miércoles, 31 de mayo de 2017

¡Alcémonos más allá de las tentaciones!

El ave se siente segura al volar. Porque, al notar la presencia del cazador, abre sus alas y se alza a lo alto, librándose de todo peligro.


El ave se siente segura al volar. Porque, al notar la presencia del cazador, abre sus alas y se alza a lo alto, librándose de todo peligro. Lo mismo sucede con nosotros, cuando aparece el depredador de nuestras almas, el demonio, y nos elevamos en el Espíritu por medio de la contemplación intensa, buscando y adentrándonos en lo celestial.
¿Intenta el maligno incitarnos a la dulzura del placer? Nosotros sigamos respetando la nobleza del alma.
¿Nos muestra el pecado mismo? Pensemos en la sentencia del Juicio Final y rechacemos esos pensamientos, para escapar de aquel asesino.

(Traducido de: Sfântul Teodor Studitul, Catehezele Mici, traducere de Laura Enache, în curs de editare la Editura Doxologia)

Cómo distinguir entre la acción del Espíritu y los engaños del maligno

Por la acción de la Gracia sabrás si algo proviene de Dios o del demonio.


Sobre el discernimiento
Es necesario comprobar y discernir, para poder confiar, porque las obras de la Gracia son evidentes, y el pecado, aunque se disfrace de bien, no las puede realizar. Porque el demonio sabe disfrazarse de ángel de luz, con tal de embaucarnos. Y aunque se presente como alguna refulgente visión y quiera engañar a nuestra alma [1], no puede obrar nada bueno, y en esto se puede reconocer su falsedad. Porque no puede practicar el amor a Dios y a los demás, sino sólo la soberbia y el desprecio, no la mansedumbre, la docilidad, la humildad, la alegría, la paz, la serenidad de la mente, el odio al mundo, el descanso espiritual en Dios, el deseo de los bienes celestiales, así como tampoco hace que desaparezcan los placeres y vicios, porque todo esto es obra de la Gracia. Porque frutos del Espíritu son el amor, la alegría, la paz y otros. [2]

Por la acción de la Gracia sabrás si algo proviene de Dios o del demonio. Pero también el alma, si tiene discernimiento, reconoce inmediatamente la diferencia, por medio de su percepción entendible y razonable. Así como, ante los ojos, la lechuga se parece a la acedera, y el vino al vinagre,.pero al probarlos se reconoce su diferencia, de la misma forma el alma, por medio del sentido razonable y las obras reconoce los carismas del Espíritu y los engaños del maligno.

(Traducido de: Sfântul Macarie Egipteanul, Cuvinte ascetice si epistole, traducere de Laura Enache, în curs de editare la Editura Doxologia)
[1] II Corintios 11, 14.
[2] Gálatas 5, 22.

fuente Doxologia. org

¿Dónde buscamos la felicidad? Sobre la condición del hombre fracasado

El anhelo del hombre por Dios no podría ser satisfecho con nada de este mundo. Sólo aquel que no se une a Dios, no obtiene el Espíritu Santo y es uno que en verdad ha fracasado, porque ha fallado en alcanzar el objetivo de su existencia.

Creo que, de niños, a todos nos preguntaron alguna vez, nuestros tíos, tías o maestros, qué queríamos ser cuando llegáramos a grandes. La mayoría respondía que aviadores, marineros, cosmonautas... Las chicas, en general, soñaban con ser doctoras. Algunos otros —inocentemente y repitiendo lo que algún adulto les había enseñado— dijeron que querían ser... invitados.

Los jóvenes y los adolescentes de la educación secundaria y a un paso del bachillerato, hacían grandes planes. Hablaban sobre su futuro. Soñaban en voz alta... y espero que aún hoy se siga haciendo lo mismo. Algunos soñaban con tener una brillante carrera de militares, médicos o ingenieros. Otros deseaban tener una linda familia, una vida armoniosa con su esposa o esposo, y muchos hijos. Entonces se soñaba con los ojos abiertos, y cada uno describía, con colores hermosos y minuciosos detalles, la familia que habría de formar o el modo en que sus éxitos profesionales y grandes logros cambiarían el mundo.

A los 15-18 años, después de haber leído Julio Verne, Los cerezos, Los misterios de París, El Conde de Montecristo, y también Crimen y castigo, El diluvio, La guerra y la paz, todo parece posible. Después veías El Zorro, Los inmortales, El hombre araña, Esteban el Grande... y sentías que todo el mundo era tuyo y que puedes hacerlo todo, si quieres. Tenías esa sensación, de noche, cuando el cielo se mostraba lleno de estrellas, que si saltabas con fuerza podías atrapar alguna de ellas. Recuerdo que, subiendo la montaña con mis demás compañeros de clase, especialmente en la zona de Rarău, encaramados en las partes más altas, en la misma cima del mundo, la mayoría de nosotros abríamos los brazos, cual si fueran alas... y sentíamos que casi podíamos volar. Concebíamos nuestros propios sueños y vivíamos en ellos.

Pero los años pasan, como pesadas nubes sobre el campo. La infancia y la adolescencia se quedan atrás, en algún sitio. El joven se adentra en la vida, intentando encontrarse un lugar. Pero no está preparado para la frustración. Debe, sin embargo, curtirse y asentarse correctamente en la existencia. Dios permitió que muchos de nosotros soportáramos también el sufrimiento, pedagógicamente, para que no nos alejáramos de Él. Porque, ricos o pobres, más arriba o más abajo en la escala de valores de la sociedad, debemos permanecer con Dios. Y no nos estaremos equivocando.

*

La sociedad de hoy, más que la de otros tiempos, promueve la idea que “realizarse” significa tener dinero, poder, una estupenda casa y un auto de lujo, casarse con alguien de abolengo, etc. Los modelos de nuestra sociedad son esos que “lo han logrado todo en la vida”: estrellas de cine, hombres de negocios, políticos que viajan por todas partes y aparecen cada día en los noticieros, deportistas talentosos. Las personas de estas categorías, como también de otras, intensamente mediatizadas, se “incrustan” en el subconsciente del niño, del joven y el de cualquier persona, convirtiéndose en su modelo de vida a seguir.

El sistema de valores de este mundo engulle al sistema de valores espirituales del creyente, que propone, como propósito de vida, el Reino de Dios. En pocas palabras, el individuo que ha alcanzado su seguridad material, además de cierto poder financiero o político, y del cual se habla mucho y con elogios, es uno que se ha “realizado”. Mientras, el pobre, el desconocido, el que aún no ha formado una familia, el que sobrevive con esfuerzo, es un “fracasado”. Nosotros, no obstante, sabemos que el hombre, como ser creado a imagen del Dios Santo, encuentra en la santidad el sentido último y pleno de su existencia. Citando el título de una de las obras de Nicéforo Crainic, “La santidad es la realización de lo humano”, entendemos que ni los bienes, ni el poder, ni el prestigio en determinado campo podrían realizar al ser humano. El anhelo del hombre por Dios no podría ser satisfecho con nada de este mundo. Sólo aquel que no se une a Dios, no obtiene el Espíritu Santo y es uno que en verdad ha fracasado, porque ha fallado en alcanzar el objetivo de su existencia. El hombre de hoy vive ávido de experiencias emocionales y de una forma de vida cada vez mejor, preocupado por su bienestar, su salud y, en general, por lo inmediato. Pero el propósito de aquel que no se conforma con poco, con lo que le ofrece este mundo, es la búsqueda de la santidad y su formación como plenitud de la vida humana en Dios.

*

Cierta vez, un misionero que había trabajado muchísimos años en la India y un famoso cantante que volvía de dar una serie de conciertos coincidieron en el mismo barco, regresando a los Estados Unidos. Después de algunas semanas en el mar, la nave llegó al puerto de Nueva York. En el muelle, miles de personas se agolpaban, como esperando a un pasajero en especial. Por un momento, el misionero pensó que era él a quien esperaba aquella multitud. Ciertamente, había trabajado mucho en Oriente, construyendo iglesias, fundando centros misioneros y era reconocido en determinados círculos. Pero... no. Al desembarcar, entendió que todas esas personas eran admiradores del famoso cantante que había viajado con él, y que nadie había venido a esperarle.

—Señor, no puedo entenderlo, murmuró nuestro hombre. Dediqué cuarenta años de mi vida al trabajo misionero en la India, mientras que este hombre, que canta melodías mundanas, apenas estuvo un par de semanas en aquel lugar... y hoy le esperaban miles de personas para darle la bienvenida. Pero a mí, que vuelvo a casa después de tanto tiempo y sacrificio, nadie me espera, ni siquiera para ayudarme a bajar mi equipaje...

Entonces escuchó una voz, la del Señor, que le respondió:

—Hijo mío, ¡es que aún no has llegado a casa!

Traducción y adaptación: Jose David Menchu
Fuente: Unde căutăm fericirea? Despre condiția omului ratat

La Madre del Señor está siempre con nosotros

La compasión que mana de los santos, al escuchar nuestras oraciones, puede compararse con el torrente de un río, mientras que la misericordia la Madre del Señor se asemeja al agua del mar o del océano.


La fuerza divina de la Santísima Madre del Señor se manifiesta no sólo en el inigualable valor de sus oraciones, sino también en el incesante efluvio de su altísima misericordia para con nosotros, inseparable de aquel denuedo.
Podemos conocer la grandeza de estas oraciones, si hacemos la siguiente comparación: la compasión que mana de los santos, al escuchar nuestras oraciones, puede compararse con el torrente de un río, mientras que la misericordia la Madre del Señor se asemeja al agua del mar o del océano. ¿Hay alguno entre nosotros que no haya experimentado su protección, después de haber orado con fe y perseverancia? Este auxilio ha sido conocido por los fieles de todos los tiempos, desde que existe la Iglesia Ortodoxa. Esta protección de la Purísima Madre del Señor, este maravilloso manto materno permanecerá sobre nosotros para siempre, hasta el fin de los tiempos, como les prometiera a los apóstoles, después de su Gloriosa Dormición.
¿De dónde brota la fuerza de sus oraciones y su honradísima piedad para nosotros? Desde luego, de su amor de madre para con nosotros. A partir del relato de la vida de San Andrés “el loco por Cristo”, conocemos que ella no siempre se mantiene en los Cielos, sino que constantemente deja la felicidad de los divinos aposentos y desciende a este mundo, para consolarnos en nuestra aflicción. De hecho, ella está con nosotros, en medio de nuestras tribulaciones. Ella está a nuestro lado cuando las penas nos hacen llorar. Ella está allí en donde se elevan oraciones, cuando los sufrimientos parecen no tener solución. Ella está siempre al lado de los hombres, aún a las orillas del peor de los abismos.

(Traducido de: Sfântul Ierarh Serafim (Sobolev) Făcătorul de minuni din Sofia, Predici, Editura Adormirea Maicii Domnului, Bucureşti, 2007, pp. 179-180)

La esperanza de los que no tienen esperanza

Ella salva de la perdición a todos esos que han perdido la esperanza de enmendarse y salvarse.



Para hacernos una idea de este enorme don de la Madre del Señor, debemos recordar las palabras de San Juan de Kronstadt sobre ella. En una de sus homilías, él decía que, si se uniera la fuerza de todas oraciones elevadas por los ángeles y santos por nosotros, los pecadores, ante el trono divino, no podrían superar el poder de las plegarias de la Santísima Madre del Señor.
Los ángeles y los santos reflejan, de una forma u otra, la gloria divina, pero sólo la Madre del Señor tiene como característica toda esa honra. No en vano la Iglesia la llama “Reina de los Cielos”.
Ella salva de la perdición a todos esos que han perdido la esperanza de enmendarse y salvarse. Por eso es que la llamamos “esperanza de quienes no tienen esperanza”. Ella purifica y santifica a los adúlteros, tan llenos de todas las pasiones carnales, presos en las redes del maligno. Ella puede salvar incluso a quienes han renunciado a Cristo, apartándose de Dio,, de Su Santa Iglesia y de los Sacramentos, al haber sido atrapados por las huestes del demonio.

(Traducido de: Sfântul Ierarh Serafim (Sobolev) Făcătorul de minuni din Sofia, Predici, Editura Adormirea Maicii Domnului, Bucureşti, 2007, pp. 178-179)

¿Cómo alcanzar lo profundo de mi corazón?

Podría decirse que son tres las llaves para abrir lo profundo del corazón.


Podría decirse que son tres las llaves para abrir lo profundo del corazón: el estudio de las enseñanzas del Evangelio, la invocación del nombre del Señor, y la Santa Eucaristía. Estas tres llaves liberan la energía encerrada en las profundidades del corazón. Y se trata de la misma energía que recibimos con el Bautismo, aunque, debido a nuestra vida llena de pecado, terminamos enterrándola con nuestra ineptitud e indiferencia.
Saquemos, pues, a la luz el tesoro divino oculto en nuestro interior, grabándonos en la mente algunas palabras divinas que nos sirvan de inspiración, y llenándonos de la más ferviente devoción por la Santa Comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
No dejemos de llamar el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, Nombre que nos fuera otorgado por una revelación celestial, que es inseparable de la Persona de Cristo y que puede, en consecuencia, hacernos partícipes de Su energía redentora.

(Arhimandrit Zaharia Zaharou, Omul cel tainic al inimii (I Petru 3, 4), traducere din limba engleză de Monahia Tecla, Editura Basilica, București, 2014, p. 208)

Sufriendo junto al otro y alegrándonos con todos

Si el pecado, en esencia, es siempre un crimen en contra del amor paterno de Dios, entonces la completa restauración del amor perdido no es posible sino por medio de un arrepentimiento total.

Con nuestra oración de contrición aprendemos a vivir la tragedia de la humanidad entera en nosotros mismos. Si, por causa de incontables iniquidades, padezco con todo mi ser; si en todas mis faltas se esconde la primigenia caída de nuestro proto-padre, misma que apartó a la humanidad completa de nuestro Dios y Padre, entonces es normal para mí que, en mis sufrimientos personales, conozca esencialmente los sufrimientos de todos los hombres. Pero puede pasar a la inversa: ver, en mi alegría, la de todo el mundo. Esta es la forma en que el cristiano aprende a sufrir con todos los que sufren y a alegrarse con todos los que se alegran.
Si el pecado, en esencia, es siempre un crimen en contra del amor paterno de Dios, entonces la completa restauración del amor perdido no es posible sino por medio de un arrepentimiento total, que nos revele, si es posible, finalmente, qué significa este crimen, cuando se impone en el plano de lo eterno. “Oh, Padre Misericordioso, sáname a mí, un leproso, cúrame porque estoy lleno de pecados... Padre Santo, santifícame en el cuerpo y en el alma... He actuado mal ante Ti, y moriré lejos de Ti... Recíbeme, entonces, por Tu inmensa compasión y misericordia.”
(Traducido de: Arhimandritul Sofronie Saharov, Despre rugăciune, traducere din limba rusă de Pr. Prof. Teoctist Caia, Mănăstirea Lainici, 1998, p. 53)

Puedes enfrentar el dolor, solamente si amas y oras

Las palabras del Señor a San Siluano, “Mantén la mente en el infierno, pero no desesperes”, nos demuestran claramente que todo aquel que se considera a sí mismo digno del infierno, deja de quejarse ante las ofensas o la enfermedad.

En el Antiguo Testamento se nos dice que el amor es tan fuerte como la muerte, pero el Nuevo Testamento nos enseña que el amor de Dios es más fuerte aún que la misma muerte. Así, si soportamos la vergüenza por Cristo, y Él nos da a cambio la energía de Su amor, es que somos capaces de sufrir y atravesar las aflicciones sin sentir dolor, esas mismas tribulaciones que antes no podíamos enfrentar. Las palabras del Señor a San Siluano, “Mantén la mente en el infierno, pero no desesperes”, nos demuestran claramente que todo aquel que se considera a sí mismo digno del infierno, deja de quejarse ante las ofensas o la enfermedad, porque ya se ha condenado a sí mismo a los tormentos del fuego eterno. En esto podemos comprobar que, aceptando las penas y condenándonos a nosotros mismos, dejamos de sufrir por todo lo demás, porque hemos alegido la peor de las condenas, la única que en verdad merecemos. Aquellos que eligen este camino no sólo no se dejan vencer por los sufrimientos de esta vida, sino que a veces hasta reciben el don de sanarse de enfermedades incurables.
El padre Porfirio le dio el siguiente consejo a una persona que sufría de cáncer: “Procura que tu oración sea más fuerte que los dolores de la enfermedad”. Tiempo después, aquella persona habría de confesar que, cada vez que luchaba para mantenerse en oración, el consuelo que recibía superaba al dolor físico. Pero, si su oración languidecía, el dolor se volvía nuevamente insoportable.
(Traducido de: Arhimandrit Zaharia Zaharou, Adu-ţi aminte de dragostea cea dintâi (Apocalipsa 2, 4-5) – Cele trei perioade ale vieţii duhovniceşti în teologia Părintelui Sofronie, Editura Doxologia, Iaşi, 2015, pp. 79-80)

Cuando el Espíritu Santo te cubre, dejas de ver maldad en los demás

Tales personas se consideran insignificantes a sí mismas, porque ven solamene la misericordia de Dios y sus propias faltas.

Las lágrimas brotadas de los suspiros del corazón son provocadas por el haz del Espíritu Santo, que alcanza a los avanzados en lo espiritual y toca sus corazones. Por eso, tales personas se consideran insignificantes a sí mismas, porque ven solamene la misericordia de Dios y sus propias faltas.
Antes de conocer al Espíritu Santo, te sientes atraído por la religión y el trabajo físico, pero, después de conocerlo, renunciarás al trabajo físico. Mientras más vayas avanzando en el Espíritu, las cosas de este mundo te perturbarán más y dejarán de llamarte la atención.
Cuando el Espíritu Santo te cubre, dejas de ver maldad en los demás. En ese maravilloso momento sólo sabes de dónde vienes, a dónde debes llegar y qué debes hacer para alcanzar la perfección. Pocas personas alcanzan la “Oración del corazón”. Usualmente, quienes verdaderamente han sabido vencer sus pasiones físicas y espirituales. Estas personas, teniendo en su interior el don maravilloso de la oración verdadera, viven momentos en los que el Espíritu Santo les revela la eternidad.
Hay quienes me preguntan: “Padre, ¿quedan personas como esas en nuestros días?”. Y yo sé y les respondo que aún existe tal clase de personas, pero son pocas. El mundo no los conoce, porque se trata de individuos llenos de humildad. Y es que sólo Dios debe conocer el nivel de cada uno. Mientras más repitamos la “Oración del corazón”, mientras más logremos concentrar nuestra mente y mientras menos atención les pongamos a los otros espíritus (malignos), más aptos seremos para que el Espíritu Santo venga a descansar en nosotros, y Él nos librará de todo pensamiento pernicioso.
(Traducido de: Părintele Proclu Nicău, Lupta pentru smerenie şi pocăinţă, Editura Agaton, Braşov, 2010, pp. 58-59)

Sostenido y abrazado

La vida del hombre es movida, generalmente, por los pensamientos y por los deseos y sentires del corazón. Sólo cuando la Gracia toca lo profundo, las mismas raíces de nuestro ser, modificando nuestro ADN espiritual, bautizando con Espíritu Santo, somos movidos por los "deseos del Espíritu".
"Su izquierda sostiene mi cabeza
y con su derecha me abraza"

Cantar 8,3
Esta Palabra del cantar de los cantares, no es una promesa. El Señor no está diciendo que "sostendrá mi cabeza" o "me abrazará con su derecha". El claramente está manifestando aquello que está haciendo, con poder, hoy, sobre cada uno de nosotros.
El está ahora, en éste instante de nuestras vidas, sosteniendo la cabeza, tocando uno de los motores de nuestro actuar.
Él está en este bendito momento abrazando el corazón, el área de nuestros afectos, de donde brotan fuerzas de acción.
Señor, al venir a tus pies,queremos alabarte, darte gracias,porque Tu Amor es Grande,Tu Amor no abandona, es un Amor que busca,que sale al encuentro.Te Bendecimos, Señor de la vida y te damos graciaspor todo lo que estas haciendo y harás por amor al hombre.Aguardamos y esperamos en éste Pentecostes ser BAUTIZADOS CON ESPÍRITU SANTO,anhelamos una nueva EFUSIÓN de Tu Gracia,para que nuestro actuar sea conforme a Tu Voluntad,a Tus deseos más hondos.Y mientras aguardo te doy gracias,que Tu izquierda siga sosteniendo mi cabeza,que Tu Derecha me abrace hoy y siempre.Amén!
40 HORAS DE ADORACIÓN E INTERCESIÓN
"Su izquierda sostiene mi cabezay con su derecha me abraza"Cantar 8,3
Nuevamente volvemos a encontrarnos a los pies del Maestro.
En ésta ocasión estaremos orando:
  • Por los responsables de las naciones, para que se comprometan con decisión a poner fin al comercio de las armas, que causa tantas víctimas inocentes. (Intención del Santo Padre mes de Junio 2017)
  • Por la misión parroquial en Santiago del Estero.
  • Por los frutos de los variados ministerios parroquiales.





Sentí a Dios tan cerca...

Con Jesús por la mañana.
Sentí a Dios tan cerca en sus milagros, que me arrasó violentamente detrás de sí. Y lo vi tan cerca de los que sufren, de los que lloran, de los que naufragan, en esta vida de desamparo, que se encendió en mí el deseo ardiente de imitarle en esta voluntaria proximidad a los desechos del mundo, que la sociedad desprecia, porque ni siquiera sospecha que hay un alma vibrando bajo tanto dolor. (Pedro Arrupe sj). ¿Qué te dicen a ti estas palabras? Ofrece tu día por la intención del Papa. 
Con Jesús por la tarde.
“Entonces María se levantó y fue sin demora a la serranía, a un pueblo de Judea.” (Lc 1,39). Tú también puedes acudir en ayuda de tus hermanos que necesitan de ti. Dios cuenta contigo para su misión, pide a Jesús “hazme testigo de reconciliación, justicia y paz junto a mis hermanos de África”.
Con Jesús por la noche.
Recuerda los sentimientos. ¿Cómo te has sentido en esta jornada? ¿Con qué sentimientos iniciaste el día? ¿Hubo algún cambio en ellos, en razón de qué? ¿De qué manera vas llegando al anochecer? ¿Qué actitudes tuviste? Pide perdón por aquello que te hubiera gustado que fuera diferente.

NOVENA DE PENTECOSTÉS - Día 6


+En el Nombre del Padre, +del Hijo y +del Espíritu Santo.
Amén.

Ven, Espíritu Creador
visita las almas de tus fíeles 
y llena de la divina gracia los corazones, 
que Tú mismo creaste. 

Tú eres nuestro Consolador, 
don de Dios Altísimo, 
fuente viva, fuego, caridad 
y espiritual unción. 

Tú derramas sobre nosotros los siete dones; 
Tú, el dedo de la mano de Dios; 
Tú, el prometido del Padre; 
Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra. 

Enciende con tu luz nuestros sentidos; 
infunde tu amor en nuestros corazones; 
y, con tu perpetuo auxilio, 
fortalece nuestra débil carne, 

Aleja de nosotros al enemigo, 
danos pronto la paz, 
sé Tú mismo nuestro guía, 
y puestos bajo tu dirección, 
evitaremos todo lo nocivo. 

Por Ti conozcamos al Padre, 
y también al Hijo; 
y que en Ti, Espíritu Santo, 
creamos en todo tiempo., 

Gloria a Dios Padre, 
y al Hijo que resucitó, 
y al Espíritu Consolador, 
por los siglos infinitos. Amén.


Si Tú apartas Tu gracia,
nada puro permanecerá en el hombre,
todo lo que es bueno se volverá malo.

DON DE ENTENDIMIENTO

El Entendimiento, como Don del Espíritu Santo, nos ayuda a comprender el significado de las verdades de nuestra santa religión. Por la fe las conocemos, pero por el Entendimiento aprendemos a apreciarlas y a apetecerlas. Nos permite penetrar en el profundo significado de las verdades reveladas y, a través de ellas, develar lo novedoso de la vida. Nuestra fe deja de ser estéril e inactiva e inspira un modo de vida que da elocuente testimonio de la fe que hay en nosotros. Comenzamos a “caminar dignos de Dios complaciéndolo en todas las cosas y creciendo en Su conocimiento”.

1 de Corintios: 14, 1-25
Oración:
Ven Oh Espíritu de Entendimiento e ilumina nuestras mentes para que podamos conocer y creer en todos los misterios de la salvación y que al final podamos merecer contemplar la eterna luz en Tu luz, y en la luz de la gloria, podamos tener una clara visión de Ti y del Padre y del Hijo. Amén.

CORONILLA
(Para ser recitada en las cuentas regulares del Rosario) 

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de Tu amor. Envía Tu Espíritu, Señor, y todo será creado. Y renovarás la faz de la tierra. Oremos.
Oh Dios, que instruíste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, concédenos que animados y guiados por este mismo Espíritu, aprendamos a obrar rectamente siempre, y gocemos de la dulzura del Bien y de Sus divinos consuelos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén
  • Credo de los Apóstoles* (Sobre el crucifijo)…
  • Padre Nuestro y Ave María* (en la primera cuenta)…
  • Gloria* (en las 3 cuentas)…

Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, santificado sea Tu Nombre; Venga Tu Reino y hágase Tu voluntad en la tierra, como en el cielo.

PRIMER MISTERIO
EL PLAN DEL ETERNO PADRE PARA REDIMIR AL MUNDO ENVIANDO A SU HIJO UNIGÉNITO


Una voz gritó desde el Trono del Altísimo diciendo, “¿A quién enviaré, quién irá a redimir al mundo y les llevará a ellos Mi Reino?” A falta de una respuesta, Jesús, el Verbo Eterno dijo, “Aquí estoy Yo, envíame a Mi Padre.”

Oración:Oh Dios, por los méritos de este misterio, hazme un instrumento de salvación y renovación para el mundo. Amén.

Padre Nuestro y Ave María
En las cuentas pequeñas 10 veces

L: Ven Espíritu Santo, ven a mi corazón y llena los corazones de los fieles.
R: Y renueva la faz de la tierra. (diez veces)


Gloria

Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, santificado sea Tu Nombre; Venga Tu Reino y hágase Tu voluntad en la tierra, como en el cielo.

SEGUNDO MISTERIO
UNA PEQUEÑA NIÑA LLAMADA MARÍA FUE ESCOGIDA PARA SER LA HIJA DE DIOS PADRE, MADRE DE DIOS HIJO Y ESPOSA DE DIOS ESPÍRITU SANTO

Dios envió Su Ángel a una pequeña niña llamada María en el pueblo de Nazaret de Galilea, para anunciar el nacimiento de Su Hijo unigénito. Al saludo del Ángel, el Espíritu Santo descendió sobre ella, y ella concibió por obra y gracia del Espíritu Santo. Al final, ella dio a luz al Redentor del mundo.Oración:

Oh Dios, por los méritos de este misterio, concédeme la gracia de la pureza y la humildad, para que por la humildad yo aplaste la cabeza de Satanás y por la pureza mi alma pueda ser Tu tabernáculo. Amén.



Padre Nuestro y Ave María 
En las cuentas pequeñas 10 veces:

L: Ven Espíritu Santo, ven a mi corazón y llena los corazones de los fieles.
R: Y renueva la faz de la tierra. (diez veces)

Gloria
Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, santificado sea Tu Nombre; Venga Tu Reino y hágase Tu voluntad en la tierra, como en el cielo.

TERCER MISTERIO
DIOS REVELA SU HIJO AL MUNDO


Cuando llegó el tiempo, Dios reveló su Hijo al mundo. Primero en su Bautismo en el río Jordán cuando Dios dijo: “Este es Mi Hijo, el Amado; éste es Mi Elegido.” (Mateo 3, 17) Y nuevamente,durante la Transfiguración en el Monte Tabor cuando agregó: “Escúchenlo”. (Mateo 17, 5)Oración:

Oh Dios, por los méritos de este misterio, concédeme la gracia de ser como Tú me creaste, de tal manera que haga las cosas para las que Tú me creaste. Amén.



Padre Nuestro y Ave María 
En las cuentas pequeñas 10 veces:

L: Ven Espíritu Santo, ven a mi corazón y llena los corazones de los fieles.
R: Y renueva la faz de la tierra. (diez veces)

Gloria
Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, santificado sea Tu Nombre; Venga Tu Reino y hágase Tu voluntad en la tierra, como en el cielo.
CUARTO MISTERIO
JESÚS PROCLAMA EL REINO DE DIOS EN LA TIERRA

Cuando llegó el tiempo apropiado, después de ayunar y de ser tentado por el diablo, Jesús fue a las ciudades del mundo y proclamó el Reino de Dios diciendo: “¡Arrepiéntanse! El Reino de Dios está cerca.” Pasó haciendo el bien y llamando a los pecadores a regresar a Dios.


Oración:

Oh Dios, por los méritos de este misterio, concédeme la gracia de proclamar Tu Reino en la tierra con palabras y acciones, para que así Tu Reino llegue pronto a los confines de la tierra. Amén.


Padre Nuestro y Ave María 
En las cuentas pequeñas 10 veces:

L: Ven Espíritu Santo, ven a mi corazón y llena los corazones de los fieles.
R: Y renueva la faz de la tierra. (diez veces)

Gloria
Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, santificado sea Tu Nombre; Venga Tu Reino y hágase Tu voluntad en la tierra, como en el cielo.

QUINTO MISTERIO
EL TRIUNFO EN LA CRUZ

Así como el hombre fue vencido en el árbol; el hombre será redimido en el árbol; para que el árbol que ocasionó la caída del hombre sea el árbol de la resurrección del hombre.” Y Él vino a Su pueblo, pero Su pueblo no lo recibió, más bien, lo arrastraron hasta la montaña llamada Gólgota en donde lo clavaron en la Cruz. En esa Cruz, Cristo anunció su triunfo diciendo: “Todo está cumplido.” (Juan 19, 30)

Oración:

Oh Dios, por los méritos de este misterio, fortalece la fe de Tus pequeños en la tierra. Que ellos puedan unirse a Tu Iglesia para vencer al Dragón Rojo para la manifestación de Tu Glorioso Reino. Amén.


Padre Nuestro y Ave María 
En las cuentas pequeñas 10 veces:

L: Ven Espíritu Santo, ven a mi corazón y llena los corazones de los fieles.
R: Y renueva la faz de la tierra. (diez veces)

Gloria
Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, santificado sea Tu Nombre; Venga Tu Reino y hágase Tu voluntad en la tierra, como en el cielo.DIOS TE SALVE REINA…

Dios te salve Reina y Madre de Misericordia, vida y dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, Abogada nuestra, vuelve a nosotros esos Tus ojos misericordiosos; y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de Tu vientre. !Oh clemente, oh piadosa, oh siempre dulce Virgen María!

L: Ruega por nosotros Santa Madre de Dios,
R: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.
Amén

Oremos:
Oh Señor Consolador, Don celestial, Amor del Padre y del Hijo. Ven a mi Corazón con el fuego del Amor y purifica los corazones de los fieles. Siembra en nosotros Tus siete dones y deja que el rocío de Tu gracia santificante nutra nuestras almas para cosechar abundantemente Tus Preciosos Frutos en nosotros. ¡Oh poderoso Consolador! Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amén.

LETANIAS
Señor, ten piedad de nosotros Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, ten piedad de nosotros Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros Señor, ten piedad de nosotros
Padre, Todopoderoso Ten piedad de nosotros
Jesús, Hijo Eterno del Padre y Redentor del mundo Sálvanos
Espíritu del Padre y del Hijo, vida infinita de ambos Santifícanos
Santísima Trinidad Escúchanos
Espíritu Santo, que procedes del Padre y del Hijo, Entra en nuestros corazones Promesa de Dios Padre Ten piedad de nosotros
Rayo de Luz Celestial Ten piedad de nosotros
Autor de todo lo bueno Ten piedad de nosotros
Fuente de agua celestial Ten piedad de nosotros
Fuego consumidor Ten piedad de nosotros
Caridad Ardiente Ten piedad de nosotros
Unción Espiritual Ten piedad de nosotros
Espíritu de Amor y de Verdad Ten piedad de nosotros
Espíritu de Sabiduría y de Entendimiento Ten piedad de nosotros
Espíritu de Consejo y de Fortaleza Ten piedad de nosotros
Espíritu de Ciencia y de Piedad Ten piedad de nosotros
Espíritu de temor de Dios Ten piedad de nosotros
Espíritu de Gracia y de oración Ten piedad de nosotros
Espíritu de Paz y de Mansedumbre Ten piedad de nosotros
Espíritu de Modestia y de Inocencia Ten piedad de nosotros
Espíritu Santo Consolador Ten piedad de nosotros
Espíritu Santo Santificador Ten piedad de nosotros
Don de Dios Altísimo Ten piedad de nosotros
Espíritu que llenas el universo Ten piedad de nosotros
Espíritu de adopción de los hijos de Dios Ten piedad de nosotros
Espíritu Santo Inspíranos horror al pecado.
Espíritu Santo Ven y renueva la faz de la tierra.
Espíritu Santo Derrama Tu luz en nuestras almas.
Espíritu Santo Graba Tu ley en nuestros corazones.
Espíritu Santo Inflámanos con la llama de Tu Amor.
Espíritu Santo Enséñanos a orar bien.
Espíritu Santo Ilumínanos con tus celestiales inspiraciones.
Espíritu Santo Inspíranos en la práctica del bien.
Espíritu Santo Concédenos el mérito de todas las virtudes.
Espíritu Santo Haznos perseverar en la justicia.
Espíritu Santo Sé Tú nuestra recompensa Eterna.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Envíanos Tu Santo Espíritu.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
Derrama en nuestras almas el don del Espíritu Santo
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
Concédenos el Espíritu de Sabiduría y de Pureza.
L: Ven Espíritu Santo y llena los corazones de Tus fieles.
R: Y enciende en ellos el fuego de Tu Amor.

Oremos:
Concédenos, Oh Padre Misericordioso, que Tu Espíritu Divino pueda iluminarnos, inflamarnos y purificarnos; que Él pueda penetrarnos con Su rocío celestial y nos haga fructíficar en buenas obras, por medio de Jesucristo nuestro Señor, Tu Hijo, que Contigo vive y reina en unidad con el mismo Espíritu por los siglos de los siglos. Amén.

ORACIÓN POR LOS SIETE DONES DEL ESPÍRITU SANTO
Oh Señor Jesucristo, que antes de ascender al Cielo prometiste enviar al Espíritu Santo para completar Tu obra en las almas de Tus apóstoles y discípulos, dígnate concederme el mismo Santo Espíritu para que Él perfeccione en mi alma la obra de Tu gracia y de Tu amor. Concédeme el Espíritu de Sabiduría para que pueda despreciar las cosas perecederas de este mundo y aspirar únicamente las cosas eternas; el Espíritu de Entendimiento para que ilumine mi mente con la luz de Tu Divina Verdad; el Espíritu de Consejo para que pueda siempre elegir el camino seguro para agradar a Dios y ganar el Cielo; el Espíritu de Fortaleza para que pueda cargar mi cruz Contigo y pueda superar con coraje todos los obstáculos que se opongan a mi salvación; el Espíritu de Conocimiento para que pueda conocer a Dios y a mí mismo y crecer en la perfección de la ciencia de los Santos; el Espíritu de Piedad para que pueda encontrar el servicio a Dios dulce y amable; el Espíritu de Temor para que pueda estar lleno de reverencia amorosa hacia Dios y que tema en cualquier modo desagradarlo. Márcame, amado Señor, con la señal de Tus verdaderos discípulos y anímame en todas las cosas con Tu Espíritu. Amén.
(Para ser recitada diariamente durante la novena.)

Buen día, Espíritu Santo! 31052017

¡Buen día, Espíritu Santo!Si el amanecer me encuentra en las orillas de la vida,
¡Llévame a Aguas Profundas, las Aguas de Tu Corazón!
Dame el bucear en las profundidades de Tu Amor.

Bien sé que la Diestra del Padre me sustenta,
Que Su alianza es eterna;
que es La Palabra quien me alimenta...
por eso vuelvo a clamarte en la mañana:
¡Avívame de nuevo, Espíritu de Amor!

Derrama Tu Gracia, la que santifica
Derrama Tu Unción, la que moldea a un adorador.
Implanta con fuego el sello de pertenencia
que un día el Agua Bautismal en mi marcó.
Amén.

Meditación: Lucas 1, 39-56


Visitación de la Santísima Virgen María

En la fiesta de la Visitación de la Virgen María a su parienta Isabel, recordamos aquel hermoso cántico llamado el Magnificat, donde ella alaba a Dios y añade: “Mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi Salvador… porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre.” (Lucas 1, 46-47, 49).

San Juan Pablo II, en una homilía pronunciada con motivo de esta fiesta, exhortó a los presentes a abrir su corazón completamente a la obra de Dios, como lo hizo la Virgen: “María —dijo él— experimentó más que cualquier otro ser la cercanía del poder y la gloria de Dios. Ella se daba cuenta de su condición de creatura y también sabía que todos la llamarían bienaventurada, pero, señalando a Jesús, dijo: ‘Hagan lo que él les diga’ (Juan 2, 5). La doncella de Nazaret se preocupaba de las cosas de Dios, y miraba los misterios inexplicables con los ojos de la fe… una fe que merece premio y bendición: ‘Dichosa tú que has creído’ (Lucas 1, 45).”

Juan Pablo nos pedía a todos que abriéramos el corazón para que Dios actuara libremente en él: “En todos nosotros está la dimensión humana, que anhela la experiencia del Dios vivo. Este profundo deseo ha impulsado una y otra vez a hombres y mujeres a seguir fielmente a Cristo” y recalcaba la necesidad de ser dóciles al Espíritu Santo, que nos prepara para el servicio, como la Virgen María: “Estemos abiertos al Espíritu, para que podamos experimentar su poder, que nos capacita para el servicio a los demás y para dar testimonio.”

El servicio de María fue aceptar la invitación que Dios le hacía a ser la Madre de su amado Hijo, misión que ella aceptó dócilmente. Nosotros también, como María, hemos de disponernos a recibir la gracia que Dios continuamente nos prodiga: “En todo momento de nuestra vida fijemos, con ella, la mirada en el Dios santo, que siempre es tan diferente y tan superior a nosotros, y que sin embargo está misteriosamente con nosotros y nos ama.” Repitamos junto a María: “que Dios haga conmigo como me has dicho” (Lucas 1, 38).
“Virgen Santísima, concédeme la gracia de ser dócil a la inspiración del Espíritu Santo, como tú lo fuiste, para ser un buen discípulo de tu amado Hijo Jesús y ser, como tú, hijos obedientes de Dios, nuestro Padre.”
Sofonías 3, 14-18
(Salmo) Isaías 12, 2-6

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

COMPRENDIENDO LA PALABRA 310517

Benedicto XVI, papa 2005-2013 
Discurso del 31 de mayo en la gruta de Lourdes de los jardines vaticanos de 2006 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)
Donde llega María, está presente Jesús

      Hoy, en la fiesta de la Visitación, como en todas las páginas del Evangelio, vemos a María dócil a los planes divinos y en actitud de amor previsor a los hermanos. La humilde joven de Nazaret, aún sorprendida por lo que el ángel Gabriel le había anunciado —que será la madre del Mesías prometido—, se entera de que también su anciana prima Isabel espera un hijo en su vejez. Sin demora, se pone en camino, como dice el evangelista (cf. Lc 1, 39), para llegar "con prontitud" a la casa de su prima y ponerse a su disposición en un momento de particular necesidad.

      ¡Cómo no notar que, en el encuentro entre la joven María y la ya anciana Isabel, el protagonista oculto es Jesús! María lo lleva en su seno como en un sagrario y lo ofrece como el mayor don a Zacarías, a su esposa Isabel y también al niño que está creciendo en el seno de ella. "Apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo —le dice la madre de Juan Bautista—, saltó de gozo el niño en mi seno" (Lc 1, 44). Donde llega María, está presente Jesús. Quien abre su corazón a la Madre, encuentra y acoge al Hijo y se llena de su alegría. La verdadera devoción mariana nunca ofusca o menoscaba la fe y el amor a Jesucristo, nuestro Salvador, único mediador entre Dios y los hombres. Al contrario, consagrarse a la Virgen es un camino privilegiado, que han recorrido numerosos santos, para seguir más fielmente al Señor. Así pues, consagrémonos a ella con filial abandono.

Evangelio según San Lucas 1,39-56. 
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor". María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz". Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre". María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa. 

RESONAR DE LA PALABRA

Fernando Torres cmf
La fiesta de hoy tiene mucho de entrañable. La historia de dos mujeres que se encuentran y que se saben embarazadas de la vida que crece en ellas. Son dos y son cuatro. Son dos llenas de esperanza. Son dos convertidas en signos de esperanza para la humanidad. Porque cada vez que nace un niño nace la esperanza en nuestros corazones: la vida sigue, se renueva, renace. Es la alegría explosiva que brota en la familia al conocer la noticia. Es alegría para la madre, para el marido. Pero también para los abuelos.
Pero en este caso, en el encuentro entre María y su prima Isabel hay un plus de alegría. Las dos son conscientes de que es Dios mismo el que ha intervenido en la historia para hacer que brote la vida y la esperanza. Lo que va a hacer no son sólo dos niños. Con ellos se hará presente en nuestra historia algo radicalmente nuevo: la presencia viva y real del amor de Dios. Con ellos se va a cumplir la antigua promesa, la esperanza que venía de generación en generación anunciada. Aquella promesa que, de tan antigua, parecía que ya no se iba a cumplir nunca. Pues ya está aquí. Por eso la alegría no tiene límites.
Por eso, María entona ese cántico tan conocido que habla de liberación para los oprimidos, de esperanza para los hundidos y frustrados. María “ve”, desde su fe, que un nuevo mundo se está alumbrando, que la fuerza del mal no puede nada contra la fuerza, la ventolera, el huracán del amor de Dios. Por mucho que parezca que todo sigue igual, que son sólo dos mujeres felicitándose mutuamente, ellas saben y nosotros sabemos, que lo que sucede es algo mucho más trascendental. Y a nosotros también se nos llena el corazón de esperanza.
Por mucha injusticia y dolor y muerte y opresión que haya en nuestro mundo, aquí y ahora, Dios está con nosotros, Dios se ha vuelto del lado de los pobres y de los que sufren. Dios derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. Dios llena a los hambrientos de bienes y despide vacíos a los ricos. Porque se ha acordado de su misericordia y no nos ha dejado solos.
Ya no hay excusa que valga. Salgamos a la calle, a la vida, a trabajar por la justicia, por el reino, por la fraternidad. Porque Dios está con nosotros.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA