
Eso me ha hecho pensar que todos vemos el mundo de una forma distinta, dado que nuestras experiencias son diferentes. Por eso ninguno lo ve como es. Lo que cada uno de nosotros ve, es una interpretación derivada de las historias que hemos vivido. Los mismos sucesos cada persona los enfoca de manera distinta. Como dicen: “Todo depende del cristal con que se mire” osea de la visión particular que cada persona tiene del mundo, de sí mismo y sobre todo de la luz de la que disponga para mirarlo.
Jesucristo dijo: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” Juan 8:12. El es luz para su pueblo, pero en este versículo son muy importantes las palabras: “el que me sigue” porque nos comunican la idea de alguien que se entrega por completo a la persona a quien sigue. Recuerdo que cuando me entregué a Cristo mi percepción de la vida y de las circunstancias que me tocaban vivir cambió por completo. Pero también me doy cuenta, que ese “sigue” es un presente continuo, es un seguir diario y de cerca que no debo descuidar nunca.
fuente: Celia Casalengua
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