miércoles, 25 de enero de 2017

Meditación: Marcos 16, 15-18


La Conversión de San Pablo

Pensemos en una pareja recién casada. Seguramente dirán que cuando recién se conocieron fue como si hubiera estallado un despliegue de fuegos artificiales. Tal vez ella cuente que cuando lo vio en un baile se sintió “conquistada” de inmediato. Posiblemente él diga que estaba tan nervioso que no atinaba a decirle nada cuerdo. Estas fueron sus primeras impresiones, que probablemente experimentan todos los enamorados. Hubo una primera cita, seguida de muchas más, larguísimas conversaciones telefónicas y en persona. Así fueron conociéndose y para cuando estuvieron preparados para casarse había pasado ya tiempo.

Algo parecido se podría aplicar a San Pablo. Como vemos en la primera lectura de hoy, el día de su encuentro con Cristo resucitado fue el más transformador e inolvidable de su vida, porque el Señor lo “conquistó de inmediato,” tanto así que ¡cayó al suelo! Hasta entonces, Pablo había sido un enemigo declarado del cristianismo, y después pasó a ser uno de los más grandes apóstoles y evangelizadores de la historia. Pero eso no fue todo. Pablo tuvo muchos otros encuentros con Jesús.

Hermano, ¿tuviste tú una conversión espectacular como la de San Pablo? Tal vez sí, pero si no, si tu conversión se ha ido concretando gradualmente a través de los años, debes saber que tu encuentro con Jesús no ha terminado aún, porque el Señor tiene mucho más que darte y enseñarte.

Piensa en la maravilla que ocurre cada vez que tú entras en su presencia, ya sea en tu oración privada, en la adoración eucarística o en la Santa Misa. Jesucristo, el Señor y Rey del universo, baja del cielo para estar presente contigo, sin importar quién seas ni lo que estés haciendo o hayas dejado de hacer, y viene para demostrarte mejor su gran amor, para darte el coraje y la fuerza que necesitas para afrontar tus problemas y dificultades; viene para que saborees su paz y lo más importante es que viene para unirse más profunda y completamente a ti.

Entonces, ¿por qué esperar? Hoy y cada día es una oportunidad perfecta para encontrarse con Jesús y convertirse más cabalmente a su Persona.
“Amado Señor Jesús, ayúdame a tener un encuentro especial contigo hoy. Lléname del fuego del Espíritu Santo y concédeme un nuevo valor para dar testimonio de tu gran amor.”
Hechos 22, 3-16
Salmo 117(116), 1-2

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

No hay comentarios:

Publicar un comentario