A- Ritos introductorios
1- Invocación Trinitaria:
+ En el nombre del Padre, + del Hijo + y del Espíritu Santo.
Todos: ¡AMÉN!
• Guía: Dios, ven en nuestro auxilio
• Todos: Señor, socórrenos y sálvanos
• Guía: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
• Todos: Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. ¡Amén!
OREMOS
Dios misericordioso y omnipotente, que concediste a tu hija Elena Guerra la gracia de la beatitud: concédenos, te suplicamos, que por la observancia de sus enseñanzas acerca de la devoción al Espíritu Santo podamos, por la participación en esta Novena, ser conducidos por el Consolador a una mayor comunión con tu Hijo amado, nuestro Salvador Jesucristo, por cuya pasión, muerte y resurrección te adoramos y glorificamos. Por el mismo Cristo, nuestro Señor.
Todos: ¡Amén!
B- Propio de cada día
SEXTO DÍA
LECTURA ORANTE DE LA PALABRA DE DIOS
Lectura
de la 1ª Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios
“Las partes del cuerpo son muchas, pero el cuerpo es uno; por muchas que sean las partes, todas forman un solo cuerpo. Así también Cristo. Hemos sido bautizados en el único Espíritu para que formáramos un solo cuerpo, ya fuéramos judíos o griegos, esclavos o libres. Y todos hemos bebido del único Espíritu. Un solo miembro no basta para formar un cuerpo, sino que hacen falta muchos”. (1 Co 12, 12-14).
EL ESPÍRITU SANTO, ALMA DE LA IGLESIA
Juan Pablo II
“Si Cristo es la cabeza de la Iglesia, el Espíritu Santo es su alma. Así afirmaba mi venerado predecesor León XIII en la encíclica Divinum illud munus (1897: DS, 3328). Y después de él, Pío XII explicitaba: el Espíritu Santo en el cuerpo místico de Cristo es ‘el principio de toda acción vital y verdaderamente saludable en todas las partes del cuerpo místico’ (Encíclica Myst. Corp., 1943:
DS, 3808). (…) Después del acontecimiento de Pentecostés, el grupo que da origen a la Iglesia cambia profundamente: primero se trataba de un grupo cerrado y estático, cuyo número era de ‘unos ciento veinte’ (He 1, 15); luego se transformó en un grupo abierto y dinámico al que, después del discurso de Pedro, ‘se unieron unas tres mil almas’ (He 2, 41). La verdadera novedad no es tanto este crecimiento numérico, aunque sea extraordinario, sino la presencia del Espíritu Santo. En efecto, para que exista la comunidad cristiana no basta un grupo de personas. La Iglesia nace del Espíritu del Señor. Se presenta, para utilizar una feliz expresión del recordado Cardenal Congar, ‘completamente suspendida del cielo’ (La PentecosteS, trad. ital., Brescia 1986, pág. 60). (…) La presencia del Espíritu Santo en la Iglesia hace que ella, aunque esté marcada por el pecado de sus miembros, se preserve de la defección. En efecto, la santidad no solo substituye al pecado, sino que lo supera. También en este sentido se puede decir con San Pablo que donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia (cf. Rom 5, 20)”.
(L’Osservatore Romano, nº 28, del 11/07/1998).
OREMOS (Todos):
VENI CREATOR SPIRITUS
(Rabanus Maurus, +856)
Ven Espíritu creador,
ven y visita las almas de tus fieles.
Llena de la divina gracia los corazones
que Tú mismo has creado.
Tú que eres nuestro Abogado,
don de Dios altísimo,
fuente viva, fuego, amor y unción de la gracia.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, poder de la diestra paternal,
Tú, el Prometido por el Padre,
tu palabra enriquece nuestros labios.
Con tu luz ilumina nuestra mente,
llena de amor nuestros corazones.
Con tu fuerza invencible,
fortifica nuestra flaqueza
Aparta de nosotros al enemigo y danos tu paz;
siendo Tú nuestro guía, evitaremos todo mal.
Haz que conozcamos al Padre y también al Hijo.
Tú que procedes del amor del Padre y del Hijo,
haz que siempre creamos en Ti.
C- ORACIONES FINALES (para todos los días)
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
“Amado Espíritu de Dios, que fuiste comunicado a la Beata Elena con la abundancia de tus dones, y le confiaste el mensaje del perenne renovarse de tu Pentecostés, por la docilidad y fidelidad a la misión que le fue confiada, te pedimos volverla, aún hoy, testigo de tu amor, atendiendo a nuestra oración por… (intención personal de oración por una gracia) Reaviva, Dios Consolador, nuestra fe y nuestra esperanza, para que podamos caminar con valor sereno rumbo al encuentro definitivo. Amén.”
Guía: Beata Elena Guerra
Todos: Ruega por nosotros.
ACTO DE DESEO Y OFRECIMIENTO (Beata Elena Guerra)
Guía: Dios del bello Amor, Tú nos llamaste cerca de ti, porque tu alegría es estar entre los hijos de los hombres. Nos unimos a Ti como a la fuente de la santidad.
Todos: Espíritu Santo, santifícanos.
Guía: Venimos a ti como ciegos a la luz eterna y al dador de la luz.
Todos: Espíritu Santo, ilumínanos.
Guía: Venimos a ti como mendigos al don supremo y al dador de dones.
Todos: Espíritu Santo, escúchanos.
Guía: Venimos a ti como sedientos a las aguas de la vida.
Todos: Espíritu Santo, sácianos.
Guía: Venimos a ti como pobres al padre de los pobres.
Todos: Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Guía:
Ten piedad de nosotros, oh Espíritu Santo y ven a nosotros. He aquí que te ofrecemos nuestro cuerpo con sus sentidos, nuestra alma con sus facultades, nuestro corazón con sus sentimientos. Te entregamos nuestros pensamientos y deseos, palabras y acciones, alegrías y pesares, vida y muerte.
Todos: Espíritu Santo, soy tuyo y tuyo quiero ser ahora y siempre. Amén.
ORACIÓN Y BENDICIÓN FINAL
Guía: Pidamos, hermanos y hermanas, la intercesión de la bienaventurada Virgen María, para que, a ejemplo de ella, acojamos con toda la apertura de nuestro corazón la Persona divina del Espíritu Santo, y busquemos incesantemente su plenitud:
Todos: Dios te salve María, llena eres de gracia….
Todos:
“Oh Dios, que santificaste a tu Iglesia entera
en todos los pueblos y naciones,
derrama por toda la extensión del mundo
los dones del Espíritu Santo
y haz en el corazón de los fieles
las maravillas que obraste
al inicio de la predicación del Evangelio.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
en la unidad del Espíritu Santo. ¡Amén!
Guía: Bendícenos oh Dios Todopoderoso, todo amoroso: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Todos: ¡Amén!
Guía: Alabado sea Jesucristo.
Todos: ¡Por siempre sea alabado!
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