martes, 12 de enero de 2016

Una forma de influir positivamente en los demás



Queremos muchas veces que los demás cambien sus vidas, no estamos de acuerdo con sus maneras de ver la realidad y cuestionamos sus modos de proceder porque nos parecen tóxicos. Pero estoy seguro que si no influimos positivamente en esas personas no vamos a obtener ningún resultado, seguirán actuando de la misma forma y el camino para influir en los otros es interesarnos por ellos.

Si te alejas de las personas que tienen formas de vida que no consideras sanas no vas a lograr algo, con la indiferencia no vas a obtener ningún resultado, de pronto seguir apostándole al cambio de los demás requiere invertir más tiempo, pero si no lo haces seguirás viendo las mismas formas de actuar dañinas. Si prefieres ser indiferente tal vez ahorrarás esfuerzo, pero los demás continuarán iguales, porque solamente podemos influir en los seres humanos a los que les invertimos más tiempo. Estoy seguro que interesarse por los otros nos saca de nuestra comodidad, pero es una forma de ayudarlos a cambiar.

Hay quienes hacen un círculo a su alrededor y no permiten que entren los otros, solo se benefician así mismos y nada más se preocupan por estar cómodos, parece como si los que están cerca no existieran, los ignoran y los tratan con indiferencia, no logran ver las necesidades de los demás y en qué pueden ayudarlos, porque tienen una nube de egocentrismo frente a sus ojos. De esa forma las personas que le rodean seguirán siendo las mismas. Es común que a ese tipo de personas les guste que los demás les tengan en cuenta y les sirvan, pero no salen de su comodidad para ayudar a quien los necesita.

Esa no era la actitud de Jesucristo, Él se interesaba por los demás. Eso lo hacia un ser humano que impactaba y fascinaba a las personas que le rodeaban, la gente quería estar cerca de Él y lograba cambiar su vida, porque se interesaba por ella. A una mujer que estaba encorvada la llamó y la sanó, aunque era sábado y la ley no se lo permitía (Lucas 13, 11-12). Cuando dos de los discípulos de Juan lo seguían, se dio media vuelta, los miró y los invitó a su casa. Seguramente los atendió de maravilla, de pronto era un anfitrión espléndido, porque dice el Evangelio que los discípulos vieron donde vivía y pasaron el día con Él (Juan 1, 35-39). A un ciego que estaba a la orilla del camino y que le gritaba para que tuviera compasión de él, lo mandó a llamar y enseguida el ciego se le acercó, mientras los que iban con Jesús le decían que se callara (Marcos 10, 46-50).

Así era Él, una persona atenta con los demás, no despreciaba a ninguno y se dedicaba a hacer cosas por ellos, aunque le implicaban esfuerzo y tiempo. Interesarnos por los otros nos va a incomodar un poco, pero hará que tengamos buenas relaciones con ellos. Si quieres que la gente que está a tu alrededor cambie su vida, interésate por ella, dedícale tiempo e invierte mucho más esfuerzo para hacerle sentir lo importante que es, cuando las personas se sienten valoradas por los demás aumenta su ánimo. Estoy seguro que de esa manera puedes influir para que tengan actitudes diferentes.

P. Alberto Linero Gomez, eudista
publicado en El Heraldo - Noviembre 2014

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