lunes, 3 de marzo de 2014
¡Ven, siempre nuevo!
¡Buen día, Espíritu Santo!
Aunque la mañana parezca una más,
y mi despertar no muestre novedad alguna;
Aunque lo que me espera ya lo haya transitado una y otra vez,
y nada muestre a mi alrededor indicios de cambio.
Aunque las voces que se levantan dentro y fuera mío,
sean las mismas;
Aunque todo parezca monótono...
Yo creo y espero en Vos!
¡Tú eres la novedad que siempre aguardo!
Tú eres Lo que no cambia y me cambia.
Tú eres el presente siempre nuevo,
Tú eres el que tiene todo poder,
por eso, ¡Ven!, ¡Derrámate en mi vida!
¡Lléname!
¡Permanece!
y al final del día, después de vivir Contigo la jornada,
el principio de mi oración no tenga ya sentido.
¡Amén!
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