domingo, 19 de diciembre de 2010

Próximo Evento: MIE 22 Diciembre

Tú nos hablas

“Sean Fuertes, No teman, ahí esta su Dios” Isaias 35.4
Hoy la Palabra de Dios pronunciada por el Profeta Isaías
Nos recuerda una profecía pronunciada 700 años antes del nacimiento de Nuestro Señor.
Una Profecía que vio su cumplimiento en un pobre pesebre de Belen,
En medio de la noche más luminosa que el mundo pudo conocer.
“Sean Fuertes, No teman, ahí esta su Dios”
Esta profecía de Isaias es proclamada en esta noche de oración.
No es proclamada porque necesita ser cumplida, asumida y vivida por cada uno de nosotros.
No podemos dejar de pensar en cuatro momentos en que estas palabras fueron pronunciadas.
Cuatro momentos diversos de la historia de la salvación.
Antes de la venida del Mesías, Isaias proclama “No teman!... ahí está su Dios!
En la noche anunciada, a los pastores les es dicho… ¡No teman… le anuncio una buena noticia…!
En una barca en medio de una tempestad, es el mismo Alfarero del Hombre quien conociendo la madera de la que estamos hechos dice: “¡No teman…!
Dos mil años después, Juan Pablo II, al iniciar su pontificado repitió: ¡No teman abrir de par en par las puertas a Cristo!


¡Que empeño ha puesto Dios en repetir una y otra vez estas palabras sobre su pueblo!
No teman!
Es como si en la raíz misma de nuestras entrañas anidaran miedos diversos que necesitan ser puestos a la Luz del Único que puede aliviar todo mal.
La noche de Belén es cada instante de nuestra vida en que damos acogida al Santo de los Santos que viene a traernos la liberación que nuestra vida necesita.
Liberación de pecado.
Liberación de todo mal.
Liberación de todo miedo.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Caminando el Adviento en la Palabra

Lectura del libro de Isaías (29,17-24):
Así dice el Señor: «Pronto, muy pronto, el Líbano se convertirá en vergel, el vergel parecerá un bosque; aquel día, oirán los sordos las palabras del libro; sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos de los ciegos. Los oprimidos volverán a alegrarse con el Señor, y los más pobres gozarán con el Santo de Israel porque se acabó el opresor, terminó el cínico; y serán aniquilados los despiertos para el mal, los que van a coger a otro en el hablar y, con trampas, al que defiende en el tribunal, y por nada hunden al inocente.»
Así dice a la casa de Jacob el Señor, que rescató a Abrahán: «Ya no se avergonzará Jacob, ya no se sonrojará su cara, pues, cuando vea mis acciones en medio de él, santificará mi nombre, santificará al Santo de Jacob y temerá al Dios de Israel. Los que habían perdido la cabeza comprenderán, y los que protestaban aprenderán la enseñanza.»
Palabra de Dios

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,27-31):
En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando: «Ten compasión de nosotros, hijo de David.»Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo: «¿Creéis que puedo hacerlo?»
Contestaron: «Sí, Señor.»
Entonces les tocó los ojos, diciendo: «Que os suceda conforme a vuestra fe.»
Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente: «¡Cuidado con que lo sepa alguien!»
Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.
Palabra del Señor

COMENTARIO 
Queridos amigos y amigas:

Para poder vislumbrar la salvación que anuncia el profeta hay que curarse de muchas cegueras. Necesitamos dejar que el Señor toque nuestros ojos y que nos suceda conforme a nuestra fe. Pero antes hemos de ponernos en camino, seguir a Jesús aunque no veamos, pedir un aumento de fe y gritar -según la necesidad con que se perciba cada cual-: «Ten compasión de nosotros, Hijo de David». Puede ayudar que no nos veamos pidiendo solos –lo que no excluye orar a solas-. Un ciego no guía a otro ciego, pero dos o más ciegos juntos sí pueden apoyarse en el grito que nace de la desesperanza y se dirige a quien puede esperanzar.

Es un buen plan de Adviento ir adquiriendo el ojo profético que ve cercana la salvación total. Isaías nos anima a contemplar un vergel –el Día de la Salvación- que llegará «pronto, muy pronto». Entonces, quienes miran, verán; quienes escuchan, oirán; quienes sufren, volverán a alegrarse y quienes sólo han conocido el dolor, experimentarán por vez primera el gozo. Ese Día la inteligencia del mal será desbaratada. Ese Día se acabará la opresión, la trampa, el hundimiento del inocente… Ese Día quedará clara la intención de Dios con la humanidad entera. Ese Día triunfará el grito de hombres y mujeres de buena voluntad, que han sido conmovidos por la hondura de una liberación en la que siempre ha estado Dios.

El Día de la manifestación del Bien total y para todos está ya cercano. Si alguien no lo ve, que busque la mirada profética hasta encontrarla. Y, por supuesto, que no dejemos de orar para que llegue la Aurora de la Salvación y de cantar, u orar cantando «
Ven, Señor Jesús», con la Hna. Glenda.

Vuestro hermano,
Luis Ángel de las Heras, cmf