sábado, 29 de febrero de 2020

CAMINO DE CARIDAD


«¡Cuánto bien nos haría deshacernos de tantas realidades superfluas, redescubrir lo que importa, encontrar los rostros de los que están a nuestro lado! Jesús también nos da un ejemplo de esto, ayunando. Ayunar es saber renunciar a las cosas vanas, a lo superfluo, para ir a lo esencial. El ayuno no es solo para perder peso, el ayuno es ir precisamente a lo esencial, es buscar la belleza de una vida más simple»
«El desierto es el lugar de la soledad. Incluso hoy, cerca de nosotros, hay muchos desiertos. Son las personas solitarias y abandonadas. ¡Cuántos pobres y ancianos están a nuestro lado y viven en silencio, sin hacer escándalo, marginados y descartados! Hablar de ellos no da audiencia. Pero el desierto nos lleva a ellos, a aquellos que, silenciados, piden silenciosamente nuestra ayuda. Tantas miradas silenciosas que piden nuestra ayuda. El camino en el desierto cuaresmal es un camino de caridad hacia los más débiles»

Francisco
Audiencia General
26-02-2020 


CAMINO DE CUARESMA día 29


COMPRENDIENDO LA PALABRA 290220


“He venido a llamar a los pecadores para que se conviertan”

Dios me mostró a un señor sentado solemnemente en la paz y el descanso; con dulzura envió a su siervo a cumplir su voluntad. El servidor lo hizo rápidamente, por amor; pero cayó en un barranco y se hirió gravemente… En este servidor, Dios me mostró el dolor y la ceguera provocados por la caída de Adán; y en el mismo servidor la sabiduría y la bondad del Hijo de Dios. En el señor, Dios me mostró su compasión y su piedad para la desgracia de Adán, y en el mismo señor la alta nobleza y la gloria infinita a la cual la humanidad es ascendida por la Pasión y la muerte del Hijo de Dios.

Por eso nuestro Señor se regocija mucho en su propia caída [en este mundo y en su Pasión], a causa de la exaltación y a causa de la plenitud de felicidad las cuales alcanzan al género humano, sobrepasando ciertamente la que habríamos tenido si Adán no hubiera caído… Así tenemos una razón para afligirnos, porque nuestro pecado es la causa de los sufrimientos de Cristo, y tenemos constantemente una razón para regocijarnos, porque es su amor infinito lo que le hizo sufrir… Si ocurre que por ceguera y debilidad caímos, entonces levantémonos prontamente, bajo el dulce toque de la gracia. De toda nuestra voluntad corrijámonos siguiendo la enseñanza de la Iglesia santa, según la gravedad del pecado.

Avancemos hacia Dios en el amor; jamás nos abandonemos a la desesperación, no seamos demasiado temerarios, como si esto no tuviera importancia. Francamente reconozcamos nuestra debilidad, sabiendo que, a menos que la gracia no nos guarde, el tiempo es breve… Es legítimo que nuestro Señor desee que nos acusemos y que reconozcamos, con lealtad y verdad, nuestra caída y todo el dolor que le sigue, conscientes de que jamás podremos repararla. Quiere al mismo tiempo que reconozcamos, con lealtad y verdad, el amor eterno que nos tiene y la abundancia de su misericordia. Ver y conocer ambas juntas por su gracia, he aquí la confesión humilde que nuestro Señor espera de nosotros y que es su obra en nuestra alma.

Juliana de Norwich (1342-después de 1416)
reclusa inglesa
Revelaciones del amor divino, cap. 51-52

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 5,27-32


Evangelio según San Lucas 5,27-32
Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, que estaba sentado junto a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme".
El, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos.
Los fariseos y los escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: "¿Por qué ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?".
Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.
Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan".


RESONAR DE LA PALABRA

Tercer día después de Ceniza:

Queridos amigos:

El mirar de Dios y el mirar de los seres humanos; el mirar desde el amor y el de los intereses más particulares y egocéntricos; el punto de mira del amor misericordioso y el del prejuicio justiciero de las apariencias.

Una mirada de Dios a cada uno que se vuelve llamada e invitación al seguimiento. Cuando se siente la “mirada de Dios” entonces se produce el milagro de vivir con un corazón sanado de prejuicio, del miedo, y de la egolatría que frecuentemente embarga a esta humanidad. Por eso el prójimo es nuestra mejor medicina, la que Dios nos da.

Te dejo con esta otra llamada por si te sirve para la cuaresma.

LA LLAMADA

Era una de esas personas
que se dicen buenas,
me gustaba alegrar la vida de los demás,
compartir con ellos la felicidad y las risas.
Pero me preguntaba a mí mismo,
¿Qué querrá Dios de mí, si ya soy bueno?
Un día, por despiste,
se me ocurrió asomarme a la ventana
de mi felicidad
y descubrí la mirada triste
del que está solo y marginado,
el llanto del niño que tiene hambre,
el dolor del enfermo,
la lucha del que no tiene trabajo,
la tristeza del que no tiene quien le ame.
....

Todos me tendían las manos,
pero yo no entendía su queja,
y les decía:
“Yo, ya soy feliz y bueno, ¿qué queréis?
Desde la ventana de mi felicidad
te preguntaba:
“Dios ¿Qué hay que hacer para seguir siendo bueno?
Y Tú respondías siempre:

¡ESCUCHA A TUS HERMANOS!,
¡ESCUCHA A TUS HERMANOS!

Miré sus manos, Señor
y oí el gemido de su voz:
“Sé, la carrera del cojo,
la vista del ciego,
la voz del que no habla.
Sé el pan del hambriento,
la fuerza del que lucha,
la alegría del triste,
llora con el desconsolado
y sonríe con el alegre ”
Y yo te pregunté:
Y ¿mi alegría, mi comodidad,mi felicidad?
Y Tú respondías siempre:

ESCUCHA A TUS HERMANOS.

Decidí dejar la ventana de felicidad.
Hice de mi tiempo, el tiempo de ellos,
de mis días, nuestra vida,
de mi sonrisa, nuestra alegría,
de mi fe, tu presencia.
Señor, hoy me presento ante Ti,
con las heridas, el hambre
y los problemas de mis hermanos,
Señor, que no me falten nunca ellos
para poder seguir siendo feliz.
Que tengas buena andadura de Cuaresma.

Pepe Lillo cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

viernes, 28 de febrero de 2020

Meditación: Isaías 58, 1-9 - Ayuno

El ayuno que yo quiero. (Isaías 58, 6)

De las tres prácticas cuaresmales —la oración, el ayuno y la limosna— posiblemente la última es la que por lo general parece más inconveniente o incómoda, especialmente si no se limita a poner algo de dinero en la alcancía para los pobres. Por lo general, muchos fieles suelen dar a los necesitados durante la Cuaresma, pero es más difícil decidirnos a ayudarles en persona.
A veces iniciamos la Cuaresma con el deseo sincero de dar a los más postergados, pero de alguna manera el tiempo termina antes de que podamos encontrar una forma conveniente de hacerlo. Hoy es apenas el tercer día de Cuaresma, de modo que tenemos bastante tiempo para tomar una decisión concreta sobre lo que vamos a hacer.
¿Por dónde empezar? Una llamada a la oficina parroquial puede ser un buen principio. Pide información sobre cómo ayudar en la recolección de ropa que organice la parroquia, un banco de alimentos o la sociedad local de San Vicente de Paúl. Hacer una donación es siempre bueno, naturalmente, pero también puedes buscar la manera de ponerte en contacto directo con aquellas personas menos afortunadas que tú. Así cambiará tu corazón, cuando mires a los ojos a aquellos a quienes estés sirviendo y los reconozcas como hermanos tuyos.
Si al principio no encuentras nada, sigue buscando. Revisa el periódico de tu diócesis o visita las entidades de beneficencia de tu barrio o ciudad. Los periódicos católicos suelen publicar listas de instituciones de caridad que buscan voluntarios. Si te inspira esta actividad, tal vez puedes seguir haciéndola una vez concluida la Cuaresma. Después de todo, Jesús nos recuerda que a los pobres los tendremos siempre entre nosotros, ¡no solamente durante la Cuaresma!
El pasaje de Isaías es un claro recordatorio de que Dios observa las motivaciones del corazón tanto como las acciones externas, y así como le agrada que ayunemos, también busca personas que procuren liberar a los oprimidos, compartir su pan con los hambrientos, abrir su casa a los pobres sin techo y vestir al desnudo (Isaías 58, 6-7). Es más, si hacemos esto, Dios promete: “Entonces surgirá tu luz como la aurora y cicatrizarán de prisa tus heridas… clamarás al Señor y él te dirá: ‘Aquí estoy’” (Isaías 58, 8-9).
“Amado Jesús, enséñame a ver cómo puedo servirte en los pobres y necesitados en este tiempo de Cuaresma.”
Salmo 51 (50), 3-6. 18-19
Mateo 9, 14-15
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

VIVIR PARA ALABAR


Vivir para alabar

Ninguna de nosotras que esté sana y fuerte debería comer sino alimentos cuaresmales sólo, tanto los días feriales como los festivos, ayunando todos los días, exceptuados los domingos y el día de la Natividad del Señor, en los cuales deberíamos comer dos veces al día. Y también los jueves, en el tiempo ordinario, según la voluntad de cada una, es decir, que la que no quisiera ayunar, no estaría obligada. Sin embargo, las que estamos sanas ayunamos todos los días, exceptuados los domingos y el día de Navidad. Mas en todo el tiempo de Pascua, como dice el escrito del bienaventurado Francisco, y en las fiestas de santa María y de los santos Apóstoles, no estamos tampoco obligadas a ayunar, a no ser que estas fiestas caigan en viernes; y, como queda dicho más arriba, las que estamos sanas y fuertes comemos siempre alimentos cuaresmales.

Pero como nuestra carne no es de bronce, ni nuestra fortaleza es la de la roca (cf. Job 6,12), sino que más bien somos frágiles y propensas a toda debilidad corporal, te ruego, carísima, y te pido en el Señor que desistas con sabiduría y discreción de una cierta austeridad indiscreta e imposible en la abstinencia que, según he sabido, tú te habías propuesto, para que, viviendo, alabes al Señor (cf. Is 38,19; Eclo 17,27), ofrezcas al Señor tu obsequio racional (cf. Rom 12,1) y tu sacrificio esté siempre condimentado con sal (cf. Lev 2,13; Col 4,6).

Que te vaya siempre bien en el Señor, como deseo que me vaya bien a mí, y encomiéndanos en tus santas oraciones tanto a mí como a mis hermanas.



Santa Clara de Asís (1193-1252)
fundadora de la ‎Orden de las Hermanas Pobres, llamadas Clarisas
Carta III a Santa Inés de Praga, 32-42 (Escritos de Santa Clara de Asís, trad. Joaquín M. Beltrán, O.F.M., Directorio franciscano), adapt. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 9,14-15


Evangelio según San Mateo 9,14-15
Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?".
Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.

RESONAR DE LA PALABRA

Segundo día después de Ceniza.

Queridos amigos:

Miramos la cuaresma con un colorido peculiar, y que en no pocas ocasiones proyectamos a nuestro alrededor contagiando a la vida misma con un tinte triste, apesadumbrado, doloso, negativo…. victimista. “Oración, ayuno, limosna” es la triple invitación cuaresmal que frecuentemente asumimos como una imposición del tiempo litúrgico, una sobrecarga de la “religiosidad tradicional” para nuestras apretadas agendas personales y sociales; en consecuencia alzamos la mirada al cielo haciendo observar la inutilidad del sacrificio realizado y argumentamos en el entorno sobre la ineficacia del empeño, el atavismo cultural; al tiempo que clamamos en el lamento de un duelo lleno de envidia por quienes no cargan con nuestra penitencia. Somos la viva imagen de aquel cofrade que cargando con su cruz iba echando juramentos a todo el que se asomaba a contemplar la belleza del paso del calvario.

Una espiritualidad y ascéticas vividas como imposición, son inútiles para quien las practica y antitestimoniales para quien las contempla, ¡Auténtica carga de costalero desmotivado y depresivo! ¿Cómo no nos van a echar en cara a muchos de los que nos decimos creyentes ese aire funesto con el que teñimos nuestra vida y pretendemos decolorar la de los otros?

Desde luego, “los amigos del novio” llevan un aire distinto: jovial, entusiasta, rebosante de alegría, gozoso por poder participar de la fiesta a que han sido invitados.

¿Y si diéramos un giro a nuestras oraciones, ayunos y penitencias?

De una oración entendida como tiempo intransigente del rezo obligatorio y de devociones marcadas y labios que pronuncian rutinas para pretender dejar bendito todo lo que vemos y tocamos…A una ORACIÓN que suponga rescatar un breve tiempo para el encuentro personal y con el Padre, sin muchas palabras pero con un deseo enorme de hacerle partícipe de mi vida. Incluyendo en ese encuentro a las personas que amo o digo amar.

Un AYUNO que más allá de alimentario entienda que no puedo dejar mi vida en un frenético pasar los días sin ningún tipo de exigencia personal en provecho propio y ajeno. Ayuno de: apatía, de todo vale a cualquier coste, de derrotismo barato y palabrería para justificarme. A cambio una “DIETA” de austeridad, contra-consumista, que me permita ver dónde están los valores fundamentales; de cercanía a personas a quienes trato con dureza e indiferencia, ayunando de palabras duras e hirientes. …

LIMOSNA que se aleja de la mirada miserable que impongo al mundo a cambio de la acogida en mi vida de la persona del otro, con todos sus problemas -y también sus alegrías-. La auténtica limosna lejos de suponer pérdida de lo mío, significa la ganancia en la riqueza personal del otro.

ORACIÓN, AYUNO, LIMOSNA lejos de ser un castigo porque ha llegado la cuaresma, son una gran oportunidad para descubrir la alegría del Evangelio y disfrutar de la Bienaventuranza del Reino.

Te deseo toda la felicidad del mundo.

Pepe Lillo cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

jueves, 27 de febrero de 2020

Camino de cruz, camino de gloria

«Si alguien quiere servirme, que me siga» (Jn 12,26)

«Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado» (Jn 12,23). Se acerca la hora, dice Jesús, en que seré glorificado ante la mirada de todo el mundo... Y añade: «Yo os aseguro que el grano de trigo seguirá siendo un único grano, a no ser que caiga dentro de la tierra y muera; sólo entonces producirá fruto abundante.» ... Después de estos anuncios que se referían a él, Jesús exhorta a los discípulos a seguirlo: «Quien vive preocupado por su vida, la perderá; en cambio, quien no se aferre excesivamente a ella en este mundo, la conservará para la vida eterna.» Así que, no os tiene que escandalizar mi pasión ni haceros dudar de mis palabras que serán confirmadas por los acontecimientos, sino que tenéis que estar dispuestos a padecer vosotros los mismos sufrimientos para dar los mismos frutos. Porque aquel que se preocupa de su vida terrena y no quiere aceptar las pruebas, la perderá en el mundo venidero, mientras que aquel que no retiene su vida de aquí bajo y acepta los sufrimientos que se presentan, recogerá mucho fruto...

Luego, el Señor añade: «Si alguien quiere servirme, que me siga; correrá la misma suerte que yo.» Pero, uno podría añadir y preguntarle: ¿qué ganarán los que sufren contigo? Jesús responde: «Dónde estoy yo estará también mi siervo. Todo aquel que me sirva será honrado por mi Padre.» Aquel que participa en mis sufrimientos tendrá parte en mi gloria; estará para siempre conmigo en el mundo venidero y participará en el gozo del reino de los cielos. Así honrará mi Padre a aquellos que me habrán servido fielmente.

Teodoro de Mopsuestia
Sobre el Evangelio de San Juan: Camino de cruz, camino de gloria
«Si alguien quiere servirme, que me siga» (Jn 12,26)
116, 171-172

Orar especialmente por quienes me hacen sufrir

«Qué tome su cruz cada día» (Lc 9,23)

El amor a la cruz de mi Señor, me atrae cada vez más estos días. ¡Jesús bendito, que esto no sea un fuego de paja que se apague con la primera lluvia, sino un incendio que arda sin consumirse jamás! He encontrado estos días otra bella oración que corresponde muy bien a mis condiciones espirituales: "Oh Jesús, mi amor crucificado, te adoro en todos tus sufrimientos... Abrazo con todo mi corazón, por amor a ti, todas las cruces de cuerpo y espíritu que me llegarán. Y hago profesión de poner toda mi gloria, mi tesoro y mi satisfacción en tu cruz, es decir en las humillaciones, privaciones y sufrimientos, diciendo con Santo Pablo: «qué jamás me vanaglorie, si no en la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (Ga 6,14). En cuanto a mí, no quiero otro paraíso en este mundo que la cruz de mi Señor Jesucristo "... Todo me hace pensar que el Señor me quiere todo para él, en el "camino real de la santa cruz". Y es por este camino, y no por otro, que quiero seguirlo...
Una nota característica de este retiro, ha sido una gran paz y una gran alegría interior, que me dan el coraje de ofrecerme al Señor para todos los sacrificios que quiera pedir a mi sensibilidad. De esta calma y de esta alegría, quiero que todo mi ser y toda mi vida estén siempre penetradas, por dentro y por fuera... Cuidaré de guardar esta alegría interior y exterior...
La comparación de San Francisco de Sales que me gusta repetir, entre otras: "Estoy como un pájaro que canta sobre un matorral de espinas", debe ser una invitación continua para mí. Por tanto, pocas confidencias sobre lo que puede hacer sufrir; mucha discreción e indulgencia juzgando a los hombres y las situaciones; me esforzaré por rezar especialmente por los que me hacen sufrir; y luego en toda cosa una gran bondad, una paciencia sin límites, acordándome de que otro sentimiento... no está conforme con el espíritu del Evangelio y de la perfección evangélica. Desde el momento que hago triunfar la caridad cueste lo que cueste, quiero pasar por un hombre cualquiera. Me dejaré atropellar, pero quiero ser paciente y bueno hasta el heroísmo.

Juan XXIII
Diario del Alma: Orar especialmente por quienes me hacen sufrir
Retiro en Rusciuk el año 1930

Ayunar por humildad

La segunda condición es no ayunar por vanidad sino por humildad, pues si nuestro ayuno lo hacemos sin humildad no será agradable a Dios.

Preparaos a ayunar con caridad, pues si lo hacéis sin ella será vano e inútil, ya que el ayuno es como todas las otras obras buenas, si no se hace con caridad y por caridad, no agrada a Dios.

Cuando os disciplináis, cuando hacéis mucha oración, si no tenéis caridad, todo eso no es nada. Aunque obraseis milagros, si no tenéis caridad, de nada os aprovecharán.

Porque todas las obras, pequeñas o grandes, por buenas que sean, no valen ni nos aprovechan si no están hechas en la caridad y por la caridad. Y digo lo mismo: si vuestro ayuno va sin humildad, de nada vale y no puede ser agradable a Dios.

Porque si no tenéis humildad, no tenéis caridad y si estáis sin caridad también estáis sin humildad; ya que es imposible tener caridad sin humildad, sin ser humilde; y ser humilde no se puede sin tener caridad; estas dos virtudes tienen una correspondencia y coinciden de tal forma que no pueden jamás ir la una sin la otra.

Y ¿qué es eso de ayunar con humildad? Es no ayunar por vanidad; y ¿cómo se ayuna con vanidad? Ayunando a nuestro capricho y no como los otros quieren. Ayunando como nos gusta y no como se nos manda o aconseja. Habrá algunas que quieren ayunar más de lo conveniente y otras que no quieren ayunar lo mandado. Y ¿quién hace esto sino la vanidad y la propia voluntad? Porque todo lo que viene de nosotros, nos parece lo mejor.

Pongámonos la mano en el corazón y veremos que lo que viene de nosotros, de nuestros propio parecer, gusto o elección lo estimamos y nos gusta más que lo que nos viene de otro. Tenemos en ello cierta complacencia, que nos facilita las cosas más arduas y difíciles y esta complacencia es casi siempre vanidad.

Francisco de Sales
Sermón: Ayunar por humildad
«Tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre que está en lo escondido...» (Mt 6, 17
para el Miércoles de ceniza, 9-2-1622. X, 185

CAMINO DE CUARESMA día 27


Meditación: Lucas 9, 22-25

Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo.
(Lucas 9, 23)

Eduardo tenía la costumbre de jugar fútbol cada fin de semana, lo cual significaba dedicarle menos tiempo a su esposa y sus hijos. Sin embargo, una vez él y su esposa asistieron a un retiro espiritual. Rezando frente al Santísimo, tuvo un sentimiento abrumador del amor divino y supo que Dios quería que se entregara más a él. Eso implicaba cambiar ciertas rutinas, empezando por dedicarle menos tiempo al fútbol y más al Señor y a la familia.

Este caso es un ejemplo perfecto de lo que el Señor nos dice hoy en el Evangelio: “no buscarse a sí mismo” o “negarse a sí mismo” (v. Lucas 9, 23). Pero esto no significa que vayas a tener una existencia aburrida o menos interesante. Dios te ama demasiado y quiere que tengas satisfacciones y diversiones, pero también que dejes de hacer aquello que te mantiene alejado de él. Puede ser un deporte o diversión al que le dedicas varias horas, o el exceso de tiempo que pasas mirando televisión o navegando en Internet. O tal vez estás demasiado absorbido por tu carrera o negocio, y tu vida de oración va languideciendo.

¿Qué obstáculos surgen en tu camino? Pídele al Señor que te los muestre en oración, y es posible que te sorprendas. Si te da escalofríos la idea de privarte de algo que te gusta, no te preocupes. Si no es algo pecaminoso, probablemente Jesús no te pida que se lo entregues completamente, solamente que le des la atención correcta.

La decisión de Eduardo de jugar menos fútbol vino después de una experiencia profunda de amor con Dios, y eso lo llevó naturalmente a practicar su fe con más dedicación y entusiasmo. ¿Quién no querría pasar más tiempo con el Padre bondadoso después de una experiencia como esa? En el Evangelio de hoy, Jesús nos dice que esto funciona en ambos sentidos. En vez de esperar que Dios haga algo, nosotros mismos podemos tomar la iniciativa. Si queremos acercarnos más a él, debemos ver si hay algo que nos impida hacerlo, y si dejamos eso de lado, será más fácil escuchar la voz de Dios y experimentar su amor.

Recuerda, nadie puede jamás superar a Dios en generosidad. Lo que sea aquello a lo que renuncies por amor a él, te dará mucho más en retorno.
“Señor, ayúdame a privarme de todo aquello que me impida seguirte.”
Deuteronomio 30, 15-20
Salmo 1, 1-4. 6
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

LA RENUNCIA A SÍ MISMO


La renuncia a sí mismo

El amor que tenemos por nosotros mismos (…) es afectivo y efectivo. El amor efectivo es el que gobierna a los grandes, codiciosos de honores y riquezas, que procuran bienes y nunca se sacian de adquirirlos. Ellos, digo yo, se aman mucho de un amor efectivo. Existen otras personas que se aman de un amor afectivo. Son muy tiernos con ellos mismos, se miman, cuidan y reconfortan. Temen tanto que les pueda suceder algo, que dan lástima. (…)

Esta blandura es insoportable para lo corporal y más aún para lo espiritual. Especialmente si es desgraciadamente practicada o mantenida por las personas dichas más espirituales, las que quieren ser santas enseguida, sin que les cueste nada. Sin ni siquiera los combates que les causa la parte inferior del alma, por su repugnancia hacia las cosas contrarias a la naturaleza. (…) 

Tener repugnancia de nuestras repugnancias, hacer callar nuestras preferencias, mortificar las afecciones, disciplinar el juzgar y renunciar a la voluntad propia, son cosas que el amor afectivo y blando que tenemos con nosotros mismos no puede permitirse, sin exclamar: “¡Oh cuánto nos cuesta!” De este modo, no hacemos nunca nada. (…)

Es mejor llevar una pequeña cruz de paja que me han puesto sobre las espaldas, sin que yo la haya elegido, que ir a cortar en el bosque con mucho trabajo una más grande, llevándola luego con gran pena. Seré más agradable a Dios con la cruz de paja, que con la que yo me haya fabricado con sudor y penas. Aunque .esta cruz la porte con más satisfacción debido al amor propio, al que gustan tanto sus invenciones y poco le agrada dejarse simplemente conducir y gobernar.



San Francisco de Sales (1567-1622)
obispo de Ginebra y doctor de la Iglesia
Conversaciones (Œuvres de Saint François de Sales, Visitation d’Annecy, 1933), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 9,22-25


Evangelio según San Lucas 9,22-25
Jesús dijo a sus discípulos:
"El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".
Después dijo a todos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará.
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida?


RESONAR DE LA PALABRA

Primer día después de Ceniza :

Queridos amigos:

Si has decidido emprender el itinerario de la Cuaresma pasando el umbral de la Ceniza, no está de más acoger con atención las instrucciones que dan las lecturas de hoy, comenzando por el Deuteronomio: “Pongo ante ti vida y bien, muerte y mal; ... si eliges … tendrás...”. Cuando nuestros padres nos educan en los primeros pasos de la libertad suelen decirnos con frecuencia ante elecciones absurdas: “luego no digas que….” o “atente a las consecuencias…. y cuando vengan los resultados no te quejes...”

Es lo lógico, si pones tus ahorros y esfuerzos en una buena empresa, lo normal será obtener beneficios, tranquilidad, prosperidad, dicha y felicidad o por lo menos así nos lo prometen. Pero si te gusta arriesgar en negocios y asuntos poco fiables…. “atente a las consecuencias” muerte y mal son inherentes a tu elección y a los devaneos en que te prodigaste.

Sin embargo el evangelio de Jesús rompe esta lógica y nos invita a poner en práctica las reglas inversas: Si quieres vida, escoge muerte; porque quien se agarra a la ficha de su vida, pierde la partida y a sí mismo.

Parecen dos maneras muy distintas de ver y valorar la vida -en realidad iguales, aunque la literalidad haya podido llevar a lecturas antagónicas en la historia- : Comodidad, tranquilidad, bienestar, placer, seguridad, ser bueno para sí mismo y ante el espejo…como ideal de vida. Por otro lado y con mirada evangélica: Esfuerzo por el cambio interior, inquietud ante las dolencias del mundo y las carencias de los otros -a quienes me “aprojimo” y de quienes me hago cargo, más allá del cansancio, hasta la cruz-, aprender a disfrutar la vida en la felicidad, los logros e incluso los dolores de los otros. Fuera envidia, competitividad, afán de poder y deseo de tener más….

La propuesta de Jesús es clara y la hemos escuchado muchas veces de una u otra manera, ¡cargar cada jornada con la vida!, la de los demás, desviviéndome en ellos, pronunciando sus nombres en el corazón para amarlos al modo en que Dios los ama, vivir en actitud de servicio constante ante las precariedades que se presentan y afrontar los retos por mejorar la realidad en la que estamos sumergidos, tratando de liberar ataduras y esclavitudes propias y ajenas.

Para quien desde la fe no entiende otra autoridad que el servir hasta dar la vida por amor, cargar cada jornada con la cruz de la vida es auténtica fuente de vida y dadora de sentido en la búsqueda de realización humana. y jamás entendida como castigo, como la entendieron los poderosos al cargarla sobre Jesús.

“AVE CRUX, SPES UNICA”, reza el lema que resuena desde los primeros siglos y se plasma en el pedestal de multitud de calvarios e iconografías diversas.

Recibe un cordial abrazo en la Cruz de Cristo

Pepe Lillo cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

miércoles, 26 de febrero de 2020

La Oración es una conversación

«Ora... en lo secreto» (Mt 6,6)

«Cuando vayas a rezar, entra en tu cuarto, cierra la puerta, y reza a tu Padre, que está en lo escondido.» Mt 6, 6

La oración es un coloquio, una «entrevista» o una conversación del alma con Dios por la cual nosotros hablamos a Dios y Dios a su vez nos habla.

Hay dos clases de oración: la especulativa y la mística. La especulativa trata de Dios con los hombres y entre los hombres; la mística habla de Dios con Dios y en Dios mismo. La especulativa tiende al conocimiento de Dios y la mística al amor de Dios.
Se llama mística porque esa conversación es muy secreta y en ella Dios y el alma se hablan de corazón a corazón, por una comunicación incomunicable a quienes son ajenos a los dos que la mantienen. El lenguaje de los enamorados es tan particular que nadie lo entiende sino ellos: «Yo duermo, mi corazón vela. Y mi amado me ha hablado.» ¿Quién iba a adivinar que la esposa, estando dormida, había podido hablar con su Esposo? Es que donde reina el amor, no se necesita el ruido de palabras externas, ni hace falta emplear los sentidos para conversar y escucharse el uno al otro.
En resumen, la oración no es otra cosa sino una conversación por la cual el alma se entretiene amorosamente con Dios sobre su amable Bondad, para unirse a ella.
Al amor le gusta el secreto y, aunque los enamorados no tengan ningún secreto que decirse, gustan de hablarse secretamente; y si no me equivoco, yo creo que es porque solamente quieren hablarse para ellos solos.
El amor no habla solamente con la lengua, sino con los ojos, con los ademanes y hasta incluso el silencio les sirve de palabra.

«Mi corazón te lo ha dicho, Señor, mi rostro te busca; tu rostro buscaré, Señor.»

Francisco de Sales
Tratado del Amor de Dios: La Oración es una conversación
«Ora... en lo secreto» (Mt 6,6)
VI,1. Tomo IV, 303

Tiempo propicio


El vendrá en Tu auxilio




Dios Bueno, Santo y poderoso que secas nuestras lágrimas, Tú nunca pierdes el control de nuestras vidas. Danos la gracia de confiar siempre en Tu Amor; danos la gracia de esquivar el camino de la desesperación; Otórganos sabiduría interior para buscar solo descanso en la fidelidad de Tu Santísimo Corazón.

Si la lucha es grande, que mis entrañas recuerden que Tú eres aún mayor, que Tú puedes todo. Dame elevar siempre mis pensamientos y en Ti encuentre paz. Tú eres mi socorro, mi auxilio en la hora de aflicción. Que Tu Palabra me lleve a anhelar cada día más Tu presencia. Yo creo que vendrás a socorrerme y mi fe se afirma aún más en la certeza que Tu Amor por mi no pasa, permanece, crece y me salva!

CAMINO DE CUARESMA día 26


COMPRENDIENDO LA PALABRA 260220


Cuarenta días para crecer en el amor de Dios y del prójimo

Empezamos hoy los santos cuarenta días de la cuaresma, y debemos examinar atentamente por qué esta abstinencia es observada durante cuarenta días. Moisés, para recibir la Ley una segunda vez, ayunó cuarenta días (Ex 34,28). Elías, en el desierto, se abstuvo de comer cuarenta días (1R 19,8). El Creador mismo de los hombres, viniendo entre los hombres, no tomó el menor alimento durante cuarenta días (Mt 4,2). Esforcémonos, nosotros también, en cuanto nos sea posible, de frenar nuestro cuerpo por la abstinencia en este tiempo de la cuaresma, a fin de llegar a ser, según las palabras de Pablo, "una hostia viva" (Rm 12,1). El hombre es una ofrenda a la vez viva e inmolada (cf Ap 5,6) cuando, sin dejar esta vida, hace morir en él los deseos de este mundo.

Es la satisfacción de la carne la que nos provocó al pecado (Gn 3,6); que la carne mortificada nos devuelva el perdón. El autor de nuestra muerte, Adán, transgredió los preceptos de vida, comiendo la fruta prohibida del árbol. Hace falta pues, que nosotros, que perdimos las alegrías del Paraíso por causa de un alimento, nos esforcemos en reconquistarlas por la abstinencia. 

Pero quién se imagina que sólo la abstinencia nos baste. El Señor dice por la boca del profeta: "¿El ayuno que prefiero no consiste más bien en esto? Compartir tu pan con hambriento, recibir en tu casa a los pobres y los vagabundos, vestir al que ves sin ropa, y no despreciar a tu semejante" (Is 58,6-7). Este es el ayuno que Dios quiere: un ayuno realizado en el amor al prójimo e impregnado de bondad. Da pues a los otros, aquello de lo que tú te abstienes; así, tu penitencia corporal aliviará el bienestar corporal de tu prójimo, que está necesitado.


San Gregorio Magno (c. 540-604)
papa y doctor de la Iglesia
Homilías sobre los evangelios, n° 16, 5

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 6,1-6.16-18


Evangelio según San Mateo 6,1-6.16-18
Jesús dijo a sus discípulos:
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo.
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha,
para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro,
para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.


RESONAR DE LA PALABRA

El Miércoles de Ceniza se me asemeja al paso de una frontera, una puerta de embarque, un cambio de destino (para quienes por oficio o estado de vida nos toca de vez en cuando), si quieres hasta un agujero en el tiempo. Un antes y un después. Un acceso que nos empuja a un ámbito de la fe sin retorno al instante anterior; instante en el que nuestras rutinas, ataduras y aparentes albedríos sometidos a los criterios y valores del mundo que pisamos, nos tienen sumidos en el caos de cada jornada. Un antes y un después de la celebración de la ceniza.

Un antes que nos da pereza dejar: las calles de nuestra vida con sus recorridos habituales; nuestros escaparates de atractivo; nuestros ritmos de trabajo, ocio, pasión, indiferencia, tedio, ansiedad, palabrería, orden y desorden… pero es el mundo que conozco y que creo dominar a mi antojo, que recorremos a diario tú y yo bajo el principio de “sacar el máximo placer a la vida”.

No quisiéramos llegar a esa puerta de embarque en que la nostalgia de los recuerdos de lo vivido se agolpan en el sentimiento de abandono de las propias seguridades; dejar atrás todo aquello que acaparó nuestra dedicación y esfuerzo a cambio de comenzar un tiempo nuevo de la vida, es siempre incómodo e incierto. Las despedidas se alargan inútilmente, las lágrimas si las hubiere, remedian poco la soledad de la decisión por hacerse al necesario embarque en la respuesta a la llamada que se nos hace. Y la puerta, el paso, el instante, el cambio de vida… El MIÉRCOLES DE CENIZA están ahí de manera irremediable.

La llamada para embarcar en una conversión y cambio reales, interiores, transformadores de tu mundo, significativos en tu vida… está ahí de manera ineludible.

Puedes escenificar todo lo que quieras la batalla entre don carnal y doña Cuaresma, pero el momento y la toma de decisión no tienen vuelta. Prepara el visado de tu “Limosna, Oración y Ayuno”. No valen falsificaciones, apariencias, fingimientos ni obras de mala calidad; en la puerta de acceso está ese Padre que sin “escáner” ve en lo escondido de cada corazón.

¡Ánimo! Comienza la gran aventura de la Cuaresma.

Pepe Lillo cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

martes, 25 de febrero de 2020

REFLEXIONES


Meditación: Marcos 9, 30-37

El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. (Marcos 9, 31)

Hoy leemos en el Evangelio que cuando Jesús iba con sus discípulos rumbo a Jerusalén, predijo por segunda vez su muerte y su resurrección. Pero ellos tenían la mente embotada y no entendían qué quería decir ni quién era realmente Jesús. En lugar de ayudarse mutuamente, cada cual quería ser el más importante; pero Jesús demostró su grandeza dándose por entero a los demás y entregando su propia vida por la salvación de todos.

Cristo dijo: “Si alguien quiere ser el primero, deberá ser el último de todos, y servirlos a todos” (Marcos 9, 35). Luego puso a un niño pequeño en medio de sus discípulos para hacerles entender que, así como él había venido a servir a los indefensos y marginados sin esperar retribución alguna, ellos debían hacer lo mismo.

Pero, como las ideas de Dios son tan diametralmente opuestas a las humanas, los discípulos estaban confundidos y no entendían cómo se llegaba a la grandeza en el Reino de Dios. ¿No tenemos nosotros también muchas veces ideas erróneas al respecto? Para ser grandes en el Reino de Dios no hay necesariamente que ser líderes en la iglesia, en un apostolado, ni en una institución de caridad o servicio social. Estos trabajos son importantes y valiosos, pero no garantizan la grandeza en el Reino de Dios, a menos que se cumplan con gran generosidad y una humilde actitud de servicio, como la de Cristo, sin esperar reconocimiento ni gratitud aquí en la tierra.

Los esposos deben ayudarse mutuamente y alentarse el uno al otro con amor. Los ministros ordenados y los que tienen votos religiosos pueden hacer lo mismo. Los padres pueden servir a sus hijos dándoles ejemplo: enseñándoles acerca del amor de Dios, la obediencia y el respeto. Los hijos pueden servir a sus padres respetándolos y obedeciéndoles, en lugar de ser desobedientes, rebeldes y criticarlos a sus espaldas. También podemos servir a los necesitados de nuestras comunidades (los sin casa, los inválidos, los ancianos, los enfermos) brindándoles compañía, llevándoles alimento y compartiendo el amor de Dios. Con nuestro testimonio y nuestras oraciones podemos servir a quienes tienen contacto con nosotros.
“Padre celestial, ayúdame a reconocer que tú eres la fuente de todo bien y que a mí me toca servir con alegría porque, al hacerlo, sirvo a Cristo Jesús, mi Señor.”
Santiago 4, 1-10
Salmo 55 (54), 7-11. 23

fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

Buen día, Espíritu Santo! 25022020


COMPRENDIENDO LA PALABRA 250220


«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos»

¡Jesús!... ¡Qué humildad la tuya, Rey de la gloria, al someterte a todos los sacerdotes, sin hacer distinción alguna entre los que te aman y los que, por desgracia, son tibios o fríos en tu servicio...! A su llamada, tú bajas del cielo; pueden adelantar o retrasar la hora del santo sacrificio, que tú estás siempre pronto a su voz... ¡Qué manso y humilde de corazón me pareces, Amor mío, bajo el velo de la blanca hostia! (Mt 11,29). Ya no puedes abajarte más para enseñarme la humildad; por eso, para responder a tu amor, yo también quiero desear que mis hermanas me pongan siempre en el último lugar y convencerme de que ése es precisamente mi sitio...

Yo sé bien, Dios mío, que al alma orgullosa tú la humillas y que a la que se humilla le concedes una eternidad gloriosa; por eso quiero ponerme en el último lugar y compartir tus humillaciones, para «tener parte contigo»(Jn 13,8) en el reino de los cielos.

Pero tú, Señor, conoces mi debilidad; cada mañana hago el propósito de practicar la humildad, y por la noche reconozco que he vuelto a cometer muchas faltas de orgullo. Al ver esto, me tienta el desaliento, pero sé que el desaliento es también una forma de orgullo. Por eso quiero, Dios mío, fundar mi esperanza sólo en ti; ya que tú lo puedes todo, haz nacer en mi alma la virtud que deseo. Para alcanzar esta gracia de tu infinita misericordia, te repetiré muchas veces: «¡Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo».


Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897)
carmelita descalza, doctora de la Iglesia
Oración 20

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 9,30-37


Evangelio según San Marcos 9,30-37
Al salir de allí atravesaron la Galilea; Jesús no quería que nadie lo supiera,
porque enseñaba y les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará".
Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas.
Llegaron a Cafarnaún y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: "¿De qué hablaban en el camino?".
Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande.
Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: "El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos".
Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo:
"El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado".


RESONAR DE LA PALABRA

Un saludo en este martes pre-ceniza:

“¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros?” Así comienza hoy el texto de la carta de Santiago en la primera lectura que creo muy recomendable leer con detenimiento. “¿De qué discutíais por el camino?” pregunta Jesús a sus discípulos en el evangelio.

Sin más preámbulos un dato de nuestra realidad: Los 22 hombres más ricos del mundo tienen más riqueza que todas las mujeres de África.

De todos es conocida la situación de injusticia y desigualdad de la sociedad mundial y todos tenemos nuestro elenco de imágenes y datos más menos puestos al día sobre el alcance y lo inhumano de la realidad en que vivimos. Éste parece otro demonio o mal espíritu -como quieras llamarlo- que desde el origen parece haber tomado posesión del ser humano. Pasan las generaciones, se suceden las guerras, las masacres, los holocaustos… los armisticios, los tratados de derechos… y seguimos padeciendo de los mismos celos, rivalidades, afanes de poder, …. que nos llevan a echar mal de ojo al que tenemos cerca y a olvidar en la indiferencia al de lejos, al tiempo que excusamos la usurpación de sus bienes y derechos amparados en que quien aprieta el gatillo es otro, o acusamos de indecente la explotación laboral a la que alguna multinacional somete a sus obreros, o la insolidaridad de estados y sociedades ajenas - de las que todos tenemos un criterio claro de lo que deberían hacer.

La interpelación de Jesús es clara y nos deja sin cohartada. “¿De qué discutíais por el camino?....

¿Por qué no repasamos el camino nuestro de cada día para analizar de qué hablamos, qué codiciamos? ¿qué deseamos alcanzar, qué explicaciones damos de nuestros enfados, envidias, recelos, cuáles son nuestros consumos “explotadores” y que el planeta ya no puede sostener…? ¿por dónde se nos cuela el afán de poder y el deseo de ser más que el otro? ¿por qué no nos damos cuenta de que en el juicio sobre los otros con frecuencia expresamos el demonio que llevamos dentro?.

“Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: ....”

Otro dato: Actualmente hay 258 millones de niñas y niños sin escolarizar: uno de cada cinco. ¿Me siento capaz de abrazar a uno de ellos y descubrir el rostro de Dios? ¿Cuando tendré fuerzas suficientes para ponerme al servicio de aquellos con los que rivalizo en el camino de la vida?

Pepe Lillo, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA 

lunes, 24 de febrero de 2020

Ayuno de Daniel - Día 20


PIDAMOS


«Pidamos al Señor que mueva los corazones y que todos superen la lógica del enfrentamiento, del odio y de la venganza para redescubrirse como hermanos y hermanas, hijos de un mismo Padre, que hace salir el sol sobre malos y buenos (cf. Mateo 5, 45). Que la Virgen María, “Estrella de los Mares” [Santa Madre de Dios] a quien vemos como el más alto ejemplo de fidelidad a Jesús y a su palabra, nos ayude a caminar por este camino»

Francisco
Ángelus 23-02-2020 


Buen día, Espíritu Santo! 12022020


Meditación: Marcos 9, 14-29

Todo es posible para el que tiene fe. (Marcos 9, 23)

Una realidad innegable es que nadie tanto como los padres desea ver sanos a sus hijos. Esto quedó dramáticamente ilustrado en la historia del padre del muchacho poseído que clamó a Jesús diciéndole: “Yo creo. ¡Ayúdame a creer más!” El Señor, que vino a salvarnos, sanar nuestras enfermedades y expulsar a los demonios, ciertamente demostró que Dios está firmemente comprometido a sanar y liberar a sus hijos. Ahora, este hombre le pedía que se cumpliera ese deseo en su hijo.

¿Anhelamos nosotros ver que nuestros familiares o amigos sanen y lleguen a la fe en Cristo? ¿Tenemos el profundo deseo de que la Iglesia se levante como testigo resplandeciente de la gloria de Cristo? ¿Cómo deseamos ver que se manifieste el Reino de Dios en este mundo? ¿Oramos con sinceridad pidiendo “venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”?

La clave para desarrollar este grado de deseo y persistencia es la oración y el ayuno. Para orar correctamente y hacer una intercesión eficaz, debemos creer y confiar que “La oración fervorosa del justo tiene mucho poder” (Santiago 5, 16). Este convencimiento es útil para ponerse en la presencia de Dios y así poco a poco uno va aprendiendo a descubrir la voluntad divina; entonces cada cual puede orar de acuerdo con la voluntad de Dios.

Muchas veces es necesario ayunar para hacer la oración de intercesión, a fin de aquietar las apetencias del cuerpo y el alma, estar mejor dispuestos a entrar en la presencia de Dios y escuchar su voz. Hay diversos tipos de ayuno o privación que se pueden hacer. Por ejemplo, no mirar la televisión durante una o dos noches cada semana, reducir las porciones de comida, abstenerse de criticar o murmurar contra otras personas, o ponernos en presencia de Dios con mayor frecuencia. El ayuno no tiene que ser una carga insoportable, sino una disciplina que nazca del deseo de identificarse con la obra de Dios en nuestro mundo. La clave es saber que podemos llegar a ser colaboradores de Jesús para inaugurar su Reino con gracia y poder.

¿Estás dispuesto, querido lector, a hacer oración e incluso ayuno para contribuir a que el Reino de Dios crezca y se arraigue en la tierra?
“Jesús, Señor nuestro, concédeme un espíritu de intercesión y el deseo de ver que se manifieste tu Reino en este mundo.”
Santiago 3, 13-18
Salmo 19 (18), 8-10. 15
fuente Devocionario Católico la Palabra con nosotros