El hecho de saber reconocer las delicadezas de amor del Padre, en la trama ordinaria de la vida, es una gracia del Señor. Moisés explicó eso muy bien al pueblo al enumerar las pruebas, los signos y los grandiosos prodigios que presenció: “Pero hasta el día de hoy Yavé no les ha dado corazón para entender, ojos para ver ni oídos para oír” (Dt 29,4).
Comprender. ¡Esta es una autentica revolución! No somos nosotros quienes nos damos vuelta hacia Dios para intentar alcanzarlo y amarlo, sino es Él quien se da vuelta hacia nosotros, hasta el momento en que encuentra una brecha en nuestro corazón.
“Señor, danos un corazón sensible a tu presencia, para que podamos reconocerte como nuestro Señor y amigo”
Mons. Jonas Abib
Traducción Exequiel Alvarez - Fuente Canción Nueva
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