Cuando se celebra la Eucaristía, ya sea en una capillita humilde, pobre o en una gran catedral, cuando el sacerdote realiza los gestos y las palabras de Jesús, una multitud de ángeles se hace presente alabando, cantando, pero también, suplicando a los hombres que salgan de las distracciones, de adormecimientos, del vaciamiento.Ellos suplican para que los hombres entiendan y se introduzcan en el misterio. Los Ángeles perciben nuestro letargo, quedan aterrorizados cuando ven que los hombres no entienden nada de lo que esta ocurriendo en la misa.Junto con los ángeles están los santos, nuestros intercesores, que "alientan" por nosotrosLos santos que fueron los héroes de la Iglesia, que probaron con la vida su adhesión a Jesús, al Evangelio y a la vida cristiana.Además de aquellos santos que la Iglesia canonizó, existen también una multitud de personas simples, humildes, parientes nuestros, personas íntimas, que están en el cielo con Dios, y pueblan nuestras misas. Ellos ven el sacrificio de Jesús perpetuado en el cielo y también quedan extasiados viendo su realización en cada misa .Ciertamente nuestros seres queridos están "torciendo" por nosotros, para que acordemos y percibimos la hermosa realidad que sucede en cada Misa.En cada Misa, Cristo Jesús es el celebrante: es Él quien se ofrece al Padre. Es Él quien ora, quien intercede. El sacerdote que celebra, hace que sea visible y representa. Pero todos somos "concelebrantes": celebramos con Cristo y con el sacerdote. Es todo el cuerpo de Cristo que allí realiza la celebración: y nosotros somos parte de ese cuerpo.Cristo es el celebrante de los celebrantes. Él renueva y actualiza en cada Misa su sacrificio. En este Día de los muertos, participemos de la Santa Misa y rezamos juntos con aquellos que son caros a nuestro corazón y, hoy, ya están por nuestra fe en la gloria de Dios.
Tu hermano,
Monseñor Jonas Abib
Fundador de la Comunidad Canción Nueva
Adaptación del original en portugués
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