SÉ FELIZ TODOS LOS DÍAS.
“Pidan y recibirán,
Para que su alegría sea completa”
Juan 16, 24b
Una vida de oración,
cuando es verdadera, no solo otorga fuerza interior, sino que va transformando
a aquel que reza en alguien más maduro, saludable y sensato. Cuando soy
coherente en mi relación con Dios, me encuentro, me realizo y me vuelvo feliz.
La felicidad es la
consecuencia de una vida de oración que nos mantiene unidos a Dios. Cuando una
persona es tocada por el Espíritu Santo no se preocupa mas en correr atrás de
la felicidad, la única cosa que desea es encontrar y estar con Dios. Entonces,
trata de abandonar todo aquello que le impide estar siempre en la presencia del
Señor. Y hace bien, pues si quisiéramos orar como conviene es necesario sacar
del corazón la basura del pecado, de la falta de perdón y de las distracciones
inútiles.
Un corazón lleno de
escombros nos expulsa de nosotros mismos. Aprendí con San Agustín: “¿Precisas un lugar para rezar? Reza en tu
corazón. Sé vos mismo un lugar donde Dios habita, y Él oirá tus oraciones”
Cuando en la intimidad
la persona insiste en pedir que Dios venga en su auxilio y le de la vida
eterna, El siempre la escucha. ¡Porque es exactamente eso lo que Él quiere
darle! Y aún cuando la persona no haya recibido esa gracia, no hay la menor duda
de que la recibirá y muchas otras también, siempre que persevere.
Marcio Mendes
30 minutos para cambiar tu día a día.
Adaptación de original en portugués.
Editorial Canción Nueva.
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