jueves, 31 de marzo de 2022

COMPRENDIENDO LA PALABRA 310322

"Si creísteis en Moisés, creeréis también en mí, porque es de mí de quién habló"

Moisés dijo: "El Señor nuestro Dios suscitará, de en medio de su hermanos, un profeta como yo" (Dt 18,15). Moisés mismo explica... lo que acaba de anunciar: " Precisamente es esto lo que pediste al Señor a tu Dios en el monte el Sinaí, el día de la asamblea, cuando dijiste: ' no escucharemos más la voz del Señor nuestro Dios y no miraremos más este gran fuego: para no morir' " (v. 16).

Moisés afirma con fuerza que le ha sido asignado un papel de mediador, ya que la asamblea de los judíos, era incapaz de contemplar realidades que lo sobrepasaban: visión de un Dios extraordinario y terrorífico para los ojos, sonidos de trompetas fuertes e intolerables para sus oídos (Ex 19,16). El pueblo tenía pues la prudencia de renunciar a lo que excedía sus fuerzas, y la mediación de Moisés remediaba la imperfección de los hombres de su generación: fue encargado de transmitir al pueblo reunido los mandos divinos.

Pero si procuras descubrir bajo este símbolo la realidad prefigurada, comprenderás que se refería a Cristo, "Mediador entre Dios y los hombres" (1Tm 2,5): es él quien con su voz humana, voz recibida cuando nació para nosotros de una mujer, transmite a los corazones dóciles la voluntad inefable de Dios Padre, el único a conocer como Hijo de Dios y Sabiduría de Dios, "escudriñándolo todo, hasta las profundidades de Dios" (1Co 2,10). No podíamos alcanzar con nuestros ojos de carne la gloria inexplicable, pura y desnuda, del que está más allá de todo - "el hombre no podrá ver mi rostro, dice Dios, y quedar con vida" (Ex 33,20). Entonces el Verbo, el Hijo único de Dios, debía conformarse a nuestra debilidad revistiéndose de un cuerpo humano... según el designio redentor, para revelarnos la voluntad de Dios Padre, como él mismo decía: "Todo lo que he aprendido de mi Padre, os lo he dado a conocer" (Jn 15,15), y todavía: "El Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar" (Jn 12,49).


San Cirilo de Alejandría (380-444)
obispo y doctor de la Iglesia
Comentario al Evangelio de Juan, III, 3

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 5,31-47


Evangelio según San Juan 5,31-47
Jesús dijo a los judíos:

Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría.

Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero.

Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad.

No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes.

Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz.

Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado.

Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro,

y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió.

Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí,

y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida.

Mi gloria no viene de los hombres.

Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes.

He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir.

¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios?

No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza.

Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí.

Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?".


RESONAR DE LA PALABRA

Abiertamente y a escondidas

El testimonio y la mediación, propios de la vocación profética, no constituyen un camino de rosas. Vivir de acuerdo con la Palabra de Dios complica la vida: no sólo no atrae el aplauso social, sino que provoca, además, el rechazo y la persecución. Resulta, por un lado, paradójico que la voluntad de hacer el bien y de vivir conforme al mandamiento del amor, conlleve tales reacciones contrarias. Pero, por el otro lado, no deja de tener su lógica, porque vivir así supone romper con muchos convencionalismos sociales, con muchas formas de comportamiento generalmente aceptadas, y que no son sino expresiones de la idolatría que amenaza siempre al creyente. Testimoniar significa también (aunque no sólo) denunciar. Y la denuncia profética se topa inevitablemente con los límites de la tolerancia social.

También Jesús experimenta las contrariedades de la vocación profética, y con mayor motivo, puesto que él no es sólo un profeta, sino Aquel al que todos los profetas anunciaron. Llama la atención, en el Evangelio de hoy, la aparente contradicción entre la subida a Jerusalén “a escondidas”, y el hecho de que la gente la viera hablar “abiertamente”. Teniendo siempre en cuenta lo que puedan decirnos los especialistas en exégesis bíblica al respecto, tal vez podemos entender con cierta libertad esta aparente contradicción en el sentido de que las necesarias normas de prudencia humana que, sin duda, es preciso adoptar en ocasiones, no deben ser excusa para ocultar el testimonio al que todos los creyentes estamos llamados. No se puede ocultar la luz, no se puede acallar la Palabra, no se puede desoír la llamada del que nos envía para que lo demos a conocer. Tal vez, como síntesis necesaria de prudencia y valentía en el testimonio pueden servir las palabras de la segunda carta a Timoteo: “Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2 Tim 4, 2).

Fraternalmente
José M. Vegas cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

LA VISITA DEL SEÑOR

 

«Una vejez que se ha ejercitado en la espera de la visita de Dios no perderá su paso: es más, estará también más preparada a acogerla, tendrá más sensibilidad para acoger al Señor cuando pasa. Recordemos que una actitud del cristiano es estar atento a las visitas del Señor, porque el Señor pasa en nuestra vida con las inspiraciones, con la invitación a ser mejores. Y san Agustín decía: ‘Tengo miedo de Dios cuando pasa’ – ‘¿Pero por qué tienes miedo?’ – ‘Sí, tengo miedo de no darme cuenta y dejarlo pasar’… Pidamos al Espíritu Santo que ilumine nuestros sentidos espirituales para que descubramos los signos de Dios en nuestra vida y seamos testigos alegres de su presencia en medio del mundo»


Francisco

Audiencia General

30-03-2022 



miércoles, 30 de marzo de 2022

COMPRENDIENDO LA PALABRA 300322

“Los muertos escucharán la voz del Hijo de Dios”

[Habla Cristo:]

Los que no me han reconocido no se han beneficiado de mi presencia;

he estado escondido para aquellos que no me han poseído.

Estoy cerca de los que me aman.

Han muerto todos mis perseguidores;

los que me sabían vivo me han buscado.

He resucitado, estoy con ellos,

hablo por su boca.

No han hecho caso a los que les perseguían;

sobre ellos he echado el yugo de mi amor.

Como el brazo del novio por encima de su novia (cf. Ct 2,6),

así es mi yugo sobre los que me conocen.

Tal como la tienda de los desposorios se levanta en casa de la novia,

así mi amor protege a los que creen en mí.

No he sido reprobado,

aún cuando parecía que lo era.

No he perecido,

aunque ellos se lo han pensado.

La estancia de los muertos me ha visto

y ha sido vencida,

la muerte me ha dejado marchar,

y muchos se han venido conmigo.

Para ella he sido hiel y vinagre;

con ella he descendido hasta su estancia,

hasta su máxima profundidad.

La muerte se ha retirado,

no ha podido soportar mi rostro.

He tenido entre los muertos

una asamblea de vivos (1P 3, 19. 4,6).

Les he hablado con labios vivientes,

de manera que mi palabra no fuera vana.

Los que estaban muertos han corrido hacia mí;

han gritado diciendo: “Ten piedad de nosotros,

Hijo de Dios, actúa en nosotros según tu gracia.

Desátanos de los lazos de las tinieblas,

ábrenos la puerta, que corramos hacia ti.

Vemos que nuestra muerte

No ha podido contigo.

Que nosotros seamos también libres contigo,

porque tú eres nuestro Salvador”.

He escuchado sus voces,

su fe, las he recogido en mi corazón.

Sobre sus frentes he escrito mi nombre (Ap 14,1);

son libres y me pertenecen.


Odas de Salomón (texto cristiano hebraico de principio del siglo II)
Nº 42

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 5,17-30


Evangelio según San Juan 5,17-30
Jesús dijo a los judíos:

"Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo".

Pero para los judíos esta era una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre.

Entonces Jesús tomó la palabra diciendo: "Les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por sí mismo sino solamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, lo hace igualmente el Hijo.

Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace. Y le mostrará obras más grandes aún, para que ustedes queden maravillados.

Así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida al que él quiere.

Porque el Padre no juzga a nadie: él ha puesto todo juicio en manos de su Hijo,

para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.

Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado, tiene Vida eterna y no está sometido al juicio, sino que ya ha pasado de la muerte a la Vida.

Les aseguro que la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán.

Así como el Padre dispone de la Vida, del mismo modo ha concedido a su Hijo disponer de ella,

y le dio autoridad para juzgar porque él es el Hijo del hombre.

No se asombren: se acerca la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz

y saldrán de ellas: los que hayan hecho el bien, resucitarán para la Vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio.

Nada puedo hacer por mí mismo. Yo juzgo de acuerdo con lo que oigo, y mi juicio es justo, porque lo que yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió.


RESONAR DE LA PALABRA

Los que escuchan la Palabra vivirán

La grandiosidad de las promesas divinas y de la misión profética que las anuncia puede chocar y choca con frecuencia con el desaliento del profeta, que no acaba de ver el cumplimiento de lo que él mismo anuncia. Igual nos puede pasar a nosotros, los creyentes en Cristo: llamados a anunciar y testimoniar la buena noticia de la muerte y la resurrección de Cristo, de una muerte que ha sido vencida y ya no tiene poder sobre nosotros, podemos darnos de bruces con una realidad que habla más de muerte que de vida, más de derrota que de victoria. La fe no puede siempre evitar la sensación psicológica de que “estamos dejados de la mano de Dios”. Recordando los textos evangélicos de estos últimos días, nos encontramos con que los niños siguen muriendo, los enfermos siguen prostrados, la guerra sigue escupiendo su mensaje de muerte, las injusticias siguen campando por sus respetos. Se nos llama a la fe-confianza, pero, ¿dónde está la eficacia de la Palabra de Dios? La respuesta al desaliento profético y creyente es una palabra que habla de un amor entrañable, materno, de un Dios que se preocupa por nosotros, más aún incluso de lo que haría una mujer por su niño de pecho.

Este amor divino, materno, entrañable y cercano de Dios lo descubrimos en Jesús. Él es el Hijo de Dios porque, como los hijos se parecen a sus padres, así Jesús se parece a Dios, lo refleja y lo hace presente. Y si Dios no descansa y trabaja siempre, así hace Jesús, que se ocupa y se preocupa por nosotros. Esa preocupación y cuidado no puede detenerse a causa de leyes, que, si han sido creadas para bien del hombre (como la ley del sábado, que se preocupa de que tengamos el merecido descanso, de que no seamos esclavos de nuestras necesidades), es absurdo que se conviertan en un obstáculo para hacer el bien. El amor verdadero no sabe de horarios. Una madre no dejaría de atender a su hijo en necesidad a causa de una estrecha interpretación de la ley. Dios renuncia a su descanso tras el trabajo creador, para responder al que lo invoca, para auxiliar, defender, restaurar, liberar, iluminar. Si en momentos de cansancio y desaliento nos asaltan las dudas sobre la acción salvífica de Dios, es a Cristo al que debemos dirigir la mirada: es en él en donde se hace visible su preocupación materna sobre el mundo, y es aceptándolo a él en fe cómo podemos descubrir aquella acción salvífica: en Cristo Dios juzga al mundo con misericordia y le da la posibilidad de pasar de la muerte a la vida, del pecado y el egoísmo a la gracia y el amor. Los muertos que han escuchado su voz y han resucitado ya (por el bautismo) a una vida nueva somos nosotros, debemos ser nosotros, si es que de verdad creemos en Cristo. Esto significa que también nosotros tenemos que trabajar continuamente, dar testimonio por medio de las obras del amor, para visibilizar en nuestro mundo y en nuestro entorno ese cuidado paternal y maternal de Dios por sus criaturas, encarnado en su Hijo Jesucristo y que se prolonga en los que somos miembros vivos de su cuerpo.

Fraternalmente
José M. Vegas cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 




 

martes, 29 de marzo de 2022

COMPRENDIENDO LA PALABRA 290322

“¿Quieres recobrar la salud?”

Los milagros de Cristo simbolizan las diferentes circunstancias de nuestra salvación eterna…; esta piscina es símbolo del don precioso que nos hace el Verbo del Señor. En pocas palabras: esta agua es símbolo del pueblo judío; los cinco pórticos, son símbolo de la Ley, escrita por Moisés, en cinco libros. Esta agua, pues, estaba rodeada por cinco pórticos, como el pueblo lo estaba por la Ley. El agua que se agitaba y removía, es la Pasión sufrida por el Salvador en medio de este pueblo. El que bajaba hasta el agua era curado, pero solamente uno, siendo así figura de la unidad. Los que no pueden soportar que nadie les hable de la Pasión de Cristo, son unos orgullosos; no quieren descender hasta el agua, y por eso no se curan. Así dice el hombre altanero: “¿Cómo puedo creer que un Dios se ha encarnado, que un Dios ha nacido de una mujer, que un Dios ha sido crucificado, flagelado, cubierto de llagas, que ha muerto y ha sido sepultado? No; jamás podré yo creer en estas humillaciones de un Dios; son indignas de él”.

Dejad hablar a vuestro corazón, mejor que a vuestra cabeza. Si las humillaciones de un Dios parecen indignas a los arrogantes, es porque están muy lejos de sanarse. Guardaos, pues, de este orgullo; si deseáis ser curados, aceptad bajar hasta el agua. Tendríais razón de alarmaros si se os dijera que Cristo ha sufrido algún cambio al encarnarse. Pero no… vuestro Dios permanece igual al que era, no temáis; no muere y os priva a vosotros mismos de morir. Sí, permanece lo que es; nace de una mujer, pero según la carne… Es en tanto que hombre que ha sido prendido, atado, flagelado, cubierto de ultrajes y al fin crucificado y muerto. ¿Por qué os asustáis? El Verbo del Señor permanece eternamente. Quien rechaza las humillaciones de un Dios, no quiere ser curado de la hinchazón mortal de su orgullo.

Nuestro Señor Jesucristo, pues, ha devuelto, por su encarnación, la esperanza a nuestra carne. Ha tomado para él los frutos demasiado conocidos y tan comunes a esta tierra, como son el nacimiento y la muerte. Efectivamente, el nacimiento y la muerte son bienes que la tierra poseía en abundancia; pero no eran propios de ésta ni la resurrección ni la vida eterna. Él ha encontrado aquí los malditos frutos de esta ingrata tierra, y nos ha dejado, en intercambio, los bienes de su reino celestial.


San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Homilía 124

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 5,1-16


Evangelio según San Juan 5,1-16
Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.

Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos.

Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua.

[Porque el Angel del Señor descendía cada tanto a la piscina y movía el agua. El primero que entraba en la piscina, después que el agua se agitaba, quedaba curado, cualquiera fuera su mal.]

Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años.

Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: "¿Quieres curarte?".

El respondió: "Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes".

Jesús le dijo: "Levántate, toma tu camilla y camina".

En seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado,

y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: "Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla".

El les respondió: "El que me curó me dijo: 'Toma tu camilla y camina'".

Ellos le preguntaron: "¿Quién es ese hombre que te dijo: 'Toma tu camilla y camina?'".

Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí.

Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: "Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía".

El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado.

Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.


RESONAR DE LA PALABRA


Renacer por las aguas del bautismo

La nueva creación que empieza en Caná se nos comunica con el agua del Bautismo. Es un agua que nos cura, nos pone en pie, nos da fuerzas para soportar las penalidades de la vida (representadas en la camilla del hombre curado por Jesús), y nos lleva a dar testimonio. Es verdad, que el testimonio del paralítico curado nos resulta deficiente, pues casi parece que, a diferencia del ciego de nacimiento del capítulo 9 de este mismo evangelio, lo que hace es cooperar con los que perseguían a Jesús. Se trata, por cierto, de una persecución que, desde la óptica judía, tenía su fundamento. Infringir el descanso sabático significaba infringir no sólo un mandamiento dado por Dios, sino uno al que el mismo Dios se somete, puesto que descansó el séptimo día. Es verdad que nos puede parecer absurdo fijarse en la infracción ante el hecho extraordinario de la curación del paralítico. Pero los legalistas judíos (como los legalistas de todo tiempo), bien podían aducir que, al fin y al cabo, la curación podía tener lugar cualquier otro día de la semana y no precisamente el sábado: incluso si entendemos la curación, como debe ser, como un signo del poder de Dios y, por tanto, como un signo salvífico, lo cierto es que Dios desplegó su poder durante los seis días primeros y el séptimo descansó.

¿Por qué Jesús actúa de manera tan provocadora? ¿No podía aplicar cierta dosis de diplomacia y abstenerse de curar en sábado, para no provocar las iras de sus oponentes? Así, tal vez, habría prolongado su ministerio en la tierra, habría conseguido quizás convencer a sus enemigos, y, desde luego, habría podido curar a mucha más gente.

Es claro que estos razonamientos utilitaristas, por muy razonables que parezcan, están muy alejados de la lógica del Evangelio. Si Jesús cura en sábado es porque, con ello mismo, está realizando un gesto profético. La clave nos la da el versículo 17 de este mismo evangelio que leeremos mañana: “Mi padre siempre trabaja, y no también trabajo”. A causa del pecado, Dios no pudo realmente descansar, sino que tuvo que salir de sí a la búsqueda del hombre que se había perdido y se escondía de él. Y esta larga búsqueda, que culmina con la encarnación de Cristo, significa que puso manos a la obra de la nueva creación, que sólo tendrá su cumplimiento en el misterio pascual de la muerte y resurrección.

Nosotros, que somos beneficiarios por el bautismo de esta nueva creación, de este trabajo sin descanso de Dios Padre y de su Hijo en la fuerza del Espíritu Santo, podremos descansar de nuestros trabajos profesionales, pero no debemos descansar nunca del trabajo de testimoniar nuestra fe: como los árboles regados por las aguas del templo, que es Cristo, debemos dar continuamente frutos de buenas obras y hojas medicinales que alivian a los que sufren.

Fraternalmente
José M. Vegas cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

lunes, 28 de marzo de 2022

RELIGIÓN DISTANTE

 

 «Nuestro problema entre nosotros y con Dios: perder de vista que es Padre y vivir una religión distante, hecha de prohibiciones y deberes. Y la consecuencia de esta distancia es la rigidez hacia el prójimo, que ya no se ve como hermano»

«Mirando a la atormentada Ucrania, entender que cada día de guerra empeora la situación para todos. Por eso renuevo mi llamamiento: ¡basta, que se detengan, callen las armas, se trate seriamente para la paz! Recemos de nuevo, sin cansarnos, a la Reina de la paz, a la cual hemos consagrado la humanidad, en particular Rusia y Ucrania, con una participación grande e intensa, por la que doy las gracias a todos vosotros»


Francisco

Ángelus

27-03-2022



 

COMPRENDIENDO LA PALABRA 280322

«El hombre creyó en la palabra de Jesús»

«La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo». (Hb 4,12). A través de estas palabras el apóstol enseña a los que buscan a Cristo –Palabra, Fuerza y Sabiduría de Dios- toda la fuerza, toda la sabiduría que contiene la Palabra de Dios. Esta Palabra estaba al principio junto al Padre, eterna como él (Jn 1,1). En su tiempo fue revelada a los apóstoles, anunciada por ellos y humildemente recibida en la fe por el pueblo de los creyentes.

Hay, pues, una Palabra en el Padre, una Palabra en la boca de los apóstoles, una Palabra en el corazón de los creyentes. La Palabra en la boca es expresión de la Palabra que está en el Padre; es también expresión de la Palabra que hay en el corazón del hombre. Cuando se comprende la Palabra, o cuando se la cree, o cuando se la ama, la Palabra en el corazón del hombre se convierte en inteligencia de la Palabra, o en fe en la Palabra, amor en la Palabra. Cuando estas tres se reúnen en un solo corazón, en un momento se comprende, se cree y se ama a Cristo, Palabra de Dios, Palabra del Padre... Cristo habita en esta persona por la fe, y por una admirable condescendencia baja del Padre al corazón del hombre...

Esta Palabra de Dios... es viva: el Padre le ha dado tener la vida en ella misma tal como él tiene la vida en sí mismo (Jn 5,26). Es por eso que no solamente es viva, sino que es Vida, tal como está escrito: «Yo soy el Camino, la Verdad, la Vida» (Jn 14,6). Y puesto que es la Vida, es viva para ser vivificante, porque «lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere» (Jn 5,21).



Balduino de Ford (¿-c. 1190)
abad cisterciense, después obispo
Homilía 6 sobre Hebreos 4,12

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 4,43-54


Evangelio según San Juan 4,43-54
Jesús partió hacia Galilea.

El mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo.

Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta.

Y fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaún.

Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a curar a su hijo moribundo.

Jesús le dijo: "Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen".

El funcionario le respondió: "Señor, baja antes que mi hijo se muera".

"Vuelve a tu casa, tu hijo vive", le dijo Jesús. El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino.

Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y le anunciaron que su hijo vivía.

El les preguntó a qué hora se había sentido mejor. "Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre", le respondieron.

El padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: "Tu hijo vive". Y entonces creyó él y toda su familia.

Este fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.


RESONAR DE LA PALABRA


Creer en Jesús, nacer a una vida nueva

En el evangelio de Juan Caná es el comienzo de la vida pública de Jesús, el principio de la nueva creación, del desposorio de Dios (Jesús) con su pueblo, del cumplimiento de las antiguas promesas. Esas promesas, expresadas con tanta fuerza hoy en el texto de Isaías, son promesas de vida, de júbilo y alegría. Jesús ha venido a esto, a instaurar en nuestra historia, que sigue su curso de pecado y de muerte, una historia de salvación y de vida. En la petición del padre angustiado: “baja antes de que se muera mi hijo”, podemos escuchar el grito dramático de tantos, que, de un modo u otro, suplican a Dios que se incline para salvarlos, a ellos o a los suyos, del mal, del sufrimiento, de la muerte. Y con tanta frecuencia tenemos la impresión de que esas súplicas angustiadas no obtienen la respuesta deseada.

Y es que esta historia de salvación y este espacio de vida nueva que instaura Jesús no es simplemente un espacio “milagroso”, en el que se realizan actos médicos extraordinarios, o se garantiza el éxito y el cumplimiento de nuestros deseos. Se trata de un ámbito marcado por la fe confiada en la Palabra de Dios, encarnada en Jesús. El primer signo realizado en Caná es el comienzo de una nueva relación con Dios, basada en la fe-confianza: “En Caná de Galilea dio Jesús comienzo a sus signos… y creyeron en él sus discípulos”. También lo es para este funcionario real, beneficiario de nuevo en Caná, del segundo signo salvífico: “creyó él con toda su familia”. Todos estamos invitados a visitar Caná, a descubrir los signos de vida que Dios realiza en nuestra vida y que nos llaman a la fe. La fe engendra esa vida nueva que se estrena cuando estamos vinculados a Jesús, creemos en él, aceptamos su palabra y la ponemos en práctica. Es verdad que con frecuencia nos dirigimos a Dios movidos por intereses y necesidades más inmediatos, “de tejas abajo” y eso provoca la queja de Jesús. Pero él, no obstante, no deja de atendernos. No podemos limitarnos a una fe milagrera e interesada, como un modo de resolver nuestros problemas cotidianos, cuando nuestros recursos ya no dan más de sí. Pero eso no significa que no podamos dirigirnos a Jesús presentándole los problemas que nos agobian y nos angustian. Sin embargo, lo decisivo es el camino de fe. Acoger la Palabra, que es el gran “signo” que, aceptada con fe, inicia realmente un proceso de sanación interior, de nacimiento a una vida nueva. Podemos entender la curación del hijo del funcionario real, como ese nacimiento a la vida nueva que significa la fe, un vida de seguimiento de Cristo, un seguimiento que conduce a la Cruz (vislumbrada en las palabras iniciales del rechazo del profeta en su propia patria), pero que da frutos de resurrección en las obras del amor.

Fraternalmente
José M. Vegas cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

domingo, 27 de marzo de 2022

COMPRENDIENDO LA PALABRA 270322

El camino de los hijos

Si alguien tiende a la perfección, partiendo del primer grado que es el del temor, estado servil, (…) se debe elevar por un progreso continuo hasta las vías superiores de la esperanza. En el primer grado, espera la recompensa. (…) No llegó todavía al sentimiento del hijo que confiando en la indulgencia y la liberalidad paterna, no duda que lo que posee el padre es también suyo.

El hijo pródigo del Evangelio, no se anima ni siquiera a aspirar al nombre de hijo, después que considera haberlo perdido con los bienes de su padre. Vean: hasta envidió el alimento que comían los cerdos, es decir la comida sórdida del vicio, con la que además le impedían saciarse. Entonces, entró en él mismo. Tocado por un temor salvífico, se llena de horror por la inmundicia de los cerdos, pero teme el cruel tormento del hambre. Esos sentimientos hacen de él un esclavo. Viendo el salario de los mercenarios, envidia su condición. Dice “Los mercenarios de mi padre tiene pan en abundancia y yo muero de hambre acá. Volveré de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y contra ti, no soy digno de ser llamado tu hijo. Trátame cómo uno de tus mercenarios” (cf. Lc 15,17-19). Sin embargo, el padre corrió a su encuentro. Las palabras de humilde arrepentimiento que dicta la ternura, las recibe con más ternura todavía. No, no quiere acordar a su hijo bienes de menos valor. Haciéndolo pasar rápidamente los dos grados inferiores, lo restituye a su dignidad de hijo.

También nosotros, apresurémonos a subir a ese tercer grado, por gracia de su indisoluble caridad. Debemos ver como propio todo lo que pertenece a nuestro padre, pudiendo entonces recibir en nosotros la imagen y semejanza de nuestro Padre del cielo. Imitando al Hijo verdadero, podremos entonces proclamar: “Todo lo que es del Padre, es mío” (Jn 16,15).


San Juan Casiano (c. 360-435)
fundador de la Abadía de Marsella
De la perfección, Conferencias (SC 54, Conférences VIII-XVII, Cerf, 1958), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 15,1-3.11-32


Evangelio según San Lucas 15,1-3.11-32
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo.

Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos".

Jesús les dijo entonces esta parábola:

Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos.

El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes.

Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.

Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones.

Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos.

El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.

Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!

Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti;

ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'.

Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.

El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'.

Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies.

Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos,

porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta.

El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza.

Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso.

El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'.

El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara,

pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos.

¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'.
.
Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo.

Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'"


RESONAR DE LA PALABRA


PARÁBOLA DE LOS TRES CABEZOTAS


EL HERMANO MAYOR: CABEZA Y CORAZÓN DUROS

Jesús nos dibuja en el hermano mayor a alguien a quien no le preocupan ni le importan para nada los demás. Le da igual que su otro hermano pueda tener problemas, que se sienta solo, que ande perdido, que se haya ido lejos... No se ha enterado de que tiene un hermano, de lo que significa «ser hermano». No entra en la escena casi hasta el final, y lo hace para quejarse, protestar y reñir a su padre. No consta que echara de menos, al hermano, que saliera a buscarle, ni siquiera que se asomara a la ventana. No hay ningún deseo de que vuelva. Sólo pretende conservar sus derechos y plantear reivindicaciones.

Por otro lado, tampoco se entera de la angustia, preocupación y tristeza de su padre que echa de menos, que ha perdido el sueño, que sufre por el hijo que no está, que se pasa los días enteros a la puerta a ver si lo ve, aunque sea de lejos. El mayor está físicamente en casa, continuamente al lado de su padre, pero su corazón está lejísimos del suyo.

No disfruta de la compañía de su padre. Seguramente podamos suponer que ni le pregunta a su padre cómo está, cómo se siente, si puede hacer algo por él. Ni comenta con él lo que más le angustia... Es el hermano «silencioso» e incomunicado. Para colmo, no se siente libre. Estar en casa para él significa: obedecer, trabajar y cumplir. Y le sienta fatal que otros se tomen tantas libertades, vivan tan «relajados», se salten los cumplimientos y normas. Él cumple sus obligaciones de manera intachable. Vive pendiente casi solo de sí mismo. Y es como si fuera hijo único. Yo me lo imagino riñendo, acusando y reprochando a su hermano, poniéndole mala cara y presionándole cada día para que cambie y se comporte «como Dios manda». Es decir: como él.

No tiene ninguna iniciativa. No se arriesga nada. Estar en casa para él es un deber, y su padre debiera estarle agradecido porque se lo MERECE. ¡Trabajito le cuesta ser bueno! Pero le falta la alegría, la ilusión. Y hasta se permite reñir/corregir a su padre por ser tan flojo, tan poco exigente, por consentir tanto. En el fondo no sabe lo que es tener un padre, ni tiene la más mínima idea de lo que significa ser hijo y hermano (son tres cosas inseparables entre sí). Incluso, me sospecho que tenga parte de la culpa de que su hermano haya terminado marchándose. Es bien desagradable vivir con personas tan estiradas, tan perfectas, tan cumplidoras.

Este hijo mayor anda tan perdido o más que su hermano... aunque esté dentro de casa, aunque aparentemente tan «en regla» con su padre. Aquí quedan retratados los fariseos que murmuraban de Jesús por comer con pecadores.
EL HERMANO MENOR CABEZA HUECA Y CABEZOTA TAMBIÉN

Parece que al hermano menor le han enseñado o ha entendido que estar en casa, y ser buen hijo... consiste en seguir un montón de normas y deberes que le quitan libertad y no le dejan ser feliz. Él quisiera ser independiente, y tomar sus propias decisiones sin tener que dar explicaciones a nadie, y mucho menos a su hermano mayor. Y se va lejos: Lejos de su casa, lejos de su hermano, lejos de su padre... y también lejos de sí mismo. No hay explicaciones. Tiene derecho a irse y a llevarse «lo suyo», para hacer lo que le parezca. No parece importarle el disgusto que le da a su padre. Y el padre le deja marchar en silencio, sin sermones, sin amenazas ni advertencias.

§ Al principio se dedica a disfrutar de lo que tiene, sin previsiones... y las cosas parecen irle bien. Por eso no se da cuenta de que está vacío, sin metas, sin proyectos, sin sueños. Mientras «tiene», no le faltan los «amigos», que se aprovechan de su fortuna, le usan. Pero realmente está solo. Y es que... porque no tiene tiempo para pensar, analizar, reflexionar...

 Y cierto día las cosas se ponen mal. No sabemos cuánto tiempo tardó en ocurrir. Pero los problemas y el fracaso le hicieron entrar dentro de sí mismo. Se atrevió a mirar de frente ese corazón aventurero, con ansias de disfrutar, pero tan vacío y solitario... Pero sigue siendo muy terco para reconocer: «me he equivocado», sino.... No, sólo: «tengo hambre y en mi casa había comida». No se trata del arrepentimiento, es el hambre lo que le anima a volver. Y lo hace convencido de que, a pesar de todo, su padre al menos le dará trabajo y pan. En eso llevaba razón. Pero se quedó muy corto en sus expectativas.

El caso es se prepara su discursito para ver si, una vez más, se sale con la suya. Cuánto debió costarle el larguísimo camino de vuelta a casa. No aspiraba a recuperar su sitio, porque «no se lo MERECE». Ni tampoco recuperar el cariño de su padre. Se conforma con ser un jornalero más.

Menos mal que hay otro cabezota en esta historia:
EL PADRE CON UN AMOR CABEZOTA

Este padre es muy distinto de sus dos criaturas. ¿A quién habrán salido? Su comportamiento descoloca a los dos. En esta historia no abre la boca casi hasta el final. Al principio da lo que le exigen. No dice nada. No protesta. No reprocha. No avisa. No riñe. No amenaza. Ni pide explicaciones...

Pero antes de darle la palabra, Jesús describe sus «gestos»: ve venir, se enternece, se conmociona, corre y llena de besos. No le interesan las explicaciones. No pregunta a qué vuelve ni por qué. Y corta el discursito que el hijo intentaba soltar. Ni hace caso de lo «poco» que le pide su hijo. En cambio, tira la casa por la ventana, dando brincos de alegría porque tiene al hijo de nuevo en casa. Aún tendrá que hacer esfuerzos para que aprenda lo que es "ser hijo", y descubra de una vez cómo es de verdad el corazón de su padre y cómo se vive en aquella casa. Sin humillaciones, castigos, condiciones ni exigencias. Sólo el deseo y el empeño de que sea y se comporte como hijo.
¿Y CÓMO ANDA NUESTRO CORAZÓN?

El pecado aquí consiste en estar «lejos»: de sí mismo, del hermano, de su Padre. Y derrochando la vida.

Para orar y saborear: el Padre está empeñado en hacerme sentir hijo querido y ponerme en mi sitio, que tal vez no es el que yo me he buscado, o en el que estoy ahora, o con el que intento conformarme.

Unos verbos que nos retan: acoger, conmoverse, recibir, salir corriendo hacia, celebrar el retorno...

Esta parábola es una invitación a la fraternidad, a la comunión, al empeño de darle alegrías al Padre trayendo a casa a los hermanos que se fueron. Al menos... ¡que no los espantemos con nuestras actitudes!

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

sábado, 26 de marzo de 2022

COMPRENDIENDO LA PALABRA 260322

“El que quiere ser grande , que se haga servidor” (Mc 10,43)

Si deseamos ardientemente agradar al Rey de los cielos, esforcémonos de sólo gustar la gloria de lo Alto. El que la ha gustado, despreciará la gloria terrestre. No me sorprenderá que alguien pueda despreciar la terrestre, si no ha gustado la gloria celeste. (…)

El que pide a Dios dones como premio a sus esfuerzos, a puesto fundamentos inestables. El que se ve como un deudor recibirá una riqueza inesperada. (…) Hay una gloria que viene del Señor. Él dijo que a los que lo glorifican, él los glorificará. Existe una gloria que deriva de los artificios del diablo “Hay de ustedes cuando todos los elogiarán” (Lc 6,26). Reconocerás la primera cuando, viendo como un daño que te glorifiquen, la alejarás por todos los medios y en todos lados esconderás tu forma de vivir. La segunda cuando haces de todo para ser visto por los hombres (cf. Mt 6,1). La impura vana gloria nos sugiere aparentar la virtud que no tenemos, diciéndonos: “Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras” (Cf. Mt 5,16). (…)

Cuando nuestros aduladores, o más bien seductores, comienzan a elogiarnos, recordemos la multitud de nuestros pecados y nos reconoceremos indignos de lo que se dice o hace en nuestro honor. (…) Los hombres simples no son frecuentemente contaminados por el veneno de la vana gloria, porque ella es rechazo de la sencillez e hipocresía de la conducta.


San Juan Clímaco (c. 575-c. 650)
monje en el Monte Sinaí
De la humildad, La Santa Escala, 21ºescalón (SO 24, Bellefontaine, 1978), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 18,9-14


Evangelio según San Lucas 18,9-14
Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola:

"Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano.

El fariseo, de pie, oraba así: 'Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano.

Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas'.

En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: '¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!'.

Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos,

La vida ha cambiado mucho. Hemos progresado, pero hay cosas que siguen sin poder hacerse o vivirse al mismo tiempo. Por mucho que nos consideremos los señores del mundo y los reyes de la creación hay realidades que no están todavía a nuestro alcance. Hay personas que en una etapa de su vida decidieron quitarse años, no les apetecía reconocer el paso del tiempo; sin embargo años después han querido que sus documentos certifiquen su verdadera fecha de nacimiento para poder dejar de trabajar y cobrar la paga de jubilación correspondiente. Ellos mismos cavaron su propia tumba: no se puede querer pasar por más joven y mayor a la vez.

Algo de esto hay en la historia del fariseo y del publicano; algunos nos gloriamos tanto en nuestros méritos, medallas, aciertos, fidelidades, que no dejamos sitio ni a Dios ni a los demás. Nosotros lo llenamos todo.

Intenta almacenar agua en unas manos llenas. La advertencia de Jesús es bien clara: quien se enaltece será humillado; quien se humille será enaltecido. El que crea ‘ganar’ perderá; el que esté dispuesto a ‘perder’ acabará ganando. Miles de hombres y mujeres que han acogido el Evangelio, profundamente felices, lo demuestran con sus vidas.

Que hoy sábado, María, la mejor discípula de su Hijo, nos ayude a elegir como conviene para que venga su Reino. Que el buen José, su esposo, siga intercediendo por nosotros.

CR

fuente de comentario CIUDAD REDONDA
 

viernes, 25 de marzo de 2022

COMPRENDIENDO LA PALABRA 250322

¡Dios llama a la puerta de tu libertad!

María, en ti aparece hoy la fuerza y la libertad de Dios. Después de la deliberación del Consejo divino, tan grave y grandioso, el ángel es enviado a ti para revelar el misterio de ese Consejo y pedir tu adhesión. El Verbo sólo desciende en tu seno cuando has dado tu consentimiento. Espera a la puerta de tu voluntad, que quieras abrir al que desea venir en ti. No habría jamás entrado si no le hubieras abierto con tu respuesta: “Yo soy la servidora del Señor. Que se cumpla en mí lo que has dicho” (Lc 1,38).

¡Prueba evidente de la fuerza de la libertad de nuestra voluntad! Sin ella no se puede producir ni mal ni bien. Tampoco existe demonio o criatura que la coaccione al pecado, si ella no quiere. Nada la puede forzar a realizar el bien si ella lo rechaza. Si, la voluntad humana es libre y nada la puede reducir al mal o llevar al bien sin su consentimiento. María, el Dios eterno llamó a la puerta de tu voluntad y si no hubieras querido abrir, no se hubiera encarnado en ti.

Ruborízate alma mía, viendo hoy a Dios mismo emparentarse a ti en María. Hoy puedes ver que aunque fuiste creada sin haberlo pedido, sólo serás salvada si lo consientes. Dios llama a la puerta, espera que María consienta en abrir.



Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
María, tierra fecunda (Jésus Christ notre Résurrection, Cerf, 1980), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 1,26-38


Evangelio según San Lucas 1,26-38
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,

a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.

El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".

Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.

Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.

Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;

él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,

reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".

María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".

El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.

También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,

porque no hay nada imposible para Dios".

María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos,

En el prefacio de la misa de hoy leemos esto: Llegada la plenitud de los tiempos, Dios envió su mensaje a la tierra y la Virgen creyó el anuncio del ángel: que Cristo, encarnado en su seno por obra del Espíritu Santo, iba a hacerse hombre por salvar a los hombres. Sí, ya sé que es un texto muy denso, pero resume bien el sentido de la solemnidad de hoy. Aquí aparecen todos los personajes que encontraremos en las lecturas de hoy:
Dios Padre, que envía su mensaje a la tierra, o –por decirlo con las palabras del profeta Isaías- que nos envía una señal. Es el Dios cuya voluntad quiere cumplir Cristo al llegar a este mundo. Así se expresa en la carta a los hebreos y en el salmo 39: Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad.
Cristo, que es el Enmanuel (Isaías) y se llamará Jesús, Hijo del Altísimo, Hijo de Dios (Lucas), el mismo ue, al llegar a este mundo, dijo: Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo.
El Espíritu Santo, que hace germinar a Jesús en el seno de María: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra.
María, en quien, según la fe de la Iglesia se ha cumplido la profecía de Isaías: La Virgen está encinta y da a luz un hijo. Es esta virgen la que –según el relato de Lucas- estaba desposada con José y, al recibir de Dios la vocación de ser madre de Jesús, respondió: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra
El ángel Gabriel, que actúa como mensajero de Dios y que comunica a María las noticias más hermosas que jamás se han anunciado: El Señor está contigo; concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo; la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra.

La solemnidad de hoy aparece, pues, como el primer tiempo de la sinfonía de la encarnación. Este primer tiempo lleva un título: “La anunciación del Señor”. Y una indicación respecto del tempo: “Al llegar la plenitud de los tiempos”. Y, por supuesto, una detallada explicación de la partitura que ejecuta cada uno de los intérpretes.
Sobran las palabras. Llega el momento de dejarse invadir por la música y de aplaudir con todas las fibras de nuestro ser.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA 

jueves, 24 de marzo de 2022

COMPRENDIENDO LA PALABRA 240322



Conocer a Dios en el combate

[Santa Catalina escuchó a Dios decir:] Ustedes llegan a la perfección por el conocimiento de ustedes mismos y por el conocimiento de mi Bondad. El alma nunca conoce mejor que cuando estoy yo en ella, en el momento del combate. ¿Cómo? ¡Te lo diré!

Si al verse en medio de sus luchas, el alma toma conciencia que esos asaltos no le agradan y, al mismo tiempo, que no depende de ella librarse, aún si rechaza de consentir, puede entonces conocer que ella no es nada. Si ella fuera algo por ella misma, se pondría al abrigo de esas tentaciones que no quisiera tener. Así ella se humilla con el verdadero conocimiento de ella misma y, a la Luz de la santísima Fe, corre hacia Mí. Dios eterno que le impido en el tiempo de múltiples asaltos de ceder al enemigo consintiendo a las tentaciones con las que se siente sitiada y que, con Bondad, guardo su voluntad derecha y santa.

En el tiempo de la aflicción, la adversidad, las tentaciones de los hombres o del demonio, tienen razón de reconfortarse con la doctrina de mi tierno Verbo de amor, mi Hijo único. Son formas de hacer crecer la virtud y hacerlos llegar a la gran perfección.


Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
El don de lágrimas, El Diálogo (Le dialogue, II, Téqui, 1976), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 11,14-23


Evangelio según San Lucas 11,14-23
Jesús estaba expulsando a un demonio que era mudo. Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar. La muchedumbre quedó admirada,

pero algunos de ellos decían: "Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios".

Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo.

Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: "Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra.

Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul.

Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces.

Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.

Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras,

pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte sus bienes.

El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos,

En mi comunidad bromeamos cuando un hermano, al que apreciamos, nos anuncia su visita: “fulano no viene a vernos, viene a hablarnos”. En otra hacen bromas en este tiempo de cuaresma: “nosotros comemos y cenamos en silencio; sólo se oye hablar a fulano”.

Todos tenemos algún defecto que no vemos. Los demás lo perciben con facilidad, pero a nosotros nos cuesta más. Hay gente que habla y habla sin darse cuenta. En la relación con el Señor puede pasarnos lo mismo. La oración es diálogo, encuentro, conversación, pero precisamente por eso tiene un fuerte componente de escucha.

A quienes oramos con la Liturgia de las Horas se nos permite abrir muchos días de cuaresma recordando esta invitación del salmo 94 que hoy proclamamos en la eucaristía: “Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor, no endurezcáis el corazón”. La cuaresma es tiempo de muchas cosas (de oración, de ayuno, de limosna), pero sobre todo de escucha y amor. ¡Qué mal suena la expresión de la primera lectura de hoy: “aquí está la gente que no escuchó la voz del Señor”! ¡Qué distinta de la del salmo 23: “este es el grupo que busca al Señor”!

Pongámonos en camino. Ayudémonos a escuchar la voz del Señor. Dejemos que Él mismo nos dé el corazón y el espíritu nuevos que tanto pedimos estos días.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA