lunes, 23 de septiembre de 2019

Meditación: Lucas 8, 16-18

Nadie enciende una vela y la tapa. (Lucas 8, 16)

Cuando leen este pasaje, algunos piensan que la vela que brilla sobre el candelabro se refiere a ellos mismos. Pero, ¿no sería mejor pensar que Jesús es la luz que resplandece y que alumbra a todos? Después de todo, él mismo dijo “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8, 12). Entonces, no es que él quiera pasar desapercibido ni que haya que pasar obstáculos para descubrirlo. No, el Señor quiere revelarse a sus fieles. ¡Este es un mensaje muy esperanzador! Jesús es nuestra luz y nuestra salvación (Salmo 27, 1).

Entonces, ¿qué es lo que la luz de Cristo nos ayuda a ver? En primer lugar, lo que nos revela no es apenas un conjunto de verdades acerca de Dios; nos muestra a Dios mismo: su misericordia, su amor y su fidelidad. Y cuando Dios se nos revela, siempre nos ilumina, tanto el corazón como la mente. Así podemos verlo más claramente y surge en nosotros el deseo de seguirlo más de cerca.

Por ejemplo, si lees la parábola del hijo pródigo, podrías visualizarte a ti mismo como el joven que regresa a casa y como bienvenida recibe el abrazo cariñoso del padre. O si recuerdas una experiencia conmovedora que tuviste en una Confesión, eso puede ayudarte a ser más comprensivo con otros, porque puedes compartir la misericordia que has recibido. Dios puede utilizar circunstancias como ésas para hacer brillar su luz en tu corazón, y al hacerlo dispersar algo de la oscuridad que puede haber allí.

Es posible que no lo veas con claridad al principio. Así como cuando uno entra en un cuarto en penumbras, al principio cuesta mucho ver lo que allí hay, pues los ojos se tienen que acostumbrar a la poca luz disponible; pero después de un rato los ojos se van habituando y se puede ver más claramente. De igual manera, mientras más tiempo pases en la presencia de Dios, mejor podrás percibir lo que el Señor te esté revelando.

Dios ha querido darse a conocer desde el principio de los tiempos, y lo sigue haciendo ahora mismo, y para eso está continuamente colocando su luz sobre el candelabro para que todos la vean y la reconozcan. Y ten por seguro que su luz brilla incluso en los lugares más inesperados, así que abre los ojos para que la veas.
“Amado Jesús, haz que tu luz alumbre claramente lo que yo vea y ayúdame a enfocarme en ti y en tu revelación.”
Esdras 1, 1-6
Salmo 126 (125), 1-6
fuente La Palabra con nosotros

No hay comentarios:

Publicar un comentario