domingo, 9 de marzo de 2014

Fuerza liberadora

La Palabra de Dios tiene fuerza liberadora  

La Palabra de Dios, contenida en la Biblia, no es apenas una descripción de la historia de un pueblo del pasado. Tampoco es como un museo sinBiblia vida, desarticulada de la realidad de los nuevos tiempos. Es palabra inspirada, de iniciativa divina, que hablaba en el Antiguo Testamento, pero que también tienen su fuerza de actuación en lo cotidiano de nuestra vida moderna. Es siempre actual y comprensible.
Es importante, ahora, escuchar y prestar atención a lo que ella presenta como itnerario para la vida de cada persona. Debe ser leída, conocida, reflexionada, meditada, contemplada y colocada en la práctica de nuestro obrar. No podemos buscar, en la Biblia, solo informaciones fría, sino formarnos en la justicia y en la práctica de la fe.
Muchos leen la Sagrada Escritura por curiosidad, sin tener en cuenta que su objetivo es reforzarnos en la práctica cristiana y en el discipulado, en el encuentro con la Persona de Jesucristo. Por lo tanto, tener intimidad con la Palabra, viendo en ella una fuerza provocadora de acciones nuevas de vida y de transformación de la realidad.
Nuestra historia de vida debe estar constantemente recomenzando. Esto significa que mejores situaciones de convivencia son posibles de llevarse a cabo. Una luz para esto podemos encontrar en la Palabra Divina, la cual muestra los impedimentos del ser humano, como también su capacidad de estar siempre revitalizado.
La Palabra tiene en nosotros una fuerza liberadora. Y, si libera, debe transformar. Nos hace conquistar lo que es mejor, una felicidad duradera, que solo es capaz pasando por los enfrentamientos de la verdad y la justicia. No puede ser palabra que lleve al intimismo, a tomar la letra por la letra ni al fundamentalismo.
Vivir la Palabra de Dios es anunciar un camino de liberación, de superación de todos los vicios y prácticas que no condicen con el bien de las personas. Es ir al encuentro de aquellos que pasan por grandes necesidades, teniendo esto como opción de vida por los más pobres y sufrientes, de aquellos que viven esperando las migajas que sobren de las mesas hartas de muchos hermanos.

Traducción: Exequiel Alvarez
Monseñor Paulo Mendes Peixoto (Arzobispo de Uberaba)
fuente: www.cancionnueva.com

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