desde lo alto del cielo, para que los ardores de la edad madura se refresquen. En fin, la undécima hora es la edad que se nombra como vejez avanzada...

Unos son conducidos a una vida honrada desde la infancia, otros durante la adolescencia, otros en la edad madura, otros en la vejez y otros por fin en edad muy avanzada, es como si fueran llamados a la vid, a diferentes horas del día. Examinad pues vuestro modo de vivir, hermanos, y ved si vosotros actuáis como obreros de Dios. Reflexionad bien, y considerad si trabajáis en la vid del Señor... El que se descuidó de vivir para Dios hasta su última edad, es como el obrero que ha estado sin hacer nada hasta la undécima hora... "¿Por qué habéis estado todo el día sin hacer nada?" Es como si dijéramos claramente: "Si no habéis querido vivir para Dios durante vuestra juventud y edad madura, arrepentíos, por lo menos, en vuestra última edad... Venid, a pesar de todo, hacia los caminos de la vida"... ¿No fue a la undécima hora cuando el ladrón regresó? (Lc 23,39s) No fue por su edad avanzada, sino por el suplicio con que se encontró al llegar a la tarde de su vida. Confesó a Dios sobre la cruz, y expiró casi en el momento en el que el Señor le daba su sentencia. Y el Dueño de todo, admitiendo al ladrón antes que a Pedro en el descanso del paraíso, distribuyó bien el salario comenzando por el último.



San Gregorio Magno (c. 540-604)
papa y doctor de la Iglesia
Homilías sobre los Evangelios, n° 19

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 19,30.20,1-16


Evangelio según San Mateo 19,30.20,1-16
Jesús dijo a sus discípulos: «Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros.

porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña.

Trató con ellos un denario por día y los envío a su viña.

Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza,

les dijo: 'Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo'.

Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.

Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: '¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?'.

Ellos les respondieron: 'Nadie nos ha contratado'. Entonces les dijo: 'Vayan también ustedes a mi viña'.

Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: 'Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros'.

Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario.

Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario.

Y al recibirlo, protestaban contra el propietario,

diciendo: 'Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada'.

El propietario respondió a uno de ellos: 'Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario?

Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti.

¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?'.

Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos».


RESONAR DE LA PALABRA


Hoy tenemos una parábola que nos podría hacer reflexionar sobre el salario justo. Y también celebramos a Santa Rosa de Lima. Creo que la santa nos puede ayudar con el Evangelio.

En realidad la parábola no va para nada del salario y su justicia. La parábola va de la generosidad y largueza de Dios. La frase que quizá nos ayude a entender toda la parábola esté al final, cuando el señor responde al jornalero que protesta por entender que ha recibido menos de lo justo que “¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?” El señor quiere que todos trabajen en el campo, que todos participen en la vida del reino. Al final da lo mismo la hora en que hayan/hayamos empezado a trabajar. En esta gran familia que es el reino lo que importa es que nadie se quede fuera. No hay puestos mejores y peores. No hay categorías laborales. Todos están/estamos para servir, para construir la fraternidad. El señor/Dios acoge a todos, abre la puerta a todos. Y a todos los quiere por igual. Todos son hijos e hijas. Todos comparten derechos.

Parece que Santa Rosa de Lima fue contratada muy joven. Con pocos años se entregó al servicio del señor. Sin medida. No protestó cuando vio que otros, más tardíos, recibieron el mismo salario que ella. Porque ella encontró su felicidad en servir al Señor.

Y, como no podía ser de otra manera, ese servicio se extendió a todos los que sufrían. Dicen sus biógrafos que, cuando su padre no le permitió entrar en un convento, se recluyó, prácticamente, en la ermita que ella misma construyó, con ayuda de su hermano Hernando, en un extremo del huerto de su casa. De allí solo salía para visitar el templo de Nuestra Señora del Rosario y atender las necesidades espirituales de los indígenas y los negros de la ciudad. También atendía a muchos enfermos que se acercaban a su casa buscando ayuda y atención, creando una especie de enfermería en su casa.

Así que Santa Rosa fue una buena jornalera, entregada al trabajo en la viña de Dios, entre los más pobres de su tiempo: indios, negros y enfermos. Por eso mereció su denario y el señor la acogió en sus brazos al llegar la hora de su muerte.

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

martes, 22 de agosto de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

Dejarlo todo para seguir a Cristo

En verdad es una gran cosa “dejarlo todo”, pero hay una cosa todavía más grande que es “seguir a Cristo” porque, tal como nos lo enseñan los libros, son muchos los que lo han dejado todo pero no han seguido a Cristo. Seguir a Cristo es nuestra tarea, nuestro trabajo, en esto consiste lo esencial de la salvación del hombre, pero no podemos seguir a Cristo si no abandonamos todo lo que nos impide seguirle. Porque “sale contento como un héroe” (sal 18,6), y nadie puede seguirle si lleva una pesada carga.

“He aquí, dice Pedro, que nosotros lo hemos dejado todo”, no solamente los bienes de este mundo sino también los deseos de nuestra alma. Porque no lo ha dejado todo el que sigue atado aunque sólo sea a sí mismo. Más aún, de nada sirve haber dejado todo lo demás a excepción de sí mismo, porque no hay carga más pesada para el hombre que su propio yo. ¿Qué tirano hay más cruel, amo más despiadado para el hombre que su voluntad propia?... Por consiguiente, es preciso que abandonemos nuestras posesiones y nuestra voluntad propia si queremos seguir a aquel que no tenía “donde reclinar la cabeza” (Lc 9,58), y que ha venido “no para hacer su voluntad, sino la voluntad del que le ha enviado” (Jn 6,38).



San Pedro Damián (1007-1072)
benedictino, obispo de Ostia, doctor de la Iglesia
Sermón 9; PL 144, 549-553