viernes, 18 de octubre de 2024

Novena preparatoria canonización Beata Elena Guerra - DIA 8

A- Ritos introductorios

1- Invocación Trinitaria:
+ En el nombre del Padre, + del Hijo + y del Espíritu Santo.
Todos: ¡AMÉN!

• Guía: Dios, ven en nuestro auxilio
• Todos: Señor, socórrenos y sálvanos

• Guía: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
• Todos: Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. ¡Amén!


OREMOS

Dios misericordioso y omnipotente, que concediste a tu hija Elena Guerra la gracia de la beatitud: concédenos, te suplicamos, que por la observancia de sus enseñanzas acerca de la devoción al Espíritu Santo podamos, por la participación en esta Novena, ser conducidos por el Consolador a una mayor comunión con tu Hijo amado, nuestro Salvador Jesucristo, por cuya pasión, muerte y resurrección te adoramos y glorificamos. Por el mismo Cristo, nuestro Señor.

Todos: ¡Amén!

B- Propio de cada día
OCTAVO DÍA

LECTURA ORANTE DE LA PALABRA DE DIOS

Lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles

“Apenas quedaron libres, Pedro y Juan fueron a los suyos y les contaron todos lo que les habían dicho los jefes de los sacerdotes y los ancianos. Los escucharon, y después todos a una elevaron su voz a Dios, diciendo: ‘Señor, tú hiciste el cielo, la tierra, el mar y todo o que hay en ellos. Tú, por el Espíritu Santo, pusiste en boca de tu siervo David estas palabras: ¿Por qué se agitan las naciones y los pueblos traman planes vanos? Se han aliado los reyes de la tierra y los principes se han unido contra el Señor y contra su Mesías. (Sal 2, 1-2). Es verdad que en esta ciudad hubo una conspiración de Herodes con Poncio Pilato, los paganos y el pueblo de Israel contra tu santo siervo Jesús, a quien tú ungiste. Así ellos consiguieron lo que tú habías decidido de antemano y llevabas a efecto. Y ahora, Señor, fíjate en sus amenazas; concede a tus siervos anunciar tu Palabra con toda valentía, mientras tú manifiestas tu poder y multiplicas tus intervenciones, realizando curaciones, señales y prodigios por el Nombre de tu santo siervo Jesús’. Terminada la oración, tembló el lugar donde estaban reunidos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y se pusieron a anunciar con valentía la Palabra de Dios”.
Hech 4, 23-31.

EL ESPÍRITU SANTO, Y LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS

Juan Pablo II

“En la carta apostólica Tertio millennio adveniente, refiriéndome al año dedicado al Espíritu Santo, exhorté a toda la Iglesia a ‘descubrir al Espíritu como aquel que construye el Reino de Dios en el curso de la historia y prepara su plena manifestación en Jesucristo, animando a los hombres en su corazón y haciendo germinar dentro de la vivencia humana las semillas de la salvación definitiva que se dará al final de los tiempos’ (n. 45). (…) La Iglesia, para cumplir este ‘deber permanente’ suyo (cf. GS, 4), está invitada a redescubrir de modo cada vez más profundo y vital que Jesucristo, el Señor crucificado y resucitado, es ‘la clave, el centro y el fin de toda la historia humana’ (GS, 10). Él constituye ‘el punto en el que convergen los deseos de la historia y de la civilización, centro del género humano, gozo de todos los corazones y plenitud de sus aspiraciones’ (GS, 45). Asimismo, la Iglesia reconoce que sólo el Espíritu Santo, al imprimir en el corazón de los creyentes la imagen viva del Hijo de Dios hecho hombre, puede hacerlos capaces de escrutar la historia, descubriendo en ella los signos de la presencia y de la acción de Dios. (…) El concilio Vaticano II, con una expresión tomada del lenguaje de Jesús mismo, designa como ‘signos de los tiempos’ (GS, 4) los indicios significativos de la presencia y de la acción del Espíritu de Dios en la historia”.

(L’Osservatore Romano, nº 39, 26/09/1998).


OREMOS (Todos):

POR UN NUEVO PENTECOSTES
(Haroldo Rahn y María Lamego)

Gracias Señor por tu Pentecostés que nos renueva más y más.
Sabemos que llegada tu hora, nos concederás en abundancia tus dones. Danos, también, un Pentecostés como un huracán que nos sacuda, llevándose la basura que hay en nosotros y poniendo a prueba nuestra firmeza.

Danos un Pentecostés como un viento impetuoso que nos tire al piso; pero que nos sane y conduzca a la seguridad y estabilidad.

Danos un nuevo Pentecostés como un viento fuerte que rompa puertas y ventanas, y así salgamos de nosotros mismos, dejando que los demás entren; que sobre el mundo haya otro escenario sin los espejos de nuestro santuario que nos reflejan a nosotros y a nuestra nada.

Danos un nuevo Pentecostés que nos ayude a anunciar la Buena Nueva de Jesús a los niños, a los que lloran y tienen hambre, para que en tu nombre, crezcan y rían. Y a los adultos, cuya vida es un no, a través de esta Buena Nueva, se hagan como niños y, en tu nombre, lloren para obtener tu perdón.

Danos un nuevo Pentecostés como el fuego que queme en nosotros el error y la mezquindad, haciéndonos ver con claridad visiones del apocalipsis y de la verdad, tu verdad, serena y única: nuestra vida en la Trinidad y, que más allá de la muerte, sea un encuentro hacia la eternidad.

Danos un nuevo Pentecostés que nos purifique como el oro hasta brillar y reflejar en el mundo a Jesucristo.

Danos un nuevo Pentecostés que haga arder la antorcha de tu Iglesia. Cimentados en esta roca, el mal no podrá arrastrarnos. Renuévame más cada día para dar gloria a Dios y así ser más y más tuyos… hasta el renacer en la Parusía.

C- ORACIONES FINALES (para todos los días)
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

“Amado Espíritu de Dios, que fuiste comunicado a la Beata Elena con la abundancia de tus dones, y le confiaste el mensaje del perenne renovarse de tu Pentecostés, por la docilidad y fidelidad a la misión que le fue confiada, te pedimos volverla, aún hoy, testigo de tu amor, atendiendo a nuestra oración por… (intención personal de oración por una gracia) Reaviva, Dios Consolador, nuestra fe y nuestra esperanza, para que podamos caminar con valor sereno rumbo al encuentro definitivo. Amén.”


Guía: Beata Elena Guerra
Todos: Ruega por nosotros.


ACTO DE DESEO Y OFRECIMIENTO (Beata Elena Guerra)

Guía: Dios del bello Amor, Tú nos llamaste cerca de ti, porque tu alegría es estar entre los hijos de los hombres. Nos unimos a Ti como a la fuente de la santidad.
Todos: Espíritu Santo, santifícanos.

Guía: Venimos a ti como ciegos a la luz eterna y al dador de la luz.
Todos: Espíritu Santo, ilumínanos.

Guía: Venimos a ti como mendigos al don supremo y al dador de dones.
Todos: Espíritu Santo, escúchanos.

Guía: Venimos a ti como sedientos a las aguas de la vida.
Todos: Espíritu Santo, sácianos.

Guía: Venimos a ti como pobres al padre de los pobres.
Todos: Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.


Guía:

Ten piedad de nosotros, oh Espíritu Santo y ven a nosotros. He aquí que te ofrecemos nuestro cuerpo con sus sentidos, nuestra alma con sus facultades, nuestro corazón con sus sentimientos. Te entregamos nuestros pensamientos y deseos, palabras y acciones, alegrías y pesares, vida y muerte.
Todos: Espíritu Santo, soy tuyo y tuyo quiero ser ahora y siempre. Amén.


ORACIÓN Y BENDICIÓN FINAL

Guía: Pidamos, hermanos y hermanas, la intercesión de la bienaventurada Virgen María, para que, a ejemplo de ella, acojamos con toda la apertura de nuestro corazón la Persona divina del Espíritu Santo, y busquemos incesantemente su plenitud:

Todos: Dios te salve María, llena eres de gracia….

Todos:

“Oh Dios, que santificaste a tu Iglesia entera
en todos los pueblos y naciones,
derrama por toda la extensión del mundo
los dones del Espíritu Santo
y haz en el corazón de los fieles
las maravillas que obraste
al inicio de la predicación del Evangelio.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
en la unidad del Espíritu Santo. ¡Amén!

Guía: Bendícenos oh Dios Todopoderoso, todo amoroso: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Todos: ¡Amén!

Guía: Alabado sea Jesucristo.
Todos: ¡Por siempre sea alabado!

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