sábado, 14 de abril de 2012

Perdono, luego vivo




Vuelvo sobre el tema del perdón,
que es una realidad necesaria y urgente
para todo aquel que quiera vivir en paz
y tener buenas relaciones interpersonales.
El perdón como una herramienta vital,
esencialmente humana, para la felicidad.
No perdono porque sea tonto,
sino por el contrario porque no quiero serlo
pues tonto es aquel que prefiere estar mal
cuando puede estar bien.
Insisto, el perdón no es igual a la reconciliación;
muchas veces confundimos las dos realidades,
la reconciliación es una vuelta a la relación rota,
el perdón es una vuelta a la paz también rota.
No necesariamente quien perdona
vuelve a entablar relación con el ofensor,
pero ya no conserva la semilla del odio,
del resentimiento o del dolor dentro del corazón.
Quisiera reflexionar sobre algunos puntos
en particular sobre la experiencia del perdón
como un hecho humano:

1. Nadie merece el perdón,
pero todos los necesitamos.
Si el tema es de merecimiento nadie podrá perdonar,
pues muchas veces la intención del otro no es otra que la de dañarme (y si dejo que su odio permanezca en mí, ya está logrando su cometido); por eso, el perdón es un regalo que me hago a mí mismo.
No puedo esperar a que lo merezcas perdón para dártelo, en un acto de libertad y de misericordia te perdono pues no quiero que me siga haciendo daño el pasado. De igual modo, he sido perdonado sin merecerlo, sin que haya hecho nada por lograrlo, porque el perdón es, en primera instancia, un hecho gratuito.

2. Defender mis derechos es una obligación,
hacerlo violentamente -o en los términos de quien nos ataca-
es una necedad.
Con el perdón me muestro diferente al que me ofendió. No somos iguales, ni pensamos iguales. Lo más terrible que puede pasarnos es terminar nivelándonos por lo bajo con otros, usando sus lógicas equivocadas, odiando, ofendiendo, humillando o maltratando; yo decido romper esa cadena y vencer el mal a fuerza de bien como Jesús, el Maestro de la Vida, nos enseñó con su sacrificio en la cruz.

3. Te perdono en mi corazón sin que lo pidas.
No voy a dejar que tu orgullo, terquedad y crueldad me deje sin paz interior. No necesito que hagas nada para perdonarte, ni necesito que sepas que lo hice, porque el perdón es un hecho para mí, para mi sanación, para mi crecimiento, para mi decisión de vivir mejor y ser feliz. Aunque sigas tratando de dañarme, aunque quieras un mal para mí, ten claro que estaré por encima de esa decisión equivocada tuya, porque decido hacerlo, porque puedo hacerlo, porque no te daré el poder de robarme la paz, de afectarme o herirme, pues yo soy el dueño de mi vida interior.

4. Soy creyente pero no masoquista.
Te perdono pero me alejo, cuando tengo claro que me seguirás dañando porque tu actuar está fuera de tu voluntad; cuando inteligentemente me doy cuenta de tu incapacidad de ser de un modo distinto; de que dañas sin querer pues tu corazón está lleno de heridas; cuando me doy cuenta de que haces daño sin que quieras porque no puedes evitarlo o, incluso, porque sientes algo de satisfacción haciéndolo, entonces pongo distancia entre nosotros y te saco de mi vida.
Jesús me invita a perdonar siempre, pero no a ser masoquista.
No te odio, pero tampoco te quiero haciendo parte de mi historia.


P. Alberto Linero Gomez, eudista

viernes, 13 de abril de 2012

Acerca tu mano


Puertas cerradas
¡Jesús ha resucitado!
Y no solo eso,
el mismo día se le apareció a algunas personas.
Lo han encontrado y hablado con él.
Esta noticia se ha difundido en Jerusalén
y después en todo el mundo.
La fama de que Jesús está vivo
ha atravesado los siglos hasta nuestros días, hasta hoy.
No se trata meramente de una memoria viva,
sino de una presencia viva.
El crucificado no está más sepultado en la tumba,
está resucitado de entre los muertos
para vivir y reinar eternamente.
Juan nos cuenta hoy en su evangelio
que al atardecer del día de la resurrección hay un contraste:
la tumba de Jesús está abierta,
pero la puerta del lugar donde están los discípulos está cerrada
Él precisa que se cerraron por temor
Es así, querido hermano,
el temor siempre nos hace cerrar las puertas.
El miedo hace retirarse, retroceder, desanimarse.
No es difícil imaginar porqué Pedro
y sus compañeros estaban espantados.
Los judíos que mataron al Maestro
eran la amenaza también para la vida de sus seguidores.
Además, había otro temor, no tan vital, pero muy incómodo.
Si la gente los hubiese visto,
todos se habrían mofado de ellos por su cobardía
y traición en el momento más difícil de su Maestro.
Ay, el pecado deja una herida que duele.
Suscita el remordimiento de la conciencia.
Inquieta, da vergüenza, hace esconderse,
quiere sepultar la vida. Y Jesús lo sabe bien.
Él salió de la tumba para abrir
nuestras tumbas creadas por el miedo
y abrir las puertas cerradas por el temor.
Él resucitó para hacernos volver a la vida sin miedo.
Por eso Jesús sorprende los discípulos y entra a través de las puertas cerradas.
Frente al amor desaparece el temor.


Misericordia
La noticia de la resurrección del Señor
alegró mucho los discípulos,
pero al mismo tiempo creó una preocupación.
Se preguntaban cómo sería el primer encuentro con él.
¿Les reprochará, tal vez solo con una mirada triste porque lo dejaron sufrir solo?
¿Tendría un duro discurso de humillación?
¿Les diría eso que ya todos saben bien, que son indignos de ser sus amigos elegidos?
Pero sus pensamientos interrumpieron las palabras del Resucitado: “¡La paz esté con ustedes!”
¡Escucha bien, no hay nada de amonestación, sino el perdón!
Su primer don es el perdón.
La paz.
Pero atención, no como aquella paz que la da el mundo que propone las pastillas que duran un par de horas y después te devuelven a tu depresión e inquietud.
La paz que da Jesús es duradera, porque toca la profundidad del ser humano con la fuerza que sana y consuela.


¡Tengo una buena noticia para ti!:
En el lugar que está cerrado a todos, en el lugar donde enterraste tu error, escondiste tu vergüenza y te acostumbraste a convivir con el miedo a ser condenado hoy Jesús quiere entrar.
Jesús no te condena, él te perdona.
Jesús te entiende, te ama y te justifica.
Déjalo liberarte de tus miedos.
Déjalo liberarte de tus pecados.
Que se alegre tu corazón por tu nuevo inicio.
Él te devuelva la vida nueva.
Este es el grande don de la divina misericordia.
En ocasión de la canonización de Santa Faustina,
“Apóstol de la Divina Misericordia”, el 30 de abril del año 2000, el papa Juan Pablo II instituyó oficialmente la Fiesta de la Divina Misericordia a celebrarse todos los años en el primer domingo siguiente a la Pascua de Resurrección. 


Por eso, no temas acercarte a Jesús, acercar tu mano a sus llagas, aunque tus pecados sean innumerables, graves y miserables.
Quien se dirige a la fuente de la misericordia conocerá paz. 
Como los primeros discípulos en el día de la resurrección.
Toda alma que cree y tiene confianza en la infinita misericordia de Dios, la obtendrá.





Llagas
Una cosa más.
Hay un detalle que puede sorprender y asombrar:
con la resurrección de Jesús desaparecieron
todas sus heridas de la corona de las espinas, 
de la flagelación, de las caídas…
¡pero no las cinco llagas!
Las llagas de las manos, de los pies y del costado se quedaron. ¿Como es posible?
Pensábamos que la resurrección
borró todas las heridas del viernes santo.
Pero no.
Pascua es el paso, no la anulación de la cruz.
El pasado no se borra, sino transforma.
Las llagas se quedan.
Lo conocemos todos bien en la propia vida.
¿Qué quería demostrarnos Jesús?
Lo primero es que Jesús resucitado no era otro sino el mismo que fue crucificado. Además, para que nos recordemos siempre de la desmesura de su amor y el caro precio de nuestra redención…Pero, parece que hoy, el apóstol Tomás quiere tomar la palabra para explicarnos algo más .Muy simple y prejuiciosamente se dice que Tomás es un falto de fe.
Y no es así.
Dos veces cuando se lo menciona en el evangelio demostró su valor y entusiasmo. Y hoy nos muestra también su cercanía y semejanza a todos nosotros.


Mellizo
El evangelio a Tomás lo llama “Mellizo”.
Interesante, como para dejarnos la posibilidad a mí y a ti de tomar el lugar de su mellizo. No de la misma sangre pero sí del mismo destino. Igualmente como él no estuvimos la noche del domingo de la resurrección con los otros diez discípulos. Igualmente como él conocemos las heridas de las desilusiones, amarguras y derroches de la vida. Pero también, en fin, juntos con él podemos recibir la misma gracia del encuentro con Jesús.


Tomás quería tocar las llagas de Jesús para creer.
Y en fin las tocó. Mira amigo, el milagro de ese momento.
De las llagas de Jesús no sale más la sangre sino la gracia.
Es impresionante.
La herida no sufre más el propio sufrimiento, sino sana el sufrimiento del apóstol.
A través de las llagas de Jesús la incredulidad se transforma en la fe.
Cuantas veces nos parecen nuestras heridas demasiado difíciles e inútiles los golpes de la vida.
Pero ellas pueden llegar a ser nueva fuente de la fuerza. Gracias a ellas podremos conocer al amor que sana y entender a los otros que sufren.
La gracia de las llagas de Jesús ha llevado a Tomás a la fe,
personal y firme.
¡Señor mío y Dios mío!
Somos llamados hoy a vivir el mismo milagro,
tocar y reconocer el amor de Jesús
y aceptarlo como el Señor y Dios.
¿Te acuerdas de las bienaventuranzas que Jesús que nos dio al inicio de su misión (cfr. Mt 5)?
Después su resurrección, que es un nuevo inicio, nos trajo una nueva y hermosa:
“¡Felices los que creen sin haber visto!”
¿Te acuerdas de las bienaventuranzas que Jesús que nos dio al inicio de su misión (cfr. Mt 5)? 
Después su resurrección, que es un nuevo inicio, nos trajo una nueva y hermosa: 
“¡Felices los que creen sin haber visto!”
Te invito a que aproveches la promesa
que proviene de este segundo monte de las bienaventuranzas
que es el Calvario,
donde Jesús murió y resucito y donde
“por sus heridas fuimos sanados” (Is 53,5).

Pbro. Mislav Hodzic

domingo, 8 de abril de 2012

¡Él está Vivo!

Es un nuevo día





Es de madrugada.
La naturaleza adormecida empieza a despertarse. La vida se despierta del sueño. La luz del nuevo día disipa las tinieblas de la noche. Es la primavera de la vida. Todo sugiere que hoy todo se hace nuevo.
El día anterior era sábado. Aun más, era la fiesta anual de la Pascua. Para los judíos era el recuerdo del paso de la esclavitud en la tierra extranjera a la libertad de la tierra prometida. Pero esta vez no se trata solo del recuerdo. Jesús lleva a la humanidad a dar el paso de la muerte a la inmortalidad.


Me parece que a los discípulos han llegado bien a este descanso obligatorio del sábado. Sobretodo para intentar comprender los últimos días tan dramáticos. En el corazón se quedaron muchas preguntas y paradojas, pero sin respuestas ni explicaciones. Ahora, por primera vez después de tres años, ellos se dan cuanta cómo es difícil ser discípulo cuando no hay Maestro.
Sus gestos y sus palabras los dejaron perplejos. ¿Cómo podía prometer estar siempre vivo con ellos si después se entregó en las manos de los enemigos y murió? ¿En qué pensaba cuando dijo que el pan y el vino se transformaban en su cuerpo y sangre? ¿Por qué permitió ser contado entre los delincuentes y compartió su destino? ¿Y ahora, como van a realizarse sus promesas del reino del cielo cuando terminó su vida y fue sepultado en la tierra como todos los hombres? ¿Y simplemente en fin, cómo es posible que el hombre-Dios pudiera morir?


Como en la vida de cada uno de nosotros la madrugada del nuevo día no soluciona los problemas. Pero siempre lleva una nueva esperanza y nueva fuerza para buscar la solución. Para no rendirse a la muerte y para luchar por la vida. La respuesta de este domingo supera todas las esperanzas y todas las expectativas. Los discípulos encuentran las huellas de la maravillosa respuesta de Dios.


Carrera y sorpresa
El evangelio de este domingo de Pascua está todo marcado por la carrera y la sorpresa.
Igualmente como nuestra vida que de la mañana hasta la tarde está en la constante carrera entre el lugar del trabajo y la casa, entre las compras, entre los esfuerzos y el descanso. Siempre en la búsqueda de una vida mejor, más feliz y más próspera. Esta mañana los discípulos están también en la carrera, pero con una meta precisa, el lugar donde esperaban encontrar el cuerpo de Jesús.
María Magdalena es la primera que se va a la tumba. No quiere esperar más, se va apenas posible. Terminado el sábado que prohibía salir, corre a la tumba que esconde el muerto cuerpo del hombre que devolvió la vida a su vida. La tumba del hombre cuyo amor era hasta al extremo y que mereció su respuesta del amor como ningún otro. Es una carrera de amor ¡Pero la piedra ha sido retirada! ¡La tumba está abierta!


Sigue la otra apresurada carrera de María que va a llamar Pedro y Juan reasumiendo todo el mensaje entre los suspiros interrumpidos en las palabras: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”.
Saltan de las camas y aturdidos empiezan su carrera los discípulos. Esta carrera a través de las calles todavía adormecidas de Jerusalén es mucho más que el simple jogging matutino. Salen de las murallas y suben a la colina. Pasan cerca de la cruz empapada de sangre, del lugar de donde huyeron las guardias romanos y llegan al sepulcro de José de Arimatea.


Juan es más joven y llega antes que Pedro que ya siente como los años acumulados desaceleran el paso. Pero interesante, Juan será también más rápido en creer que el ausente de la tumba es en realidad el Viviente.
Intentemos comprender por qué.


Tumba vacía
¿Pueden imaginar el escenario que encontraron los discípulos?
En el sepulcro abierto, al entrar Pedro y después Juan ven las vendas en el suelo,el sudario que había cubierto su cabeza enrollado en un lugar aparte. De verdad una gran sorpresa que suscita preguntas: ¿que pasó, lo han robado de verdad o desapareció de otra manera?
En pocas palabras san Juan dice en el evangelio que el discípulo que Jesús amaba “vio y creyó”.


En este punto, quería reflexionar contigo en voz alta sobre la primera experiencia de la tumba vacía.
Primeramente, partiendo de la simple lógica humana, ¿te parece que alguien que entra a tu casa para robar antes de salir de la casa utilizaría la aspiradora y arreglaría tu habitación para dejarlo todo en orden? Olvídalo. Uno que roba no vela hora de escapar del lugar del crimen, no se ocupa del desorden que deja. Y en la tumba encontramos las cosas enrolladas. Ya esto sugiere que Jesús no fue robado de la tumba.

Además, si quieren una simple reflexión teológica, desde el momento de la encarnación de Jesús la naturaleza divina estuvo unida con la naturaleza humana en una manera inconfundible e inesperada. En este sentido, estaba unida ya sea con el alma de Jesús, ya sea con el cuerpo de Jesús. Y a pesar de la muerte y la separación del alma del cuerpo, la divinidad se quedó unida con el alma y con el cuerpo. A pesar de la muerte, la vida del cuerpo y del alma de Jesús no podía corromperse definitivamente. Como anunciaron ya los textos proféticos: “No abandonarás mi vida en elsepulcro, nodejarás que tu Santo vea la corrupción” (Sal 16,10) o “Vengan, volvamos al Señor: él nos ha desgarrado, pero nos sanará; ha golpeado, pero vendará nuestras heridas. Después de dos días nos hará revivir, al tercer día nos levantará, y viviremos en su presencia” (Os 6,1-2).
Es interesante que ninguno de los hombres fuera testigo de la resurrección de Jesús.
No había testigos de este momento central y mayor de toda la historia del mundo cuando su alma volvió a su cuerpo en la fuerza del Espíritu Santo, cuando las cicatrices de sus llagas y sufrimiento se sanaron, sus pulmones empezaron a respirar, su sangre empezó a circular por sus venas, sus ojos se abrieron y él se levanto de la piedra fría vivo y glorioso. Esplendido y victorioso, para hacernos partícipes de la victoria de su vida inmortal sobre la muerte, de la gracia sobre el pecado, del bien sobre todos los males.
María, Pedro y Juan en el primer momento no encontraron más que la tumba vacía. La tumba vacía era más la señal que la prueba de la resurrección. No todos creyeron en el primer momento, solo el discípulo que se llamó y reconoció amado. El amor de Jesús abre la puerta de fe en él.


Feliz Pascua
En el trascurso de los cincuenta días del tiempo pascual reflexionaremos sobre la experiencia de los discípulos con Jesús resucitado. No tanto más sobre el signo de la tumba vacía, sino sobre las apariciones de Jesús y las dificultades que los mismos discípulos tenían para reconocerlo.
¿Dices que no es tan fácil reconocer a Jesús presente y viviente en nuestra vida?


Mira, también para los primeros discípulos no era todo tan sencillo, pero tenían el corazón abierto para creer. Así a Juan le bastó ver la tumba, María lo reconoció cuando escuchó su voz que pronunció su nombre, dos discípulos en el camino hacia Emaús necesitaban la explicación de la Palabra y los gestos de la fracción del pan, otros en el mar se dieron cuenta de su presencia gracias a un éxito en la pesca, Tomás porque vio y tocó sus llagas, Pedro fue perdonado por sus negaciones… Dios contigo también tendrá una manera particular y personal para que reconozcas su presencia y su amor para ti.
Una de las hermosas consecuencias de la resurrección de Jesús es que él está presente en mi vida y en tu vida. En cada momento y en cada lugar. Él es nuestro contemporáneo que sigue actuando y hablando, ayudando y perdonando, llamando y reuniendo a sus discípulos de todos los tiempos.
Él es nuestra vida.
¡Queridos hermanos, celebremos la resurrección del Señor Jesús!
Salgamos de la tumba de la incredulidad muerta a la fe viva. Salgamos de la tumba de la depresión y convirtámonos a la alegría de vivir. Es el día de fiesta porque somos liberados y sanados. Jesúsque fue “traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades” (Is 53, 5) resucitó para que su victoria borre nuestras culpas, sane nuestras heridas, nos de la plenitud dé la vida y alegría.
¡Por eso, a todos nosotros auguro una feliz Pascua!
Feliz Pascua a todos los que corren mucho en la vida y se sienten ya fatigados.
Feliz Pascua a todos que se sentían tristes porque a pesar de que la vida parecía bien arreglada, como la tumba de Jesús, se dan cuenta de que Jesús no está.
Feliz Pascua a todos que se lamentaban por un Dios ausente que permitía el sufrimiento.
Feliz Pascua a todos nosotros amados hermanos porque en nuestras fragilidades en realidad buscábamos siempre a Jesús y porque hoy lo encuentran resucitado y vivo.
Feliz Pascua a todos que ya encontraron al Resucitado y viven su vida renovada en él.
¡Feliz Pascua!


Pbro. Mislav Hodzic

Domingo de Pascua - Retiro de Cuaresma

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Sábado Santo - Retiro de Cuaresma

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Viernes Santo - Retiro de Cuaresma

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viernes, 6 de abril de 2012

Salmo 30 - Mi vida en tus manos

“Tú eres mi Dios; en tus manos están mis azares.”


Me siento feliz al decir esas palabras.
Déjame repetirlas
“Tú eres mi Dios, en tus manos están mis azares.”
Se me quita un peso de encima, descanso y sonrío en medio de un mundo difícil.
“Mis azares están en tus manos.”
¡Benditas manos!
¿Y cómo he de volver a dudar, a preocuparme, a acongojarme pensando en mi vida y en mi futuro, cuando sé que está en tus manos? Alegría de alegrías, Señor, y favor de favores.


“Mis azares.” Buena suerte, mala suerte;
altos y bajos; penas y gozos; luces y sombras.
Todo eso es mi vida, y todo eso está en tus manos.
Tú conoces el tiempo y la medida,
tú sabes mis fuerzas y mi falta de fuerzas,
mis deseos y mis limitaciones, mis sueños y mis realidades.
Todo eso está en tu mano, y tú me amas
y quieres siempre lo mejor para mí.
Esa es mi alegría y mi descanso.


Que esa fe aumente en mí, Señor,
y acabe con toda ansiedad y preocupación en mi vida.
Desde luego que seguiré trabajando por mis “azares”
con todas mis fuerzas y con toda mi alma.
Soy trabajador incorregible,
y no he de bajar las miras ni disminuir el esfuerzo;
pero ahora lo haré con rostro alegre y corazón despreocupado, porque ya no estoy atado a conseguir el éxito por mi cuenta.
Esos “azares” están en tus manos, y bien se encuentran allí.
Yo ahora puedo sonreír y cantar,
porque por primera vez empiezo a sentir
que el yugo es suave y la carga ligera.
Mi esfuerzo seguirá,
pero desde ahora el resultado está en tus manos,
es decir, fuera de mi competencia y, por consiguiente,
fuera de mi preocupación.


La paz ha vuelto a mi alma
desde que yo he aprendido las benditas palabras:
“Tú eres mi Dios; en tus manos están mis azares.”

Laudes Viernes Santo 2012



LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant. A Cristo, Hijo de Dios, que nos redimió con su sangre preciosa, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Himno: BRAZOS RÍGIDOS Y YERTOS
Brazos rígidos y yertos,
por dos garfios traspasados,
que aquí estáis, por mis pecados,
para recibirme abiertos,
para esperarme clavados.

Cuerpo llagado de amores,
yo te adoro y yo te sigo;
yo, Señor de los señores,
quiero partir tus dolores
subiendo a la cruz contigo.

Quiero en la vida seguirte
y por sus caminos irte
alabando y bendiciendo,
y bendecirte sufriendo
y muriendo bendecirte.

Que no ame la poquedad
de cosas que van y vienen;
que adore la austeridad
de estos sentires que tienen
sabores de eternidad;

que sienta una dulce herida
de ansia de amor desmedida;
que ame tu ciencia y tu luz;
que vaya, en fin, por la vida
como tú estás en la cruz:

de sangre los pies cubiertos,
llagadas de amor las manos,
los ojos al mundo muertos
y los dos brazos abiertos
para todos mis hermanos. Amén.

SALMODIA
Ant. 1. Dios no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Dios no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros.

Ant. 2. Jesucristo nos ama y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre.
Cántico: JUICIO DE DIOS - Ha 3, 2-4. 13a. 15-19
¡Señor, he oído tu fama,
me ha impresionado tu obra!
En medio de los años, realízala;
en medio de los años, manifiéstala;
en el terremoto acuérdate de la misericordia.

El Señor viene de Temán;
el Santo, del monte Farán:
su resplandor eclipsa el cielo,
la tierra se llena de su alabanza;
su brillo es como el día,
su mano destella velando su poder.

Sales a salvar a tu pueblo,
a salvar a tu ungido;
pisas el mar con tus caballos,
revolviendo las aguas del océano.

Lo escuché y temblaron mis entrañas,
al oírlo se estremecieron mis labios;
me entró un escalofrío por los huesos,
vacilaban mis piernas al andar.
Tranquilo espero el día de la angustia
que sobreviene al pueblo que nos oprime.

Aunque la higuera no echa yemas
y las viñas no tienen fruto,
aunque el olivo olvida su aceituna
y los campos no dan cosechas,
aunque se acaban las ovejas del redil
y no quedan vacas en el establo,
yo exultaré con el Señor,
me gloriaré en Dios mi salvador.

El Señor soberano es mi fuerza,
él me da piernas de gacela
y me hace caminar por las alturas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Jesucristo nos ama y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre.

Ant. 3. Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos; por el madero ha venido la alegría al mundo entero.
Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos; por el madero ha venido la alegría al mundo entero.
LECTURA BREVE Is 52, 13-15
Mirad: mi siervo tendrá éxito, será enaltecido y ensalzado sobremanera. Y, así como muchos se horrorizaron de él, pues tan desfigurado estaba que ya ni parecía hombre, no tenía ni aspecto humano, así también muchos pueblos se admirarán de él y, a su vista, los reyes enmudecerán de asombro porque verán algo jamás narrado y contemplarán algo inaudito.
RESPONSORIO BREVE
En lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona:
Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Fijaron encima de su cabeza un letrero indicando el motivo de su condenación: «Éste es Jesús, el rey de los judíos.»
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Fijaron encima de su cabeza un letrero indicando el motivo de su condenación: «Éste es Jesús, el rey de los judíos.»
PRECES
Adoremos a nuestro Redentor, que por nosotros y por todos los hombres quiso morir y ser sepultado para resucitar de entre los muertos, y supliquémosle, diciendo:

Señor, ten piedad de nosotros.

Señor y Maestro nuestro, que por nosotros te sometiste incluso a la muerte,
enséñanos a someternos siempre a la voluntad del Padre.

Tú que siendo nuestra vida quisiste morir en la cruz para destruir la muerte y todo su poder,
haz que contigo sepamos morir también al pecado y resucitemos contigo a vida nueva.

Rey nuestro, que como un gusano fuiste el desprecio del pueblo y la vergüenza de la gente,
haz que tu Iglesia no se acobarde ante la humillación, sino que como tú proclame en toda circunstancia el honor del Padre.

Salvador de todos los hombres, que diste tu vida por los hermanos,
enséñanos a amarnos mutuamente con un amor semejante al tuyo.

Tú que al ser elevado en la cruz atrajiste hacia ti a todos los hombres,
reúne en tu reino a todos los hijos de Dios dispersos por el mundo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Porque la muerte de Cristo nos ha hecho agradables a Dios, nos atrevemos a orar al Padre, diciendo:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Mira, Señor, con bondad a tu familia santa, por la cual Jesucristo nuestro Señor aceptó el tormento de la cruz, entregándose a sus propios enemigos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.



Mensaje Pascual Monseñor Arancedo 2012

Cada año la celebración de la Pascua renueva nuestra fe en la presencia de Jesucristo, que con su triunfo nos abre el camino a una Vida Plena. Pascua significa que la última palabra no la tiene el mal sino el bien; desde ella tenemos la certeza de que el amor, la verdad y la paz no son una utopía sin raíces, sino una realidad que se convierte en el fundamento de nuestra esperanza y devuelve al hombre su dignidad y grandeza. La Pascua es un don que Dios nos entrega en Jesucristo, pero que necesita del sí de nuestra libertad para hacerse realidad en nuestras vidas. Por ello, la vivencia plena de la Pascua nace de un encuentro vivo con Jesucristo que da: ‘un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva‘ (Benedicto XVI).


Nuestro país vive momentos de importancia política que hace a su vida y cultura como nación. Son momentos de trascendencia histórica que debemos asumir con responsabilidad por su significado actual y futuro. Me refiero a la propuesta de reforma del Código Civil, como marco básico que regula la vida del hombre y sus relaciones en la sociedad. Este tema nos compromete a todos. No podemos, por ello, permanecer indiferentes ni ser espectadores de decisiones que nos involucran y requieren de una amplia participación federal y reflexión. No caben urgencias en temas de tanta trascendencia. El Código Civil por su carácter estable y modélico, al definir las obligaciones y derechos de las personas e instituciones no es algo neutro, sino que a través de él se expresan doctrinas y corrientes de pensamiento. Por ello, junto a las necesarias actualizaciones que la reforma busca realizar, el Nuevo Código debe tener en cuenta la riqueza de tradiciones e instituciones jurídicas, como principios y valores que hacen a nuestra vida e identidad. Es conocida, al respecto, la opinión de Academias, Colegios y Universidades que han manifestado su preocupación y deseos de participar.


Hay opciones que definen y orientan la vida de la comunidad. Entre ellas marcaría, en primer lugar, la necesidad del reconocimiento del comienzo de la vida humana desde la concepción y su necesaria garantía jurídica, sin distinción si el embrión está implantado o permanece fuera del vientre materno. Debilitar desde el Código este principio liminar es disminuir la base jurídica de un sistema y orientar, por su misma autoridad, el alcance de futuras leyes sobre la entidad de los embriones conservados. En segundo lugar, la valoración de la familia fundada sobre el matrimonio, como relación estable del hombre y la mujer y ámbito primero en la educación de los niños. La familia es un bien con profundas raíces en el pueblo argentino y a lo largo de todo el país. Ella es una institución que por su riqueza e historia es garantía para la sociedad. Es más, diría que es profética la sociedad que hoy apuesta por la familia. Finalmente, adquieren un lugar destacado y de grave responsabilidad jurídica los derechos del niño, sea respecto a su vida e identidad, como al conocimiento de sus derechos de filiación, paternidad y maternidad. Se privilegian en estos temas los deseos o voluntad de los adultos, descuidando los derechos esenciales del niño. Cuando se parte, en cambio, del valor único e irrepetible de la vida concebida, el adulto tiene más obligaciones que derechos. En este sentido, no todo lo que es técnicamente posible en el manejo de la vida es necesariamente ético y respeta su dignidad. Saber poner límites es, también,
un acto de sabiduría política y ejemplaridad jurídica.


Pido al Señor en esta Pascua que sepamos encontrar, como argentinos, caminos de reflexión que nos ayuden a dar a nuestra Patria leyes que garanticen la dignidad de la vida humana, el valor de la familia y la protección de todos los derechos del niño.

Santa Fe de la Vera Cruz, Pascua de 2012.
Monseñor José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina

jueves, 5 de abril de 2012

Jueves Santo - 05 de Abril


05 de Abril
Jueves Santo


Al caer la tarde comienza el triduo pascual.
La misa vespertina de la “Cena del Señor” conmemora la institución de la Eucaristía, el mandamiento del amor y la institución del sacerdocio ministerial de nuestros padres.
Después de la Santa Misa, comienza la adoración al Santísimo Sacramento.
Estamos en la Pascua de la Cena.
Prepárate para la Eucaristía rezando con el texto del lavatorio de los pies:


“Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: «¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?». Jesús le respondió: «No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás». «No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!». Jesús le respondió: «Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte». «Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!». Jesús le dijo: «El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos». Él sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: «No todos ustedes están limpios». Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: «¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes”


Retiro de Cuaresma 
Mons. Alberto Taveira Corrêa
Editorial Canción Nueva

04 de Abril - Retiro de Cuaresma

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03 de Abril - Retiro de Cuaresma

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02 de Abril - Retiro de Cuaresma

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01 de Abril - Retiro de Cuaresma

¡Hosanna!
Jesús entra en Jerusalén.



Para un espectador es una entrada más sorprendente que espectacular.
No se ve nada del estilo de las películas de Hollywood. No es el rey soberbio sobre caballo blanco con la espada en la mano y la exclamación triunfante. Es totalmente otra historia. El humilde siervo monta en un burro, saludado con los ramos de olivo y los cantos de los niños: “Bendito el que viene en nombre del Señor”. Es obvio que los orgullosos están ausentes, no es su fiesta. Solo humildes y sencillos saludan a su rey, es su día de visitación.
Un devoto hebreo podía claramente reconocer en esta aparentemente rara procesión el signo mesiánico y el cumplimiento de la profecía: “¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu Rey viene hacia ti; él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno, sobre la cría de una asna“ (Zac 9,9.)


Jesús es hoy tan solemne y digno.
Pero él no grita, no levanta la voz ni la hace resonar por las calles. No rompe la caña quebrada ni apaga la mecha que arde débilmente (cfr. Is 42,2-3). Nos dice que si hay solo un poco de bien en nuestro corazón, todavía existe la esperanza de que nos liberemos de los grilletes del mal. Si el corazón esta un poco abierto a la luz de la fe y del amor, hay la esperanza de que la tiniebla y el miedose disipen. Jesús hoy está a la puerta y llama: “si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa” (Ap 3,20).


Jerusalén
La acogida cordial y real no engaña a Jesús.
El conoce la verdad de la ciudad de Jerusalén. Y él llora sobre ella. Las lágrimas son en sus ojos limpios porque ve y sabe todo.
En Jerusalén él no ve solo el templo esplendido, las murallas imponentes, las piedras preciosas. Él ve, en lo más íntimo y profundo de sus habitantes, ve su más grande tragedia: el corazón humano está cerrado a las promesas divinas. Es ya una sentencia conocer a Dios y sus promesas y vivir como si no existirían. Y una de las más peligrosas trampas del diablo es: tendrás el tiempo para pensar en el cielo, hoy aprovecha todos los placeres de la tierra.
No dejó en Jerusalén piedra sobre piedra, porque no ha sabido reconocer el tiempo en que fue visitada por Dios (Cfr. Lc 19,44). Jesús llora sobre cada alma que no reconoce la hora de su visita. Para nosotros esta hora es la semana santa en la cual entramos con este domingo de ramos.


Llegó la hora
Querido hermano, se bien que el ritmo de vida no se detiene para ti solo porque es la semana santa. El mundo moderno no tiene en cuenta de las particularidades de estos días. Siguen como siempre los compromisos cotidianos, las compras semanales, las visitas y citas acordadas, las preocupaciones y el intento de llegar a una vida mejor y próspera, aunque llena de estrés y de carreras. Pero, por favor, esta semana detente un poco e intenta tomar un aliento. A pesar del mundo externo, tómate el tiempo para entrar en tu alma.
Simplemente, sincroniza tus horas con las horas de Jesús.
Sabes si tan solo los relojes se sincronizan para las situaciones más sencillas de la vida, los amigos, los cooperadores, los novios pueden encontrarse, los medios públicos pueden utilizarse a tiempo y los proyectos comunes pueden realizarse. Jesús siempre ha mostrado gran compasión por nosotros, es hora de que nosotros lo sigamos y tengamos compasión por él. Para que de Dios-hombre aprendamos vivir y amar, donar y perdonar.


En tu corazón piensa sobre el misterio del jueves, viernes y sábado Santo y participa en los ritos en tu Iglesia. Prepárate para la Pascua. En los misterios del Triduo Pascual se esconde el misterio de tu vida. Sigue a Jesús en el cenáculo de la última cena, en el montede los olivos, en su camino del sufrimiento hasta la crucifixión, muerte, sepultura y resurrección.
Intenta seguir a Jesús hora a hora.
¿Con qué estado de ánimo el Señor habrá enfrentado estos días? ¿Cuáles eran sus temores, esperanzas y turbaciones al subir a Jerusalén? ¿Servirá todo ese sufrimiento para que el hombre entienda finalmente quien es Dios, que piensa y cuanto lo ama?


Via Crucis
No te equivoques, no hay hombre que no sufre.
No pienses que eres sólo tú quien sufre. Y tampoco pienses que estas solo en tu sufrimiento.
Jesús está contigo. Él es la fuerza en las debilidades.La ayuda en las impotencias. La victoria en las derrotas. La respuesta a las preguntas. Contemplando su camino de la cruz comprenderás tu camino y encontrarás la fuerza para resistir hasta la final. Solo ten fe.
Encontramos en esta semanaa Jesús en el caminode la cruz. Es al mismo tiempo su camino el y nuestro. Observemos y comprenderemos el significado de sus estaciones.


La gente nos juzgará, pero Dios es quien justifica. Será imposible evitar el sufrimiento, pero Dios siempre dará la fortaleza para soportar. Bajo el peso caeremos y pensaremos que no tendremos más la fuerza para continuar, pero Dios nos levantaráy animará.
Cuando empecemos a pensar que nos quedamos solos, Dios nos enviaráen la vida las personas que nos ayudarán, alentarán, aliviarán. Siempre será alguien que nos comprenderá y no nos juzgará. Y nosotros a menudo no seremos capaces de retribuir de otra manera que con el rostro y los ojos agradecidos.


En nuestra debilidad no podremos evitar entristecernos y hacer sufrir a los seres más queridos, incluso miembros de la familia, pero Dios sanará las heridas.A pesar del propio sufrimiento, encontraremos la fuerza para olvidarnos de nosotros mismos y consolar a los que nos rodean y que sufren también, dando sentido al propio sufrimiento, ofreciéndolo por el bien de los demás.


Deseos y esperanzas de no caer de nuevo fracasarán, pero Dios misericordioso nos levantará de nuevo.Estaremos desnudos delante de los demás y sabrán nuestros secretos, los mismos de los cuales nos avergonzamos, pero Dios no se olvidará de nosotros ni nos dejará solos. Él nos protegerá y nos vestirá con la dignidad restituida.


Habrá acontecimientos que nos clavarán en la cruz y que a lo largo de la vida no seremos capaces de liberarnos, pero Dios lo aprovechará para que por medio de esta cruz lo encontremos, conozcamos y nos salvemos. Moriremos y dejaremos este mundo, pero sin miedo, sabiendo que por ese camino ya pasó Cristo para prepararnos un lugar en su reino.


Cada estación del camino de la cruz es un encuentro con Cristo que se acerca a nosotros con un mensaje de esperanza y de salvación: “aguanta, estoy contigo”.


Pbro Mislav Hodzic

31 de Marzo - Retiro de Cuaresma

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30 de Marzo - Cuaresma de Retiro

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29 de Marzo Retiro de Cuaresma

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