jueves, 26 de diciembre de 2013

¿Dios, dónde estás?

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En la Navidad, muchos se recuerdan del Papa Noel, pero se olvidan de Jesús.

En tiempos de Adviento, de preparación para las fiestas de Navidad, del nacimiento de Jesucristo, existe una pregunta que provoca algunos cristianos perplejidad: “¿Donde estás?” (Gn 3,9). ¿Donde esta Jesucristo en el contexto navideño, si Él no es más el enfoque para ser celebrado? Las atenciones no se encuentran dirigidas a la espiritualidad cristina.

Los datos de la cultura revelan, teniendo en cuenta los numerosos errores cometidos, que las personas se esconden de Dios. Hacen de todo para anularlo, porque su presencia implica responsabilidad, cobranza y seriedad en la realización de las cosas. La presencia del Señor se entiende como aquello que dificulta el uso de la libertad, por no poder actuar de cualquier forma.

No es muy diferente en Navidad. Jesucristo ha sido menos conocido y menos citado como el niño de Nazaret que la imagen comercial del Papa Noel. No importa el corazón, la transformación interior y una espiritualidad renovada, sino la participación del comercio, la facturación y el regalo material como una de las primeras preocupaciones.

Eliminando a Jesucristo de la Navidad, aumentamos la distancia entre el Creador y la criatura. Con esto, las personas se convierten en dueños de si mismas, queriendo convertirse en diosas de si mismas. Por lo tanto, pueden caer por tierra toda dimensión ética, el sentido de responsabilidad en relación a los demás y la propia naturaleza. Es la perdida de referencias.

¿Dios, donde estás? Fue la preocupación de los antepasados, viendo en Él la realización de un proyecto, teniendo a las personas como colaboradores. Es un proyecto que continua, hoy, y refleja las acciones de la cultura, de la ciencia y del desarrollo de la sociedad. Pero el autor del proyecto no ha sido notado y hasta obligados a estar lejos para no dificultar.

En el espíritu de la Navidad, todos nosotros estamos llamados a un camino de perfección, y armonía con aquello que es capaz de proporcionar felicidad completa. Eso, difícilmente, sucederá sin la confianza en Dios. Es una conquista, con gran determinación, siguiendo el ejemplo de muchos en la donación de vida.

Monseñor Paulo Mendes Peixoto
Traducido: Thaís Rufino de Azevedo
fuente www.cancionnueva.com


miércoles, 18 de diciembre de 2013

Un ministerio que salva al mundo


Intercesión ,
un ministerio que salva al mundo

La intercesión no es un servicio a ser ejercido por cualquier persona que quiera estar en oración, por "alguien que no tiene nada que hacer". "Los que sobran van al grupo de intercesión".
No, no es eso.
Los intercesores son los invitados a sentarse delante de Jesús en el cielo para contribuir con el Señor en la salvación del mundo.
Nuestras oraciones cambian el destino del mundo y de la Iglesia!
Hoy, más que nunca, estamos necesitados de cristianos orantes.
Si nuestra Iglesia todavía está tal mal es porque tenemos pocos cristianos que oran.
Algunos piensan que oramos por demás.
Nó! Rezamos poco todavía.
Tal vez aquellos que encuentran que rezas mucho es porque ellos rezan poco.
Desgraciadamente rezamos poco.

Dios quiere cambiar todas las cosas. El nos llamó a nosotros que no somos gran cosa y nos dio ese privilegio de ser orantes, de ser intercesores, de ir con Cristo a la sala del trono, a la sala de las decisiones de este mundo. El quiso darnos ese privilegio. Es una cuestión de guerra, de lucha.
Nosotros que estuvimos con el Señor en la sala del trono somos enviados al campo de batalla!


Tu hermano,
Mons. Jonas Abib
fuente: Mensaje del día www.cancaonova.com
adaptación del original en portugues.


domingo, 15 de diciembre de 2013

Discernimiento

DISCERNIMIENTO
EN EL MINISTERIO DE SANACIÓN
P. Emiliano Tardif.

Señor Jesús, de nuevo te lo pedimos: envíanos tu Espíritu Santo, Espíritu de Verdad, Espíritu de Luz, de Amor, de Paz. Ven, Jesús, y ayúdanos a discernir con el poder de tu Santo Espíritu lo que viene de Ti y 10 que no viene de Ti, para que seamos guías seguros para tu rebaño, para las ovejas que Tú nos has confiado. A todos nos has llamado a ser en el mundo de hoy pastores de tus ovejas y necesitamos, Señor, que la luz de tu Espíritu y te lo suplicamos. Envíanos esa Fuerza de lo alto, envíanos ese Espíritu de Luz y de amor, para que seamos auténticos pastores de tu rebaño.
Dios te salve, María...

Hermanos, en este día en que hablamos del ministerio de sanación y de liberación, hemos pensado que sería de mucha importancia dedicar esta primera reunión de la tarde sobre EL DISCERNIMIENTO, porque hay muchos errores que se cometen en nuestro apostolado, en nuestro ministerio de sanación y de liberación. Hay muchos errores posibles y nosotros tenemos una necesidad urgente de crecer en el discernimiento, de cara a la Renovación Carismática que surge como una sorpresa del Espíritu en la Iglesia. Debemos ejercitar un discernimiento espiritual que nos llevará a distinguir lo que viene de Dios y lo que no viene de Dios.

Y la problemática es que hay tantas manifestaciones, tantas intervenciones extraordinarias de Dios a través de carismas, de visiones, de inspiraciones, de acciones que llenan de estas mismas inspiraciones, de estos estados de consolación o de desolación, que pueden ayudarnos a descubrir la voluntad de Dios. Y el discernimiento de espíritus no es cierta habilidad, cierta capacidad de evaluación, cierta habilidad en evaluar. El discernimiento de espíritus trata de lo que tiene que ver con los espíritus. El discernimiento de espíritus responde a una única pregunta: ¿ cuál es la fuente del impulso que tengo ante una decisión? ¿Cuál es la fuente del impulso que tengo ante una decisión?

El discernimiento presupone prudencia, inteligencia, pero a veces las rebasa. Así, vemos cómo una persona muy unida con Dios puede tener gran discernimiento, sin ser la más inteligente.

¿ Cuál es la fuente del impulso que tengo ante una decisión? Esa fuente puede ser:

1°. Dios o sus ángeles.

2°. Puede ser Satanás o sus demonios.

3°. También puede ser el propio espíritu que puede estar sano o puede estar enfermo.

Y después de discernir de dónde viene lo que nos mueve, podemos actuar con más seguridad.

Y hay que notar que también después de una intervención de Dios o de sus ángeles, Satanás puede tratar de entrometerse y buscar hacernos daño. Así a Jesús en el desierto, a Jesús que estaba lleno del Espíritu Santo, Satanás le prometió riquezas y gloria "si te prosternas". Y Dios, hermanos, nos ha dado a todos capacidad para discernir, pero vamos a ver las formas de discernimiento.

HAY TRES FORMAS DE
DISCERNIMIENTO
(comúnmente hablando)

Vemos que existe en todo ser humano normal, sano, existe un discernimiento natural, que viene de nuestra inteligencia, del ejercicio de nuestras facultades. Podemos todos los humanos ejercitar ese discernimiento natural y este discernimiento lo tiene todo ser humano normal.

También existe la segunda forma de discernimiento que es el discernimiento doctrinal, el arte cristiano de discernir. Un discernimiento que se adquiere con el estudio, con la reflexión y en la oración. El discernimiento doctrinal es lo que todos ustedes, todos nosotros debemos buscar y debemos perfeccionar. Sin ser especialistas, sin ser doctores en ninguna materia, todos los que quieren hacer algún apostolado necesitan tratar de adquirir, poco a poco, ese discernimiento doctrinal, que es un arte, que es una ciencia. Se va adquiriendo poco a poco, como vamos a explicarles después.

Y la tercera forma de discernimiento es el discernimiento carismático. Éste lo reciben algunos como un don gratuito, espontáneo, igual que el don de lenguas, el don de profecía, el don de sanación, el don de interpretación... todos estos carismas que el Espíritu está regalando a la Iglesia de hoy, son dones que se reciben gratuitamente. Así es el discernimiento carismático. Y el discernimiento carismático puede ser dado en una comunidad, a una persona particular, a dos o a tres, pero no es este discernimiento carismático que nosotros debemos buscar con tanto esfuerzo, porque se recibe gratuitamente. Debemos estar abiertos y si el Espíritu nos quiere dar un discernimiento carismático a veces en una dificultad especial, ¡aleluya!, lo agradecemos al Señor y le damos gracias, pero no podemos contar con el discernimiento carismático como una forma constante de actuar, como la persona que tiene don de profecía no habla siempre en profecía... A veces, el Espíritu puede impulsarte a dar una profecía, pero la mayoría de las veces tú hablas por tu cuenta y no impulsada por el Espíritu.

El discernimiento carismático puede ser que a veces venga a ayudarnos a solucionar un grave problema, pero no es un carisma que está siempre en acción. De manera que lo que quiero con ustedes explicar un poco más es el discernimiento doctrinal, el arte de discernir. Este discernimiento todos debemos buscarlo, adquirirlo, poco a poco, para nuestra vida personal y para nuestro apostolado.

El discernimiento espiritual siempre ha ocupado una posición central en la vida cristiana y existe una necesidad continua de discernir, de abrirnos al Espíritu y de discernir lo que Él quiere de nosotros, de ser sensitivos á las diversas maneras en que Él puede manifestarse. El Espíritu siempre habla, nosotros por nuestra parte debemos siempre desear escucharlo, más aún, debemos saber cómo escucharlo.

Nos decía el Cardenal Suenens en su libro "Un nuevo Pentecostés": "Creo con toda el alma que nos encontramos en presencia de una gracia de elección (hablando de la Renovación Carismática} , nos encontramos en presencia de una gracia de elección para la Iglesia, si es que acertamos en captarla, marcar su ruta desde el interior y preservarla de los falsos modos que no cesaba de suscitar en ella el maligno, consiguiendo en cambio, que penetre en ella (la Iglesia} como un renacer de primavera".

Es una gracia de Dios en la Iglesia la Renovación con tantos carismas para la edificación de la comunidad cristiana, pero si nosotros no aprendemos a discernir lo que viene de Dios y lo que no viene de Dios, hay un grave peligro de que nos dejemos engañar por falsificaciones y entonces surgen personas que empiezan a profetizar sin que sea una profecía impulsada por el Espíritu, una persona que comienza a dar Palabra de Ciencia que no son verdad, puede haber personas que pretenden discernir una cosa en una asamblea y no hay nada de ésto.

El discernimiento espiritual es difícil, pero el Señor nos invita, nos da una pista muy sencilla para comenzar siquiera a ejercitarlo. Cuando Él nos dice: "No hay árbol bueno que dé fruta mala, ni al revés, árbol malo que dé fruta buena. En efecto, todo árbol se reconoce por su fruto" (Luc. 6, 43} Este principio tan sencillo es un criterio de discernimiento espiritual que todos los carismáticos en su vida particular y en su comunidad, en su grupo de oración, por lo menos deberían saber: ver, analizar ,cuales son los frutos. No hay árbol bueno que de fruta mala.

Nos dice S. Pablo en la 19 a los Tesalonicenses (5, 19-21}: "No apaguen el Espíritu, pero examínenlo todo y quédense Con lo bueno". ¡Qué principio tan hermoso! Es un principio que vale oro. "No apaguen el Espíritu, pero examínenlo todo y quédense con lo bueno". Claro que no vamos a apagar el Espíritu, que no vamos a prohibir el ejercicio de los carismas, pero "examínenlo todo y quédense con lo bueno". Y cuando en su grupo de oración alguien comienza a inventarse con ese afán de profecía, a veces hay personas que tienen una facilidad poética muy grande y comienzan a hacer frases bonitas y comienzan a decir algo con un tono como si fuera una profecía , pero la asamblea se queda fría, vacía, y uno dice: "¡qué es lo que pasa, que cuando él tiene profecía a mí como que me molesta!" ¿Te molesta? Pregunta al otro si le molesta también, y pregunta al otro... y si a todo el mundo le molesta esa profecía..., hay que verificarlo todo y quedarse con lo bueno!... El Espíritu Santo cuando habla a la asamblea llega al corazón y el Espíritu Santo produce frutos buenos, no produce malestar, no produce esa inconformidad que vemos a veces cuando algunas personas comienzan a inventar... La falsificación es lo más peligroso en los carismas.

Y ¿ cómo vamos a saber si un carisma es auténtico o no ? Por los frutos. San Juan nos dice en su primera epístola (4, 1): "No crean a todos los que se dicen inspirados. Examinen los espíritus para ver si vienen de Dios". ¡Qué claro hablaba San Juan!: "No crean a todos los que se dicen inspirados".

Entonces, hay algunos criterios de discernimiento espiritual que nos van a ayudar a examinarlo todo y a quedarnos con lo bueno.

y el primer criterio nos lo da el Señor, es una pista excelente y sencilla: "No hay árbol bueno que dé fruta mala, ni árbol malo que dé fruta buena. En efecto, todo árbol se reconoce por sus frutos". y debemos saber nosotros si queremos caminar en la vida del Espíritu, si pretendemos vivir en el Espíritu, por lo menos debemos conocer cuáles son los frutos del Espíritu Santo, o mejor dicho, cuál es el fruto del Espíritu Santo. Pablo, en la epístola a los Gálatas (5, 22) nos dice: " ... En cambio, el fruto del Espíritu es AMOR". y después, Pablo sigue narrando más frutos que son como las ramas que salen del tronco, del árbol. El amor es el tronco y las ramas que salen del tronco son: alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí" .

Tratemos de ver si lo que está pasando en nuestra asamblea o en nuestra vida produce frutos buenos, si produce el fruto del Espíritu. Si lo que está pasando me da paz, me da alegría, me da comprensión... O si lo que me está pasando me da orgullo, si me da tristeza, si me da temor... Si lo que me está pasando no produce el fruto del Espíritu no puede venir del Espíritu Santo, puede venir del espíritu humano, del mío, o puede venir del espíritu maligno, pero no del Espíritu Santo. ¿Cuál es el fruto del Espíritu, entonces? Ver, juzgar el árbol por sus frutos.

Y un segundo criterio es juzgar si la manifestación del Espíritu viene de acuerdo con el mensaje de la Alianza, es decir, el Espíritu Santo nunca se contradice. Todo el contenido de la Biblia, el mensaje de la Alianza, nos lo dio el Espíritu Santo del Señor, y el Espíritu Santo HOY no puede venir a decir algo al pueblo de Dios que contradiga aunque sea en una palabra el contenido de la Biblia, imposible, el Espíritu Santo no se contradice. Tengo que ver, sea en la profecía o en el mensaje o en la palabra de conocimiento que recibió una persona, si lo que me dice está de acuerdo con la Palabra de Dios o no; y voy a ver si conozco o no un poco la Biblia, este es el primer conocimiento que todos los carismáticos deberían buscar: conocer la Palabra de Dios, leer la Biblia, meditarla, volverla a leer... Para saber qué es lo que nos ha dicho el Espíritu Santo en la Biblia y ver si lo que nos está pasando está de acuerdo con la Palabra de Dios o si en algo contradice la Palabra de Dios.

También, otro criterio es nuestra actitud con Jesucristo. Ustedes aquí no sé si tienen sectas o no, como los testigos de Jehová, que dicen que Jesucristo fue un gran profeta pero no es Hijo de Dios, como los mahometanos que tampoco aceptan que Jesucristo es hijo de Dios... y sin embargo, nos dice Jesucristo en el Evangelio: "Yo soy el Camino, nadie va al Padre sino por mí". Tenemos en Nueva York una nueva secta que nosotros llamamos "los discípulos de Moon", los munistas, y ellos invocan a Dios Padre, invocan al Espíritu Santo, pero dicen que Cristo fue un gran profeta que murió y que el Mesías es Moon, ese surcoreano que vive en Nueva York, un multimillonario, que se divorció varias veces, y ahora se declaró "el Mesías" y tiene muchos discípulos en América latina y en Francia, en Europa... Ya son millones los discípulos de Moon... Entonces, ellos no aceptan a Jesucristo como Hijo de Dios, dicen que Jesucristo fue un gran profeta, pero que Moon es el Mesías hoy. Y nos dice Jesucristo: "YO SOY EL CAMINO, NADIE VA AL PADRE SINO POR MI". Nuestra actitud con Jesucristo nos ayuda a discernir si la decisión que estamos tomando realmente viene del Espíritu Santo o si puede ser impulsada por el espíritu de la mentira.

Una de las condiciones más importantes para el ejercicio del discernimiento espiritual es un contacto constante y sincero con la Palabra de Dios. Y si un consejo podemos darles a los hermanos de la Renovación es que se alimenten de la Palabra de Dios, que la estudien, que traten de seguir alguna clase de orientación bíblica para conocer más y más el contenido de la Revelación, para orientar sus propias vidas con seguridad.

Otra condición para un discernimiento correcto es la oración. La oración nos pone en condición de ventaja para buscar la voluntad de Dios. La persona que ora mucho claro que va a recibir más orientación, más luz del Señor, que el otro que no se preocupa por buscar la voluntad de Dios a través de la oración.

Y otra condición es la libertad de espíritu. Para el ejercicio de los carismas se necesita mucha libertad de espíritu, y para discernir también. En algunos grupos carismáticos, (no sé si aquí, hemos visto que sucede en nuestro país) personas que animaban grupos de oración grandes y el dirigente o la dirigente no se atrevía a corregir a Fulana porque daba profecías que todo el mundo sentía que no eran del Señor, pero como era una gran señora profesora en la Universidad y que sabía mucho, no se atrevían a corregirla. Y eso todo el mundo sentía que no era del Señor, y que le faltaba al dirigente libertad. No podemos permitir que pase cualquier cosa si es Fulano quien lo dijo y no me atrevo a decírselo "porque él estudió más que yo". Necesitamos libertad de espíritu para corregir a los que se están equivocando y necesitamos libertad para nosotros ejercitar un carisma. Porque si yo me preocupo mucho por lo que van a decir los otros y tal vez se van a burlar de mí o me van a criticar, jamás voy a abrir la boca para dar una profecía... Yo recuerdo lo que le pasó a un profesor de Universidad, de X, que recibió una noche en una asamblea de oración donde había unas quinientas personas el don de profecía. Él era un profesor en Orientación en la Universidad y él recibió la profecía pero no quería abrir la boca, porque la profecía a él le parecía imposible dar lo que el Señor le estaba dando, y la profecía comenzaba con estas palabras: "Yo soy el Señor". Y él pensaba: "Si yo comienzo diciendo esto me van a decir que estoy loco", y él no quería abrir la boca. Y fa profecía venía impulsada por el Espíritu y él con ese temor a lo que van a pensar los demás, él no quería soltar la profecía. Total, él nervioso y estaba al final de la asamblea de oración casi temblando, porque era una profecía impulsada con mucha fuerza y él no la daba. Y al final, abrió la boca y comenzó la profecía que comenzaba con esa palabra: "Yo soy el Señor" y era el Señor que nos hablaba, pero era una profecía tan hermosa que él durante dos minutos habló con tanto poder y fuerza en la asamblea, y al final había por lo menos veinticinco o treinta personas que estaban llorando en la asamblea. Porque la palabra de Dios es operante en los que creen, es eficaz, y cuando una profecía es auténtica Palabra de Dios actúa y a veces sana corazones heridos, corazones rotos. La Palabra de Dios actúa y a veces es tan fuerte que algunos la reciben con una emoción muy fuerte y empiezan a llorar y lo que pasó en aquella ocasión es que era una profecía de consuelo para muchas personas de la asamblea y tocó sus corazones tan fuertemente que sentían eso que dicen los discípulos de Emaús: "Acaso nuestro corazón no ardía cuando Él nos hablaba?"

Cuando es Palabra del Señor y llega al corazón, sucede a menudo que hay un fruto de san ación interior o de arrepentimiento, un cambio de mentalidad... y por eso él, al dar la profecía que venía del Señor, fue un instrumento para que el grupo cambiara. Pero si no tiene libertad de espíritu y si no quiere abrir la boca y dar esa profecía que le da el Espíritu del Señor ¿qué va a pasar? Es lo que dice San Pablo: "No apaguen el Espíritu". Y en muchos sitios se apaga el Espíritu, en muchos países se apaga el Espíritu. Es decir, que es posible recibir carismas del Espíritu y no ponerlos al servicio del pueblo de Dios. Se apaga el Espíritu y da pena.

Yo conozco un grupo de oración que tenía carismas hermosos y donde el Señor se había manifestado en sanaciones interiores, en sanaciones físicas, en profecía, en cantos en lenguas, en mensajes... y resulta que un día nombraron en la parroquia a un sacerdote muy intelectual y muy cerebral que no quería nada de esto, pero él iba a la asamblea de oración porque siendo el Párroco se sentía como obligado a estar presente. y resulta que como él no quería nada de esto y a la gente le decía que eran invenciones suyas, poco a poco la gente fue dejando de profetiza, fueron dejando de cantar en lenguas, dejaron incluso de orar por los enfermos, no daban palabras de ciencia para no ser burlados por el párroco, y ya era una Hora Santa vieja la que había en la Iglesia, ya no había grupo de Renovación Carismática porque estaban apagando al Espíritu y no había manifestación alguna de esa presencia del Espíritu. Y da pena, hermanos, que con el pretexto de juzgarlo todo algunos exageran y no permiten manifestaciones del Espíritu, y otros con el deseo de dar mucha libertad a la asamblea dejan pasar todo y no ejercitan un discernimiento correcto y entonces hay mucha falsificación. Y si nosotros no lo cuidamos, las falsificaciones son capaces de hacer un daño grande a nuestras comunidades carismáticas, tanto que si toleramos las falsificaciones sin decir nada, la gente poco a poco se va a desilusionar y va a dejar de ir a la asamblea, va a dejar de participar en las actividades de la comunidad y van a decir: "son una pandilla de locos", porque cada uno hace lo que quiere y nadie tiene criterio para discernir, nadie está frenando lo que no viene de Dios...

Yo recuerdo cuando estuvimos dando un Retiro en Nicaragua, encontramos ahí una cosa muy helada, ellos no habían tenido la suerte de recibir retiros de la Renovación en Managua, pero tenían grupos que habían comenzado y habían ido caminando a su manera. Y entonces, hemos visto cómo una señora se daba la tarea de interpretar toda una oración en lenguas; alguien estaba orando en lenguas, y ella estaba aliado interpretando a su manera todo... Cuando sabemos que una oración en lenguas no se interpreta, lo que se interpreta es el mensaje en lenguas. Pero la oración en lenguas no se interpreta. Cuando nos ponemos a orar en lenguas todo el mundo, no hay que buscar interpretación, de verdad que no. Dice San Pablo que "el que ora en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios". Y en ese grupo de oración, cuando alguien oraba en lenguas, ella "lo interpretaba", lo inventaba todo, porque no era ningún mensaje que se estaba dando, estaban orando en lenguas... y tuvimos que corregirles esto. Pero, a través de sus interpretaciones, ella había dicho que teníamos que pasar los tres días en Managua, que no fuéramos a otro sitio donde habíamos quedado, sino que nos quedáramos en Managua centralizándolo todo y lo "interpretaba" ella inventándolo después de una oración en lenguas. Y la gente lo creía!... Y yo les dije: "Vamos a ver si el Señor tiene razón, nosotros vamos a ir a la otra ciudad, y si el Señor no quiere nos lo impedirá, pero llegamos a X y tuvimos tantas bendiciones que no tuvimos duda de que era la voluntad de Dios que fuéramos allí. Y entonces, algunos se van porque dicen: "Es todo demasiado complicado", y pierden una bendición grande que se está derramando en la Iglesia. Los dirigentes debemos aprender a crecer en el discernimiento, a ver los frutos, a juzgar lo que está pasando con los carismas, y si hay frutos bien, y si no es que no era del Señor. Este principio tan sencillo hay que ejercitarlo.

Yo recuerdo que en mi parroquia había un catequista de unos veinte años de edad y estaba fascinado con la Palabra de Ciencia, él encontraba eso fantástico. Cuando comenzamos a anunciar alguna sanación en la asamblea de oración a él eso le encantaba y quería recibir ese carisma. Y entonces, una noche en su grupo de oración, después de orar por los enfermos comenzó a anunciar que uno se sanaba del hígado y otro se sanaba del corazón y que otro se sanaba de mala circulación de la sangre... y la gente estaba fascinada, y decía: "Ya tenemos a uno que tiene Palabra de Ciencia, ¡qué maravilloso!" Y a la semana siguiente, al llegar a la asamblea de oración estaban deseosas de oír testimonios y ¡NADA!, No se había sanado nadie, y comenzaron a dudar. Y entonces, él de nuevo se atrevió a dar otras palabras de ciencia, inventándolas; él pensaba que con decir que alguien se sanaba de cáncer se iban a sanar ¡imagínense! Tuvimos que ir al grupo de oración porque ya se estaba destruyendo y decirle: "¡Cállate, tú no tienes derecho a dejar a Dios como mentiroso! ¡Lo que tú estás diciendo no viene del Espíritu!".

¿Cómo vamos a saber si viene del Espíritu o no? Por los testimonios, en un caso así, por los frutos. Si no hay fruto, díganle a la persona: ¡Cállate, que el Señor no habla mentiras! El Señor no va a anunciar una cosa y no hacer nada! Y es muy difícil en nuestros grupos de oración crecer si no ponemos un poco de disciplina con estos principios sencillos, "juzgadlo todo y quedarse con lo bueno". Eso es sencillo, ¿verdad? Pero hay que hacerlo.

Entonces, el discernimiento natural - como les dije- es el sentido común. Eso lo tiene todo el mundo que tiene una inteligencia normal, que no está enfermo. Pero puede un ser humano no tener sentido común; hay personas que enferman y pierden "el norte" y ya no tienen sentido común y no podemos fiarnos de lo que dicen... Yo recuerdo que en un manicomio en X, había una sala donde estaban trabajando los locos, porque no estaban tan mal como para no trabajar, podían hacer algo. Y estaban en una sala dos locos pintando, y uno de ellos estaba en una escalera pintando una pared y el otro estaba abajo sujetando la escalera. Iban trabajando muy bien, pero llegó un momento en que el de abajo le dijo al loco de arriba: "agárrate de la brocha, que yo voy a cambiar la escalera". Entonces, ¿qué le faltaba? Le faltaba discernimiento natural, ¡ustedes se imaginan!... El discernimiento natural lo tiene todo ser humano normal, si no está enfermo.

El discernimiento doctrinal lo podemos adquirir poco a poco, a través del estudio de la Palabra de Dios, a través de la reflexión, juzgando el árbol por sus frutos... Eso es lo que nosotros debemos buscar. Y no juzgar como para criticar, como para levantar chismes y sembrar discordia, sino para ser buenos pastores del rebaño. Debemos tomar nuestras responsabilidades pastorales en la comunidad, en el grupo, en nuestra vida también, aprender a juzgar por los frutos. Si la decisión que estoy tomando me está causando gozo, alegría, si me da paz... puede ser que esa decisión la esté tomando realmente inspirado por el Espíritu del Señor. Pero si lo que estoy haciendo me produce tristeza, amargura...; si tomo una decisión y me sale muy mal, tal vez esa decisión no es lo que el Señor quería, hay que ver los frutos.

Y nosotros tenemos que estudiar un poquito también el discernimiento carismático, porque es uno de los carismas que se está renovando en la Iglesia de hoy. Y el discernimiento carismático es algo tan nuevo que un gran especialista en cuestiones de discernimiento, que vino de España a Santo Domingo, un sacerdote de mucha fama que fue a Santo Domingo a dar conferencias a los religiosos de muchas Congregaciones, sobre la vida espiritual y el discernimiento, ni mencionó el discernimiento carismático, porque parece que él estudió mucho el discernimiento doctrinal pero el discernimiento carismático es algo que se está renovando ahora en la Iglesia. Es uno de los carismas que el Espíritu nos está regalando, que está renovando a la Iglesia, y algunos ni lo mencionan, como que no han vivido esa experiencia todavía. Pero, créanlo, es una realidad.

Sin embargo, el discernimiento carismático siempre debe que estar sometido a un discernimiento doctrinal. En el sentido de que aunque el Espíritu te dé un discernimiento bien claro que te llena la mente, un discernimiento sobre una realidad que pasa, tú vas a ver si es realmente del Espíritu o no, juzgando por los frutos. Si no, tú no puedes tener seguridad de si fue tu imaginación o si fue el Espíritu que te impulsó a tomar esa decisión.

sábado, 14 de diciembre de 2013

El Señor estará a nuestro lado

Confía en el Señor

Face-materia da homilia monsenhor¡Sólo en el Señor la fuerza y la victoria!


En el campamento “Hosana Brasil” traemos pedidos al Señor, pero, sobre todo, traemos agradecimientos, porque el “Hosana” es en especial un momento de acción de gracias.
En este “Hosana” estoy trayendo muchos agradecimientos al Señor.


Mi agradecimiento, mi profundo agradecimiento al Señor es por estar totalmente restablecido. Le agradezco a Dios de todo corazón. Estoy profundamente agradecido, es acción de gracias. Hoy me sumerjo en el Corazón de Dios, agradecido, y mi corazón es de quien recibe muchas bendiciones.

“¡Felices son aquellos que esperan el Señor!” Yo me identifico mucho con este versículo bíblico, porque yo esperé en el Señor, me uno a muchos que esperan y que, como yo, alcanzarán gracias, y le digo a aquellos que todavía no las recibieron: ¡vale la pena esperar!



El salmo siempre esta de acuerdo con la primera lectura, que dice (Is 30,19-21.23-26): “Así dice el Señor, el Santo de Israel: “Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, no tendrás que llorar, porque se apiadará a la voz de tu gemido: apenas te oiga, te responderá” Te digo a ti yo he confiado en las palabras de esta lectura, el Señor quiere que confíes tu también. Espera en el Señor, confía en Él. La palabra maestras es confiar, di con fe: “Señor, confío en Ti, por eso continuo, porque creo que seré atendido”.
Cuando buscamos a Dios, necesitados, el Señor se conmueve, por que Él es Padre, y podemos decir que este Padre tiene corazón de madre. El Señor se conmueve con los dolores de sus hijos.

Y sigue la lectura: “Aunque el Señor te dé el pan medido y el agua tasada, ya no se esconderá tu Maestro” No es el Señor quien da el pan de la angustia, eso viene de los propios acontecimientos y de la fragilidad de nuestro cuerpo; pero cuando la angustia viene a nuestro corazón el Señor no se aparta de nosotros. El Señor estará a nuestro lado, como Maestro, para conducirnos en nuestra angustia y tribulación. Es Señor es un maravilloso pedagogo. Y cuando estamos en la angustia y en la aflicción, Él está como un Maestro, que nos toma de la mano.

La aflicción y la angustian nos desorientan. Y tú que estás pasando por eso, que pasarás, no olvides que Dios está ahí y Él es tu Maestro.

“Tus ojos verán a tu Maestro. Si te desvías a la derecha o a la izquierda, tus oídos oirán una palabra a la espalda: Éste es el camino, camina por él” El Señor dice que en la hora de la aflicción cuando tus oídos no escuchen a Dios, Él dice que lo escucharás. Entonces dile al Señor que quieres escucharlo. Le pido al Señor que en la hora de la aflicción tú puedas sentirlo. Dile: “Señor quiero verte y escucharte en el dolor y en la aflicción”.
La Palabra de Dios nos muestra el camino a seguir si desviarnos ni a la derecha ni a la izquierda. Y también afirma: “Te dará lluvia para la semilla que siembras en el campo, y el grano de la cosecha del campo será rico y sustancioso” Cuantos agricultores siembran y se quedan esperando que llueva, yo te digo: mi hermano, confía en el Señor. Sé que ya pasaste por varias situaciones que no salieron como esperabas, pero el hombre que cuida de la tierra tiene una esperanza: si no llovió este año, el próximo año lloverá. Confía en el Señor y el obrará.

El evangelio (Mateo 9,35-10,1.6-8) de hoy comienza haciendo una síntesis de la vida de Jesús: “En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias”

Jesús fue de pueblo en pueblo, curando y realizando muchos milagros, después de este recorrido el Señor vio como estaba el pueblo y San Mateo relata: “Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies”
Mis hermanos, nuestro pueblo está de esa misma forma, casado y abatido como ovejas sin pastor. Necesitamos mucho de buenos sacerdotes, de religiosos. Necesitamos de nuevas comunidades. El Señor nos dice: “Necesito también de ti, tu debes ir y ser mi apóstol”. Jesús te dice: “Cuento contigo”.
El Señor quiero que tú vayas y lleves la evangelización con ardor. En esta tarde el Padre Adriano Zandoná presentó su nuevo libro, Dios le concedió ese don a él. Tal vez tú también tengas este don. Y hoy tenemos las redes sociales donde se puede escribir, yo te digo: aventúrate en este medio. Tal vez no tengas el don de predicar, pero utiliza otros medios. ¡Habla de Jesús, no dejes de hablar del Señor! Si Dios te dio la capacidad de predicar, ¡predica!

Sé apóstala, evangelizadora, sabemos que la mujer habla más que el hombre, entonces, mujer, usa ese don para hablar de Dios. Testimonia lo que Dios hizo en tu vida. Son esos operarios que el Señor necesita.

Estamos en pleno adviento, este tiempo en que nos preparamos para la Venida del Señor, entonces preparémonos. Y preparémonos también para la Venida Gloriosa del Señor. Es por causa de la Segunda Venida del Señor que necesitamos evangelizar urgentemente.

Sé como el pastor que perdió una oveja y que fue detrás de esa que se perdió.
Tuvimos al Papa Benedicto XVI, el Pontífice de la nueva evangelización, mostrando que la iglesia quiere la nueva evangelización. Y ahora viene el Papa Francisco, presentando el Evangelii Gaudium (la Alegría del Evangelio), su primera Exhortación Apostólica.
Tal vez en tu casa exista una oveja perdida, o hasta una oveja negra, esa oveja necesita de cuidado especial, tal vez ya hiciste mucho e incluso creas que ya has hecho todo, pero no, ¡no desistas! Reza por esta persona.

¡Hoy el Señor está de brazos abiertos para recibirte! ¡Reciben el llamado de Jesús! El abrazo más lindo es el del padre y el hijo pródigo. Entrégate a Jesús.


Monseñor Jonas Abib (Fundador de la Comunidad Canción Nueva)
Traducción: @ExequielAlvarez
Fuente: www.cancionnueva.com

Caminar con Dios

adoración-dentro“Buscar solamente en Dios, ver a Dios en todas las cosas, esto es volverse superior a todas las cosas humanas”
San Gaspar Bertoni


No es siempre fácil hacer la voluntad de Dios. En primer lugar, es necesario el discernimiento, porque a menudo corremos el riesgo de confundir los deseos e impulsos personales con la voluntad del Señor. No siempre aquello que deseamos es lo que Él nos pide. Por eso la sabiduría y el discernimiento son fundamentales en el camino espiritual.
Para cultivar un huerto, es necesario saber el momento adecuado de la siembra de cada vegetal, de lo contrario, la producción va ser comprometida. En el campo espiritual sucede el mismo proceso. Para experimentar lo que Dios suscita en nuestro corazón, es necesario saber lo que Él reserva para cada etapa de nuestra existencia.

¿Y como descubrir lo que Dios desea? En todo el momento Él habla con el ser humano por medio de señales concretas, en el día a día. No se debe esperar que un ángel aparezca y hable: “¡Tu debes hacer esto, porque esta es la voluntad del Señor! Dios utiliza situaciones y personas para comunicarse con nosotros.

Mirar la vida con el corazón abierto a la presencia del Señor es el primer paso para un discernimiento espiritual. Sólo cuando abrimos las puertas del corazón, para las señales de la presencia de Dios en lo cotidiano, conseguimos ver y oír lo que Él nos pide.

Verlo en las diversas situaciones de la vida es también un paso fundamental para el crecimiento espiritual. Tener en cuenta la presencia del Señor en la naturaleza puede desarrollar una sensibilidad muy grande en el campo espiritual, pero también reconocer esa presencia en una sonrisa, una lágrima, una situación de dolor, una enfermedad, es fundamental.

Cuando se trata de dolor y enfermedad, tener discernimiento es muy importante. Dios no quiere el sufrimiento del ser humano, y eso sería contrario a su naturaleza amorosa, porque “Dios es amor”. Su presencia en el dolor es garantía de que él no abandona a sus hijos en ningún momento, tampoco en la enfermedad cuando Él se hace presente al lado del enfermo, dándole fuerza para llevar la cruz con paciencia. Dios Padre esta presente en cada situación, siendo ayuda, consuelo y paz.

En el curso de la vida, Dios camina al lado del Ser humano y nunca lo abandona. Abrir el corazón a la presencia divina es encontrarse con el Amor, visible del Padre.


Fragmento del libro: “Amor sin fronteras”
Editora Cançao Nova.
Traducción: Thais Rufino de Azevedo

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Solo en el Señor la fuerza y la victoria

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Di hoy al Señor: Señor que tu Palabra me hiera, porque solo un corazón herido por la Palabra de Dios es capaz de soportar las heridas de la vida. ¡Que el Señor hiera tu corazón con su Palabra santa!

“Asimismo no he hablado en secreto, en algún rincón oscuro; y no he dicho a la raza de Jacob: Búsquenme, pero todo será confusión, pues yo, Yavé, digo lo que es justo y hablo sin rodeos.» Ante mí se doblará toda rodilla. Reúnanse y vengan, acérquense y traten de entender, ustedes que sobreviven entre las naciones: Son tontos los que le creen a una estatua, a una cosa de madera, y rezan a un dios incapaz de salvar. O si no hablen, presenten sus pruebas; si es necesario, consúltense unos a otros: ¿Quién había anunciado estas cosas y las había publicado desde hace tiempo? ¿No he sido yo, Yavé? No hay otro Dios fuera de mí. Dios justo y Salvador no hay fuera de mí. Vuélvanse a mí para que se salven, desde cualquier parte del mundo, pues ¡yo soy Dios y no tengo otro igual! Lo juro por mi Nombre, pues de mi boca sólo sale la verdad y si hablo, la palabra no se echa atrás: «Ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua jurará por mí, diciendo: Justicia y fuerza están sólo en Yavé.» Vendrán a verlo muy humilditos los mismos que se enfurecían con él, y toda la raza de Israel conseguirá con Yavé el triunfo y la gloria” (Isaías 45,19-25).

Es en el Señor que encontraremos la fuerza y la victoria. En el “Hosana Brasil”  celebramos las victorias, y aún en medio de sufrimientos, podemos agradecer a Dios. Es posible proclamar la victoria aún cuando el dolor se instale en nuestra vida.

Toda experiencia con Dios se da cuando damos un nuevo sentido a nuestra vida. Lo que nos convierte no son los resultados que encontramos en la vida, sino la búsqueda de este Dios que se nos revela cada día. Ten cuidado para no buscar a Dios en el lugar errado, son muchos los que predican en nombre de Dios.

La imagen no puede ser lugar de adoración, pero sí un lugar de devoción. Nosotros no podemos conducir al pueblo a un “dios de madera”. ¿Qué es un “dios de madera”? Es una religión que predica la prosperidad, que predica que su salvación está en pagar el diezmo. Sin embargo, la salvación no se compra, porque es don de Dios. De nada sirve que des el diezmo si te olvidas de darle tu corazón al Señor.
No importa lo que Dios realizó en mi vida, y no es porque Él realice o no realice algo en mi vida que Él es Dios. La acción del Señor, en nosotros, es llevarnos a la libertad. La espiritualidad es mucho más que prácticas religiosa, se da cuando comienzas a sentir en el corazón la liberación de una libertad que te estaba aprisionando. Ser libre no es fácil, es necesario tener libertad interior.
Jesús decía que solo la verdad puede liberar. Si no hicimos una experiencia con Dios, con Cristo Resucitado, el encuentro con Dios no se dará cuando demos nuestro dinero, sino cuando doblemos las rodillas, junto con eso, doblamos el orgullo.
Cuando Dios acontece verdaderamente en nuestra vida encontramos la libertad. No hablo de la libertad de ir y venir, hablo de la libertad interior. Solo el ser libre es capaz de amar al otro de la manera que es, sin libertad vamos a aprisionar al otro en nuestra expectativa, sin libertad seremos celosos.
Solo los libres son capaces de ver las desgracias de la vida y no culpar a Dios por eso.
La santidad no pasa por lo que tenemos, sino por lo que Dios nos puede dar. Jesús revolucionó el mundo, el miraba a la prostituta a los ojos y no venía una prostituta sino una mujer. El Señor ve el corazón y no los rótulos.

El Señor te va a preguntar: “¿Eres libre del dinero que tienes?” Hasta con la comida, no somos libres para comer sin moderación. ¿No decimos: “Voy a cuidarme y cuidar mi salud, voy a alimentarme bien?
¡Cuántas familias están siendo destruidas por el alcohol, porque los padres no son libres ante el vodka, no son libres delante de la cerveza!

Necesitamos ser libre con relación a la castidad también, y eso no es simplemente porque el Papa pidió. ¡No! Es porque tu cuerpo es territorio santo. El Cristianismo quiere cuidar de tu libertad interior. Proclama la victoria de Dios en tu vida. Permite que el Señor apague el cigarrillo y encienda la luz del Espíritu Santo, para que nazca en tu corazón el deseo de ser mejor.

¡Los enmascarados no entran en el cielo! ¡No cambies de religión, no! ¿Quién dice que tiene que cambiar de religión para que tu familia conozca la Palabra de Dios?

Padre Fabio de Melo
Prédica durante el Campamento “Hosana Brasil 2013”
Traducción: @ExequielAlvarez

domingo, 8 de diciembre de 2013

Abrir las puertas del corazón al Redentor

Pe Adriano-dentro
Las personas esperan toda la semana el viernes, todo el año el verano (las vacaciones) y toda la vida para la felicidad.
Haz un cambio: transforma tus días en viernes, aprovecha las cuatro estaciones del año y no esperes que pase la vida para ser feliz.





La felicidad solo podrá establecer su morada en nuestra historia si, antes, limpiamos y preparamos – por intermedio de la sanación afectiva y emocional – la casa de nuestro corazón, de nuestro ser, para que entre y eche sus raíces.
La sanación y la restauración emocional son realidades importantísimas para que podamos experimentar una felicidad real.

Travesías y pasos necesarios para alcanzar la felicidad: Creo que solo camina bien, hacia delante, aquel que ha logrado resolver lo que quedó atrás. Y eso, de manera singular, en su interior. Este es un principio básico, nada avanza si está amarrado a realidades que lo tiran hacia atrás, y nadie podrá crecer hacia adelante y, consecuentemente, para lo Alto, si vive constantemente rehén de personas, sentimientos, decepciones y heridas que lo aprisionan al pasado.

Quien no busca sanar sus afectos y emociones se sentirá constantemente incompleto e infeliz aunque alcance mucho de sus ideales, porque sus innumerables heridas lo tornarán miope para ver la vida y sus verdaderas bellezas.
Es necesario entrar en esta travesía de la sanación afectiva y emocional, dando un paso a la vez, porque cada capítulo revelará un paso, y continuar, con perseverancia, hasta el fin de ese camino.

Abrir las gavetas de la vida afectiva y emocional: para que nos volvamos personas emocionalmente equilibradas, maduras, y consecuentemente felices, será necesario “abrir las gavetas” de nuestros afectos y emociones para curar y restaurar ahí aquello que esté enfermo y desordenado. Tal realidad solo será posible a partir de la experiencia del amor, en especial, del amor de Dios obrando en nosotros.
Transformación de los afectos: los afectos endurecidos por el invierno de los dolores y las decepciones podrán siempre ser transformados en primaveras de superación y novedad, basta que tengamos la valentía de trabajar sobre ellos, entablando un verdadero dialogo, escuchándolos y aprendiendo con ellos.

Carencias
Las carencias son vacíos que quedan en el corazón por no haber recibido el amor afectivo necesario a lo largo de la vida. Son vacíos, falta de amor, una verdadero hambre, hambre de amor.
Es necesario abrir las puertas del corazón para que Dios sane esas carencias y nos libere de su terrible domino.

Rechazo
El Papa Benedicto XVI dice que cada ser humano es fruto de un pensamiento de Dios, que cada uno de nosotros es querido, es amado y necesario. Es necesario permitirse sanar todo rechazo, abriéndose a la experiencia del amor, para que ese sentimiento nos restaure y llene todas nuestras ausencias.

Frustraciones
La frustración hace parte de nuestra historia humana y, digamos de paso, que el problema no es tanto frustrarse o no, sino la manera en que lidiamos y dialogamos con las frustraciones que se presentan en nuestra historia. Existen frustraciones que son momentáneas y que sirven para crecer y educarnos, como por ejemplo la frustración de no pasar una evaluación, quedarse si empleo, no ser campeón en un determinado deporte, no alcanzar una meta profesional, etc. También existen frustraciones más complejas, que no son momentáneas y que nos acompañaran a lo largo de la vida. La frustración, por ejemplo, de haber perdido un ser querido, no tener un papá o una mamá, de haber sido traicionado o abandonado, de portar una grave enfermedad, no haber podido realizar un sueño o ideal, de haber perdido maravillosas oportunidades, entre otros. Con tales frustraciones necesitaremos aprender a convivir y dialogar.

Superar el sentimiento de inferioridad:
una investigación realizada por una importante revista brasilera el 9/04/2006 presentó, de forma precisamente pragmática, la terrible dinámica inherente al caustico proceso de comparación. Lee con cuidado y atención:

“El proceso de comparación con otras personas mina la felicidad. La dificultad es que hasta las experiencias buenas pueden perder valor, dependiendo del contexto, en virtud de un proceso de comparación. Estudios muestran que una persona que gana un aumento, y ganando $500 pasa a ganar $1000 puede sentirse extremadamente infeliz si descubre que sus compañeros recibieron un aumento de $1500. Según el economista ingles Richard Layard, de London School of Economics, aun delante del hecho de que su salario se haya duplicado, la persona en cuestión sentirá una aguda infelicidad (tristeza) ocasionada por el proceso de compararse con los demás colegas. En fin, el proceso de comparación con los demás mina la felicidad humana”.

Alguien que vive el complejo de inferioridad y que por eso se torna rehén de la comparación se matriculará en la “escuela de la infelicidad” y podrá desarrollar algunas complejas actitudes malas y autoritarias. Eso porque acabará siendo impulsado por el deseo de disminuir a los demás, volviéndolos inferiores, para no sentir así el enorme peso de la inferioridad que habita y perturba su corazón.

Transformando las derrotas en sucesos:
“La luz de la fe no disipa todas nuestras tinieblas, sino que, como una lámpara, guía nuestros pasos en la noche, y esto basta para caminar. Al hombre que sufre, Dios no le da un razonamiento que explique todo, sino que le responde con una presencia que le acompaña, con una historia de bien que se une a toda historia de sufrimiento para abrir en ella un resquicio de luz (…)” (Lumen Fidei, 57)

Siempre será posible transformar los efectos de nuestra tristeza, construyendo sucesos a partir de nuestras desventuras y derrotas. Todo dependerá de la manera en que lidiemos con el dolor y de la elección que hacemos ante el misterio del sufrimiento. Podremos transformar nuestros dolores en luz, llorando y brillando como las velas y aprendiendo a madurar y producir esperanza a partir del dolor, o podremos volvernos personas egoístas y enojadas, que reaccionan infantilmente al sufrimiento, creyendo que los dolores del mundo nos duelen solamente a nosotros.

Dentro de las pesadas cargas afectivo-emocionales que lastiman a los seres humanos de hoy, el sentimiento de culpa figura como una realidad constantemente presente, y que ha desajustado la salud emocional de muchísimas personas.
La culpa le hace al ser humano sentirse indigno y malo, obligándolo a cargar un fuerte sentimiento de remordimiento y autocensura. Tal sentimiento, muchas veces es el resultado de rabia acumulada, no expresada de forma saludable, la cual, en un determinado momento, se termina poniendo en contra del propio corazón. Esa realidad corroe el alma lanzando un gran peso sobre los hombros, impidiéndole descubrir y saborear sus virtudes y bellezas. ¡Es necesario romper definitivamente con la culpa!

Romper con miedos, sanar los complejos:
el miedo es una realidad que lamentablemente ha sometido a muchos corazones en nuestros tiempos. Cuantas personas se volvieron incapaces de conquistar victorias y progresos en sus vidas en virtud de sus muchos recelos y temores.
Sentir miedo, obviamente, es una realidad común y natural en la vida de cualquier ser humano. Sin embargo, existe una especie de miedo que es profundamente nocivo, dado que paraliza el corazón y lo vuelve, aún delante de sus muchas potencialidades, pequeño y rastrero.

Es necesario declararle la guerra al miedo, no permitiéndole que nos subyugue y esclavice.
“Me pregunto: ¿qué significa el infierno? Respondo: la incapacidad de amar” (Fiodor Dostoievski)

La sanación de los afectos y las emociones:
para un autentico proceso de sanación es necesario, inicialmente, identificar las propias heridas y ausencias para, en un segundo momento, abrirse enteramente la experiencia del amor. Abrirse al amor de Dios, que es infinito e incondicional, que nos acoge como somos y nos abarca en nuestras necesidades afectivas y en consecuencia de eso, abrirse a la experiencia del amor humano.
Para ser sanados en nuestros afectos y emociones será necesario superar nuestros recelos y decepciones, los cuales nos “traban” en el ejercicio del amor. Para liberar, el amor, necesita se experimentado de una forma adecuada, necesitamos vivirlo sin miedo, de manera saludable, sin aprisionar ni siendo prisioneros.

“La suprema felicidad de la vida es tener la convicción que somos amados” (Víctor Hugo)

Romper con la dependencia afectiva:
En la base de esta especie de trastorno, la dependencia afectiva, están siempre presentes complejas y profundas formas de carencias afectivas: una verdadera “desnutrición emocional” que tiene su origen en la propia historia de aquel que sufre la dependencia. Padres ausente, negligentes, excesivamente rígidos o sobreprotectores, están presentes en la historia de quien tiene esta ambigua fragilidad.
Raíces de la dependencia: Todos nosotros, desde muy temprana edad, aprendemos que dependemos de nuestros padres (o de aquellos que asumieron esa función) para que tengamos cubiertas nuestras necesidades básicas: materiales y afectivas. Con el pasar del tiempo y si nutrimos un correcto desenvolvimiento de nuestra autoconfianza y autoestima esa dependencia va disminuyendo hasta diluirse totalmente.

La mayoría de los procesos de dominación se dan en el seno de la propia familia. Nadie puede ser humanamente feliz y realizado si no es libre afectivamente. Sin conquistar la autonomía interior para construir la propia historia, con elecciones propias y conscientes, el corazón se encontrará perennemente enfermo y, consecuentemente, no logrará hacer las paces con la victoria.

Testimonio de Carlos Marques Medeiros (São Paulo-SP): Superación de una historia trágica de mucho desamor, él vivió la travesía de la sanación afectiva y emocional y transformó sus derrotas en sucesos, a partir de un fuerte encuentro con el amor de Dios, que transformó y resignificó su historia.
“Dios colocó en nuestro corazón un ansia tan infinita de felicidad que solo Él consigue satisfacer” (YOUCAT , 2013. n. 281)


Padre Adriano Zandoná, Sacerdote de la Comunidad Canción Nueva
Traducción: @ExequielAlvarez
fuente Canción Nueva

Sé sensible al amor de Dios

Amor de Dios-capa
El amor consiste en lo siguiente: “no es que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados” (1º Juan 4,10).



El hecho de saber reconocer las delicadezas de amor del Padre, en la trama ordinaria de la vida, es una gracia del Señor. Moisés explicó eso muy bien al pueblo al enumerar las pruebas, los signos y los grandiosos prodigios que presenció: “Pero hasta el día de hoy Yavé no les ha dado corazón para entender, ojos para ver ni oídos para oír” (Dt 29,4).

Comprender. ¡Esta es una autentica revolución! No somos nosotros quienes nos damos vuelta hacia Dios para intentar alcanzarlo y amarlo, sino es Él quien se da vuelta hacia nosotros, hasta el momento en que encuentra una brecha en nuestro corazón.

“Señor, danos un corazón sensible a tu presencia, para que podamos reconocerte como nuestro Señor y amigo”

Mons. Jonas Abib

Traducción Exequiel Alvarez - Fuente Canción Nueva

sábado, 30 de noviembre de 2013

Los grandes carismas paulinos

Son nueve los carismas mayores que cita San Pablo en la 1ª carta a los Corintios.

LA PALABRA DE CONOCIMIENTO.
P. Amando SANZ ESCORIAL, S.J.

Entre los carismas del Espíritu que cita San Pablo se encuentra la palabra de conocimiento.

"Allo dé lógos gnóseos katá tó autó pneuma": y a otros, palabra de conocimiento según el mismo Espíritu": 1 Cor. 12,8.

Así es como se expresa en la primera carta a los Corintios este Carisma, tan conocido por la Renovación Carismática, en las intercesiones y misas de sanación.

Su significado
La palabra griega "gnosis" se traduce al latín por conocimiento o ciencia, pero al castellano, sólo se debe traducir por conocimiento; y mejor: "conocimiento revelado". Ciencia en latín es igual a conocimiento, pero en castellano es: "Conocimiento de las cosas por sus causas".

Cuando decimos: "He tenido una palabra de conocimiento", quiero significar que el Espíritu Santo me ha revelado una palabra para conocer una sanación realizada por el Señor, un trauma para ser sanado, o la raíz de un problema que Dios quiere resolver.

¿Cómo se recibe este Carisma?
Según el P. De Grandis, toda persona que ha recibido la Efusión del Espíritu tiene en sí este Carisma. El problema está en cómo conocerlo y cómo empezar a practicarlo. Para ello veamos un ejemplo:

Entre los dones naturales que el hombre recibe al nacer, se encuentra el nadar. Sin embargo el bebé por sí mismo ni lo conoce, ni lo practica.

Es más, a fuerza de no practicarlo, lo pierde. Luego, si lo quiere recuperar, tiene que hacer grandes entrenamientos para aprenderlo. Si una madre arroja a su bebé al agua, comprobará que su niño nada perfectamente por el don de la naturaleza, libre de prejuicios.

Veamos ahora lo que ocurre con el don de lenguas que también se recibe en la efusión del Espíritu. Puede ocurrir que, por prejuicios racionalistas, el bautizado en el Espíritu vea pasar años antes de recibir este carisma; pero cuando se decide a aceptarlo por fe, se abandona al Espíritu y empieza a mover los labios, la lengua y la garganta, entonces se produce en él, como la cosa más natura del mundo, el fenómeno carismático de las lenguas.

Entre los dones naturales existen la intuición, la premonición, la telepatía, la percepción extrasensorial. Y ¿no podrá Dios comunicarse con sus criaturas de manera mucho más sublime? Todos sabemos que Dios nos habla en la oración a cada uno personalmente, y ¿no podrá hablarnos para comunicarnos mensajes de salvación para nuestros hermanos? Esto es lo que llamamos Palabra de conocimiento.

¿Cómo se percibe?
La palabra de conocimiento se percibe en un clima de oración y unión con Dios. De ordinario, después de haberla pedido al Espíritu Santo Paráclito. No olvidemos que Paráclito significa: "El que acude cuando se le llama". La manera práctica es: orar en lenguas para borrar de la mente cualquier distracción y así dejar espacio al Espíritu para comunicarse con nosotros. En este clima la palabra que viene a tu mente es de Dios.

Basta con creerlo y tener fe para actuar y proclamarlo. Jesús ha prometido que: "quien diga a este monte: levántate y échate al mar y no vacile en su corazón, sino que crea que se hará, lo obtendrá". Mc. 11,23.

Algunos ejemplos
En la última Eucaristía de sanación que celebré en el Templo de la Renovación Carismática de Madrid el Señor me dio esta palabra: "Rodilla sanada". Yo lo anuncié en fe. La respuesta fue inmediata. Una señora se levantó y dio testimonio: "Hace meses me caí en Marbella y me hice daño en una pierna. Me llevaron a urgencias. Me dijeron que tenía que operarme del menisco en la rodilla, pero no me operé. Nada más escuchar la palabra de conocimiento empecé a oír pequeños chasquidos en mi rodilla y se me quitó el dolor hasta quedar completamente bien.

En julio de 1997 se celebraba una Misa de sanación en Tenerife, en el Monte de la Esperanza. Hubo numerosas palabras de conocimiento.

Una de ellas fue: "Una persona está siendo sanada por el Señor de un oído completamente sordo". Enseguida se presentó a dar testimonio un hombre que afirmó: "Llevo muchos años sordo. Ahora he empezado a oír perfectamente": Terminada la Eucaristía, vino a decirme que en agradecimiento a Dios que le había curado, quería dedicar sus ratos libres a ayudar a los ancianos de una residencia.

En otra ocasión Dios me hizo ver mentalmente el paisaje nevado de una ciudad, como si desde una ventana contemplase multitud de tejados cubiertos por la nieve. Yo había pedido a Dios una palabra de conocimiento para ayudar a una persona a sanarse de un trauma. El paisaje nevado puede significar muchas cosas, pero yo no debo interpretarlo.

Es la persona interesada la que debe hacerlo. Ella me dijo: "El trauma que yo arrastro empezó en invierno en una ciudad muy fría donde yo habitaba". Entonces fue el momento de orar al Señor por la sanación de ese trauma.

Resumiendo
¿Quién puede tener la palabra de conocimiento? Cualquier cristiano que crea en el poder del Espíritu, que viva unido al Espíritu, que lo invoque y le pida este don para un fin bueno.
¿Dónde se percibe? En la mente o en la imaginación. ¿Cómo se percibe? Como la profecía. Generalmente después de orar en lenguas.
¿Cómo distinguirlo de las ideas propias? Por venir después de la oración, cuando no han irrumpido en la mente las propias consideraciones.


LA PALABRA DE SABIDURIA
P. Carlos ALDUNATE, S.J.

La palabra de sabiduría es una moción del Espíritu que nos indica qué hacer, cómo actuar.
El sabio no es simplemente el más informado, sino el hombre que da mejores consejos.

En el libro de los Proverbios se hace el elogio de la sabiduría, atributo de Dios y don que él hace al hombre, imagen de Dios. Debemos pedir la sabiduría para saber cómo proceder.

En Jesús vemos una sabiduría que lo orienta siempre en sus actuaciones: qué hacer, qué decir, cómo actuar. Algunos pasajes del Evangelio son especialmente notables:

En Mt 22, 15-22, Jesús pide una moneda, para responder luego: "Den al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios"; en Mt 17,24-27, leemos su solución al pago del impuesto del templo: él, como Hijo de Dios, es dueño del templo; no está obligado al pago del impuesto; pero "para no ofender" instruye a Pedro que eche el anzuelo, encuentre en la boca del primer pescado una moneda, y pague por los dos, Pedro y Jesús. Hay personas que poseen un don permanente de sabiduría (es uno de los siete Dones del Espíritu Santo y crece en nosotros como gracia de santificación); hay quienes reciben un carisma de sabiduría, como gracia, propia de su oficio en el Cuerpo de Cristo, como es el caso de un Obispo, un juez cristiano, un abogado, médico, maestro... Estos están llamados a vivir en receptividad a las mociones de Dios.

Las "palabras de sabiduría" se dan también ocasionalmente a las personas que las necesitan en un servicio para el hermano.

Hagamos la prueba. Ante problemas complicados cuya solución se nos escapa, pidamos con constancia cada día una palabra de sabiduría. Comprobaremos la promesa del Señor (Lc 18, 1-8). También en problemas más sencillos, pidamos: "Señor, dame tu sabiduría para saber cómo actuar"(Cfr. Sant 1, 5-6).

CARISMA DE SABIDURIA
Precisiones y aclaraciones
P. Ceferino SANTOS, S.J.

No resulta fácil hablar del carisma de palabra de conocimiento y de palabra de sabiduría (1 Cor 12,8). A veces, se dan tan unidos estos dos carismas que podemos mezclarlos y confundirlos. En otras ocasiones, para distinguirlos más, se remite la palabra de sabiduría hacia campos de percepción de Dios y de las cosas divinas hasta confundirlo con el don de sabiduría, que es un hábito sobrenatural infundido en el alma por el Espíritu para conocer las cosas de Dios con facilidad y simpatía. Alguien escribe: 'Las palabras de sabiduría tienen poder para entreabrirnos los misterios de Dios y para captar las cosas del Espíritu de Dios (1 Cor 2,14)". Esto más que palabra de sabiduría es don de sabiduría. Debemos distinguir claramente el don permanente de sabiduría, que nos ilumina y santifica, del carisma transitorio de palabra de sabiduría, que aprovecha a otros.

Tampoco puede confundirse el carisma de conocimiento con el don de ciencia, que hace que bajo el influjo del Espíritu juzguemos rectamente de las cosas terrenas en su relación con nuestro fin último de modo habitual. La palabra de conocimiento es un carisma pasajero que ayuda a la persona que la recibe para vivirla como una manifestación del Espíritu Santo, que le toca el corazón y que la cura.

Así, "la palabra de conocimiento dice lo que el Señor desea hacer o está haciendo en otra persona; por ella el Señor interpela al hombre o le toca, más. frecuentemente, en donde él está herido por el pecado o la enfermedad" (E. Garín, Qui fera taire..., p. 139). Por ejemplo, uno anuncia: "El Señor está curando a un hombre de 29 años que tiene asma desde los cuatro".

Se trata del carisma de palabra de conocimiento. Y añade: "El Señor le pide para curarse que perdone a su padre, que les abandonó a los cuatro años y les dejó a él y a su madre sin dinero". Esta es palabra sabiduría que indica el remedio y el poder de Dios para curar. La palabra sabiduría es portadora del poder del Espíritu para otra persona (IB.,p.128).

Mons. Vicent M. Walsh dice que "palabra de conocimiento es la acción de Dios que mueve a una persona a transmitir a otros verdades religiosas de modo que la presencia y el amor a Dios se experimentan y el pueblo es movido a buscar a Dios" (Lead my People, p.79). Mons. Walsh, en cambio, define la palabra sabiduría como "el poder de Dios que ilumina a una persona para hablar una palabra eficaz de modo que el querer de Dios se realice en una situación concreta" (Ib,).

El P. Robert DeGrandis adopta un camino práctico para distinguir la palabra de conocimiento de la sabiduría: " Mientras oramos, buscando ayuda del Espíritu Santo a través de los dones carismáticos comunes, es el Espíritu Santo el que revelará especialmente por medio del don de conocimiento, cuál es la verdadera raíz y causa del problema o problemas de una persona. Entonces procedemos con palabra de sabiduría, según nos conduce el Espíritu Santo, y nos movemos con su poder.

El don carismático de palabra de conocimiento es el diagnóstico del Espíritu Santo. El don carismático de palabra de sabiduría es la receta del Espíritu Santo (La palabra de conocimiento, p.14).

La distinción del P. DeGrandis es útil en muchos casos para distinguir estos dos carismas, sabiduría y conocimiento, aunque no agote todos los casos y posibilidades que abarcan. Otro punto de vista muy interesante lo expone así Maximiliano Calvo: "La palabra de conocimiento es una revelación del Espíritu de Dios de hechos pasados o de cosas existentes o sucesos que tienen lugar en el presente. La palabra de sabiduría es revelación de Dios sobre sus propósitos acerca de su pueblo, o acerca de cosas y sucesos del futuro. Por la palabra de conocimiento supo Juan la situación de las siete Iglesias de Asia; por la palabra de sabiduría pudo comunicarles la mente, la voluntad y los mandatos de Dios".

]oseph Hazzaya, místico sirio del siglo VIII hablaba del conocimiento por el Espíritu de ambos mundos: del mundo de Dios y del futuro, por la palabra de sabiduría; y del mundo de los hombres y del pasado por la palabra conocimiento. Según esto, el carisma de la palabra de conocimiento nos revela problemas de los hombres y sus raíces en el pasado; la palabra de sabiduría, en cambio, nos manifiesta ostensiblemente la acción y las soluciones de Dios a problemas concretos.

Otros nos hablarán de que por la palabra de conocimiento no sólo nos desvela el Espíritu de Dios lo que sucedió o sucede en el hombre, sino también en los espíritus de mal y en las cosas afectadas por el pecado y que Dios quiere restaurar para salvarnos. En muchos de los comentaristas se dan grandes coincidencias en la explicación de las palabras de conocimiento y de sabiduría. Desde el discernimiento de estos carismas iremos fijando mejor sus características prácticas, pues no se trata de construcciones mentales sino de dones concretos y de manifestaciones llamativas del Espíritu de Dios, que tratamos de analizar desde sus características especiales. Que el Señor nos haga conocer y vivir sus carismas.

DISCERNIMIENTO DE ESPIRITUS
P. Carlos ALDUNATE S.J.

Este carisma consiste en reconocer con luz divina el origen de los pensamientos, deseos y acciones que podrían venir de Dios o de un espíritu malo.

Hay mociones que son tan manifiestamente malas que no se necesita un carisma para detectar su origen y para rechazarlas de plano. Pero hay también invitaciones a un bien aparente que no vienen de Dios sino del espíritu de las tinieblas.

San Juan escribe: "No crean a todo espíritu, sino prueben los espíritus" (1 Jn 4,1). Hay reglas de discernimiento que pertenecen a la prudencia cristiana y aún al carisma de sabiduría, pero existe también este carisma de discernimiento, que da la capacidad para distinguir intuitivamente lo bueno y lo malo. A veces esta distinción se manifiesta por colores o por olores o por sonidos o por sensaciones físicas.

El ámbito de este carisma es amplio, ya que abarca el discernimiento de aspiraciones y de proyectos (pueden ser buenos en sí mismos, pero no son los que quiere Dios en ese momento), de doctrinas, de personas y de sus actitudes, de carismas (¿son realmente inspirados por Dios?).

La última palabra en el discernimiento para orientación de la Iglesia pertenece ciertamente al Obispo, como lo indica el Concilio Vaticano II (L.G. n.12) y lo recuerda Juan Pablo II; pero esto no impide que el Señor confiera el carisma cuando quiera aún a los más humildes e iletrados, y habitualmente a los grupos reunidos en su nombre (Cfr. Mt 11,25-26; 18,20).

Siempre debemos tener presente que el discernimiento, quizás más que los demás carismas, necesita un alma muy purificada, porque somos tan fácilmente influenciados por temores, intereses, prejuicios, presiones...

Hay una afinidad especial entre las bienaventuranzas y el discernimiento (Cfr. Mt 5,3-8; Sof3, 11-13).

 El carisma de discernimiento es un caso particular del carisma de ciencia y está relacionado con la sabiduría, ya que las invitaciones de la inspiración piden una respuesta de nuestra parte. Por esto, las líneas divisorias entre uno y otro de los carismas de pensamiento no son siempre netas. Pero esto no tiene mayor importancia.

Visiones, locuciones...

Estas no son carismas especiales, sino una manera de recibir las mociones de Dios. Dios nos habla de muchas maneras: por sueños, por imágenes mentales (que serán más o menos intelectuales, imaginativas, emocionales, aún exteriormente sensibles), por palabras que se oyen interiormente o aún exteriormente, por sensaciones musculares, por olores, por músicas, etc.

Los carismas de ciencia, de sabiduría, de discernimiento pueden revestir todas estas formas, y muchas más. De alguna manera, la gracia de Dios debe hacer impacto en nuestro cuerpo o en nuestro psiquismo. De allí la importancia de preguntar: Señor, ¿qué quieres tú decirme con esto?".

Ejercicios
Es posible ejercitar la receptividad a estos carismas. Solamente Dios es el dueño de ellos, y los da cuando él quiere en su infinita sabiduría; pero, de hecho, él los da con más frecuencia de la que nos imaginamos. No somos conscientes de ellos por nuestra superficialidad y dispersión. Por otra parte, si nos abrimos a los carismas podemos estar seguros de que percibiremos muchos de estos carismas.

Para ayudar a esta apertura, hagamos los ejercicios siguientes:

1° Pedir al Señor que aumente en nosotros el deseo del bien de los demás, y el deseo de servirles, confiando en que ponemos lo que está de nuestra parte, pero que es Dios quien hace la obra.

2° Pedir la gracia de estar atentos a las necesidades de los demás, pero también a la moción interna de acudir nosotros con nuestra ayuda. No estamos llamados a remediar todos los males, pero sí a aportar nuestra parte.

¿Cuándo sí; cuándo no? Aquí pedimos (y recibimos) palabras de sabiduría.

Es lo que Cristo prometió: "El Espíritu Santo los conducirá a ustedes a la verdad" (Jn 16,13). 

TIPOS DE DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL

1º - Existe un discernimiento espiritual "normal", propio de estados de alma tranquilos, cuando se da un proceso racional, ayudado por la fe y la caridad, para captar lo que agrada a Dios y viene de su Espíritu y lo que no viene de Dios. (v.g. visiones que no aprovechan espiritualmente, quitan la paz, llevan al orgullo. No son de Dios).

2º - Discernimiento "doctrinal": se apoya en la conformidad o no de lo que se valora con la doctrina de la Sagrada Escritura, de la tradición eclesiástica y del Magisterio jerárquico. Si algo va contra estas tres instancias no es de Dios.

3º - Discernimiento espiritual por mociones interiores de "consolación y desolación" para conocer lo que viene o no viene de Dios (San Ignacio de Loyola).

4º - Discernimiento "carismático": puro don de Dios y gracia del Espíritu con captación inmediata causada directamente por el Espíritu de Dios de realidades espirituales y de la actuación de los diversos espíritus con convicción profunda.

Estas clases de discernimiento pueden encuadrarse o en el discernimiento individual o en el comunitario.

EL CARISMA DE LA FE
P. Vicente BORRAGÁN O.P.

"A otro, fe en el mismo Espíritu" (1 Cor, 12,9).

El carisma de la fe no debe ser confundido con la virtud teologal de la fe. Se trata de una gracia especial, dada por el Espíritu a algunos fieles, para edificar a la comunidad. Alguien ha definido ese carisma con estas palabras: "Es una súbita oleada de fe para creer confiadamente, sin dudar en absoluto, que lo que hagamos o hablemos en el nombre de Jesús, sucederá". Es la fe que mueve las montañas, según todos los comentaristas: "Tened fe en Dios" (Mc 11,22-23). "Se trata de un carisma que puede hacer posible lo imposible".

"La fe, como carisma, es la firme certeza de que Dios va a hacer aquí un milagro. El que está dotado de ese carisma sabe, en un momento determinado, que una situación sin esperanza no lo es en absoluto, que Dios va a intervenir y que todo va a ser cambiado para honra y gloria de su nombre". Es la fe que hace milagros y edifica a la comunidad.

El texto de San Pablo sobre el carisma de la fe podría ser entendido también de esta manera: "Y a otro, el mismo Espíritu le da una fe fuerte". San Pablo debía pensar también en el poder dado a algunos fieles para confortar en la fe a otros. La Iglesia, las comunidades y los grupos necesitan de la presencia de esos hermanos que contagian entusiasmo y seguridad. Todos necesitamos de la fe de los demás para vencer las dudas.

Los fieles que están dotados de una fe poderosa confortan a los débiles, robustecen a los que están tentados, animan a los que pasan por dificultades, son como una luz en medio de la noche de la vida. La presencia de esos hermanos, fuertes en su fe, contribuye a edificar la comunidad. .

DON DE CURACIONES
Mons. Alfonso URIBE JARAMILLO

SAN PABLO pone a continuación del Carisma de fe el de sanaciones. Este don encuentra resistencia en muchas personas que oyen hablar de la Renovación Espiritual. "Que no me vengan ahora con milagritos y curaciones", dicen entre despectivos y preocupados. ¿Por qué esta posición tan negativa y tan enfática? Porque no se tiene en cuenta que si es un don del Espíritu Santo merece aprecio, y porque no se tiene una idea precisa de su realidad y de su ejercicio.

Un hombre tan serio como el Cardenal Suenens ha escrito en su libro "¿Un Nuevo Pentecostés?" lo siguiente sobre este asunto: "La renovación del sacramento de los enfermos nos invita a interrogarnos acerca de nuestro comportamiento personal y religioso respecto a ellos mismos, renovando nuestra fe en la oración a favor de su curación de ellos.

El ministerio de la curación ha jugado en vida de Jesús un gran papel, para que ahora no deba continuar a través de sus discípulos aquélla su obra de misericordia y de restauración de la salud física y moral.

Él entonces nos exige, por supuesto a nosotros, para que se le permita actuar a Él, como lo hizo tan a menudo, se nos exige tener una gran fe expectante y confiada, semejante a la de aquella mujer que habiendo tocado tan sólo la orla de su vestido fue curada porque una gran virtud brotaba de él.

Por otra parte bien se conoce cómo en la Iglesia primitiva, se llevaban a cabo grandes curaciones en nombre del Señor realizadas por los mismos apóstoles, las cuales impresionaban a las muchedumbres.

Este carisma de la curación se encontraba no tan sólo en las manos de los Apóstoles, sino también entre las de sus discípulos, tales como el diácono Felipe, del cual se dice: "que porque se le escuchaba y se le veía hacer milagros, la muchedumbre aceptaba su predicación... y toda la ciudad se veía penetrada por una gran alegría". (Cf. Hech 8,6-8).

Esta fe en el poder del Señor, operando en favor del enfermo, a través de nuestra plegaria, es preciso que la renovemos. A este respecto no debemos temer dejarnos interpelar por ciertos ejemplos de fe viva que nos llegan desde nuestros hermanos protestantes. Por otra parte vamos viendo cómo renace en el seno de la Iglesia Católica, dentro de sus medios más influenciados por la renovación carismática, la práctica de la oración colectiva en favor de los enfermos.

Por mi parte me siento invitado a reexaminar mi comportamiento acerca de aquéllos a los que visito; cuando yo veo en la comunidad de cristianos reunidos en la habitación de un enfermo, cómo ruegan por él espontáneamente extiendo mis manos sobre él en un gesto que recuerda al de Jesús en el Evangelio y que expresa la comunión cristiana alrededor del que sufre. No osamos creer por supuesto que nosotros somos Cristo vivo que obra en nosotros. No osamos creer que la oración lleve necesariamente al milagro.

Es preciso que los responsables de la doctrina, en todos los niveles, nos enseñen de nuevo y más profundamente, el verdadero sentido de la plegaria, siempre eficaz según el pensamiento de Dios; la forma del amor paternal de un Dios que lo es de vivos más que de muertos, que no es origen del mal y que desea el bien integral para sus hijos; el sentido purificador y transformador también del sufrimiento aceptado, el que Dios concede a aquéllos a quienes ama.

Es menester que nuestra oración englobe toda la complejidad de lo real: hay enfermedades de todas clases, visibles e invisibles, somáticas, sicológicas, patológicas, debidas a traumas ocultos y antiguos.

Nuestra plegaria debe comprender a todo aquello que tiene necesidad de ser curado; y debe exponer a los rayos de la gracia a todo lo humano en sufrimiento, tanto lo presente como lo pasado.

Es preciso recordar y sostener que Jesús fue ayer como sigue siendo hoy; es decir; el Maestro tanto del pasado como del presente. Si el milagro de la súbita curación espectacular es raro, la curación progresiva y lenta se encuentra también ella, bajo la acción de Dios. La oración entonces se sitúa en el mismo corazón de ella. Todos sabemos por lo demás, que la medicina ha dejado de ser ya materialista y positivista y cada día aparece como más consciente de las múltiples correlaciones que se dan entre los contenidos humanos y lo psicosomático.

A la luz de una enseñanza cristiana renovada hoy acerca de la oración y de la curación no se puede sino desear vivamente que consideremos de veras en el mismo corazón nuestro - incluso fuera del contexto sacramental y sacerdotal- aquellas recomendaciones de Santiago: "si alguno de vosotros enferma, que llame a los presbíteros de la Iglesia y que oren sobre él después de haberle ungido con óleo en nombre del Señor. La oración de la fe salvará al paciente y el Señor le curará...

Rogad los unos por los otros, a fin de que seáis curados". (Sant. 5,14-16). No olvidemos que el Espíritu Santo en persona no es sino la Unción viva y divina a través de la cual Jesús continúa su obra".

Debo confesar que mi posición frente al Carisma de curación era muy negativa hasta hace unos años. Gracias al Señor veo ahora más claro y compruebo cada día su realidad y riqueza.

¡Lástima, sí, haber perdido tanto tiempo! .

LA SANACION FISICA
P. Carlos ALDUNATE, S.J.

Muchas veces los resultados son simples y llamativos. Pero recordemos que frecuentemente se trata de enfermedades sicosomáticas; de modo que en esos casos no se produce una verdadera sanación física si no va acompañada de una sanación interior.

Petición simple

Es sencilla: "Señor, te presento a tu hijo(a). Tú lo(a) amas y él(ella) está enfermo(a) . Te pido que lo(a) sanes; tú sabes el cómo y el cuándo".

Se puede tocar al enfermo para hacer más tangible este puente de oración y sanación. Se recomienda que esta "imposición de manos" no sea un gesto solemne, sacramental, ni un gesto de sacerdote o de mago, sino un gesto fraternal: basta la mano sobre el hombro. (No conviene sobre la cabeza, para no interferir en los centros nerviosos).

Se ora poniendo la fe en Dios. Él es infinito amor y poder y sabiduría; él nos ha dicho que pidamos; al acudir a él, lo honramos como a nuestro Padre y a nuestro Dios. Creemos y confiamos en él.

No ponemos nuestra fe en la oración misma que hacemos, ni en la fe del enfermo, ni en nuestra fe o en los sentimientos que tengamos. Muchas veces pediremos con el sentimiento de que nuestra oración es inútil. No importa. Al pedir simplemente, sabemos que nuestra fe está puesta en Dios.

Petición con mandato
Agnes Sanford escribe que al orar por otra persona, solía recogerse primero para sentirse unida a Cristo y para poder orar con un sentimiento de unidad con él. Así terminaba su oración con las palabras: "Por Jesucristo nuestro Señor, Amén". El Amén era una confirmación; confirmaba la voluntad de que "así fuera".

Estas palabras y estos sentimientos pueden contribuir con un aporte subjetivo, sicológico, a nuestra fe. No son esenciales; pero tampoco dañan.

Con aporte imaginativo
Tanto Agnes Sanford como Ruth Stapleton solían usar con la oración aportes de su imaginación creadora. Así, imaginaban que ya se estaba efectuando la sanación de la parte enferma: corazón, pierna lo que fuera...mantenían ante sí la imagen de la persona completa, enteramente sana...

Se sabe que las imágenes ayudan la acción parasicológica del pensamiento y del deseo; pero no debemos adelantarnos a la voluntad de Dios. ¿Cómo sabemos que él quiere sanar ahora la dolencia física del enfermo? Él tiene su sabiduría divina; quizás quiera efectuar una sanación interior antes de una sanación física.

A no ser que tengamos una "palabra de ciencia" o una gracia de fe carismática acerca del enfermo por el cual oramos, no debemos imaginar lo que no sabemos si es real.

Otra cosa es dar una forma imaginativa a una realidad que conocemos por la fe. Así, podemos imaginar a Jesús que está al lado nuestro y que pone su mano sobre la nuestra...porque sabemos por la fe que estamos incorporados en el Cuerpo de Cristo. Cuando vivimos esa verdad y pedimos "en el nombre de Jesús", estamos pidiendo lo que sabemos que él pide con nosotros.

Lo importante es que pongamos nuestra fe en Dios y en lo que él nos ha revelado. No debemos poner la confianza en tales o cuales imágenes que expresan nuestra fe.

Oración colectiva
Jesús nos dice: "Donde hay dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (M t 18,20). La reunión de varias personas que oran por un enfermo supone el amor fraterno, llave importante para todo carisma.

Además la presencia especial de Jesús afirma nuestra fe.

DON DE MILAGROS
San Pablo coloca el carisma de "operaciones milagrosas" en seguida del don de las curaciones. Es muy importante partir del hecho de que son Carismas diferentes. Esto nos servirá para no hablar de milagros cuando el Señor efectúa la sanación por ministerio nuestro y para no creer que los milagros se presentan por todas partes y a cada paso.

Pero tampoco debemos caer en el extremo opuesto al negar la existencia de los milagros en la hora presente. Por falta de ideas claras acerca de la noción de milagro y de su fin en el plan salvífico de Dios, se llama milagro a lo que no lo es y se tiene una posición negativa y prevenida frente a una realidad tan importante como es el milagro en la vida de Jesús y en la historia de su Iglesia.

Conviene tener presentes algunas ideas expuestas por Metz en Sacramentum Mundi sobre este importante tema.

1. Desde el punto de vista teológico los milagros son signos que muestran la presencia del prometido reinado de Dios y que acreditan a los portadores históricos de esta promesa.

2. El milagro no es una demostración arbitraria de la omnipotencia de Dios, sino un testimonio del poder que tiene de producir nuestra salvación en Jesucristo. El milagro es un signo del poder y del amor de Dios que quiere salvar a todo el hombre y a todos los hombres.

3. No aparece oportuno definir negativamente el milagro como suspensión o ruptura de las leyes de la naturaleza. Más bien hay que definirlo positivamente como signo de la inclusión de la realidad entera de una economía histórica de Dios, que nos ama y quiere salvarnos. "En la obra de Jesús, tal como lo refieren los Evangelios, los milagros ocupan un lugar cuantitativa y cualitativamente importante.

Pero no aparece allí como simple proliferación de lo maravilloso, al margen del mensaje salvífico, sino que, más bien ellos mismos son evangelio, mensaje salvífico en acción. Puesto que los sinópticos normalmente designan el milagro con las palabras: acciones poderosas, deberíamos traducir este concepto por "manifestaciones del poder". Por lo demás, la palabra poder no insiste en el carácter excepcional de la manifestación o en la afirmación de la intervención transcendente de Dios, sino en la presencia de la salvación, que vence las "virtudes y potestades" del mal.

Como signo de la salvación el milagro alcanza su sentido pleno y su realización perfecta en Cristo, plenitud de la presencia salvadora y "sí" definitivo de Dios al hombre, en quien se hacen realidad todas las promesas. (2 Cor. 1,20).

Todos los grandes temas de los profetas y de la actividad mesiánica de Jesús se prolongan plásticamente en los milagros; primacía del reino sobre los cuidados materiales (diezmo sacado de la boca del pez); liberación del pecado (el paralítico bajado por el techo); victoria sobre el demonio (expulsión de los demonios); victoria sobre la muerte (Naim, la hija de Jairo); paradoja de la cruz y de la glorificación (el caminar sobre las aguas; tempestad calmada); esterilidad del que rechaza la salvación (higuera seca) y riqueza del que la acepta (pesca milagrosa; Pedro que camina sobre las aguas) ; Jesús mismo, en la sinagoga de Nazaret, lo mismo que en la respuesta dada a los emisarios de Juan Bautista (Lc 4, 16s;7, 18-23), une expresamente sus prodigios con las profecías mesiánicas de Isaías, donde cada don físico simboliza la salvación eterna y las riquezas del reino.

Todos los milagros son así preludio de su propia resurrección, que es el triunfo decisivo del poder de Dios y de la realidad escatológica más allá de todo signo, pero que, para la Iglesia que vive aún en la espera, se anuncia por el sepulcro vacío y las apariciones". (Pág. 599 S.M.).

4. Como testimonio divino, como acción simbólica que se añade al signo de la palabra y lo confirma, el milagro es uno de los principales lugares de mediación entre el mensaje y la fe.

El milagro es un signo que invita, pero no fuerza. Para Jesús el milagro no es el camino único de la fe, ni siquiera el más perfecto. Mucho más eficaz es el encuentro con su doctrina, y sobre todo con su persona. "Bienaventurados los que no vieron y creyeron". (Jn 20,29).

A partir de estas ideas debemos ver la importancia y medir la realidad de las "obras de poder" y de los milagros en la vida de la Iglesia en todas las épocas.

5. Jesús no limitó los milagros a su vida mortal. Él prometió continuar efectuándolos a través de sus discípulos. "En verdad, en verdad os digo que el que cree en mí, ése hará también las obras que yo hago, y las hará mayores que éstas, porque yo voy al Padre". (Jn. 14,12). Así habló Jesús antes de su Pasión. ¿Qué importancia y credibilidad damos a estas palabras del Señor? ¿No las hemos convertido en una bonita frase para consolar a quienes estaban tristes por su partida?

¿ Y si el Señor no ha hecho nada grande a través de nosotros no será esto la clara manifestación de nuestra poca fe?

La acción poderosa del Señor en nosotros por medio de nosotros depende del grado de nuestra fe. Por eso antes de la Ascensión dice: "Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, tomarán serpientes en sus manos y aunque beban algún veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.

Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios". (Mc.16, 17-19).

La lectura de los Hechos de los apóstoles nos muestra cómo se cumplieron estas promesas del Señor en la Iglesia primitiva desde el día de Pentecostés.

Pedro ordena al paralítico de nacimiento: "en nombre de Jesús de Nazareno, anda" y tomándole de la mano derecha, le levantó, y al punto sus pies y sus talones se consolidaron; y de un brinco se puso en pie y, comenzado a andar, entró con ellos en el templo saltando, brincando y alabando a Dios". (He. 3,7-9). Este tullido termina saltando y alabando a Dios porque un hombre lleno de fe y del poder del Espíritu da una orden en nombre de Jesús.

No es Pedro quien sana, sino Jesús por medio de él. Con gran sinceridad este Apóstol dice a los presentes: ¿Por qué os admiráis de esto y por qué nos miráis a nosotros, como si por nuestro propio poder o por nuestra piedad hubiéramos hecho anda a éste? "Por la fe en su nombre, éste a quien veis y conocéis ha sido por su nombre consolidado, y la fe que de Él nos viene dio a éste la plena salud en presencia de todos nosotros". (Hch 3, 12 y 16). .

("Nuevo Pentecostes" Nº 57)