Cobijémonos bajo su maternal manto, confiando en que ninguna de nuestras oraciones, ninguna de nuestras lágrimas y ninguno de nuestros dolientes suspiros quedarán sin ser atendidos.
Perrmanezcamos siempre con la Santísima Madre del Señor, por medio de nuestras fervientes oraciones. Cobijémonos bajo su maternal manto, confiando en que ninguna de nuestras oraciones, ninguna de nuestras lágrimas y ninguno de nuestros dolientes suspiros quedarán sin ser atendidos.
Entonces ella, no sólo nos protegerá de todo mal, sino que también nos acompañará en nuestro paso a la vida eterna, realizando aquellas palabras del “Himno Acatisto al Ícono de la Madre del Señor de Bogoliubov”: “¡Muéstratenos, Purísima, en el momento postrero!”. Ella alejará, después de nuestra muerte, a todos los demonios, ayudándonos a atravesar todos los peajes del espíritu e inclinándonos, cual si fuéramos niños pequeños, entre sus brazos ante el trono de Su Hijo, para pedirle que reciba nuestras almas en los celestiales aposentos del Paraíso.(Traducido de: Sfântul Ierarh Serafim (Sobolev) Făcătorul de minuni din Sofia, Predici, Editura Adormirea Maicii Domnului, Bucureşti, 2007, pp. 184-185)
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