La estrella de los Magos y su significación
A) Elevación mística
a) ¿Dónde estás, Rey de los judíos?
« ¡Oh dulcísimo y amantísimo Niño eterno, Niño y antiguo! ¿Cuándo te veremos, cuándo te hallaremos, cuándo compareceremos delante de tu rostro? Tedio es gozar sin Ti, deleitoso gozar contigo, llorar contigo. Todo lo que a Ti es contrario, a nosotros penoso; tu beneplácito según nuestro insaciable deseo. ¡Oh, si tan dulce es llorar por Ti, cuán dulce será gozar contigo! ¿Dónde, pues, estás, oh fin de nuestras pesquisas? ¿Dónde estás, oh deseado en todas las cosas y sobre todas las cosas? ¡Oh nacido Rey de Israel, ley de los devotos, luz de los ciegos, guía de los miserables, vida de los que mueren, salud eterna de los que eternamente viven! ¿Dónde estás?».b) En Belén de Judá
« Ved aquí la oportuna respuesta: En Belén de Judá. Belén significa casa del pan, Judá quiere decir confesor. Allí, pues, se encuentra Jesús donde, confesados los pecados, se escucha, se rumia y se asimila la doctrina evangélica, que es pan de vida, para ejecutarla y proponerla a los demás como dechado de la palabra y el ejemplo; allí se encuentra el Niño Jesús con su Madre María donde, después de llorosa contrición y fructuosa confesión, entre la abundante copia de lágrimas se gusta la dulcedumbre de la contemplación celestial; donde, pues, el hombre en oración, casi desesperado de salud, salido de ella, se encuentra lleno de alegría con la esperanza del perdón. ¡Oh feliz María!, en la cual se concibe Jesús, de la cual nace y con la cual permanece con tanta dulzura y alegría».c) Adoradle y ofrecedle dones
« Pues también vosotros, ¡oh reyes!—esto es, vosotras, fuerzas naturales del alma devota—, buscadlo para adorarlo y ofrendarle vuestros dones. Adoradlo con reverencia como a Creador, Redentor y Glorificador: como Creador dio la vida natural, como Redentor restauró la vida espiritual, como Glorificador distribuye la vida eterna. ¡Oh reyes!, adoradlo con reverencia, porque es Rey poderosísimo; adoradlo con el debido decoro, porque es Maestro sapientísimo; adoradlo con alegría, porque es Príncipe liberalísimo. Ni os deis por satisfechos con sólo la adoración; acompañadla con ofrendas. Ofrecedle oro de caridad ardentísima; ofrecedle incienso de contemplación devotísima y mirra de contrición amarguísima: el oro del amor por los bienes recibidos, el incienso de la devoción por los goces que os tiene preparados, la mirra del dolor por los pecados cometidos. El oro ofreced a la eterna divinidad, el incienso a la santidad del alma de Cristo, la mirra a su cuerpo pasible. ¡Oh almas!, buscadlo de esa manera, adoradlo y presentadle vuestros dones ».
B) Significado de la estrella
a) La estrella tiene una significación mística.
1. La estrella marca una ruta al mundo
« Esa estrella apareció no sólo para los Magos, sino también para esclarecer el misterio que ilustra a todo el mundo. Ahora es enseñado todo el mundo por el misterio de la estrella; son ilustrados, digo, los que siguen la ruta de la estrella, la cual es, no ruta natural, sino evangélica; y así como los Magos fueron dirigidos por la estrella natural, así nosotros lo seremos por la estrella por la estrella espiritual ».2. Induce, conduce, reduce a los hombres a Cristo
« La estrella indujo a los Magos a presentarse ante Cristo, los condujo a Cristo y los redujo a Cristo.
Y que los indujese se da a entender cuando se dice: Hemos visto su estrella en el Oriente.
Y que los condujese se insinúa con estas palabras: La estrella iba delante de ellos, hasta que llegando se paró delante donde estaba el Niño.
Y que los redujese se indica diciendo: Y viendo la estrella se regocijaron en gran manera. Y entrando en la casa hallaron al Niño, etcétera. Esta estrella, por consiguiente, induce, conduce y reduce. Pero esta estrella no es sino una figura de la estrella espiritual, que también nos induce a ir a Cristo, nos conduce a Cristo y nos reduce a Cristo ».
3. La Escritura y el Espíritu Santo significados en la estrella
« La estrella que nos induce a la presencia de Cristo es significada por la estrella de la mañana, de la cual, si de alguna, tuvo origen la estrella aparecida a los Magos; y bien podemos decir que la estrella externa es la que nos induce a presentarnos ante Cristo; la estrella superior es la que nos conduce a Cristo, y estrella interior es la que nos reduce a Cristo. La estrella exterior, cuya virtud nos induce a la presencia de Cristo, es la Sagrada
Escritura; la estrella superior, a la que compete conducirnos a Cristo, es la santa y bendita Virgen María; y la estrella interior; que nos reduce a Cristo, es la gracia del Espíritu Santo. Estas tres estrellas nos llevan como de la mano a la presencia de Cristo »
b) La Escritura es luz
« La estrella que nos induce a ir donde está Cristo es la Sagrada Escritura, de la cual se dice en el Eclesiástico (50, 6): Brilla como el lucero de la mañana en medio de la niebla y como la luna llena en sus días, etc. La Escritura se halla en medio de la niebla, es decir, en medio de la oscuridad de la ignorancia humana. Puesto que no podemos ver las cosas superiores, tampoco podemos ver la faz divina de Cristo; de ahí que sea requisito necesario para verla la dirección de la luz celestial; y esta luz es la Sagrada Escritura, luz del cielo, traída por los ángeles a los patriarcas, profetas y apóstoles. Esta es la luz que hemos de mirar; y de ella dice San Pedro (II Pedr.1, 19): Y aún tenemos más firme la palabra de los profetas; la cual hacéis bien en atender como a una antorcha que luce en un lugar tenebroso. Necesitamos la luz de la Sagrada Escritura hasta que brille el día de la eternidad. La Sagrada Escritura es luz legal en los patriarcas, profética en los profetas y evangélica en los apóstoles. En los patriarcas hay brillo de méritos; en los profetas, brillo de méritos y de milagros, y en los apóstoles, brillo de méritos, de milagros y de martirio ».
c) María vence a nuestros enemigos.
« La estrella superior, que es la bienaventurada Virgen, nos conduce a Cristo; y de ella se entiende lo que se dice en el libro de los Números (24,17) con estas palabras: De Jacob nacerá una estrella y de Israel se levantará una vara y herirá a los caudillos de
Moab. Llámase estrella la bienaventurada Virgen por su virtud estable e inconmovible; por Moab se entienden los voluptuosos. Caudillos de Moab son los demonios o los pecados capitales. Esta estrella, es decir, la bienaventurada Virgen, desbarata a los caudillos de Moab, que son los siete pecados capitales: el espíritu de soberbia, siendo humildísima; el espíritu de envidia, siendo benignísima; el espíritu de ira, por ser mansísima; el espíritu de pereza, por ser devotísima; el espíritu de avaricia, por su generosidad liberalísima; el espíritu de gula, por su templanza moderadísima; y, por último, el espíritu de lujuria, siendo como es integrísima y omnímodamente casta. Desbarató, pues, esa estrella a los caudillos de Moab y condujo a los Magos a Cristo ».
d) El Espíritu nos lleva a Cristo si no matamos sus inspiraciones.
«La estrella interior, que es la gracia del Espíritu Santo, nos reduce a Cristo. De ella se dice en el Apocalipsis (2, 26.28): Y al que venciere y guardare mis obras hasta el fin yo le daré potestad sobre las naciones, etc., y le daré la estrella de la mañana. Mas se ha de notar que la gracia del Espíritu Santo puede ser inicial, promotiva y final. No nos reduce a Cristo sino la gracia final. Pierde la dirección de esta estrella el que incurre en el endurecimiento de Herodes, es decir, aquel que extingue las inspiraciones divinas en sí mismo. Demos que has concebido el propósito de practicar obras de piedad, enmendar la vida y entrar en una religión. Pues bien, si lo dejas sin cumplirlo eres como Herodes, que intentaba matar al Niño. Otros, en cambio, son como Faraón, que mandó arrojar al río a todos los niños varones. Hay quienes extinguen todo buen propósito del prójimo allí donde lo encuentran. Por ejemplo: cuando a uno que quiere entrar en una religión se le dice: Puedes hacer mayor bien en el siglo, llegando a apagar en él el buen propósito. Estos son, sin duda, como Faraón, que mandó matar a todos los hijos varones; y cosa cierta es que el Pecado de Faraón fue grande. Habríale de bastar al hombre su Propio pecado ».(Verbum Vitae, t. IX, B.A.C., Madrid, 1957, p. 160-163)
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