viernes, 10 de enero de 2020

La victoria también es nuestra


¿Quién es el que vence al mundo? Sólo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios. (1 Juan 5, 1)

¿A qué se refiere San Juan con eso de “vencer al mundo”? No es el tipo de victoria que puede experimentar un oficial militar en el campo de batalla, tampoco se refiere a derrotar a un rival formidable en alguna prueba de ingenio. No, la victoria no se refiere a ningún tipo de dominación por la que podamos doblegar la incredulidad en el mundo. No, Juan nos dice que la victoria viene de la fe.

Pero esta fe no se reduce a una mera lista de afirmaciones teológicas, pues eso no nos infunde la gracia y la convicción que necesitamos para superar las filosofías egocéntricas que circulan por el mundo. Por supuesto, necesitamos comprender bien las verdades de nuestra fe, pero la victoria duradera viene cuando adoptamos estas verdades y dejamos que cambien nuestra manera de pensar y actuar.

Veamos, por ejemplo, la renovación de las promesas bautismales, que todos repetimos en la temporada de Semana Santa:

¿Renuncias a Satanás, y a todas sus obras y a todas sus seducciones? Sí, renuncio. Sé que el maligno usa mentiras y medias verdades para tentarme a pecar. Prometo estar atento a su mala influencia, y recurrir a Jesús cuando sienta que me está acosando.

¿Crees en Dios, Padre Todopoderoso creador del cielo y de la tierra? Sí, creo. Creo que tengo un Padre en el cielo que me creó por amor y que solo quiere lo bueno para mí. Prometo que voy a confiar en él y en sus promesas, aunque el mundo me dice que estoy solo y desamparado.

¿Crees en Jesucristo su único Hijo, nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre? Sí, creo. Creo que Jesús me ha rescatado del pecado y me ha hecho hijo de Dios. Me quedo pasmado al pensar en el sacrificio que hizo por mí, y prometo estar cerca de él durante el día. Prometo hacer todo lo posible para profundizar mi relación con él y mi confianza en su amor.

Esta es nuestra fe; esta es la fe de la Iglesia. Esta es la fe que nos puede salvar de todas las cosas con que el mundo procura tentarnos. ¿Tienes fe, tú, hermano? Claro que sí, de otro modo no estarías leyendo estas meditaciones. Así que la victoria es tuya también.
“Señor mío Jesucristo, yo creo en ti. Ayúdame a creer más.”
Salmo 147, 12-15. 19-20
Lucas 5, 12-16
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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