jueves, 26 de enero de 2017

Meditación: 2 Timoteo 1, 1-8


Santos Timoteo y Tito

Hoy celebramos a dos de los compañeros más conocidos de San Pablo: los Santos Timoteo y Tito. Ambos eran jóvenes cuando comenzaron a trabajar con Pablo, y los dos llegaron a ser obispos de la iglesia por derecho propio. No es mucho lo que se sabe acerca de Tito, pero la Escritura presenta un buen retrato de Timoteo, por lo que trataremos de aprender más sobre este venerado cristiano.

La Escritura dice que Timoteo era un miembro muy respetado de la comunidad cristiana en la ciudad de Listra y que amaba profundamente a Dios (Hechos 16, 2). La primera mención de su nombre aparece cuando Pablo visita Listra en su segundo viaje misionero. Allí es donde Pablo encuentra al joven cristiano y le impresiona tanto su fe que lo invita a que se haga ayudante suyo.

Hay dos aspectos que sobresalen en las cartas de Pablo a Timoteo: la inexperiencia del joven discípulo y su tendencia a ser tímido en su liderazgo. Pablo le aconseja mantenerse firme y no ceder a las enseñanzas erróneas que entonces circulaban. Esencialmente le dice que aprenda bien las verdades básicas de la fe y refute los conceptos erróneos que ponen en peligro la fe de la comunidad cristiana de Éfeso (1 Timoteo 1, 18-20). En otra ocasión, Pablo le aconseja que tenga mayor firmeza con la comunidad (2 Timoteo 1, 7) y le recuerda cómo ha de comportarse un obispo en su vida personal (1 Timoteo 5, 1-6).

Parecía que Timoteo no estaba listo aún, ¿verdad? Pero su mejor cualidad es que era dócil a las enseñanzas y estímulos de Pablo. Efectivamente, vemos que con el tiempo, Pablo comienza a tener más confianza en él y le encomienda responsabilidades mayores (Filipenses 2, 19-23).

¿Qué nos pueden enseñar las deficiencias de Timoteo? Que Dios puede escribir derecho con líneas torcidas, es decir, que el Señor sabe trabajar con personas imperfectas. Por eso, nosotros también tenemos que dejarnos formar y transformar con el tiempo, y así podremos hacer obras buenas para el Evangelio de Cristo. Si Dios pudo actuar en Timoteo, también puede hacerlo en todos nosotros. Por eso, entrégate al Señor, hermano, y deja que él te convierta en emisario suyo.
“Gracias, Padre, por el ejemplo de servicio fiel de Timoteo. Envía tu Espíritu Santo para suscitar hombres y mujeres como él, que sean fieles, te amen de verdad y sirvan en tu Iglesia.”
Salmo 96(95), 1-3. 7-8. 10
Marcos 4, 21-25

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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