lunes, 30 de septiembre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 9,46-50


Evangelio según San Lucas 9,46-50
Entonces se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande.
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo,
les dijo: "El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande".
Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros".
Pero Jesús le dijo: "No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes".

RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

Normalmente entendemos por “poder” la capacidad para someter a las cosas, o a las personas a la propia voluntad. Para Jesús el poder es otra cosa, el poder verdadero, el auténtico... es la donación de si mismo, enteramente, a la causa del Reino de Dios. La distancia entre estas dos concepciones se da no sólo en la finalidad, sino también en el objeto de dominio. Nosotros entendemos el poder como dominación, Jesús los entiende como entrega, donación, capacidad de amar... Es algo incluso “antinatural”, siendo conscientes de que la ley que parece rige la naturaleza es la de la lucha por la vida. Una lucha sin cuartel en la que los débiles desaparecen y los fuertes, los mejor praparados, son los que salen adelante en esta carrera por la vida. Una ley que mueve también nuestras sociedades y que expresamos con el término “competitividad”. Competimos toda nuestra vida para conseguir los primeros puestos, el estar a la derecha o a la izquierda.

Esto es lo que expresan los apóstoles de Jesús en el Evangelio de hoy. Creen que por ser del grupo de los cercanos a Jesús, por haber madrugado al seguimiento “merecen” un lugar principal. Parece lógico y normal. Pero Jesús les pone delante a un niño para que vean de otra manera el problema: hacerse esclavo y servidor para ser el más importante, la acogida y la entrega a lo últimos como camino para ser “los primeros”.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

COMPRENDIENDO LA PALABRA 300919


“Tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros"

No podemos invocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres, creados a imagen de Dios (Gn 1, 27). La relación del hombre para con Dios Padre y con los demás hombres sus hermanos están de tal forma unidas que, como dice la Escritura: "el que no ama, no ha conocido a Dios" (1 Jn 4,8).

Así se elimina el fundamento de toda teoría o práctica que introduce discriminación entre los hombres y entre los pueblos, en lo que toca a la dignidad humana y a los derechos que de ella dimanan.

La Iglesia, por consiguiente, reprueba como ajena al espíritu de Cristo cualquier discriminación o vejación realizada por motivos de raza o color, de condición o religión. Por esto, el sagrado Concilio, siguiendo las huellas de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, ruega ardientemente a los fieles que, "observando en medio de las naciones una conducta ejemplar" (1 P 2, 12), si es posible, en cuanto de ellos depende (Rm 12, 18), tengan paz con todos los hombres, para que sean verdaderamente hijos del Padre que está en los cielos (Mt 5, 45).


Concilio Vaticano II
Declaración sobre las relaciones de la iglesia con las religiones no cristianas “Nostra Aetate” , 5- Copyright © Libreria Editrice Vaticana

domingo, 29 de septiembre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 16,19-31


Evangelio según San Lucas 16,19-31
Jesús dijo a los fariseos: "Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes.
A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro,
que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas.
El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado.
En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él.
Entonces exclamó: 'Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan'.
'Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento.
Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí'.
El rico contestó: 'Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre,
porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento'.
Abraham respondió: 'Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen'.
'No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán'.
Pero Abraham respondió: 'Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'".

RESONAR DE LA PALABRA

¿Qué hacemos con Lázaro?

La parábola del evangelio de hoy es una de las más conocidas. Tanto que forma parte de la cultura popular el recuerdo de aquel personaje andrajoso que solicitaba limosna a las puertas de la casa del rico. Hoy sigue habiendo muchos Lázaros que piden limosna a las puertas de nuestras casas opulentas, ricas y bien guardadas. Son los inmigrantes que vienen de países pobres en busca de un salario que les permita vivir dignamente. Son los que piden por la calle o a las puertas de nuestras iglesias. Son las muchas personas que acuden a los servicios sociales del Estado, del ayuntamiento o de la misma Iglesia en busca de ayuda para pagar el recibo de la luz o para comprar los alimentos necesarios. 

También, ¡cómo no!, sigue habiendo muchos ricos que banquetean sin pensar en lo que sucede más allá de las puertas de sus palacios, de sus casas. Es más. La mayoría se ha provisto de un buen servicio de seguridad que no permite a los indeseables –entre los que se incluyen a los pobres naturalmente– traspasar los límites de sus hermosas viviendas. Hay gente que dispone de unos recursos difícilmente imaginables para la mayoría de las personas. 

Posiblemente la mayoría de nosotros no pertenecemos ni a uno ni a otro grupo. No estamos entre los “Lázaros” de este mundo. Podemos disponer de lo mínimo y un poco más, a veces hasta bastante más. Pero tampoco nos parecemos al rico de que habla la parábola ni a esos ricos de nuestro mundo que frecuentan unos ambientes donde nosotros mismos seríamos vistos como “andrajosos Lázaros”. A partir de ahí podemos pensar que la parábola no tiene nada que decirnos. Sencillamente no se dirige a nosotros. En todo caso, hasta nos sentiríamos más cerca del sufrido Lázaro. Nos ha tocado trabajar mucho y hemos sacado poco. Esperamos que en el otro lado nos toque una buena vida. Pensamos que más bien nos tocará estar con Lázaro en el seno de Abrahán. 

Pero las parábolas siempre exageran un poco la realidad. Y la exageran para que la entendamos mejor. En la oposición entre el rico y Lázaro comprendemos mejor que no podemos vivir una vida en la que miremos apenas a “mis” propios intereses y preocupaciones. Lázaro son los pobres andrajosos que a veces vemos por las calles. Pero Lázaro es cualquier persona que cerca de nosotros está necesitada de cariño y atención. En muchas ocasiones no se trata de dar dinero sino de ofrecer nuestro tiempo, nuestra compañía, una palabra de aliento, de comprensión. Vivir en cristiano significa abrir los ojos para ver allá de mis intereses y deseos, de lo que me gusta. Vivir en cristiano es interesarme por mi hermano hasta dar la vida por él. Exactamente como Jesús hizo.

Para la reflexión

¿Procuro informarme de lo que les sucede a mis hermanos y hermanas, tanto cercanos como lejanos? ¿Cómo me solidarizo con ellos? ¿Qué hago para ayudarlos?
Fernando Torres cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

DIOS MIRA EL CORAZÓN


“Dios mira el corazón” (1S 16,7)

¿Acaso aquel pobre fue transportado por los ángeles recompensando su pobreza y por el contrario, el rico fue enviado al tormento por el pecado de sus riquezas? En el pobre se patentiza glorificada la humildad, y en el rico condenada la soberbia.

Brevemente pruebo que no fue atormentada en el rico la riqueza, sino la soberbia. Sin duda que el pobre fue llevado al seno de Abraham; pero del mismo Abraham dice la Escritura que poseyó en este mundo abundante oro y plata y que fue rico en la tierra. Si el rico es llevado a los tormentos ¿cómo Abraham había precedido al pobre a fin de recibirlo en su seno? Porque Abraham en medio de las riquezas era pobre, humilde, cumplidor de todos los mandamientos y obediente. Hasta tal punto tuvo en nada las riquezas que se le ordenó por Dios inmolar a su hijo para quien las conservaba (Gn 22,4).

Aprended a ser ricos y pobres tanto los que tenéis algo en este mundo, como los que no tenéis nada. Pues también encontráis al mendigo que se ensoberbece y al acaudalado que se humilla. Dios resiste a los soberbios, ya estén vestidos de seda o de andrajos; pero da su gracia a los humildes ya tengan algunos haberes mundanos, ya carezcan de ellos. Dios mira al interior; allí pesa, allí examina.


San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Discurso sobre los salmos, Sal. 85; CCL 39, 1178

sábado, 28 de septiembre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 9,43b-45


Evangelio según San Lucas 9,43b-45
Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:
"Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres".
Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.

RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

El evangelista nos lleva otra vez al contraste entre el éxito actual de Jesús y el futuro sombrío que le espera. Es la segunda predicción explícita de la pasión, lección repetida, por ser difícil de retener: "metéoslo bien en la cabeza".

Mucho más que de Jesús, Lucas en este caso nos habla de los discípulos, y lo hace con reiteraciones: no entienden, no captan el sentido, les resulta oscuro. Es extraño que Dios -sujeto indiscutible de la frase principal, en la forma del llamado "pasivo divino"- entregue a su Hijo, y es aún más extraño que esa entrega sea la culminación de una vida mesiánica y la fuente de vida para cuantos crean en Él. Hay un halo de misterio que embarga a los seguidores: "les daba miedo preguntarle". Esta última frase, tomada literalmente del evangelio de Marcos, tiene allí más sentido, pues, con motivo de la anterior predicción del sufrimiento,

Pedro se atrevió a intervenir y salió muy malparado. Para nosotros, como para ellos, mejor dejarnos envolver por el misterio, pasmarnos ante la paradoja, y aceptar que -naturalmente hablando- los caminos de Dios y los nuestros van en dirección deferente, y nos cuesta mucho comprenderlos, o darles una explicación "razonable", son caminos nuevos para nosotros para ser recorridos desde la confianza inquebrantable en Dios.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

COMPRENDIENDO LA PALABRA 280919


“Ellos no entendían estas palabras”

Entre las cosas sublimes y las maravillas que se pueden decir de Cristo hay una que sobresale de todas las demás y excede absolutamente la capacidad de admiración del hombre y la fragilidad de nuestra inteligencia mortal no es capaz de comprender ni imaginar. Y es que la omnipotencia de la majestad divina, la Palabra misma del Padre, la misma Sabiduría de Dios, por la que todas las cosas fueron creadas –lo visible y lo invisible—(cf Col 1,16) se deja contener en los límites de este hombre que se manifestó en Judea. Esta es nuestra fe. Pero todavía hay más. Creemos que la sabiduría de Dios se ha encerrado en el seno de una mujer, que ha nacido entre llantos y gemidos comunes a todos los recién nacidos. Y sabemos que después de todo esto, Cristo ha conocido la angustia ante la muerte hasta el punto de exclamar: “Siento una tristeza mortal.” (Mt 26,38) Fue arrastrado hacia una muerte ignominiosa...aunque sabemos que el tercer día resucitó...

Realmente, dar a entender estas verdades a los oídos humanos, intentar expresarlas con palabras, excede la capacidad del lenguaje humano... y probablemente el de los ángeles.


Orígenes (c. 185-253)
presbítero y teólogo
Tratado de los Principios, II,  6,2 ; PG 11, 210

viernes, 27 de septiembre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 9,18-22


Evangelio según San Lucas 9,18-22
Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?".
Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado".
"Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro, tomando la palabra, respondió: "Tú eres el Mesías de Dios".
Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.
"El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".

RESONAR DE LA PALABRA 

Queridos hermanos:

“Estando una vez orando a solas…” ¡Cuánto nos gustaría asomarnos a esa intimidad de Jesús con el Padre en la oración! Por la pregunta que dirige a los discípulos, da a entender que el tema de la oración era cómo estaba reaccionando la gente de Galilea a sus enseñanzas.

Jesús quiere cumplir con fidelidad la voluntad del Padre de reinar en medio de su pueblo. Ese apremiante deseo lo hace caminar de sinagoga en sinagoga, “recorría toda Galilea proclamando que el Reino de Dios está cerca”, dice el texto.

Jesús es humano y quiere ver los frutos de sus esfuerzos.

¿Habían comprendido las multitudes lo que habían visto y oído de Él? ¿Dónde están, qué hacen, a qué se dedican tantos que lo han escuchado? ¿En qué ha mejorado el ambiente de aquellas comunidades rurales después de escuchar su palabra y de ver sus milagros? Muchas preguntas, ciertamente.

Se hace presente seguramente también en su oración aquella variedad de opiniones tan diversas acerca de quién es Él. La gente lo identifica sin más con algún personaje famoso del pasado, pero a Él no lo han reconocido todavía, por eso pregunta directamente a sus discípulos:

-“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”

Hoy también el debate sobre Jesús sigue más abierto que nunca, jaleado además por los más variados intereses y al servicio de una audiencia que no conoce fronteras gracias a la globalización. Hablar de Jesús siempre suscita interés. Él no deja a nadie indiferente, porque su palabra, su persona toca las fibras más profundas del corazón humano.

¿Quién soy yo para ti, querido amigo, querida amiga?, nos pregunta Jesús ahora al terminar de leer este texto.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

COMPRENDIENDO LA PALABRA 270919


“Para vosotros ¿quién soy yo?”

Hay que reconocer que uno de los efectos más graves de la secularización [de la sociedad] consiste en tener la fe cristiana relegada, al margen de la existencia, como si fuera inútil por lo que se refiere al desarrollo concreto de la vida de los hombres. El fracaso de la manera de vivir “como si Dios no existiera” está ahora a la vista de todos. Hoy es necesario redescubrir que Jesucristo no es una simple convicción privada o una doctrina abstracta, sino una persona real, cuya inserción en la historia es capaz de renovar la vida de todos.

Por esto la eucaristía, como fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia, se debe traducir en espiritualidad, en vida “según el Espíritu” (Rm 8,4; Gal 5,16.25). Y es significativo que san Pablo, en el pasaje de la carta a los Romanos en la que invita a vivir un nuevo culto espiritual, recuerde, al mismo tiempo, la necesidad de un cambio en la manera de vivir y de pensar: “No os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto” (12,2). De esta manera, el apóstol de los gentiles subraya la relación entre el verdadero culto espiritual (Rm 12,1) y la necesidad de una nueva manera de percibir la existencia y de conducirse en la vida. Renovar su manera de pensar es parte integrante de la forma eucarística de la vida cristiana “para que ya no seamos niños sacudidos por las olas y llevados al retortero de todo viento de doctrina” (Ef 4,14).


Benedicto XVI
papa 2005-2013
Exhortación apostólica Sacramentum Caritatis, 77

jueves, 26 de septiembre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 9,7-9


Evangelio según San Lucas 9,7-9
El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: "Es Juan, que ha resucitado".
Otros decían: "Es Elías, que se ha aparecido", y otros: "Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado".
Pero Herodes decía: "A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?". Y trataba de verlo.

RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

El texto del evangelio de San Lucas nos habla hoy de los cuestionamientos de Herodes acerca de Jesús y nos sontúa en el ambiente de su predicación y actuación profética.

Los rumores que sobre él se van extendiendo, que volvemos a encontrar con motivo de la confesión de Pedro (¿"quién dice la gente que soy yo?") nos hablan de la gran resonancia y las expectativas que el carpintero de Galilea suscitó con su extraño género de vida y su profetismo radical.

Compararle con Elías supone verle introduciendo el final de los tiempos.

Parangonarle con el Bautista es subrayar la radicalidad de su mensaje y la libertad de pronunciarlo ante los poderosos.

Pero, como nos mostrará el mismo Lucas en la historia de la pasión, Herodes es simplemente un frívolo que sólo busca espectáculo; y Jesús no está dispuesto a transigir, no le dirige ni una palabra. Sólo la tiene para quien está dispuesto a dejarse interpelar, a cambiar el corazón, a entrar en una época nueva, en un "fin del mundo".

El evangelista Lucas, ciertamente interesado por la historia, no quiere hacer de Jesús un objeto de curiosidad histórica para su comunidad, sino el Mesías permanentemente presente en ella, orientador y vitalizador de los suyos.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

HERODES QUERÍA VER A CRISTO


Herodes quería ver a Cristo

"Nunca nadie ha visto Dios." El Hijo único que se encuentra en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer" (Jn 1,18). Lo divino es inexplicable e incomprensible: "nadie conoce al Padre, excepto el Hijo o aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar" (Mt 11,27), y el Espíritu Santo conoce igualmente a Dios... Pero después de este primero y bendito conocimiento divino, nadie ha conocido a Dios sino aquellos a quien Dios mismo se revele...

Por tanto, Dios no nos dejó en la completa ignorancia, porque cada uno ha sembrado en sí, el conocimiento de que existe un Dios. La creación, por su cohesión y su dirección, proclama la magnificencia de la naturaleza divina (cf. Rm 1.20). A continuación, la Ley y los Profetas y su único Hijo, el Señor, "nuestro Dios y Salvador Jesucristo" (2P 1.1), han demostrado el conocimiento de Dios, de acuerdo a lo que podemos conseguir. Por eso todo lo que nos fue transmitido por la Ley y los Profetas, los Apóstoles y los Evangelistas, lo aceptamos, lo conocemos, aplicamos nuestra devoción y no buscamos más allá.

Dios es bueno; apela al bien... Como él lo sabe todo y lo que nos conviene a cada uno, nos revela lo que nos es útil de conocer y lo que podemos llevar. Debemos, por lo tanto, contentarnos con esto y permanecer en ello.


San Juan Damasceno (c. 675-749)
monje, teólogo, doctor de la Iglesia
La Fe ortodoxa, I, 1

miércoles, 25 de septiembre de 2019

Tú me darás lo que necesito

No lleven nada para el camino. (Lucas 9, 3)

No lleves dinero para el viaje, tampoco una maleta. ¿Seguro de viajes? ¡Ni pensarlo! Cuando llegues a tu destino, solo busca a alguien que parezca amigable y quédate con esa persona.

Si un agente de viajes te diera este consejo, posiblemente buscarías a otro. Pero esto es más o menos lo que Jesús les dijo a los Doce cuando los envió en su primer viaje misionero. Irían de pueblo en pueblo, pero ¿no debían hacer preparativos ni llevar provisiones? No. Prepararse no está mal, pero Jesús no quería que ellos se perdieran la oportunidad de ver como Dios proveía para sus necesidades.

Los enviaba a curar y predicar; pero también a aprender a confiar en Dios, pues quería que supieran que su Padre celestial era quien que proveía para ellos y les daba el poder para trabajar en su nombre. Es una lección que Jesús quiere dar a todos sus seguidores.

En la historia de la Iglesia vemos numerosos ejemplos de santos que son conocidos porque, aun no teniendo nada, creyeron que Dios les proveería lo que necesitaban. Pensemos en San Juan Bosco, que se hizo famoso por alimentar a muchos niños huérfanos con la comida que no se acababa de su pequeña olla. O en la Madre Teresa que se quedaba sin recursos para dar de comer a aquellos que cuidaba en su casa hasta que, justo antes de la cena, recibía una donación de último momento.

Por eso, no permitas que la falta de preparación o de recursos te impida empezar a servir y ayudar a otros. Las cosas no siempre funcionan a la perfección, ni siquiera para los santos y hasta los apóstoles tenían sus altos y bajos. Después de que salieron a predicar con todo éxito, cuando volvieron seguían sin comprender a Jesús, al punto de que algunos lo abandonaron y hasta lo negaron. Tú también puede tener altibajos, pero no te preocupes; solamente da el primer paso en fe y deja que Dios provea lo que te hace falta.

Por ejemplo, inicia una conversación con tu hijo que tiene dificultades con los estudios, o deja que Dios te llene de valor para abordar un tema delicado con tu esposa o esposo, como los gastos que hace. Confía en que el Señor te dará lo que necesites para servir a aquellos que caminan junto a ti. Recuerda que el mismo Señor es quien realiza las obras que te encomienda a ti, y lo único que tienes que hacer es ser dócil a sus inspiraciones.
“Señor, ayúdame a confiar en que tú me darás lo que necesito para cumplir tus obras.”
Esdras 9, 5-9
(Salmo) Tobías 13, 2-5. 8.
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 9,1-6


Evangelio según San Lucas 9,1-6
Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para curar las enfermedades.
Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos,
diciéndoles: "No lleven nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno.
Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir.
Si no los reciben, al salir de esa ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos".
Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y curando enfermos en todas partes.

RESONAR DE LA PALABRA 

Queridos hermanos:

Hace tiempo conocí una pequeña comunidad de laicos que intentaban vivir de la “providencia”. A mi me parecieron poetas incurables… ¿quién en nuestro mundo se atreve a una osadía mayor, desafiando las leyes de la mercadotecnia? Pero hay personas que lo hacen, seducidas por Jesús se lanzan al camino de la vida fiados únicamente de esta palabra que hemos escuchado en el Evangelio de hoy, manifestando así su libertad y su confianza en Dios Padre Providente. Son testimonio de que el Evangelio no es una utopía, sino que se puede vivir, y que para ello sólo hace falta una cosa: “fiarse de Dios”.

Nos cuesta tanto fiarnos de Dios, incluso los que hemos hecho votos de pobreza, castidad y obediencia para manifestar al mundo que sólo Dios basta, nos llenamos de cosas inútiles pensando que ahí está la eficacia del trabajo por el Reino.

Necesitamos poetas que nos recuerden lo absurdo de nuestras inseguridades, necesitamos poetas que nos digan que con Dios a nuestro lado ya lo tenemos todo, necesitamos poetas que nos recuerden esa libertad primigenia de quien se desprende de todo para llenarse de Dios.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

COMPRENDIENDO LA PALABRA 250919


“Fueron de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia”

El mandato [de Cristo] es: «Id por todo el mundo, anunciad la Buena Noticia a toda la creación» (Mc 16,15), porque «toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios» (Rm 8,19). Toda la creación quiere decir también todos los aspectos de la vida humana […]. Las enseñanzas de la Iglesia sobre situaciones contingentes están sujetas a mayores o nuevos desarrollos y pueden ser objeto de discusión, pero no podemos evitar ser concretos […]. Los Pastores, acogiendo los aportes de las distintas ciencias, tienen derecho a emitir opiniones sobre todo aquello que afecte a la vida de las personas, ya que la tarea evangelizadora implica y exige una promoción integral de cada ser humano. 

Ya no se puede decir que la religión debe recluirse en el ámbito privado y que está sólo para preparar las almas para el cielo. Sabemos que Dios quiere la felicidad de sus hijos también en esta tierra, aunque estén llamados a la plenitud eterna, porque Él creó todas las cosas «para que las disfrutemos» (1 Tm 6,17), para que todos puedan disfrutarlas. De ahí que la conversión cristiana exija revisar «especialmente todo lo que pertenece al orden social y a la obtención del bien común» (S. Juan Pablo II).

Por consiguiente, nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos. ¿Quién pretendería encerrar en un templo y acallar el mensaje de san Francisco de Asís y de la beata Teresa de Calcuta? Ellos no podrían aceptarlo. Una auténtica fe —que nunca es cómoda e individualista— siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra.

Papa Francisco
Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium / La alegría del Evangelio” § 181-183 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)

martes, 24 de septiembre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 8,19-21


Evangelio según San Lucas 8,19-21
Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud.
Entonces le anunciaron a Jesús: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte".
Pero él les respondió: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican".

RESONAR DE LA PALABRA 

Queridos hermanos:

Estaba Jesús hablando cuando se presentó alguien con la noticia de que si familia estaba afuera esperándole, porque el gentío era tan grande que no podían llegar hasta él. Jesús, no sólo no sale sino que responde: "Mi madre y mis hermanosson los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen".

La frase de Jesús reafirma su pensamiento sobre la Palabra: que hay que escucharla, asumirla, irradiarla y hacerla vida.

Podría parecer que la frase de Jesús es un desprecio hacia su familia, pero por duro que parezca, para Jesús, ante el Reino, todo pasaba a un segundo plano: no estaba dispuesto a que nadie le domesticara, ni los jefes religiosos ni su propia familia.

La verdadera familia de Jesús no estaba constituida por los lazos de la sangre, sino por la obediencia a la Palabra de Dios. Nos hacemos hermanos de Jesús y miembros de su nueva familia por el compromiso que asumimos como su proyecto, es decir si nos comprometemos en la construcción del Reino de Dios con una actitud profética que proclame a los cuatro vientos la novedad radical que Jesús nos trae, Palabra Encarnada, Palabra entregada para dar vida al mundo.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

COMPRENDIENDO LA PALABRA 240919


Vivía de fe como nosotros

¡Cuánto me hubiera gustado ser sacerdote para predicar sobre la Santísima Virgen! Un solo sermón me habría bastado para decir todo lo que pienso al respecto. 

Ante todo, hubiera hecho ver qué poco se conoce su vida. No habría que decir de ella cosas inverosímiles o que no sabemos; por ejemplo que de muy pequeñita, a los tres años, la Santísima Virgen fue al templo para ofrecerse a Dios con ardientes sentimientos de amor, totalmente extraordinarios, cuando tal vez fue allá sencillamente por obedecer a sus padres... Para que un sermón sobre la Virgen me guste y me aproveche, tiene que hacerme ver su vida real, no su vida supuesta; y estoy segura de que su vida real fue extremadamente sencilla. Nos la presentan inaccesible, habría que presentarla imitable, hacer resaltar sus virtudes, decir que ella vivía de fe igual que nosotros, probarlo por el Evangelio, donde leemos. «No comprendieron lo que quería decir». Y esta otra frase, no menos misteriosa: «Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño». Esta admiración supone una cierta extrañeza, ¿no te parece, Madrecita? 

Sabemos muy bien que la Santísima Virgen es la Reina del cielo y de la tierra, pero es más madre que reina; y no se debe decir que a causa de sus prerrogativas eclipsa la gloria de todos los santos como el sol al amanecer hace que desaparezcan las estrellas. ¡Dios mío, que cosa más extraña! ¡Una madre que hace desaparecer la gloria de sus hijos...!Yo pienso todo lo contrario, yo creo que ella aumentará con mucho el esplendor de los elegidos. Está bien hablar de sus privilegios, pero no hay que quedarse ahí... ¡Y quién sabe si en ese caso algún alma no llegará incluso a sentir cierto distanciamiento de una criatura tan superior y a decir: «Si eso es así, mejor irse a brillar como se pueda en un rincón». 

Lo que la Santísima Virgen tiene sobre nosotros es que ella no podía pecar y que estaba exenta del pecado original. Pero por otra parte, tuvo menos suerte que nosotros, porque ella no tuvo una Santísima Virgen a quien amar, y eso es una dulzura más para nosotros y una dulzura menos para ella.

Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897)
carmelita descalza, doctora de la Iglesia
Ultimas Conversaciones, 21•08•1897

lunes, 23 de septiembre de 2019

TRANSFORMAR RIQUEZAS CON RELACIONES


«La riqueza puede llevar a la construcción de muros, crear divisiones y discriminaciones. Jesús, por el contrario, invita a sus discípulos a invertir el curso: “Háganse amigos con la riqueza”. Es una invitación a saber transformar bienes y riquezas en relaciones, porque las personas valen más que las cosas y cuentan más que las riquezas que poseen… Jesús también indica el propósito último de su exhortación: “Háganse amigos de las riquezas, para que te acojan en las moradas eternas”. Si somos capaces de transformar las riquezas en instrumentos de fraternidad y solidaridad, no solo será Dios quien nos acoja en el Paraíso, sino también aquellos con los cuales hemos compartido, administrando bien lo que el Señor ha puesto en nuestras manos…. Frente a nuestras faltas y fracasos Jesús nos asegura que siempre estamos a tiempo para sanar el mal hecho con el bien. Quién ha causado lágrimas, haga feliz a alguien; quien ha quitado indebidamente, done a quien está en necesidad. Al hacerlo, seremos alabados por el Señor “porque hemos actuado con astucia”, es decir, con la sabiduría de los que se reconocen como hijos de Dios y se ponen en juego por el Reino de los Cielos»

Francisco
Ángelus 22-09-19

Meditación: Lucas 8, 16-18

Nadie enciende una vela y la tapa. (Lucas 8, 16)

Cuando leen este pasaje, algunos piensan que la vela que brilla sobre el candelabro se refiere a ellos mismos. Pero, ¿no sería mejor pensar que Jesús es la luz que resplandece y que alumbra a todos? Después de todo, él mismo dijo “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8, 12). Entonces, no es que él quiera pasar desapercibido ni que haya que pasar obstáculos para descubrirlo. No, el Señor quiere revelarse a sus fieles. ¡Este es un mensaje muy esperanzador! Jesús es nuestra luz y nuestra salvación (Salmo 27, 1).

Entonces, ¿qué es lo que la luz de Cristo nos ayuda a ver? En primer lugar, lo que nos revela no es apenas un conjunto de verdades acerca de Dios; nos muestra a Dios mismo: su misericordia, su amor y su fidelidad. Y cuando Dios se nos revela, siempre nos ilumina, tanto el corazón como la mente. Así podemos verlo más claramente y surge en nosotros el deseo de seguirlo más de cerca.

Por ejemplo, si lees la parábola del hijo pródigo, podrías visualizarte a ti mismo como el joven que regresa a casa y como bienvenida recibe el abrazo cariñoso del padre. O si recuerdas una experiencia conmovedora que tuviste en una Confesión, eso puede ayudarte a ser más comprensivo con otros, porque puedes compartir la misericordia que has recibido. Dios puede utilizar circunstancias como ésas para hacer brillar su luz en tu corazón, y al hacerlo dispersar algo de la oscuridad que puede haber allí.

Es posible que no lo veas con claridad al principio. Así como cuando uno entra en un cuarto en penumbras, al principio cuesta mucho ver lo que allí hay, pues los ojos se tienen que acostumbrar a la poca luz disponible; pero después de un rato los ojos se van habituando y se puede ver más claramente. De igual manera, mientras más tiempo pases en la presencia de Dios, mejor podrás percibir lo que el Señor te esté revelando.

Dios ha querido darse a conocer desde el principio de los tiempos, y lo sigue haciendo ahora mismo, y para eso está continuamente colocando su luz sobre el candelabro para que todos la vean y la reconozcan. Y ten por seguro que su luz brilla incluso en los lugares más inesperados, así que abre los ojos para que la veas.
“Amado Jesús, haz que tu luz alumbre claramente lo que yo vea y ayúdame a enfocarme en ti y en tu revelación.”
Esdras 1, 1-6
Salmo 126 (125), 1-6
fuente La Palabra con nosotros

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 8,16-18


Evangelio según San Lucas 8,16-18
Jesús dijo a la gente:
"No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o para ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un candelero, para que los que entren vean la luz.
Porque no hay nada oculto que no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado.
Presten atención y oigan bien, porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener".

RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

En nuestros días la luz está al alcance de la mano. Alargamos la mano, damos un botón y ya está, la sala iluminada. Hemos superado tantas fronteras, tantos obstáculos de la naturaleza gracias nuestro ingenuo que nos hemos creído que somos capaces de casi todo por nosotros mismos.

Pero el Evangelio no nos habla de esta luz producto de la técnica, sino de otra luz, y de esa nos falta tanto… esa luz que es capaz de dar alegría, esperanza, ilusión por la vida, esa luz que hace que la luchas, los esfuerzos, los sacrificios merezcan la pena. Es la luz de Jesús que ha venido a iluminar el mundo para que veamos la Verdad de todas las cosas.

Pero lo que de verdad inquieta del evangelio de hoy es el final: “al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo poco que cree tener”, porque ¿no será que creemos que vemos tanto, que no veamos nada? ¿No será que estamos ciegos creyendo que vemos?

Necesitamos más humildad para reconocer nuestra ceguera, para reconocer el “misterio” que es nuestra vida y la de los demás, más humildad para acoger la única luz capaz de iluminar nuestro corazón.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

COMPRENDIENDO LA PALABRA 230919


«Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero» (sl 118, 105)

La lámpara sobre el candelero es nuestro Señor Jesucristo, la verdadera luz del Padre «que ilumina a todo hombre que viene a este mundo» (Jn 1,9). Dicho con otras palabras, es la Sabiduría y la Palabra del Padre : habiendo aceptado nuestra carne, realmente es y ha sido llamado la «lámpara» del mundo. Es celebrado y exaltado en la Iglesia por nuestra fe y nuestra piedad. De esta manera se hace visible a todas las naciones y brilla para «todos los que están en la casa», es decir, para el mundo entero, según su palabra: «Nadie enciende una lámpara para ponerla bajo el celemín, sino sobre el candelero, donde puede iluminar a todos los de la casa» (Mt 5,15).

Como se puede ver, Cristo se da a sí mismo el nombre de lámpara. Siendo Dios por naturaleza, se ha hecho carne según el plan de salvación, una carne que contiene una luz, tal como si se tratara de un jarrón… David lo pensaba así cuando dijo : «Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero» (sl 118, 105). En la Escritura se describe a mi Salvador y mi Dios como una lámpara porque Él es quien hace desaparecer las tinieblas de la ignorancia y el mal de los hombres. Puesto que solo Él tiene poder para aniquilar las tinieblas de la ignorancia y disipar la oscuridad del pecado, por ello es, para todos, el camino de salvación. Conduce al Padre a los que, por el conocimiento y la virtud, van en pos de Él por el camino de los mandamientos como por un camino de justicia.


San Máximo el Confesor (c. 580-662)
monje y teólogo
Pregunta 63 para Thalasio; PG 90, 667s

domingo, 22 de septiembre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 16,1-13


Evangelio según San Lucas 16,1-13
Jesús decía a sus discípulos:
"Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes.
Lo llamó y le dijo: '¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto'.
El administrador pensó entonces: '¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza.
¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!'.
Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: '¿Cuánto debes a mi señor?'.
'Veinte barriles de aceite', le respondió. El administrador le dijo: 'Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez'.
Después preguntó a otro: 'Y tú, ¿cuánto debes?'. 'Cuatrocientos quintales de trigo', le respondió. El administrador le dijo: 'Toma tu recibo y anota trescientos'.
Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz."
Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas.
El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho.
Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien?
Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?
Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero".

RESONAR DE LA PALABRA

¿Para qué queremos el dinero?

Una vez dijo alguien que “es imposible amasar una fortuna sin antes hacer harina a los demás”. Posiblemente sea una exageración pero, como todas las exageraciones, tiene algo-mucho de verdad. La realidad es que la prosperidad que se experimenta hoy en los países desarrollados se debe mucho al trabajo y la industria de sus ciudadanos pero también, seamos realistas, a todo lo que en el pasado y hoy de diversas maneras, se ha sacado de los pueblos más pobres. No es cuestión de entrar aquí a discutir cuestiones económicas ni históricas. Pero sin llegar tan lejos no es difícil comprender que el sistema económico en el que vivimos no es precisamente evangélico. 

En el evangelio de hoy Jesús nos cuenta la historia del administrador injusto. Sabe que va a ser despedido y procura utilizar todos los recursos de que dispone para hacerse con amigos que le garanticen su futuro. Ya se sabe, “hoy por ti y mañana por mí”. Jesús no pretendía hablar de economía. Simplemente planteaba la situación de un hombre que se encuentra en una situación límite y que es capaz de discurrir lo suficiente como para sacar partido de ella en orden a cubrirse el futuro. Pero a nosotros nos vale la comparación y no es difícil aplicarla al mundo de la economía que tan importante es en nuestra sociedad. 

En primer lugar, ¿quién no está a punto de ser despedido? Ciertamente hoy se vive una situación de precariedad laboral. Pero es que además, nuestra estancia en este mundo es limitada, nuestra vida aquí tiene fecha de caducidad, aunque no esté escrita en la etiqueta como en los productos del supermercado. No sabemos de cuanto tiempo disponemos. En segundo lugar, ¿no es injusto el dinero que tenemos? ¿Podemos decir que es “mío”? Los recursos de este mundo son para todos y en la fraternidad todo se comparte. Así que lo mejor que podemos hacer es compartir aquello de lo que nos hemos apropiado. Y, tercero, que mejor que compartirlo haciendo amigos, creando fraternidad, estableciendo lazos de solidaridad. De esa manera lo que en nuestra sociedad nos separa –lo mío y lo tuyo, mi dinero, mi casa...–, se convierte en instrumento de fraternidad. Y, de paso, nos encontramos con la llave que nos abre la puerta a una vida mejor, a una vida más plena en la que ya aquí podemos saborear la vida del Reino: la fraternidad de los hijos de Dios. 

Al final, los que se dedican exclusivamente a cuidar lo “suyo” convierten el dinero, lo que poseen, en un ídolo, en otro dios al que sirven con pasión y devoción. Pero se equivocan porque Dios sólo hay uno. Y los bienes de este mundo no son más que instrumentos al servicio del Reino. 

Para la reflexión

¿Utilizo bien los recursos de que dispongo o los despilfarro en gastos inútiles que no me benefician ni a mí ni a mi familia? ¿Cómo los debería usar? ¿Cómo contribuyo a crear fraternidad con mis bienes?
Fernando Torres cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

COMPRENDIENDO LA PALABRA 220919


“Uno sólo es vuestro Maestro,… Cristo” (Mt 23,8)

“Nadie puede servir a dos señores.” No porque él tenga dos: no hay más que un Señor. Porque aunque haya personas que sirven al dinero, éste, de suyo, no posee ningún derecho a ser señor; son ellos mismos los que se cargan con el yugo de la esclavitud. En efecto, no se trata de un justo poder, sino de una injusta esclavitud. Por eso dice: “Haceos amigos con el dinero mal ganado” para que, a través de nuestra generosidad para con los pobres, alcancemos el favor de los ángeles y de los demás santos.

No se critica al intendente: con ello aprendemos que no somos amos sino intendentes de las riquezas de otros. Aunque haya hecho una falta, es alabado porque, contando con los otros en nombre de su amo, se gana adictos. Y Jesús ha hablado muy bien del “dinero engañoso” porque la avaricia, a través de las variadas seducciones que ofrecen las riquezas, tienta nuestras inclinaciones hasta el punto que queremos ser esclavos de los bienes. Por eso dice: “Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro?” Las riquezas nos son extrañas porque están fuera de nuestra naturaleza; no nacen con nosotros, y no nos siguen en la muerte. Cristo, por el contrario, es nuestro porque él es la vida… No seamos, pues, esclavos de los bienes exteriores, porque no debemos reconocer a otro como señor sino sólo a Cristo.

San Ambrosio (c. 340-397)
obispo de Milán y doctor de la Iglesia
Sobre el Evangelio de Lucas, 7, 244s

sábado, 21 de septiembre de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 9,9-13


Evangelio según San Mateo 9,9-13
Jesús, al pasar, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos.
Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?".
Jesús, que había oído, respondió: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.
Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".

RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

Celebramos hay la fiesta de San Mateo, apóstol. El Evangelio nos recuerda su vocación. Ahí está Mateo, sentado a la mesa de los impuestos, alguien que se dedica a sangrar a la gente en nombre de los romanos. Quizá no hubiera nadie más despreciable a los ojos de los judíos contemporáneos de Jesús. Pero Jesús no pasa de largo frente a aquella mesa, se detiene, le mira a los ojos y le llama: “Ven y sígueme”, y le convierte en discípulo.

Pero la cosa no queda ahí, Mateo y sus amigos (publicanos y pecadores) se sientan a la misma mesa con el Maestro. Si hubiéramos sino nosotros fácilmente hubiéramos dicho que no resulta conveniente para la “causa” que nos vieran en compañía de personas de tan mala fama, no habríamos ahorrado la crítica, los dimes y diretes. Pero Jesús lo tiene claro, y así quiere mostrarlo, y por eso llama a Mateo y va a comer con sus amigos: Jesús no ha venido a buscar a los sanos, sino a los pecadores, y les echa en cara a los fariseos su falta de misericordia, su falta de compasión para con aquellos que reconociendo su pecado quieren tomar un nuevo rumbo a sus vidas.

Cuantas veces nosotros actuamos así… emitimos un juicio sobre las personas, y ya es un juicio para toda la eternidad. Nunca nos acusarán de ingenuos porque no nos fiamos fácilmente de los otros. Esa es la distancia entre Jesús y nosotros, mientras que Él siempre mantiene la esperanza en las personas y por eso suspende todo juicio, nosotros condenamos eternamente, basados en nuestra mirada superficial y mezquina.

Cuándo aprenderemos el significado de la palabra misericordia?

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

SÍGUEME


“Sígueme!” (Mt 8,22)

“Jesús vio a un hombre sentado al mostrador de los impuestos...” Su nombre era Mateo. “Sígueme” le dice. Lo vio más con la mirada interna de su amor que con los ojos corporales. Jesús vio al publicano y, porque lo amó, lo eligió, y le dijo: “Sígueme, que quiere decir: “Imítame”. Le dijo: Sígueme, más que con sus pasos, con su modo de obrar. Porque, quien dice que permanece en Cristo debe vivir como vivió él (cfr. Jn 2,6)...

Mateo “se levantó y lo siguió”. No hay que extrañarse del hecho de que aquel recaudador de impuestos, a la primera indicación imperativa del Señor, abandonase su preocupación por las ganancias terrenas y, dejando de lado todas sus riquezas, se adhiriese al grupo que acompañaban a aquel que él veía carecer en absoluto de bienes. Es que el Señor, que lo llamaba por fuera con su voz, lo iluminaba de un modo interior e invisible para que lo siguiera, infundiendo en su mente la luz de la gracia espiritual, para que comprendiese que aquel que aquí en la tierra lo invitaba a dejar sus negocios temporales era capaz de darle en el cielo un tesoro incorruptible (Cfr. Mt 6,20).

Y sucedió que, estando Jesús a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores vinieron a colocarse junto a él y a sus discípulos. La conversión de un solo publicano fue una muestra de penitencia y de perdón para muchos otros publicanos y pecadores. Ello fue un hermoso y verdadero presagio, ya que Mateo, que estaba destinado a ser apóstol y maestro de los gentiles, en su primer trato con el Señor arrastró en pos de sí por el camino de la salvación a un considerable grupo de pecadores.


San Beda el Venerable (c. 673-735)
monje benedictino, doctor de la Iglesia
Homilías sobre los evangelios, I, 21; CCL 122, 149-151 (trad. cf breviario 21/09)

viernes, 20 de septiembre de 2019

Tiempo de renacer

Setiembre en el hemisferio sur nos trae el regalo de una naturaleza que se abre a la vida de manera rejuvenecida: ¡todo renace! Es el tiempo donde lo marchito es sobrepasado por la vida que despierta de manera nueva. El color se abre paso sobre lo opaco. Explosión de matices inundan los patios de nuestras casas, las calles y las plazas.
Para nosotros, hombres y mujeres de fe, aunque este renacer debe ser un cotidiano vivir, de manera especial debemos vivirlo en el mes patronal.
¡Un caudal de gracias esperan ser recibidas, acogidas, en el interior de aquel que vive su vida cimentada sobre Jesucristo, Rey y Señor!
Es tiempo de despertar del sueño, es hora de sacudir las marchitas hojas de la tibieza espiritual.
¡Que ningún invierno quiera prolongarse en tu vida!
¡Bendecida Novena de Arcángeles!

Miguel Angel Yunges
Comunidad Piedras Vivas

Meditación: Lucas 8, 1-3

Jesús comenzó a recorrer ciudades y poblados predicando la buena nueva del Reino de Dios. (Lucas 8, 1)
La buena noticia es sorprendente: Dios quiere que todos se salven, no solo los buenos, sino todo hombre y mujer que haya existido a través de los siglos.

Esto era casi incomprensible para los judíos. ¡Que Dios fuese a redimir a naciones paganas, incluso a gente inmoral e incrédula, era algo inconcebible! Pero en realidad era cierto, y aún lo es. Nadie queda excluido del amor compasivo de Dios ni de su deseo de compartir su vida en forma personal e íntima. Nadie en toda la Tierra está fuera del alcance del amor de Dios, ni tan sumergido en el pecado que el poder del Señor no pueda alcanzarlo y redimirlo.

Los Doce Apóstoles y las mujeres que acompañaban a Jesús (Lucas 8, 2) no formaban precisamente el séquito real que se habría esperado para el Rey Mesías. El grupo de pescadores, publicanos y mujeres, todos pobres, socialmente marginados y de escasa formación religiosa, distaba mucho de lo que se suponía normal y aceptable para los judíos, pero era a la vez un testimonio de la insondable sabiduría y el tierno proceder de Dios. La inteligencia divina invalida las restricciones de nuestro imperfecto razonamiento y Dios, en Jesús, reconcilia a hombres y mujeres, judíos y gentiles, ricos y pobres, sanos y enfermos, justos y antisociales… a veces de una manera insospechada.

En Jesús se ha abierto el Reino de Dios en forma definitiva para todos: tanto pobres y marginados, como prominentes y poderosos. Y cuando se van derrumbando las barreras de las limitaciones humanas, va surgiendo el gozo, el deleite y el júbilo por el amor de Dios, cuyo resplandor disipa la oscuridad de nuestras limitadas expectativas. El Espíritu Santo que habita en nosotros nos enseña la verdad de Jesús. Esta verdad, las realidades y los pensamientos de Dios Todopoderoso, no son cosas que podamos conocer por nuestros propios medios; es algo totalmente diferente a nuestros pensamientos; por eso necesitamos que el Espíritu Santo nos guíe hacia toda la verdad (Juan 16, 13). Pidámosle, pues, al Señor cada día la sabiduría y el conocimiento que solo vienen de Dios.
“Señor Jesús, quita de nosotros las ideas preconcebidas y prejuicios, para que aprendamos a pensar como tú piensas, amar como tú amas y preferir los caminos y los planes que tú has ordenado desde antes de todos los tiempos.”
1 Timoteo 6, 2-12
Salmo 49 (48), 6-10. 17-20
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros