viernes, 31 de julio de 2015

Las consecuencias de la mentira

Si eres una persona contaminada por la bacteria de la mentira, ¡vuelve a la verdad!

La mentira es persistente. Voltaire, filósofo, que hizo un gran mal a la sociedad y a los cristianos decía “miente, miente, algo quedará”. ¡Cuántas mentiras hay contra el Evangelio! Después que las mujeres fueron al sepulcro y dieron la noticia de que el Señor había desaparecido, los sumos sacerdotes no fueron a ver el sepulcro abierto, no reconocieron la Resurrección de Jesús. Ese era el momento para que ellos caigan de rodillas y percibieran que se habían equivocado y habían matado al Señor de la vida. Era la oportunidad para que reconocieran el regreso de Jesús, pero prefirieron la mentira a la verdad.

consecuenciasdementira

Los sumos sacerdotes dieron una gran suma de dinero a los soldados diciéndoles: “Digan así: «Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos”.Al respecto, San Agustín hizo una burla : “Si ustedes estaban durmiendo, como vieron que los discípulos vinieron y robaron el cuerpo? si los vieron es porque estaban despiertos, y si estaban despiertos y vieron, ¿por qué no impidieron que robasen el cuerpo de Jesús?. Lamentablemente esa mentira proliferó y se difundió entre los judios hasta los dias de hoy.

En los tiempos de hoy, vemos mentira sobre mentira para arrasar la Iglesia. Ellos multiplican las mentiras a propósito, para colocar en las personas más interrogantes. Con el desconocimiento, las personas terminan dudando. Aquellos que tienen, en nuestro país, la oportunidad de tener un diploma y ejercer una profesión, en vez de salir creyentes de las universidades, salen difundiendo mentiras. Muchos abogados hacen un tremendo mal al decir a los esposos que la solución está en el divorcio. ¡Cuántos jueces hacen eso! No es solo la mentira, sino también los mentirosos, están más que nunca, actuando con gran arte. Muchas cosas están despedazando nuestra sociedad y nuestra familia.
“Ustedes tienen por padre al demonio y quieren cumplir los deseos de su padre. Desde el comienzo él fue homicida y no tiene nada que ver con la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, habla conforme a lo que es, porque es mentiroso y padre de la mentira.” (Juan 8,44).
Tu no puedes ser uno de aquellos que escuchó una mentira y dejó que esa semilla cayese en su corazón. Si eres una persona contaminada por la bacteria de la mentira, vuelve a la verdad que es Jesús y pide el Espíritu Santo. Con El entenderás la Palabra de Dios.
En este Evangelio, nosotros también tenemos la verdad: Jesús había resucitado. Dios resucitó, librándose de la angustia de la muerte, ella no dominó a Jesús, El continúa resucitado y presente entre nosotros. Los discípulos tenían esa seguridad: “El está entre nosotros”. No es solo un espíritu, es todo Jesús, cuerpo, sangre, alma y divinidad.

Nosotros seremos transformados cuando El venga con su gloria, cuando tengamos un cuerpo glorioso como el suyo. Los que mintieron también verán a Jesús pero con gran miedo y pavor. Las tinieblas se sientan condenadas por la luz y la venida de Jesús será para ellas una gran condenación. Necesitas difundir la verdad. Si tienes cuestionamientos, persigue la doctrina, el Evangelio está siendo difundido.

¡Dios te bendiga! Tu eres de la verdad, por eso eres del bien.

Monseñor Jonas Abib
Fundador de la Comunidad Canción Nueva 
fuente Canción Nueva en español

MATEO 13, 54-58

Los habitantes del pueblo donde Jesús había crecido se sintieron indignados ante las pretensiones de este vecino suyo, que conocían tan bien y, por eso, pensaban que no tenía nada de extraordinario. El hecho de conocer a Jesús como vecino impidió que los nazarenos reconocieran quién era el Señor en términos de su mensaje y sus obras.

San Mateo sitúa este pasaje inmediatamente después de la serie de parábolas que contó Jesús tratando de hacer un contraste entre la gente que “se quedaba en la playa” del lago para escucharle y los que oyeron sus palabras en la sinagoga de su pueblo, es decir, los que no se molestaron en ir a buscarlo.

La diferencia es la siguiente: Los que se reunieron a orillas del lago querían conocer a Jesús, escuchar sus enseñanzas y tener una relación más profunda con él. Los de la sinagoga escuchaban con curiosidad, pero con cierta desconfianza. Finalmente, los tibios de su pueblo lo rechazaron. En cambio, los discípulos, “gente humilde, pecadora, temerosa”, lo escucharon, creyeron en él y se transformaron en poderosos instrumentos de la gracia.

¿Por qué el conocer a Jesús a la distancia puede obstaculizar nuestra fe e incluso llevarnos a la incredulidad? Porque fácilmente podemos pensar que: “Dios es demasiado grande, o está demasiado ocupado para atender a mis pequeños problemas”, o bien, “es imposible que el Señor quiera hacer algo en mi vida hoy porque soy muy pecador.” Posiblemente el interés que una vez tuvimos por conocerlo haya desaparecido o se haya convertido en apatía.

¿De qué manera quiere reanimarnos el Espíritu Santo hoy día? Cualquiera sea la condición en la que nos encontremos, debemos acercarnos más a Cristo y aferrarnos a él con todas nuestras fuerzas.

En efecto, querido lector, no te limites a admirarlo desde lejos; acércate a su lado y pídele, búscalo, toca a su puerta, para que él se te revele cada día más. Ve a caminar con él y deja que te hable al corazón. ¡Qué sorpresa te vas a llevar!
“Jesucristo, Salvador mío, creo firmemente que todos cuantos te buscan te encuentran. Señor, haz un milagro en mi corazón, para que yo vea claramente que me amas. Escucha mis súplicas, Señor, porque te amo con toda mi alma.”

¿No es el hijo del carpintero?

San Máximo el Confesor (c. 580-662), monje y teólogo 
Capita theologica, 1, 8-13 : PG 90, 1182-1186.
«¿No es el Hijo del Carpintero?»
    El Verbo de Dios ha nacido por todos una vez según la carne . Pero, a causa de su amor a los hombres, desea nacer sin pararse según el espíritu en estos que le desean. El se hace niño pequeño y se desarrolla en ellos al mismo tiempo que las virtudes; se manifiesta en la medida en que sabe que el que le recibe es capaz. Actuando de este modo, no puede tener celos el que espera el brillo de su propia grandeza, porque él capacita y mide la capacidad de estos que desean verle.

De este modo el Verbo de Dios se revela siempre a nosotros a la manera que nos conviene y sin embargo vive invisible en todos, por la inmensidad de su misterio. Por esto el Apóstol por excelencia, considerando la fuerza de este misterio, dice con sensatez: «Jesucristo es el mismo ayer, hoy, y siempre» (Hb 13,8); contempla este misterio siempre nuevo que la inteligencia jamás terminará de escrutar... La fe sólo puede comprender este misterio, ella que está en el fondo de todo lo que desborda la inteligencia y desafía la expresión.

RESONAR de la PALABRA - 31 de Julio de 2015

Evangelio según San Mateo 13,54-58.
Al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados. "¿De dónde le viene, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros?
¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas?
¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?".
Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Entonces les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia".
Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.


RESONAR
Queridos amigos:

La experiencia que Jesús vive en el Evangelio de hoy se repite, por suerte o por desgracia una y otra vez. Como si tuviéramos un sentido especial para desconfiar de los que tenemos más cerca, para no valorar lo cotidiano, lo de siempre, lo conocido. Dice un refrán popular que mayor es el milagro cuando de más lejos viene el santo.

En el caso de Jesús, esta desconfianza de la gente más cercana, la de su pueblo, llega incluso a bloquearlo: no puede hacer allí milagros, no puedo ayudarles… su capacidad de hacer el bien se anula.

Quizá convendría recordarlo más a menudo: primero para desconfiar de nosotros mismos cuando ponemos en duda a los de casa, a lo de más cerca… solo por eso: por ser de casa. ¡Qué difícil sentir que de “los tuyos” provienen las mayores críticas y desconfianzas! Pero también recordémoslo para relativizar ese posible rechazo de los cercanos… Pidamos más bien el don del discernimiento, la lucidez de ser conscientes de lo que vivimos y de lo que provoca en nosotros, para elegir siempre con la mayor libertad posible la fidelidad a nuestro camino y a nuestra misión, a pesar de todo.

Hoy recordamos a San Ignacio de Loyola, maestro de oración, maestro de discernimiento. No especialmente por sus muchos conocimientos (que los tenía) sino por atreverse a vivir y a hacer consciente lo que vivía. A ponerle nombre. A dejarse confrontar por otros y a querer elegir siempre desde Dios. Esta frase de Jerónimo Nadal es todo un regalo y un proyecto de vida:

"Ignacio seguía al Espíritu, no se le adelantaba. De ese modo era conducido con suavidad a donde no sabía....Poco a poco se le abría el camino y lo iba recorriendo. Sabiamente ignorante, puesto sencillamente su Corazón en Cristo". Te la regalo cantada. Escúchala. Deja que te llene el corazón y te haga libre.

Tu hermana en la fe, Rosa Ruiz,
misionera claretiana

Buen día, Espíritu Santo!

¡Buen día, Espíritu Santo!
Cada amanecer la gracia de Tu Presencia pone ante mi
nuevos caminos, nuevas posibilidades.
Otórgame valentía y osadía para transitar cada acontecimiento,
para asumir cada responsabilidad,
para hablar lo que deba ser hablado,
callar lo que deba ser silenciado,
contemplar con compasión lo que deba ser contemplado.
¡Dame sabiduría!
Esa Sabiduría que sólo otorga la cercanía de Tu Amor;
Esa Sabiduría que brota de un corazón que late al compás del Tuyo.
Alienta a los que están entristecidos;
libera a los que están cautivos,
a los que se sienten prisioneros;
A los que están desesperados y desesperanzados;
A los que padecen parálisis espiritual;
A los que están atados por la dinámica del pecado.
Y con Tu Fuerza,
con el Poder de Tu Amor...
Libera, restaura, reconcilia y... ¡sella!
Amén.



jueves, 30 de julio de 2015

¿Será que Dios confía en mi?

Solamente crecemos cuando creemos que el Señor confía en nosotros,
dándonos una parte de Su misión.
Uno de los sentimientos más importantes para el crecimiento de una criatura es la confianza. Mi hijo, Eduardo, cuando era pequeño, vibraba mucho al percibir que podía ir al frente en algunas cuestiones "sin depender de mi". Lo mismo se da en nuestra relación con Dios.
Experimenta crecer en dos dimensiones: cree que Dios confía en ti y ayuda a muchos a crecer a partir de la confianza que perciben en ti.
Muchos jamás crecen porque no perciben esa confianza en nadie; mucho menos en sí mismos.

Con cariño y oraciones,
Ricardo Sá.
Adaptación del original en português.
Fuente Canção Nova.

En la orilla... se recoge lo que es bueno

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia 
Comentario sobre el salmo 95, 14-15
“En la orilla… se recoge lo que es bueno”


    “Regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad” (Sl 95,13). ¿Qué significan esta justicia y esta fidelidad? En el momento de juzgar reunirá junto a sí a sus elegidos (Mc 13,27) y apartará de sí a los demás, ya que pondrá a unos a la derecha y a otros a la izquierda (Mt 25,33). ¿Qué más justo y equitativo que no esperen misericordia del juez aquellos que no quisieron practicar la misericordia antes de la venida del juez? En cambio, los que se esforzaron en practicar la misericordia serán juzgados con misericordia (Lc 6,37). Dirá, en efecto, a los de su derecha: “Venid, vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo”. Y les tendrá en cuenta sus obras de misericordia: “Porque tuve hambre, y me disteis de comer, tuve sed, y me disteis de beber”, y lo que sigue (Mt 25,31s)…

    ¿Acaso, porque tú eres injusto, el juez no será justo? O, ¿porque tú eres mendaz, no será veraz el que es la verdad en persona? Pero, si quieres alcanzar misericordia, sé tú misericordioso antes de que venga: perdona los agravios recibidos, da de lo que te sobra… Y si dieras de lo tuyo, sería generosidad, pero porque das de lo suyo es devolución.  ¿Tienes algo que no hayas recibido? (1C 4,7). Éstas son las víctimas agradables a Dios: la misericordia, la humildad, la alabanza, la paz, la caridad. Si se las presentamos, entonces podremos esperar seguros la venida del juez que “regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad”.

RESONAR DE LA PALABRA - 30 JUL 2015

Evangelio según San Mateo 13,47-53.
Jesús dijo a la multitud: "El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces.
Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.
Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
¿Comprendieron todo esto?". "Sí", le respondieron.
Entonces agregó: "Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo".
Cuando Jesús terminó estas parábolas se alejó de allí.

RESONAR
Queridos amigos:

«El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran”.

Esta es una de esas imágenes del Evangelio que pueden ponerte en crisis con mucha facilidad… Pero bueno, ¡que es esto! El buen Dios que a todos cuida y quiere, ¡al final va a elegir los peces buenos y va a tirar al mar a los malos! ¿Por qué? ¿Acaso tiene el pobre pez responsabilidad alguna en no ser del agrado de tal pescador? Algo no cuadra, ¿verdad?

Vamos a completar el comentario con un párrafo de San Pedro Crisólogo a quien la Iglesia celebra hoy:

“Hombre, ¿por qué te consideras tan vil, tú que tanto vales a los ojos de Dios? ¿Por qué te deshonras de tal modo, tú que has sido tan honrado por Dios? ¿Por qué te preguntas tanto de dónde has sido hecho, y no te preocupas de para qué has sido hecho? ¿Por ventura todo este mundo que ves con tus ojos no ha sido hecho precisamente para que sea tu morada? Para ti ha sido creada esta luz que aparta las tinieblas que te rodean; para ti ha sido establecida la ordenada sucesión de días y noches; para ti el cielo ha sido iluminado con este variado fulgor del sol, de la luna, de las estrellas; para ti la tierra ha sido adornada con flores, árboles y frutos; para ti ha sido creada la admirable multitud de seres vivos que pueblan el aire, la tierra y el agua, para que una triste soledad no ensombreciera el gozo del mundo que empezaba”.

Creo que nos hace bien recordar que el mismo Dios, ese pescador que echa la red para toda clase de peces, nos valora a cada uno muchísimo más de lo que pensamos. Que nos cuida y embellece el mundo para nosotros, para que seamos felices. Pero nada es automático, no hay tiempos marcados para todos. Cada uno de estos peces vive su momento y su historia. Tú y yo también. Y nuestros tiempos no siempre coinciden. A veces estamos en disposición de “pasar al cesto” de Dios. Otras, aún tenemos que ser devueltos al mar para seguir creciendo, bregando, y aprendiendo a ver en nosotros tanto bien como Dios ve cuando nos mira.

Tu hermana en la fe, Rosa Ruiz, misionera claretiana

¡Buen día, Espíritu Santo!

Padre Dios, en la mañana
venimos a suplicarte una Bendición nueva y generosa,
una bendición acorde a Tu medida: la generosidad sin límites;
la Bondad sin término.
Tú que eres Poderoso y Misericordioso.
haznos sentir todo lo Bueno, todo lo Santo,
haznos sentir cercanía y protección,
resguardo y cobijo.
Derrama desde el Cielo de Tu Corazón Espíritu Santo,
Tu mismo Espíritu, Tu misma Vida, Tu mismo Amor.
Que quiebre todos nuestros límites,
las fronteras que le hemos puesto al amor,
al perdón, a la reconciliación.
Posáte sobre nosotros, y llena de Gloria el Templo que en nosotros has creado!
y Haznos testigos vivos de la Gracia derramada,
del Amor encarnado,
de la Esperanza que renace cada día,
para que "nuestro pequeño mundo" en ti crea.
Amen!




miércoles, 29 de julio de 2015

Carisma de intercesión - ¡estar en la brecha!

LA INTERCESIÓN ES ESTAR EN LA BRECHA

Muchos creyentes no saben qué es la intercesión. Ellos dirían que es oración. No obstante, existen diferentes formas de oración. La intercesión es muy diferente a otras formas ordinarias de oración. Es una forma de oración muy específica. Intercesión, que viene de la palabra latina “intercederé”, significa hacer una petición en nombre de otro. Interceder es estar entre dos partes, rogando ante uno en nombre del otro.

MODELOS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
El primer ejemplo de intercesión en la Escritura se encuentra en la historia de Sodoma y Gomorra, dos ciudades que Dios quería destruir a causa de los graves pecados de los habitantes. Es aquí donde Abrahan se presenta ante Dios y le dice: “¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable?”. Luego sigue la acción intercesora de Abrahan en nombre del pueblo de Sodoma y Gomorra que estaba a punto de ser destruido (Gn 18, 22-33). Aquí Abrahan está suplicando, pidiendo de todo corazón, literalmente haciendo ruegos por la salvación de Sodoma y Gomorra. Él lo hacía porque había una brecha en la relación de Dios con el pueblo de Sodoma y Gomorra a causa de sus pecados. La actitud suplicante de Abrahan es digna de atención, pues la verdadera intercesión es implorar a Dios por otro. Abrahan suplica como si Sodoma y Gomorra fuese suya y nos se rinde tan fácilmente.

Moisés es preeminente entre todos los hombres de oración del Antiguo Testamento. Se puso en la brecha después de que los israelitas pecaron contra Dios al adorar el becerro de oro, y Dios estaba a punto de destruirlos. “Este pueblo ha cometido un pecado gravísimo haciéndose dioses de oro. Pero ahora, o perdonas su pecado o me borras del libro que has escrito” (Ex 32, 31-32). También este caso hizo brecha –una ruptura en las relaciones, un distanciamiento, una barrera- entre Dios y el pueblo de Israel. “Dios hablaba ya de aniquilarlos; pero Moisés, su elegido, se puso en la brecha frente a él, para apartar su cólera del exterminio” (Salmo 106,23)

PAW-GAH
El intercesor es un mediador. “Mediación” significa colocarse en medio de las dos partes en conflicto con el propósito de unirlos. En el uso eclesiástico, tanto la mediación como la intercesión denotan la intervención, en primer lugar, de Cristo y, en segundo lugar, de la Santísima Virgen, los ángeles y los santos en nombre de los seres humanos. Sería mejor limitar la palabra mediación para la acción de Cristo e intercesión para la acción de la Santísima Virgen, los ángeles y los santos. Jesús es el mediador en el sentido absoluto de la palabra, en una manera que nadie más puede ser (1Tim 2,5). Su mediación se centra en la restauración de la amistad entre Dios y los seres humanos.
La palabra hebrea usada es paw-gah que se ha traducido como “intercesión”. La palabra paw-gah en el original hebreo significa ponerse en medio de forma persistente. “Busqué entre todos ellos a alguien que construyera una muralla y se mantuviera en la brecha frente a mi, a favor del país, para que no los destruyera, pero no pude encontrarlo” (Ez 22,30) El Señor no iba a tolerar el pecado del pueblo de Israel, pero buscaba a alguien que se colocara en medio, entre él y la gente, para que intercediera por ellos. “El Señor ha visto consternado que nadie interviene. Su poder lo socorre, su justicia lo apoya” (Is. 59,16) La misma palabra paw-gah se utiliza aquí y se ha traducido como “intervenir”.

Cyril John

Vice-presidente ICCRS

Don de Fe y Milagros - Parte X

LA FE ES UN ARMA
Del libro "Don de Fe y Milagros" - Parte X

Cuando un hombre camina revestido de fe, el mal no lo alcanza porque, con la fe, mucho más que con todas las otras virtudes, está bien protegido contra el demonio, que es el más fuerte y astuto enemigo. Nadie se puede defender si no tiene por escudo a la fe. Por esa razón, Jesús alerta que quien no cree ya está perdido porque rechazó el socorro enviado de parte de Dios (cfr. Jn 3,18).

San Mateo enseña algo parecido cuando afirma que la falta de confianza hace que Jesús opere pocos milagros entre su gente (cfr. Mt 13,58) Y lo mismo quiere enfatizar San Lucas al destacar que, cuando Pedro fue reivindicado por Satanás, dentro de otras cosas que Jesús podría haber pedido al Padre era por él, ninguna fue más importante que “una fe que no desfallezca” (cfr. Lc 22,32). Es por la fe que se distingue el cristiano. En ella está el principio de todo. Ella es el comienzo de la vida eterna: “Mientras tanto desde ya contemplamos las bendiciones de la fe, como un reflejo en el espejo, es como si ya poseemos las cosas maravillosas que un día disfrutaremos, conforme nos garantiza nuestra fe” (San Basilio)

En la fe, por el don del Espíritu Santo, esa vida eterna ya nos fue dada. Ya estamos viviendo el comienzo de una existencia que no tendrá fin. Es necesario comprender que la vida atraviesa varias fases y una de esas etapas es la que vivimos en la carne, en este cuerpo santificado por Dios. El derramamiento del Espíritu Santo sobre una persona da un nuevo impulso a su vida, de forma que su cuerpo reacciona de una manera que no podría reaccionar sin el Espíritu: se vuelve más dinámico, más lleno de energía, en otras palabras más vivo. La fe es esa fuente de vida que llena de ánimo, revitaliza y potencializa nuestro cuerpo.

Creemos no sólo con el espíritu, el cuerpo también manifiesta fe. Por eso, aunque la persona posea una carne frágil y doliente, por la fe en Dios, su cuerpo produce muchos y maravillosos frutos. Sin la fe, el hombre no quiere correr riesgos, de forma que hace siempre las mismas cosas que está acostumbrado, se vuelve esclavo de la rutina y aborrece la propia vida. Vive para repetir el pasado no consigue dar un rumbo que valga la pena para su futuro. Y por no saber dar un sentido a su vida, pierde el gusto por ella, y vive triste en el presente. La vida alegre, desbordante de entusiasmo, que todos queremos, se llama fe.

Muchas personas pueden ir más lejos de lo que ellas mismas imaginan. ¿Quieren saber por qué? El motivo es simple: rechazamos creer que somos capaces de realizar muchas cosas apenas porque tenemos miedo de ser contrariados y de fracasar. Por lo tanto, quien se acobarda y no toma las oportunidades por miedo a equivocarse, o de cómo los otros van a reaccionar, jamás descubrirá el poder de realización que el Espíritu Santo le dio. Tampoco aprenderá cuales son los límites de sus capacidades. Sólo cuando nos arriesgamos es que lo descubrimos. Solamente cuando intentamos ir más lejos y sobrepasar nuestros límites es que podemos ser capaces de saber dónde podemos llegar y aceptar nuestras limitaciones. Quien no quiere intentar lo que parece estar más allá de su alcance muere sin saber si lo habría podido conseguir si lo hubiese intentado, si se hubiese esforzado un poco más. Jesús afirma que “para Dios todo es posible” (Juan 10,27) y ese mismo Jesús asegura que “todo es posible para quien cree” (Mc 9,23) y ese mismo Jesús asegura que “todo es posible para quien cree” (Mc 9,23). Pero, ¿quién es aquel que cree eso respecto de sí mismo? Paulo solo consiguió hacer lo que hizo porque tuvo la osadía de creer: “Todo lo puedo en aquel que me da fuerzas” (cfr. Flp 4,13) Las personas siempre consiguen hacer únicamente aquello que creen que son capaces de hacer. Algunas veces, realizamos cosas que nunca habíamos imaginado, por la simple razón de que alguien creyó e invirtió. Conozco un joven que no conseguía hablar en público, tenía dificultades con los estudios y su ambición se limitaba a conseguir un empleo decente; con ocasión de un concurso, su profesor creyó en él, lo desafió, lo provocó al extremo, pero también le dio todo el apoyo necesario. El joven no solamente pasó el concurso, como descubrió sus capacidades de estudio, desarrollo un talento para comunicarse e impresionó a todos los que le conocían.

¿Por qué insistimos en no creer en nosotros mismos cuando el propio Dios cree en nosotros? Dios sabe de qué somos capaces aún cuando dudamos de nuestro propio potencial. Hay ciertas fuerzas que nos son extremamente necesarias y solo se manifiestan mediante la confianza. Eso es, cuando aprendemos a confiar en nosotros mismos, cuando aceptamos la confianza que los otros nos tienen, y cuando descubrimos que Dios, más que cualquier otro, cree e invierte en nosotros. Basta que la persona aprenda a confiar para que sus fuerzas sean renovadas y nuevas fuerzas le sean otorgadas: “Con el Señor enfrentaré batallones; con mi Dios, escalaré murallas” (2 Sam 22,30). El Señor “da ánimo al hombre cansado, recupera las fuerzas del frágil. Hasta los jóvenes se fatigan y cansan y aún los mismos guerreros algunas veces tropiezan! Pero lo que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, crean alas como las águilas, corren y no se fatigan, andan, andan y nunca se cansan” (Is. 40, 29-31)

La confianza en sí mismo solo crece en la medida en que la persona aprende a amarse. Alguien que no se ama difícilmente conseguirá amar a otro. Cuando nosotros no nos aceptamos ni queremos ser nosotros mismos, cuando gastamos nuestro tiempo, insatisfechos, intentando ser otra persona, somos incapaces de confiar, soportar y amar a quien quiera que sea. Si la persona se desprecia, la vida de ella se vuelve un tormento infernal para ella y para todos los que conviven con ella.


Del libro: “Dons de Fé e Milagres”
Márcio Mendes
Editorial Cançao Nova
Adaptación Del original em português.

Estoy apegado por demás ¿cómo cambiar?






Somos más libres y ricos cuando dejamos que las cosas y las personas pertenezcan a Dios.
Comprende que no todo debe estar a tu alcance siempre.
Las personas y las circunstancias necesitan simplemente pasar por nosotros,
enriqueciéndonos o volviéndose mejores por nuestra causa,
sin que, necesariamente nos pertenezcan.
Por lo tanto, cuanto más deseemos poseer, tanto más pobres y presos nos volveremos.
Si fuese preciso abrir más la manos, ¡no lo dudes!
¡Será mejor!

Con oraciones,
Ricardo Sá

JUAN 11, 19-27 - Santa Marta

Hoy, al celebrar la fiesta de Santa Marta, pensamos en la transformación que ella experimentó, cuando pasó de una fe elemental, no muy bien fundamentada, a una fe clara y firme. Era alguien que se dejaba llevar por los quehaceres domésticos, pero finalmente llegó a tener una fe profunda en Jesús. Esta transformación no se produjo de la noche a la mañana, ni fue resultado del esfuerzo propio de Marta: fue claramente obra de Dios. Lucas dice que ella estaba muy atareada sirviendo a sus huéspedes y que se quejaba de su hermana porque no le ayudaba.

En el Evangelio de San Juan, se ve que Marta es la persona activa y hacendosa que salió a encontrar a Jesús, mientras que María, quizás más contemplativa, permanecía en casa. A medida que las palabras de Jesús la fueron iluminando, Marta fue entendiendo mejor. Ya había percibido que Jesús estaba muy cerca de Dios, pero no lo veía todavía como “el Mesías, el Hijo de Dios.”

Marta pensaba que Jesús, por su cercanía a Dios, recibiría todo lo que pidiera: “Aun ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas.” Jesús podía haber terminado allí la conversación, pero la continuó porque quería que Marta tuviera una fe más firme y profunda, y le dijo que su hermano resucitaría, para ver qué le respondía ella. “Ya sé que resucitará en la resurrección del último día” replicó Marta, que entonces estaba al umbral de una gran revelación.

Así que Jesús le dijo francamente: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú esto?” Y viendo que la gloria de la verdad de Dios amanecía en ella, Marta declaró: “Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.”

Jesús condujo a Marta a través de un proceso mediante el cual su fe creció y se profundizó, y él quiere que todos pasemos también por el mismo proceso.
“Señor Jesús, sabemos que tú eres el autor y perfeccionador de nuestra fe, que has comenzado una buena obra en nosotros y no descansarás hasta completarla. Con fe en estas promesas eternas, te pedimos que nos vayas transformando en tu imagen, recibiendo cada vez más de tu gloria, como lo hiciste con Marta.”

Marta le dijo: "Sí, Señor, yo creo"

Beato John Henry Newman (1801-1890), teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra
Sermón: "Las lágrimas de Cristo en la tumba de Lázaro» PPS, vol. 3, n°10

Marta le dijo: «Sí, Señor, yo creo»

Cristo vino para resucitar a Lázaro, pero el impacto de este milagro será la causa inmediata de su arresto y crucifixión (Jn 11, 46s)... Sintió que Lázaro estaba despertando a la vida a precio de su propio sacrificio, sintió que descendía a la tumba, de dónde había hecho salir a su amigo. Sentía que Lázaro debía vivir y él debía morir, la apariencia de las cosas se había invertido, la fiesta se iba a hacer en casa de Marta, pero para él era la última pascua de dolor. Y Jesús sabía que esta inversión había sido aceptada voluntariamente por él. Había venido desde el seno de su Padre para expiar con su sangre todos los pecados de los hombres, y así hacer salir de su tumba a todos los creyentes, como a su amigo Lázaro... los devuelve a la vida, no por un tiempo, sino para toda la eternidad.



Mientras contemplamos la magnitud de este acto de misericordia, Jesús le dijo a Marta: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá, y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente." Hagamos nuestras estas palabras de consuelo, tanto en la contemplación de nuestra propia muerte, como en la de nuestros amigos. Dondequiera que haya fe en Cristo, allí está el mismo Cristo. Él le dijo a Marta: "¿Crees esto?". Donde hay un corazón para responder: "Señor, yo creo", ahí Cristo está presente. Allí, nuestro Señor se digna estar, aunque invisible, ya sea sobre la cama de la muerte o sobre la tumba, si nos estamos hundiendo, o en aquellos que seres que nos son queridos. ¡Bendito sea su nombre! nada puede privarnos de este consuelo: vamos a estar tan seguros, a través de su gracia, de que Él está junto a nosotros en el amor, como si lo viéramos. Nosotros, después de nuestra experiencia de la historia de Lázaro, no dudamos un instante que él está pendiente de nosotros y permanece a nuestro lado.

RESONAR de la Palabra - 29 Julio de 2015

Evangelio según San Juan 11,19-27. 
Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas". Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará". Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día". Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá;  y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?". Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo". 

RESONAR
Queridos amigos:

La Iglesia recuerda hoy a una mujer a la que tengo especial cariño: Santa Marta. Podríamos decir que es una de esas mujeres, que como cuenta hoy la primera lectura hablando de Moisés, “no sabía que tenía radiante la piel de la cara, de haber hablado con el Señor”. Sí, hablo de la misma Marta que en el evangelio andaba ofuscada y perdida en mil tareas, comparándose con su hermana María (que había elegido la mejor parte), comida por la envidia y los celos y el juicio… De esa Marta hablo.

No es que no me conmueva María, la que había encontrado el tesoro de su vida y había sido capaz de elegir lo que más feliz la haría, relativizando el resto. Pero me ayuda saber que también Marta es “Santa Marta”: que se puede vivir disperso, enfangado en mil historias, cubierta de juicios y prejuicios… y terminar rindiéndote, parando, quedándote donde realmente el corazón puede vivir, acogiendo en tu casa (en tu interior) a quien lo merece.

Dice Agustín: “Marta hospedó (a Jesús), como se acostumbra a hospedar a un peregrino cualquiera. Pero, en este caso, era una sirvienta que hospedaba a su Señor, una enferma al Salvador, una criatura al Creador. No te sepa mal, no te quejes por haber nacido en un tiempo en que ya no puedes ver al Señor en carne y hueso; esto no te priva de aquel honor, ya que el mismo Señor afirma: Cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”.

Desde aquí podemos contemplar hoy el evangelio: cada momento es una oportunidad para movernos por el campo de la vida sabiendo que hay un tesoro escondido que nos espera, que quiere ser descubierto. Y entonces, merecerá la pena vender todo lo demás, dejar otras tareas y ocupaciones internas y “comprar” el campo entero, abrir la propia casa y la vida a cada “huésped” como si de una perla fina se tratara.

Igual la vida sería distinta y los trabajos y servicios que hacemos a otros, tendrían otro sabor. No te parece?
Tu hermana en la fe,
Rosa Ruiz, misionera claretiana
publicado por Ciudad Redonda


Buen día, Espíritu Santo

¡Buen día, Espíritu Santo!
Se me enciende el corazón de Gozo
cuando me dejo levantar por Tí, mi Divino Espíritu.
Como un niño, dejo que sea Tu Gracia, y sólo Tu gracia,
la que me levante de la noche.
Tú has dado todo por mi;
hoy quiero darte lo mejor de mi.
Por mí, Sangre Divina fue entregada;
por mi, has pagado un precio sin precio.
Gracias porque a veces la vida me hace creer que no valgo nada;
y es Tu Amor el que me recuerda,
es esa Sangre la que me muestra cuánto valgo,
el precio que pagaste por mi, es alto!
Gracias porque derramas cada día
tu salud, tu fuerza, tu amor, tu alegría
y me impulsas a seguir adelante.
Bendíceme en Tu Amor,
con la Gracia del Padre,
en el Nombre del Hijo.
Amén!


martes, 28 de julio de 2015

¿Has oído hablar del "ICCRS" ?



SERVICIOS INTERNACIONALES DE LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA CATÓLICA 
ICCRS
Quién es ICCRS por Allan Panozza (Boletín ICCRS Enero - Febrero 2005)

Cuando fui elegido para el Consejo   Internacional (ICCRS), advertí que cada uno  de  mis  compañeros
consejeros poseía un amor profundo por Jesús, un deseo de participar en la obra del Espíritu Santo, y un compromiso con la Renovación Carismática Católica. Descubrí que ICCRS no era ningún tipo de cuerpo dictatorial creado para dirigir las actividades de la Renovación mundial. Todo lo contrario,  ICCRS  sólo  tiene  una  razón principal  para  existir.  ICCRS  literalmente existe para servir.

Durante mis años en la Renovación, he visto ocasiones en las que la competencia y las luchas de poder entre algunos líderes de grupos de oración y comunidades han conducido a la discordia, y a veces a la destrucción total de un grupo en particular. Me acuerdo que Jesús se encontró  una  vez  con  acciones  similares que  se  estaban  creando  entre  los apóstoles. Se ocupó de ello con mucha firmeza  “…no ha de ser así entre vosotros; sino el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido sino a servir…” (Mc 10, 43-45). Estas palabras de   Jesús   expresan   para   mí   la verdadera naturaleza de ICCRS.
El mandato de la Santa Sede que da autoridad y unge a ICCRS es muy claro, y se afirma en el primer artículo de sus Estatutos “…Su misión es el servicio a y la promoción de la RCC por todo el mundo, bajo la acción del Espíritu Santo, en estrecho contacto con la Santa Sede…” El Papa Juan Pablo II más recientemente reafirmó este mandato: “La tarea de ICCRS es coordinar y promover el intercambio de experiencias y reflexiones entre las comunidades Carismáticas  Católicas  en  todo  el  mundo”. (Rímini, 24 de abril de 2000).

Yo creo que la Iglesia Católica puede ser descrita como “un misterio”, y sin embargo mi propia noción de la Iglesia es muy simple: “La Iglesia es Cristo viviendo en el mundo hoy  a través de su pueblo”. Yo creo que la Renovación Carismática en la Iglesia es un regalo soberano de Dios en este momento de la historia, y una “moción demostrable” del Espíritu Santo a través  de  la  experiencia que nosotros llamamos “Bautismo en el Espíritu Santo”.

Yo  creo  que  ICCRS  es  una entidad inspirada por el mismo Espíritu Santo para encarnar su obra, y para ser fuente de apoyo y aliento a la Renovación Carismática mundial, y desde luego a toda la Iglesia. El  actual  Consejo  de  ICCRS incluye hombres y mujeres de trece países  distintos  abarcando  todos los continentes, y el personal de la oficina de ICCRS en Roma viene de cinco  países  distintos.  Verdadera- mente podemos decir que la naturaleza internacional de ICCRS se re- fleja en las palabras del canto de alabanza:  “Por  todo  el  mundo  el Espíritu de Dios se mueve”.

Estoy muy agradecido a Dios Todopoderoso por las muchas bendiciones que ha derramado en mi vida.  Una  de  estas  grandes  bendiciones ha sido la oportunidad de servirle a través de la Renovación Carismática Católica en mi propio país, Australia, y en otros.
Durante los catorce años que he servido en el Consejo Internacional, me he visto honrado sirviendo con hombres y mujeres dotados y generosos de muchos países, y algunos que ya se han ido a su recompensa eterna. En ICCRS estamos orando para que la causa para la beatificación del muy amado P. Emiliano Tardif se abra pronto. El P. Tardif sirvió en el Consejo de ICCRS a finales de los 90 con el ministerio especial de sanación, y dio testimonio de Jesús utilizando su carisma y a través de su humildad y santidad. A lo largo de los 2000 años de historia de la Iglesia, Dios ha hecho surgir muchas personas carismáticas y las ha ungido para traer nueva vida y nuevo vigor en tiempos de  necesidad.  Eran  personas  que tenían una visión para servir a Dios en  sus vidas cotidianas,  y  el  valor para llevar ese servicio a otros por medio de la oración y la acción. Sólo por nombrar a unos pocos, puedo referirme a las vidas del gran apóstol Pablo, Teresa de Ávila, Francisco de Asís,  y  en  tiempos  más  recientes Teresa de Lisieux y el Padre Pío. En mi humilde opinión también podríamos añadir a esa lista de nombres los nombres del Papa Juan XXIII y nuestro actual Papa Juan Pablo II.

Yo creo que ICCRS ha recibido esta misma visión. Yo creo que esta visión se está cumpliendo a diario a través  del  ministerio  de  personas dedicadas  y  dotadas,  que  están comprometidas a llevar el amor de Jesús y el fuego del Espíritu Santo al mundo en el que viven. Esta es la Renovación Carismática en acción. Como  su  cuerpo  de coordinación principal,  ICCRS  existe  para  servir, atender y alentarles para que sigan adelante en este propósito. Cada día se inicia en la Capilla de la oficina de ICCRS en Roma con la oración ante el Santísimo. Jesús presente en la Eucaristía  está  en  el  mismísimo corazón   de   la   espiritualidad carismática,  y  haríamos  bien  en recordar las palabras del Papa Juan Pablo II en su Carta Apostólica Mane Nobiscum Domine: “…El encuentro con  Cristo,  profundizado  continua- mente  en  la  intimidad  eucarística, suscita  en  la  Iglesia  y  en  cada cristiano la exigencia de evangelizar y dar testimonio” (número 24).

Que  Dios  Todopoderoso  conceda a ICCRS el privilegio de permanecer y servirle siempre a la luz de esta gracia.

¿Por qué me siento algunas veces en lo oscuro?

Aún cuando nadie sea capaz de ver,
la luz que más brilla es la que está dentro de ti.
Es tu sonrisa entre lágrimas,
la cara amable cuando las cosas se ponen difíciles,
el cariño dado a quien no lo merece recibir.
Es una forma de vivir cuando las cosas no van bien,
pero a pesar de todo continúa todo muy bien.
Esta luz, tú ya sabes bien de dónde viene,
y es capaz de iluminar el mundo entero.

Con oraciones,
Ricardo Sá

ARMAS EN EL COMBATE ESPIRITUAL

Los Sacramentos son armas en el combate espiritual

Esta prédica es la segunda parte de otra prédica, por lo tanto resumiré las principales ideas de aquella, porque las de hoy son la continuidad.
Ayer meditamos la parábola del sembrador. Jesús nos enseñó que somos llamados a luchar contra tres enemigos: el demonio, el mundo y la carne. Dos de ellos son externos: el mundo que nos seduce y el demonio que nos tienta. El otro es interno, son nuestras malas inclinaciones que muchas veces nos arrastran al pecado. En esta batalla contra los tres enemigos, Jesús nos dejó varias armas: el ayuno, la oración, la fe, entre otros.

Ayer me concentré en 7 sacramentos intitulados por Jesús, ellos son las armas más fuertes que tenemos en esta batalla. Pero muchos fieles no viven la grandeza y el poder de esas armas. No hay nada más fuerte que los sacramentos, cada uno tiene su fuerza específica. El bautizo nos hace hijos de Dios y nos renueva, nos lava de nuestros pecados. No hay dignidad más grande que ser hijo de Dios, y esa gracia Jesús nos la dio en el bautizo.

combateespiritualsacramentos

Hablé también de la Confirmación, que nos fortalece en la filiación divina, sobretodo en el testimonio de vida cristiana, ya que en los días de hoy, no es fácil dar testimonio de Jesús. La palabra griega para decir testimonio es “martir”. La confirmación te fortalece para que seas mártir. Hoy mismo, muchos morirán por ser cristianos. En iraq, en Medio Oriente, los fundamentalistas islámicos están matando a niños por ser cristianos. Hace poco, un periodista americano fue capturado por fundamentalistas islámicos y fue decapitado por ser  cristiano. En Europa, en paises civilizados, no se corta la cabeza de los cristianos, pero son enviados a las cárceles. Y en la persecución la tentación es huir y negar a Jesús, por eso el sacramento de la confirmación es importante porque nos ayuda a perseverar.

Hablé también de la Eucaristía, el más grande de todos los sacramentos, de todas las gracias. No hay tesoro más grande que recibir a Jesús en la comunión, es mucho más que ganar la lotería, no tiene comparación.

El pasaje de hoy es Juan 6, 30 ss, el discurso del Pan de Vida. Aunque digamos muchas cosas, no lograríamos decir todo sobre la Eucaristía, sin embargo esa Palabra bastará para entusiasmarnos a participar en la Santa Misa. Las promesas que Jesus nos hace son grandes. ¿Quieres ir al cielo? Entonces come la Carne y bebe la Sangre del Señor. El Sacramento de la Eucaristía genera comunión con Jesucristo. San León Magno decía: “El Sacramento de la Eucaristía no hace otra cosa sino transformarnos en lo que estamos recibiendo”. Este Sacramento te transforma.

Esto es vivir en Jesús, con Jesús, a través de los sacramentos, debería ser extraño ir a Misa todos los días y no experimentar esto. En el tiempo de Jesús y hasta ahora el pan es el alimento fundamental, el más básico; y lo que el pan hace con nuestro cuerpo, la Eucaristía lo hace con nosotros, nos fortalece espiritualmente. El vino es señal de vida para Judios y la Sangre de Jesús es vida para nosotros.
Me gusta mucho dar catequesis a los niños, decirles que Jesús está vivo en la hostia consagrada. Al final les pregunto: ¿Qué le vas a decir a Jesús cuando lo recibas? Las respuestas son lindas, hasta llego a llorar.

Una vez un niño especial deseaba recibir a Jesús Eucaristía, sus padres lo prepararon a través de la catequesis y fueron donde el padre para pedir que su hijo recibiera la Eucaristía. Sin embargo, la Iglesia tiene ciertas reglas y es necesario que la persona tenga conciencia para diferenciar el pan ordinario del pan consagrado, donde Jesús se hace presente. Así, el padre dijo que por las limitaciones del niño no era posible. Frente a la insistencia de los padres, quienesdecían haberle enseñado, el padre llevó al niño frente al sagrario y le preguntó: ¿Quién está aqui? El niño respondió: Jesús. Después, lo llevó a una cruz y preguntó: ¿Quién está aqui? y el niño respondió: Jesús. Entonces el padre le preguntó: ¿Y cuál es la diferencia? El niño, inspirado por el Espíritu Santo respondió: “Aquel que está en la Cruz se parece a Jesús pero no es Jesús, y aquel que está en el sagrario no parece, pero es Jesús”.

Ayer dije que para recibir a Jesús necesitamos fe, pero también necesitamos preparar nuestro corazón con una “ducha espiritual” llamada confesión. Además, existen otros cuidados secundarios pero que no son menos importantes. Por ejemplo: cuando vas a Misa para recibir a Jesús, no puedes ir con la misma ropa con la que vas a la playa. Imagina que el Papa Francisco te llame y te invite a cenar… entonces, ¿cómo vas a Misa para cenar con Jesús? El amor se manifiesta en todo, quien ama cuida de todo, hasta  las cosas más pequeñas. En Portugal las personas tienen un ropa que llaman “ropa de Misa”. Es importante saber que no todo lo que el mundo propone sirve para los hijos de Dios. Una cosa con la que el mundo nos contaminó se llama moda. En Fátima, nuestra Señora avisó que vendrían modas de ropa que ofenderían a Dios. Un hijo de Dios tiene que resistirse a esas modas. La hermana Lucía, una de los tres pastorcitos, decía que los hijos de Dios se tienen que vestir diferente por dos motivos: primero para no ofender a Dios y segundo para testimoniar que es cristiano. Entonces, ropas cortas, escotadas, apretadas, no sirven para los hijos de Dios.

En la Misa todo es importante, pero el punto más alto es cuando entras en la fila de la comunión para recibir a Jesús. Píde a Jesús la gracia de recibir dignamente su Cuerpo. Y tenemos que tener cuidado al recibirlo. La Iglesia permite que recibas la comunión en la mano, pero hay que tener cuidado para que no quede ni una migaja, porque esa migaja es Dios. También tenemos que comulgar antes de dar la espalda al sacerdote o al ministro. Lamentablemente existen muchos robos de hostias consagradas, que triste.
Hace dos semanas estuve en Roma, en un Congreso Internacional de Exorcistas, y dijeron que está creciendo mucho el robo de hostias consagradas. En muchas Iglesias las personas entran, roban solamente las hostias, no quieren el cáliz, nada, solamente a Jesús. ¿Pero por qué? Para usar a Jesús en rituales satánicos. Te pido que puedas tener presente estos pecados en tus oraciones, pero que también tengas más cuidado cuando vas a comulgar, estáte atento si alguien no comulgó. Si lo descubres, ve atrás y defiende a Jesús. Esa es una misión que les dejo a ustedes. ¡Ay de nosotros si no defendemos a Jesús!. Existen sitios en internet que venden hostias consagradas. Es increíble como muchas veces los satanistas tienen más fe en la Eucaristía que muchos católicos, porque para ellos la hostia tiene que ser consagrada.

Ya vimos tres sacramentos, ahora vamos a ver los sacramentos de sanación, que son dos: la confesión, que sana lo más profundo de nuestra alma, de nuestros pecados, y la unción de los enfermos, que está destinado a los enfermos. ¿Pero para qué sirve la confesión? Después del bautismo fuiste lavado, pero lamentablemente pecamos nuevamente y Dios te da una segunda chance, que se llama sacramento de la reconciliación. Nos lava, nos limpia, nos purifica. En una aparición, la Virgen María dijo que no existe nadie en el mundo que no necesite por lo menos una confesión por mes. El mayor enemigo de nuestra salvación es el pecado, y el pecado se vence solamente con la confesión. Pero necesita ser una buena confesión: tienes que estar arrepentido. Con el pecado no puede haber compromiso, porque es siempre una ofensa a Dios, es siempre una mala elección. Necesitas después, hacer una confesión completa, no esconder ningún pecado. Confesar también los pecados más graves. No necesitas contar una larga historia, tienes que ser directo, no podemos ser genéricos. Hay gente que confiesa: ¡Padre hice cosas malas! ¿Pero qué serían cosas malas? Pueden ser muchas cosas: robar, matar, faltar a Misa. Es distinto. Se directo con el sacerdote, si no puedes, pide ayuda al Espíritu Santo.

Necesitas detenerte y ver lo que estás viviendo, analizando tu conciencia de acuerdo con la Iglesia, con sus mandamientos. Una de las cosas que más me ayudó en mi caminata espiritual fue la confesión frecuente. Mensual y después semanal. Necesitas luchar siempre, arrepintiéndote.

Jesús dejó un sacramento de sanación para los enfermos. Pero que últimamente se fue dejando para quien está muriendo. Pero es para quien está enfermo, no solo para  quien está muriendo. Todos los que están enfermos pueden recibir ese sacramento. Jesús sana a través de ese sacramento. Existen muchos testimonios de personas que son sanadas a través de la unción de los enfermos. Conocí un sacerdote jóven que me testimonió que visitando a una señora muy anciana que estaba por morir, en el lecho de hospital, dándole el sacramento de la unción de los enfermos, vivió 20 años más. Ese sacramento puede ser recibido más de una vez. Si estás enfermo, recibes el sacramento y te sanas, pero después te enfermas de nuevo, llama al sacerdote nuevamente. Si una persona está en coma y no puede confesarse, el sacramento de la unción cumple el papel de la confesión y lava el alma de esa persona.

Padre Duarte Lara
fuente Portal Canción Nueva

¿Cómo nos protegemos de los ataques del enemigo?

Lo que necesitamos es luchar contra todo lo que nos aleja del amor de Dios 

Cierta mañana, un niño se acercó a su abuelo y le preguntó.”abuelito, dentro de mi corazón vive un lobo y una oveja. ¿Cuál de los dos va a crecer? Y su abuelito le respondió: crecerá aquel a quien tu alimentes”.

combateespiritual

Dentro de nosotros también viven un lobo y una oveja.
El lobo se alimenta de nuestros pecados y la oveja de nuestra santidad.
Mientras tanto, todos los días, somos influenciados por las fuerzas del mal que intentan alejarnos del amor de Dios.
El enemigo es perspicaz y actúa silenciosamente en las fuentes del sentimiento: el corazón. En este silencio, el enemigo busca alimentar nuestro lobo interior llevándonos a decir ‘si’ al pecado. El pecado alimenta el mal en nosotros. Sin embargo, siempre tendremos la libertad de decir sí o no frente al ataque del enemigo.
Las Sagradas Escrituras nos orientan para vencer las guerras del terrorismo espiritual que el enemigo intenta implantar en nuestra alma.

Lo que necesitamos es luchar contra todo lo que nos aleja del amor de Dios .
Por lo tanto, hagan morir en sus miembros todo lo que es terrenal: la lujuria, la impureza, la pasión desordenada, los malos deseos y también la avaricia, que es una forma de idolatría”Col 3,5
Es necesario abandonar sentimientos, palabras y acciones que desfiguran nuestra identidad divina:  es necesario acabar con la ira, el rencor, la maldad, las injurias y las conversaciones groseras. (Col 3,8).

La búsqueda de la santidad nos capacita a alimentar nuestro corazón con el amor a los hermanos “Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo. Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección.” (Col 3,12-14).

La búsqueda por las cosas de lo alto nos hace caminar con el corazón en Dios y con una mirada de misericordia con los hermanos y hermanas. ‘La sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura; y además, pacífica, benévola y conciliadora; está llena de misericordia y dispuesta a hacer el bien; es imparcial y sincera’ (Santiago 3,17).

Silenciar frente a un ataque es el camino para no alimentar la maldad en el corazón de quien busca crear guerras y divisiones: ‘Sin leña se apaga el fuego, y si no hay un detractor se apacigua la pelea. (Proverbios 26,20).

El camino de la victoria por la paz es reconciliarse con sus sentimientos: ¿De dónde provienen las luchas y las querellas que hay entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que combaten en sus mismos miembros? Ustedes ambicionan, y si no consiguen lo que desean, matan; envidian, y al no alcanzar lo que pretenden, combaten y se hacen la guerra. Ustedes no tienen, porque no piden. O bien, piden y no reciben, porque piden mal, con el único fin de satisfacer sus pasiones. (Santiago 4,1-3).

Todo lo que disminuye al otro en su dignidad es un plato lleno de maldad para engordar al lobo que se saciará de  "falta de respeto": ‘Hermanos, no hablen mal los unos de los otros. El que habla en contra de un hermano o lo condena, habla en contra de la Ley y la condena. Ahora bien, si tú condenas la Ley, no eres cumplidor de la Ley, sino juez de la misma. (Santiago 4,11).
Para vencer un ataque es necesario cultivar una vida de oración cimentada en la Palabra de Dios. Nuestra alma se alimenta de lo que le ofrecemos.
Padre Flávio Sobreiro
Bachiller en Filosofía. Teólogo por la Facultad Católica de Pouso Alegre- MT. Vicario Parroquial de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen (Cammbuí-MG)
fuente Portal Canción Nueva

MATEO 13, 36-43

“Los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre.”Mateo 13, 43
El Evangelio de hoy nos invita a meditar en la realidad del bien y el mal que vemos en nosotros mismos, en los demás y en el mundo. ¡Qué bendición es poder leer los relatos de los Evangelios, en los que podemos “escuchar” las enseñanzas de Jesús, nuestro Señor y “presenciar” sus acciones!

Jesús dice que los discípulos son dichosos porque abren los oídos para escuchar su Palabra y los ojos para ver las señales del Reino de Dios. Pero muchos no entienden lo que el Señor enseña porque tienen el entendimiento embotado por el egoísmo, la indiferencia o la autosuficiencia.

Con todo, los discípulos le piden que les explique la parábola. Uno también puede pedirle al Señor que le explique por qué no avanza más en su vida interior, diciéndole: ¿Cómo puedo serte más fiel, buscarte en el trabajo o en lo que me sucede?

Jesucristo nos invita a elevar la mirada hacia el ámbito celestial, allá donde nos espera la morada definitiva. A menudo vivimos muy de prisa, y rara vez nos detenemos a pensar en que un día deberemos dar cuentas a Dios de la vida que hayamos llevado, de lo que hayamos hecho con los dones, los talentos y las cualidades que él nos ha dado. Y nos dice el Señor que al final de los tiempos habrá una selección, en la cual Dios separará a los que han sido fieles y los que no lo han sido.

El cielo hay que ganarlo en la tierra, en el día a día, no esperando situaciones que quizá nunca llegarán, sino haciendo lo que hay que hacer por lo que somos: hijos de Dios. Hay que vivir con sencillez, humildad y siendo fieles a lo que es ordinario, lo que a los ojos del mundo no tiene trascendencia alguna.

El Evangelio también nos recuerda que aquello que cosecharemos será lo que hayamos sembrado en esta vida, en el huerto que hoy nos toca cuidar, y que idealmente debería dar un fruto al ciento por ciento, para que cuando Dios nos llame a su presencia, le podamos presentar algo: actos de fe, de esperanza y de amor.
“Amado Jesús, gracias por explicarnos la verdad.Abre mi entendimiento y mi corazón, Señor,para que yo logre captar el sentido verdadero de tus enseñanzas.”

RESONAR DE LA PALABRA - 28 de Julio 2015


Evangelio según San Mateo 13,36-43.
Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña en el campo".
El les respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;
el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.
Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo.
El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes.
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!

RESONAR
San Gregorio Palamas (1296-1359), monje, obispo y teólogo
Homilía 26; PG 151, 340-341

«Entonces los justos resplandecerán en el Reino de su Padre»
Existe una cosecha para las espigas de trigo material y otra para las espigas dotadas de razón, es decir, para el género humano. Ésta se realiza en los infieles y reúne en la fe a los que acogen el anuncio del Evangelio. Los obreros de esta cosecha son los apóstoles de Cristo, después sus sucesores, más tarde aún, a lo largo del tiempo, los doctores de la Iglesia. Cristo, refiriéndose a ellos, ha dicho: «El segador ya está recibiendo su salario y almacenando fruto para la vida eterna» (Jn 4,36).

Mas, hay todavía otra cosecha: es el paso de esta vida a la vida futura que, para cada uno, se realiza a través de la muerte. Los obreros de esta cosecha ya no son los apóstoles sino los ángeles. Tienen ellos una responsabilidad más grande que la de los apóstoles, porque son los que hacen la clasificación que sigue a la cosecha y separan a los malos de los buenos, tal como se hace con la cizaña y el buen grano... Desde hoy somos «el pueblo escogido por Dios, la raza santa» (1P 2, 9), la Iglesia del Dios vivo, escogidos de entre los impíos y los infieles. Que de la misma manera podamos nosotros, en el mundo que ha de venir, ser separados de la cizaña de este mundo y agregados a la muchedumbre de los que son salvados en Cristo, nuestro Señor, bendito por los siglos.

lunes, 27 de julio de 2015

Ejercer el propio don - Parte II

Los celos son un azote que destruye la comunidad. Provienen de los que ignoran sus propio don o de los que no creen bastante en él. Si estuviéramos convencidos de nuestro propio don, no tendríamos celos del de los demás que siempre nos parece mejor.Bastantes comunidades forman (¿deforman?) a sus miembros intentando que todos se parezcan, como si eso fuera una cualidad, basada en la abnegación. Están fundadas en la ley, en el reglamento. Por el contrario, hace falta que cada uno crezca en el ejercicio de su don para construir la comunidad, volverla mejor y más dinámica, como signo del reino.No hay que mirar únicamente el don más externo, el talento.Hay algunos escondidos, latentes, mucho más profundos, ligados a los dones del Espíritu Santo y al amor, que están llamados también a florecer.Algunas personas tienen talentos excepcionales: son escritores, artistas o administradores competentes. Estos talentos pueden convertirse en don. Pero a veces la personalidad de esa persona está tan implicada en su actividad que esos talentos los ejerce más o menos para su gloria o con un deseo de afirmarse o de poder. 
En ese caso, es mejor no ejercer esos talentos en comunidad. Es preciso descubrir un don más profundo. Otros están por el contrario demasiado flexibles y receptivos o su personalidad puede estar menos formada o cuajada. Deben utilizar su competencia como un don al servicio de la comunidad.

EJERCER EL PROPIO DON - Parte I

Utilizar cada uno su don es construir la comunidad. No ser fiel al don es dañar a toda la comunidad y a cada uno de sus miembros. Es pues, importante que cada cual conozca su don, lo ejerza y se sienta responsable de su crecimiento; que los demás le reconozcan ese don y que dé cuentas de cómo lo utiliza. Los demás tienen necesidad de ese don y por lo tanto tienen también el derecho a saber cómo se ejerce, animando al poseedor a aumentarlo y a ser fiel a él. Todo el que siga su don, encuentra su lugar en la comunidad, convirtiéndose no sólo en útil sino en único y necesario para los otros. Así es cómo se desvanecen las rivalidades y los celos. 
Elizabeth O'Connor en su libro El octavo día de la creación nos da ejemplos impactantes de esta doctrina de san Pablo. Cuenta la historia de la señora vieja que entró en la comunidad. Un grupo de personas intentaba hacerla discernir cuál era su don, pero a ella le parecía que no tenía ninguno. Unos y otros insistían reconfortándola: «tu presencia es tu don», aunque ella no estaba satisfecha. Algunos meses más tarde descubrió su don que consistía en presentar ante Dios, en una oración de intercesión, a cada uno de los miembros de la comunidad. Cuando les hizo partícipes a los otros de su descubrimiento, encontró su sitio en la comunidad. Los demás sabían que siempre necesitaban de ella y de su oración para ejercer mejor sus propios dones.

PROFECÍA

Profeta es aquel que nos habla en nombre de Dios, un mensajero de Dios para su pueblo. Los profetas sacan a los hombres de la inercia y los urgen a volver hacia el Dios vivo. San Pablo dio una definición muy exacta de la profecía y de la función de los profetas: “Por el contrario, el que profetiza, habla a los hombre para su edificación, exhortación y consolación” (1ª Cor. 14, 3).
Por lo tanto la profecía edifica, construye, conforta, robustece, alienta y anima, consuela, calma y apacigua. Es como si Dios hablara al corazón de los hombres. Por este carisma Dios transmite su mensaje y edificar a su pueblo. San Pablo dice: “Aspirad a los dones espirituales, sobre todo al don de profecía” (1ª Cor. 14, 1-5).
¿Qué experimentan en su alma los que tienen este carisma? ¿Qué es lo que les impulsa a hablar a la comunidad? Esta es la experiencia común en casi todos los casos: "El Espíritu Santo les hace percibir una llamada o un impulso que les mueve a pronunciar una palabra, una frase o una idea, que se va desarrollando a medida que es proclamada y les da la convicción de que esa palabra, frase o idea viene del Señor y no de si mismos; les hace percibir, asimismo, la urgencia de proclamar esa palabra y de que Dios mismo desea que su mensaje sea manifestado". Suele ser una palabra de estímulo, de exhortación y de aliento.
Toda palabra profética debe someterse al discernimiento y el criterio es muy sencillo: “Si una palabra profética produce sosiego, amor, paz y gozo en el Espíritu Santo es un buen signo de su autenticidad”.
fuente: RCC de San Cristobal, Tachira.

RESONAR de la Palabra - 27 de Julio de 2015

Evangelio según San Mateo 13,31-35.
Jesús propuso a la gente otra parábola:
"El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.
En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas".
Después les dijo esta otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa".
Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas,
para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.

RESONAR
San Máximo de Turín (¿-c. 420), obispo
Homilía 111; PL 57, 511

La levadura del mundo entero

En el evangelio leemos: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, quedará solo; si muere dará mucho fruto ” (Jn 12,24). El Señor Jesús es el grano de trigo, pero también es levadura... Viniendo al mundo, como hombre y solo, el Señor Jesús ha dado a todos los hombres la posibilidad de llegar a ser lo que él mismo es. Todo aquel que se incorpora a la levadura de Cristo se convierte en levadura, útil para si mismo y para todos los demás. Se salvará y salvará a muchos.

Antes de ser introducida en una medida de harina, la levadura se bate, se desmenuza, se disuelve--- Entonces es cuando se asemeja a los innumerables granos de trigo molidos que constituyen la harina. Unifica en un cuerpo sólido una sustancia que, de suyo era tan inconsistente como el mismo polvo. La levadura, en fin, convierte en una pasta útil lo que parecía ser pura dispersión vana.

Así, Nuestro Señor Jesucristo, levadura del mundo entero, fue quebrantado por muchos sufrimientos, lacerado y destruido, y su sustancia, su preciosa sangre, fue derramada por nosotros para dar consistencia a todo el género humano disperso. Nosotros, que éramos como la harina de pueblos dispersos, nos ha reunido como la levadura convierte la harina en masa compacta. Nosotros yacíamos, miserables, por toda la tierra, dispersos y quebrantados, ahora quedamos unidos en el cuerpo de Cristo, gracias al poder de su pasión.

Buen día, Espíritu Santo!

Señor y Dios de nuestras vidas,
al despertar colocamos delante de Ti nuestras necesidades y carencias,
nuestras expectativas, anhelos y deseos,
te suplicamos que de Tu generosidad seamos llenos.
Danos el maná de la solidaridad y la generosidad,
el que hace compartir teniendo tus mismos sentimientos.
Danos el vivir esta semana que iniciamos juntos,
expectantes, alegres y esperanzados.
Asegura nuestro caminar sobre Tus pasos;
Afirma nuestras rodillas vacilantes;
Direcciona nuestro obrar,
Perfecciona en el Amor las obras que iniciamos,
Danos Tus Palabras, las que consuelan y fortalecen,
para que cuantos se crucen en nuestros senderos,
de ellas también puedan beber,
y saciarse, y llenos de vigor proclamar Tu Bondad y Tu Misericordia,
que no reconocen límites,
que no tienen ocaso.
Amén!


domingo, 26 de julio de 2015

Nuestra identidad XI

"Algunos no llegan a comprometerse con las personas desamparadasporque están demasiado cegados por sus propias lágrimas;no escuchan el grito del pobre pues se han ensordecido conel ruido de sus propios deseos y de sus propios proyectos. Cuandohacemos el esfuerzo de no escuchar, de no afligirnos por los pequeñossufrimientos propios, por menudas inquietudes, nosaliamos con el pobre."
jean vanier