jueves, 30 de noviembre de 2023

Novena a la Inmaculada "María, llena de gracia"


30 de noviembre:

“María, la llena de gracia”

Novena a la Inmaculada (día 1º)


Es la llena de gracia, la suma de todas las perfecciones: y es Madre. Con su poder delante de Dios, nos alcanzará lo que le pedimos; como Madre quiere concedérnoslo. Y también como Madre entiende y comprende nuestras flaquezas, alienta, excusa, facilita el camino, tiene siempre preparado el remedio, aun cuando parezca que ya nada es posible.

Quizá ahora alguno de nosotros puede pensar que la jornada ordinaria, el habitual ir y venir de nuestra vida, no se presta mucho a mantener el corazón en una criatura tan pura como Nuestra Señora. Yo los invitaría a reflexionar un poco.

¿Qué buscamos siempre, aun sin especial atención, en todo lo que hacemos? Cuando nos mueve el amor de Dios y trabajamos con rectitud de intención, buscamos lo bueno, lo limpio, lo que trae paz a la conciencia y felicidad al alma.

¿Qué no nos faltan las equivocaciones? Sí; pero precisamente, reconocer esos errores, es descubrir con mayor claridad que nuestra meta es ésa: una felicidad no pasajera, sino honda, serena, humana y sobrenatural.

]Existe una criatura que logró en esta tierra esa felicidad, porque es la obra maestra de Dios: Nuestra Madre Santísima, María. Ella vive y nos protege; está junto al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, en cuerpo y alma. Cumplido el tiempo de la purificación de la Madre, según la Ley de Moisés, es preciso ir con el Niño a Jerusalén para presentarle al Señor.

Y esta vez serás tú, amigo mío, quien lleve la jaula de las tórtolas. —¿Te fijas? Ella —¡la Inmaculada!— se somete a la Ley como si estuviera inmunda. ¿Aprenderás con este ejemplo, niño tonto, a cumplir, a pesar de todos los sacrificios personales, la Santa Ley de Dios? ¡Purificarse! ¡Tú y yo sí que necesitamos purificación! —Expiar, y, por encima de la expiación, el Amor. —Un amor que sea cauterio, que abrase la roña de nuestra alma, y fuego, que encienda con llamas divinas la miseria de nuestro corazón.

Acudimos a Ella —tota pulchra!—, con un consejo que yo daba, ya hace muchos años, a los que se sentían intranquilos en su lucha diaria para ser humildes, limpios, sinceros, alegres, generosos. Todos los pecados de tu vida parece como si se pusieran de pie. No desconfíes. Por el contrario, llama a tu Madre Santa María, con fe y abandono de niño. Ella traerá el sosiego a tu alma.

S. Josemaría, Amigos de Dios, 292
Santo Rosario

ORACIÓN

Es justo, dulce Señora, que me hagas un regalo,
prueba de cariño: contrición, compungirme de
mis pecados, dolor de Amor…

Óyeme, Señora,
Vida, Esperanza mía, condúceme con tu mano —
tenuisti manum dexteram meam!— y si algo hay
ahora en mí que desagrade a mi Padre-Dios, haz
que lo vea y entre los dos lo arrancaremos.

S. Josemaría, Apuntes, 7-X-1932

 

COMPRENDIENDO LA PALABRA

Un Dios y Rey nos llama

Ya que es un Dios y Rey que nos llama a su servicio, corramos con ardor. Tenemos poco tiempo para vivir y corremos el riesgo de ser encontrados sin fruto el día de nuestra muerte y perecer de hambre. Busquemos responder a nuestro Señor, como los soldados a su rey, ya que después de la campaña nos pedirá un reporte exacto de nuestro servicio.

Si un rey terrestre nos convocara y quisiera que tomáramos un servicio junto a él, no esperaríamos, iríamos hacia él con rapidez. Estemos atentos cuando el Rey de reyes, el Señor de señores, el Dios de dioses, nos llama a su servicio celestial. No nos excusemos por pereza o cobardía.

Corramos con alegría y amor al buen combate, sin dejarnos intimidar por nuestros enemigos. Alégrense siempre en el Señor, ustedes sus servidores, reconociendo en ello la primera marca del amor que el Maestro les porta.



San Juan Clímaco (c. 575-c. 650)
monje en el Monte Sinaí
La Escala Santa, 1º Escalón (L'Échelle sainte, coll. SO 24, Bellefontaine, 1993), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 4,18-22


Evangelio según San Mateo 4,18-22
Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores.

Entonces les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres".

Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron.

Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó.

Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.


RESONAR DE LA PALABRA

Fiesta de San Andrés, Apóstol

¿Cómo creerán si no se les predica? ¿Y cómo predicarán si nadie les envía?

Los servicios de mensajería parece que ya no son tan populares como hace unos años, en que todo se entregaba en mano y en persona. Ahora los emails, whatsapps, scans, y toda clase de tecnología, hacen que “los pies del mensajero”, tan bellos según el profeta, se conviertan en pulsaciones de teclas… Darle a la tecla de enviar y ya está el ángel en marcha. Y nosotros sentados cómodamente ante la pantalla. ¡Qué fácil!

San Andrés, el apóstol que celebramos hoy, es famoso por su convicción de las palabras de Jesús de que el discípulo no puede ser mayor que su maestro… ni siquiera igual. Y, por lo tanto, pidió no ser crucificado de la misma manera, sino de otra algo más difícil… en aspa.

Esto nos deja con un gran dilema. Tenemos que vivir en nuestro mundo y tenemos que usar los medios a nuestro alcance (distintas redes a las que usaba Andrés, claro está, pero redes al fin) para llevar el mensaje que hemos sido enviados a dar; pero no deberíamos buscar lo más fácil. Claro que, pensándolo bien, ¿quién ha dicho que hacer el anuncio de la Buena Noticia de Cristo sea tan fácil como pulsar un botón? ¿Quién ha dicho que nuestro mundo descreído y desmoralizado sea un campo de misión más fácil que el de Andrés y los demás apóstoles?

Sin embargo, a los cristianos que tenemos nuestro nombre bautismal, como a los apóstoles llamados por su nombre por el Señor, no se nos pide en el envío que calculemos lo fácil o difícil que pueda resultar la misión. Sabemos que la misión va a ser difícil, siempre lo ha sido y siempre lo será, sean como sean las redes que utilicemos. Estamos advertidos.

Como cristianos, deseamos cumplir la voluntad de Dios. Y la voluntad de Dios es que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Pero, ¿cómo creerán si no conocen, etc…? Y, ¿a quién se envía? A nosotros, los pescadores modernos liados en redes sociales complicadas y a veces llenas de nudos. “Y dejando las redes, lo siguieron”. Un movimiento tan inmediato ahora como en aquel tiempo. Lo que tendremos que hacer es decidir (y ya) cuáles son las redes que tenemos que dejar y cuáles las que debemos tomar al ser enviados. No hay escapatoria; porque, como a Andrés, el Señor nos llama por nuestro nombre a ser mensajeros. Qué hermosos los pies… o los dedos, el corazón, la palabra, el compromiso, el testimonio, la acción, el servicio… de nosotros, los mensajeros que demos el anuncio de fe y salvación. Tan difícil hoy como ayer… tan urgente hoy como ayer…o más.

Carmen Fernández Aguinaco

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

miércoles, 29 de noviembre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

“Gracias a la constancia, salvarán sus vidas” (Lc 21,19)

No estén preocupados al considerar que el tiempo de la prueba será largo todavía. Es preferible el purgatorio, sufrido por voluntad de Dios, que el deleite por el claustro, pálida figura de la Jerusalén celestial. Sólo llegamos a la salvación si atravesamos el mar agitado, amenazante siempre de convertirse en una tumba.

Discierno en ustedes una pequeña inquietud, una preocupación, que impiden a la paciencia y a la constancia de producir todos sus efectos. “Gracias a la constancia, salvarán sus vidas” (Lc 21,19), nos dice el divino Maestro. Gracias a ella poseeremos nuestra vida y, más perfectas serán ellas, más poseeremos nuestra vida enteramente, perfectamente, seguramente. Menos será mezclada de preocupación y turbación, más nuestra paciencia y constancia serán perfectas. (…)

Vuélvanse enteramente al muy bondadoso Esposo de la vida, pongan su cabeza sobre el Corazón del tierno Esposo, como el discípulo amado. El Maestro celestial no permitirá que se les caiga un solo cabello (cf. Lc 12,7), como no lo permitió en Getsemaní con sus discípulos.



San [Padre] Pío de Pietrelcina (1887-1968)
capuchino
Palabras de Padre Pio, 10 (Paroles de Padre Pio, Salvator, 2019), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 21,12-19.


Evangelio según San Lucas 21,12-19.
Jesús dijo a sus discípulos:

«Los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre,

y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.

Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa,

porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.

Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán.

Serán odiados por todos a causa de mi Nombre.

Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza.

Gracias a la constancia salvarán sus vidas.»


RESONAR DE LA PALABRA

Lo escrito en dos muros

Hoy día, cuando se dice que algo está escrito en la pared, significamos que algo desagradable se aproxima. Siguiendo con los titulares de los medios de estos días, las predicciones nos pueden parecer pésimas; no pueden ser peores. Al rey del pasaje de Daniel de las lecturas de hoy, las palabras escritas en el muro le debieron parecer aterrorizantes. “Contado, pesado, dividido”… Se refiere, en ese contexto, a la suerte del reino. Los días están contados, el rey no da el peso apropiado, y el reino está dividido. Pero, ¿qué tal si es nuestro propio muro, nuestra propia pared, nuestro propio reino interior donde encontramos un escrito sombrío? ¿Qué cosas en nuestra vida pueden estar contadas, pesadas o divididas? En estos tiempos nos enfrentamos, sin duda, y somos muy conscientes de ello, a un futuro muy incierto, a la precariedad de nuestra vida y a la fragilidad de las relaciones. Nos enfrentamos quizá, también internamente, a un sentido de ineptitud, a nuestro fallo en dar la medida, a nuestras divisiones internas. ¿Qué temblores sentimos ante eso? ¿En qué momentos pensamos que “no damos la talla”? Puede llegar un momento en la vida en que no importe mucho… O podemos psicoanalizarlo, o espiritualizarlo: ese temor es falta de autoestima, o falta de humildad… hay que superarlo. Y todo eso es verdad. No es sano hacer depender nuestra valía de lo que piensen los demás. Pero también es cierto que, mientras haya amor, habrá temor de decepcionar a quienes queremos, o a quienes han puesto en nosotros su confianza. Esa manera de mirar “lo escrito en el muro” puede no ser tan insana, y menos aún lo será el temor a no responder a Dios, a no dar el peso ni la medida después de tanto recibido. Eso no sería un temor pusilánime ni enfermizo, sino más bien la reverencia y la gratitud debidas al ser amado.

Pero el Evangelio de hoy nos habla de un temor distinto, del que también hay señales por todas partes: a la persecución, al juicio, al acoso. Pero también nos da la receta: perseverancia, firmeza. No os preocupéis de lo que vais a decir: yo os daré palabras y sabiduría. Es una escritura en el muro que, sin perder el sentido realista y agudo, resulta mucho más reconfortante. “Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá.” Así, ¿sin más? “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. La perseverancia no es fácil. Requiere una decisión diaria que va mucho más allá del sentimiento, la inclinación o el gusto. Pero no es una perseverancia sin apoyos. El apoyo está en la palabra que se nos da. Y esa palabra es un nuevo muro firme, donde no se mide, se pesa y se encuentran deficiencias, sino donde se suplen todas ellas con la sabiduría que se nos regala. Un muro donde se escribe no se escribe contado, pesado, dividido, sino más bien: reconocido, perseverante, unificado. Ni un solo cabello perecerá.

Carmen Fernández Aguinaco

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

martes, 28 de noviembre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

“¡Alabad a Dios en su templo...que todo ser viviente alabe al Señor!” (Sal.150)

En la Antigua Alianza ya existía una cierta comprensión del carácter eucarístico de la oración. La obra prodigiosa de la tienda de la alianza (Ex 25) como, más tarde, la del templo de Salomón, fue considerada como la imagen de toda la creación reunida entorno a su Señor para adorarlo y servirle... Así mismo, según el relato de la creación, el cielo ha sido desplegado como un toldo, los entramados constituían las paredes de la tienda. Así como las aguas de debajo de la tierra fueron separadas de las de encima de la tierra, la cortina del templo separaba el lugar santo del espacio exterior... El candelabro de siete brazos es figura de las luminarias del cielo. Los corderos y los pájaros representan la creación de los seres vivos que pueblan el agua, la tierra y los aires. Y del mismo modo que la tierra fue confiada al cuidado del hombre, al gran sacerdote le compete estar en el santuario...

En el lugar del templo de Salomón, Cristo ha construido un templo de piedras vivas (1Pe 2,5), la comunión de los santos. Cristo está en su centro como el sumo sacerdote eterno y sobre el altar está él mismo como sacrificio ofrecido eternamente. Toda la creación participa de esta liturgia solemne: los frutos de la tierra como ofrendas misteriosas, las flores y los candelabros, los tapices y la cortina del templo, el sacerdote consagrado así como unción y bendición de la casa de Dios.

Los querubines no están tampoco ausentes. Sus figuras esculpidas por los artistas montan guardia junto al Santísimo. Ahora, los monjes, imágenes vivientes de los ángeles, hacen guardia alrededor del altar para que la alabanza a Dios no cese nunca, ni en la tierra ni en el cielo... Sus cantos de alabanza matutina despiertan la creación desde la aurora para que se una toda ella a enaltecer al Señor: montañas y colinas, ríos y corrientes de agua, mares y vientos, así como todo lo que se mueve en ellos, lluvia y nieve, todos los pueblos de la tierra, todos los hombres de todas las condiciones y de todas las razas, y por fin, los habitantes del cielo, los ángeles y los santos (Dn 3,57-90)... Nos debemos unir, en la liturgia, a esta alabanza eterna de Dios. “Nosotros” ¿quiénes somos nosotros? No se trata solamente de los monjes y monjas..., sino de todo el pueblo cristiano.



Santa Teresa Benedicta de la Cruz
Edith Stein, (1891-1942), carmelita descalza, mártir, copatrona de Europa
La oración de la Iglesia

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 21,5-9


Evangelio según San Lucas 21,5-9
Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo:

"De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido".

Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?".

Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: 'Soy yo', y también: 'El tiempo está cerca'. No los sigan.

Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin".


RESONAR DE LA PALABRA

A juzgar por las señales…

Guerra en Ucrania; ataques en Israel; revueltas en África. Hambrunas en lugares remotos. Huracanes, volcanes. Son los titulares estremecedores de nuestros medios de comunicación de los últimos tiempos.

La cosa es que llevamos muchos siglos leyendo y escuchando y hablando de las mismas cosas, anhelando la paz, creando organizaciones por la paz mundial, tratados de intercambio, hablando de diálogo, de controles… Y parece que hayamos llegado a creernos que somos Dios y tenemos el poder de controlarlo todo. Y que lo vamos a conseguir. Y aunque una y otra vez los acontecimientos nos digan que no lo hemos conseguido (aún, nos decimos esperanzados); aunque una y otra vez todos los pronunciamientos y conclusiones de las Naciones Unidas parezcan ser un fracaso estrepitoso, seguimos pensando que podemos detener el fin del mundo.

Para algunos esta evidencia, que parece confirmar el anuncio evangélico, puede ser la señal para hacer preparativos para el “arrebato” o la parusía. Unos preparativos que pasarían por sentarse a esperar, o buscarse un refugio… (cosa rara para cristianos que anhelamos la segunda venida de nuestro Salvador Jesucristo y que lo lógico es que saliéramos jubilosos al encuentro…)

Lo que es cierto es que, es verdad que no quedará piedra sobre piedra. Más precisamente, ya no queda piedra sobre piedra de los grandes edificios de valores e ideales que quizá nos hubiéramos construido en el pasado. Y sin embargo, aquí seguimos. Porque lo que no se sabe es el cuándo de ese momento. Por lo tanto, lo mejor es vigilar y orar; y levantar la cabeza porque la salvación está cercana. Esperar--que no es buscarse un refugio o jugar a ser Dios--sino seguir alumbrando nuestro entorno con la luz de la fe, del amor y la justicia. Porque habrá otro reino que no pasará… Y, aunque todavía no es, ya somos herederos y habitantes de un reino que no pasa. Todavía no, pero ya. Y esta es nuestra esperanza; podemos seguir luchando por algo nuevo y mejor, pero sabiendo que no nos corresponde a nosotros la realización total; que el reino no es nuestro, sino de Dios. Podemos seguir orando y anhelando la paz y la justicia, mientras realizamos acciones de paz en nuestra propia familia y acciones de justicia para quienes están más cercanos; sabiendo que son signos del Reino que habitamos y que habitaremos finalmente. Señales de lo que hace Dios, no de lo que podamos hacer nosotros. Signos de esperanza en la promesa, que no tiene fecha, aunque es segura.

Carmen Fernández Aguinaco

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 27 de noviembre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA


"Dio todo lo que tenía para vivir"

¡Qué bueno eres, Dios mío! Si hubieras llamado primero a los ricos, los pobres no se habrían atrevido a acercársete; se habrían considerado obligados a quedarse aparte a causa de su pobreza; te habrían mirado de lejos, dejando que te rodearan los ricos. Pero Tú llamaste a todo el mundo, a todo el mundo: a los pobres, les has mostrado hasta el fin de los siglos, que son los primeros escogidos, los favoritos, los privilegiados; los ricos, por una parte, no son tímidos, por otra depende de ellos llegar a ser pobres como los pastores. En un minuto, si quieren, si tienen el deseo de ser semejantes a Tí, si temen que sus riquezas los aparten de Tí, pueden llegar a ser perfectamente pobres.

¡Qué bueno eres! ¡Has escogido el mejor medio para atraer a todos tus hijos, sin excepción alguna! Y qué bálsamo pusiste hasta el final de los siglos en el corazón de los pobres, pequeños, despreciados del mundo, mostrándoles desde tu nacimiento que son tus privilegiados, tus favoritos, los primeros escogidos, siempre llamados a estar a tu alrededor, tú que quisiste ser uno de los suyos y estar desde tu cuna y toda tu vida rodeado de ellos.


San Carlos de Foucauld (1858-1916)
ermitaño y misionero en el Sahara
Meditaciones sobre los santos evangelios, Nazaret 1897-98; n°263

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 21,1-4


Evangelio según San Lucas 21,1-4
Levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo.

Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre,

y dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie.

Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir."


RESONAR DE LA PALABRA

Dar de lo que no sobra

Llegar a fin de mes es para muchos una empresa difícil, a veces casi imposible, y más en la situación económica actual. Se gasta mucha energía en hacer los equilibrios necesarios sin endeudarse más y más. Por eso, muchos podrían decir que esta viuda del evangelio era una imprudente, una temeraria o una fanática. Las moneditas que puso en el cesto eran las últimas que tenía. ¡Y no sabemos, siquiera, si era fin de mes!

No sabemos tampoco lo que había en el corazón de la mujer, y según su cultura (y la nuestra!) el gesto sí que parece imprudente. Puede ser, como siempre se ha interpretado, y como el propio Jesús alaba, de absoluta generosidad y confianza en la Providencia. Pero es también, tremendamente desafiante y revolucionario. Parece decir, por un lado, a los fariseos y a todos nosotros: “A ver si os atrevéis a superar esto”. Y por otro lado a Dios: “No me vas a dejar desamparada, ¿verdad?”. Me recuerda al Memorare, donde se pretende recordarle a María “que jamás se ha oído decir…” Es un gesto intencionadamente dramático sabiendo que Dios no va a dejar de responder. Aquí está todo lo que tengo y lo que soy: ahora suples tú de tu infinita misericordia y magnificencia.

Y, por otro lado, es un signo subversivo… ¿por qué puede exigir el templo (o quien sea) que una viuda, el estamento más bajo de la sociedad, contribuya?

Pero el gesto de las moneditas va mucho más allá de un aporte meramente monetario. Es un grito desde la más profunda pobreza, de la voluntad de devolverle a Dios todo lo que le pertenece a Él mismo: la misma persona, el tiempo, los recursos, los talentos, todos los dones. Es decir: todo lo que me has dado: multiplícalo tú para tu gloria.

En algunas fechas, el leccionario combina este pasaje con el de la viuda del Antiguo Testamento que, después de entregar su harina y su aceite, se prepara para morir. Y su jarro sigue lleno meses y meses. Por eso, lo más imprudente no parece ser entregar sin pensar que es lo único que se tiene, o que las cosas escasean y hay que guardar por si acaso. Hacerse un colchoncito quizá sirva bien para morir cómodo, pero no tanto para alcanzar la vida eterna. Lo más imprudente quizás sea no entregarlo todo, guardar para un futuro material que quizá no llegue o sea distinto, y mientras tanto desperdiciar lo que se pudiera haber multiplicado para el bien propio y el de todos. Lo que se multiplica para una vida abundante.

Carmen Fernández Aguinaco

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

SERVIDORES

 

«Uno es ‘bienaventurado’ si responde estando cerca de los necesitados. Y esto porque Jesús, nuestro Rey que se llama a sí mismo Hijo del Hombre, tiene sus hermanas y hermanos predilectos en las mujeres y hombres más frágiles. Su ‘sala real’ está instalada donde hay quienes sufren y necesitan ayuda. Esta es la «corte» de nuestro Rey»

Francisco

Ángelus

26-11-2023 




domingo, 26 de noviembre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

¿Cómo ir al encuentro de Cristo, Rey eterno?

¿Cómo entraremos en el Reino? “Tuve hambre, y ustedes me dieron de comer” (Mt 25,35). Aprendan la ruta. No es necesario recurrir a la alegoría sino cumplir las palabras “Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver" (Mt 25,35-36). Si haces esto, tendrás tu parte en el Reino, si no lo haces, serás rechazado. Desde ahora, comienza a cumplir esas obras y persevera en la fe.

No seas como las jóvenes necias (cf. Mt 25,3-4), que olvidaron comprar el aceite de las lámparas y fueron prescritas. No te quedes tranquilo teniendo las lámparas en mano, también guárdalas encendidas. ¡Qué la luz de las buenas obras brille delante de los hombres y que el nombre de Cristo no sea profanado por causa tuya! Lleva una vestimenta de incorruptibilidad, distinguiéndote por tus buenas obras. Lo que recibes de Dios para administrarlo con sabiduría, adminístralo bien. ¿Te confiaron la palabra que instruye? Adminístrala bien. ¿Puedes convertir las almas de tus auditores? Hazlo con esmero. Numerosas son las puertas de una buena administración.

Ninguno de nosotros puede ser condenado y rechazado, ya que con toda confianza vamos al encuentro de Cristo, Rey eterno que reina en los siglos. Él reina en los siglos, el que juzga a vivos y muertos, cómo escribe san Pablo: “Cristo murió y volvió a la vida para ser Señor de los vivos y de los muertos” (Rom 14,9).


San Cirilo de Jerusalén (313-350)
obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia
Catequesis bautismal, 15 (Les catéchèses, coll. Les Pères dans la foi 53-54, Migne, 1993), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 25,31-46


Evangelio según San Mateo 25,31-46
Jesús dijo a sus discípulos:

"Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.

Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,

y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.

Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo,

porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron;

desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'.

Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?

¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?

¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'.

Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'.

Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles,

porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber;

estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'.

Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'.

Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'.

Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna".


RESONAR DE LA PALABRA


Venid vosotros, benditos de mi Padre.

Queridos hermanos, paz y bien.

Se nos acaba el año litúrgico. Parece que fue ayer, cuando nos alegrábamos por la celebración del nacimiento de Jesús, o por su paso (Pascua) de la muerte a la vida. Delante de nosotros se presenta ya el Adviento. Y celebramos hoy la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo. Pío XI instituyó esta fiesta a principios del siglo XX, cuando en Europa aparecían los nefastos totalitarismos. Ya sabemos el fruto de esas políticas en el siglo XX. El Papa escribió la encíclica “Quas primas” para recordarnos a todos Quién es el verdadero Rey del Universo. Y que es Cristo quien debe reinar en nuestros corazones.

Es que ha habido muchos reyes que intentaron gobernar sobre bases equivocadas. Sobre la violencia o la fuerza, la mentira o la falta de respeto a los derechos más elementales no se edifica nada bueno. Una sociedad así construida es un gigante con pies de barro. Y no puede acabar bien. Nada bien. Multitudes de víctimas inocentes nos lo recuerdan. En el siglo XX y en el siglo XXI, que ha empezado también prometiendo mucho…

Frente a estos reyezuelos con ínfulas de eternidad, se nos presenta la vida de nuestro Rey, Jesús. No tenía ni poder económico, ni ejército, ni corte glamurosa. No nació en un palacio, sino en un pesebre. No vivía de las rentas, sino que trabajaba para ganarse el pan. No tenía el respaldo de un banco central, sino solo el poder de convicción de su Palabra. No se basaba en la fuerza, sino en el enamoramiento, en el dejarse encontrar y querer por todos. Mateo, la samaritana, Zaqueo… Muchos se convencieron por el ejemplo y el testimonio de Cristo. Un Rey muy especial.

Puede que a ti te haya pasado lo mismo, por cierto. Es muy posible que muchos de nosotros también nos hayamos dejado ganar por Jesús y su mensaje. Un mensaje que habla de amor y, sobre todo, del Reino. Es un rey al servicio del Reino de Dios. El Reino es el centro de su predicación y de su vida entera. El centro de su mensaje es ese Reino y la transmisión de la Buena Nueva, de que Dios está de nuestra parte siempre, hasta el punto de hacerse uno de nosotros.

No se debe perder de vista el final del camino. Lo que con palabros teológicos se llama la “dimensión escatológica”: el final de los tiempos, nuestro ineludible caminar en la historia, el "juicio final". La conclusión del año litúrgico nos debe hacer reflexionar sobre el final mismo de la historia, y el final también de nuestras vidas personales. Porque la vida tiene dos tiempos, el terrenal, tiempo propicio, de salvación (cf. 2 Cor 6,2), donde decidimos cómo vivir, siguiendo a Cristo, el Buen Pastor o no, para salvarnos o no – que de nosotros depende, está en nuestras manos – y el final, cuando Cristo se siente a juzgar a vivos y muertos, como recordamos en el Credo, y dé a cada uno lo suyo, según hayamos vivido.

La Palabra de Dios de este último domingo del año litúrgico nos llama a esta reflexión. Sabiendo que el Señor es nuestro Pastor, que nada nos falta con Él. Porque la parábola de hoy está escrita para saber cómo comportarnos hoy. No mañana, ni dentro de unos meses o de unos años, sino hoy y aquí. Mientras estamos en el tiempo terrenal, podemos acoger o no la Palabra. Dejar que penetre en nuestro corazón, o endurecerlo para no complicarnos la vida, con eso de “no hagas de tu problema mi problema”. Tranquilidad aquí, quizá, pero después…

Es que sólo tenemos una vida, esta vida, para hacer lo que Dios quiere. Para entregarnos a los demás, para hacer todo el bien que podamos, como hizo Jesús. Usando los talentos que Dios nos ha dado, y siempre vigilando, en guardia, para poder reconocer la llegada del Novio. Esta vida es un regalo muy valioso, y Jesús nos sugiere cómo podemos vivirla plenamente.

Llama la atención en el texto la sorpresa de todos, tanto de los buenos como de los malos, cuando el Hijo del Hombre dicta su sentencia. Ninguno es consciente de haber atendido a Cristo en los hermanos o de no haberlo hecho. Ahí hay un buen punto para la reflexión. Se trata de, como dice el refrán, de “hacer el bien y no mirar a quién”. Desinteresadamente, sin buscar recompensa o reconocimiento. Amar por amar, como nos enseñó el Maestro.

Cada año, durante el Adviento, en mi parroquia se confiesa muchísima gente. Además de reconocerse pecadores, los animo a dar gracias por todo lo bueno que hay en sus vidas, para ser justos con Dios. Es darse cuenta de que somos, a veces, ovejas y a veces, cabras. Se trata de ver que somos ovejas al hacer el bien, y cabras cuando no. Y, aunque seas una cabra muy grande, siempre se puede cambiar. Se puede dejar de ser pecador, se puede llegar a vivir bien, a ser santo incluso, cuando nos apoyamos en Cristo. Por Cristo vuelve la vida. Sabemos que nos va a juzgar, sí, pero con amor. Y sabemos lo que tenemos que hacer. Por así decirlo, tenemos las preguntas del examen final, el más importante de nuestra vida. El sueño de todo estudiante. Se trata de aplicarse, de poner todo de nuestra parte y de elegir.

De ti depende, amigo, decidir. Seguir postrados o hacer algo ¿Quieres ser parte de una historia llena de esperanza? Está terminando el año litúrgico. Revisa tu vida, y prepárate para que el Adviento, que está llamando a las puertas, no te sorprenda desprevenido. Puedes ser amigo de un Rey que no inspira miedo, sino dulzura; que no busca castigarte, sino hacerte feliz; que no limita tu libertad, sino que la desarrolla hasta el máximo... Un Rey distinto, que te invita a ser de los suyos. Él te espera. Tú decides.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

sábado, 25 de noviembre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

Cuando el alma se transfigurará en eternidad…

El hombre que sigue la vía de la locura y desprecia la sabiduría creadora, se condena por sí mismo: no tiene ningún límite para el mal e ignora la vida futura. Ni siquiera quiere saber si existe otra vida y rechaza escrutar las causas de su naturaleza cambiante. Este hombre puede comprender su infancia, su adolescencia, juventud y madurez, pero es incapaz de comprender lo que le sucede en su ancianidad y el sentido de la transformación de su ser. La razón le muestra que hay un comienzo, pero es incapaz de saber, de comprender cómo es posible que el alma sea inmortal y no tenga fin… (…)

Mientras está en su cuerpo, los pensamientos del hombre se multiplican, como se multiplican los innumerables ecos de la alabanza angelical. El pensamiento anima la juventud, luego la formulamos con la voz de la razón y actuamos siguiéndola. Pero la vida de su acción no viene de ella misma, tiene un comienzo. Sólo la eternidad toma la vida de ella misma y nunca se debilita: antes que existiera el tiempo, ella ya era vida eterna. Cuando el alma se transfigurará en eternidad, cambiará de nombre, ya que no actuará más en el hombre como el pensamiento, sino que tendrá por morada las alabanzas de ángeles, que son espíritu. Entonces se llamará espíritu. No tendrá más penas con su cuerpo, con su carne. Portará el nombre de vida, ya que es vida en este mundo, al vivir por el soplo del espíritu. Se transfigurará en inmortalidad por la muerte carnal y será plenamente en la vida. Después del juicio final, será eternamente vida, con su cuerpo y su alma.



Santa Hildegarda de Bingen (1098-1179)
abadesa benedictina y doctora de la Iglesia
Scivias, El Libro de las Obras Divinas, 6 (en “Hildegarde de Bingen, Prophète et docteur pour le troisième millénaire”, Béatitudes, 2012), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 20,27-40


Evangelio según San Lucas 20,27-40
Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección,

y le dijeron: "Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda.

Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos.

El segundo

se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia.

Finalmente, también murió la mujer.

Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?".

Jesús les respondió: "En este mundo los hombres y las mujeres se casan,

pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán.

Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.

Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.

Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él".

Tomando la palabra, algunos escribas le dijeron: "Maestro, has hablado bien".

Y ya no se atrevían a preguntarle nada.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos

La cuestión que le plantean a Jesús los saduceos le sirve al Señor para darnos una catequesis sobre la vida eterna. La gran afirmación de Jesús es “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para Él todos están vivos”. Dios es Dios de vida y no de muerte. Dios nos creó para vivir. Y así dice S. Ireneo “la gloria de Dios es que el hombre viva”.

El máximo enigma de la vida humana es la muerte. No es la vida terrena la que explica la eterna sino que es la vida eterna la que ilumina y da esperanza a la vida terrena de cada uno de nosotros. Somos peregrinos de la vida a la vida en plenitud. En la resurrección ya no habrá necesidad de una serie de cosas que eran necesarias al ser humano en esta vida, ya que la resurrección no es la simple prolongación de esta vida con sus necesidades y deficiencias, sino un estado de vida absolutamente pleno donde ya no habrá necesidades que satisfacer. “La vida eterna es otra vida, en otra dimensión donde, entre otras cosas, ya no existirá el matrimonio, que está vinculado a nuestra existencia en este mundo. Los resucitados —dice Jesús— serán como los ángeles, y vivirán en un estado diverso, que ahora no podemos experimentar y ni siquiera imaginar. Así lo explica Jesús” (Papa Francisco).

La vocación del hombre es llegar a compartir esa vida plena con Dios. Y “en Jesús Dios nos dona la vida eterna, la dona a todos, y gracias a Él todos tienen la esperanza de una vida aún más auténtica que ésta. La vida que Dios nos prepara no es un sencillo embellecimiento de esta vida actual: ella supera nuestra imaginación, porque Dios nos sorprende continuamente con su amor y con su misericordia” (Papa Francisco).

Y sigue diciendo el Papa Francisco: ”Nosotros estamos en camino, en peregrinación hacia la vida plena, y esa vida plena es la que ilumina nuestro camino. Por lo tanto, la muerte está detrás, a la espalda, no delante de nosotros. Delante de nosotros está el Dios de los vivientes, el Dios de la alianza, el Dios que lleva mi nombre, nuestro nombre, como Él dijo: «Yo soy el Dios de Abrahán, Isaac, Jacob», también el Dios con mi nombre, con tu nombre..., con nuestro nombre. ¡Dios de los vivientes! ... Está la derrota definitiva del pecado y de la muerte, el inicio de un nuevo tiempo de alegría y luz sin fin. Pero ya en esta tierra, en la oración, en los Sacramentos, en la fraternidad, encontramos a Jesús y su amor, y así podemos pregustar algo de la vida resucitada. La experiencia que hacemos de su amor y de su fidelidad enciende como un fuego en nuestro corazón y aumenta nuestra fe en la resurrección. En efecto, si Dios es fiel y ama, no puede serlo a tiempo limitado: la fidelidad es eterna, no puede cambiar. El amor de Dios es eterno, no puede cambiar. No es a tiempo limitado: es para siempre. Es para seguir adelante. Él es fiel para siempre y Él nos espera a cada uno de nosotros y acompaña a cada uno de nosotros con esta fidelidad eterna”.

En el Credo decimos: “Creo en la resurrección de la carne y en la vida eterna”. Creemos en la palabra de Jesús que dice “Yo soy la resurrección y la vida”; en Dios que nos ha prometido estar para siempre con él; y esperamos que nuestra vida de ahora tiene un sentido pleno, eterno, que sólo será visible totalmente en el futuro. El sentido pleno lo tiene ya, -la eternidad la vivimos ya-, pero sólo será desvelada completamente cuando estemos junto a Dios y junto a nuestros seres queridos para siempre.

Nuestro hermano en la fe
José Luis Latorre
Misionero Claretiano

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

viernes, 24 de noviembre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

El misterio de la persecución santifica a la Iglesia

Dios me ha revelado particularmente sus secretos y me ha dado a conocer cosas admirables. (…) Dios me explicó especialmente el misterio de la persecución que sufre ahora la santa Iglesia, su renovación, su exaltación en los tiempos a venir.

Para hacerme comprender que las circunstancias en las que se encuentra actualmente la Iglesia son permitidas para darle su esplendor, la Verdad suprema me citó dos palabras del santo Evangelio. Primero dijo “Es inevitable que el escándalo llegue al mundo”. Luego agregó “Pero desdichado el que causa el escándalo” (cf. Mt 18,7).Como si dijera que permite este tiempo de persecución para arrancar las espinas que rodean a su Esposa, pero no permite los pensamientos censurables de los hombres.

“¿Sabes lo que hago? Como cuando estaba en el mundo hice una fusta con cuerdas y expulsé a los vendedores del Templo, no queriendo que la morada de mi Padre deviniera una cueva de ladrones. Te digo que es ahora lo mismo. Hago una fusta con criaturas y con esa fusta expulso a los mercaderes impuros, avaros e hinchados de orgullo, que venden y compran los dones del Santo Espíritu”. En efecto, con la fusta de la persecución hecha con criaturas, nuestro Señor los expulsa y los arranca por la fuerza a la tribulación de su vida vergonzosa y desreglada. (…)

Del mal que hacen los malos cristianos persiguiendo a la Esposa de Cristo, va a nacer así el honor, la luz, el perfume de virtudes para esta Esposa. Eso era tan delicioso, que me parecía que no había comparación entre la ofensa y la bondad infinita que Dios testimoniaba a su Esposa. Me regocijé, temblaba de alegría y veía tan claramente ese tiempo a venir, que me parecía ya poseerlo y gustarlo. (…) Eran misterios tan grandes, que la lengua es incapaz de decirlos, el corazón incapaz de comprenderlos, y el ojo de verlos.


Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
Carta 133, a fray R. de Capua (Lettres I, Téqui, 1976), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 19,45-48


Evangelio según San Lucas 19,45-48
Jesús al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores,

diciéndoles: "Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones".

Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo.

Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos

-Dice el Evangelio de hoy que Jesús “se enfadó”: contra la manipulación, la adulteración y la profanación del Templo, como lugar del encuentro de la comunidad con su Dios. La actividad comercial y especulativa había convertido el templo en una cueva de ladrones y lo había desprovisto de su única y exclusiva función: el encuentro con la presencia de Dios. ¡Hasta donde llegó la degradación: hacer de la casa de Dios un lugar de negocios! Este es un momento fuerte de la vida de Jesús. Pero lo sabemos también nosotros: muchos se aprovechan de la Casa de Dios, de su Iglesia, de su Nombre, para hacer negocios, para beneficiarse, para esconder sus instintos más bajos y desplegar sus ambiciones. Jesús exige un cambio de rumbo: purificar el templo de todas las negatividades humanas y conducirlo a su función originaria: rendir verdadero servicio a Dios.

-El templo es el lugar donde se vive la comunión y el perdón; donde se actúa en clave de servicio y gratuidad, se celebra la fe y la vida, se anuncia el Reino y su justicia. El templo es casa y escuela de santidad. Pero hay también otra Iglesia, “la Iglesia doméstica”: la familia, el hogar donde sentimos amor y paz, donde intentamos hacer lo que Jesús enseñó y vivir en santidad dando el lugar que le corresponde a Dios y no permitir que “otros dioses” desplacen a Dios, como pueden ser el lujo, la avaricia, la superficialidad, la mundanidad, la indiferencia religiosa.

- Dice el Papa Francisco: “Los explotadores, los comerciantes en el templo, explotan también el lugar sagrado de Dios para hacer negocios: cambian las monedas, venden los animales para el sacrificio, también entre ellos se vuelven como un sindicato para defender.

Esto no solo era tolerado, sino también permitido por los sacerdotes del templo. Son los que hacen de la religión un negocio. En la Biblia está la historia de los hijos de un sacerdote que empujaban a la gente a dar ofrendas y ganaban mucho, también de los pobres. Y Jesús dice: Mi casa será llamada casa de oración. Vosotros, sin embargo, la habéis convertido en una cueva de ladrones.

De este modo, la gente que iba en peregrinación allí a pedir la bendición del Señor, a hacer un sacrificio, era explotada. Los sacerdotes allí no enseñaban a rezar, no les daban catequesis… Era una cueva de ladrones. No sé si nos hará bien pensar si con nosotros ocurre algo parecido. No lo sé. Es utilizar las cosas de Dios por el propio beneficio”.

¿Qué querrá decirnos Jesús con esto? Quizás esté pensando en cada discípulo suyo que frecuenta los sacramentos y no se acaba de convencer que lo importante verdaderamente es servir sin ser visto, sin sacar tajada, sin que nadie lo note. Quizá el Señor nos esté diciendo que hay otro templo sagrado para Él “el hombre”, y que debemos actuar con fuerza ante cualquier situación que atente contra la dignidad de la persona, ante cualquier situación de injusticia y maldad; que el celo por el amor de Dios debe ser el mismo, y con la misma intensidad, que el que tengamos para defender a los demás hasta las últimas consecuencias.

Nuestro hermano en la fe
José Luis Latorre
Misionero Claretiano.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

jueves, 23 de noviembre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

“Jesús lloró por la ciudad” (Lc 19,41)

Nuestra alma está destinada a pasar su eternidad en el seno de Dios. Mis hermanos, digamos todo en unas palabras: nuestra alma es tan grande, tan preciosa, que sólo Dios la supera. (…) Según esto, mis hermanos, piensen si tenemos que asombrarnos cuando Dios llora amargamente la pérdida de un alma. Además, los dejo reflexionar sobre el cuidado que tenemos que tener para conservar todas las bellezas del alma. (…)

Tres cosas son capaces de hacernos llorar. Sólo una es capaz de meritar nuestras lágrimas: cuando lloramos nuestros pecados o los de nuestros hermanos. (…) Es decir, llorar la muerte espiritual del alma, el alejamiento de Dios, el perder el cielo. “¡Oh preciosas lágrimas, raras y escasas son!” ¿Por qué esto, mis hermanos? ¿No es porque ustedes no se dan cuenta de la enormidad de su desdicha, en el tiempo y la eternidad? (…)

¡Lástima! Mis hermanos, es el temor de esta pérdida que ha despoblado el mundo, para llenar de cristianos los desiertos y los monasterios. Ellos comprendían mejor que nosotros que si perdemos nuestra alma, todo está perdido. Ella debe tener un alto precio, para que al mismo Dios le importe tanto. Si, mis hermanos, ¡los santos han sufrido mucho para poder guardar su alma para el cielo!



San Juan María Vianney (1786-1859)
presbítero, párroco de Ars
Sermón para el 9º domingo después de Pentecostés (Sermons de Saint Jean Baptiste Marie Vianney, Curé d'Ars, II, Ste Jeanne d'Arc, 1982), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 19,41-44


Evangelio según San Lucas 19,41-44
Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella,

diciendo: "¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos.

Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes.

Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos.

- Jesús lloró porque sabía lo que le esperaba a Jerusalén, la ciudad que amaba. Él sabe que en ella están todos los elementos necesarios para realizar el Plan de Dios. Él lloró por un pueblo, al que amaba aún más. Lloró porque sabía cómo ese pueblo buscaba la salvación en todo lugar menos en el lugar donde podría encontrarla.

- Jesús lloró: la incredulidad de Israel traería consecuencias nacionales desastrosas. Estas consecuencias se produjeron en el año 70 dC, cuando Jerusalén fue destruida por los romanos. Tristemente, pero con precisión, la predicción de Jesús aconteció. El día de la “visita del Señor” se perdió.

- Jesús lloró: este llanto de Jesús muestra su tristeza, su amargura y su impotencia. No cabe mayor gesto de compasión y solidaridad que la presencia, el silencio y el llanto. Jesús muestra su desgarro al comprobar la frialdad de un pueblo endurecido que no reconoce la visita de Dios y rechaza su mensaje y a su Mensajero.

- Jesús lloró: por la tragedia de nuestro pecado. Qué poca gente le entendió y le siguió mientras vivió, y ahora cuántos pasan de Él. Entre los que nos llamamos “cristianos” cuantos lo tenemos olvidado o le creemos según nos convenga o nos interese… Somos discípulos “tibios” y “acomodaticios”.

- Jesús lloró: las lágrimas de Jesús son fecundas y pueden hacer que el llanto se convierta en gozo eterno. Decía Santa Teresa: “las lágrimas riegan el alma, como la lluvia riega el jardín”. Miremos hoy cómo está nuestro barrio, nuestra comunidad o nuestro país. Parece que los conflictos se han adueñado de nuestras vidas y quedamos como atrapados. Hoy Jesús también nos mira a nosotros, a nuestro barrio, a nuestra comunidad, y nos pide que busquemos caminos para llegar a la paz. En lo que podamos ser responsables, construyamos una vida de paz y prosperidad para todos. ¿Lloras a veces viendo la situación del mundo, del país o de tu barrio? ¿Hemos sido capaces de reconocer la «visita de Dios» en nuestro entorno?

Nuestro hermano en la fe
José Luis Latorre
Misionero Claretiano

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

martes, 21 de noviembre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

“El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido” (Lc 19,10)

El Verbo de Dios no ha abandonado a los hombres, sus criaturas, que corrían hacia su ruina. Con la ofrenda de su cuerpo anuló a la muerte que se había unido a ellos. Con su enseñanza corrigió las negligencias, con su poder restauró al género humano. (…)

Cuando la figura de alguien fue pintada sobre madera, luego borrada por los elementos exteriores, es necesaria la presencia del retratado si queremos restaurar su imagen sobre la misma materia. Esta madera no es descartada debido a la imagen que habíamos pintado y queremos restaurar. Lo mismo, el Hijo muy santo del Padre, siendo imagen del Padre, vino a nuestro mundo para renovar al hombre que fue hecho semejante a él. Vino para encontrarlo, porque se había perdido, y le remitió sus pecados. Cómo expresa la Escritura: “El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido” (Lc 19,10).

Cuando Jesús dice a Nicodemo: “Tienen que renacer…” (Jn 3,7), no hace alusión al nacimiento de una mujer, cómo pensaron, sino al renacimiento y recreación del hombre a su imagen.


San Atanasio (295-373)
obispo de Alejandría, doctor de la Iglesia
Tratado sobre la Encarnación del Verbo 10 (PG 25. In “Lectures chrétiennes pour notre temps”, Orval, 1972), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 19,1-10


Evangelio según San Lucas 19,1-10
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad.

Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos.

El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura.

Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.

Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa".

Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador".

Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más".

Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham,

porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos.

El Evangelio de hoy nos habla de Zaqueo, un personaje interesante. Zaqueo era el que recaudaba los impuestos a los judíos para entregarlos a los romanos. ¡Menuda gracia, les sacaba el dinero para darlo a los que ocupaban su territorio! Zaqueo tenía mala fama. Y sin embargo este hombre despreciado “quería ver a Jesús”. Y ese deseo le llevó a buscarlo para encontrarse con El. Y ante el impedimento de la multitud, corrió más adelante y se subió a un sicomoro. Había en su interior una curiosidad que le arrastró hasta encontrarse con el propio Jesús.

Y los ojos de Jesús, al pasar por el sicomoro, se fijaron en Zaqueo y le invitó a bajar del árbol. Pero aquella mirada ya había penetrado en el corazón del recaudador de impuestos y había despertado en él el deseo de cambiar, pero no era un deseo del momento sino radical y total. ¡Qué mirada tan profunda la de Jesús que provocó la conversión de Zaqueo! Como dice el Papa Francisco: “La mirada de Jesús va más allá de los pecados y los prejuicios; mira a la persona con los ojos de Dios, que no se queda en el mal pasado, sino que vislumbra el bien futuro”.

Quien se deja seducir por la mirada bondadosa del Señor se abre a la misericordia del Padre Dios y hace posible que la salvación llegue a su vida y a su casa. Hoy celebramos la Presentación de la Virgen María en el templo: el mejor ejemplo de lo que es capaz de hacer Dios en una criatura que escucha y acoge su Palabra. La actitud de acogida de María hizo que la salvación de Dios habitara en su corazón y en su cuerpo. Y el mundo se llenara de esperanza y alegría. Había surgido algo nuevo y extraordinario.

La mirada de Jesús hizo que Zaqueo bajara del árbol “enseguida”, que Jesús se hospedara en su casa, que Zaqueo le ofreciera un banquete y que le dijera: “Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres, y si he defraudado a alguno le restituyo cuatro veces más". Zaqueo se despojaba de toda la vida anterior y emprendía un camino nuevo. ¡Valía la pena dejar todo por aquella mirada bondadosa y confiada de Jesús! No lo dice el Evangelio, pero seguro que muchos cambiarían de vida ante el ejemplo de Zaqueo. Ojalá que muchas personas que nos miran, también por nuestro testimonio de fe y de vida puedan decir como Zaqueo “quiero conocer a Jesús”.

Zaqueo es un paradigma del que conociendo a Jesús no solo se despoja con prontitud de lo material, sino que permite que también su interior sea transformado por la gracia para comenzar un proyecto nuevo de vida, muy a pesar de quienes tal vez juzgaban que debía purgar de otro modo sus muchos pecados. ¡La gracia de Dios actúa de otra forma! La misericordia divina tiene sus propias reglas y barómetros.

Nuestro hermano en la fe.
José Luis Latorre
Misionero Claretiano.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA