Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente.Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola:"Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú,y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: 'Déjale el sitio', y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: 'Amigo, acércate más', y así quedarás bien delante de todos los invitados.Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".
RESONAR DE LA PALABRA
Queridos hermanos:
Asistimos una vez más con Jesús a una escena bien hermosa, fácil de imaginar. El Maestro no pierde ocasión y nos deja un buen mensaje. ¿Se trata sólo de consejos de urbanidad o de los criterios que unos buenos padres de familia transmiten a sus hijos para facilitarles la vida social? La sabiduría de Jesús es fácil de apreciar: ¡qué mal se pasa cuando en público alguien te invita a colocarte en un sitio que refleja menos categoría!
No hay que descartar esa intención en Jesús, buen observador (como el relato demuestra). Pero sus palabras quieren ir más allá: hay modos muy diversos de vivir. Y a los hijos del Padre nos les vale cualquiera. Ante la Palabra de hoy no debemos eludir una reflexión personal: ¿cómo nos movemos?, ¿nos ensalzamos indebidamente?, ¿sabemos humillarnos? ¿Qué debemos cambiar tras escuchar a Jesús?
Pero también cabe una reflexión en clave de Iglesia. En muchas partes del mundo nuestra presencia ha perdido relevancia: no se nos ofrecen los sitios de antes, no se nos presta la misma atención. La situación debe preocuparnos por lo que revela de la actitud de muchas personas ante el Evangelio.
Pero en nuestras sociedades hay diversos tipos de relevancia: ¿a cuál aspiramos? Muchos de los cristianos que celebrábamos el día 1 no tenían poder alguno pero sí mucha autoridad: la que les dieron su coherencia, su saber estar, su civismo, el amor que nace de la fe. Ninguna situación social es fácil y todas abundan en matices, pero el Evangelio de hoy nos deja doble tarea: ¿cómo aplicarnos cada uno las palabras de Jesús?, ¿cómo acogerlas como Iglesia, presencia visible de la fe?
Pedro Belderrain, cmf
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