martes, 31 de enero de 2017

CAPACIDAD PARA ELEGIR

Con Jesús por la mañana.
«En las cosas necesarias, la unidad; en las dudosas, la libertad; y en todas, la caridad» (San Agustín) Si tus elecciones están regidas por el amor, por el deseo de ayudar a otros, por anhelo de buscar el bien de los demás y su crecimiento, independientemente de tu provecho personal, has alcanzado el nivel de libertad interior que hará posible que el mundo sea un lugar mejor. Anímate hoy a trabajar por la unidad, dando al que está a tu lado, lo mejor de ti. Ofrece tu día por las intenciones del Papa, que reza este mes por la unidad entre los cristianos.  
Con Jesús por la tarde.
“Agarrando a la niña de la mano, le dijo: Talitha qum -que significa: Chiquilla, te lo digo a ti, ¡levántate!” (Mc 5, 41). ¡Levántate de tus enemistades y camina hacia la unidad! Llama, escribe, saluda a quien está enemistado contigo.
Con Jesús por la noche.
Mira tu día. Trae a la memoria lo que has vivido hoy. ¿Cómo has contribuido a que la vida de los que están cerca de ti fuera más agradable? ¿Has servido hoy, a quién? Pide a Jesús un corazón más atento a los demás.

Fuente el Evangelio en casa

Meditación: Marcos 5, 21-43


San Juan Bosco

¡Qué angustiado se sentiría Jairo al salir de su casa, donde su hija yacía al borde de la muerte! ¡Y con cuánta desesperación quería la enferma de hemorragia tocar el manto de Jesús!

Ambos sabían que si encontraban al Señor, él les haría el milagro. Jairo se abrió paso por la multitud y cayó postrado a los pies de Cristo, suplicándole que curara a su hija; la mujer, sintiéndose indigna, humildemente estiró la mano llena de fe. Sin dudarlo un momento, Jesús sanó a la mujer y fue a revivir a la hija de Jairo.

Este es el mismo Jesús que ha destruido las garras de la muerte y liberado a todos los que creen y son bautizados en él. Esta plenitud de vida, esta libertad de la muerte, no es solo para el futuro, sino para experimentarla hoy, porque la muerte sigue actuando en todo lo que nos separa de nuestro Padre celestial.

Se nos han dado todas estas maravillosas realidades, pero lo más extraordinario es que, con una facilidad sorprendente, nos contentamos con vivir en un plano muy inferior al que nos señala la Sagrada Escritura. Muchas veces nos parecemos a los amigos de Jairo, que le decían: “¿Para qué sigues molestando al Maestro?” (Marcos 5, 35), porque nos cuesta creer que Jesús sea tan poderoso y compasivo. Pero Dios es bueno y quiere darnos lo mejor; tanto es lo que ha deseado bendecirnos que entregó a su Hijo único para rescatarnos de la muerte.

En efecto, los fieles de Dios tenemos una herencia magnífica en Cristo y por eso podemos experimentar gozo, incluso en las circunstancias más difíciles. Esto nos da fuerzas para orar por los enfermos y verlos recuperar la salud, porque en realidad ¿es acaso demasiado difícil para Dios resucitar a alguien en respuesta a nuestras oraciones? En todo esto, la clave es la fe: obedecer y confiar plenamente en el amor infinito de nuestro Dios. Dobla hoy la rodilla con nosotros ante Jesús, hermano, y póstrate a sus pies, esos pies que fueron traspasados por nuestras maldades, los pies que salieron victoriosos del sepulcro. Estiremos la mano y toquemos el borde del manto del Señor para que él nos llene de su vida poderosa.
“Padre eterno, ayúdame a recibir la vida nueva que me ofreces cada día; pongo toda mi esperanza y confianza en ti, el divino Autor de la vida y Creador de todo.”  
Hebreos 12, 1-4
Salmo 22(21), 26-28. 30-32

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

Buen día, Espíritu Santo! 31012017


COMPRENDIENDO LA PALABRA 310117

San Cirilo de Alejandría (380-444), obispo y doctor de la Iglesia 
Comentario sobre San Juan, IV
“cogió a la niña de la mano y le dijo: levántate!” (Mc 5,41)

      Incluso para resucitar a los muertos, el Señor no se contenta con actuar con su palabra que contiene el poder de Dios. Como cooperadora, por decirlo de alguna manera, toma a su propia carne para demostrar que tiene el poder de dar la vida y para manifestar la divinidad en la carne. Esto sucedió cuando curó a la hija del jefe de la sinagoga. Diciéndole: -Niña, levántate!- la tomó de la mano. Como Dios, le dio la vida por una orden todopoderosa, y también le dio la vida por el contacto con su propia carne, testimoniando así que en su cuerpo y en su palabra reside un mismo poder divino que obra en el mundo. También, cuando llegó a una ciudad que se llamaba Naïm donde se llevaba a enterrar a un joven, hijo único de una viuda, tocó el ataúd diciendo: “Joven, a ti te lo digo: levántate!” (Lc 7,13-17).

      Así que no sólo confiere a su palabra el poder de resucitar a los muertos sino que, para mostrar que su cuerpo es fuente de vida, toca a los muertos y por su carne les infunde nueva vida a los cadáveres. Si el sólo contacto con su carne sagrada vuelve la vida a los cuerpos en descomposición ¡cuánto provecho no encontraremos en la eucaristía, fuente de vida, cuando nos alimentamos de ella! El transformará en si misma, en su inmortalidad, a los que participan en ella.
Evangelio según San Marcos 5,21-43. 
Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y él se quedó junto al mar. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: "Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva". Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados. Se encontraba allí una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: "Con sólo tocar su manto quedaré curada". Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal. Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: "¿Quién tocó mi manto?". Sus discípulos le dijeron: "¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?". Pero él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido. Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad. Jesús le dijo: "Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad". Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: "Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?". Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que creas". Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba. Al entrar, les dijo: "¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme". Y se burlaban de él. Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con él, entró donde ella estaba. La tomó de la mano y le dijo: "Talitá kum", que significa: "¡Niña, yo te lo ordeno, levántate". En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que le dieran de comer. 

RESONAR DE LA PALABRA
Ciudad Redonda
Queridos amigos y amigas:

El evangelio de hoy debe sobrecogernos si somos capaces de no perdernos en lo anecdótico.

Alrededor de Jesús surge la vida, la muerte es vencida y los sin-esperanza renacen. Jesús aparece ante nosotros como el único médico capaz de dar al ser humano su genuina dignidad, la paz autentica, la vida verdadera.

Ojalá los cristianos supiéramos de verdad celebrar la vida, es decir, esperar contra toda esperanza que la VIDA es más fuerte que la muerte. Esta aparece siempre más poderosa, porque la violencia, el caos,... son su rostro, y el amor ¡parece tan débil!. Sobre todo hoy que vivimos en un mundo que al mismo tiempo que exalta y defiende la vida, la juventud, la diversión, el ocio... inventa nuevas formas de muerte.

Celebremos la vida nueva que surgió de la muerte de Jesús, aquí debemos aprender a leer el misterio de la vida, tan cercano siempre a la muerte. Pues la vida está ligada esencialmente al amor, y ¿en que consiste amar sino en dar la vida libremente hasta la muerte?

El odio, el egoísmo, la insolidaridad, la injusticia, la pasividad engendran muerte. Quién lucha contra las formas de muerte, crea y comunica vida. Quién arriesga su vida y corre la carrera que le toca, sin retirarse, cansarse, desanimarse; quien da su vida por amor hace posible la esperanza y la vida de los otros. Sólo el amor crea vida y la devuelve a quien la ha perdido.

Fuente del Comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 30 de enero de 2017

Servidor de una gran obra

Con Jesús por la mañana.
«Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo. Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño. Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida. Sin embargo… en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, perdurará siempre la huella del camino enseñado» (S. Teresa de Calcuta). ¿Cuánto amor pones en lo que haces? Elige una persona cerca de ti que esté más necesitada, y bríndale tu apoyo, tu mano amiga. Inicia tu día ofreciendo todo lo que vivas por las intenciones del Papa.  
Con Jesús por la tarde.
«Jesús le dijo: -Vete a tu casa y a los tuyos y cuéntales todo lo que el Señor, por su misericordia, ha hecho contigo» (Mc 5,19). Saluda, sonríe, pide por favor, di gracias, pide con paciencia, no te agites en tus tareas. Que tus actitudes transmitan la paz que Dios quiere dar a través tuyo. Repite al ritmo de tu respiración «Señor, concédeme la gracia de manifestar tu paz en mis palabras» mientras continúas poniendo en práctica el propósito del día.
Con Jesús por la noche.
Pon nombre a tu día. Reflexiona sobre lo vivido hoy, ¿Cómo llamarías al día de hoy? ¿Por qué eliges ese nombre, qué representa, qué destaca, a qué te recuerda? ¿Has estado disponible para los que necesitaron de ti? Pide ayuda a Dios para que tu estilo de vida refleje criterios más fraternos.

fuente El Evangelio en casa

Meditación: Marcos 5, 1-20


En el Evangelio de hoy, el endemoniado vivía entre los sepulcros.

Marcos lo señala tres veces, quizás para cerciorarse de que lo entendamos bien: ¡entre los sepulcros! ¿No es ésta una idea perturbadora e inquietante?

¿Qué te viene a la mente cuando lees la frase “vivía entre los sepulcros”? Uno piensa en la muerte y la descomposición del cuerpo. El texto dice que los demonios que atormentaban a este hombre eran “espíritus impuros” (Marcos 5, 2). Evidentemente hay una relación entre la corrupción de los sepulcros y la opresión del endemoniado, porque los demonios le hacían recordar al hombre una realidad de la que no podía liberarse. ¡Qué terrible desesperación!

Pero conocemos el resto de la historia. Una vez liberado, el hombre encontró un nuevo lugar para estar: a los pies de Cristo, en presencia de Aquel que se preocupó lo suficiente como para preguntarle: “¿Cómo te llamas?”

A nadie se le ocurriría jamás vivir en un cementerio real; pero a muchos nos cuesta dejar de pensar en los traumas o heridas del pasado. En cierto modo, es como pasarse el tiempo en un mausoleo interno, porque en ese tétrico lugar el pensamiento de los propios defectos o fallas están siempre presentes; aunque son recuerdos e ideas que nunca vienen del Señor.

Lo bueno es que Cristo ha entrado en todos estos mausoleos para sacarnos a la luz y librarnos de los pensamientos dañinos. Hoy, cuando hagas tu oración, imagínate que te sientas a los pies de Jesús, tal como lo hizo el hombre del Evangelio. Allí, cada espina de condenación y cada dardo acusador que te lanza el maligno desaparece ante el amor de Jesucristo, y el Señor te hace recordar que tú estás revestido de misericordia y perdón.

Jesús te mira con amor y te invita a aceptar el perdón, la libertad y la dignidad que te ha concedido en tu vida: ¡Tú eres un hijo de Dios!

¿Te fijaste que, más adelante en el relato, el hombre sigue sentado, vestido y a los pies de Jesús? Por amor a Cristo y por el deseo de crecer en su nueva identidad, ¡el hombre no quiso marcharse! Tal vez nosotros también podamos encontrar nuestra nueva morada a los pies de Jesús, nuestro Redentor.
“Oh amado Jesús, tú eres mi Señor, mi Salvador y mi Libertador. A tus pies me quiero quedar y rendirte adoración todos los días de mi vida.”
Hebreos 11, 32-40
Salmo 31(30), 20-24

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

Buen día, Espíritu Santo! 30012017


COMPRENDIENDO LA PALABRA 300117

Santa Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad 
Nadie tiene amor más grande
«El endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía... Pero le dijo: 'Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo'»

      Estamos llamados a amar al mundo. Y tanto amó Dios al mundo que le dio a Jesús (Jn 3,16). Hoy, ama tanto al mundo que nos da al mundo, a ti y a mí, para que seamos su amor, su compasión, su presencia a través de una vida de oración, de sacrificio, de abandono. La respuesta que Dios espera de ti es que llegues a ser contemplativo, que seas contemplativo.

      Cojámosle la palabra a Jesús y seamos contemplativos en el corazón del mundo, porque, si tenemos fe, estamos perpetuamente en su presencia. El alma, través de la contemplación, saca directamente del corazón de Dios las gracias que la vida activa tiene el encargo de distribuir. Nuestras existencias deben estar unidas a Cristo que nos habita. Si no vivimos en la presencia de Dios, no podemos perseverar.

      ¿Qué es la contemplación? Vivir la vida de Jesús. Es así como yo la comprendo. Amar a Jesús, vivir su vida en el seno de la nuestra, vivir la nuestra en el seno de la suya... La contemplación no es encerrarse en una cabina oscura, sino dejar que sea Jesús quien viva su Pasión, su amor, su humildad en nosotros, que ore con nosotros, que esté con nosotros, y santifique a través nuestro. Nuestra vida y nuestra contemplación son una misma cosa. No se trata aquí de hacer sino de ser. De hecho se trata del gozo pleno de nuestro espíritu por el Espíritu Santo que insufla en nosotros la plenitud de Dios y nos envía a toda la creación como su personal mensaje de amor (Mc 16,15).

Evangelio según San Marcos 5,1-20. 
Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro. El habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo. Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él, gritando con fuerza: "¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!". Porque Jesús le había dicho: "¡Sal de este hombre, espíritu impuro!". Después le preguntó: "¿Cuál es tu nombre?". El respondió: "Mi nombre es Legión, porque somos muchos". Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región. Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña. Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: "Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos". El se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara -unos dos mil animales- se precipitó al mar y se ahogó. Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido. Cuando llegaron adonde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor. Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos. Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio. En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él. Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti". El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban admirados. 

RESONAR DE LA PALABRA

Fuente del comentario CIUDAD REDONDA

domingo, 29 de enero de 2017

Cambiar el mundo

Con Jesús por la mañana.
«¡Qué maravilla poder morirse sabiendo que nuestro paso por el mundo no ha sido inútil, que gracias a nosotros ha mejorado un rinconcito del planeta, el corazón de una sola persona! ¡Y qué espantosa esterilidad la de descubrir, a la llegada de la muerte, que hemos sido el bufón de muchos, pero que los más nos despreciaban a la misma hora en que nos admiraban, aplaudían o rociaban de incienso!» (J. L. Martín Descalzo). No te desanimes frente a la incomprensión. Ten fe en lo que crees y en lo que haces! Ofrece tu día por las intenciones del Papa.  

Con Jesús por la tarde.
«Felices los pobres de corazón, porque el reino de los cielos les pertenece» (Mt 5,3). Acepta con paz lo que te traiga del día de hoy. No esperes que todos los días sean como imaginas. Dios te ama y te cuida en toda realidad. Repite al ritmo de tu respiración «Señor, dame serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar», mientras continúas poniendo en práctica el propósito del día.

Con Jesús por la noche.
Repasa y cierra tu semana. ¿Qué situaciones te han dejado paz y cuáles no? ¿Qué te hubiera gustado que fuera diferente? ¿Qué bien has podido hacer y qué daño has ocasionado? 


fuente El Evangelio en casa

Meditación: Mateo 5, 1-12


IV Domingo del Tiempo Ordinario

Las enseñanzas de Cristo no son meros preceptos teóricos o abstractos, sino fruto directo de su experiencia personal. En el desierto de Israel, Jesús vio que la voluntad divina había dispuesto una forma de vida en la cual la prueba y la aflicción van desarrollando la rectitud y santidad en el ser humano.

El Señor nos enseña que toda vez que nos damos cuenta de cuánto hemos pecado, de la dureza con que hemos actuado o de la forma como acomodamos nuestras reacciones y actitudes según nos convenga, todas estas son ocasiones en las que él nos invita a soltar las riendas de nuestra vida y pedirle al Espíritu que sea él quien dirija nuestros pasos.

En las bienaventuranzas, Jesús enseñó cuál es para el creyente el significado de la vida en el Espíritu Santo. Por ejemplo, los pobres en espíritu saben que ellos carecen de los recursos necesarios para llevar a cabo la obra de Dios, por eso claman al Señor implorando la fortaleza divina. Los que se lamentan por el pecado propio anhelan recibir el perdón y el consuelo de Dios. Los de corazón limpio y los que sufren por hacer lo bueno y rechazar lo malo, podrán ver a Dios. Ninguna de estas actitudes se aprende en el aislamiento, sino en el ajetreo de la vida diaria, al tropezar con el pecado que contamina el mundo y con la oscuridad en nuestro propio corazón.

Dios conoce los sufrimientos que pasamos y nos aconseja que nos apoyemos en él. Además, promete fortalecernos y hacernos libres para que vayamos creciendo según el modelo de su propia imagen. Pero no debemos escudarnos tras nuestras propias pruebas, sino confiar en Jesús de todo corazón, para que también seamos de los bienaventurados de Dios. Cada vez que nos enfrentemos cara a cara con el pecado, corramos a refugiarnos en los brazos de nuestro Padre, que no solo nos perdona, sino que nos llena de su poder y su gracia.
“Padre eterno, cuéntame entre los que te aman y creen en ti, y concédeme, te lo ruego, luz para ver mi propia condición y cambiar de rumbo para acercarme más a ti.”
Sofonías 2, 3; 3, 12-13
Salmo 146(145), 6-10
1 Corintios 1, 26-31

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

Buen día, Espíritu Santo! 29012017



EL REINO DE LOS CIELOS ES PARA ELLOS

Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157), abad cisterciense 
Sermón para la fiesta de Todos los Santos 3, 5-6; SC 202, pag 503 ss
“El Reino de los cielos es para ellos.”

      “Dichosos los pobres de corazón, porque el Reino de los cielos es para ellos.” Sí, dichosos los que rechazan las cargas sin valor pero bien pesadas de este mundo. Los que no buscan hacerse ricos sino es poseyendo al Creador del mundo, y él sólo por él sólo. Los que son como gente que no tienen nada pero poseen todo. (cf 2Cor 6,10) ¿No poseen todo aquellos que poseen al que contiene todo y dispone todo, aquellos que poseen a Dios en heredad? (Nm 18,20) “Nada les falta a los que le temen.” (Sal 33,10) Dios les otorga todo lo que sabe que les es necesario. Se da él mismo para que su alegría sea plena.... ¡Gocémonos, pues, hermanos, de ser pobres por Cristo y esforcémonos de ser humildes con Cristo. No hay nada más detestable y más miserable que un pobre orgulloso...

      “El Reino de Dios no es ni comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.” (Rm 14,17) Si nos damos cuenta de que tenemos todo esto en nuestro interior ¿por qué no proclamar con seguridad que el Reino de Dios está dentro de nosotros? (Lc 17,21) Ahora bien, lo que está en nosotros nos pertenece realmente. Nadie nos lo puede arrebatar. Por esto, cuando el Señor proclama dichosos a los pobres tiene razón cuando dice: “El Reino de Dios es para ellos”, no dice “será para ellos”. No lo es solamente por una ley establecida sino también como prenda absolutamente segura, es una experiencia ya ahora de la felicidad perfecta. No solamente porque el Reino está preparado para ellos desde la creación del mundo (Mt 25,34) sino también porque ya han comenzado a poseerlo ahora. Poseen ya el tesoro celestial en vasijas de barro (cf 2Cor 4,7); llevan a Dios en sus cuerpos y en su corazón.

Evangelio según San Mateo 5,1-12. Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: "Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron." 

RESONAR DE LA PALABRA
Julio César Rioja, cmf
Queridos hermanos:
El domingo pasado reflexionábamos sobre el Reino de Dios, un Reino, que debe ser anunciado a todos los hombres. Hoy, ésto se concreta en las Bienaventuranzas, -las pautas para alcanzar la felicidad-, que a su vez, son exigentes. No hay felicidad sin conversión interior y si hay conversión interior, debe haber cambio social. Buscar la felicidad, es una de las ansias principales de los hombres, pero esta palabra tiene muchos significados, según uno sea niño, anciano, joven, adulto, e incluso a la cultura que pertenezca. Los criterios son muy variados y lo que uno considera ser feliz, a otro puede dejarle indiferente.
Jesús nos propone una serie de actitudes, para hacer presente el Reino. Unas hacen referencia a nuestro interior: La pobreza en el espíritu, la no violencia, la limpieza de corazón, la misericordia, el hambre y sed de la justicia. El que está lleno de cosas no necesita nada, es verdad, que el dinero no da la felicidad, pero en ocasiones ayuda a ella. El tema por lo tanto, no es la pobreza, que en sí es mala, sino algo más profundo. Se trata de sentirse aprendiz de todo, indigente, peregrino, en actitud de búsqueda, sentirse pobre como hombre, sólo el que se siente así, puede ser llenado de algo. Y se trata de optar por los pobres, a ellos les pertenece el Reino, seremos felices si nos convertimos y compartimos.
De esta riqueza interior, vendrá la no violencia y la limpieza de corazón. Es el espíritu de lucha por conseguir algo: el trabajo, el pan, la dignidad, la libertad…; pero sin odios, sin armas, sin mentiras, sin fraude, sin corrupción. Estas dos actitudes, son hermanas de la misericordia (que este año pasado hemos celebrado), que no es otra cosa, que el amor sin límites. Amar siempre, devolver bien por mal, perdonar, no llevar la cuenta. Eso nos producirá hambre y sed de la justicia, como a los antiguos profetas. Nos lo recuerda en la primera lectura Sofonías: “Buscad la justicia”.
Pero estas posturas interiores, no pueden ser tales, sino en relación con lo social, lo comunitario. Por eso, las siguientes Bienaventuranzas: los que trabajan por la paz, los perseguidos por causa de la justicia, los que sean insultados y calumniados por su causa. Ningún hombre, puede sentirse feliz en medio de esclavos y menos aún haciendo esclavos, o viviendo y viendo a su alrededor el odio y la guerra. La teoría es fácil y hermosa. La práctica, es mil veces más bonita, pero infinitamente más difícil. Hay una paradoja; todo: la persecución, el insulto, el trabajo, la calumnia, el dolor…, pueden ser motivo de felicidad. Si desde la fuerza interior, de la que hablábamos en las primeras bienaventuranzas, se da sentido a la existencia, mirando más allá, a la comunidad y convirtiendo a las personas concretas, en el centro del gran ideal del Reino.
San Pablo, en la segunda lectura de hoy a los Corintios, nos dice: “Fijaos en vuestra asamblea, no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios”, “ Aún más, ha escogido a la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en la presencia del Señor” . Es un detalle importante, cualquiera: un dirigente obrero, uno de la plataforma de la PAH, las abuelas tan fieles… En cualquier conversación, con nombres y palabras aparentemente pobres, podemos distinguir la presencia del Reino.
¿Alguna vez se nos anunció un evangelio más hermoso? Es el evangelio de la felicidad, a la que hemos sido llamados. Saquemos las consecuencias y vivamos en la libertad de los hijos de Dios. De las bienaventuranzas se desglosará toda la Doctrina Social de la Iglesia: el bien común, el destino universal de los bienes, la participación, la primacía de la persona, la paz, la subsidiaridad, en definitiva, el buscar que el evangelio se cumpla en nuestras vidas. Ser feliz implica estas cosas.
fuente del comentario CIUDAD REDONDA

sábado, 28 de enero de 2017

Dificultades en el servicio

Con Jesús por la mañana.
«En la vida no hay dificultades, sólo hay circunstancias. Dios lo conduce todo, y todo lo conduce bien. No hay más que abandonarse, y servir a cada instante en la medida de lo posible. Que cada día sea como la preparación de mi muerte, entregándome minuto a minuto a la obra de cooperación que Dios me pide, cumpliendo mi misión, la que Dios espera de mí, la que no puede hacer sino yo» (S. Alberto Hurtado sj).  Trabaja hoy para que las dificultades de este día no te acobarden. ¡Ánimo! Confía en Dios, y caminarás sobre la tempestad. Ofrece tu día por las intenciones del Papa, en favor de la unidad de los que creemos en Cristo.  
Con Jesús por la tarde.
«Se levantó un viento huracanado, las olas rompían contra la barca que se estaba llenando de agua» (Mc 4, 37). No te inquietes frente a las dificultades. Ante los problemas pide primero la paz para tu corazón, cuando estés ante una dificultad. Así te asegurarás de que tus acciones sean hechas bajo la acción de Espíritu de Dios. Repite al ritmo de tu respiración «Señor, concédeme paz en el corazón y sabiduría en el obrar», mientras continúas poniendo en práctica el propósito del día.
Con Jesús por la noche.
Agradece. Cada día es un regalo. ¿Qué motivos tuviste hoy para agradecer? ¿Qué momentos te llenaron de plenitud? ¿Qué personas te alegraron? Agradece por los momentos del día que te han ensanchado el alma

fuente El Evangelio en casa

Meditación: Marcos 4, 35-41


Santo Tomás de Aquino

Santo Tomás de Aquino, cuya fiesta celebramos hoy, fue uno de los teólogos y filósofos católicos más notables del siglo XIII. Perteneció a la Orden de Predicadores, más conocida como “los Dominicos” y se le reconoce mundialmente como máximo referente de la escolástica, que es la corriente teológica y filosófica aplicada a la filosofía griega para comprender e interpretar la revelación de Dios.

Para Tomás, la Palabra de Dios en la Escritura tiene la primacía sobre las demás ciencias, y hace de la oración la fuente más fecunda de sus investigaciones. Mientras permanece en París, Tomás y sus hermanos predicadores elaboran en comunidad los estudios de filosofía y teología, para después enseñarlos en la universidad.

Su obra más célebre es la Suma Teológica, tratado que escribió en los años postreros de su vida, como compendio de la doctrina católica en el cual expone 495 temas divididos en varios artículos. Tan magnífica fue esta obra que tan pronto se dio a conocer se convirtió en el documento más importante de la religión medieval, como también un manual de consulta obligada para la religión cristiana según la óptica de la escolástica.

Asimismo, escribió la Suma contra gentiles, compendio de apologética filosófica de la fe católica. Tomás de Aquino ganó popularidad, además, por su aceptación de la obra filosófica de Aristóteles, señalando por primera vez en la historia que tal filosofía era compatible con la fe católica.

Tomás escribió muchas obras que se destacan por su elocuencia, y causó admiración entre maestros y estudiantes por la claridad, la distinción, la sutileza y la verdad con que procedía en la explicación de tantas y tan distintas materias, como puede comprobarse leyendo sus obras.

Fue devotísimo de Cristo Salvador, especialmente de la cruz y de la Eucaristía, que exaltó en sus composiciones litúrgicas para la fiesta de Corpus Christi. Por ejemplo, de él recibimos el célebre himno Tantum ergo que se entona universalmente durante la Adoración Eucarística. Tuvo, además, una ferviente devoción filial a la Madre de Dios, la Virgen María.

Fue canonizado en 1323, declarado Doctor de la Iglesia en 1567 y Patrón de las universidades y centros de estudio católicos en 1880.
“Santo Tomás de Aquino, te damos gracias por tu lucidez y entendimiento de la teología y la filosofía católicas. Santo Tomás, ruega por nosotros.”
Hebreos 11, 1-2. 8-19
(Salmo) Lucas 1, 69-75

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

Buen día, Espíritu Santo! 28012017


COMPRENDIENDO LA PALABRA 280117

San Antonio de Padua (1195-1231), franciscano, doctor de la Iglesia 
Sermones para los domingos y fiestas de los santos.
“Se hizo una gran bonanza”

      “Jesús subió a una barca” Después que alguien sube a la barca de la penitencia, el mar se altera. EL mar es nuestro corazón. “El corazón del hombre es complicado y enfermo: ¿quién lo conocerá?” dice Jeremías (17,9); “más potente que el oleaje del mar” (Sl 92,4). El orgullo le hincha, la ambición le hace salir de sus límites, la tristeza lo cubre de nubes, los vanos pensamientos lo turban, la lujuria y la gula le hacen enfurecer. Ahora bien, sólo los que suben a la barca de la penitencia sienten este movimiento del mar, esta violencia del viento, esta agitación de las olas. Los que se quedan en tierra no los perciben... el diablo, desde que se siente despreciado por la penitencia, estalla en escándalos y levanta la tempestad; y se marcha “dando gritos y sacudiéndolo violentamente” (Mc 9,26).

      “Entonces Jesús ordena a los vientos y al mar”. Dios dice a Job: “¿Quién ha fijado los límites del mar?... Soy yo quien le ha dicho: Llegarás hasta aquí, y no irás más lejos; aquí  romperás las olas tumultuosas” (38,8-11) Tan sólo el Señor puede fijar los límites a la amargura de la persecución y de la tentación... Cuando él hace cesar la tentación, dice: Aquí romperás las olas tumultuosas”. La tentación, ante la misericordia de Jesucristo, cederá. Cuando el diablo nos tienta debemos decir con toda la devoción de nuestra alma: “En el nombre de Jesús de Nazaret, que ha ordenado a los vientos y al mar, te mando que te alejes de mí” (cf Hech 16,18).

      “Y se hizo una gran bonanza” Es lo que leemos en el libro de Tobías: “Lo sé, Señor: el que te honra, después de haber sido probado en esta vida, será coronado; si sufre la tentación, será liberado; si tiene que sufrir, encontrará la misericordia porque tú no quieres que nos perdamos. Después de la tempestad, nos devuelves la calma; después de las lágrimas y los llantos, nos inundas de gozo” (3,21-22 Vlg).

Evangelio según San Marcos 4,35-41. 
Al atardecer de ese mismo día, les dijo: "Crucemos a la otra orilla". Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: "¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?". Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: "¡Silencio! ¡Cállate!". El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: "¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?". Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?".

RESONAR DE LA PALABRA
Carlos Latorre, cmf
Queridos amigos:

¡Cuántas veces nos han recordado la primera frase de la primera lectura bíblica de hoy!

“La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve”. A partir del testimonio y la experiencia de insignes personajes del Antiguo Testamento la carta a los Hebreos va describiendo la riqueza y la fuerza de quien cree en Dios.

¿Cómo pudieron aquellos hombres y aquellas mujeres hacer lo que hicieron, mantenerse firmes, luchar contra corriente y sin tregua en el mundo hostil en que les tocó vivir? “Por la fe”, afirma el texto, repitiendo la expresión detrás de cada nombre como la melodía de fondo que dio sentido a sus vidas. La fe los convirtió en “peregrinos y forasteros en la tierra”, buscadores de una patria mejor.

La fe es un don de Dios que hay que pedir con confianza en la oración. Hasta los apóstoles le dijeron un día a Jesús: “Señor, auméntanos la fe”, porque se sentían flacos y débiles.

El episodio de la tempestad que nos cuenta hoy el evangelio hace entrar en pánico a los discípulos de Jesús que le gritan: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?”

Jesús les dijo: “¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?”

La fe que los discípulos necesitan para seguir a Jesús ha de ser firme; y, al mismo tiempo, les debe infundir paz y serenidad incluso en los momentos de tempestad y duda.

Mi amiga Trini acaba de perder a su madre. Se encuentra muy triste y me escribe:

“Gracias por tus ánimos, tú me explicas tus razones con tus pensamientos, experiencias y demás, y yo, en serio, te lo agradezco. Lo que pasa es que tengo que pensar mucho todo lo que dices y hay cosas que no las entiendo, ni comprendo el significado de las palabras: no he leído la Biblia, entonces no sé qué quieres decir cuando comentas lo que en ella está escrito. Supongo que me falta mucha base del cristianismo y todo eso y que, a mi entender, la fe consiste precisamente en creer lo que no se ve, porque si la existencia de Dios estuviera demostrada como ciencia, pues nadie dudaría, ¿no?

Es lo que tú dices, la fe  o se tiene o no se tiene, y, por supuesto, que es respetable lo uno y lo otro. Ya sabes que no tengo  mucha fe.  ¡Ojalá la tuviera!, porque ahora pensaría que mamá estaría con mi padre, con sus padres, con su hermano... Y aunque no esté conmigo, sentiría que ella está feliz con sus seres queridos, pero no siento eso, en estos momentos para desgracia mía, sólo siento que no está aquí, será una postura egoísta por mi parte, seguramente, pero es lo que siento”. En estas situaciones de profundo dolor las palabras siempre se quedan cortas y sólo la oración confiada al Señor nos trae paz y consuelo. Y eso es lo que yo le aconsejé a mi amiga aunque su fe fuera muy pequeñita.

Hoy recordamos a Santo Tomás de Aquino. Era un gran experto en temas de fe, pero que al mismo tiempo vivía lo que enseñaba. Profesaba una gran devoción a la Santísima Eucaristía y a la Virgen María. Todo un ejemplo para nosotros. 

Tu hermano en la fe
Carlos Latorre
Misionero Claretiano

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

viernes, 27 de enero de 2017

ACEPTAR LA GRACIA

Nicolás Caballero, cmf - 
La oración no se hace; se recibe. Y sin embargo, persistimos en una manera  equivocada de lenguaje, la de hacer oración'. Y aunque parece una ingenuidad perdonable, es una barrera que, en otro momento del proceso  interior, impide el progreso en la oración, lo malinterpreta, lo rechaza. El 'hacer' tiene que pasar a 'dejar hacer'. La más profunda forma de  'escucha’, es la 'pasividad'; 'dejar que algo nos  llegue', que nos llegue Dios ... Aceptar nuestra condición de aprendices de Dios y 'dejar de querer apoderarse de Dios para acogerlo y contemplarlo'.
Tarea pedagógica es crear condiciones de pobreza, de simpliddad, en que pueda revelarse el amor de Dios (Rm 5,5). Dios está ocurriendo en nosotros. Despertar  pobremente a ese acontecimiento que nos ocurre ahora, es la gracia de la oración .
Despertar a ese Acontecimiento de un Dios que vive en nosotros es la oración. Y la clave -poco entendida- es entender el propio despertar ante el rostro de Dios, es el nivel de nuestra propia 'desapropiación'-dice Juan de la Cruz-; despojo, pobreza, sencillez ... Tal despojo afecta a toda la persona: 'el hombre todo entero, cuerpo y alma, corazón y conciencia, inteligencia y voluntad' (GS 3). Realizar la aproximación al misterio es cuestión de fe, de pedagogía adecuada y de paciencia para caminar siempre . . . ¡Cosa de pocos ...! (Noche I, 9,9).
Es recurrente  -aunque siempre válida-  la anécdota :
- Maestro, ¿por qué el camino de la interioridad es tan difícil?
El maestro responde: - Porque pasa por uno mismo.
Al no saber quiénes somos de verdad, -nuestra gran confusión sobre nuestra  identidad- nos hace preguntamos sobre quién, o qué, o cómo ponerse en la presencia de Dios. A esto responde san Juan de la Cruz quien, paradójicamente afirma que hay que ponerse en la presencia de Dios sin cómo, sin manera ni modo (Subida  JI, 4,5). Hay que pasar, dice, al no saber. .. Entenderlo esto es un modelo especial de pobreza que, tarde o temprano, nos ha de ocurrir ... Tal pobreza también ha de afectar al cuerpo de quien ora ... ¡También el cuerpo tiene que entrar en esa ámbito necesario de 'no saber'. Entonces puede 'padecer' la influencia secreta del Dios que lo habita (1 Co 3,16).
¡Dios habla sin parar; sólo se oye cuando uno se detiene. . . Son pocos, al parecer,
los que se detienen . .. No saben darle pobreza a su cuerpo ...

Sonreir es servicio

Con Jesús por la mañana.
«¿Sabes el valor de una sonrisa? No cuesta nada pero vale mucho. Enriquece al que la recibe, sin empobrecer al que la da. Se realiza en un instante y su memoria perdura para siempre. Nadie es tan rico que pueda prescindir de ella, ni tan pobre que no pueda darla. Crea alegría en casa; fomenta buena voluntad y es la marca de la amistad. Es descanso para el aburrido, aliento para el descorazonado, sol para el triste y recuerdo para el turbado. Y, con todo, no puede ser comprada, mendigada, robada, porque no existe hasta que se da.» (San Alberto Hurtado sj). Cuando pidas algo, hazlo sonriendo. Cuando corrijas a alguien, hazlo con caridad. Ofrece tu día con una sonrisa a Dios por las intenciones del Papa.  
Con Jesús por la tarde.
«Jesús les decía: -El reino de Dios es como un hombre que sembró un campo: de noche se acuesta de día se levanta y la semilla germina y crece sin que él sepa cómo» (Mc 4, 26-27). Tu sonrisa es la semilla del reino que siembras con alegría. No dejes de iluminar al mundo con tu alegría. Sonríe ante toda situación y ante toda persona. Repite al ritmo de tu respiración «Señor, dame la gracia de sembrar alegría en los demás» mientras continúas poniendo en práctica el propósito del día.
Con Jesús por la noche.
Recuerda a las personas. Trae a la memoria a las personas con las que has compartido hoy. ¿Qué te han dejado los encuentros? ¿Qué sentimientos se despertaron en ti? ¿Qué tienes para agradecerles? ¿Qué has aprendido hoy?  

fuente El Evangelio en casa

Meditación: Marcos 4, 26-34


Santa Ángela de Mérici

¿Has plantado alguna vez semillas y te has puesto a esperar a ver qué pasa? Con un poco de agua y algo de sol pronto van apareciendo brotecitos en la tierra. ¡Es realmente un milagro! Esto se parece a lo que hace el sembrador de la parábola de hoy, un método de evangelización muy natural.

A veces, cuando percibimos que el Espíritu Santo nos da un codazo para tenderle la mano a una persona, tal vez pensemos: “Sí, pero ¿qué le voy a decir? ¿Qué puedo hacer? ¿Y si me pregunta algo que yo no sepa contestar?” Pero no sucedería así si fuéramos a sembrar las semillas del Evangelio con la misma liberalidad de la parábola de hoy. Tal vez hay maneras de tender la mano y bendecir a las personas sin sentirse forzado ni incómodo.

¿Te gusta animar a otras personas? Tal vez te sientas bien ayudando a un compañero de oficina o taller que siempre parece agobiado por su trabajo. Quizás te agrade pasar tiempo compartiendo con otras personas o te guste hacer pequeños servicios que los hagan sentirse bien: una taza de café caliente en una mañana fría, o una bandeja de galletas para la tarde en el trabajo.

¿Sabes qué? Todas estas son “semillas” que tú puedes sembrar. Son mucho más que gestos amables; son señales claras de que deseas bendecir a quienes tienes cerca de ti. Ahora, piensa que tras cada semilla plantada va una oración de bendición, una petición de que tu gesto ayude a que la otra persona se acerque más a Cristo. ¡Habría un estallido de poder de Dios!

Cuando avance el día, no te preocupes de cómo le hablarás a alguien sobre tu fe; limítate a mantenerte consciente de quiénes son los que hay a tu alrededor. Este es el secreto de la evangelización. Tú puedes expresar tu testimonio con palabras, pero el mensaje llegará a su destino cuando demuestres atención, afecto y amistad a quien realmente los necesite. Y no te decepciones si no ves frutos inmediatos. La parábola nos asegura que las semillas van creciendo y brotando por sí solas, y tu trabajo es solamente sembrar tantas semillas como puedas. Pero recuerda que antes de sembrar tienes que preparar el terreno, es decir, orar por la persona a quien quieras hablarle del Señor y contarle lo bueno que él ha sido contigo y cómo ha cambiado tu vida.
“Señor mío Jesucristo, enséñame a sembrar la semilla de tu palabra y tu amor con tanta generosidad como tú lo hiciste para mí, de modo que mucha gente se sienta atraída a ti.”
Hebreos 10, 32-39
Salmo 37(36), 3-6. 23-24. 39-40

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

Buen día, Espíritu Santo! 27012017


COMPRENDIENDO LA PALABRA 270117

San Ambrosio (c. 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia 
Comentario al evangelio de san Lucas, VII, 183s
“Los pájaros del cielo pueden cobijarse y anidar en ellos”

      El mismo Señor es un grano de mostaza… Si Cristo es un grano de mostaza, ¿cómo es que es el más pequeño y cómo crece? No es en su naturaleza, sino en su apariencia que llega a ser grande. ¿Queréis saber cómo es el más pequeño? “Lo vimos sin figura ni belleza” (Is 53,2). Enteraos porque es el más grande: “Es el más bello de los hombres” (Sl 44, 3). En efecto, el que no tenía belleza ni esplendor ha llegado a ser superior a los ángeles (Hb 1,4) sobrepasando la gloria de todos los profetas de Israel… Es la más pequeña de todas las simientes, porque no vino con realeza, ni con riquezas, ni con la sabiduría de este mundo. Ahora bien, como un árbol, desarrolló de tal manera la cima elevada de su poder que decimos: “Bajo su deseada sombra me senté” (Ct 2,3).

      Me parece que, a menudo, parecía al mismo tiempo árbol y grano. Es grano cuando se dice de él: “¿No es este el hijo de José el carpintero?” (Mt 13,55). Y sin embargo es en este mismo contexto que, de repente, crece…: “¿De dónde le viene, decían, esta sabiduría?” (v. 54). Es pues grano en su apariencia, árbol por su sabiduría. En la frondosidad de sus ramas podrán descansar con seguridad el pájaro de noche que tiene en ellas su morada, el pájaro solitario en el tejado (Sl 101,7), el que ha sido elevado hasta el paraíso (2C 12,4), el que “será elevado en los aires por encima de las nubes” (1Tm 4,17). Allí descansan todas las potestades y los ángeles de los cielos y todos aquellos a quienes sus acciones espirituales han permitido tomar el vuelo. San Juan reposó en ellas cuando se reclinó sobre el pecho de Jesús (Jn 13,25)…

      Y nosotros “que estábamos lejos” (Gal 2,13), reunidos de entre las naciones, mucho tiempo bamboleados por las tempestades del espíritu del mal en el vacío del mundo, desplegando las alas de las virtudes dirigiremos nuestro vuelo hacia ellas para que la sombra de los santos nos proteja del calor insoportable de este mundo. Retomamos ya la vida en la paz y la seguridad de esta estancia desde el momento en que nuestra alma, encorvada anteriormente bajo el peso de los pecados, es “liberada, como el pájaro, de la red del cazador” (Sl 123, 7, y se ha trasladado hasta las ramas y los montes del Señor (cf Sl 10,1).

Evangelio según San Marcos 4,26-34. 
Y decía: "El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha". También decía: "¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra". Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo. 
RESONAR DE LA PALABRA
Carlos Latorre, cmf
Queridos amigos:

¿Cómo era la vida de las primeras comunidades cristianas que habían recibido la fe de los labios de los mismos apóstoles y discípulos de Jesús? Han pasado tantos años y tantas calamidades que fácilmente tendemos a imaginar  que aquellos hermanos en la fe vivían como ángeles. La lectura de la carta a los Hebreos de este día nos quita la venda de los ojos y nos hace oír los insultos y tormentos públicos que tuvieron que soportar. Y añade: “compartisteis el sufrimiento de los encarcelados, aceptasteis con alegría que os confiscaran los bienes”.

¿Cuál era el secreto de su fortaleza en tantas y tan duras pruebas? Su secreto era que vivían de una fe auténtica y verdadera. Y no se asustaban tan fácilmente. Eran valientes como en el mismo texto bíblico se reconoce: “nosotros no somos gente que se arredra para su perdición, sino hombres de fe para salvar el alma”.
Gracias a Dios sobre la fe de estos hermanos se apoya la nuestra, por eso les pedimos que nos cuiden, porque también ahora nos toca vivir tiempos difíciles.
El tema de evangelio de hoy es una enseñanza sobre cómo se desarrolla el reinado de Dios en esta tierra. Jesús, nuestro divino Maestro, nos explica con gran sabiduría que: “El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra… y la tierra va produciendo la cosecha ella sola”. Aquí se resalta la fuerza vital de la semilla, es decir, de la Palabra de Dios: crece progresivamente en el silencio, más allá de los éxitos y fracasos humanos, pues es Dios mismo quien la hace crecer. Pero esto no niega el esfuerzo humano, pues en la parábola se habla de la siembra y de la cosecha, que es el trabajo concreto que Dios ha confiado al agricultor.  Aunque nos parezca mentira, Dios nos necesita, pues no le parece bueno hacer Él solito todo el trabajo y quiere que nosotros le colaboremos con entusiasmo. ¡Qué honor tan grande, hermanos, ser colaboradores del Señor en la obra de la evangelización!

La segunda parábola también hace referencia a una semilla, la mostaza, y Jesús se fija en su pequeñez, pero hay que ver cuánto puede crecer.  Así es el Reinado de Dios: aparentemente se trata de algo insignificante; pero una vez en movimiento, no tiene fronteras, está abierto a todos los pueblos y naciones de la tierra.  
Estas dos parábolas son un mensaje de ánimo y de esperanza, no sólo para los discípulos de aquel entonces, sino también para nosotros, los discípulos de ahora. Es una invitación a trabajar en los asuntos del reino, confiando no en nuestras fuerzas, sino en el poder de Dios. En una de sus cartas escribió S. Pablo: “Ni el que planta ni el que riega es importante, sino Dios que hace crecer la semilla”.

Tu hermano en la fe.
Carlos Latorre
Misionero Claretiano
fuente del comentario CIUDAD REDONDA

jueves, 26 de enero de 2017

PATIO DE MARIA - Cuarta Luna - Textos


Queridos hermanos de comunidad,
Cuando muchos después de la jornada
Vuelven a sus casas y se resguardan de la noche que ha caído sobre la humanidad
Nosotros salimos a la noche porque hemos visto,
Hemos experimentado que aún, en medio de ella
Es posible que la Luz más luminosa brille en torno a nosotros.

Hemos venido a sumergirnos en esa Luz y,
Bañados en ella, hacer experiencia del Amor Misericordioso del Padre,
Y la Fidelidad del Hijo.

Invoquemos sobre nosotros y toda la Iglesia la
Acción Poderosa del Espíritu Santo.
(canto al Santo Espíritu de Dios)

Existe un ser donde esa Misericordia y esa Fidelidad se han besado.
Es en María, Nuestra Madre llena de Gracia
Donde podemos ver la Obra de Dios hecha carne.
Por eso traemos al seno Bendito de María
Todo lo que necesita ser sumergido en misericordia.
En su “vientre espiritual” coloquemos las intenciones
Que descansan en nuestras mentes,
En nuestros corazones
Para que la Obra de Dios también pueda concretarse
Entre los nuestros y en nosotros.

+ En Nombre del Padre…

CREO en Dios, Padre todopoderoso…
                PÉSAME Dios mío, me arrepiento…

Presentemos a través de María las Gracias
Que esperamos alcanzar bajo Su Amparo

1º Misterio:
La Misericordia y la Fidelidad de un Padre
Contemplamos al Hijo Pródigo

“Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente” Lc 15, 20

Dios es un Padre que al atardecer sale al horizonte,
Levanta su mirada con una sola y única esperanza…
que cada uno de sus hijos vuelva a casa;
El especialmente espera a los que se sienten más alejados y están más atormentados.
¡¿Cómo te sientes?!
¿Cómo está tu vida?
Dónde estas plantado?
La misericordia en sus entrañas entre otras muchas cosas tiene ansia.
Sí, el padre mira el horizonte ansiando el regreso del que se fue,
Y la misericordia tiene dentro de sí la más maravillosa fiesta escondida, guardada,
Esperando explotar porque lo que estaba perdido ha vuelto sano y salvo a la casa.

“¡Feliz aquel que tiene un hogar y puede ser hogar para muchos! …Millones de hombres, hoy sin hogar, claman por un hogar espiritual. Debiéramos estar tan arraigados en Dios y –si fuera necesario- tan desarraigados de la tierra, como para ofrecer hogar a muchos” (P. J. Kentenich,Que surja el hombre nuevo)


2º Misterio
La misericordia es capaz de saciar el hambre y la sed de Amor
Contemplamos a Jesús multiplicando los panes y los peces

“Siento compasión de esta gente” Mc 8, 2

Con delicadeza casi maternal Jesús sabe que
El gentío está lejos de sus casas,
Que se ha hecho tarde y el alimento está lejos…
Y cuando en el corazón del hombre ve hambre,
El milagro acontece…
La misericordia también está hecha de COMPASIÓN.
Las entrañas de misericordia abarcan nuestra necesidad de perdón,
De consuelo y de amor,
Pero también de sustento material,
De ese sustento que hace posible sacar adelante un hogar, una familia.
¿Qué sustento estás necesitando?
Qué milagro está gritando ser hecho en tu vida?

“Lo más importante es no tomar atajos; aprended de los santos. Sólo cuando se supieron amados extraordinariamente por Dios, comenzaron a transitar las sendas de la santidad heroica. Por eso, yo también tengo que poner mucho énfasis en las misericordias de Dios, ‘nadar’ en las misericordias de Dios, repasar gota a gota ese mar de misericordias divinas. Mi ocupación favorita será exclamar siempre: ¡cuánto me amas, Dios mío! ¡Me amas como a la pupila de tus ojos!” (P. J. Kentenich, 1937)

3º Misterio
La misericordia se hace perdón que a todos alcanza
Contemplamos El encuentro de Jesús con la mujer adúltera

“Tampoco yo te condeno, vete y en adelante no peques más” Jn 8,11

Siempre el perdón misericordioso de Jesús
está en primer plano en este pasaje evangélico,
El gentío juzga, condena, quiere lapidar.
Así estamos amasados. De juicios apresurados,
Superficiales.
Y Es Jesús quien nos enfrenta, quien nos pone al descubierto,
Pero lo que sobresale es la MIRADA DE AMOR A LA MUJER.
Hay lugar solo aquí para el arrepentimiento porque la gracia es derramada,
El perdón otorgado,
La confianza restaurada.

A la larga solamente podremos soportar la experiencia de la pequeñez si simultáneamente tenemos la vivencia de la entrega a un Tú grande. Por consiguiente, casi podemos decir: la vivencia de la pequeñez debe ser completada por la vivencia de la grandeza.
Ésta es precisamente la gran realidad; que yo pierda totalmente mi centro de gravedad. Esto quiere decir, debo trasladar mi centro de gravedad fuera de mí. Cuánto tiempo necesitamos hasta que nos hemos perdido en un tú, hasta que el tú haya llegado a ser el centro de mi ser, de mi vida, de mi actuar; hasta que el tú determine realmente mi sentimiento de vida.
Mirad, cuando el tú, cuando Dios es el centro de gravedad, recién entonces comprenderán lo que quiere decir: la infancia espiritual consiste en la pequeñez y en la grandeza. En la experiencia del desamparo, pero también en la experiencia de la dependencia y de la adhesión. (P. J. Kentenich, 16.02.1950)

4º Misterio
La Misericordia nos busca hasta el final.
Contemplamos a Jesús junto al buen ladrón

“Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso” Lc 23, 39-43

Señor, Tu misericordia no espera siempre,
Nos espera hasta el último suspiro…
Así es el tiempo de la Gracia, un sin tiempo, un eterno.
Porque siempre esta la oportunidad de experimentarte a Ti, Dios de infinita Misericordia.

El buen ladrón, tiene la franqueza de reconocer que su muerte es justa,
pero no la de Jesús, y ese reconocimiento de sus faltas,
de su pecado y de la inocencia de Jesús,
es suficiente para EL PERDON Y LA PROMESA DE PARAÍSO.

Señor, ansiamos el Cielo,
Para eso fuimos creados y por eso imploramos hoy, aquí,
La Salvación…

 “En la pequeñez radica pues el secreto de nuestra grandeza. La pequeñez condiciona y despierta nuestra grandeza en Dios. Por eso, humildad, entrega, confianza. ¡Todo lo puedo en aquel que me conforta!” (P. J. Kentenich, 18.02.1950)

5º Misterio
La Misericordia RECONCILIA
Contemplamos la Institución del Sacramento de la Reconciliación

“Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.” Jn 20, 22-23

Señor queremos agradecerte en esta noche
El presente, el regalo de tu Perdón, de Tu Sacramento.
La Puerta de la Misericordia siempre está abierta
Cuando la puerta de un confesionario está abierta…
Y es la absolución el mejor abrazo paterno,
Abrazo de misericordia,
De amor incondicional de un Dios que no se cansa de perdonar.

“Soy humano y nada de lo humano me es ajeno. Este antiguo aforismo latino nos da pie para ver qué hacemos con nuestras debilidades. ¿Cómo tenemos que comportarnos? Tenemos cuatro respuestas negativas y cuatro positivas:
Es importante en primer lugar, no asombrarnos de que nos pase esto; en segundo lugar, no confundirnos; en tercer lugar, no desanimarnos; y en cuarto lugar, ni acostumbrarnos ni quedarnos sin luchar en el estado en el que nos encontramos.

De esta manera, Dios quiere hacer de nosotros un milagro de humildad, un milagro de confianza, un milagro de paciencia y un milagro de amor”. (P. J. Kentenich, Conferencias de Milwaukee, 1963