Podría decirse que son tres las llaves para abrir lo profundo del corazón: el estudio de las enseñanzas del Evangelio, la invocación del nombre del Señor, y la Santa Eucaristía. Estas tres llaves liberan la energía encerrada en las profundidades del corazón. Y se trata de la misma energía que recibimos con el Bautismo, aunque, debido a nuestra vida llena de pecado, terminamos enterrándola con nuestra ineptitud e indiferencia.
Saquemos, pues, a la luz el tesoro divino oculto en nuestro interior, grabándonos en la mente algunas palabras divinas que nos sirvan de inspiración, y llenándonos de la más ferviente devoción por la Santa Comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo.No dejemos de llamar el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, Nombre que nos fuera otorgado por una revelación celestial, que es inseparable de la Persona de Cristo y que puede, en consecuencia, hacernos partícipes de Su energía redentora.
(Arhimandrit Zaharia Zaharou, Omul cel tainic al inimii (I Petru 3, 4), traducere din limba engleză de Monahia Tecla, Editura Basilica, București, 2014, p. 208)
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