lunes, 31 de agosto de 2015

¡Cómo lidiar con la indiferencia?

La indiferencia nos priva de amar al otro.

Una de las cosas que más me dejan triste es cuando las personas me tratan con indiferencia, cuando me aíslan como si no existiese. Aún sabiendo que eso no es cristiano, tengo la consciencia de que la mejor forma de lidiar con esa situación es la humildad, pues sólo ella puede sanar ese mal.
La vía de la humillación es dolorosa, pero capaz de dar muchos frutos.
Cuando somos humildes en la indiferencia, la fuerza de esa virtud alcanza al corazón.
No es un camino fácil y rápido, sino algo lento,
que puede hacer que quieras desistir.
No desistas pues la gracia viene de acuerdo al sufrimiento enfrentado.

Mis hermanos, creo firmemente que el cielo es maravilloso, por eso los sacrificios son válidos.
Un ejemplo, cuando queremos adelgazar, miramos una sabrosa comida y decimos: "Mi salud vale el sacrificio". Ahora, imagina ¡cuán válidos son los sufrimientos para alcanzar el cielo"

Sea en la indiferencia, en el dolor o en los sufrimientos de la vida presente,
¡el cielo vale el sacrificio!
Ama, espera y lucha.
La indiferencia sera vencida con la humildad!

Piensa en ésto!
Tu hermano
Wellington Jardim (Eto)
Cofundador da Comunidade Canção Nova e administrador da FJPII
fuente Portal Canção Nova.
Adaptación del original en portugues

Yo instruí a mis profetas

Del libro de la Imitación de Cristo
(Libro 3, 3)

YO INSTRUÍ A MIS PROFETAS

Escucha, hijo mío, mis palabras, palabras suavísimas, que trascienden toda la ciencia de los filósofos y letrados de este mundo. Mis palabras son espíritu y son vida, y no se pueden ponderar partiendo del criterio humano.
No deben usarse con miras a satisfacer la vana complacencia, sino oírse en silencio, y han de recibirse con humildad y gran afecto del corazón.
Y dije: Dichoso el hombre a quien tú educas, al que enseñas tu ley, dándole descanso tras los años duros, para que no viva desolado aquí en la tierra.
Yo -dice el Señor- instruí a los profetas desde antiguo, y no ceso de hablar a todos hasta hoy; pero muchos se hacen sordos a mi palabra y se endurecen en su corazón.
Los más oyen de mejor grado al mundo que a Dios, y más fácilmente siguen las apetencias de la carne que el beneplácito divino.
Ofrece el mundo cosas temporales y efímeras, y, con todo, se le sirve con ardor. Yo prometo lo sumo y eterno, y los corazones de los hombres languidecen presa de la inercia.
¿Quién me sirve y me obedece con tanto empeño y diligencia como se sirve al mundo y a sus dueños?
Sonrójate, pues, siervo indolente y quejumbroso, de que aquéllos sean más solícitos para la perdición que tú para la vida.
Más se gozan ellos en la vanidad que tú en la verdad. Y, ciertamente, a veces quedan fallidas sus esperanzas; en cambio, mi promesa a nadie engaña ni deja frustrado al que funda su confianza en mí.
Yo daré lo que tengo prometido, lo que he dicho lo cumpliré. Pero a condición de que mi siervo se mantenga fiel hasta el fin.
Yo soy el remunerador de todos los buenos, así como el fuerte que somete a prueba a todos los que llevan una vida de intimidad conmigo.
Graba mis palabras en tu corazón y medítalas una y otra vez con diligencia, porque tendrás gran necesidad de ellas en el momento de la tentación.
Lo que no entiendas cuando leas lo comprenderás el día de mi visita.
Porque de dos medios suelo usar para visitar a mis elegidos: la tentación y la consolación.
Y dos lecciones les doy todos los días: una consiste en reprender sus vicios, otra en exhortarles a progresar en la adquisición de las virtudes.
El que escucha mis palabras y las rechaza ya tiene quien lo condene en el último día.

Todos tenían los ojos fijos en él.

Orígenes (c. 185-253), presbítero y teólogo 
“Todos tenían los ojos fijos en él”

    “Fue a Nazaret, el sábado entró en la sinagoga como era costumbre, y se puso en pie para hacer la lectura. Desenrollando el libro, encontró el pasaje del  profeta Isaías: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido” (61,1). No fue mera casualidad, sino providencia de Dios, el que, desenrollando el libro, diera con el capítulo del profeta que hablaba proféticamente de él.  Pues así como está escrito: “ni un solo gorrión cae en el lazo sin que lo disponga vuestro Padre hasta los cabellos de la cabeza están contados”(Mt 10, 29-30),  posiblemente el hecho de que diera precisamente con el libro del profeta Isaías y concretamente no con otro pasaje, sino con éste,  subraya el misterio de Cristo, no olvidemos que es Cristo el que proclama este texto... Pues, él dice: “Me ha enviado a anunciar la Buena Nueva a los pobres”, a estos que no tienen Dios, ni ley, ni profetas, ni justicia, ni ninguna otra virtud. Por este motivo, Dios lo ha enviado como mensaje cerca de los pobres, para anunciarles la liberación, “devuelve la libertad  a los oprimidos”.Y ¿hay algún  ser más oprimido que el hombre antes de  que sea  liberado y curado por Cristo.

    Terminada la lectura, Jesús enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. También ahora, en esta asamblea  podéis, si lo deseáis,  fijar los ojos sobre él. Dirigid la mirada de vuestro corazón hacia la contemplación de la Sabiduría, de la Verdad, del Hijo único de Dios, y tened los ojos fijos sobre Jesús. ¡Dichosa la asamblea, de la que la Escritura atestigua que los ojos de todos estaban fijos en él! Que todos tengan los ojos del corazón ocupados en mirar a Jesús que nos habla. Cuando vosotros le miréis, su luz y su mirada harán más luminosos vuestros rostros, y podréis decir: “Señor, la luz de tu rostro nos ha marcado”(Ps 4, 7).

Buen día, Espíritu Santo!

¡Buen día Espíritu Santo!
Al ponerme en camino,
confiado te digo en la mañana:
¡Gracias por sostener mi descanso en Tu Gracia!
¡Ven, lléname de Ti!
Que al oirte, te escuche;
y al verte te contemple;
Da vida nueva a lo envejecido,
sana mis hondas dolencias;
despierta mis capacidades dormidas y,
movido por Tu Amor, junto a Vos
reconstruya lo derruído.
Dime, ¿qué podemos hacer juntos hoy?


RESONAR de la Palabra - 31 de Agosto de 2015

Evangelio según San Lucas 4,16-30.
Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura.
Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor.
Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él.
Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír".
Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: "¿No es este el hijo de José?".
Pero él les respondió: "Sin duda ustedes me citarán el refrán: 'Médico, cúrate a ti mismo'. Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaún".
Después agregó: "Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra.
Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país.
Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón.
También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio".
Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron
y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.



RESONAR DE LA PALABRA
Conrado Bueno, cmf
Para anunciar Buenas Noticias


“Con los ojos fijos en él”, en Jesús, como los judíos en la sinagoga de Nazaret. Así estamos nosotros hoy. Es sábado, y Jesús, judío devoto, acude a leer y comentar la palabra en comunidad. Así comienza, en su propio pueblo, su misión evangelizadora. Aquí, el hijo del carpintero tiene la osadía de aplicarse a sí mismo el pasaje de Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí,porque me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de Gracia del Señor”. Es el programa marco que aparece al inicio de su ministerio,émulo de la ley fundamental que son Bienaventuranzas

Jesús se autodescribe como el enviado, el Ungido por el Espíritu del Señor. Es su definición, su ser cabal. Por eso, luego, hará obras como Mesías, Hijo de Dios, Hijo del Hombre, Maestro. Los destinatarios de su programa son los pobres, los cautivos, los ciegos, los oprimidos. Sobre ellos quiere actuar anunciando la Buena Noticia, anunciando libertad, dando libertad, dando luz a los ojos, anunciando la Gracia de Dios para los hombres. Ahora cabe preguntarse, ¿cómo es posible que, pregonando cosas tan buenas, Jesús sea rechazado por sus paisanos?

Somos y nos llamamos cristianos, seguidores de Cristo. Cristo es la palabra griega de Ungido. Somos ungidos, empapados por el Espíritu en el Bautismo. Y robamos la exclamación a San León Magno: “Reconoce, oh cristiano, tu dignidad”.

Y el cristiano sale a la palestra del mundo con el mismo programa de Jesús. ¿Cómo? Anunciando y siendo la Buena Noticia para todos. Ya hemos apuntado que, desde el texto de Isaías, estamos en la misma línea programática de las Bienaventuranzas, de las razones grandes por las que somos llamados dichosos. Si el mundo, si la gente no nos ve como señales vivas de Buena Noticia, ¿qué pintamos? ¿Cómo podremos presentarnos como predicadores del Evangelio de Jesús? Nuestras palabras y gestos han de brillar desde esos motivos de esperanza que nos marca Jesús: libertad, gracia, luz, noticia grata para todos. Lo contrario serán anatemas, fama de gruñones, instalarse en sesudos documentos que no llegan o en liturgias formales y barrocas. Algunos, también de los nuestros, hablarán de buenismo o de estilo ligt. ¿Sí? Pues volvamos, detenidamente y con corazón abierto, al evangelio de hoy.

Y en el centro, los pobres, los sufrientes. Es Jesús quien lo clarifica en el evangelio; no, el Vaticano II que acuñó la expresión “Iglesia de los pobres”, ni Pablo VI que clamaba por una Iglesia “servidora de la humanidad”, ni Francisco que repite “quiero una Iglesia que sea hospital de campaña para tantos heridos”. Nos preocupamos de los pobres, no porque sean más buenos sino porque son más necesitados. Esta será la prueba del algodón. El programa de Jesús habla de sanar; no, de estructuras, de ritos, de estrategias en las que gastamos tantas energías. Por aquí va el Espíritu de Jesús, esto es ser espirituales. Hacer otras cosas sería un espiritualismo. Y los “ismos” no suelen ser muy buenos.


fuente: Ciudad Redonda

domingo, 30 de agosto de 2015

Oración de entrega


Una fe radical

En tiempos donde ser llamado ‘radical’ no es muy bueno, decidí lanzar una pregunta en el Twitter: “¿Qué significa tener una fe radical?”

Radical en la Fe2

Las personas reaccionaron rápidamente y con muchas respuestas enviadas tomé estas:

  • “¡Para mi, es buscar una vida auténtica, basada en la Verdad y que tenga como consecuencia un gran entusiasmo por vivir!”
  • “El termino radical deriva de la raíz latina radix, que significa “raíz”. En este caso en la raíz de la fe”.
  • “¡Radical en la fe…. es más que prácticas y ejercicios espirituales! ¡Ser radical es tener raíces! Y en la fe …. es paradójicamente Ser Libre”.
  • “Entregarse completamente a los brazos de Jesús
Veo que es realmente lo que las personas dijeron.
La palabra radical tiene su origen en el termino radix que quiere decir: raíz, fundamento, origen. ¿Que quiere decir esto? ¡Es sencillo! Cuando se pide que alguien sea radical quiere decir que esta persona va a la raíz de aquello con que ella esta involucrada, es decir, un cristiano radical es aquel que va a la raíz, (base, fundamento) de su vivencia cristiana que es Jesucristo!

Recuerdas aquella canción: “Amar como Jesús amó, soñar como Jesús soñó.. vivir como Jesús vivió” es eso. Ser radical es ser otro Cristo.

¿Y crees que esto no es radical?  ¡Es muy radical!.
Jesús:
Invitó los rechazados.
Acogió los despreciados.
Creyó en los desacreditados.
Eso es ser radical.
Veo que hoy necesitamos levantar una juventud radical. Que tenga en cuenta un solo deseo: Ser otro Cristo.

Amar y entregarse a Jesús a tal punto que podamos decir como Pablo: “No soy yo que vivo, pero es Cristo que vive en mí!”. Piensa en esta verdad….eso cambia todo.
Hoy me he levantado con estas ganas: Ser radical, mantener las raíces. Ser otro Cristo… El mundo necesita eso, hay mucha gente que no lee la biblia… ¿Que tal proponer nuestra vida con un Evangelio vivo?
¿Yo estoy en esta y tú?
Pero comienza a actuar luego. Envía este artículo para todos tus amigos de grupos de jóvenes, facultad, familia. ¡Levantemos una juventud radical!

Adriano Gonçalves
Misionero de Canción Nueva
Blog.cancaonova.com/revolucaojesus
fuente Portal Canción Nueva en español

Combatiendo los vicios y las malas tendencias


Combatendo_os_vicios_e_as_mas_tendenciasPadre Chrystian Shankar. Foto: Arquivo Canção Nova
"Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, en estos términos: "Baja ahora mismo al taller del alfarero, y allí te haré oír mis palabras".Yo bajé al taller del alfarero, mientras él trabajaba en el torno. cuando la vasija que estaba haciendo le salía mal, como suele pasar con la arcilla en manos del alfarero, él volvía a hacer otra, según le parecía mejor. Entonces la palabra del Señor me llegó en estos términos: ¿No puedo yo tratarlos a ustedes, casa de Israel, como ese alfarero? -oráculo del Señor-. Sí, como la arcilla en la mano del alfarero, así están ustedes en mi mano, casa de Israel.
Jeremias 18, 1-6

“Levántate y desciende, cúrate para ser feliz!"
Para ser feliz verdaderamente necesitas levantarte, no quedarte sentado viendo como las cosas suceden, no esperes que todo caiga del cielo. Dios está en lo alto y si tu te abajas, Él se aproxima. Si no te arrodillas en la presencia de Dios nada acontecerá. Levántate para soñar, para crecer, pero si te arrodillas a Él hará contigo como el alfarero con el barro.

Si somos vasos que se quiebran por causa del pecado, el alfarero puede rehacernos y así ganar una nueva forma. Yo no hago mi querer, no hago mi voluntad, necesito querer que Dios trabaje en mi para que pueda ser feliz de verdad.
Tu haces tus elecciones y tus elecciones "te hacen" a ti. Desde que despertamos hacemos elecciones y somos consecuencias de ellas. Pero, no sirve de nada combatir las consecuencias del problema si no se combaten las causas. Necesitas combatir aquello que está amarrándote para que tengas libertad interior.

Libro conquistando la Libertad Interior (Padre Adriano Zandoná)
Muchas veces, lo que falta en nuestra vida es alguien que asegure nuestro brazo para subir la escalera que existe en nuestro camino. Mi libertad interior me posibilita hacer lo que sea preciso para ponerme por entero delante del otro sin avergonzarme. No ahorres gentilezas! Ser feliz es muy fácil, ser feliz es muy simple, basta mirar a un niño que se alegra con una pelota.
Nosotros perdimos la simplicidad.
Cuantas personas a tu alrededor quieren apenas un abrazo, una sonrisa, y tu atención. La mala tendencia que tenemos y que impide nuestra felicidad es la concupiscencia, o sea, la tendencia al mal. Pero, no nosotros nacimos para ser felices.
Tu nombre tiene una identidad y tú debes hacer la experiencia de resurrección cuando oyes tu nombre en medio de la multitud. Dios te conoce, conoce tu historia y te llama por tu nombre. Tu vida es acilla en manos de Dios, deja a Él trabajar en ti. Dios grita tu nombre!

Combatendoosvicioseasmastendencias
“Dios te conoce, conoce tu historia y te llama por tu nombre", dice el padre Chrystian. Foto: Arquivo Canção Nova
Dios me acepta con todo aquello que tengo de inaceptable. El no se queda abriendo el baúl y tirando cosas viejas, Él es el Dios del presente y no del pasado. Quien no tiene pecado que tire la primer piedra! Dios no está interesado en tus miserias, cuando Él te mira ve tus potencialidades.
Las malas tendencias no nos dominan y crecen instantáneamente, ellas crecen de a poco. Por ejemplo, nadie se vuelve un alcohólico con la primer copa. El vicio comienza de a poco, y se no hay vigilancia va creciendo dentro de ti. Si no abres tus ojos y tu corazón aquello que te da mucho placer hoy será la causa de tu tristeza en el futuro. No se juega con el pecado, con los vicios.
No dejes las cosas malas crecer dentro de ti!

Las malas tendencias que tenemos son: tendencia a vicios; tendencia a la ira, existen personas que quedan nerviosas el día entero; tendencias autodestructivas, -personas que se quieren matar; una fuerte inclinación a la promiscuidad y depravación. El marido que dice amar a su esposa, pero no consigue ser fiel, teniendo otras mujeres y siempre accediendo a sitios pornográficos; tendencia a la dependencia afectiva; tendencia a la idolatria del dinero; tendencia al consumismo; tendencia a la tristeza. Alegría y decisión! El pecado saca tu paz y destruye tu autoestima.

¿Cómo liberarte de las malas tendencias?
Identifica la mala tendencia, encuentra la raíz del problema; acepta que tienes esa tendencia, cambia tu vida, estate cercano a personas que te aman, concurre a la Iglesia.
En nueva vida Dios nos da las virtudes, pero algunas veces cambiamos las riquezas de Dios por los pecados del mundo.
Solemos tener miedos y sueños, el miedo nos paraliza, los sueños nos hacen crecer.
Cuando colocas tus miedos y sueños a los pies de la cruz de Cristo, tu vida cambia.
Has nacido para ser felíz!

Sobre una transcripción original en portugues publicada por Canção Nova
Fuente www.cancaonova.com

Cree, aunque no puedas ver

Dios es capaz de sanarnos, curarnos, liberarnos, cumplir todo aquello que Él prometió capaz. Dios es capaz de darte un milagro hoy aquí.

La biblia nos habla de un hombre ciego, Bartimeo. Todos los días lo sentaban en el camino para que pidiese limosnas, pero saliendo de Jericó, venía Jesús hacia Jerusalén. Cuando él supo que venía Jesús, empezó a dar voces: “Hijo de David, ten misericordia de mí”. Tanto gritaba, más lo mandaron a callar.
Esta historia, es poderosa. Nos enseñará qué hacer para alcanzar la gloria de Dios. Si lo aplicamos a nuestra vida, recibiremos los mismos beneficios que este hombre realizó.

La biblia nos habla de un hombre que estaba desganado. Ni hombre ni medicina podía ayudar su situación. Él se venció, por su circunstancia. El pasó a vivir de su situación, esclavo de su problema. Si tú quieres ver la gloria de Dios, tú debes querer salir de esa situación. No dejes de luchar, de esperar. Hay gente a las que no le conviene sanar, porque su circunstancia le permite un bien emocional y financiero. Hay personas que no quieren ser sanadas, porque necesitan el cariño de las personas que están a su lado. Había un abuelo que cada día tenía una enfermedad distinta, su pie, brazo…porque quería la atención de sus hijos. Otras personas, como en mí país, Estados Unidos, que están enfermas, que no pueden trabajar, el gobierno los cuida, los mantiene, les da un porvenir. Muchos se aprovechan: quieren estar enfermos para recibir un cheque. Otros, no están enfermos, pero fabrican su enfermedad, para recibir la ayuda del gobierno.
Si tú quieres sanar, tú lo debes desear con todo tu corazón. Debes saber qué es lo que quieres. Este hombre lo sentaban todos los días para pedir limosnas. “ellos lo sentaban”, no llegaba solo. Quienes lo llevaban, tal vez no lo llevaban gratuitamente. El lugar era estratégico. Al mundo no le conviene que tú sanes, que seas libre, porque tú situación es una entrada económica para este mundo. Si no tuvieras problemas, la economía del mundo se va a la quiebra. Yo leía que existían curas para muchas de las enfermedades que hoy se proclaman, pero las grandes farmacias no quieren lanzar, para que las personas no sanen. Brujos, espiritistas, todos viven de tus problemas.

Tú tienes que hacer lo posible para salir de tu circunstancia. Tienes que luchar por eso. Este hombre, me imagino que escuchó hablar de Jesús. Cuando supo que él venía, o cuando le dijeron que venía, empezó a gritar, a dar voces. Es importante testimoniar, predicar. Hay de ti si ves la gloria de Dios y te quedas callado. El mundo está amarrado a sus circunstancias, problemas, que ya no tienen esperanzas.

“La fe viene por la predicación(Rm 10, 17) Tal vez no seas predicador, pero tienes un testimonio. Pero tu arma no es tu predicación, sino el testimonio que cargas, de la sanación que Él hizo en tu vida. Tu testimonio es evidencia de un Dios vivo y lleno de poder. Lo que Dios haga es para que testimonies a un Cristo que está vivo y lleno de poder. Ayudemos a las personas que están atadas.

Cuando Bartimeo supo que Jesús estaba pasando por ahí, lo supo más por lo que Jesús hacía, no tanto por lo que decía, por el testimonio de las personas que habían sido liberadas, de otros ciegos que fueron curados. El mensaje que el ciego escuchó produjo fe donde no había. Todos somos iguales, si Jesús actúo en uno, también iba a actuar en Bartimeo. Cuando la fe llega y nace en uno, rápido produce resultados extraordinarios. La fe no descansa hasta alcanzar la gloria de Dios. No puede verse estancada. Fe sin movimiento, es fe muerta. Me preguntaron, ¿cómo sabes cuándo una persona tiene fe? Le dije: mira cómo camina, cómo mira, lo que habla. De lo que abunda en el corazón habla la boca. Si de tu boca salen cosas negativas, cuestiónate lo que crees. No existe la fe estancada, fe sin obras es fe muerta

La fe desea ir en búsqueda de aquello que está creyendo. Eso que Bartimeo escuchó se convirtió en fe. Él creía que Jesús podía curarlo, y por eso insistió. Así es la fe. La fe insiste, persevera. Uno de los gritos de Bartimeo detuvo a Jesús. Jesús lo mandó a buscar. Él sacó su manto y lo arrojó. ¿Porqué mencionar el manto? Era lo que lo identificaba al ciego. Con esa capa, él recogía monedas para su situación. Todos lo identificaban por el color de su capa. Lo que hizo Bartimeo, fue arrojar su capa, dejó de identificarse como el ciego antes de recibir su sanación. Marcos 11, 24:“Todo lo que pidas en la oración, creyendo que ya tienes, es lo que Él te concederá”. Aquel hombre sabía que Jesús lo iba a sanar.

El secreto no está en que Dios lo puede hacer, sino que Dios lo hará. El hombre estaba ciego, pero estaba seguro de que Jesús lo sanaría.

Bartimeo sanó por varias cosas: estaba en el lugar correcto: donde iba a pasar Jesús. Dios escogió a Canción Nueva para que Jesús se paseara por aquí, por estas páginas. Él sanó porque decidió creer en Jesús, creyó que Jesús lo iba sanar.
Si crees en la oración, verás la gloria de Dios.

Prédica de Neil Velez
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Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23

Los fariseos se preocupaban tanto de vigilar la estricta observancia de la ley —algunos de cuyos preceptos ni siquiera venían de Dios— que no se daban cuenta de que para el Señor lo más importante era que practicaran la misericordia, la justicia y el amor.

Si pensamos en la manera en que Jesús describió el corazón humano y los pecados que brotan de él, es posible creer que estamos perdidos y que no hay esperanza, porque ¿quién no ve en esta lista una especie de reflejo de su propia vida? Tal vez no queramos hacernos un profundo y detenido análisis de conciencia por temor a lo que podamos encontrar allí.

El Señor nos invita a examinarnos el corazón, no para sentirnos condenados y desanimados, sino para conocer la libertad y la paz. Muchos santos han comentado que mientras más clara y profundamente veían sus pecados, mejor podían reconocer la misericordia y el amor de Dios. Esta humildad no era cobardía, sino un reconocimiento de cuánto necesitaban al Señor y una confianza en el poder de Dios que actuaba en ellos. De hecho, consideraban que llegar a tal conocimiento de sí mismos era un privilegio, que siempre los acercaba más al Señor. Los fariseos se privaban de este privilegio y no dejaban que lo experimentaran sus propios seguidores.

En la cruz, Cristo nos perdonó todos nuestros pecados, y su sangre preciosa allí derramada purifica el corazón y la mente. Es decir, Jesús nos acepta aunque seamos imperfectos; simplemente nos pide que nos arrepintamos sinceramente de nuestros pecados, cambiemos de conducta y hagamos su voluntad con amor. Cristo se encarga del resto. En realidad, analizarse el corazón no es tan difícil cuando nos damos cuenta de que, en medio del pecado y la oscuridad, Jesús está siempre allí, deseoso de iluminar nuestro interior cada vez más.
“Amado Señor Jesús, concédeme un corazón dócil y dispuesto a reconocer primero mis propias fallas y errores, y también la gracia del arrepentimiento y la capacidad de disculpar los errores ajenos.”

Buen día, Espíritu Santo!

En la mañana de Tu Resurrección,
Bendícenos Dios de la Vida!
Tú eres el eternamente Santo,
el eternamente presente.
El que permanece siempre,
Eres el Manantial de Agua Fresca,
Eres el Pan de Vida que sustenta.
Necesitamos de Tí, Señor,
queremos vivir en el perdón,
queremos aprender a perdonar,
tomar la decisión, esa decisión que transforme nuestro ser.
Muéstranos el camino de retorno!
De rodillas, clamando al cielo...
¡Danos Tu Espíritu Santo!
Danos ese Fuego que purifica,
ese Viento que levanta del suelo,
que lleva a Tus alturas,
y Santifica.
Con su Dulce presencia, ¡Santifica!


oficio de Lectura - Domingo 30 Agosto

De los Sermones de san Agustín, obispo
(Sermón 23 A, 1-4: CCL 41, 321-323)

EL SEÑOR SE HA COMPADECIDO DE NOSOTROS

Dichosos nosotros si llevamos a la práctica lo que escuchamos y cantamos. Porque cuando escuchamos es como si sembráramos una semilla, y cuando ponemos en práctica lo que hemos oído es como si esta semilla fructificara. Empiezo diciendo esto porque quisiera exhortaros a que no vengáis nunca a la iglesia de manera infructuosa, limitándoos sólo a escuchar lo que allí se dice, pero sin llevarlo a la práctica. Porque, como dice el Apóstol,
estáis salvados por su gracia, pues no se debe a las obras, para que nadie pueda presumir. No ha precedido, en efecto, de parte nuestra una vida santa, cuyas acciones Dios haya podido admirar, diciendo por ello: «Vayamos al encuentro y premiemos a estos hombres, porque la santidad de su vida lo merece.» A Dios le desagradaba nuestra vida, le desagradaban nuestras obras; le agradaba, en cambio, lo que él había realizado en nosotros. Por ello, en nosotros, condenó lo que nosotros habíamos realizado y salvó lo que él había obrado.

Nosotros, por tanto, no éramos buenos. Y, con todo, él se compadeció de nosotros y nos envió a su Hijo a fin de que muriera, no por los buenos, sino por los malos; no por los justos, sino por los impíos. Dice, en efecto, la Escritura: Cristo murió por los pecadores. Y ¿qué se dice a continuación? Apenas habrá quien dé su vida por un justo; quizás por un bienhechor se exponga alguno a perder la vida. Es posible, en efecto, encontrar quizás alguno que se atreva a morir por un bienhechor; pero por un inicuo, por un malhechor, por un pecador, ¿quién querrá entregar su vida, a no ser Cristo, que fue justo hasta tal punto que justificó incluso a los que eran injustos?

Ninguna obra buena habíamos realizado, hermanos míos; todas nuestras acciones eran malas. Pero, a pesar de ser malas las obras de los hombres, la misericordia de Dios no abandonó a los humanos. Y Dios envió a su Hijo para que nos rescatara, no con oro o plata, sino a precio de su sangre, la sangre de aquel Cordero sin mancha, llevado al matadero por el bien de los corderos manchados, si es que debe decirse simplemente manchados y no totalmente corrompidos. Tal ha sido, pues, la gracia que hemos recibido. Vivamos, por tanto, dignamente, ayudados por la gracia que hemos recibido y no hagamos injuria a la grandeza del don que nos ha sido dado. Un médico extraordinario ha venido hasta nosotros y todos nuestros pecados han sido perdonados. Si volvemos a enfermar no sólo nos dañaremos a nosotros mismos, sino que seremos además ingratos para con nuestro médico.

Sigamos, pues, las sendas que él nos indica e imitemos, en particular, su humildad, aquella humildad por la que él se rebajó a sí mismo en provecho nuestro. Esta senda de humildad nos la ha enseñado él con sus palabras y, para darnos ejemplo, él mismo anduvo por ella, muriendo por nosotros. Para poder morir por nosotros, siendo como era inmortal, la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros. Así el que era inmortal se revistió de mortalidad para poder morir por nosotros y destruir nuestra muerte con su muerte.

Esto fue lo que hizo el Señor, éste el don que nos otorgó. Siendo grande, se humilló; humillado, quiso morir; habiendo muerto, resucitó y fue exaltado para que nosotros no quedáramos abandonados en el abismo, sino que fuéramos exaltados con él en la resurrección de los muertos los que ya desde ahora hemos resucitado por la fe y por la confesión de su nombre. Nos dio y nos indicó, pues, la senda de la humildad. Si la seguimos confesaremos al Señor y con toda razón le daremos gracias, diciendo: Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias, invocando tu nombre.

Su corazón está lejos de mi


San Maximiliano Mª Kolbe (1894-1941), franciscano, mártir 
Conversaciones espirituales inéditas
«Su corazón está lejos de mí»
    La vida interior es primordial... La vida activa es la consecuencia de la vida interior y no tiene valor más que si depende de ella. Quisiéramos hacerlo todo lo mejor posible, con perfección. Pero si no está ligada a la vida interior no sirve para nada. Todo el valor de nuestra vida y de nuestra actividad depende de la vida interior, la vida del amor de Dios y de la Virgen Maria, la Inmaculada, no son teorías ni dulzuras, sino la práctica de un amor que consiste en la unión de nuestra voluntad a la voluntad de la Inmaculada.

    Ante todo y por encima de todo, debemos profundizar en la vida interior. Si se trata verdaderamente de la vida espiritual, son necesarios los medios sobrenaturales. La oración, la oración y solamente la oración es necesaria para mantener la vida interior y su desarrollo; es necesario el recogimiento interior.

    No estemos inquietos por las cosas sin necesidad, sino que, suavemente y en la paz, procuremos guardar el recogimiento del espíritu y estar disponibles a la gracia de Dios. Es para eso que nos ayuda el silencio.

RESONAR DE LA PALABRA - 30 de Agosto

Evangelio según San Marcos 7,1-8.14-15.21-23. 
Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar. Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce. Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?". El les respondió: "¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres". Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: "Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre". 

RESONAR DE LA PALABRA
Julio César Rioja, cmf
Queridos hermanos:

Volvemos hoy al Evangelio de Marcos y nos encontramos con un texto aparentemente superado, pero que nos da ciertos criterios para discernir sobre nuestro ser de cristianos. Todo comienza con el simple gesto de lavarse las manos antes de comer, la cuestión no está aquí, sino en la pregunta que los fariseos hacen a Jesús: “¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?”. Esta tradición no la explica Marcos en el mismo relato, tenían unas normas minuciosas elaboradas por los grandes escribas, consideradas tan importantes como los Diez Mandamientos o la Ley atribuida a Moisés.

Parece ser que en todas las religiones se produce este fenómeno, en un primer momento el acento se pone en lo interno y no en la organización. Pero después los organizadores, insisten en la importancia del culto y las normas que ellos mismos elaboran. Finalmente se cae en una religión puramente cultual y en el cumplimiento de ciertas normas llamadas “morales”, que poco tienen que ver con la esencia de lo que comenzó como una experiencia personal.

La pregunta es: ¿si no sucede hoy lo mismo? El Evangelio norma de la conducta cristiana, ha sido sustituido en ocasiones por normas de los hombres que atentan muchas veces contra el mismo Evangelio. El mismo hecho de imponer normas de arriba hacia abajo, parece ser antievangélico, podríamos poner muchos ejemplos: la moral y el perdón, el bautismo que es un proceso de conversión y lo ofrecemos a todos, la Eucaristía que no es una obligación, la autoridad que es servicio y no distinción, las leyes eclesiásticas… Los casos pueden multiplicarse y hablar de los divorciados, las madres solteras, los homosexuales… y también discutirse, pero podemos seguir preguntándonos: ¿si nuestras normas tienen que ver con el Evangelio? No faltaran buenas explicaciones.

Por eso la respuesta de Jesús es contundente: “Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a las tradiciones de los hombres”. Aquí radica la distinción entre la falsa y la verdadera fe, en poner el corazón, en no querer mirar más a las manos sucias que al corazón limpio.

El culto que Dios quiere es, en palabras de Santiago: “visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones”, escuchar la voz de los pobres, los pequeños y necesitados. Antes fueron la Ley y los profetas, ahora es el Reino de Dios. Ellos son la norma principal como se no dice en la primera lectura: “Escucha, Israel, los mandatos y decretos que yo os mando cumplir”. Jesús para finalizar nos recuerda, que las cosas exteriores no nos hacen ni buenos ni malos, lo bueno y lo malo nace del interior de uno mismo. Lo que sale de nosotros, lo que es fruto de un acto libre y responsable, eso sí es importante. ¿Qué es lo que nos sale de dentro?, escucha, el Reino está dentro de nosotros y el Reino no es norma, es un acto de amor.

Cuando reina una religiosidad infantil atenta a lo mandado o prohibido, a lo que es pecado o virtud, entonces la religión deja de ser fuente de alegría y liberación. Y cuando la fe no produce alegría interior, paz interior, liberación, tengamos la plena seguridad de que no es de Dios, ni viene de Dios, ni llega a Dios. Es la experiencia que tuvo la samaritana, la adultera, Zaqueo, el buen ladrón, los mismos apóstoles…

Lo más importante lo llevamos cada uno en nuestro corazón, por eso hay que tener cuidado con lo que metemos en él. Las leyes y las normas han de estar puestas siempre al servicio del desarrollo de las personas.

PD: Estos días se celebra el Capítulo General de los Claretianos en Roma, podemos rezar por ellos.

sábado, 29 de agosto de 2015

El pecado es contrario al Amor

Conquistando la libertad interior

Padre Adriano Zandoná\Foto: Daniel Mafra/cancaonova.com
“Si permanecen en mis palabras, serán verdaderamente mis discípulos,
y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres" Juan 8,31-32

“(…) donde está el Espíritu del Señor allí hay libertad"
2 Cor 3,17b

Libertad interior es aprender a ser libre desde adentro; aunque los problemas y las dificultades nos limiten (dolencias, sufrimientos, obligaciones). Libertad interior es saber lidiar con las dificultades y la pérdidas, que son reales y suceden, sin dejar que ellas nos aprisionen...

Quien aprendió a ser libre dentro de sí, no podrá ser limitado y aprisionado por nada que venga de afuera.

¿Será que he encontrado (y construido) esta libertad interior o, por el contrario, estoy siendo víctima de las circunstancias externas, quedando constantemente amargado y quejándome de las pruebas y límites exteriores?
Para conquistar esa libertad interior, necesitaremos aprender a trabajar y curar las raíces de nuestra história.

Cita del libro "Conquistando la libertad interior" (Capítulo 1):

Ganar alas, concretizar grandes sueños, coleccionar victorias y realizaciones son el deseo de toda persona. Nadie será capaz de superar obstáculos y construir "vuelos" con suceso (victoria) sin antes haber aprendido a conquistar la libertad dentro de si, curando las raíces de su historia y dejando que profundicen en terrenos que sean fecundo y fértiles.
Un árbol que no posee una profunda y saludable raíz puede ser derrumbado por cualquier viento.
De la misma manera el ser humano que no sabe curar sus raíces para encontrar la verdadera libertad interior será siempre vulnerable delante de los imprevisibles vientos que de tiempo en tiempo visitan el jardín de nuestros afectos y experiencias.
Las experiencias presentes en las raíces de nuestro ser (en nuestros afectos, relaciones y percepciones) realizan el trabajo de influenciar directamente nuestro comportamiento y nuestra forma de existir (nuestras raíces). Si existiesen heridas y ausencia de nutrientes en la raíz, todo el árbol de nuestra historia acabará enfermo y frágil y no conseguirá desenvolverse ni realizarse en plenitud.
Necesitamos comprender como están nuestras raíces, para permitir que Dios nos cure y restaure a partir de ellas:

Toda raíz necesita de cuidados. Ella es la base que sustenta la planta y, por eso, necesita ser cuidada y bien estimulada. De la misma manera, toda persona necesita de un cuidado atento para con su interior, pues solamente así todo su ser podrá funcionar bien y encontrar una verdadera felicidad.
En la búsqueda de libertad interior necesitaremos aprender a cuidar un poco más de nosotros mismos y de aquello que nos afectó, profundizando nuestras raíces de manera correcta.
Muchas, sin duda, serán las heridas e imperfecciones que encontraremos en nuestro interior, que tentarán robarnos la libertad de ser lo que realmente somos (de percibir nuestra identidad genuina) Tales realidades precisarán ser debidamente superadas, para que nuestras raíces recuperen la salud y se fortalezcan no sólo de nuestra historia.

Reflexionemos con honestidad: ¿cómo se encuentran nuestras raíces más profundas? ¿Cuáles son las realidades que habitan nuestro interior? ¿En él hay heridas o dolores no superados? ¿Podemos decir que verdaderamente somos libres -de dentro hacia afuera, o existen todavía machucones y condicionamientos que nos sujetan a hechos pasados y nos impiden ser lo que realmente somos?
¿Podemos afirmar que somos felices y estamos realizados?
¿Será que necesitamos de libertad interior para vivir bien, expresando nuestros reales sentimientos y realizando nuestra verdadera identidad?
Existen innumerables enfermedades capaces de destruir la vitalidad de un árbol, pues, la mayoría de ellas comienzan precisamente en las raíces (de adentro hacia afuera)

San Agustín afirmó: "¿Te Preocupas por ver si el árbol de tu vida tiene gajos podridos? No pierdas tiempo. cuida bien de la raíz y no tendrás que preocuparte con los gajos?"
Libertad interior es decidirse de adentro hacia afuera, sin estar buscando en los otros las respuestas que sólo yo puedo ofrecer a la vida... Necesito tomar decisiones, escoger, decidir, construir mi vida!"

"Si las cosas no están resueltas dentro de nosotros no existirá realidad exterior que pueda apaciguarnos y traer alegría... Esa es una sobria e incontestable sentencia. Quien no tiene libertad interior, aunque tenga todo, será un eterno fugitivo de si y de sus heridas, y no encontrará una auténtica realización.

Podemos tener todo: títulos, reconocimientos, dinero, belleza, conquistas, pero si no tenemos salud y libertad interior, nada nos realizará plenamente y estaremos siempre buscando algo que nos pueda llenar.
Libertad interior es un exigente trabajo artesanal, que exige persistencia y sensibilidad...."

"Libertad interior es un trabajo artesanal, en el que el artista que trabaja el alma necesitará comprender el acerbo de experiencias que componen su trayectoria, direccionando cada realidad para la belleza dura de la verdad que lo puede liberar.
Sin libertad interior nadie consigue ser aquello que verdaderamente es ni nadie consigue desenvolver todos sus talentos.

Desgraciadamente, percibimos que un verdadero cuidado de la interioridad no está muy de moda actualmente:

Muchísimos son los corazones que buscan invertir apenas en aquello que es exterior -en la apariencia del cuerpo, de la imágen, etc.- valorando apenas los tallos y gajos y despreciando lo que sustenta todo el resto: la raíz.

Muchas veces el interior de tales personas acaba quedando cada vez mas descuidado y ausente de vida, provocando un proceso de continua insatisfacción en que los bajos quieren ser altos, y los altos bajos. Quien es rubio quiere ser moreno, y quien es trigueño quiere ser rubio. Quien tiene el pelo largo lo quiere corto, y quien lo tiene corto lo quiere largo. Una espiral infinita porque cuando se desprecia el cuidado de lo que se tiene adentro, la consecuencia será una búsqueda insaciable por compensaciones que vengan de afuera y que no serán capaces de llenar la verdadera sed del alma.

Enfermedades que atormentan las raíces de nuestro ser (raíces de nuestra historia):
Miedos, heridas emocionales, resentimientos, auto imagen negativa, baja autoestima; realidades que asfixian nuestra verdadera identidad y no nos dejan crecer con integridad, concretizando todos nuestros talentos y dones.
No existe libertad interior sin el rescate de la propia identidad.

Padre Adriano Zandoná\Foto: Daniel Mafra/cancaonova.com
Padre Adriano Zandoná\Foto: Daniel Mafra/cancaonova.com
Será necesario rescatar, en Dios, nuestra genuina identidad, dejando nuestra esencia y verdad salir de la nada y respirar...
Necesitamos retirar los rótulos, marcas y heridas que sofocan nuestra real identidad.

Citas del libro "Conquistando la libertad interior" Capítulo 9;

Nadie puede alcanzar la libertad interior, fuente del éxito y realización en varias dimensiones de nuestra visa, sin antes liberarse de los rótulos y juicios que tantos nos perjudican y hacen prisioneros de la negatividad.
De entre las muchas posibles formas de perjudicar a alguien, los juicios y rótulos figuran entre las más crueles, visto que ellos son una forma desleal de encadenar una persona a una definición que, muchas veces, no corresponde a su esencia y verdad. Esa es una de las principales causas de la ausencia de libertad interior -en nosotros y en los otros-, siendo una sórdida forma de sepultar la esencia y las posibilidades de alguien, encarcelando tal persona en una triste prisión interior.
La constante búsqueda de aprobación también es una forma astuta de encadenar a rótulos, sofocando la genuina identidad y ahogando nuestros verdaderos dones: delante de la esclavitud de la aprobación -que roba nuestra libertad interior- precisaremos saber posicionarnos.

Aún cuando aprobamos a alguien, estamos haciendo un juicio sobre tal persona (como un "test" en el cual ella pasó y recibió la aprobación), así como hacemos cuando la criticamos y rechazamos. El juicio positivo, es claro, hiere menos que aquel que critica, aún así, no deja de ser un juicio y también nosotros somos perjudicados por él de manera muy sutil. Lo peor es que existen innumerables corazones que viven sufriendo por este tipo de juicios, sometiéndose a todo en búsqueda de aprobación (en la familia, en el trabajo, en el grupo de amigos) con la ilusión de que así serán verdaderamente amados.

Ser aprobado no siempre será sinónimo de ser amado, pues cuando somos aprobados apenas pasamos por el triste "test" que nos fue impuesto, correspondiendo a la expectativa de alguien que juzga saber lo que debemos ser y hacer. Vivir en una constante búsqueda de aprobación -que es una forma de juicio- es no tener un lugar de descanso, un santuario personal.

Así como todos los juicios, la aprobación instiga un empeño constante (para corresponder a una expectativa). Ello nos deja con incertidumbres en cuanto a quienes somos y cual es nuestro real lugar y valor. Eso vale tanto para la aprobación, pues, si vivimos obsesionados por ella podremos volvernos víctimas de una nueva esclavitud, que sofocará nuestra verdadera identidad, nos robará la libertad interior y nos volverá infelices.
La aprobación puede ser retirada en cualquier momento, independientemente de como halla sido nuestro desempeño pasado.

Algunas personas pasan un tiempo enorme pensando en la impresión causada por sus palabras y su comportamiento, analizando si su conducta agrada a aquellos con quienes convive. Tales seres humanos viven siempre actuando para conquistar la aprobación y, sin darse cuenta, acaban volviéndose esclavos de los juicios y rótulos que los otros y la sociedad les impuso. Esa es una forma muy eficaz de contemplar el "robo", la "confiscación" de la propia libertad y alegría interior.

Cuidado con volverte un títere de las opiniones y expectativas ajenas:
"Existen algunos que acaban abriendo un verdadero espacio entre sus pensamientos y sus palabras, para en ellos poder analizar si lo que será dicho agradará o no a los otros. Tales corazones no tienen libertad interior, no se sienten libres para ser lo que son y expresar lo que realmente piensan, actuando siempre como títeres en manos de las opiniones ajenas.
Mucha energía es gastada en vano en ese proceso en el cual adulteramos nuestra esencia y nuestros valores por querer vivir para agradar, volviéndonos verdaderos rehenes de la aprobación, del desgaste y de la insatisfacción que ese proceso genera.

Del capítulo 1:
Quien no aprendió a conquistar esa "tal libertad" fácilmente se vuelve rehén de las opiniones ajenas, escenificando innumerables papeles en una insaciable búsqueda de su propio corazón. Esa es una desvelada trama de ilusiones e incoherencias, que aprisionan y generan una continua frustración.
Vivimos en tiempos de profunda crisis de identidad (principalmente entre los más jovenes).

Del capítulo 9:
"Vivimos, de hecho, en un tiempo en el cual muchas personas "existen" bajo las cargas de una profunda crisis de identidad: Están aquellos que quieren inventar una identidad que no es la suya, quieren crear un "género" o una opción de vida que no les pertenece y que no fue realmente pensada por el Creador. Personas que se alinean y escogen un vicio o una herida como una forma de vida, y asumen una constante mentira acerca de su real identidad...
Tengamos la disposición y el coraje de asumir nuestra genuina identidad, dejando emerger lo que íntegramente somos y potencializando de nosotros lo mejor. Existe una fuerza de superación dentro de cada uno de nosotros (la presencia de Dios) e, independientemente de como halla sido nuestra historia, podremos reconstruirla a partir de los escombros y cargarla con libertad y con un nuevo significado. 

P. Zandoná, CN
Predicación en Campamento día 29 de agosto de 2015
Canção Nova
Adaptación del original en português.

Marcos 6, 17-29

Señor, Dios nuestro, suscita profetas y apóstoles como San Juan Bautista en el mundo de hoy, te rogamos. Envía a hombres y mujeres que vayan delante del Señor preparando el camino; levanta misioneros dedicados que abran camino para el Evangelio de Jesucristo; inspira a tus hijos a buscarte en la soledad del desierto, para que todos ayunen, oren y hagan sacrificios para hacer más presente tu Reino en la tierra.

Señor, Dios nuestro, te suplicamos que envíes a jóvenes entusiastas y dedicados, como San Juan Bautista, y llenos del Espíritu Santo desde su juventud para que, a través de ellos, inundes los centros comerciales y las carreteras, las escuelas, los hogares y los edificios de oficinas con el torrente de la vida verdadera. Envíalos a todos los países para que la cultura de la muerte se transforme en jardines rebosantes de vida; enciende en ellos el fuego de tu amor, para que con alegría se den por entero a ti, siempre buscando tu rostro y escuchando tu palabra.

Oh, Jesús, Salvador nuestro, suscita nuevos profetas que proclamen tu palabra con valentía y claridad. Concede a los creyentes dones de profecía y envíalos a la Iglesia a renovar la fe, reavivar la devoción, purificar los corazones y elevar las almas al cielo. Enséñales a estos nuevos profetas a esgrimir la espada del Espíritu, para rasgar la espesura de la oscuridad y la confusión y revelar tu luz y tu verdad. Que tu palabra, Señor, resuene como poderosa proclamación en cada país, para congregar a la humanidad nuevamente en torno a ti, Príncipe de la Paz.

Padre misericordioso, concédenos nuevos testigos, como San Juan Bautista, que estén dispuestos a dar la vida por tu palabra y por el Evangelio de Cristo. Envíalos a las tierras en las que hoy domina el mal; fortalécelos para que pisoteen la cabeza del enemigo y enciendan una nueva luz de salvación. Que todo tu pueblo ponga su vida en tus santas manos hoy para que de ellos nazca una nueva civilización de amor y paz. Concédenos a cada uno la gracia de disminuir para que Jesús aumente cada vez más.
“Señor, enséñame a buscarte a ti primero y no fijarme en los placeres y atractivos de este mundo, sino más bien buscar tus tesoros celestiales. ¡Oh, Señor, mueve a hombres, mujeres y niños de todo el mundo a conocerte, amarte y trabajar para la manifestación plena de tu Reino!”

Es el momento de despertar para la fe

Cuando levantamos nuestra fe,
despertamos el poder de Dios

Para entender mejor la guerra, la batalla de fe que estamos trabando, es necesario leer atentamente el capitulo 14 del libro del Éxodo, porque él se refiere a la Pascua.

Pascua es pasaje, y en libro del Éxodo esta narrada el gran pasaje que el pueblo de Dios hizo. Por 400 años, este pueblo estuvo lejos de su tierra, en Egipto, esclavizados. Fueron cuatro siglos de esclavitud, y el Señor, maravillosamente, realizo un prodigio incalculable para sacarlos de la situación en que se encontraban.

Tu, probablemente, conoces lo que se  llaman las diez plagas del Egipto. De acuerdo con las tradiciones judaico cristiana, Dios las envío por las manos de Moisés sobre el faraón de Egipto y su pueblo, como lo narra el libro del Éxodo (Ex 7,12), para que Israel fuera liberado y para que la unidad de Dios fuera reconocido. El Señor fue obligado a hacer eso por causa del corazón duro del Faraón. Por supuesto que el Faraón y sus consejeros no querían perder aquella cantidad inmensa de mano de obra esclava. Porque, aún sufriendo tanto, los judíos tenían muchos hijos, por lo tanto, la mano de obra esclava se multiplicaba continuamente, y el Faraón no los quería perder. Los judíos construyeron obras y más obras en Egipto para gloria del faraón, pero la verdad es que estas obras estaban siendo construidas por el pueblo de Dios.

El Señor realizo prodigios y más y más prodigios sobre Egipto, pero el corazón del Faraón era demasiado duro. Por eso, el Señor resolvió quitar a Su pueblo de la esclavitud con Su propia mano, haciéndolos cruzar el Mar Rojo. Esta fue el gran pasaje que quito el pueblo de la Esclavitud para la vida nueva.

Es el momento de despertar para la fe2
Foto: Wesley Almeida/cancaonova.com

El Señor dijo a Moises: “El Señor habló a Moisés en estos términos: Ordena a los israelitas que vuelvan atrás y acampen delante de Pihajirot, entre Migdol y el mar, frente a Baal Sefón. Acampen a orillas del mar, frente al lugar indicado. Así el Faraón creerá que ustedes vagan sin rumbo por el país y que el desierto les cierra el paso” (Ex 14, 1-3).

Humanamente, hacer eso era un error táctico colosal, pero el Señor lo hizo así para mostrar Su poder y Su amor para con Su pueblo y para mostrar que era Él quien estaba liberando, salvando, arrancando de Egipto. No era Moisés o el pueblo solo quien conquistaba la libertad, tampoco era el faraón que conmovía. Era el Señor, y solo el Señor, quien estaba liberando a Su pueblo, y, para que eso quede bien claro, Él los llevó hasta este lugar descrito en el libro del Éxodo, donde quedaron atrapados.

Adelante estaba, el mar; atrás, el desierto; al lado, una cadena de montañas. Para aquel pueblo inmenso –con niños, con sus viejos, sus enfermos, con las pertenencias que estaban cargando– era imposible huir. Fue entonces que, de repente, el ejército del Faraón comenzó a perseguirlos:

“Los egipcios los persiguieron con los caballos y carros de guerra del Faraón, los conductores de los carros y todo su ejército; y los alcanzaron cuando estaban acampados junto al mar, cerca de Pihajirot, frente a Baal Sefón”

Imagina el pueblo de Dios acorralados. Detrás de ellos, viniendo de Egipto, el ejercito del faraón, con sus carros tirados por caballos y sus guerreros armados, y el pueblo de Dios sin ningun arma, cargando, arrastrando, tirando sus cosas. Los israelitas estaban caminando, huyendo de Egipto, por eso llevaban sus animales, cargaban sus niños en el regazo y protegen sus ancianos y sus enfermos. Ellos seguían delante lentamente, arrastrando todo aquello, y, encorralados – con el mar hacia adelante, la cadena de montañas al lado y el ejército del faraón detrás -, por supuesto se aterrorizan.

Imagina el desespero de madres, padres, jóvenes, niños, ancianos y enfermos. Humanamente hablando, ellos no tenía escapatoria. “Moisés respondió al pueblo: ¡No teman! Manténganse firmes, porque hoy mismo ustedes van a ver lo que hará el Señor para salvarlos. A esos egipcios que están viendo hoy, nunca más los volverán a ver” (Ex 14, 13).

La primera cosa que él dijo es: ‘No temas’. ¿Mi Dios del Cielo, como no tener miedo en aquel momento? Pero era el Señor quien decía por intermedio de Moisés: “¡No temas”.
¡Es necesario fe! Y es eso que el Señor quiere de nosotros, porque fe no es actuar que es seguro. Fe es justamente actuar en aquello que es inseguro; es seguir adelante sin ver la solución; es caminar sin ver el camino. En el momento en que no ponemos en acción, en la hora que caminamos en la dirección correcta, el Señor también comienza actuar. Y porque el Señor comienza a actuar, las cosas comienzan a suceder. Mira como continua la historia del pueblo de Dios:

Después el Señor dijo a Moisés: ¿Por qué me invocas con esos gritos? Ordena a los israelitas que reanuden la marcha. Y tú, con el bastón en alto, extiende tu mano sobre el mar y divídelo en dos, para que puedan cruzarlo a pie” (Ex 14, 15).

Moisés necesita levantar el bastón, aquel cayado de pastor hecho de madera que el Señor transformara en un bastón de poder. Los prodigios del Señor en Egipto, contra el faraón, fueron todos hechos por intermedio de aquel cayado, de aquel bastón de madera. En aquel momento, más una vez, el Señor quería mostrar Su poder, pero para eso Moisés necesitaba levantar su cayado.

Es por eso que nosotros tenemos que levantar nuestra fe.
Cuando levantamos nuestra fe, levantamos el poder de Dios.
Es eso que sucede cuando levantamos nuestra fe. Por lo tanto, no podemos tener miedo, necesitamos tener coraje delante de las situaciones de la vida, de los problemas que enfrentamos en el día a día. No estamos, aquí, hablando de cosas concretas; estamos hablando de problemas concretos de tu vida. En el Mar Rojo, el problema que puso delante de Dios era bien concreto. ¿Cuál es tu Mar Rojo? ¿Cuál es la cadena de montañas que te hace parecer humanamente imposible seguir delante? Tú sabes quien es el faraón y cuales son los ejércitos que te persiguen para acabar contigo. Pero, ¿cuáles son las montañas? ¿Cuál es el mar? ¿Cuál es tu imposible? ¿Cuál los problemas que tu estas enfrentando?

Toma aquello que el Señor dijo. Primero: ¡No temas! Segundo: ¡Manténte firme! Y tercero: Vas a ver la liberación que el Señor va operar hoy en nuestro favor. Es la liberación del Señor en cada situación que tu estas viviendo. Pero es necesario que no tengamos miedo y sí coraje. Y, como Moisés, es necesario tener fe. En el momento que así hacemos, el Señor entra en acción.

Recemos:
Yo quiero, Señor, no temer. Quiero tener coraje y, principalmente, para que no tenga miedo, para que yo tenga coraje, quiero despertar mi fe. Delante del imposible, yo despierto mi fe. Amén”.

Fuente: Canção Nova
Artículo extraído del libro ‘Despierta, tú que duermes’, de monseñor Jonas Abib.
Fuente Canción Nueva en español

El secreto para lograr la fortaleza

El mundo puede intentar derrumbarte,
pero si alcanzas la fortaleza, no vacilarás 

El secreto para lograr la fortaleza
Foto: Daniel Mafra/cancaonova.com

Cuando hay una tormenta, muchos árboles se caen, se derrumban barrancos, se arrastran casas y desequilibran nuestro ambiente; pero si prestamos atención, existen cosas que resisten y continúan de pie, porque fueron hechas de materiales fuertes. En el caso de los árboles, ellos tienen raíces profundas y no están podridos por dentro. Así también sucede con nosotros.

Si estamos fuertes por la Santa Misa, la Palabra de Dios y la reconciliación, estamos fuertes por dentro, tenemos en nosotros materiales resistentes. De esta forma, cuando llega la tribulación, pasamos por ella sin dejarnos llevar.

Mis hermanos, el secreto de la fortaleza esta en la perseverancia. Soy fuerte, porque persevero en aquello que creo. El mundo puede incluso tratar de derrumbarte, pero si estás fortalecido en Dios, nadie podrá hacerte caer.

Rezo siempre por ti.

Tu hermano ,
Wellington da Silva Jardim (Eto)
Cofundador de la Comunidad Canción Nueva
fuente Portal Canción Nueva

¿Qué hacer con la tristeza?

“No entregues tu alma a la tristeza, no te atormentes a ti mismo en tus pensamientos. La alegría del corazón es la vida del hombre, y un inagotable tesoro de santidad. La alegría del hombre hace su vida más larga. Ten compasión de tu alma, vuélvete agradable a Dios y se firme, concentra tu corazón en la santidad y aleja la tristeza de ti, pues la tristeza ya mató a muchos y en ella no hay ninguna utilidad” (Eclesiástico 30,22).
Esta es una Palabra de orden que el Señor nos da.

Los latinos somos muy afectivos, sentimentales y nos gusta “disfrutar” la tristeza. Observa las músicas, su raíz, ellas cultivan melancolía y a veces traición. Eso es lo opuesto a lo que el Evangelio nos enseña.

Puedes decir: “Es imposible no sentir tristeza”. El Señor no está diciendo que no nos sentiremos tristes sino que nos enseña a no entregar nuestra alma a la melancolía. El Señor nos dice: “No entregues tu alma a la tristeza, no te atormentes a ti mismo y a tus pensamientos”.

tristezaluana

Pasamos por momentos tristes y el Señor sabe que pasaremos por ellos. El mismo Jesús también los atravesó. Otra cosa, también importante, es no entregarnos a las lamentaciones. “Cuando nos dejamos llevar por la tristeza, nos quedamos ‘estancados’.
Cuántas veces nos la pasamos recordando aquello que alguien nos hizo. Nuestra fantasía y nuestros sentimientos aumentan las situaciones. Como las claras en punto de nieve, que mientras más las batimos, más crecen. Así es con los sentimientos, mientras más los martillamos, más crecen en nuestro interior.

El Señor nos da el remedio indicado: “La alegría del corazón es la vida del hombre, es un inagotable tesoro de santidad. La alegría del hombre hace su vida más larga”. Es Palabra de Dios, no es horóscopo, gracias a Dios. Es Jesús hablandonos: “ten compasión de tu alma, hazte agradable a Dios y se firme. Seamos firmes. No nos quedemos disfrutando cosas desagradables dentro de nosotros.

Yo renuncio a toda tristeza. A los sentimientos que dejé crecer en mi interior, ¡renuncio! Renuncio a los tormentos que están en mis pensamientos. Señor, cambia mi mente y mi corazón. Yo necesito un cambio, una conversión. Reconozco que no puedo quedarme disfrutando esos sentimientos porque eso acaba con mi salud y mi paz. Me decido hoy a no quedarme con esos pensamientos y sentimientos malos. Señor, cura mi mente.

Una de las cosas que más nos atormenta es quedarnos cultivando miedos: miedo del mañana, del futuro, de la pérdida, del trabajo. Nos enviciamos disfrutando miedos y temores. Jesús nos dijo: “No se preocupen pues con el día de mañana: el día de mañana tendrá sus preocupaciones propias. Cada día tiene bastante con sus propios problemas (Mateo 6,34).

¡Cuántas personas, en la flor de su juventud, ya se preocupan por la vejez! ¡Hijo mío, vive la vida! Dios nos dio la capacidad de aguantar la carga de cada día. Por eso, si te quedas preso a tu pasado o preocupado con lo que vendrá en el futuro, ya no aguantarás más cuando llegues a la vejez.

Hoy, el Señor quita ese peso de nuestro corazón y de nuestros sentimientos. Jesús está haciendo una cirugía en tu corazón y cambiando hasta tus pensamientos. Jesús te dice: “La alegría del hombre hace más larga su vida”. Cuando nos dejamos llevar por la tristeza nos quedamos ‘estancados’ en ella.
¡Cultiva la alegría, el Señor quiere que seas feliz!

¡Dios te bendiga!
Texto extraido de la prédica “No te atormentes con tristezas” de Monseñor Jonas Abib
Fuente Portal Canción Nueva en español

Cinco pastillas contra la tristeza

Dios nos invita a vivir una verdadera alegría:
“Así como la enfermedad se da en el cuerpo,
así la tristeza se da en el espíritu y lo destruye”.
Séneca
Cantad himnos al Señor, oh fieles, ¡alaben su santo nombre!. Porque su enojo dura un momento pero su buena voluntad, toda la vida. Si lloramos por la noche, por la mañana tendremos alegría” (Sl 30,5-6).
La alegría del Señor realmente es nuestra fuerza. En nuestra vida existen y existirán siempre momentos de tristeza, eso es normal. Con todo, Dios está siempre listo para transformar nuestra tristeza en alegría: con la fuerza de la fe en Dios podremos siempre transformar los efectos (consecuencias) y las raíces (motivos) de nuestras tristezas, transformando nuestras derrotas en éxitos!

Las tristezas que experimentamos son eventualidades normales en la vida, aún así, ellas necesitan ser momentáneas, no podemos permitir que ellas se enraícen en nuestra historia. La tristeza puede hasta tener un efecto pedagógico pues ella puede ser el secreto lúdico, del arte, de la poesía, pero siempre que no ultrapase el límite de su tiempo en nosotros: ella no puede establecer morada en nuestro ser pues como dice el libro del Eclesiástico, capítulo 30, versículo 25: “La tristeza ya mató a muchos y en ella no hay utilidad ninguna”.

Pe.Adriano
Necesitamos aprender a transformar los motivos de nuestra tristeza (las raíces) para así poder transformar sus efectos en nosotros (consecuencias). Esto solo podrá ser posible si cambiamos nuestra mirada a las raíces de nuestras tristezas, buscando comprenderlas por la fuerza de la fe, de manera diferente, bajo otra óptica.

Muchas personas no encuentran más el sentido y el placer de la existencia. No las condeno pero percibo que la mayoría de las veces sucede en virtud de una visión distorsionada que vamos alimentando acerca de la vida. Las personas se entristecen demasiado porque los motivos por los cuales buscan su alegría son superficiales y pasajeros. Se busca la felicidad en lo provisorio y se olvidan de que la felicidad verdadera es aquella que se cimienta en las realidades eternas, en aquello que no pasa.

Vamos a comprender las actuales raíces de la tristeza y la dificultad para encontrar la alegría a partir de las reflexiones propuestas en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium del Papa Francisco: ” La tentación se presenta frecuentemente bajo la forma de disculpas o quejas, como si tuviese que haber innumerables condiciones para que la alegría sea posible. Habitualmente esto sucede porque la sociedad técnica tuvo la posibilidad de multiplicar las ocasiones de placer, mientras se encuentra grandes dificultades para construir ocasiones de verdadera alegría” (E.G. 7).

Muchos, sin la debida madurez, definen numerosas “condiciones” para tener “su alegría”. Así, cuando alguna de esas condiciones no es correspondida, tales corazones infantilmente se entregan a procesos de tristeza y decepción. Sin embargo, la verdadera alegría viene de adentro para fuera y encuentra su raíz en Dios. al final “para el alma que busca su alegría en Dios, siempre es primavera[...]”. Individualismo y cierre son el génesis de la tristeza.

“El gran riesgo en el mundo actual, con su múltiple oferta consumista, es una tristeza individualista que brota de un corazón mesquino y cómodo, de la búsqueda desordenada de placeres superficiales, de conciencia aislada. Este es un riesgo permanente y seguro. Muchos caen en él, transformandose en personas resentidas, quejonas, sin vida. Esta no es una vida digna y plena, este no es el designio que Dios tiene para nosotros, esta no es la vida del Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado.” (E.G. 2).

Dios nos invita a vivir una verdadera alegría, que brota de la comunión y vida construída en El y con El:
“Su mensaje es fuente de alegría:” Les he dicho estas cosas para que se alegren conmigo y su alegría sea completa” (Jn 15,11). Nuestra alegría cristiana brota de la fuente de un corazón transbordante. El promete a sus discípulos: “Sin embargo, aunque ustedes estén tristes, su tristeza se convertirá en alegría”.(Jn 16,20). E insiste: ‘Yo volveré a verlos y entonces su coazón se llenará de alegría, una alegría que nadie les podrá quitar‘ (Jn 16,22) (E.G. 5)

Los remedios contra la tristeza son:

Oración: “La oración es un remedio saludable contra la tristeza porque eleva nuestro espíritu a Dios, que es nuestra alegría y consuelo.”(San Francisco de Sales).

Paciencia: Santo Tomás de Aquino enseña que “el verdadero remedio para sanar la tristeza es la paciencia”. Paciencia ante las contrariedades de aquello que no salió como queríamos que saliese, de aquello que nos frustró.
Vivir la alegría en las pequeñas cosas cotidianas.

Cultivar una mirada de esperanza: “Jamás tristezas e inquietudes vanas; hacer el bien y hacerlo con alegría, es un bien doble; entristecerse con los propios defectos es aumentar defectos al defecto.”(San Francisco de Sales).

Nunca perder de vista el amor de Dios: Filiación divina. ¡El Amor de Dios por nosotros es la fuente de la constante y verdadera alegría!

Cultivar, luchando y con sinceridad, el buen humor: La alegría es una realidad que se aprende, que necesita ser estimulada y cultivada en nosotros. De igual manera, la tristeza y los reclamos son aprendidos por el corazón.
“No hay motivo para que alguien piense que esta invitación no es para él, ya que “de la alegría traída por el Señor, nadie está excluido”. A quien se arriesga, el Señor no lo defrauda: y cuando alguien da un pequeño paso en dirección de Jesús, descubre que él ya esperaba su retorno con los brazos abiertos. Ninguno de nosotros puede quitar la dignidad que este amor infinito nos ofrece. El permite que levantemos nuestra cabeza y que recomencemos, con una ternura que no nos defrauda y siempre puede restituir nuestra alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos demos por muertos, pase lo que pase.” (E.G. 3).
Padre Adriano Zandoná
Misionero de la Comunidad Canción Nueva
Fuente Portal Canción Nueva en español