martes, 12 de enero de 2016

Meditación: Marcos 1, 21-28



La autoridad de Jesús sorprendía a quienes le escuchaban y presenciaban lo que él hacía.

Aunque no entendían de dónde le venía esa autoridad o cómo la había conseguido, no podían negarla. Probablemente se sintieron intimidados al ver que expulsaba a un espíritu inmundo, pero no era sólo eso. La gente se asombraba porque las palabras del Señor les hacían experimentar algo nuevo en su interior. Quizás una nueva esperanza o sentido de confianza, el verse libre de culpas o el deseo de conocer más a Dios.

Por lo general, pensamos que la autoridad es el derecho y la capacidad de hacer cumplir las reglas, pero lo notable es que las cosas de las que habla Jesús con autoridad son aquellas verdades o situaciones que él quiere crear y fortalecer en nosotros; no meros ideales altos que nunca podemos alcanzar, sino cualidades, características y deseos que él mismo nos ayuda a adoptar.

Lea, por ejemplo, las citas siguientes y vea que el Señor se las dice a usted personalmente: “Yo te doy la vida eterna y no perecerás jamás, porque nadie te arrebatará de mi mano” (v. Juan 10, 28). Le conoce a fondo: “Yo te he examinado y te conozco; conozco todas tus acciones” (v. Salmo 139, 1). Usted es escogido: “Yo te elegí antes de crear el mundo para que fueras santo” (v. Efesios 1, 4). Usted es muy valioso: “Aunque una madre se olvidara de su hijo, yo nunca me olvidaré de ti” (v. Isaías 49, 15). Usted es capaz: “Tú puedes hacer todo, porque yo te fortaleceré y te daré la sabiduría y el poder que necesitas para cumplir la misión que tengo para ti” (v. Filipenses 4, 13).

Recuerde que “la Sagrada Escritura está inspirada por Dios y es útil para… que el hombre de Dios sea perfecto y esté enteramente preparado para toda obra buena” (2 Timoteo 3, 16).

Todas estas afirmaciones son verdades sobre usted. Deje que Jesús le comunique hoy estas verdades, con toda su autoridad, y deje que estas palabras determinen la forma cómo usted se relaciona con quienes tiene a su lado o cerca. Porque mientras más sepa quién es usted para el Padre, mejor sabrá usted que los demás también son importantes y comenzará a considerarlos y respetarlos.
“Amado Señor, abre mis oídos para escuchar tus palabras, y condiciona mi corazón para vislumbrar la asombrosa vida que tienes reservada para mí.”
Fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

No hay comentarios:

Publicar un comentario